Epopeyas de lo cotidiano
En Epics in the Everyday Vassallo investiga meticulosamente la interdependencia entre fotografía y arquitectura en la segunda mitad del siglo [...]
9 junio, 2025
por Wonne Ickx
Recuerdo viajar a Phoenix, Arizona hace algunos años para visitar a Taliesin West de Frank Lloyd Wright. Llegando a la ciudad, le escribí a un amigo mi primera reacción: “Phoenix, bueno… es simplemente una enorme cantidad de beige”. Toda esta armonía color arena —supuse inicialmente— tenía todo que ver con la popularidad del estilo neo-pueblo en Arizona. Hoy en día, construidas principalmente con estructuras ligeras de madera, revestidas con capas de TYVEK y escarchado de una generosa capa de estuco color crema, estas casas emulan las estructuras de adobe de los indios pueblo y, como tal, parecen pertenecer a una narrativa estilística local.
En una región plagada de una incesante expansión suburbana de balnearios de lujo, campos de golf diseñados por Jack Nicklaus y grandes comunidades de jubilados, toda esta mansedumbre color arena, por supuesto, también tiene otra raison d’être (razón de ser): un simple consenso comercial. Todos esos asentamientos en tonos marrón claro, amarillento, tostado, crudo, crema y color galleta ofrecen un lenguaje arquitectónico amable, agradable y obediente; fruto de los análisis de preferencias de consumidores y elaborados estudios de mercado. Una paleta de colores de conformidad unánime.
Diez años después, toda esa benevolencia color arena se extendió globalmente más rápido que la primera ola de coronavirus, y saturó el mundo del diseño, las revistas de hogar, y las cuentas de TikTok e Instagram por igual. Ahora, reinventada como el antídoto contra una arquitectura corporativa de vidrio y acero, se presenta como la solución natural, orgánica y responsable para todas sus necesidades arquitectónicas. Hay tantas opciones en beige para darle profundidad y calidez a su condominio en la Roma (desde concreto pigmentado, estucos de cal, tadelakt marroquí, hasta yesos de arcilla y repellados romanos … pero, más probable una tendencia Comex que se acerca) que parece un acto de rebelión dejar una parte de su interior simplemente blanca. Incluso en nuestros propios proyectos, debo admitir que el Hombre de Arena ha dejado su huella, a través de clientes pro-activos con mood-boards-inspiracionales-en-Pinterest, como un consenso fácil para mediar opiniones irreconciliables, o a veces simplemente como una opción adecuada para un entorno específico (como una playa, por ejemplo).
Impulsada por las tiendas Aesop, cafeterías con suelos de madera recuperada, acogedores vestíbulos de hotel y otros entornos éticos-atmosféricos, la eco-manía prospera especialmente en los hubs de co-working-y-tech de nuestros centros urbanos, donde impulsa nuevas corrientes de capital, camufladas por la estética de la sustentabilidad. Allí, la falta de socialización real entre los individuos (léase: consumidores) se compensa con la calidez relajante de los materiales táctiles auténticos (y, por supuesto, con la palabra «comunidad» plasmado en viniles en la pared). El verdadero beneficio de todos esos acabados rústicos y minerales no reside en su huella de carbono disminuida, ni en la ausencia de COV, sino en absorber el brillo azul-blanquecino que emana de las numerosas pantallas Apple en la habitación. La fuerza del imperio-de-arena es inescapable: si seguimos las tendencias actuales y obedecemos a los gurús contemporáneos del diseño, viviremos todos hacia el año 2050 en un entorno inspirado en Tatooine. Falta agregar que Pantone eligió “Mocha Mousse” como el color del año 2025: “Un suave tono marrón infundido con un refinamiento terroso”.
Koolhaas lo expresó bien al descifrar la batalla perdida de la arquitectura contra la urbanización acelerada del siglo XX: «Estábamos construyendo castillos de arena. Ahora nadamos en el mar que los arrasó». El poder absorbente del capitalismo tardío definitivamente no ha disminuido, y en estas primeras décadas del siglo XXI lo único que hemos logrado ofrecer como respuesta, es otro mundo de castillos de arena.
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