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¡Felices fiestas!
Casa Delia se encuentra ubicada en un barrio cerrado de moreno, Buenos Aires y está pensada para dar respuesta a necesidades físicas y simbólicas planteadas en el encargo. Necesidad física, un espacio flexible y abierto donde habita una sola persona y a su vez posee la dualidad de albergar constantemente muchos invitados. Necesidad simbólica, un espacio rico en cuanto a un habitar sensible y reflexivo para delia.
Se dispone de una gran sala continua, con el fin de caracterizar cada actividad en la casa, este espacio se organiza a partir de cuatro elementos dispuestos cuidadosamente en relación a otros físicos o imaginarios que son vestigios de la vida de Delia.
Los espacios pensados buscaron nunca ser una operación neutral o técnica, por el contrario, la ocupación material y simbólica del espacio en la casa puede ser concebida como la lucha por el poder de asignar sentidos (discursos) a los elementos y objetos materiales. En esta tensión, más o menos secreta entre los distintos discursos que se disputan el sentido de los espacios, anida la dimensión política del habitar en la casa Delia.
La vida se desarrolla dentro de un anillo alrededor del patio central totalmente acristalado, colonizado por un jardín que organiza y articula los distintos usos.
Una cubierta metálica continua que abarca toda la extensión de la planta, en su interior revestida en fenólicos de madera, genera un contraste de luz, color y textura con el resto exterior que intenta pasar a un plano austero. A su vez flota gracias a un intersticio acristalado sobre cuatro volúmenes en su frente que se encuentran en contacto con el suelo, dos de ellos envuelven las caras laterales, y conforman una envolvente que abraza al gran espacio central interior; dejando un espacio abierto hacia el fondo donde se culmina en una galería con total apertura al parque privado.
Se plantea una secuencia espacial en el paso del espacio público a privado. Se invita al visitante a través de una gran cubierta que en el acceso presenta su mayor escala, para luego acceder a la parte más secreta e íntima de la casa. En el recorrido hacia el punto de entrada mediante la pendiente de la cubierta y el terreno, la relación espacial comienza a brindar mayor intimidad, continuando la secuencia, una vez dentro el patio se torna protagonista, luego se pueden observar todos los espacios de la casa conectados entre sí.