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Atlas de la ciudad de MéxicoAtlas de la ciudad de México

Atlas de la ciudad de MéxicoAtlas de la ciudad de México

23 noviembre, 2012
por Arquine

por Miquel Adrià | @miqadria

El atlas de ideas para la ciudad de México que propone Alberto Kalach es una colección de deseos. Más que mapear para dar cuenta de lo que hay, es un catálogo de posibles futuros, de múltiples realidades imaginadas con el trazo inmediato, fresco y arrollador de su autor. Coherente con su modo de trabajar, Kalach parte de un antipreciosismo deliberado que buscó inicialmente el soporte del papel periódico y que las lógicas globales lo decantaron a la virtualidad de la red. Este elenco de dibujos sobre fotos y planos redunda en algunos frentes que Kalach ya había liderado, como la recuperación de la ciudad lacustre o la delimitación de los bordes metropolitanos, así como otros temas imprescindibles: vivienda, reforestación, nuevos centros urbanos, espacio público y movilidad.

Sin duda se trata de una nueva mirada que ilumina el gran restirador metropolitano con un manifiesto gráfico sembrado de brillantes ideas que a su vez son posibles proyectos. Si la transformación de la ciudad es un proceso complejo que involucra un enorme elenco de actores y fuerzas, en este Atlas de proyectos para la ciudad de México pareciera que las oportunidades son tan evidentes que la gestión necesaria debería orientarse a la construcción del futuro dibujado por Kalach con la urgencia del pincel, el plumón y el lápiz. Como Rem Koolhaas, Kalach sabe que un arquitecto debe ser ante todo un optimista y si bien una ciudad tiene que contar con todos sus actores para conformarla, se debe partir de intuiciones visionarias. Bruno Taut buscó la fusión entre sujeto, naturaleza y cultura con la que alumbrar una nueva arquitectura identificada con el paisaje como cosa única; Le Corbusier necesitó sólo unos croquis para contar su idea de la ciudad moderna ideal para transmitir los conceptos esenciales de su ciudad radiante; Pedro Ramírez Vázquez partió de cierta visión holística de la mancha metropolitana entendida como un organismo vivo para enrocar piezas esenciales del nuevo tablero urbano; y Teodoro González de León rescató la línea del horizonte corbusiana para ilustrar el nuevo paisaje lacustre de Texcoco.

Un atlas tiene la finalidad de transformar una realidad invisible en visible. Y las imágenes inmediatas que dibuja Kalach dan forma atractiva a la opulencia del desarrollo, desde una cierta polarización postlecorbusiana que compatibiliza más densidad y mayores alturas con una ciudad más verde, con más árboles y parques. Un oxímoron que planteó Le Corbusier en su Ciudad Radiante y que en México Mario Pani hizo eco desde la Ciudad Universitaria o Nonoalco-Tlatelolco. En cierta forma se trata de la fusión estética entre naturaleza y artificio -que planteó Iñaki Ábalos- desde el papel activo del lugar, la incorporación del tiempo en la experiencia estética y la primacía de lo visual.  La urbe es la gran obra de la humanidad y la ciudad de México uno de sus ejemplos más grandilocuentes, por sus capas, su extensión y complejidad. Así, Kalach ve esta urbe como un gran laboratorio, como una fuerza espontánea de la naturaleza. Kalach ve la metrópolis mexicana como una gran oportunidad o, más aún, como una colección de oportunidades y obras por hacer.

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