12 noviembre, 2014
por Arquine
por Carlos Lanuza | @carlos_lanuza_
El susurrar de una voz de noche y el ruido de invisibles remos sobre el mar me habían trastornado en mi singular situación. Me preocupé muy mucho de captar esos instantes que, errabundos, parecían andar buscando, como un alma en pena en busca de un cuerpo, una conciencia que se los apropiara y los sintiera.”
Jean Genet.
Carlos Lanuza: Hablemos un poco sobre tus proyectos personales ¿Por qué te defines como un “night walker” y qué significa?
Joan Sèculi: Cuando volví a Barcelona después de haber vivido 7 años en Londres fue como redescubrir la ciudad, la encontré muy diferente, no la reconocía. Fue descubrir esos sitios en los que yo no había estado, o volver a esos sitios que tenía en la cabeza y retratarlos, sacarles algo más. La noche me dio esa oportunidad de tranquilidad, es el momento perfecto para poder fotografiar esos sitios desolados y que como “night walker” queríamos descubrir, mi cámara y yo. Consistía en buscar objetos y personificarlos, empecé saliendo dos horas por las noches y llegué a estar seis horas seguidas, me encantaba encontrar objetos, y no volvía a casa sin haber tomado por lo menos una foto interesante. Siempre trabajé con las condiciones del sitio en las que me encontraba, nunca utilicé iluminación extra.
Night walker es un voyeur nocturno, la noche me da una cierta tranquilidad y me permite visitar espacios que están vacíos, me interesa encontrar vida en ciertos objetos inanimados. Lonely at night es un proyecto un poco tenebroso, retrato sitios desolados, sitios que pueden dar miedo. Intento retratar un sitio que de día podría estar lleno de gente y que, en cambio por la noche está vacío. Normalmente son sitios periféricos, en el centro es difícil. Mi fotografía necesita espacio, profundidad, y para ello me he ido siempre a la periferia; en el centro he hecho pocas cosas, busco alternativas. La Barcelona que todo el mundo conoce puede ser la Barcelona de Gaudí, pero yo intento fotografiar otra Barcelona.
CL: Eso me llama la atención, porque tus fotos en realidad podrían haberse tomado en cualquier ciudad. En alguna quizá puedes identificar Barcelona, pero en Urban Landscapes por ejemplo, retratas una ciudad genérica.
JS: Sí, es verdad, de hecho cuando empecé a tomar fotos tenía un proyecto que se llamaba This is Barcelona, too. Eran fotos de Barcelona pero podían ser de cualquier ciudad, eran de objetos que se podían encontrar en otras partes. Quería mostrar que Barcelona no sólo es la que vemos o la que nos venden, sino que hay otra Barcelona que es como todas las demás ciudades, o incluso peor; aquí también hay suciedad, pintadas, desperdicios, objetos abandonados, y ahí también quería llegar.
CL: ¿Por qué juega un papel tan importante la solitud en tus fotos?
JS: Yo nunca me he considerado un buen fotógrafo de personas. Cuando volví de Londres fotografiaba arquitectura y me costaba mucho fotografiar gente. Me gusta mucho la arquitectura y la fotografía de ciudad, y me siento muy bien cuando estoy solo con mi cámara. Por eso esa soledad, pero yo no me sentía solo. Estaba con mi cámara, es como tu compañero de viaje. Además, con cualquier objeto que personificaba podía tener una conexión, había como un sentimiento de que él también me acompañaba en la foto.
Son objetos que están ahí, pero no sabes hasta cuándo estarán. Para mí es una suerte encontrar esos objetos, es un reconocimiento porque sé que probablemente ya no estarán mañana, y pasan a formar parte de mi vida. Seguramente ahora estarán en otro sitio, son objetos que recuerdas mucho, pueden ser furgonetas, carros de la compra, sofás, sillas, etc., cosas que la gente deja, que no tienen valor, pero que para mí han tenido valor y lo siguen teniendo.
CL: ¿Por qué muestras los espacios vacíos como anhelo, como potencial, en lugar de fotografiarlos cuando están llenos de gente?
JS: Longing for summer es un proyecto que sigo haciendo, me interesa mucho. Es uno de los proyectos que inicié cuando volví a Barcelona en invierno, y observé que en invierno la ciudad también era muy interesante. Ha sido irme 7 años fuera para volver a reconocer la ciudad en la que vivo. Quería mostrar esa Barcelona que es diferente, esos sitios desolados en invierno, sitios donde el espectador anhelara el verano, recordara el lugar con gente, ruido, calor, olor a fritanga, turistas, aunque posteriormente descubrí que mis fotografías de Longing for summer podían contener algo mucho más allá que el simple recuerdo del verano.
CL: Sé que también has fotografiado espacios habitados, edificios de Coderch, arquitectura moderna, de los 70. ¿Qué te lleva de fotografiar sitios desolados a fotografiar esta arquitectura habitada?
JS: La arquitectura es siempre interesante, y mi background como fotógrafo de arquitectura siempre está presente. Además, creo que esos predios baldíos también son arquitectura, como siempre pienso en las rectas, las perspectivas. Me gusta mucho la perfección en la foto, para mí todo es arquitectura, cualquier farola podría ser arquitectura, cualquier rincón, un balcón, un detalle. Hay mucha arquitectura en todo, yo no soy arquitecto, pero creo que la he apreciado mucho y la sé valorar; y trabajar con arquitectos también te hace aprender a valorarla. Ver esos detalles que te hacen entender que eso es importante, porque ahí hay algo que te dice que alguien estuvo trabajando mucho para conseguir un determinado efecto. Siempre he entendido muy bien a los arquitectos, me ha gustado trabajar con ellos.
Me siento muy a gusto cuando somos la cámara, un espacio y yo. No tener gente delante, estar todo el día en un sitio, eso me relaja mucho. Descubro matices que no había visto antes al estar tanto tiempo ante un edificio, cómo han resuelto la calefacción, las juntas, qué sillas utilizaban y me empiezo a familiarizar con nombres; empiezo a ver de todo y uno se crea un criterio y empieza a decir lo que le gusta y lo que no le gusta. Reconozco que cuando veo un edificio, sin ser arquitecto, me veo capaz de opinar sobre el y puedo tener discusiones con mis amigos arquitectos.
Muchos edificios que he fotografiado, de los años 60-70, son edificios que he visto toda mi vida, desde pequeño. Por ejemplo, el de la Rambla Guipúzcoa, cerca de la Verneda, un edificio de dos torres que recientemente ha sido renovado, lo veía muchas veces cuando entraba en Barcelona con mi familia en coche, y siempre pensaba “¡qué grande es!”. Contaba cuántos apartamentos contenía y siempre pensaba que había unos 100 duplex en cada una de las dos torres, me interesaba su forma cuadrada, sus pequeñas ventanas, su color rojizo desgastado, sus repeticiones. O el de la Meridiana, de Coderch, es un edificio muy interesante, aunque arquitectónicamente lo veía feo, pensaba “¿por qué no lo sacamos desde un punto de vista más interesante?”. Siempre he buscado edificios residenciales de gran magnitud pero que nadie se gira para verlos. En cambio en las fotos, la gente aprecia el edificio y se interesa por él, y probablemente han pasado mil veces por delante de ese edificio y no lo han visto. Hay muchos edificios en Barcelona que no son modernistas, que son de los años 60 de bajo presupuesto, que para mí también son interesantes.
Quizá son interesantes porque siempre me he preguntado cómo vive la gente ahí, cuán grandes son los apartamentos, cuántas viviendas hay. Son edificios poco agradecidos, pero siempre he querido sacar un punto de vista más interesante para poder reflejarlo en la fotografía, patterns, diferentes puntos de vista o perspectivas que realzan la arquitectura.
CL: ¿Cuáles son tus referencias?
JS: Me inspiro en todo, en cualquier fotógrafo que pueda ser interesante, William Eggleston fue uno de los primeros; Martin Parr, por el color, la saturación. Cuando empecé a trabajar con la cámara de placas Sinar todo era con diapositivas, los colores eran saturados, muy bonitos, esos cielos azules que no consigues en digital sino es a través del Photoshop o filtros.
CL: Martin Parr es alguien que fotografía lo cotidiano, hay algo de coleccionismo de lo ordinario.
JS: Yo creo que hay muchos fotógrafos que han querido plasmar la realidad pero que también han sido crueles, y a la vez han sido respetuosos. También me marcó mucho una exposición en la Tate que se llamaba Cruel and Tender. Era una exposición sobre aquellos fotógrafos que mostraban la realidad, pero que también mostraban la peor realidad de la gente, eran crueles, pero a la vez tenían ternura porque de alguna manera mostraban el interior de las personas. Me han inspirado mucho, me han cambiado la idea de querer hacer fotos, de buscar algo diferente, de buscar esa belleza donde no la hay.
Eso empezó hace mucho con los clásicos, desde las composiciones de Cartier-Bresson hasta las fotografías nocturnas de Brassaï. A mí siempre me ha interesado la perspectiva, es decir, el encuadre y tener la satisfacción que da trabajar con una cámara de placas y ver el edificio completamente recto, sin ninguna deformación, sin tener que inclinar la cámara, todo es perfecto tal como lo ve nuestro ojo. Por eso mi primer objetivo fue comprarme una buena cámara de placas de gran formato.
CL: Muchas de tus fotografías son muy planas, anulas la perspectiva. ¿Es intencionado? ¿Por qué lo haces y qué buscas con ello?
JS: En mis fotografías intento que todo esté recto, puedo estar media hora intentando poner la cámara recta. No es fácil hacer una buena foto. Por eso en la fotografía que hago para mí intento poner esa perspectiva perfecta, esas líneas rectas, la cuadrícula, todo tiene que ser perfecto. A veces me molesta ver una de mis fotos en la que las curvas muestran la deformación de la lente.