2 julio, 2013
por Miguel Braceli
“Lápidas hechas de libros” son palabras apropiadas para precisar el espíritu de una obra que nació para morir. Lápidas que a diferencia de otras tumbas no aspiran al descanso eterno. Ellas duran la brevedad de una instalación de pocas horas en la Plaza Cubierta de una ciudad convulsionada. Su lucha es sigilosa, su instrumento es el conocimiento. Es un trabajo efímero cuya sustancia son las dinámicas y los procesos que allí los envuelven. Los libros son el soporte, la obra en sí son sus consecuencias. Es una intervención plástica cargada de metáforas visuales abierta a múltiples interpretaciones. Son las posibilidades suelas de las ideas en libertad. Todas escenifica distintas formas de conflicto académico que dan sentido a estas acciones.
La Universidad Central de Venezuela titubeó antes de lanzare al vacío. Lo pensó una y dos veces. Y es que las universidades Autónomas se juegan “todo” cuando en el conflicto insertan la independencia que les da la vida. Hay temor pero esta es una apuesta segura. En la Ciudad Universitaria de Caracas la Autonomía no es sólo una propiedad intangible de una ley presente en un libro. Se puede leer incluso en su configuración urbana o en la consistencia de su arquitectura. Son las formas que dan al lugar las construcciones sociales las que hacen de ella una comunidad soberana, por demás unida.
La intervención realizada habita en estos espacios, en el “centro” de esta pequeña ciudad. Es una propuesta que exige una manifestación del arte sobre la arquitectura de un lugar extraordinario, donde la síntesis de estas dos disciplinas esta impecablemente lograda. La ciudad universitaria surge de un régimen del que hoy en día sus errores se conocen tanto como los aciertos de su arquitectura, del desarrollo urbano y de sus políticas públicas.
Era el apogeo de una modernidad recalcitrante, ansiosa, ávida, pero sobre todo optimista. Fue el momento de las formas perfectas acabadas con rigor. Aun en medio de un eclecticismo complejo, esta ciudad es un signo mundial del ímpetu moderno.
Este es un trabajo plástico que se inserta en otro contexto. Nace en el desamparo y en medio de una modernidad transformada, más humana y menos idealista. La acción es parte de la forma y sus figuras son los procesos. Hoy existe un arte más fugaz, la misma aceleración que genera es también lo que consume. Muchas obras no están hechas para durar, sino para afectar, su mayor valor es el impacto que producen. Son propuestas donde el centro es la experiencia.
Biblioteca abierta desarrolla estas a partir de una condición performativa. En el suelo se disponen más de mil libros para llevar. Hay un problema de homologación de derechos en donde cualquier persona puede tomar uno de ellos. La síntesis de las artes se entiende en su dimensión social a partir de un modelo participativo. Es una propuesta sencilla, hecha con pocos recursos, nada ostentosa. Elaborada por profesores y estudiantes de una generación que no alcanzó a ver los mosaicos completos. Un grupo de personas que nunca vivió la abundancia capital de la Academia, que está acostumbrado a resolver con lo que tiene. Por tal razón, esta es una obra que no reclama ni exige, todo lo contrario, hace un aporte y regala conocimiento. Más que una protesta, es una manifestación que busca hacer evidente en cada uno de esos libros, todo el valor que la universidad contiene. Habla de Autonomía en silencio, desde otra forma, desde el espacio, desde la diversidad y pluralidad del espíritu académico.
Miguel Braceli es Profesor Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela
Foto: Miguel Braceli
Foto: Gianni Napolitano