Columnas

100 años de la batalla tipográfica

100 años de la batalla tipográfica

15 diciembre, 2025
por Lorenzo Díaz Campos | Twitter: @lorenzodiaz | Instagram: lorenzodiazcampos

Tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial la cultura del Siglo XIX, ligada a los esquemas conservadores de las estructuras imperiales, se mostraba fracasada. Las nacientes vanguardias buscaban esquemas que plasmaran urgentemente las inquietudes de una sociedad progresista en búsqueda de una nueva identidad. La Bauhaus fue origen y eje a este movimiento, Maholy-Nagy maestro y vocero de la mítica escuela hablaba de buscar “un nuevo código para las artes visuales”.

Desde sus inicios la histórica escuela comenzó a buscar un lenguaje que pudiese expresar ese espíritu, todos los elementos de comunicación comenzaron a romper las reglas, reflejando los elementos culturales que comenzaban a darle semblante a la modernidad, ese espíritu cautivado por movimientos como el Futurismo, el Dadaísmo y otras revoluciones plásticas de inicio del Siglo XX.

Fue Herbert Bayer, estudiante de la Bauhaus de 1921 a 1923 y posteriormente invitado en 1925 por Walter Gropius para ser el encargado del taller de tipografía e imprenta, el que supo entender los signos de su tiempo y aterrizar esos primeros impulsos en el diseño de una nueva tipografía que sistematizaba todos estos principios. Usando relaciones matemáticas, una retícula sistemática crea un lenguaje fresco, nuevo.

Es así como nace “Universal”, un set tipográfico que buscaba la atemporalidad total basándose en decisiones y reglas lógicas, calculadas, geométricas y despojando a los tipos de todo peso historicista. Bayer abandonó las clásicas tipografías germanas, de índole gótico que – a pesar de estar estrechamente relacionadas con la revolución de Gutenberg – seguían fuertemente ligadas al sistema imperialista del siglo XIX. Decide partir de lo trazos de origen romano, con geometrías estrechamente atadas a los cánones estéticos clásicos.

Universal es la piedra fundacional de la tipografía moderna. Más adelante Helvética, creada en 1957 Max Miedinger y Eduard Hoffmann, toma como antecedente histórico el trabajo del maestro Herbert Bayer creando así la segunda generación de fuentes modernas y logra una explosión realmente universal, tal y como el maestro de la Bauhaus lo había vislumbrado. Helvética, es de hecho, la fuente tipográfica que finalmente definió el Siglo XX, hoy en día los logotipos de las compañías más poderosas del mundo están basados en sus trazos y prácticamente no existe lenguaje escrito que no siga sus cánones. Con la llegada del mundo digital la composición tipográfica pasa a ser una herramienta cotidiana para cualquiera que tenga acceso a una computadora personal, cualquier programa procesador de textos permite escoger diferentes fuentes, escalarlas y manipularlas a voluntad. Ciertas tipografías son modificadas y adecuadas a estas nuevas herramientas, algunas dándole vueltas a los derechos de propiedad de los trazos originales y otras, las más afortunadas proponiendo ajustes interesantes para el nuevo medio digital.

Diseñada entre 2002-2005 y lanzada en 2007, Calibri pasa a ser la tipografía “predeterminada” del famoso paquete de programas “office” de Microsoft convirtiéndose así, por default, en la siguiente gran tipografía “universal” , la tercera generación. Basada esta también en Helvética y, por lo tanto, en el trabajo de Bayer, logrando extender el principio de universalidad buscado por la Bauhaus. Todo indica que el triunfo es total, 100 años después las ideas de la modernidad están en todos los teclados (físicos y virtuales) del planeta y las comunicaciones escritas van cargadas de las intenciones de los personajes más vanguardistas de los momentos clave de la definición de la estética occidental contemporánea.

Llega así el fatídico 11 de diciembre de 2025, día en el que se abre un frente más en una guerra que parecía ganada. En concordancia absoluta con los tiempos que vivimos el secretario de Estado del gobierno de Trump, el conservador acérrimo Marco Rubio, sale a declarar que el uso de la tipografía “Calibri” se prohibirá en las comunicaciones oficiales ordenando a los diplomáticos y funcionarios del gobierno a tomar el uso de la tipografía “Times New Roman”. Califica a sus antecesores “irresponsables” al adoptar a Calibri como un intento infructuoso para imponer sus “iniciativas de diversidad”. La búsqueda de borrar, de un plumazo, cien años de ideas estrechamente ligadas al modernismo profundamente arraigadas en la cultura visual de nuestros días es sombría.

Cuando pareciera que la elección de la tipografía se convertía en una elección de gusto personal, una muestra del carácter individual (odiar a los que usan comic sans hubiese parecido más una pose snob) surge una nueva batalla política que urge a definir la propia posición ideológica y la personal visión del mundo como lo entendemos en función de la “elección de la letra” . Retomando los valores que llevaron a Bolcheviques, Bauhasianos, diseñadores ochenteros Neoyorquinos o Nerds de Cupertino a seleccionar tipografías vuelve a ser un acto político.

Se abre un nuevo frente en la era Trumpista con misiles directamente dirigidos a las raíces bauhasianas del diseño contemporáneo, una agresión a la esencia de la República de Weimar o el movimiento Secesionista. Habrá que tomar posición, una vez más, en la trinchera del pensamiento de a un lado de los grandes generales de la batalla tipográfica como lo son Bayer, Gropius y Maholy-Nagy.

Nota: este texto ha sido originalmente escrito en la fuente Calibri.

Artículos del mismo autor