Inflexiones: convertirse en lo que aún está por ser
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10 mayo, 2016
por Andrea Griborio | Twitter: andrea_griborio | Instagram: andremonida
A contracorriente habla del sentido contrario hacia donde van las cosas, de lo opuesto y, en el caso del Pabellón de Chile en la 15ª Exposición Internacional de Arquitectura en Venecia, muestra el quehacer de una generación de jóvenes que ha tomado un camino contrario al común y corriente para la obtención de su título de arquitectos. A contracorriente es el título que define el trabajo de una escuela, de un proyecto educativo donde los jóvenes deben concebir, diseñar, gestionar, conseguir financiamiento y construir sus pequeñas obras sobre el territorio que tienen en común: el Valle Central, corazón de la cultura chilena.
Si el Pritzker chileno y curador de esta edición de la bienal, Alejandro Aravena, enfocó la discusión arquitectónica con la invitación a reportar desde el frente —de batalla o de acción– , es precisamente desde Chile donde aquello que se reporta escapa de las batallas globales que se libran en los espacios urbanos congestionados y limitados de recursos y de espacio. Las arquitecturas que muestra A contracorriente no son viviendas ni equipamientos, pero sí obras que nos hablan de la transformación de un entorno con el fin de mejorarlo. Son espacios que responden preguntas y lugares que promueven el diálogo de lo construido con el territorio que ocupan. Son las notas sobre el paisaje que componen la melodía de un quehacer. Son arquitecturas que parten del entendimiento de los procesos de producción agrícola y forestal y del aprovechamiento de los materiales derivados de los mismos, para aportar valor desde lo regional y transformarlo para reescribir el relato de un territorio rural con acentos globales.
Las arquitecturas que presenta A contracorriente son modos de habitar el territorio del Valle Central luego del paso de sus artífices por un proyecto académico singular, un modelo educativo liderado por Juan Román, curador de la muestra y fundador y actual director de la Escuela de Arquitectura de Talca, quien promueve la acción desde el frente, desde la relación con las fuerzas de un territorio en constante transformación y desde la formulación de modelos inconclusos pero genuinos de ocupación. La muestra reúne 15 proyectos construidos entre los años 2007 y 2014 con un mínimo de recursos y un máximo de compromiso con el entorno cultural y ambiental. Son lugares que surgen en el paisaje, espacios de paso o estancia, de función explícita o abstracta, efímeros o permanentes, piezas que se convierten en referencia y permiten dibujar en el territorio el aporte que estos jóvenes campesinos devuelven a su comunidad para acoger la vida cotidiana de sus familias.
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