Francisco Covarrubias Gaitán (1944–2022)
Francisco Covarrubias (1944–2022), arquitecto y maestro en urbanismo por la UNAM, fue Director del Programa Universitario de Estudios para la [...]
14 diciembre, 2013
por Félix Sánchez | Twitter: F_pesci
La primera noticia importante es que las ciudades están de moda y en la mente de todos: el tema de las urbanización del mundo es el del siglo que vivimos hoy. La gran ciudad sigue y seguirá siendo el mejor lugar para vivir. Son claras las ventajas socioeconómicas que ofrecen las grandes metrópolis. Apostemos por ciudades para los ciudadanos. Apostemos por la vivienda integrada, diversa, no excluyente ni displicente. A la ciudad le conviene tener barrios renovados, que promuevan el derecho al diseño y la seguridad. Gente viva en la calle viva. Es un hecho : la ciudad se gana calle a calle, de modo incremental, ofreciendo entornos definidos y terminados. Se deben hilvanar espacios continuos de modo tal que generen mejoría y entusiasmo, así sus habitantes viven en constante redescubrimiento de su hábitat. En este sentido, una intervención de alta calidad de diseño permite contagiar a las obras siguientes y de esa manera cambiar y mejorar los espacios de la ciudad.
En este nuevo siglo más pronto que tarde tendremos un país de ciudades, pero tenemos que cambiar el modelo de ocupación del suelo y la percepción de la densidad. La sensación que tengo es que nuestro país se esta sub-urbanizando (mientras que la población se duplicó en 40 años las reservas territoriales se extendieron cinco veces). Con sentido del humor diríamos que pusimos a engordar no a los pollos sino los terrenitos urbanos fuente de riqueza milenaria. Esta tendencia la tenemos que frenar con políticas de ciudad y voluntad política de los gobernantes. Porque como vamos en este país parece que escogimos el modelo de suburbia al peor estilo americano. Por tanto urge redefinir el paradigma de la ciudad que queremos. A mi me gusta que sea incluyente, tolerante y tecnológica. Me gusta apostarle a los cambios culturales y cosmopolitas, a los estilos de vida nunca antes imaginados y para ello debemos crear la ciudad nueva.
Quizá la sabiduría esté en lograr una ciudad equilibrada, multifuncional, plural y heterogénea con niveles mínimos de bienestar y oportunidades parejas de desarrollo. Una buena ciudad debe tener equilibrio entre lo público y lo privado, entre lo construido y el vacío, que es como una arquitectura sin techo.
Un ejemplo muy claro de lo que se puede hacer en términos de densidad es proponer proyectos adentro de la ciudad, con la ventaja de aprovechar la infraestructura existente. En este sentido, muchos proyectos a partir del manejo de patios y sus posible secuencia y repetición se han hecho en otros lados del mundo y en la ciudad de México. Pensemos por ejemplo en un terreno de 20 metros de frente por 50 de fondo, supongamos un proyecto de 60 módulos de 36 m2 (total construido 2,160 m2) que se dosifique en 4 departamentos de 144 m2, 22 de 72 m2 y 10 de 36 m2 lo que nos da una mezcla interesante y se genera una densidad neta de 480 viviendas por hectárea y bruta de 330. Si pensamos que 400 metros es fácilmente caminable por todos, podemos abarcar 16 hectáreas con 5,280 viviendas en total, es decir entre 16,000 y 21,000 habitantes. En un esquema central podemos pensar en 4 núcleos alrededor de un subcentro de servicios, equipamiento y espacio abierto totalmente caminable y accesible. Tendríamos un segmento de ciudad de cerca de 80,000 habitantes en un espacio no mayor a 70 hectáreas totales disfrutables a pie. Así se explica la insistencia en densificar al interior de la ciudad con una política expresa de saturación, reciclaje y renovación urbana.
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