En un terreno “residual”, sin frente al mar y cerca del límite intocable del mangle, tres crujías contienen en este hotel su propio paisaje acuático. Contra el simple razonamiento pragmático de cruzar las circulaciones en el centro y frente a las habitaciones, los andadores se llevan hasta el perímetro del predio. El corazón del proyecto sólo se habita mojado, preferentemente en reposo.
diciembre 2017