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Banquetas libres: ¿qué tan libres?

Banquetas libres: ¿qué tan libres?

16 noviembre, 2015
por Juan Palomar Verea

Publicado originalmente en El Informador

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Un aplauso caluroso, sin reservas, para los ayuntamientos de Guadalajara y Zapopan que se proponen llevar adelante este programa con el que, en primerísimo lugar, se trata de recuperar una parte muy importante de la averiada y agredida dignidad de nuestra ciudad: sus banquetas.

Porque las banquetas están lejos de ser simplemente espacios utilitarios para que los peatones caminen: son el primer y fundamental espacio público que posibilita una convivencia civilizada, solidaria, atenta a los más vulnerables. Son la estructura esencial de la ciudad. Y, por demasiado tiempo, diversos actores urbanos han actuado en contra del derecho de toda la población de caminar con propiedad por la urbe.

Es evidente que se necesitaba un cambio de actitudes, y un acto de la autoridad democráticamente electa y que, por lo mismo, está facultada para llevar adelante medidas como esta, que van contra una inercia histórica y contra los intereses de mucha gente. Sin duda, el programa de las banquetas contará con el inmenso e invaluable apoyo de muy buena parte de la comunidad.

Ahora: ¿Qué tan libres pueden ser las banquetas? Tan libres como su adecuación integral a las necesidades de la población sea posible. Porque es la hora de pedirles a las banquetas, a los responsables de este meritorio programa, que se vaya a fondo en el tema, que se amplíe la libertad de las banquetas –de la ciudad- para que éstas alcancen su plenitud.

No solamente que estén liberadas permanentemente de obstáculos, puestos, coches y camiones. Que se adecúen con plenitud a nuestras necesidades de locomoción (acceso universal), climáticas, de imagen urbana. Para esto, no basta multar (en buena hora) a los coches invasores. Es necesario asegurar el buen estado de los pavimentos, las rampas en las esquinas, el arbolado apropiado que exigen tanto las condiciones meteorológicas locales como la muy dañada imagen urbana que padecemos (y que, lejos de ser un adorno, es una necesidad también básica).

Salvo error, los reglamentos municipales vigentes responsabilizan a cada propietario u ocupante de las fincas para mantener en buen estado las banquetas, y para tener, mínimo, un árbol por cada seis metros de frente a la vía pública. Desgraciadamente, no parece que este ordenamiento sea observado. Junto con la actual campaña –insistimos, que debe ser permanente- para recuperar las banquetas, es necesario impulsar una campaña simultánea y coordinada para entrar en contacto con propietarios y usuarios de las fincas para hacerlos conscientes de sus responsabilidades frente a la vía pública.

No sería difícil promover acciones para que se apoye a los vecinos con arbolado o materiales. Pero es fundamental que esos vecinos asuman su responsabilidad y hagan el resto de un esfuerzo que incorpora cientos de miles de metros cuadrados de banquetas.

Qué bueno. Felicidades a quienes idearon y llevan adelante este programa, al que es deseable que se sumen los demás municipios que componen la ciudad de Guadalajara. Pero hay que aprovechar plenamente el esfuerzo. Hay que liberar integralmente las banquetas y devolverles toda su potencialidad como generadoras de solidaridad, de sana ecología, de convivencia, de verdadera ciudadanía.

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