Sobre Antonin Raymond y su paso por México
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¡Felices fiestas!
18 junio, 2014
por Juan Manuel Heredia | Twitter: guk_camello
Segmento de Phantom Chicago, dibujo de cien pies de longitud expuesto en la Bienal de Venecia de 2012
La gran columna dórica será construida. Si no en Chicago, en cualquier otra ciudad. Si no para el Chicago Tribune, para cualquier otra entidad. Si no por mí, por cualquier otro arquitecto”
Adolf Loos, 1923
Con estas palabras Adolf Loos justificaba su proyecto para el edificio del Chicago Tribune, aquel concurso en el que participó lo más representativo de la vanguardia y la retaguardia arquitectónica de la época. La famosa cita -en especial el carácter accesorio de Chicago en el proyecto de Loos- es mencionada por Alexander Eisenschmidt y Jonathan Mekinda en su reciente libro Chicagoisms: the City as Catalyst for Architectural Speculation (Zurich: Parker Books, 2013), con el fin de destacar una de las paradojas de esa ciudad: por un lado, centro de innovación arquitectónica mundial -símbolo e inspiración para la vanguardia histórica- y por el otro, provinciana capital del midwest norteamericano. A diferencia de la ciudad de México cuya real o ficticia centralidad se encarna en sus propias denominaciones (‘ombligo de la luna’, Cemanahuac) Chicago es, como dice Eisenschmidt, ‘una metrópolis simultáneamente en medio de la nada y en el centro del mundo’.
Eisenschmidt y Mekinda son profesores en la Universidad de Illinois en Chicago y juntos reunieron una serie de textos de arquitectos, historiadores y teóricos contemporáneos, todos ellos reflexionando sobre el papel que Chicago ha jugado en las historias y mitologías de la modernidad. El libro aborda desde distintas perspectivas y formas una serie de ‘chicagoismos’ que han hecho de aquella ciudad un rico depósito de realizaciones e ideas para los arquitectos y urbanistas alrededor del mundo: desde las producciones de la famosa ‘Escuela de Chicago’, los suburbios pioneros de Riverside y Oak Park, las sublimes obras de infraestructura y equipamiento como el canal del desagüe, el metro elevado, el circle interchange o la primera ‘rueda de la fortuna’ (Ferris Wheel), la Exposición Universal de 1893, el monumental Plan concebido por Daniel H. Burnham, el concurso del Chicago Tribune, la llegada de Mies van der Rohe al IIT y la conformación de una supuesta ‘Segunda Escuela de Chicago’, a sus más notables íconos arquitectónicos como el Auditorium Building de Louis Sullivan o el Marina City de Bertrand Goldberg.
Con el término ‘chicagoismos’ los autores se refieren a ‘aquellos momentos de interacción productiva y salvaje provocación, de especulación radical e intercambio fructífero que Chicago ha sido singularmente capaz de inspirar y fomentar’. El volumen lo conforman ocho ensayos críticos escritos respectivamente por Penelope Dean, Igor Marjanović, John Harwood, Mark Linder, Albert Pope, Joanna Merwood, David Haney y Alexander Eisenshmidt. Los textos de Dean y Merwood discuten la gran carga ideológica e institucional detrás de la idea de que Chicago desarrolló una o dos ‘escuelas’, y la renuencia de importantes arquitectos chicaguenses -menos interesados en el supuesto espíritu pragmático atribuido a Chicago y más en su potencial narrativo- a ser sujetos de catalogaciones estilísticas. El ensayo de Marjanović narra el heterodoxo paso de Alvin Boyarsky por la escuela de arquitectura de la Universidad de Illinois como antecedente directo de su más conocida labor como director (chairman) de la Architectural Association de Londres. Uno de los escritos más interesantes por su actualidad es el de John Harwood, quien examina la carrera de Konrad Wachsmann en el IIT, y los extremos delirantes a los que llegó en su deseo de establecer una pedagogía basada en sistemas proto-computarizados y ‘paramétricos’. Linder, Haney y Eisenschmidt analizan algunas de las formas en que Chicago sirvió como ‘catalizador’ para las vanguardias y neo-vanguardias europeas: desde la gran atracción que ejerció sobre los diseñadores y teóricos de la modernidad y la metrópolis alemanes, al papel que la arquitectura de Mies en el IIT tuvo en la formación del Brutalismo inglés.
De forma paralela, el libro incluye veinte breves comentarios hechos por distintos autores que abordan estos y otros chicagoismos (ideas, proyectos, edificios y publicaciones) de forma más concreta o específica. Escritos tanto por críticos como por arquitectos en activo (Robert Bruegmann, William Baker, Sandy Eisenstadt, Winy Maas, Brett Steele, Sam Jacob, Bart Lootsma, Barry Bergdoll, David Lewis, Kazys Varnelis, Aaron Betsky, Mirko Zardini, Sarah Whiting, Ellen Grimes, Sylvia Lavin, Mark Lee, Andres Lepik, John McMorrough y Pedro Gadanho), estos textos complementan aquellos ensayos históricos con apreciaciones más contemporáneas y en ocasiones de un mayor énfasis disciplinar, a la vez que extienden el horizonte temporal del libro discutiendo algunos de los proyectos más recientes hechos para (o desde) esa ciudad. Entre estos textos destacan el de Steele, quien describe el famoso ‘portafolio Wasmuth’ de Frank Lloyd Wright (aquel que catapultaría su fama en Europa) como la primera monografía arquitectónica propiamente dicha; el de Barry Bergdoll, quien habla de los marcos estructurales de Mies como marcos pictóricos; y el de Aaron Betsky, quien revalora el famoso fotomontaje de Stanley Tigerman, The Titanic.
La aparición del libro coincidió con una exposición del mismo nombre y curada por los mismos editores, montada en el Art Institute de Chicago. Lejos de ser una versión museística del libro, la exposición extiende sus argumentos hacía el futuro. Para ello se invitó a una serie de despachos internacionales (Bureau Spectacular, DOGMA, MVDRV, Organization for Permanent Modernity, PORT, Sam Jacob, UrbanLab, Weathers, y WW) con el fin de que diseñaran y expusieran proyectos visionarios para la ciudad, haciendo referencia a algunos de los chicagoismos explorados en el libro. En este sentido uno de los fines obvios de la publicación y de la exposición es el de despertar a aquella ciudad de cierto letargo en el que aparentemente ha caído durante las últimas décadas. En efecto, a pesar de su fama como centro de vanguardia mundial, y de recientes obras de interés (como las de Anish Kapoor y Jaume Plensa en el Millennium Park o la intervención de Koolhaas en el IIT) Chicago no parece ser hoy en día el centro de especulación y experimentación arquitectónica que alguna vez fue. La plataforma institucional en que el libro y la exposición se apoyan, sin embargo, parece cuestionar el carácter de dicha empresa. No obstante, la reinterpretación radical, crítica e imaginativa de los episodios que conforman la historia de Chicago –como de cualquier otra ciudad- representa un ejercicio saludable y necesario para garantizar tanto su transformación como su continuidad.
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