25 junio, 2014
por Arquine
¿Qué relación tiene la arquitectura con un lugar? Podemos pensar que la arquitectura, por lo general, se vincula a una historia, una evolución, que acoge temas que tienen que ver con lo local, el clima o aspectos similares. Sin embargo, en la globalización impuesta por la Modernidad, muchas veces los edificios respondían más a una idea que a un contexto. Pensadas como solucione únicas para un hombre vinculado a la razón repetían soluciones formales en distintas latitudes. La cubierta plana, por ejemplo, podía aparecer tanto en el trópico como en las zonas más cercanas a los polos. La arquitectura moderna fue usada indistintamente en Europa, para servir a la reconstrucción tras la guerra; en Latinoamérica, para proponer una nueva visión de Estado o en África, como parte del proceso colonial. Es en especial en este último donde la arquitectura moderna podía imponer un orden nuevo, liberado de cualquier contexto local, pero que reflejaba al mismo tiempo un poder ajeno y desarrollado desde fuera. Son todas estas contradicciones que genera la arquitectura en este último contienente, el contexto en el que, desde hace años, se mueve la artista Ângela Ferreira, que forma parte de la exposición El teatro del mundo que se desarrolla en el Museo Tamayo.
Nacida en 1958 en Maputo, Mozambique, creció en Sudáfrica en un momento en el que los países del continente africano comenzaban su independencia tras diversos años de colonialismo. Este hecho, aparece como eje fundamental en la propuesta artística de Ferreira, que aborda principalmente a través del papel que jugó la arquitectura como parte del proceso. Las obras de Ângela Ferreira, a medio camino entre la arquitectura y la escultura y que incorporan otros formatos como video, sonido, texto o fotografía, se configuran como dispositivos para la transmisión de una investigación sobre el lugar, su historia y sus políticas.
Ángela Ferreira: Es interesante. Cuando empecé a hacer arte estaba viviendo en Sudáfrica y estaba inclinada en pensar lo que significaba ser africana, estar rodeada de arte africano debido mi educación muy occidental, muy europea. Quería realizar mi trabajo de la forma más pertinente allí y a la vez integrarlo en un discurso global de arte contemporáneo. Escogí la arquitectura como un referente.
Los edificios son cosas increíbles porque son estéticos, sociológicos, antropológicos, políticos y tienen una cualidad increíble en la que casi todos están en función a un lugar. Representan el tiempo en el que fueron construidos, representan el panorama político y pertenecen a todos. Aquí en México debe de haber algún edificio que pertenece y representa a todos porque la gran mayoría de ustedes lo ven diario, no es algo que les es muy ajeno. Sus edificios mexicanos de cierta manera se vuelven como otro lenguaje visual. Por esta razón quise realizar trabajos conceptuales en este sentido, que esto se entendiera en un contexto Africano. Empecé a trabajar con la arquitectura como referencia. De las primeras estructuras que trabajé no eran precisamente arquitectura en un sentido convencional, eran más que nada encargos de edificios con el estado. Por ejemplo trabajé en un plan urbano donde se intentaba hacer calles, avenidas, escuelas y clínicas para las migraciones que hubo en los años 80 donde después de que la gente se asentara empezaron a crearse unas especies de favelas, asentamientos irregulares con servicios básicos. Mis primeros trabajos tienen referencia a partir de esto. Entendí que era una forma de comunicarme con la gente porque todos desde los más pobres hasta los más ricos reconocen las imágenes de estos edificios, pero el tipo de lenguaje que usaba siento que era particular con lo que estaba pasando en el medio de arte contemporáneo. Así fue como empecé a desarrollar mi práctica y arquitectura en cierto sentido es algo más allá que un edificio, así fue como empecé a ver la arquitectura. Tengo la visión de que un edificio es un evento político, me gusta leer los edificios; si es progresivo, si es fascista, etc.
AF: En cierta manera ese tema es de lo que más trabajo en mi proyecto artístico. El modernismo en África fue usado como un proyecto colonialista; ejercido por un sistema político muy problemático. Los gobiernos colonialistas construyeron edificios que pretendieron ser avanzados y modernos, algo que, me imagino, ustedes como mexicanos también sufrieron, pero la diferencia reside en que sus propios arquitectos los construían y no eran impuestos por otros. En el caso de África fue diferente, había un gobierno colonial decidiendo que construir en Mozambique, Senegal, etc. para civilizar a los habitantes. Estos edificios fueron usados para demostrar al mundo lo fantástico de un gobierno colonial por un lado y para demostrar a los africanos como era vivir en mejores lugares por otro.
La Modernidad, según lo pienso, fue concebida en Europa como un proyecto político para mejorar la forma de vida de la gente, para hacerla simple, clara, limpia entonces fue algo en progresivo en términos políticos. En el caso de África se convirtió en algo muy reaccionario y en muchas formas es una de las razones de los principales problemas que hace a ese continente lo que es hoy en día. No todo lo que te dice la gente que es bueno es en realidad bueno para uno. Creo que africanos como yo necesitamos sentarnos y reflexionar qué parte de este proyecto político nos hace bien. Tenemos que cuestionarnos cómo está esto funcionando en nuestras ciudades con lo que es hoy en día, no con lo que fue en tiempos del colonialismo.
No sólo es la arquitectura uno de mis intereses, sino el uso particular de la arquitectura moderna en África lo que más me interesa. También la transición del gobierno colonialista al moderno lo que resulta interesante en términos de arquitectura. Muchos edificios modernos que fueron construidos en 1955; para la independencia –que fue en 1959– llevaban 4 años de construidos y con el nuevo gobierno independiente africano se empezó a usar con otros motivos. La realidad es que el edificio no fue construido para el gobierno africano.
Todas esas historias se han vuelto simbólicas para mí y por ello es que vuelvo siempre a ellas. De una forma siempre vuelvo a ellas y tengo la esperanza de que a partir de ellas pueda entender los problemas que África tiene hoy en día. África es un desastre, un lugar con dificultades económicas, democráticas, corrupción y, como mucha gente, queremos respuestas ante esto. Por eso la arquitectura es como un texto para mí donde trato de entender esas respuestas.
Otra cosa muy interesante en la modernidad es que hay varios niveles de contradicción. Por ejemplo, en el sistema colonial portugués se construían edificios modernos extraordinarios en África y había veces que lo hacían de una forma más interesante ahí que en Portugal. Era evidente que en África podías ser más aventurado, en Portugal el gobierno era demasiado fascista para permitirles hacer cosas de esa forma.
AF: Claro, esa libertad varias veces te permite hacer decisiones increíbles, productos, creatividad, y avances pero no deja de ser una contradicción muy extraña.
AF: Algunos de mis trabajos tienen más referencia en edificios. El trabajo que presenté en esta exposición –Cape Sonnets– tiene una referencia más hacia una estructura arquitectónica sin ser un edificio. Cuando empecé a trabajar con los edificios como referencia había veces que permanecía a medio camino entre lo que es arquitectura y lo que es la escultura porque se puede leer el edificio en la escultura, pero al final siempre fue una escultura.
Maison Tropical –que parte de un edificio industrializado diseñado por Jean Prouvé para ser trasladado y montado en diversas partes de África- es un ejemplo. Cuando hice esta escultura la dividí en las piezas que iban a ser almacenadas en un contenedor y después las guardé en órdenes diferentes. La casa siempre está ahí y la arquitectura también, pero empacada. Cuando ves esta pieza se ve como un contenedor con partes de un edificio y se puede reconocer los diferentes elementos donde al final no hay edificio. Comencé a darme cuenta que las esculturas que hacia tenían algo de arquitectura. Por ello la idea de las esculturas arquitectónicas empezaron a aparecer en mi mente. También me encontré con el uso de otros medios, como fotografía, sonido o video, y entonces las esculturas se volvieron un marco arquitectónico para presentar otros materiales, como lo puedes ver en este trabajo -señala la estructura que conforma Cape Sonnets– no puedes desasociar una cosa con la otra. Siempre ando en la búsqueda de este marco arquitectónico que después se vuelve una escultura para albergar otros materiales con un significado muy fuerte.
La gente luego me comenta que mi trabajo es muy político, a lo cual yo siempre les respondo que no hay nada más que lo político. Si tomas un poeta que escribió sobre política para ser después expulsado de África y haces una escultura de ello al final es algo político. Aunque en los poemas no haya explícitamente cosas sobre política. Yo no estoy interesada en la arquitectura porque sea bella, sino que la arquitectura me interesa porque es política. En el proyecto de Maison tropical, la estructura fue hecha en Francia para ser trasladada y construida en África, donde estuvo 15 años; luego en 2002 unos galeristas franceses decidieron venderla por mucho dinero. Eso es algo político y nos habla mucho de la relación entre Europa y África durante el colonialismo en el tiempo presente, que se vuelve en neocolonialismo. ¿¡Cómo vas y robas una casa que pusiste ahí hace 15 años y la vendes en NY por 5 millones de dólares!?