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Bocetos y prototipos

Bocetos y prototipos

6 julio, 2013
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog

Hace unos días John Maeda publicó en su blog una entrada comentando un ensayo de Bill Buxton, científico computacional y diseñador que desde el 2005 está a cargo del departamento de investigaciones de Microsoft. En su ensayo, Buxton plantea la diferencia entre bocetos [sketches] y prototipos. Ambos son instancias de un proceso de diseño, pero intervienen en distintas etapas del mismo. Maeda recupera una tabla en la que Buxton explica las diferencias: los bocetos invitan, sugieren, exploran y cuestionan, proponen, provocan, son tentativos y no comprometen. En cambio los prototipos en vez de invitar, atienden, describen en vez de sugerir, refinan lo que el boceto explora, dan respuestas en lugar de cuestionar, ponen a prueba, resuelven y son específicos. Entendidos así, el boceto es una especie de notación de un proceso abierto, no lineal y cuyos resultados no son específicos ni previsibles y genéricos, mientras que el prototipo es el resultado de otro proceso, más definido y en parte lineal, con resultados claros, funcionales y específicos. Maeda añade que si entendemos al diseño como “la habilidad para fallar de manera productiva para lograr, finalmente, una solución exitosa”, el boceto es un proceso de fallas que buscan un resultado singular y claro, mientras que el prototipo es un proceso de fallas que buscan una solución final. El boceto, dice, presenta menor riesgo —es más fácil de realizar— pero materializa mayor riesgo —la idea no ha sido probada y puede no ser viable—, mientras que el prototipo presenta mayor riesgo —es más costoso y difícil de hacer— pero materializa menor riesgo —la idea ya es puesta a prueba.

El texto de Buxton inicia diciendo que el boceto no es lo mismo en arquitectura y diseño industrial que en el diseño interactivo y de experiencias —a los que aplica su explicación. Pero podemos pensar que en arquitectura, al menos, el boceto tiene condiciones similares. En la introducción a su libro El dibujo en la concepción arquitectónica, Philippe Boudon y Frédéric Pousin explican un dibujo de Carlo Scarpa. Se trata de una vista de la capilla y del muro del recinto del cementerio Brion. Al centro se ve un alzado, trazado a mano alzada, pero en proyección ortogonal, de lo descrito en el título de la lámina: la capilla y un muro, sombreados a lápiz. Al margen, bordeando el dibujo central, hay una serie de apuntes pequeños, algunos son también alzados, otros perspectivas, todos presentan variaciones al dibujo principal. Boudon y Pousin se preguntan qué realidad representa ese dibujo y responden: ninguna. “Se trata de un proyecto —dicen. Este dibujo representa una ficción o, con más precisión, un objeto que no existe todavía. Se tiene en este caso un rasgo característico de la representación en arquitectura: el dibujo no representa nada, en el sentido en que representar significa hacer presente un objeto real, ausente. Es más bien el arquitecto quien se representa su proyecto”. Las variaciones en los esbozos que acompañan a la fachada dibujada por Scarpa son esbozos, bocetos, no sólo porque no [re]presentan aun ninguna realidad objetiva, sino porque son parte de un proceso abierto y genérico: el tema no es sólo la tumba del señor Brion con toda su especificidad, sino cuestiones como el muro, la sombra o la profundidad, y más: planteados aun como problema, más que como respuesta. No dicen cómo es el proyecto: cuestionan cómo puede ser un muro —o una sombra. Incluso qué es eso: un muro o una sombra. Por cierto, esos bocetos son radicalmente distintos al “croquis de servilleta”, ese falso boceto.

La condición del prototipo en arquitectura es más compleja. Podemos pensar que una fachada o una planta dibujadas ya a escala y comprobando medidas y posibilidades —de amueblado, por ejemplo, en el caso de una planta— tienen algo de prototipo. Más una maqueta, que puede someterse a pruebas físicas —desde cómo responde a la orientación hasta su resistencia al viento o a sismos. Las simulaciones por computadora —desde las vistas en perspectiva, los recorridos animados o pruebas de ingenierías— se acercan tal vez aun más a ser prototipos. Pero aun si —como escribe Maeda— “los medios digitales nos dan la posibilidad de borrar en algunos casos la línea entre boceto y prototipo”, en arquitectura aun esa línea persiste. Incluso, si en el caso del diseño industrial el prototipo final de una silla o de un auto puede usarse y probarse en las mismas circunstancias en las que será usado el objeto real —la silla sentándose y el auto en una pista de carreras—, en el caso de la arquitectura en la mayoría de los casos el prototipo realmente es el edificio mismo ya terminado. Por eso las goteras en las casas de Wright o Le Corbusier o la condensación de agua, los mosquitos y las inundaciones de la casa Farnsworth, de Mies. Esas obras, donde la innovación y la experimentación eran objetivo central son, sin duda, prototipos.

CS

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