Columnas

Cuatro Cuatros

Cuatro Cuatros

4 septiembre, 2017
por Andrea Griborio y Miquel Adrià

Ubicado entre el desierto, el océano Pacífico y el mar de Cortés en Ensenada, Baja California, se encuentra “Cuatro Cuatros”. Una propuesta de desarrollo integral que habita el paisaje desértico, en la búsqueda del equilibrio entre la naturaleza y la arquitectura que el Taller de Arquitectura de Mauricio Rocha y Gabriela Carrillo ha ido incorporando en las 860 Hectáreas durante más de seis años. Desde la imagen gráfica, Cuatro Cuatros es una veleta, una rosa de los vientos, los cuatro cuadrantes del universo, los puntos cardinales, un trabalenguas para los posibles clientes gringos y un sin fin de alusiones aritméticas y cabalísticas, suficientes para involucrar a cuarenta y cuatro arquitectos mexicanos y latinoamericanos en un desarrollo territorial de bajo impacto paisajístico.

El proyecto pretende construir en el paisaje una experiencia donde la relación entre el hábitat natural y la aventura esté ligada al confort y a la arquitectura de calidad. Rocha y Carrillo introducen espacios estratégicamente dispuestos con gestos potentes, como las caballerizas esculpidas en la montaña. En la zona de la vinícola -el primer edificio desarrollado por los arquitectos- ha detonado diferentes usos y trasciende su función original para la producción del vino, transformándose constantemente en showroom o lugar para eventos, aderezado por unos barcos encallados en la tierra, convertidos en el bar que da de beber a los sedientos. Paradójicamente, los baños son quizá la pieza que mejor representa el lenguaje del Taller de Arquitectura de Rocha y Carrillo por la manera como se inserta y a la vez desaparece en el paisaje. La zona de cabañas pasará a ser operada por el Grupo Habita, que aumentará el número de las mismas, con el fin de responder a la alta demanda de la zona por el atractivo de sus paisajes, su producción vinícola y la excelente oferta culinaria. Cuatro Cuatros está enfocado a un turismo de calidad que vincule la denominación de origen del Valle de Guadalupe – vino y gastronomía – con la arquitectura mexicana y latinoamericana contemporánea.

Desde sus inicios, el proyecto se enfoca en aquellos clientes que desde el otro lado de la frontera encuentran en el exótico territorio mexicano su zona de confort. Cuatro Cuatros es entonces, también y principalmente, un desarrollo inmobiliario de baja densidad, que destinará 360 hectáreas a la construcción de 500 viviendas que deberán seguir el plan maestro desarrollado por la empresa norteamericana EDSA para lo cual el Taller de Arquitectura de Rocha y Carrillo invita a 44 arquitectos entre los que destacan los mexicanos Tatiana Bilbao, Isaac Broid, Ambrosi-Etchegaray, PRODUCTORA, Felipe Leal, Fernanda Canales, MMX, Javier Sánchez, Rozana Montiel, Manuel Cervantes, Cano Vera, Claudia Turrent, Víctor Legorreta, Frida Escobedo, Jorge Gracia de Tijuana, Macías Peredo de Guadalajara, Javier Muñoz y Augusto Quijano de Mérida, S-AR de Monterrey, entre otros mexicanos, y los chilenos Pezo von Ellrichshausen, el paraguayo Solano Benítez, y la brasileña Carla Juaçaba.

Desde principios del siglo XX hubo varios experimentos que persiguieron la idea de construir vivienda colectiva a partir de la sumatoria de autores diversos. Así,  Mies van der Rohe lideró en 1927 la Weissenhof Siedlung, en Stuttgart, donde dieciséis despachos –Mies, Le Corbusier, J.J.P.Oud, Hans Scharoun, entre otros- construyeron sus prototipos de vivienda para la exposición nacional. Ya en los años 50 en California, el director de la revista Arts&Architecture John Entenza invitó a los más destacados arquitectos de la época como Charles y Ray Eames, Richard Neutra, Eero Saarinen o Craig Ellwood a desarrollar las Case Study houses. Y en los mismos años Luís Barragán como desarrollador de El Pedregal de San Ángel, invitó a Max Cetto para que construyera su propia casa y que fungiera como prototipo de arquitectura moderna vinculada al paisaje volcánico. Entre los referentes más contemporáneos encontramos el proyecto de Ordos, en Mongolia, donde el artista chino Ai Weiwei junto con los arquitectos suizos Herzog & De Meuron invitaron a cien arquitectos de 27 países distintos a desarrollar una vivienda en un terreno de mil metros cuadrados cada uno, o el caso chileno de ocho al cubo donde arquitectos locales y japoneses debían diseñar una vivienda en el paisaje, convirtiéndose en el anzuelo comercial para un proyecto especulativo de mayor calado.

En Cuatro Cuatros, Mauricio Rocha elaboró la lista de cuarenta y cuatro arquitectos que deberán seguir los lineamientos que impone el plan maestro pre-establecido y las reglas que permitirán armar lógicas de conjunto, con la idea de construir armonía, como el uso exclusivo de cuatro materiales (piedra, concreto, madera y acero) más uno de libre elección, sumados a las condiciones naturales del paisaje desértico. Se propone una intervención respetuosa con el paisaje que confíe más en el talento de sus autores que en el control de la densidad. Rocha –a medio camino entre el gurú y el flautista de Hamelín- traza una filosofía común y el diálogo entre los arquitectos elegidos, para eludir la irrupción de súper egos y construir un proyecto de conjunto que conforme una cierta textura arquitectónica en el paisaje. Quizá el ancla del hotel Habita ayude al éxito inicial de esta iniciativa tan ambiciosa como atractiva, para que los tiempos pausados de la urbanización y la presión inmobiliaria del mercado (que todavía no reconoce el valor de la arquitectura como valor de marca) refuercen la denominación de origen del Valle de Guadalupe.