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1 diciembre, 2014
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia
¿Qué hace a la arquitectura realmente arquitectura? ¿Son los espacios?, ¿sus representaciones? Y de ser esto segundo, ¿cómo se cuenta y muestra la arquitectura?
La semana pasada, en #LaHoraArquine, el artista y arquitecto Luis Úrculo nos comentaba sobre su visión de la arquitectura, que explora e investiga a través de distintos formatos. Formado en la Escuela Politécnica de Madrid, se nos hizo conocido para muchos a través de diversos videos que explicaban el edificio o proyecto de algunos conocidos despachos españoles. Así, hace ya algunos años, a muchos nos sorprendía su trabajo para Mansilla y Tuñon y su propuesta para Place des Halles, que huía de los tradicionales video-renders –que casi todos usaban por entonces– y proponía un ejercicio a base de un inteligente uso narrativo y de los recursos disponibles.
Con el tiempo el lenguaje de sus proyectos se ha ido estilizando y aspectos como el dibujo o la tipografía han ido adquiriendo mayor protagonismo. Sin embargo, eso no significa que el trabajo de Úrculo haya abandonado la sencillez. Úrculo defiende que lo que el realiza son “arquitecturas en baja resolución”. ¿Y que es la baja resolución? Básicamente, defendía, es la posibilidad de contar arquitecturas a partir de los recursos disponibles. Para aclararlo mejor, Luis Úrculo propuso el ejemplo de cómo, muchas veces, personas que no manejan el lenguaje arquitectónico usan elementos como los platos, cubiertos o vasos de una mesa, para que explicar una determinada arquitectura. El asunto que propone no es menor. La arquitectura tiene un lenguaje muy determinado que se ejecuta, generalmente, a través de planos, maquetas y, en menor medida, textos. Utilizar otras formas de representarla puede propiciar un mejor entendimiento por parte de otro “público”, y reivindica, al mismo tiempo, que cualquier persona tiene la capacidad para explicar arquitectura -algo evidente, pero que parece que muchas veces se olvida. Este apunte ha sido explorado por Úrculo en diversos ejercicios Las Variaciones Goldberg, Dear New York x Zara o Covers, donde utiliza elementos domésticos que se pueden encontrar en cualquiera de nuestras casas para reconstruir los grandes íconos de la arquitectura del siglo XX.
Los objetos realizados, además de contener la sencillez de elementos colocados unos junto a otros, presentan, además, cierta precariedad, tanto de recursos, como ya se ha apuntado, como en sus formas. Así, los elementos parecen estar a punto de venirse abajo en cualquier momento. Quizás no sea una consecuencia, pero muchos de los últimos ejercicios realizados por el artista y arquitecto madrileño, aparecen enfocados hacia la noción de ruina y de inestabilidad. Casos como Ensayo sobre la ruina, vuelve al recurso de la composición de objetos domésticos, pero dispuestos “de acuerdo con el ideal neoclásico” a fin de representar “el colapso y la descomposición de los símbolos de una Europa estable y eterna” que hoy, para muchos, se nos presenta en clara decadencia. Este ensayo se ha repetido posteriormente en otros trabajos como Let the things to down, to go up to go down –que realizó para la Trienal de Lisboa dentro del programa Performing Architecture que curó Ariadna Cantis- o en sus últimas exposiciones realizadas en Japón o Chile, donde las piezas eran de una fragilidad tal que, en países sísmicos como esos, corrían el riesgo de caer en cualquier momento.
Arquitecturas en baja resolución y en permanente lucha por mantenerse estables.
Let the things to down, to go up to go down | Todas estas imágenes son cortesía de Ariadna Cantis
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