Carme Pinós. Escenarios para la vida
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28 marzo, 2012
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia
We looked into the future. In a visionary state. A psychoactive state. There’s nothing in the future. It’s up to us to make. Utopia, utopia, utopia, utopia, utopia!
Yatch. Utopia
El pasado 17 de febrero, el deSingel Internationale Kunstcampus de Amberes (Bélgica) inauguró la exposición “Andrea Branzi. Objects and territories”, que recoge la obra del arquitecto, diseñador y teórico italiano. Branzi (Florencia, 1938) es bastante conocido por ser uno de las figuras destacadas de la Arquitectura Radical italiana durante los años sesenta y setenta, siendo miembro de grupos como Arzhizoom (1964-1974) o Global Tools (1974-1976).
Como componente de éstos y junto a otros grupos de arquitectura de esos años como Archigram, Superstudio, Coop Himmelb(l)au, Gruppo Strum, 9999 o arquitectos como Hans Hollein, Cedric Price, Joe Colombo, Ettore Sottsass Jr. o José Miguel de Prada Poole, que vendrían a revolucionar la arquitectura y el diseño de esas décadas con sus propuestas utópicas y nuevos lenguajes de representación, así como la difusión que hacían gala del uso de modernas tecnologías y materiales que venían a reivindicar una ruptura con lo anterior en busca de un nuevo lenguaje que los representara frente a lo anterior.
Esta muestra dedicada al arquitecto italiano se suma a otras exhibiciones recientes relacionadas con éste y otros autores que empiezan a conformar una larga lista de homenajes que parecen ilustrar un renovado interés por el trabajo de esas figuras específicamente durante ese periodo. Así nos encontramos con la aparición del mismo Andrea Branzi o de Cedric Price en la XXII Bienal de Venecia comisariada por Kazujo Sejima; la exposición dedicada a Archigram en Valladolid en 2010; las realizadas sobre el trabajo de Superstudio o Ugo La Pietra; los archivos que la revista Domus está publicando en su sitio web; la investigación alrededor de las Little Magazines que realizó Beatriz Colomina, recogida en el libro Clip Stamp Fold y que ha recorrido varias ciudades del mundo; la muestra 1972 Italy New Domestic Landscapes organizada por el MoMA y dirigida por Emilio Ambasz.
Pero, ¿por qué esta mirada a estos personajes ahora? ¿Cuál podría ser el interés? Tal vez sea por las similitudes del contexto histórico de entonces con el periodo actual. El año 1968 sufrió protestas en lugares como Francia o México y que hoy puede ser vistos como referentes para el invierno chileno, el #15M español, el movimiento #Occupy de Estados Unidos o la primavera árabe. Movimientos que pese a su distancia física, y en ocasiones social, tienen en común recoger a una sociedad –joven principalmente– que protesta por el poco y escaso futuro al que parece enfrentarse en un acto de rebeldía frente aquellas instituciones que debían haberlos cuidado pero que parecen estar ahora sometida a los mercados. La juventud echada a la calle que ante una política que los olvida y no los representa.
O quizá sea por el contexto similar de crisis económica. Después de todo, en estos periodos de dificultad, el desarrollo constructivo siempre se ve mermado y no se puede dar una salida física a todas las propuestas existentes, con lo que la arquitectura de papel se transforma en una herramienta de trabajo y experimentación para liberar las diversas inquietudes, así como manifestar teorías o posturas críticas frente a la arquitectura o la ciudad. La utopía representa entonces esos sueños, esas ganas de seguir, de figurarse un mundo distinto, tal vez extremo, pero donde se propone y se cuestiona sobre aquello que queremos para nuestro futuro, buscando hacerlo nuestro.
O puede que esta crisis sumada a la atmósfera de rebeldía haga que se cuestione el modelo profesional tal y como se había venido planteando, buscándose nuevos referentes más allá de los actuales, replanteándose su validez y proponiendo una nueva visión, que podría presentarse tanto en esas propuestas utopías, que propongan la nueva Non-Stop-City; o en el acercamiento laboral a posturas cercanas a otras disciplinas, haciéndolo desde proyectos como el urbanismo participativo o el hackeo del espacio público donde al arquitecto se convierte en algo más cercano a un activista urbano y que más que proponer una nueva ciudad rupturista la retoma desde sus excesos para construir esa nueva sociedad.
Posiblemente todo a la vez o ninguna de las anteriores… pero hay algo que la muestra de Branzi sí supone: una invitación a soñar, aprender, mantener una actitud crítica con los últimos años, plantearse nuevos modelos profesionales, nuevos formas de contar y comunicar. En definitiva: a imaginar.
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