Gobierno situado: habitar
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¡Felices fiestas!
19 marzo, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
Carlos Mijares Bracho nació en la ciudad de México el 26 de abril de 1930 y se recibió en la Escuela Nacional de Arquitectura en 1952. En 100×100, arquitectos del siglo XX en México, Fernanda Canales escribió que su arquitectura surge del paciente y obstinado trabajo sobre las posibilidades compositivas y estructurales de un sólo material y un sólo elemento: el ladrillo de barro rojo cocido. Mijares combinó la práctica con la docencia, la que ejerció desde 1954: fue un maestro reconocido y apreciado por varias generaciones. Su obra destacó —según afirma Canales— en tres campos: la arquitectura industrial, la arquitectura sacra y la residencial. “Las fábricas Boerg y Beck en Vallejo y las de Vehículos Automotores de México, en Toluca y en el Distrito Federal, contrastan por ser obras eminentemente funcionales, en oposición a los templos que realiza, predominantemente simbólicos, basados en la repetición casi lúdica de elementos como arcos y contrafuertes y en el laborioso diseño de distintas maneras de dejar entrar la luz natural. Esta concepción también se refleja en el diseño de casas como la de su familia, de 1959, la Fernández y la Diaz Barreiro. En 1965 realizó la fábrica de bujías Champion, con murales de Carlos Mérida y una torre y una fuente diseñadas por Mathias Goeritz.”
En un texto publicado en el número 82 de la revista Arquitectura, en junio de 1963, Mijares ya hablaba sobre “la aparición de tendencias regionales, formales, psicológicas o emotivas” y “la inspiración más o menos franca en arquitecturas del pasado; la búsqueda de originalidad, el entusiasmo por la expresión a través de estructuras fantásticas y las posibilidades que la técnica presta a los nuevos y aún a los viejos materiales.” Entonces, a los 33 años y reaccionando a los en ese momento sorprendentes desvaríos expresivos de algunos maestros de las primeras generaciones de arquitectos modernos —menciona a Le Corbusier en Ronchamp y Chandigarh, pero también a Rudolph, Kahn, Saarinen y Tange—, Mijares toma posición frente a su propia obra por venir: las parroquias de Ciudad Hidalgo —iniciada en 1968 y concluida en 1983— y la de Junganpeo, en Michoacán, o la Christ Church en la ciudad de México.
En una entrevista que le hiciera su buen amigo Humberto Ricalde, Mijares dice que “cuando uno cree que «inventa» algo en arquitectura, es que no sabe, porque tarde o temprano se descubre que ya alguien lo hizo y bastante mejor. Creo que así no se aprende: la libertad se conquista.”
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