Gobierno situado: habitar
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¡Felices fiestas!
10 enero, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
El Instituto Strelka para Medios, Arquitectura y Diseño es un proyecto educativo internacional no lucrativo de urbanismo y desarrollo urbano destinado a profesionistas con educación superior, un programa público de verano, la editora Strelka Press y KB Strelka, la rama de consultoría del instituto. Strelka fue incluido entre las 100 mejores escuelas de arquitectura del 2014 según Domus.
Eso dice Wikipedia. En su sitio web además se lee que “Strelka fue fundado en el 2009 para cambiar los paisajes cultural y físico de las ciudades rusas. El instituto promueve cambios positivos y crea nuevas ideas mediante sus actividades educativas. Strelka provee novedosas oportunidades de aprendizaje mientras la ciudad permanece al centro del programa de investigación del Instituto.”
El programa editorial de Strelka incluye una serie de pequeños libros en formato electrónico e impresión por pedido —print on demand— con autores como Pier Vittorio Aureli, Keller Easterling, Jeremy Till o Alexandra Lange, entre otros. Make it real: architecture as enactment es el título del texto escrito por Sam Jacob.
Según el diccionario, enactment se puede traducir tanto como representación o como promulgación —de una ley. Etimológicamente quiere decir, literalmente, poner en acto, hacer efectivo algo —una ley, por ejemplo. To enact a bill es pasar una ley o reglamento, pero to enact the role of Romeo es hacerla de Romeo en una puesta en escena.
El texto de Jacob, empieza con un epígrafe de Shawn Corey Carter, esposo de Beyonce Knowles y mejor conocido como Jay-Z: “el peligro es que sean sólo palabras. Pero entonces el peligro es que no lo son. Creo que puedes hacer que las cosas existan al hablar de ellas” —en inglés la frase es mucho mejor que mi torpe traducción: “The danger is that it’s just talk. Then again, the danger is that it’s not. I bealive you can speak things into existence.”
La tesis central de Jacob es que la arquitectura es —como toda invención— una ficción, pero una ficción demasiado real: “la arquitectura es simultáneamente mítica y real. Mítica en el sentido de que es la invención de la sociedad que la crea —la «voluntad de una época hecha espacio», como decía Mies. Real, en el sentido de que constituye el paisaje que habitamos.”
Paul Shepheard, en su libro What Is Architecture? An Essay on Landscapes, Buildings and Machines (MIT Press, 1994), había escrito que la arquitectura es lo que es, el hecho concluyente, físico, que define y determina un espacio dándole forma. Lo que decimos de la arquitectura es también eso: lo que decimos de la arquitectura, no la arquitectura en sí. Curiosamente Shepheard cuenta eso mediante una serie de breves relatos encadenados: words, words, words. Por otro lado Alberto Pérez-Gómez, por ejemplo, ha escrito que los arquitectos no hacen edificios sino la serie de artefactos que sirven de intermediarios para hacer que los edificios tengan significado cultural —y de ahí podemos deducir que la arquitectura no son los edificios sino, precisamente, el significado cultural que les damos.
Para Jacob la arquitectura es, al mismo tiempo, ambas cosas: el edificio y su interpretación o, más bien, todo edificio no es, finalmente, más que la interpretación de un edificio anterior —real o imaginario o, de nuevo, real e imaginario. La arquitectura es su propia réplica y funciona mediante “su propio mecanismo de ejecución y representación” (performance and enactment). La arquitectura, dice Jacob, está a cargo de “hacer lo imaginario real: es real en cuanto a su presencia física, pero al mismo tiempo es algo imaginario” —en su libro La estética de la Arquitectura, el filósofo Roger Scruton afirma que la arquitectura es, totalmente, una experiencia imaginaria: no es el edificio sino lo que éste desata en nuestra capacidad imaginativa y, por eso, afirma, nuestra experiencia de un edificio puede transformarse a partir de una (re)descripción del mismo.
No sólo “la retórica de la construcción es la ficción” —form follow fiction, cualquiera lo sabe— sino que esa retórica funciona a partir de la repetición: “en tanto la arquitectura se vuelve parte del paisaje diario su banalidad cotidiana aumenta sus grados de realidad.” Aquellos edificios que escapan por completo a esa repetición nos parecen menos reales o sureales, mientras que en aquellos edificios de diseño singular, son los mismos detalles los que nos aseguran de su realidad —es probable que la loseta o la carpintería o cualquier otro elemento, en alguna escala, repita el detalle genérico del edificio más banal, asegurándonos de su realidad.
La arquitectura, concluye Jacob, no trata sobre el mundo sino sobre la manera como el mundo se construye. La arquitectura pone en acto, en acción, a la vez que promulga la realidad del mundo como ficción.
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