José Agustín: caminatas, fiestas y subversión
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¡Felices fiestas!
16 noviembre, 2016
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy
En Casa Luis Barragán se están llevando a cabo dos muestras pensadas por el programa Estancia Femsa, iniciativa a cargo de Eugenia Braniff y Patrick Charpenel. Hasta ahora, se han montado cuatro ejercicios curatoriales y expositivos en el recinto. La serie pretende una lectura de la casa no sólo basada en la figura del arquitecto mexicano sino que también toma en cuenta el contexto histórico del recinto para interpretarlo como un terreno de diálogo entre el arte moderno y el arte contemporáneo. Más que utilizar como pretexto la biografía de un personaje, la casa es la que permite la construcción de las intervenciones. Si revisamos las piezas presentadas previamente, podemos decir que la relación mantenida es el espacio. En Barragán fetichista se propuso una línea discursiva para la colección FEMSA dirigida hacia lo decorativo –hacia una visión aumentada del objeto artístico que, a su vez, permitiera un acercamiento distinto a ciertas plantas de la casa– e Iñaki Bonillas en Secretos utilizó cajones y espejos como soportes para piezas mínimas. El tercer y cuarto ejercicio –una selección de obras de Marius de Zayas y una intervención sonora de Edgardo Aragón, titulada Hípico. Música, caballos y arquitectura: un corrido– no permiten una comparativa formal con el arquitecto, aunque ambos observan las fijaciones culturales de Barragán.
En lo que respecta a de Zayas, una de las estancias de la casa se transforma en galería. Con un diseño museográfico de Frida Escobedo y bajo la curaduría de Antonio Saborit, director del Museo Nacional de Antropología e Historia, la muestra traza un puente entre el interés de Barragán por las vanguardias y la práctica del artista veracruzano. A pesar de su relativo desconocimiento, Marius de Zayas representa una de las claves para entender el arte del siglo XX. Creador del formato de exposición itinerante, de Zayas editó la revista 291, publicación que tuvo entre sus colaboradores a Guillaume Apollinaire y Francis Picabia y que reunía la experimentación y el ánimo reflexivo propio del siglo XX. El documento se exhibe por primera vez en América Latina en el marco del programa FEMSA junto a los carbones y de las caricaturas abstractas del artista. Al margen del interés de archivo histórico que pueda despertar la revista, considerar a una publicación parte del quehacer artístico de un artista expande nuestras nociones respecto a ese mismo quehacer.
Por otro lado, la orquestación de Hípico. Música, caballos y arquitectura: un corrido estuvo basada en dos intereses de Barragán: los caballos y la música. Edgardo Aragón, oaxaqueño, elaboró una lectura múltiple de los equinos como figuras ecuestres y de los corridos revolucionarios. Hípico. Música, caballos y arquitectura: un corrido va de los relatos heroicos de la Revolución a la imagen del neoliberalismo: un caballo famélico y sobreexplotado en las carreras. El resultado de esta intervención es eficiente.
Créditos fotográficos: Vistas de la exposición: Hípico. Música, caballos y arquitectura: un corrido, 6 Noviembre – 10 Diciembre 2016. Estancia FEMSA – Casa Luis Barragán, Ciudad de México. Imagen cortesía Estancia FEMSA. Fotografía © Pablo Navarrete.
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