29 junio, 2018
por Arquine
La arquitectura y los muebles de Oscar Hagerman (1936) remiten a lo esencial, parten de una austera sencillez. Durante más de cincuenta años ha trabajado en comunidades rurales en México diseñando y construyendo escuelas, viviendas, clínicas y otros proyectos. Su arquitectura, hecha con los “materiales directos de la tierra”, y su diseño de mobiliario, “la más pequeña de las arquitecturas”, coinciden en ser aproximaciones sutiles que crean un diálogo permanente con el lugar y la cultura.La arquitectura y los muebles de Oscar Hagerman (1936) remiten a lo esencial, parten de una austera sencillez. Durante más de cincuenta años ha trabajado en comunidades rurales en México diseñando y construyendo escuelas, viviendas, clínicas y otros proyectos. Su arquitectura, hecha con los “materiales directos de la tierra”, y su diseño de mobiliario, “la más pequeña de las arquitecturas”, coinciden en ser aproximaciones sutiles que crean un diálogo permanente con el lugar y la cultura.
Esta muestra recoge una serie de dibujos digitales, acuarelas, collages o papel sobre grafito para crear construcciones que reflexionan sobre su uso y su integración con el entorno y el ciudadano. Desde la maestría de Amid.Cero9 y la integración de disciplinas como la ilustración o el cómic, las ciudades soñadas de Nerea Calvillo, Husos, Ecosistema Urbano o Izaskun Chinchilla, los juegos con la naturaleza de Ensamble Studio, la nueva concepción del extrarradio y de lo urbano de Gonzalo del Val, TallerDE2, Todo por la praxis, Zuloark o Elii, e incluso las tres dimensiones en forma de tapiz arquitectónico de Takk Architecture. Muchos de estos aprendieron a dibujar entre las paredes de NO.MAD y Eduardo Arroyo, cuyos planteamientos iniciales se acercan a la conceptualización del trazo para alcanzar una envolvente física y casi anatómica cuando el edificio es levantado. Pero también entra la practicidad técnica de Manuel Ocaña, Paredes Pedrosa, Enrique Krahe, Murado+Elvira, Martín Lejarraga o Picado Blas, e incluso la arquitectura sostenible y social de María Mallo. Y, por supuesto, la visión artística de Luis Úrculo, que enlaza con las piezas animadas, casi sensoriales, de Ana Peñalba. Los proyectos internacionales y épicos de Andrés Jaque que ocupan ya un lugar en la Historia de la Arquitectura del siglo XXI en el mundo, en paralelo con las apuestas de intercambio creativo en las que también ha desarrollado su trabajo Langarita-Navarro o Manuel A. Monteserín y su Ciudad de la Música Pop. Todos ellos también crecieron con la vista puesta en tres clásicos de la arquitectura española, pertenecientes a otra generación, pero cuyos dibujos acumulan pensamiento y maestría: Cruz y Ortiz y esos bocetos casi decimonónicos, Nieto y Sobejano y la integración de las culturas milenarias, o RCR, premio Pritzker 2017, con tres delicadas acuarelas que bocetan la mejor arquitectura reciente en Europa.
La obra de Trevor Paglen investiga el papel de las imágenes en la actualidad, a partir de la relación con las tecnologías digitales y satelitales que las producen. Partiendo de la idea de que son imágenes producto de desarrollos militares y policiales asociados con la vigilancia, Paglen da cuenta de la relación entre la visión humana y estas tecnologías o, bien, cómo vemos y somos vistos a través de ellas.
Del 28 de junio al 30 de septiembre
Paseo de la Reforma 51
Bosque de Chapultepec
CDMX
En colaboración con los Musei Capitolini de Roma, Italia, se presenta una de las pocas obras de Caravaggio existentes en el mundo: La Buona Ventura (1596), pintura clave para comprender el desarrollo inicial del artista y su primer acercamiento hacia el claroscuro. La muestra exhibe el legado tenebrista propuesto y difundido por Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) en la pintura europea y novohispana a través de obras representativas de acervos nacionales.
A la par, Caravaggio Experience permitirá apreciar las soluciones plásticas de este pintor, al propiciar una inmersión multisensorial en su obra.
Hasta el domingo 1 de julio