Luis Barragán, el epicentro | Hallazgos visibles (II)
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¡Felices fiestas!
26 diciembre, 2011
por Oscar Ramírez | Twitter: Oo_inc
Desplantar una vivienda en un sitio implica —entre otras cosas— el hacinamiento de un territorio, ocupar un lugar en el mundo entre las fronteras que lo diferencian del resto. En el mejor de los casos, el conjunto de esos gestos generan comunidad y se entrelazan para formar ciudad. La expansión o el desplazamiento de comunidades están sujetos a la búsqueda de mejores condiciones de vida.
El fenómeno migratorio de latinoamericanos a Estados Unidos es un acontecimiento masivo ocurrido en las últimas décadas, aunque al menos en México es ya centenario. Se remonta al siglo XIX cuando el ferrocarril llegó a Paso del Norte, la actual Ciudad Juárez. El factor económico es, en principio, el primer detonador de migrantes. En esencia, estos tienen la misma condición de proveedor que los primeros humanos en el planeta, que se desplazaban de su territorio para asegurar el sustento de la familia o de la comunidad.
El verano pasado, el Centro Cultural España montó la exposición “Arquitectura de remesas” en la que se presentaron los fenómenos y coincidencias arquitectónicas de cuatro contextos diferentes: Guatemala, El Salvador, Honduras y México. Y lo hizo desmenuzando la arquitectura sin arquitectos y la urbanización sin urbanidad, entre poblaciones mestizas, mayas, garífunas, ciudades intermedias y capitales. Se trató de una compilación de fotografías con las evidentes similitudes de ese tipo de edificaciones, analizadas desde la perspectiva de la remesa cultural de los migrantes.
El proyecto funcionó como reflexión sobre las transformaciones arquitectónicas y antropológicas de estos pueblos a partir de las derramas económicas y culturales de los migrantes a sus sitios de origen. La curaduría de la muestra agrupó el material fotográfico por países, acompañándolo de textos descriptivos de cada lugar. La edición del contenido se dividió en tres perspectivas funcionales, de acuerdo con el análisis del tema: fachadas de edificios, interiores y contextos. La mayoría retrata un panorama desolador: espacios vacíos y listos para ser ocupados, nuevas periferias —la mayoría de las veces— dislocadas de cualquier concepto de urbanismo.
En este panorama, toda la gama de posibilidades estilísticas se importa como el sueño americano traducido en híbridos de mosaicos, balaustres, colores, acentos kitsch, pastiches, donde “todos los estilos son posibles: desde el neoclásico norteamericano estilo Capitolio, asociado al orden del capitalismo y al símbolo del poder, hasta el gusto por el colorismo más ecléctico”, como apuntaba Manuela Camus y Santiago Bastos en el catálogo de la exposición.
Desde el punto de vista académico, “Arquitectura de remesas” podría ser un escaparate de desatinos estilísticos o una colección de “ismos” sobre arquitecturas desplazadas. Desde otra perspectiva, la muestra refirió un problema sintomático; la falta de albergues, viviendas temporales o construcciones que respondan a la acuciante necesidad de las migraciones latinoamericanas.
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