Inflexiones: convertirse en lo que aún está por ser
La edición 2024 de la Conferencia Internacional de Arquitectura tuvo su eje en las inflexiones que aún están por ser: [...]
30 mayo, 2013
por Andrea Griborio | Twitter: andrea_griborio | Instagram: andremonida
Hace 51 años, Carlos Raúl Villanueva (30 de mayo de 1900 – 16 de agosto de 1975) exponía “La síntesis de las artes” en el Coloquio Internacional de Royamount, Francia. Se trató de una conferencia sobre la arquitectura en América Latina, en plena efervescencia moderna para aquel entonces y un continente que “a pesar de sus raíces comunes se destaca por la diversidad de caracteres y por la diferencia de intensidad de los rasgos semejantes”.
Para Villanueva, desarrollar el tema de la las artes partía de asumir la concepción clásica de las mismas como entes independientes de características muy precisas y definidas, donde la arquitectura quedaba algo desplazada del resto. En este sentido, su intervención hizo mención a las prácticas realizadas en el México moderno y resalta el valor del muralismo como movimiento artístico de grandes atributos estéticos, sin embargo, cuestiona la concepción de la arquitectura moderna mexicana como una real síntesis de las artes:
“De tal manera, la tentativa de Juan O’Gorman, en mi concepto, no pasa de ser una búsqueda de gusto, una protesta contra la austeridad mal entendida de cierta arquitectura moderna, la reivindicación de la decoración y sobre todo la señal de una política cultural nacionalista, basada sobre el rescate del pasado azteca. En el fondo la misma política cultural de los grandes realistas mexicanos, quienes componen la gran escuela de los muralistas. Debe interesarnos más bien tratar de definir el significado y la proyección del ensayo de síntesis, si es que lo hubo realmente, de los muralistas mexicanos. El mural y el fresco, naturalmente, son utilizados por los grandes mexicanos como un medio de comunicación más público, de masas, como de un mass media de eficacia sensible. En una sociedad poco desarrollada como la mexicana de 1920-30, la comunicación artística dotada de un poderoso impulso ideológico debe recurrir al mural tal como lo hicieron los primitivos europeos, en las iglesias románicas y luego los góticos en las catedrales. La catedral es documento, información, explicación histórica para el hombre del medioevo. Los muralistas mexicanos tienen su público: más su prédica no se hará en las catedrales, sino en las escuelas, en los edificios públicos, en los estadios: contenido subversivo o revolucionario se dilata en formas arcaicas primero y luego cada vez más dinámicas con Orozco, Rivera y Siqueiros. Sin embargo, hasta allí llega la tentativa de síntesis. En la simple participación de la pintura, extraída del campo estrecho del cuadro del caballete, con los amplios espacios vívidos públicamente de la arquitectura. En estas condiciones, ¿conviene hablar todavía de síntesis de las artes en el caso de la experiencia mexicana, o más bien de una simple yuxtaposición de expresiones artísticas distintas? La pintura y la arquitectura participan quizá en un mismo esfuerzo de igual tendencia, pero sin alcanzar nunca una verdadera unidad con los signos evidentes de la globalización plena”.
Hablar de la síntesis moderna de las artes demanda una imaginación arquitectónica casi a la par de la escultura o la pintura, una integridad plena, una comprensión de los propósitos comunes y también la subordinación necesaria entre las distintas expresiones. Es así como logra, lo que quizás constituye uno de los lugares más completos y complejos en ese sentido, la Ciudad Universitaria de Caracas y el conjunto central de esta –iniciado por Villanueva hace 60 años y en el mismo periodo en que se construía la Ciudad Universitaria de la UNAM– es precisamente la concreción de esta teoría, del principio de síntesis que argumenta el arquitecto venezolano.
Éste fue su campo de experimentación y la maduración de un trabajo en conjunto que todavía hoy logra expresar lo mejor del “espíritu de la época”, un lugar impregnado de un mismo concepto que a partir de la mano de un arquitecto y con la participación de más de 35 artistas: Francisco Narváez, Armando Barrios, Oswaldo Vigas, Pedro León Castro, Héctor Poleo, André Bloc, Henri Laurens, Fernand Léger, Pascual Navarro, Víctor Vasarely, Mateo Manaure, Jean Arp, Carlos González, Pascual Navarro, Alirio Oramas, Antoine Pevsner, Alirio Oramas, Baltazar Lobo, y las reconocidas nubes acústicas de Alexander Calder. En el conjunto central, cada pieza tiene un significado propio y el lugar se construye a partir del significado que otorga al lugar. Para Carlos Raúl Villanueva –a 112 años de su nacimiento– “las artes son los grandes testimonios del significado cultural de una época”. Como lo expone o yuxtapone –como define a la posición del arte en la arquitectura moderna mexicana– en el conjunto central de la Universidad Central de Venezuela, son las obras artísticas un modo expresión genuino que debe encontrarse al alcance del hombre, donde la interacción y el encuentro fortuito logren construir escenarios de convivencia.
La edición 2024 de la Conferencia Internacional de Arquitectura tuvo su eje en las inflexiones que aún están por ser: [...]
La gran lección de PREVI (Proyecto Experimental de Vivienda) de Lima, es que ve a la vivienda no sólo como [...]