25 septiembre, 2014
por Teobaldo Lagos Preller
El antecedente es un trazado labil, débil y fuerte a la vez, el de un viaje y una pesquisa con resultados concretos: instalaciones a partir de elementos constructivos nómades de la Patagonia chilena en diálogo con técnicas constructivas alemanas clásicas como el Fachwerk. Housing in Amplitude/Vivienda en Amplitud es el trabajo de investigación y “arqueología contemporánea” que Sebastián Preece (Valparaíso, Chile, 1971) y Olaf Holzapfel (Görlitz, Alemania, 1968) realizaron entre 2013 y 2014 en la Región de Aysén y que se expuso en el Museo de Arte Contemporáneo en Santiago de Chile y que a partir de este 19 de septiembre se expone en una nueva versión en la Galería Gebr. Lehmann de Berlín.
El título proviene de una primera instalación en la localidad de Cerro Castillo (Imagen 1): el esqueleto de una casa habitacional construida por los artistas en noviembre del 2013. El paisaje de la Patagonia, en transformación continua tras las primeras colonizaciones durante la primera mitad del siglo XX, es el marco de esta exposición que se enfoca en las formas más básicas de construcción habitacional, así como en las relaciones entre paisaje, movimiento y espacios interiores de vida. Preece y Holzapfel hacen que tranqueras, cercos, refugios y casas tradicionales devengan formas minimalistas que alteran y transforman el espacio de exposición en tanto zona de contacto entre exterior e interior.
Una imagen, una utopía, es el inicio del juego: la construcción de madera en Cerro Castillo, aldea formada por colonos en el otrora territorio inhóspito y hoy prado casi infinito entre fiordos y montañas, habría sido imaginada también como un taller y refugio utópico para artistas, de acuerdo a como explica Paz Guevara, quien acompañara al proyecto desde sus inicios, contribuyendo como autora e investigadora en la publicación del proyecto, editada por Puro Chile y Distanz (Alemania).
Crear revestimientos es al día de hoy una tarea que metafóricamente lleva a los artistas a generar un proyecto autónomo y nómade entre la región de Aysén, Santiago de Chile y Berlín: recrear los procesos de transferencia cultural que llevaron a que diferentes técnicas constructivas de Europa fueran implementadas en el paisaje austral con los materiales nativos, recoger los materiales como información y desplegarla en los espacios expositivos para generar un diálogo intercultural mediante una dinámica de colaboración en múltiples sentidos.
Expandiendo métodos propios de la arqueología, la etnología, la arquitectura así como los lenguajes contemporáneos del arte, toman las huellas de procesos colonizantes y los re-escenifican de manera muda y latente, como en el diálogo de sensaciones y significados que provocan los objetos materiales ante el cuerpo del arqueólogo en terreno y el del visitante del museo. La transferencia de técnicas constructivas al sur del mundo desde las potencias de ultramar, a juicio de Guevara, es “una forma de trasferencia cultural, parte del proceso de colonización republicano a mediados y fines del siglo XIX, lo que se puede percibir en la materia y operaciones propias de esta instalación contemporánea”.
Desplazamientos y huellas
En la versión del proyecto preparada para la exposición en la capital alemana, los artistas llevan a cabo múltiples ejercicios de desplazamiento que ponen en tensión a los materiales constructivos del sur chileno. En primer lugar, Preece, quien conociera a Olaf Holzapfel durante su participación en el Pabellón Latinoamericano en la Bienal de Venecia del 2011, invita al alemán a la región austral para comenzar a investigar sobre procesos de desplazamiento de los arrieros, quienes construyen refugios temporales para sus tránsitos entre montaña y valle, cuestionando así la idea de propiedad por sobre el espacio habitable e instaurando hitos de comunicación concretos en un paisaje que oscila entre naturaleza y cultura.
Una vez realizada la exposición en Santiago de Chile, Preece y Holzapfel ejecutan otro ejercicio en la Galería Gebr. Lehmann, parte del circuito de más de 450 galerías de la ciudad, explotando el potencial de libertad de gestión que ofrece este espacio privado, el que ha dado carte blanche a los artistas. Viajan a una localidad en el estado de Brandeburgo y desmontan una casa de estructura Fachwerk del siglo XIX en ruinas, ubicada en un campo perteneciente a la familia de Holzapfel. El desmontaje implica el recurrir a las técnicas contemporáneas de transporte y desmontaje. Con las técnicas aprendidas de carpinteros de Aysén y Brandeburgo, y con el uso de sus propios cuerpos, los artistas desarman la casa y recuperan fragmentos de barro de la construcción original, rectángulos de más de cien kilos que son empacados y transportados con sus propias manos a un camión. Asimismo, vigas de más de diez metros de largo, marcadas con números por medio de un código de tajos que permiten su montaje y desmontaje cientos de años después en la galería cercana al centro de la ciudad.
Preece explica que “siempre hemos hablado de este doble cruce en las técnicas de construcción, ¿no? Y ahora, con la vuelta a Alemania, lo interesante es poder tomar esta casa original alemana, pensando en los colonos que partieron hacia Chile, que empezaron a trabajar con las maderas nativas, las tejuelas, manteniendo las intenciones originales de cada uno de los materiales de las estructuras originales en Europa, etc. De esa forma, se producían mezclas: las estructuras alemanas, pero con estos forros que son chilenos. Todo esto viene de la idea de que la colonización en el sur de Chile tuvo lugar como una forma de transferencia e hibridación”.
Teobaldo Lagos Preller: ¿Qué tipo de materiales son los que han traído de Chile?
Sebastián Preece: De Chile hemos traído las tejuelas de lenga y dos videos: uno que muestra a un aserradero en el sur de Chile y el otro es un video sobre Delino de la Hoz, un poeta local de la Patagonia, quien habla acerca de cómo es vivir a la intemperie, cómo es habitar el lugar, el descampado absoluto y cómo es para el hombre vivir en ese lugar.
TLP: ¿Y cuál es el mayor descubrimiento para ti como artista de llegar a esta tierra de difícil comunicación con el resto del territorio nacional, de generar una travesía como artista en una región tan alejada de todo como es la Patagonia?
SP: Yo siempre he estado siguiendo la huella del hombre, trabajado a partir de las huellas. Las huellas que va dejando en el espacio habitable, en las estructuras, en las casas. A partir de la forma en cómo llega un ser humano a un lugar y lo habita. En fin, las huellas del hombre en el lugar. Por eso lo interesante de trabajar en Patagonia es el conocer a los arrieros, apreciando esta situación nómade, cómo se van creando puestos en los diferentes lugares, y también esta idea de una construcción colectiva. A mí me interesa porque se crea un puesto y ese puesto no tiene un propietario. Es decir: alguien lo hizo, pero el que pasa por ahí también lo utiliza. Se vuelve una hibridación entre cultura y naturaleza, parte del paisaje natural. Tampoco hay un propietario absoluto, sino que es de quien pasa por ahí. Es el uso el que lo construye.
TLP: Bueno, y al llegar aquí se ha concretado otro viaje, que es el viaje en tanto transferencia cultural a través del traslado de los materiales que se ubican en Chile.
SP: Bueno, la idea era en Aysén en un principio generar una estructura, de una casa original de acá. La idea era formar el esqueleto, mostrar los diferentes forros y las diferentes maneras de irlo cubriendo son la forma como se dan los cruces entre esta Alemania y esta Patagonia o este sur de Chile donde se empiezan a mezclar los colonos con los inmigrantes de otras regiones de Chile y deciden instalarse. Ahí hay una transferencia, un mestizaje que es bien interesante. Se empieza a mezclar todo. Uno podría decir que se trata de modelos de materiales constructivos de Europa, pero que están hechas con maderas nativas de Chile. Ahora lo que hicimos fue sacar esta casa construida a mediados del siglo XIX. La idea en un principio era esa: construir una casa original a partir de una estructura base, que es extraída de la casa original con estructura fachwerk que está en este predio en Brandeburgo desde hace casi doscientos años o más. Es, como yo pienso, la estructura básica y bruta de la cual se extraen otras formas constructivas posteriores. Yo creo que lo característico y esencial de este tipo de estructuras es el peso. La estructura completa se sujeta a sí misma a partir del peso. Acá hay un peso que genera como un posicionamiento en el terreno. A diferencia de la Patagonia, que es más débil, más frágil, más rápido.
TLP: ¿Qué implicancias tiene esto para el habitar, para la vida de las personas que llegan a ocupar este espacio?
SP: Yo creo que un elemento importante de las técnicas constructivas como el Fachwerk de Alemania es la solidez, un poco pensando en la idea de eternidad, pensando en que esto es para siempre, en que yo me instalo y me quedo en el lugar, a diferencia de lo que hay allá en la Patagonia, que sigue siendo una situación de tránsito nómade, mucho más liviano y en diálogo con la intemperie de ese lugar, en el sentido de que el mismo viento, el ambiente es el ambiente en el que la estructura habitacional se mantiene, mas es este también el que la va destruyendo, aniquilando, de forma tal que la estructura misma va evidenciando un mensaje contenido en su propia materialidad: que no es para siempre. O sea, el arriero que vive ahí va montando refugios en los puntos de un recorrido en el que él se desplaza y en el que al mismo tiempo habita. De hecho, allá se habita en diferentes lugares. La gente vive una temporada en la ciudad más grande de la región, Coyhaique, después se va al campo, después vuelve a la ciudad. Siempre va rotando. Y uno ve acá en Alemania que estas construcciones rurales son sumamente sólidas, existen en un sentido de permanencia absoluta”.
Contra el monumento, por el dinamismo
Para Holzapfel, esta diferencia es una que se proyecta también en el tiempo, en las diferentes transiciones que componen a la modernidad: “A mí lo que me interesa es que en todo el mundo hubo siempre formas dinámicas de habitar. La modernidad ha hecho que la gente tienda progresivamente a mudarse a vivir a las ciudades, es una tendencia global. Esto hace que la gente comience a vivir de forma más estática, ya que se desplaza cada vez más sobre las superficies planas de forma de comenzar a habitar. Se construye cada vez menos de forma estática, es decir: la casa que acabamos de desmontar hoy y que transportamos en camión a la galería, con sus envigados y materiales como el barro entre medio de los envigados, similar al adobe, es una casa que está construida en una íntima relación con el contexto en el que se produce. Todos los materiales son del mismo lugar. Es material del paisaje. Y antiguamente, en el estado de Brandeburgo, todas las casas eran de madera, y así parte del paisaje. Y recién en el momento en que comienza a construirse en piedra, entonces ya no es posible mover a los edificios. Para mí eso es siempre un reflejo del lugar en el que yo habito. O también lo es para Sebastián. No se trata de una confrontación nostálgica, sino de confrontación con las otras posibilidades de vida”.
“Le Corbusier hablaba siempre de las casas de la posguerra como Wohnmaschinen –máquinas de habitar. Y curiosamente, aún en la distancia temporal, las casas de los campesinos representan exactamente eso: están a menudo construidas de acuerdo con un programa, no estético, sino funcional. Y las casas de la ciudad son construidas a menudo de acuerdo con un programa estético y menos funcional. Presumen ser funcionales, pero en la mayoría de los casos están construidas para cumplir con un ideal estético, una cierta imagen del tejido urbano que debe mantenerse más allá de las condiciones individuales de vida”.
Holzapfel explica que el interés en la arquitectura Fachwerk, se basa en que este tipo de estructuras, “al igual que en la Patagonia, estas se basan en las líneas, hay un trazado en líneas de fuerza y de balance de las fuerzas, de forma de que presentan una relativa ligereza. Cumple con una idea de racionalismo, que es interesante, porque curiosamente se oponen al espacio expositivo de una galería, el White Cube, en la medida en que no tienen esa llanura y albura, el encierro propio de las murallas blancas de concreto para exponer. Estas estructuras contienen movilidad y sus propias posibilidades de multiplicación y ampliación, en la medida en que siempre puede seguirse construyendo a partir de la estructura”.
Teobaldo Lagos Preller estudia periodismo en la Universidad Austral de Chile, es Licenciado en Comunicación Social (Semiótica Intertextual) por la Universidad Autónoma Metropolitana (Ciudad de México) y Master of Arts en Estudios Latinoamericanos Interdisciplinarios por la Universidad Libre de Berlín. Ha colaborado con colectivos independientes de artistas e instituciones culturales como la Fundación/Colección Jumex en Ciudad de México y Berlín. El 2011 recibió la Beca de Creación Literaria del Fondo Nacional para el Fomento del Libro y la Lectura de Chile por un libro de crónicas en torno a memoria, imagen de ciudad y espacio público en la capital alemana. A partir de 2013 realiza el Doctorado en Historia del Arte bajo la tutoría de Anna Maria Guasch en la Universidad de Barcelona, a cuyo grupo de investigación “Arte, Globalización, Interculturalidad” es investigador asociado. Su investigación se concentra en proyectos de arte y espacio público en Berlín tras la caída del Muro por parte de artistas latinoamericanos. Es becario de CONICYT-Chile.