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14 diciembre, 2017
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia
Ya es oficial. Robin Hood Gardens está siendo demolido.
Como informa la página Dezeen, a través de un vídeo presentando en su cuenta de instagram, el célebre conjunto, diseñado por los Smithson y que ya había sufrido el derribo de alguno de sus edificios –estos no diseñados por la dupla de arquitectos ingleses–, ve así escapar cualquier posibilidad de salvación.
Convertido desde hace años en uno de los puntos calientes del debate patrimonial y arquitectónico de los últimos tiempos, sobre el proyecto se han solapado diversos intereses, tanto sociales como económicos: el lugar que ocupan es muy rentable y su desgaste ha aumentado mucho en los últimos tiempos.
Diseñado en la década de los 60 del siglo pasado y finalizado en 1972, el conjunto es heredero de los preceptos de Le Corbusier, pero ampliando algunas preceptos como las calles en el cielo (streets in the sky) que popularizó la pareja británica: su idea era la de un urbanismo en vertical, donde los límites entre calle y casa se disolvieran. Su resultado, sin embargo, no fue nada alentador: la aparición de numerosas esquinas, lugares cerrados y con mala visibilidad fue escondite ideal para prácticas marginales que acabaron afectando a la seguridad y a la vida en el edifico, a lo que había que sumar su aspecto frio y su mala respuesta al envejecimiento, que les otorga una imagen dura e inhabitable. De nada servían las buenas intenciones o los aspectos estéticos y formales de las propuestas. Su fracaso devino en abandono y finalmente en demolición de muchos de estos ejemplos, considerados por muchos como uno de los peores esquemas de vivienda social, donde Robin Hood Gardens es sólo un caso más de una lista que incluye a The Hulme Crescents en Manchester o Aylesbury Estate en Londres, ya demolidos o en proceso de demolición. Como ellos, Robin Hood Gardens no se ha librado de las críticas: por ejemplo, en 2010, el entonces Primer Ministro británico, David Cameron, dijo de que su diseño fomentaba la delincuencia y la pobreza.
Pese al apoyo que sufrió el proyecto por parte de arquitectos como Richard Rogers, Zaha Hadid, Toyo Ito o Robert Venturi, que lo defendían como el ejemplo más importante de la arquitectura británica de posguerra y sobre el que planteaban el debate de decidir otras soluciones antes que la demolición.
Sea como sea, ahora parece imposible, y sólo el gesto del Victoria & Albert Museum, que decidió comprar una parte de la fachada recientemente, permite establecer algún recuerdo sobre lo que la realidad de la utopía social, en términos de vivienda, pudo ser y finalmente no fue.
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