Resultados de búsqueda para la etiqueta [urbanismo ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 13 Sep 2024 17:22:56 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Infinitas derivadas https://arquine.com/infinitas-derivadas/ Fri, 13 Sep 2024 17:22:56 +0000 https://arquine.com/?p=92923 Manifestación de intenciones: Infinitas derivadas es un proyecto ensayístico que tiene como objetivo plasmar una visión (en este caso personal) de situaciones cotidianas que suceden en el contexto urbano. La serie propone una mirada del quehacer y tránsito de quienes vivimos y sobrevivimos en la llamada selva de asfalto. Sin embargo, la intención de la […]

El cargo Infinitas derivadas apareció primero en Arquine.

]]>
Manifestación de intenciones:

Infinitas derivadas es un proyecto ensayístico que tiene como objetivo plasmar una visión (en este caso personal) de situaciones cotidianas que suceden en el contexto urbano. La serie propone una mirada del quehacer y tránsito de quienes vivimos y sobrevivimos en la llamada selva de asfalto. Sin embargo, la intención de la columna, a manera de fotoensayo, no radica en contagiar una mirada particular; únicamente pretende mostrar imágenes que motiven a cuestionar lo que muchas veces se normaliza, invisibiliza o parece irrelevante.

Árbol custodio. Sistema de aseguramiento de material desconocido, con el fin de no ser transferido a otro lugar. Calle Adolfo Prieto (CDMX).

Sería fantástico que, mediante el contraste de diversas maneras de observar y percibir, pudiéramos construir puentes para dialogar de manera crítica sobre la forma individual y colectiva de habitar; así como del rumbo que querríamos seguir o redefinir en favor de la producción, rehabilitación o trasformación, no sólo espacial, sino también de un modelo normativo, social y económico, para vivir en mejores entornos urbanos y más equilibrados.

La diversión está por empezar. Sostenido por block gris, un pedacito de juegos de feria espera, bajo el amparo de Cristo, a su próxima instalación. Canal Nacional a la altura de Xochimilco (CDMX).

Para esta serie de crónica urbana se utiliza la fotografía como hilo conductor de una realidad o de la utopía construida a través del lente del observador y de un texto que no es más que un actor secundario. En conclusión, esta columna motiva a la curiosidad de observar; capturar lo cotidiano, lo habitual, lo diferente, aquello que aparece sin previo aviso y que dibuja o redibuja trozos de ciudad y de quienes la ocupamos.

Solo el dueño sabe lo que habrá dentro. Tras el abrazo firme de 2 vueltas de cadena al poste, sin estorbar, esperaré por ti. Ubicación olvidada (CDMX).

Lo público del espacio y el límite de lo privado

Mucho se ha hablado del significado del espacio público y su importancia como elemento, no sólo rector y ordenador de la ciudad, sino como el mayor democratizador y amalgamador social. La Organización de las Naciones Unidas y su programa Hábitat lo consideran como “un componente clave de una ciudad sostenible” que, sin duda, tiene un impacto directo en la economía urbana, la salud de las personas, la convivencia entre grupos etarios, la mitigación de cambio climático y la percepción de seguridad que se puede tener de la ciudad o una zona determinada. Bajo esta perspectiva, el espacio público debe estar bien diseñado” y “administrado” para proveer los beneficios antes mencionados. Existe una infinidad de manuales que se han elaborado con dicho fin, y aunque marcar directrices no asegure su correcta ejecución, establecen al menos un punto de partida.

Nido vacío. El requisito de un hogar acogedor y minimalista se logra con grandes ventanales y lo esencial para vivir. Ubicación olvidada, Madrid (España).

Al realizar una arqueología documental y revisar el origen de las palabras y su significado, tanto espacio como público —que vienen del latín spatium y publicus respectivamente—, tienen significados limitados que no reflejan la complejidad del concepto de espacio público actualmente. Si bien, en el ágora griega, o el foro romano o fórum, tenían lugar actividades comunes y propias del pueblo, este espacio urbano del nosotros en ocasiones pierde su “uso y propiedad colectiva” en favor de “algunos otros”.

La nueva Haití. Ocupación migratoria a golpe de auto. Tláhuac (CDMX).

A raíz de lo anterior, es legítimo poner sobre la mesa de discusión esta cualidad polisémica del espacio público en la actualidad y, por tanto, lograr un consenso sobre el éxito del mismo. Dicho éxito puede o no estar ligado a la localización, la diversidad de sus usuarios, al diseño en sí y su materialidad, a la inclusión de mobiliario, amenidades y vegetación o a su ausencia, así como a la existencia de las barreras físicas o sociales a consecuencia de directrices, ocurrencias administrativas o resultado del imaginario cultural.

La flor más bella del ejido. Capilla abierta, un árbol transformado en templo, con flores inmortales. Canal Nacional, a la altura de Xochimilco (CDMX).

A final de cuentas, si el espacio público nace o se hace, y si se utiliza consciente o inconscientemente por una necesidad cotidiana o con fines lúdicos, la flexibilidad de uso que tiene es casi infinita, a pesar de que algunas veces pueda cuestionarse la pertinencia o legalidad de este. Lo anterior es resultado de la fragilidad entre la ocupación de lo público y su facilidad mutante por causa de la privatización.

Y la fiesta terminó. Metáfora de una borrachera. Tláhuac (CDMX).

Desde lo público y lo compartido se gesta el sentido de pertenencia e identidad espacial y colectiva. Se promueve la salud y el bienestar social, y se ponen en valor los activos ambientales y culturales de un lugar, de un territorio. Esto no quiere decir que lo público y lo privado no puedan convivir a pesar del antagonismo que ambos conceptos tienen a primera vista.

Los corredores comerciales son un ejemplo de lo anterior, pues funcionan como conectores urbanos de lo público en suelo privado. Sin embargo, el diseño o transformación del espacio público tocan dimensiones no sólo territoriales, sino también sociales, políticas, ambientales, económicas, culturales y sanitarias. Es ahí en donde se producen grandes concentraciones de colectivos que reclaman derechos e inconformidades: son espacios de lucha, escucha, reflexión, amor, desamor, lugar de soledades y celebración; son piezas clave que encaminan el uso y disfrute de la ciudad y sus ciudadanos; son elementos que vertebran la traza urbana y las conductas; son espacios que curan o enferman, otorgan valor o devalúan.

Sosteniendo el descanso. Cuando un bien personal se convierte en público. Ubicación olvidada, barrio de Tetuán (Madrid, España).

La mezcla de mundos más diversos y complejos, como la crónica y la fotografía, como la narrativa visual, son una constante que enriquece un mosaico de infinitas derivadas de ocupación del espacio público para poner en la mira las reglas no escritas para la convivencia y construcción de un espacio que es de todos y de nadie.

 

El cargo Infinitas derivadas apareció primero en Arquine.

]]>
El nacimiento del urbanismo en una capital del siglo XX. Conversación con Alejandrina Escudero https://arquine.com/el-nacimiento-del-urbanismo-en-una-capital-del-siglo-xx-conversacion-con-alejandrina-escudero/ Wed, 24 Jul 2024 17:42:56 +0000 https://arquine.com/?p=91951 El arquitecto Carlos Contreras Elizondo (1892–1970) fue uno de los primeros profesionales del diseño urbano en México, y uno de los principales responsables en la planificación de la capital del país durante el periodo posrevolucionario. La historiadora del arte y el urbanismo Alejandrina Escudero le dedicó a ese anhelo el libro Una ciudad noble y lógica. En esta oportunidad, la autora conversa con dos jóvenes urbanistas: Ximena Ocampo y Francisco Paillie, miembros del laboratorio multidisciplinario de diseño arquitectónico y urbano dérive lab.

El cargo El nacimiento del urbanismo en una capital del siglo XX. Conversación con Alejandrina Escudero apareció primero en Arquine.

]]>

El arquitecto Carlos Contreras Elizondo (1892–1970) fue uno de los primeros profesionales del diseño urbano en México, y uno de los principales responsables en la planificación de la capital del país durante el periodo posrevolucionario. Su sueño de conseguir el desarrollo armonioso y duradero del entonces Distrito Federal sigue resonando en quienes diseñan y piensan la ciudad en el siglo XXI. La historiadora del arte y el urbanismo Alejandrina Escudero le dedicó a ese anhelo el libro Una ciudad noble y lógica. Las propuestas de Carlos Contreras Elizondo para la Ciudad de México (Facultad de Arquitectura-UNAM / UAG, 2018), retrato de un personaje fascinante cuyo anhelo aún no se ha cumplido. En esta oportunidad, la autora conversa con dos jóvenes urbanistas: Ximena Ocampo y Francisco Paillie, miembros del laboratorio multidisciplinario de diseño arquitectónico y urbano dérive lab, ubicado en Querétaro.

DÉRIVE LAB: ¿Cuál es la vigencia de recuperar el legado de Carlos Contreras justo en el momento actual? ¿Hay algunos paralelismos entre la Ciudad de México, el antiguo Distrito Federal (DF) y el resto del país que valga la pena resaltar?

ALEJANDRINA ESCUDERO: Ciertamente, el próximo año se cumplen cien años del regreso de Carlos Contreras a nuestro país, después de que él concluyó la carrera de arquitecto en la Universidad de Columbia, e integrarse a un medio posrevolucionario en efervescencia. La vigencia de su legado se relaciona sobre todo con estos logros. Primero, por ser un arquitecto que intentó profesionalizar el urbanismo o la planificación, como se le llamaba. Este movimiento se nutría del city planning estadounidense que, a su vez, reunía discursos de movimientos europeos para la “era del motor”. El segundo se relaciona con su aspiración de planificar el país en su totalidad, que podría pensarse como una utopía. No obstante, a su parecer, el país contaba con las condiciones ideales para su reorganización. Por ello preparó y desarrolló, valga la redundancia, el Plan Nacional para la Planificación de la República Mexicana. Un tercer logro tiene que ver con los proyectos concretos, en particular, los pla- nos realizados entre 1927 y 1938 para el Distrito Federal, los cuales definieron el futuro de su territorio. En cuarto lugar, el movimiento que lideraba Contreras logró involucrar tanto a la sociedad civil como a los gobernantes, y consiguió así que la inversión de muchos millones de pesos se pusiera en manos de personas o grupos que no contemplaban la posibilidad de lucrar en los proyectos y obras.

DL: Las dinámicas políticas, sociales y económicas han cambiado notoriamente, pero, quizá, si Contreras volviera hoy a México, encontraría de igual manera un país en efervescencia, con unas influencias políticas determinantes, y unas dinámicas sociales y económicas con brechas. ¿Sería él un gran vocero del siglo de las ciudades?

AE: Es cierto que México tiene, en mayor medida, esas características, pero Carlos Contreras no sería hoy un vocero de las ciudades, porque vivió en un tiempo y unas condiciones concretas. Hace cien años esta nación, a decir del urbanista, todavía era una materia informe que podía ser moldeada, esculpida con técnica e imaginación. En cambio, prevaleció la “imprevisión revolucionaria”. La caracterización de “noble y lógica”, atribuida por Contreras a la Ciudad de México, se refería a su traza, es decir, a la representación gráfica de las pro puestas que preparó entre 1927 y 1938. Él propuso en estos planos la solución de los proble- mas más urgentes que eran la fragmentación, el desorden y la incomunicación. Y lo hizo tomando en cuenta la traza antigua, incluida en una nueva estructura que, además de brindarle cierta armonía a la mancha urbana, preveía y regulaba expansiones futuras. Las cualidades de noble y lógica fueron heredadas de Daniel H. Burnham, quien decía: “Haced proyectos grandes, elevad vuestras miras en esperanza y en trabajo, recordando que un diagrama noble y lógico, una vez grabado, no morirá nunca…” Una sentencia que anunciaba un programa ambicioso, representado en un diagrama capaz de regular y transformar la ciudad.

Aunque el arquitecto nunca fue explícito acerca de lo que significaba una ciudad “noble”, tomó este calificativo de las crónicas de Hernán Cortés a su llegada a Tenochtitlan en 1519, lo que nos lleva a especular que su nobleza se debe a que, detrás de ella, había un diseño con un valor histórico y simbólico. Sin embargo, nunca pretendió convertir la ciudad que encontró —fragmentada, desordenada y enferma— a la forma ortogonal antigua, sino que la incluyó de manera orgánica en un nuevo diseño, y proporcionó a todo el espacio urbano un orden y una lógica, cualidades que tienen que ver con lo “racional”, el pragmatismo y la eficacia urbana. En resumen, los trazos básicos de sus estudios de conjunto se apoyan en diseños tradicionales y novedosos: de la ciudad prehispánica seguirá el esquema de calzadas norte-sur y oriente-poniente, que deberá ser repetido en el área urbanizada. De la colonial, conservará y acentuará la forma ortogonal. Lo novedoso serán las circunvalaciones: las dos principales, espaciosas vías-parque; y las secundarias, muy en la periferia, regularán las ulteriores expansiones. Así, en la estructura urbana conviven —y se confrontan— pasado y presente, tradición y modernidad.

DL: ¿Cómo fue la relación entre el momento histórico y la representación de la arquitectura, el urbanismo y las ciudades?
AE: Entre los avances tecnológicos de la década de 1920 estaba la fotografía aérea, que permitió el conocimiento del territorio desde arriba. Todo esto lo expresó el urbanista en un diagrama que llamó “plano de ciudad”, en donde quedó grabado, en forma de ley, el desarrollo ordenado y armonioso que habría de seguir la ciudad de acuerdo con su topografía, clima, vida funcional social y económica; de acuerdo con su historia y tradición; y de acuerdo con todas sus necesidades presentes y futuras.

 

DL: Varios escritos se refieren al “don de gentes” de Contreras, su dominio de varios idiomas y su voluntad de entablar conversaciones con casi todas las personas con las que se encontraba. ¿Qué otras virtudes podrían ayudar a desmitificar la figura del planeador silencioso y vigoroso que logra su cometido únicamente a punta de energía y potencia?

AE: Cuando Contreras regresó a México en 1925, “todo era posibilidades”, todo estaba por hacerse o mejorarse. Con su tenacidad y sentido de liderazgo, hizo un llamado a la sociedad civil y a las mismas autoridades para iniciar un movimiento de planificación único en su momento. Tenía un gran don de gentes y dotes de líder, también era un profesional pragmático e idealista. Al paso de los años se volvió muy crítico, tanto de sus colegas como de las autoridades cuyos gobiernos fueron tímidos y conservadores. Del mismo modo, Contreras señalaba los privilegios y favoritismos, ya que otros se lucieron con sus proyectos, es decir, los plagiaron. Sin embargo, continuaba actualizando sus planos y los presentaba cada vez que tenía la oportunidad.

 

DL: Finalmente, son de gran interés para nosotros (pues se ve reflejado en nuestro trabajo) dos atributos: el idealismo y la desilusión. ¿Cómo se refleja, tanto en su historia, como en sus proyectos, la tensión entre 1) el conocimiento, la planeación, la conceptualización, la capacidad técnica; y 2) la falta de atención, el poco interés de continuidad y la alternancia política que dejan los proyectos en “veremos”, engavetados o sin completar?

AE: Estas dos cuestiones se complementan. Carlos Contreras fue el primer profesional del urbanismo en nuestro país que contaba con las bases teóricas, metodológicas y técnicas para iniciar el movimiento de planificación que se propuso. En su momento se dieron las circunstancias para que fuera el gran líder, las cuales aprovechó de manera inteligente. La falta de atención fue posterior. Pero sus proyectos no fueron archivados ni los dejó sin completar, sino que fueron aprovechados, incluso la traza actual de la Ciudad de México heredó esas propues- tas. Al final, Carlos Contreras se sentía receloso: por un lado, logró la promulgación de leyes, la creación de dependencias e implantó un plano regulador —un diagrama noble y lógico— como herramienta para organizar y controlar la ciudad. Por el otro, muchas obras en las siguientes décadas se basaron en su Plano Regulador para el Distrito Federal. Estudio Preliminar (1932), sin que este hecho haya sido reconocido.

 

El cargo El nacimiento del urbanismo en una capital del siglo XX. Conversación con Alejandrina Escudero apareció primero en Arquine.

]]>
Realidad y ficción de las ciudades de 15 minutos https://arquine.com/realidad-y-ficcion-de-las-ciudades-de-15-minutos/ Tue, 25 Jun 2024 16:00:03 +0000 https://arquine.com/?p=91252 ¿Qué tan realizable es la idea de ciudades de 15 minutos? En este ensayo breve, se hace un balance de esa idea después de la pandemia de covid-19 y múltiples instrumentalizaciones de proyectos que han tratado de transformar las ciudades contemporáneas.

El cargo Realidad y ficción de las ciudades de 15 minutos apareció primero en Arquine.

]]>
Comencemos por afirmar que Carlos Moreno (Colombia, 1959), científico creador del concepto de la ciudad de los 15 minutos, tuvo el gran acierto de colocar la noción de proximidad urbana como punta de lanza para un cambio sistémico en la organización de las ciudades. Su idea llegó a tiempo: durante la pandemia de covid-19, el impacto global de esta emergencia sanitaria y algunas razones políticas llevaron a la entonces alcaldesa de París, Anne Hidalgo, a utilizar este concepto para promover la necesaria limitación de movilidad poblacional durante varios meses. Por cierto, la idea no es nueva. Ya entre 2007 y 2009 el gobierno de Australia proponía una forma de planificación urbana basada en la escala de barrio. [1]

A ojos de expertos urbanistas este plan y discurso político, que accionaba la restricción de movimiento, se atisbaba como un idílico y potente mensaje: los barrios podían ser la solución a muchas problemáticas urbanas, como la mejora efectiva de la movilidad, la activación de negocios locales, la reducción en la contaminación del aire y el diseño de nuevos programas para espacios públicos.

Hasta aquí llega lo maravilloso del concepto. Su objetivo: que toda la población pueda acceder a servicios básicos y de empleo en una distancia capaz de recorrerse en 15 minutos. La idea es muy loable, pero hay que ser realistas al considerar la capacidad para ubicar comercios, escuelas, consultorios, espacios públicos y fuentes de empleo cerca de todos los habitantes.

Moreno nunca ha explicado los aspectos técnicos de la planificación urbana en relación a esta idea. A muchos expertos que he consultado, y que apoyan la importancia de los barrios urbanos, les ha sorprendido un planteamiento de los 15 minutos basado, justamente, en la vida de barrio. Por desgracia, la realidad económica de este planteamiento apunta a que no funciona. Si bien la aspiración es notable, y en Europa hemos visto algunos intentos de aplicación de este modelo, el esfuerzo de los urbanistas por lograrlo puede llevar a exacerbar las ya preocupantes desigualdades económicas en las ciudades. El acceso y la comodidad, como política, serían un privilegio dentro de nuestras urbes, como lo vemos en barrios como la colonia Roma en Ciudad de México; Palermo, en Buenos Aires; o Vila Madalena, en São Paulo.

Barrio saludable, Bogotá, 2023. Secretaria de Movilidad.

La idea de Carlos Moreno se basa en un acercamiento sistémico al territorio urbano, [2] pero olvida que el funcionamiento de la economía está basado en una simple ley del mercado de costos de operación. Hay negocios y comercios que requieren de mucha gente para ser viables en lo económico: una cafetería requiere menos gente que una clínica o sanatorio para cubrir sus costos de operación. En lugares muy densos, la zona de captación de consumidores puede ser bastante pequeña, pero en distancias cortas se puede llegar a un gran número de clientes. Esto funciona para los cafecitos, hoteles chicos, etc. Todos ellos son servicios fáciles de montar y cuyos productos se consumen con frecuencia. Para este tipo de comercios, el radio puede ser menor. Pero algunos negocios tienen costes de establecimiento más elevados. Para este tipo de empresas, el número de clientes necesario para sobrevivir es mucho mayor. Esto se incrementa en ciudades de una densidad poblacional media, como la mayoría de las urbes en América Latina. Si se habla de empleo, el desafío es mucho mayor. Es casi imposible hacer efectivo y exitoso un modelo en el que las personas tengan su fuente de trabajo en su mismo barrio.

Un estudio reciente de Leah Brooks indica que no existen casos que demuestren que los cambios de usos de suelo para uso mixto sean una garantía de éxito para el aumento de las fuentes de empleo. Tal cambio puede ser efectivo en el caso de usos de suelo para la activación de fachadas, lo que hace más seguros a los barrios. Pero si, a largo plazo, los negocios cierran, la actividad disminuye, lo que los vuelve inseguros y hace que desaparezcan las fuentes de empleo.

La proximidad urbana tiene el potencial de convertirse en una nueva norma de planificación para nuestras ciudades. Sin embargo, no debemos olvidar la potente fuerza de la economía en tanto motor de las urbes. Incluso desde una perspectiva socialdemócrata, es necesario reconocer las fuerzas del mercado, como ya lo indicó el famoso exalcalde de Londres, Ken Livingston. A muchos urbanistas y arquitectos les seduce la idea de la planificación a escala de barrio, pero esta tiene sus limitaciones. Debemos encontrar la forma en que ese concepto consiga hacer sinergias con el amplio efecto económico de la ciudad misma y que no se vuelva una herramienta de segregación.

Referencias

[1] Western Australian Planning Commission (enero de 2009), “Liveable Neighbourhoods. A Western Australian Government Sustainable Cities Iniciative”. Disponible en: https://www.wa.gov.au/system/files/2021-05/FUT_LN_Liveable_Neighbourhoods_update_02.pdf

[2] “The 15-minute city” (25 de enero de 2021). TED Talk de Carlos Moreno sobre la idea de ciudades de 15 minutos. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=TQ2f4sJVXAI.

[3] Leah Brooks (enero de 2024)  “Retail on the Ground and on the Books: Vacancies and the (mis)Match between Retail Activity and Regulated Land Uses”, George Washington University. Artículo disponible en: https://www.leahbrooks.org/leahweb/papers/20240202_japa_draft_submitted.pdf

El cargo Realidad y ficción de las ciudades de 15 minutos apareció primero en Arquine.

]]>
Entender la crisis de la vivienda desde el derecho y la arquitectura. Una conversación con Carla Scoffié https://arquine.com/entender-la-crisis-de-la-vivienda-desde-el-derecho-y-la-arquitectura-una-conversacion-con-carla-scoffie/ Wed, 05 Jun 2024 18:53:44 +0000 https://arquine.com/?p=90755 Carla Scoffié es abogada y maestra en derechos humanos y democratizació, y se ha enfocado en las problemáticas de vivienda y de ciudad. El año pasado publicó País sin techo. Ciudades, historias y luchas sobre la vivienda (Grijalbo, 2023), un libro dirigido al público en general en el que discute esta crisis desde una perspectiva interdisciplinaria.

El cargo Entender la crisis de la vivienda desde el derecho y la arquitectura. Una conversación con Carla Scoffié apareció primero en Arquine.

]]>
Carla Scoffié es abogada y maestra en derechos humanos y democratización, con experiencia en temáticas sobre derechos de los pueblos indígenas, población LGBT+, medioambiente, no discriminación y género. De manera particular, se ha enfocado en las problemáticas de vivienda y de ciudad. Por medio de una intensa actividad académica y en tribunas en diversos medios, se ha convertido en una de las líderes de opinión sobre el problema de la vivienda en México. El año pasado publicó País sin techo. Ciudades, historias y luchas sobre la vivienda (Grijalbo, 2023), un libro dirigido al público en general en el que discute esta crisis desde una perspectiva interdisciplinaria. En su esfuerzo por hacer de carácter público el derecho a la vivienda y sus particulares dinámicas jurídicas, este libro propone entender las necesidades locales para plantear soluciones a un problema a escala global.

Tu libro tiene una fuerte fundamentación jurídica. ¿Cómo ha sido recibido por arquitectos y urbanistas?

—Me ha llamado la atención y me halagado mucho que gran parte de los lectores que está teniendo el libro son arquitectos y urbanistas. Las presentaciones del libro que he realizado, en universidades (excluyendo ferias del libro), podría decir que han sido, por decir un porcentaje, en un 98-99 por ciento de las veces en facultades de urbanismo, arquitectura y similares, y no en facultades de derecho. Creo que esto es justamente porque, tanto los arquitectos como los urbanistas, trabajan con el derecho y dependen de él para poder hacer lo que planean. Muchas veces el derecho es incluso un obstáculo, uno que no se comprende, porque el derecho está construido para que la gente que no es abogada no lo entienda. Y eso me parece un tema que hay que tratar, y hay que tratar de hacer esos puentes entre disciplinas, justamente porque también el derecho comparte con la medicina este carácter de ser muy oscura y, al mismo tiempo, de algo que nos afecta de manera directa. Cuando tienes una enfermedad, sabes que algo está mal, sabes que algo te está pasando, pero no entiendes por qué, no entiendes qué es lo que ocurre, pero el médico sí, y muchas veces no te lo externa. Pasa lo mismo con el derecho, con arquitectos y urbanistas: hay veces que las cosas no salen, no se pueden o son de una forma que no permite trabajar y queda la duda de cómo funciona: no se entiende por qué tal autoridad hace esto, no entiendo por qué la norma está planteada de esta forma. De alguna manera, en el libro yo buscaba generar, al menos, un pequeño espacio que puede iniciar ese diálogo entre disciplinas.

 

Esto que dices, acerca de cómo el lenguaje del derecho está diseñado para que la gente de a pie no lo entienda, también se podría decir de la arquitectura. ¿Consideras que en esta disciplina sucede algo similar?

—De hecho, algo que me ha llamado la atención, y es una reflexión que he tenido en los últimos años, es que la arquitectura, el urbanismo y el derecho no están tan alejados como parece. Al final del día, la arquitectura, el urbanismo y el derecho definen qué es lo que se puede hacer en una sociedad, qué es lo que no se puede, cómo deben ser los espacios, cómo no pueden ser los espacios. Y en esa interacción, que tiene que ver con lo permitido y lo prohibido, llámese una forma de construcción, un trazado urbano, una ley de programa de desarrollo urbano (PDU), siempre se genera este efecto de oscuridad, de preguntarse por qué las cosas están cómo están. Y creo que también, en ese sentido, tanto arquitectos y urbanistas, como abogados, le debemos a la sociedad ese trabajo para, de verdad, transparentar por qué las cosas son como son. Incluso, de esa comunicación puede depender que la sociedad nos indique en dónde deberíamos cuestionarnos nuestra propia labor, y dónde replantearnos la forma en la que hacemos las cosas.

 

¿Hay alguna manera de que este conocimiento del derecho se pueda divulgar? ¿Qué consideras necesario para que los ciudadanos puedan acceder a este tipo de discusiones?

—Hay muchos problemas históricos: el derecho se hace para que no sea entendido por parte de la gente, y esto no es únicamente una crítica al aire, sino que, incluso en muchos momentos históricos, hubo una decisión de hacer que el derecho operara de cierta forma para que, justamente, sólo una élite pudiera conocerlo. Por ejemplo, el tema del uso del latín como lengua de la profesión, que lo fue durante mucho tiempo. Creo que los abogados y abogadas debemos replantearnos nuestro papel y entender que el hecho de que conozcamos cómo funciona el sistema jurídico no nos da el derecho a tener el monopolio de decidir cómo van a ser las cosas, sino que nos mueve la responsabilidad de cómo transparentarlas y comunicarlas. A mí me parece que en muchas reflexiones sobre arquitectura y urbanismo hay toda una serie de reflexiones, discusiones y análisis que se hacen en esas disciplinas, que luego, al momento de ya hacer una ley, de ya hacer un reglamento, de hacer un tipo de norma relacionado con arquitectura y urbanismo, se ve transformado por parte de los abogados, quienes los modifican y acotan. Y, muchas veces, ni siquiera se transparenta el porqué, o cuáles serían las razones para hacer esas modificaciones. O bien, se hace sin buscar la forma de conciliar las necesidades de ambas disciplinas: conciliar cómo tendría que ser una norma y cómo interactúa con el resto del sistema jurídico; y, al mismo tiempo, cómo esa norma va a impactar en la forma de construir los espacios en los que se vive la ciudad. 

 

—¿Cuáles dirías que son las nociones básicas que un habitante de la ciudad debería aprender para mejorar su comprensión de las dinámicas de la vivienda desde un aspecto jurídico?

—Un punto que a mí me parece indispensable y que, de hecho, se aborda en el libro, sobre todo en la primera parte, es qué es el derecho a la vivienda. Y también qué es el derecho a la ciudad, que también se aborda posteriormente. Puede parecer algo obvio y demasiado básico. De hecho, hasta pareciera una discusión ociosa o meramente teórica. Pero la verdad es que no: sostengo que la forma en la cual entendemos la vivienda va a determinar cómo discutimos esa problemática y, por lo tanto, cuáles son las soluciones que planteamos, o cuáles son los caminos que alcanzamos a ver como soluciones. Creo que mucha de la discusión en México ha sido obstaculizada porque muchas veces hay confusión sobre lo que entendemos por vivienda: si es sólo la vivienda en propiedad; o si es la vivienda de arrendamiento; si la vivienda es la estructura arquitectónica o es algo más allá de ella; si abarca sólo la vivienda temporal o permanente, entre otras discusiones. Y lo mismo pasa con el tema del derecho a la ciudad, que ahora se menciona mucho, pero, al mismo tiempo, no nos detenemos a preguntar qué estamos entendiendo de verdad por derecho a la ciudad. Y no sólo en puntos que ya habremos escuchado, como la igualdad desde la perspectiva de género y medioambiente, sino qué implica en cuestión de exigencias al Estado, qué es lo que se esperaría que haga el Estado o el sector privado frente al derecho a la ciudad. Hacernos esas preguntas y replantearnos qué entendemos por vivienda, qué entendemos por ciudad, es, para mí, el punto de partida antes que cualquier otro tipo de discusión que podamos tener.

 

En ese sentido, tu libro hace un gran trabajo para dar a conocer estos derechos. Como dices, cuando no se nombra un derecho, permanece invisible.

Uno de los objetivos que tenía con el libro era aportar un texto que pudiera funcionar como detonador de la discusión. No porque antes no hubiera un debate sobre la vivienda: estas discusiones llevan más de un siglo, al menos desde una lógica contemporánea. Por eso propongo una perspectiva interdisciplinaria, que no sea sólo gremial, es decir, sólo de arquitectos encerrados en la facultad hablando de ello, como sucede cuando los abogados en una facultad hablan de normas. Es una discusión interdisciplinaria, transdisciplinaria y, sobre todo, con una vocación pública.

 

¿Qué tanta responsabilidad tienen los arquitectos en la actual crisis de vivienda?

—Al ser un tema de este tamaño, nos involucra a todos y todas, pero es un hecho que también los arquitectos tienen un papel fundamental, porque, por un lado, tienes que conciliar factores que muchas veces están fuera de tus manos: como puede ser el precio de los materiales o el espacio, con los elementos que una vivienda debería seguir en términos de habitabilidad, en términos de espacio, etcétera. Eso también debería llevar a que las discusiones sobre arquitectura no sólo partan desde un terreno ya dado sobre el cual hay que construir, sino también a discutir las condiciones con las cuales los arquitectos pueden trabajar mejor. Hablar de arquitectura también es hablar, por ejemplo, de bancos de suelo, de cómo hacer para que haya realmente disponibilidad de espacio y que en las ciudades haya una priorización del suelo para que esas viviendas puedan diseñarse con las condiciones que requieren y haciendo, al mismo tiempo, un balance entre costos y necesidades humanas. Hay una responsabilidad, primero, de no entender la arquitectura sólo como el diseño de una casa, sino como el diseño de un espacio que está en interacción con todos los demás. Y, por lo tanto, hay que entender también que las discusiones de arquitectura son discusiones públicas sobre las condiciones que el Estado y la ciudad les dejan a los arquitectos para poder hacer su trabajo.

 

A pesar de la lentitud de una disciplina como la arquitectura, también hay una exigencia de actualidad e innovación. Ahora se habla mucho de megaproyectos, inteligencia artificial, de Airbnb o las startups. ¿Estas innovaciones tecnológicas pueden ayudar a visibilizar o plantear soluciones al problema de la vivienda?

—Como se ha dicho en otras ocasiones, las tecnologías no son buenas ni malas, sino que dependen de para qué y cómo se utilicen. Yo considero que, en la actualidad, la planeación urbana puede apoyarse mucho de estas tecnologías, sobre todo con el tema de generación de datos, que es la información de cómo se comporta una ciudad. Eso tiene un impacto en cómo entendemos el diseño de las viviendas, los espacios que habitamos, tanto en espacios públicos como privados y, en ese sentido, hay que generar una discusión en la cual esas tecnologías puedan apoyar a, por ejemplo, realizar diagnósticos, conocer mejor la realidad y lo que está a nuestro alrededor. No obstante, tampoco hay que creer que van a ser la panacea y van reemplazar los trabajos que ya se hacen. Por ejemplo, la inteligencia artificial, que puede ser muy benéfica para procesar datos y ayudarnos a revisar información, no es una tecnología que sea capaz de innovar; se olvida con frecuencia que una inteligencia artificial va a producir con base en información ya existente, no va a innovar y, conforme más se usa, la inteligencia artificial también está el riesgo de que se termine autovalidando a sí misma, de tal manera que genera soluciones muy homogéneas que no encajan en una realidad compleja, dinámica, como son las ciudades.

 

Tu libro entiende el problema de la vivienda desde contextos locales. Los capítulos, precisamente, se dedican a ciudades en particular: Mérida, Campeche, Ciudad de México, San Luis Potosí, Nuevo León. ¿Consideras que, más que una solución unitaria, se deberían buscar respuestas locales para el problema de la vivienda?

—Totalmente. Yo parto de una visión muy descentralizada, muy desde lo local. Uno de los problemas de los estados en México es que están, de alguna manera, diseñados de arriba para abajo. De alguna manera, a pesar de que la Constitución plantea que los municipios son la base del desarrollo territorial, ocurre una construcción y una ejecución de las políticas públicas que va de arriba para abajo, cuando tendría que partir de discusiones locales. En ese sentido creo que, salvo algunas excepciones, es complicado plantear soluciones a nivel nacional, sobre todo en un país tan diverso como el nuestro. Ya no hablemos de geografía, de cultura o problemáticas sociales, sino de dinámicas urbanas y necesidades de vivienda. No es lo mismo la discusión que está teniendo un arquitecto en Tijuana a la de uno que está viviendo en Mérida o Oaxaca. Las condiciones en las cuales se trabaja, se piensa la ciudad, se atienden las necesidades y se plantean las discusiones urbanas en distintos lugares son diferentes. Yo creo que estas discusiones tienen que ser de abajo para arriba, tienen que partir de lo local, sin que eso vaya en detrimento de que podamos escuchar las experiencias de otros lugares que, de hecho, yo creo que eso es necesario: aprender cómo han sido las discusiones de otros países, para que, sobre eso, volvamos a ver lo local, volvamos a ver lo que nos rodea y sacar conclusiones, propuestas e iniciativas. Algo que a mí me ha apasionado mucho en los últimos años y que fue algo muy accidental, que se fue dando poco a poco, fue la posibilidad de conocer distintos contextos y procesos que se dan en varias ciudades del país, justamente porque me ha tocado acompañar casos judiciales que tienen que ver con vivienda y ciudad en varios estados. Pero, al final del día, toda esa información es para volver a tu ciudad, a tu barrio, y preguntarte qué de esto me sirve para entender y hacerme las preguntas correctas en mi entorno.

 

—Antes de que se publicara este libro, ya formabas parte de un movimiento para visibilizar y repolitizar el problema de la vivienda a lo largo del país. ¿Cómo ha sido tu experiencia política en manifestaciones, conversatorios?

Tengo la fortuna de haber podido trabajar este tema, tanto desde la política como desde el activismo, la incidencia, la academia y la consultoría. Lo que sí creo, y lo que he aprendido de todo esto, es que esos tres mundos parecieran estar separados, pero realmente son necesarios para entenderse de manera mutua. Así como hay que participar en una marcha, también hay que participar en ciertos espacios liderados por autoridades o el sector privado, para entender cuáles son las discusiones, cómo se está entendiendo del otro lado, en cuáles podría haber otros aspectos por considerar y, por supuesto, también en la academia. La academia y la práctica —sea política, de trabajo o consultoría— se retroalimentan, no es que la teoría sea algo en el éter que no tiene efectos prácticos.

 

—¿Cuál consideras que es el principal obstáculo que ha evitado la consolidación de un movimiento contra la injusticia inmobiliaria y de vivienda en nuestro país?

Yo creo que sí hay un movimiento, hay una insistencia. De hecho, algo que me ha llamado la atención es que incluso es más común, cada vez, que medios de comunicación o políticos hablen de vivienda y ciudad. No es que antes no se hablara de esto, pero sí me parece que en los últimos años ha habido un aumento en las referencias y las discusiones cada vez se hacen más públicas. Temas como la gentrificación en distintas ciudades o el tema de los nómadas digitales o Airbnb son coyunturas que han hecho que la gente hable más del tema, se familiarice más con hablar de vivienda y ciudad. Me parece que sí está sucediendo esa conversación, de alguna manera. Pero, lo que pasa también es que, por lo general, cuando pensamos en movimientos políticos en México, pensamos en movimientos articulados a nivel nacional. ¿Por qué? Porque así lo hemos visto con otras movilizaciones como el movimiento feminista, LGBT y por ciertos derechos laborales. En este caso, lo que ocurre es que, como la vivienda y lo inmobiliario son dinámicas muy urbanas, esto hace que dichas discusiones no tomen el mismo camino, el mismo rumbo, el mismo lenguaje. Y no creo que sea posible, y ni siquiera diría que necesario o deseable, pensar que tenga que ser algo homogéneo y coordinado a nivel nacional. Cuando vemos, por ejemplo, las discusiones que se están dando en Ciudad de México, estas giran mucho en torno a los nómadas digitales y Airbnb; pero si vemos las discusiones que se están dando en Guadalajara, allá están hablando más sobre los precios de las rentas en el centro de su ciudad; cuando hablamos de Tijuana, vemos que lo más preocupante es la dolarización, tanto de la construcción como de la renta; y, cuando hablamos de la vivienda y la ciudad en Monterrey, las discusiones pasan a estar muy relacionadas con el medioambiente y los servicios, el derecho a la vivienda y el acceso al agua. Sí, existe una discusión a nivel nacional, pero por ser dinámicas muy cercanas, muy locales, las discusiones y procesos políticos van a ser locales en ese aspecto. Creo que también hacen falta más espacios en los que se pueda discutir eso e, insisto, creo que la clave está en cómo hacemos que estas discusiones no sean sólo gremiales, sino que realmente sean públicas.

El cargo Entender la crisis de la vivienda desde el derecho y la arquitectura. Una conversación con Carla Scoffié apareció primero en Arquine.

]]>
Barcelona longitudinal: ejes verdes y supermanzanas https://arquine.com/barcelona-longitudinal-ejes-verdes-y-supermanzanas/ Tue, 02 Apr 2024 16:16:49 +0000 https://arquine.com/?p=88873 Las superislas, el proyecto urbano que busca recuperar algo del espacio que a lo largo del siglo pasado fue tomado para el automóvil, retomando y reforzando algunas características del plan que ideó Ildefonso Cerdà a mediados del siglo XIX, muestran lo difícil que es lograr un equilibrio entre la vida de la gente una economía que busque crecimiento eterno.

El cargo Barcelona longitudinal: ejes verdes y supermanzanas apareció primero en Arquine.

]]>
El modo más cómodo de conocer una ciudad es averiguar cómo se trabaja en ella, cómo se ama y cómo se muere.

La Peste, Albert Camus

Llegué a Barcelona en 2008 para hacer estudios de posgrado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura. En ese entonces poco sabía, o prácticamente nada, de la crisis económica que había empezado ese mismo año. Poco a poco, el goteo de arquitectos que emigraban, y loa despachos que cerraban, iban vaciando una ciudad que en otros tiempos bullía de actividad y en la que era muy fácil encontrar trabajo como arquitecto. Los años siguientes, en los que la esperanza de poder trabajar fue nula, hicieron que me dedicase a mis estudios y a vivir y disfrutar de la ciudad.

Ya entonces el centro de la ciudad había sido tomado por los turistas. Las Ramblas habían dejado de ser el lugar de encuentro y paseo al que todos los barceloneses iban y se habían convertido en un centro comercial al aire libre para los visitantes: tiendas de souvenirs, hoteles, discotecas, bares, restaurantes —todo, o casi todo, dedicados al turismo.

Las ramblas son antiguas escorrentías de agua —siempre van en dirección montaña-mar— que adquirieron una nomenclatura y sección tipo a nivel urbano, en el que el paseo central adquiere unas dimensiones considerables, relegando el tráfico rodado a los lados. Este paseo se convirtió en un espacio capaz de albergar arbolado, lámparas, fuentes, bancos y diferentes usos (kioscos en los que se venden flores, diarios, helados, entradas para ver el fútbol y, en su momento, incluso animales; además de ferias temporales, caricaturistas, estatuas humanas, terrazas de restaurantes, etcétera). 

Hay muchas ramblas en Barcelona, las más famosas, y las primeras, son las que conectan la Plaza de Cataluña con el mar. Antiguamente funcionaban como límite junto con la segunda muralla, luego pasarían a ser una rótula entre la ciudad antigua y el nuevo barrio que nacería gracias a la expansión de la ciudad, lo que ahora se conoce como el Raval, y que en su momento conformaría la última ciudad amurallada.

En la segunda mitad del siglo XIX se empezó a ejecutar el plan Cerdá. Barcelona debía crecer y sus murallas tenían que ser derribadas para dar paso a nuevas infraestructuras y vivienda. El centro, asolado por continuas enfermedades, sucio, denso y oscuro, debía ser saneado; la ciudad necesitaba espacio y luz: la ciudad se “higienizaba”. Este plan fue polémico desde el principio porque se impuso desde el gobierno central, y recibió el favor por encima de la propuesta ganadora de un concurso promovido por el mismo Ayuntamiento de Barcelona. El plan ganador, proyectado por Antonio Rovira i Trías y de carácter radial, nunca sería ejecutado.

 

El plan Cerdá pretendía cubrir el territorio con una malla compuesta por calles de 20 metros de ancho y manzanas cuadradas y achaflanadas de 113 metros de largo, como propuesta general, que se adaptaría a diferentes casuísticas. Esta malla uniría los diferentes poblados esparcidos por los alrededores de la ciudad, como la Villa de Gracia o las Corts. Una de las grandes aspiraciones conceptuales que se ven representadas en esta malla es una pretendida “cuadrícula igualitaria”, debido a la filosofía proletaria practicada por Cerdá, que fue rápidamente desvirtuada por intereses económicos desde el primer momento. Este plan ya contemplaba la jerarquización de todas las calles, la trama igualitaria fue más bien una base sobre la que se distribuiría e intentaría homogeneizar la ciudad.

El plan nunca fue respetado en su totalidad: el interior de las manzanas había sido concebido como un espacio verde, pero fue ocupado desde el primer momento y las manzanas, en un principio proyectadas con apertura por dos de sus lados, terminaron cerrándose. Uno de los puntos neurálgicos del diseño, la Plaza de las Glorias Catalanas, tenía la voluntad de ser un pivote sobre el que se articulaba toda esta trama. El nombre no era baladí y tenía la aspiración de ser el centro de la ciudad. Con los años, esta plaza ha sido uno de los espacios urbanos de la ciudad que ha sido más difícil de resolver. La fuerza gravitacional de la Plaza de Cataluña nunca pudo ser reemplazada como centro, convirtiéndose en un elemento que hizo crecer de manera desigual la ciudad con respecto al plan de Cerdá.

 

El germen de las supermanzanas y los ejes verdes

Con el paso del tiempo la ciudad ha ido atomizándose. Si bien es cierto que la trama Cerdá ayudó a generar una ciudad relativamente igualitaria en cuanto a aspectos meramente físicos, las características geográficas, sociales y económicas de cada barrio han ido enriqueciéndola. Esta trama se encontró con otras de marcadas características. La Villa de Gracia nada tenía que ver con la primera y, orgullosa de esta diferencia, remarcó su estatus de villa y se transformó en una gran isla dentro de Barcelona. Con el paso del tiempo y la toma de conciencia de los problemas que acarrea el uso del automóvil, la Villa de Gracia pasó a ser la segunda gran supermanzana creada, probablemente, sin una conciencia de ciudad integral.

La primera gran supermanzana es lo que se conoce como Ciutat Vella, constituida por los tres barrios que estaban dentro de la última muralla: el barrio Gótico, el Born/la Rivera y el Raval. Al igual que la Villa de Gracia, gracias al entramado urbano de “plato roto”, denso y aparentemente rígido, este ha sido capaz de mantenerse casi inmune al uso del coche, gracias también al ancho de sus calles y a lo intrincadas que son, y a la prohibición de su utilización en casi todas sus calles en los años 80.

Barcelona se ha caracterizado desde hace décadas por apostar por operaciones urbanas que han cambiado la manera de vivir la ciudad, más allá del plan de Cerdá. Hay muchos ejemplos, desde la Exposición Universal de 1888, pasando por la Exposición Internacional de 1929 —en las que en ambas se ganan espacios militares para convertirlos en los grandes espacios verdes actuales de la ciudad—, la transformación de todo el frente marítimo de la Barceloneta, seguido luego por todas las operaciones que se llevaron a cabo para los Juegos Olímpicos de 1992 y, más recientemente, la prolongación de la avenida Diagonal, que remata con todo el recinto del Fórum de las Culturas del 2004, y la zona del Distrito 22@.

Los nuevos ejes verdes son quizás una de las operaciones más inteligentes, precisas y que menos impacto ha generado en cuanto al trauma que pueden causar ciertas operaciones urbanísticas, pero que en cambio han dado mucho más. Lo más visible y que más abandera esta operación es la práctica eliminación del tráfico rodado en estos ejes (sólo se permite acceder a ellos para carga y descarga, y para permitir el acceso a vecinos, todo a una velocidad reducida), y la conversión de estos en espacios públicos. No sólo las calles han sido transformadas: donde antes veíamos un cruce ahora vemos plazas, con jardines y bancos.

Pero si hablamos de cómo vivimos la ciudad, lo que han hecho los ejes verdes es darle la vuelta a la manera en cómo se pasea en la ciudad. Barcelona, hasta la irrupción de los ejes verdes, se recorría de una manera casi poética: los paseos se hacían en dirección montaña-mar, por gravedad, como el agua, como las escorrentías que terminaron convirtiéndose en las ramblas. La gente de Barcelona desembocaba, y sigue desembocando, en el mar. El Mediterráneo es un imán que atrae a las personas, los acerca al límite para detenerlos ahí, para contemplar. En cambio, en el sentido paralelo a la costa, entre los ríos Llobregat y Besòs, Barcelona tenía una predominancia de tráfico rodado, utilitaria, para atravesar la ciudad y conectar de manera transversal con el resto de la urbe.

Con los nuevos ejes verdes se acentúa esa trama “igualitaria” de Cerdá, en el sentido que la calle Consell de Cent (intervención proyectada por Cierto Estudio, y único eje ejecutado de momento), el eje verde longitudinal —paralelo a la costa— se ha convertido en una nueva rambla desde el punto de vista de cómo se usa. Si hoy en día las famosas Ramblas que parten la ciudad vieja están destinadas, y son visitadas mayoritariamente por turistas, la calle Consell de Cent ha venido a reemplazar este paseo para los vecinos de la ciudad. Ahora la ciudad también se recorre a pie en sentido Llobregat-Besòs. Esta calle se ha convertido en un eje no sólo verde, sino también comercial, y en uno muy importante gracias a la creación de nuevas plazas ahí donde antes había intersecciones de calles.

En términos reales, según un estudio elaborado por la Agencia de Salud Pública de Barcelona, en algunos ejes verdes se ha llegado a reducir contaminantes atmosféricos hasta en un 25%; además de otros aspectos más cualitativos, como el aumento de la seguridad y reducción del ruido. Pero no todo es positivo en estas operaciones. En la actualidad hay un grave problema de movilidad urbana, principalmente porque esta cuestión se trata desde un ámbito de ciudad, cuando la escala corresponde más a un ámbito metropolitano. Es decir, la gente que circula en coche por la ciudad, en gran parte viene de fuera o va hacia afuera, pero las competencias de actuación del Ayuntamiento no abarcan estos límites y las instituciones encargadas de resolver estos problemas no los están enfrentando. 



Otro de los aspectos negativos que probablemente veremos, y que ya empezamos a ver, es la subida de precios en estos espacios pacificados. Este es el gran dilema de la ciudad: mejorar y volverse más cara (gracias al libre mercado) o quedarse como está y estancar la calidad de vida de sus ciudadanos. Sin un plan de usos previos y una buena política de vivienda estaremos observando la continuación de procesos de gentrificación que ya existían en algunos de estos barrios.

En Sant Antoni, uno de los barrios donde se implementó parte del programa de superillas, se empieza a ver desde hace años cómo la gente local es expulsada de sus hogares debido a la presión inmobiliaria y al creciente atractivo internacional que tiene Barcelona, que busca atraer talento profesional para mejorar la competitividad. Basta ponerse en el lugar del otro para contrarrestar el argumento inmediato de la ley del más fuerte. No todo puede valer para conseguir una ciudad más “atractiva”.

 

 

Por el momento, y de manera paradójica, Barcelona tiene un gobierno municipal supuestamente socialista que ha empezado por frenar operaciones aprobadas en presupuestos participativos y votados por una gran cantidad de vecinos para pacificar más calles. Al parecer, es difícil encontrar la manera de equilibrar la calidad de vida de la gente que vive en la ciudad con la economía que los empresarios quieren, aunque está claro que el eterno crecimiento económico tiene un límite que todos estamos viendo. La discusión sobre la descarbonización aparentemente ha pasado a un segundo plano y la idea de ciudad de este nuevo mandato queda poco clara, o inexistente en la práctica.

Esperemos que, en el futuro, se pueda conocer Barcelona más por las maneras de recorrerla, que por cómo se muere en ella.

El cargo Barcelona longitudinal: ejes verdes y supermanzanas apareció primero en Arquine.

]]>
[otras] maneras de ser simultáneo https://arquine.com/otras-maneras-de-ser-simultaneo/ Fri, 22 Mar 2024 17:26:50 +0000 https://arquine.com/?p=88678 El proyecto '[otras] maneras de ocupar el espacio público', del despacho queretano dérive lab, es una alternativa perceptual para descentrar los sentidos y la habitabilidad de las ciudades. Aquí un paseo por su más reciente versión, exhibida en la Torre del Reloj de Polanco.

El cargo [otras] maneras de ser simultáneo apareció primero en Arquine.

]]>
Esto sucedió un domingo de camino a la Torre del Reloj, que está en el costado poniente del Parque Lincoln (Polanco, Ciudad de México): primero, la salida del metro Auditorio convertida en estacionamiento de bicicletas | avenida Reforma cerrada para que más ciclistas y gente sobre ruedas pueda circular por esa vialidad | la voz de una candidata presidencial ocupando el Auditorio Nacional por medio de las bocinas de sus simpatizantes y organizadores de campaña | un pepenador que carga con una enorme bolsa negra frente a una casa porfiriana | un estanque convertido en pista de carreras para barcos en miniatura | un guitarrista sentado en una jardinera que canta canciones de José José y de cuyo instrumento, en el mástil, cuelgan unos títeres de cuerda | durante todo el camino, gente que trae paraguas para afrontar el sol de febrero, como si fuera esto una primavera adelantada | 

Esta colección de fragmentos, ninguno cronológico (aunque la palabra escrita dé esa sensación), algunos de ellos atravesados por la memoria de un buen día de fin de semana (que quizá coloca sobre ellos un filtro demasiado luminoso), se inspiró en [otras] maneras de ocupar el espacio público, proyecto que Ximena Ocampo ha desarrollado, tanto de manera individual como con el apoyo del equipo de dérive lab (Francisco Paillie, Jesús Ocampo, Jesús Méndez, Sofía Ávila, Woroud Ahdali, Angelica García y Sophie Zurhaar; así como Wendy Sánchez y Karla Velarde), despacho arquitectónico queretano con una práctica, sobre todo, investigativa y teórica sobre el urbanismo. 

[otras] maneras ha cosechado varias exhibiciones en recintos como el Museo de San Ildefonso (Ciudad de México), la XII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (Ciudad de México) y Pabellón, en la Universidad de los Andes (Bogotá). En su paso por la galería de la Torre del Reloj, entre febrero y marzo de 2024, esta muestra itinerante y adaptable era, a primera vista, un conjunto pequeño de fotos, renders, fichas y escritos teóricos. Quepa mencionar que la propia torre, haciendo causa con el espíritu de este ejercicio, fue en su momento un palomar y ahora es un centro cultural en ciernes que busca la participación de los visitantes y, quizá, quienes habitan esta zona de Polanco. 

No es, sin embargo, una exposición de artes plásticas, sino el resultado de un estudio de alcance nacional que recogió datos e imágenes de cientos de personas en el proceso de adaptar y adaptarse al espacio público: ya fuera habitándolo de maneras peculiares, utilizando equipamientos de maneras innovadoras o transgrediendo las ideas y fronteras entre el espacio público y el privado (la tensión fundamental de la ciudad contemporánea). Entre las ciudades que sirven de escenario y entorno para estas prácticas se encuentran Mérida (Yucatán); Monterrey (Nuevo León); Ciudad de México; Tulum y Playa del Carmen(Quintana Roo); Villahermosa (Tabasco); Ciudad Valles (San Luis Potosí); Cosamaloapan, Minatitlán y Orizaba (Veracruz); o Ciudad Juárez (Chihuahua). Una segunda parte, todavía por embarnecer, era la que correspondía al viaje de Ocampo por Hong Kong, viaje que reveló, mediante el método del proyecto, menos una clase de exotismo que la adaptabilidad y resiliencia humanas incluso en una urbe tecnocapitalista. Recorridas en 2020, la muestra fotográfica es también un testimonio dela pandemia: multitudes con cubrebocas y nuevos vínculos con un espacio abierto convertido, como nunca, en zona de hostilidades. 

Ocampo generó unas categorías maestras —tipo de ocupación, atributos físicos (de los habitantes), espacio, temporalidad, objetos, actividad, ubicación geográfica, permanencia, agente— para dar cuenta de la diversidad de prácticas en la vida pública, el entorno construido y el uso de objetos cotidianos. Además de casi mil fotos, hay adaptaciones de algunas de esas postales en dibujos (hechos en AutoCAD) que muestran personas que —como dice el título de la muestra— ocupan el espacio de distintas maneras: un hombre que carga una torre de madera en la que están los pájaros que vende | otra torre, de algodón de azúcar, de un vendedor ambulante | gente que baila zumba bajo un edificio declarado indeseable (el museo elevado de Villahermosa) | cimbras en las que han tomado lugar los bártulos de pintores | bancas de parque convertidas en tableros para juegos de mesa | un señor que lee entre las columnas de un enorme monumento en Tulum | 

Como se decía más arriba, [otras] maneras de ocupar el espacio público no es de manera estricta una muestra fotográfica (centrada en cualidades estéticas o en busca de crear o subvertir un lenguaje), sino un ejercicio perceptivo que busca descentrar la mirada. La pieza central, tanto literal como proyectualmente, es un fichero que organiza cada uno de estos encuentros y que, para fortuna de quienes quedamos prendidos de este procedimiento documental, puede encontrarse en su versión íntegra en el sitio web de la exposición como un archivo digital. El repositorio es colaborativo, por lo que es posible contribuir a su crecimiento por medio de la misma página, que además tiene su propio feed de instagram. 

En conservación con la expositora, y su compañero de despacho, Francisco Paillié, pude enterarme de que la reacción del público ha sido variada. Entre académicos y profesionales del urbanismo y la arquitectura, ha habido quienes consideran que este tipo de ocupaciones inesperadas (que incluyen desde gente que duerme hasta que vende cosas aprovechando las características de equipamientos que van de aceras, escaleras, bardas, gradas) puede llegar a ser irrespetuosa.

En ese sentido, la premisa perceptual es de gran importancia: el acercamiento a los edificios nunca es celebratorio, estos aparecen siempre en escorzos o por partes; lo que está en el centro son quienes los habitan (que incluyen seres humanos y no humanos, como un perro que sólo está observando a la gente por la calle), algunos recurrentes, otros incidentales, muchos de ellos incluso subversivos en su manera de interpretar el espacio.

Los dibujos que aíslan cada una de esas acciones revelan, por una lado, la condición extravagante de toda actividad pública: no hay humanitos derechitos, uniformes o de un solo fenotipo como los quisieran los renders, sino una gran diversidad humana que incluye posiciones extrañas, vestimentas que no se esperaban para tal lugar, herramientas y, por supuesto, añadidos que terminan por convertir el espacio público en un lugar aleatorio, pero con un orden inescrutable para la domesticación del ser urbano, y sus permanentes negociaciones formales e informales entre lo público y lo privado. 

Enumeradas así, como lo hacía al principio, pensar en la infinitud de acciones y personas parece acercarse a la simultaneidad, y a la posibilidad de quitarse el impulso de domesticar la experiencia urbana. Domesticar entendido aquí como volver a meter en la casa, al encierro, lo que todo el tiempo está mutando. Sin embargo, la ilusión de que es posible captar todo en todas partes al mismo tiempo pronto se desvanece: la mirada tiende a acostumbrarse de nuevo a la rigidez y a la predictibilidad, esa otra gran ilusión. Pero, mediante un simple ejercicio queda el sentir de que uno vio, en lo cotidiano, lo extraordinario. 

La más reciente iteración de [otras] maneras de ocupar el espacio público se exhibió en las plantas baja y alta de la Galería Torre del Reloj (entre el 8 de febrero y 3 de marzo), en cooperación con la alcaldía de Miguel Hidalgo.

El cargo [otras] maneras de ser simultáneo apareció primero en Arquine.

]]>
Narcópolis https://arquine.com/narcopolis/ Wed, 31 Jan 2024 21:40:49 +0000 https://arquine.com/?p=87310 Con el auge del crimen organizado como gestor de las ciudades mexicanas, ¿por qué los planes y programas urbanísticos no alcanzan para rescatar las ciudades de la violencia? 

El cargo Narcópolis apareció primero en Arquine.

]]>

Better design will not save us from ourselves.

Wade Graham (1)

Hace poco se viralizó en las redes un video en el que un grupo de mujeres indígenas de la comunidad wixárika (o huichol), en Jalisco, solicitaban la ayuda al líder de un cartel para controlar la violencia que mantiene asolados a los habitantes de esa región. Numerosos reportes en Chiapas, Estado de México y Tabasco señalan que locatarios de mercados públicos han tenido que cerrar por las amenazas recibidas si no llegan a cubrir las cuotas solicitadas para ejercer el comercio. Una balacera en la alcaldía Iztacalco de la Ciudad de México (CDMX), que tuvo un saldo de dos muertos y varios heridos, pone en evidencia la extorsión a la que están sujetos los vendedores callejeros de la zona. Podría seguir enumerando hechos similares en diversas ciudades o regiones, pero sería reiterativo y redundante. El más reciente informe de la World Population Review (2) ubica a 7 ciudades mexicanas entre las primeras 10 más peligrosas del mundo: “pueblos mágicos”, que han pasado a ser trágicos. 

Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, antes de la pandemia se registraban cerca de 900 mil extorsiones a pequeñas y medianas empresas en todo el país (3). Tras la pandemia de covid-19 es probable que esa cantidad se haya duplicado, pero las cifras son difíciles de rastrear, y se calcula que 92% de las extorsiones permanecen sin denuncia (4). 

Actualmente, en no menos de 25% del territorio nacional, la delincuencia controla o participa en temas relacionados con la seguridad comunitaria, abasto de gasolina, comercio con materiales de construcción; también determinan el precio de productos como el aguacate, limón, pollo, jitomate o la dotación de servicios públicos como transporte, agua, permisos de construcción, vivienda e incluso el derecho a la movilidad y el uso de vías de transporte. Según el NorthCom del Departamento de Estado de Estados Unidos, este control podría alcanzar hasta 35% del territorio. 

En 1942, en una publicación de la Universidad de Harvard, Josep Lluís Sert se preguntaba “¿Can Our Cities Survive?” (5). Hoy podríamos reformular la pregunta de otra manera: ¿quién subsistirá, usará, usufructuará y diseñará nuestras ciudades?, ¿y quién gobierna nuestras ciudades? 

“Nuestras ciudades” están viendo el surgimiento de un nuevo modelo en el que el Estado y el mercado —las dos piernas que mueven la urbe — están siendo secuestrados y suplantados por el crimen organizado, y establecen relaciones de intercambio “tributario” como las que se dan entre un proveedor de bienes y servicios y un “contribuyente” —si bien forzado por la violencia, para pagar a un nuevo recaudador por el ejercicio de sus derechos. Todo esto no es más que la usurpación de un “autoridad” por otra, cuya función sigue siendo la de dotar de esos servicios y monopolizar legítima o ilegítimamente el uso de la violencia, según el viejo precepto de Max Weber. 

En muchas ciudades el Estado ha quedado desdibujado y usurpado por grupos delictivos, que controlan importantes mercados, no sólo el informal sino el formal. En fechas recientes, en Acapulco y Taxco, en el Estado de Guerrero, se ha tenido que detener el servicio de transporte público como protesta por el cobro de extorsión a los choferes. 

Gobiernos, cámaras, organizaciones y gremios diversos apelan a la moral y al diseño para tratar de remediar el conflicto como si fuese un acto deliberado de voluntad moral o de corrección estética. Creamos programas y políticas públicas que consumen los escasos recursos del Estado para elaborar normas y proyectos, que nada cambian en realidad. En el Centro Histórico de la Ciudad de México, como en muchos otros, se han hecho infinidad de reglamentos y proyectos de “embellecimiento”, que muy poco o nada hacen para extirpar la trata de personas, el narcomenudeo, la extorsión o el cobro de piso. En cambio, la sobrerregulación mantiene a cientos de inmuebles fuera del mercado inmobiliario, abandonados, sumidos en la decadencia como hospedaje y refugio de criminales. En tanto, muchos arquitectos, urbanistas e instituciones de gobierno se dedican a diseñar y construir pabellones cuyo destino final es el like de Instagram; o a crear planes y programas estériles mientras la ciudad alrededor se desgrana y corroe. 

¿Por qué los planes y programas urbanísticos, las campañas publicitarias o la corrección arquitectónica, a pesar de las posibles buenas intenciones que puedan contener, no alcanzan para recuperar a las ciudades de la violencia y el rapto del crimen? 

La respuesta no está en el diseño ni la normatividad, menos en la policía. Seguimos viendo a la ciudad como una gran escultura moldeable mediante ordenamientos y arquitecturas, y no como lo que es: un gran mercado de suelo y trabajo con un árbitro: el Estado. 

Las propuestas urbanísticas suelen plantearse en términos normativos o espaciales. Se sigue imaginando a las ciudades como un tablero de dibujo cuya viabilidad reside en un trazo adecuado, edificios, calles y plazas bien localizados, diseñados correctamente, flujos medidos, ordenados y normas convenientes que intentan resolver los conflictos derivados del interés público y el interés privado. Es la visión utópica-estatista tradicional que adjudica al establishment técnico-político todas las decisiones urbanas, y deja al mercado como una externalidad más bien perniciosa que es necesario mantener a raya. 

Sin embargo, en la ciudad moderna es el mercado el que asigna y distribuye la posesión de recursos y mercancías, con un Estado que debería determinar la utilización de sus ganancias orientadas al bien común. Son esas dos instituciones las que de verdad modelan la urbe moderna. Quien tenga el control de esas entidades controlará la ciudad. La visión idílica del urbanismo utópico puede ser más romántica o políticamente correcta, pero es una ficción. Las ciudades se parecen más a un tablero de Monopoly que a un mandala. No es fortuito que hayan sido los pasajes comerciales lo que Walter Benjamin identificó como el germen de la ciudad moderna.  

Los mercados son los que “producen” la ciudad, con o sin el Estado, velando por los derechos ciudadanos para redistribuir fiscalmente sus excedentes. Se esperaría un equilibrio entre ambas para interactuar con la ciudadanía, fomentar la pluralidad democrática, la alternancia representativa de los distintos intereses y promover la sostenibilidad, aunque no siempre suceda así. 

Un Estado metropolitano sin un mercado en pleno desarrollo es incapaz de hacer frente a las demandas ciudadanas de servicios, equipamientos, espacio público y, por supuesto, su seguridad. No puede haber ciudades ricas sin Estados ricos. Y su opuesto es igual de certero, una ciudad pobre es igual a un Estado pobre. La economía y la ley van antes que la arquitectura y el urbanismo, y garantizan su viabilidad. 

Las grandes ciudades, que hoy admiramos por su calidad de vida y su positiva especialidad pública, fueron mucho antes crisoles de capital y comercio: desde Venecia, Ámsterdam o Hamburgo, hasta Chicago, Nueva York o Seúl, siempre ha sido necesario empatar riqueza y gobernanza. 

La ciudad de Medellín, en Colombia, se presenta con frecuencia como un caso de éxito contra el rapto criminal, suele presumirse su caso como un triunfo del urbanismo —y ciertamente lo es—, sin embargo, pocos se preguntan quién pagó esas nítidas plazas, los parques o las famosas bibliotecas. La estrategia urbanística de rescate del espacio público no hubiese sido posible sin el apoyo fiscal de las Empresas Públicas de Medellín (EPM), la agencia de gestión que operó los proyectos y las obras de rescate, beneficiaria directa de los dividendos millonarios de la industria hidroeléctrica exportadora de energía a Puerto Rico y República Dominicana, y que aportó anualmente más de 400 millones de dólares a las EPM, sin mencionar la orientación productiva de la renta inmobiliaria y la eficiente recaudación fiscal. (12).  

“Se puede decir que un gran aprendizaje para todos es que una ciudad debe fortalecer la inversión social no solamente por justicia y equidad, sino también como estrategia para fomentar desarrollo económico y competitividad…” (13)  

El plan Medellín sólo pudo ser promovido por un Estado fiscalmente sano, en superávit y con suficiente legitimidad de representación democrática. Sí, hubo proyectos buenos y una sana gestión urbana, pero estos sólo fueron posibles gracias a la derrama económica de un mercado fortalecido y encausado para generar altos ingresos fiscales. 

Acapulco, recién sacudido por el huracán Otis, podría convertirse en un laboratorio para rescatar una ciudad mediante la reinvención de un mercado exitoso para generar una sinergia productiva entre empleo, utilidades, equipamientos, infraestructuras y recaudación; o podría convertirse en la primera “narcópolis” integral capturada por la mafia y sus allegados establecidos como nuevos gestores metropolitanos. Hoy ya controlan amplios sectores de los mercados y el Estado. 

Los carteles funcionan —sugiere Claudio Lomnitz (14)— como organizaciones gremiales dentro de un sistema “feudal”, que se asocian jerárquicamente a cambio de protección y “empleo”, crean pactos de lealtad y sumisión para operar y delimitar su territorio, buscan ejercer autoridad y el usufructo de la renta geográfica de usos y servicios, en complicidad o a pesar de un Estado debilitado o inexistente. Así, la violencia se erige como el código de apropiación y jurisdicción territorial. 

El Laboratorio de Análisis y Comercio, Economía y Negocios (LACEN) calcula hasta en 2 puntos porcentuales la inflación causada por el “cobro de piso” (6); y la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas del Inegi (7) estima que el costo de la delincuencia en unidades económicas se ubica al año en $120 millones, es decir 0.67% del producto interno bruto (PIB) (8). Y eso sólo por hablar del “impuesto” criminal a empresas formales, sin contar al comercio informal que podría ser equivalente. Comparémoslo con los $16,934 millones recaudados por el Gobierno de la Ciudad de México por concepto de Impuesto Predial en 2022 y podremos vislumbrar el tamaño y escala del precio del crimen, así como la dimensión del mercado en la economía metropolitana (9). Estudios del BID consignan que los costos totales del delito en América Latina pueden llegar a costar en promedio, alrededor de 3% del PIB (10). 

La dificultad de la gran mayoría de la población para integrarse a los mercados formales de trabajo alienta la informalidad, que al mismo tiempo suple la oferta precaria de servicios como transporte, abasto, bienes de consumo y seguridad. La informalidad es el primer punto de infiltración del crimen organizado a campos más amplios de influencia, ahí comienza su expansión metropolitana, con la creación de alianzas con muchos colectivos de comerciantes callejeros muy difíciles de fracturar al tiempo que su fragilidad, aunada a la ausencia del Estado, es el caldo de cultivo de la delincuencia institucionalizada. 

En México al menos la mitad del empleo es informal, y prácticamente todo el comercio informal se encuentra tocado por la delincuencia sea en forma de extorsión, cobro de derecho de piso, o blanqueo de dinero (11). 

Estos grupos pueden comenzar a crear formas distintas de desarrollo urbano —inciertas aún—, pero basadas en la fuerza motriz primigenia de la ciudad moderna: la utilidad del suelo. En ello, son más modernos estos nuevos gestores que los tradicionales, son más conscientes de que la localización tiene un precio proporcional al uso, el potencial y la intensidad. Ya incluso poseen tarifas por metro cuadrado según su ubicación y lo exigen por encima de la autoridad establecida: derecho de piso, que podría llamarse “derecho de suelo”, una forma de catastro fiscal para tasar un impuesto alterno. 

“En el retrato implacablemente sombrío de Buñuel en la vida en la Ciudad de México en 1950”, nos recuerda McGuirk (15), “el crimen se presenta como una consecuencia inevitable de la pobreza”, pobreza producto de mercados alternos, formas de gobernanza paralelas, nuevos pactos y una nueva asociación metropolitana. 

“Quienes se dedican a estos impuestos se han convertido en toda una administración paralela donde la recaudación fluye que ya quisieran las Haciendas públicas.” (16) 

No es con más policía, ni sembrando cuarteles militares como lograremos expulsar al narcotráfico o, al menos, mantenerlo al margen de la economía productiva de nuestras ciudades. Tampoco se logrará con cosméticos placebos arquitectónicos, acupunturas triviales o planes abstractos de usos, ocupación y densidades, sino creando un mercado más potente y vigoroso que el que controlan las mafias locales. Necesitamos reemplazar un mercado por otro e implantar el mecanismo jurídico que le permita funcionar, que regule sus excesos, reparta sus excedentes y lo proteja de sí mismo, de eso que llamamos Estado, reacción urgente ante criminales que pretenden hacer lo mismo para sus intereses. Cualquier otra fórmula será insuficiente o, de plano, un derroche innecesario de energía y dinero. Las ciudades son un crisol de riqueza, sus reactivos son el suelo y el fisco. Sobra decir que los beneficios deben ser compartidos entré lo público y lo privado. 

La arquitectura y el urbanismo son los instrumentos de ese proceso redituable y redistributivo: son su efecto, no su causa. Un Estado consolidado y apoyado en un mercado potente puede hacer surgir lo que Louis Kahn esperaba de las ciudades, un lugar donde los niños y las niñas puedan elegir su futuro, y no en el que se vean obligados a optar entre empuñar un arma o migrar hacia mercados que sí den cabida a sus ideales, garantizados por un Estado legítimo. 

¿O será posible que estemos en el punto en el que tal vez ya no haya retorno y las ciudades sencillamente estén cambiando de dueño? Creo que serán los mercados los que hablen pronto en un sentido o en el otro: 

“Nuestra violencia es un síntoma de Estado, que aún no sabe o no quiere nombrarse a sí mismo.”
Claudio Lomnitz (17) 

 

Notas 

  1. Graham, Wade; Dream Cities, HarperCollins Publishers Inc., New York, 2016.
  2. World Population Review: https://worldpopulationreview.com
  3. Martínez, Trujillo María Teresa; “Extorsión y cobro de piso: la protección que inquieta”, Nexos, 13 de diciembre de 2021.
  4. Morán, Breña Carmen, “La omertá mexicana: millones de comerciantes pagan ‘el piso’ a los criminales para vender en las calles”; El País, 2 de enero 2024.
  5. Sert. José Lluís; Can Our Cities Survive?, Harvard University Press, Cambridge, 1942.
  6. Hernández, Enrique; Forbes, 4 de mayo de 2022.
  7. Encuesta Nacional de Victimización de Empresas del Inegi del 2022.
  8. Pérez, Maritza; El Economista, 30 de septiembre de 2022.
  9. Secretaría de Finanzas de la Ciudad de México: www.finanzas.cdmx.gob.mx 
  1. BID: https://publications.iadb.org/es/publicacion/17466/los-costos-del-crimen-y-de-la-violencia-nueva-evidencia-y-hallazgos-en-america
  2. Morán, ibid.
  3. McGuirk, Justin; Ciudades Radicales. Un viaje a la nueva arquitectura latinoamericana, Turner Noema, Madrid, 2015.
  4. Jaramillo Pérez, Jorge; Medellín. Urbanismo y sociedad, Turner, Madrid, 2019.
  5. Lomnitz, Claudio; “Interpretación del ‘tejido social rasgado’”, El Colegio Nacional, México, 2021.
  6. McGuirk, ibid.
  7. Morán, ibid.
  8. Lomnitz, ibid.

El cargo Narcópolis apareció primero en Arquine.

]]>
Ecosistemas urbanos. Conversación con Salvador Rueda https://arquine.com/ecosistemas-urbanos-conversacion-con-salvador-rueda/ Wed, 04 Oct 2023 14:29:57 +0000 https://arquine.com/?p=83550 Con estudios en Ciencias Biológicas y Psicología, Ingeniería Ambiental y Gestión Energética, Salvador Rueda ha trabajado en temas relativos al medioambiente urbano. Rueda es responsable del modelo de las supermanzanas en la ciudad de Barcelona, que lleva al plan con que Ildefonso Cerdá buscaba conectar el orden de la urbe con el del orbe.

El cargo Ecosistemas urbanos. Conversación con Salvador Rueda apareció primero en Arquine.

]]>
Con estudios en Ciencias Biológicas y Psicología, Ingeniería Ambiental y Gestión Energética, Salvador Rueda ha trabajado en temas relativos al medioambiente urbano. Además, fue, hasta 2019, el director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona desde su fundación en el año 2000. Actualmente, es presidente de la Fundación Ecología Urbana y Territorial. Rueda ha dicho que su paso de estudiar el cerebro —“el sistema más complejo de nuestro cuerpo”— a analizar ciudades —“los sistemas más complejos que ha creado la especie humana”—, lo llevó a entender y atender a la ciudad como un ecosistema humano. Rueda es responsable del modelo de las supermanzanas en la ciudad de Barcelona, que lleva al plan con que Ildefonso Cerdá buscaba conectar el orden de la urbe con el del orbe, a enfrentar los problemas de los grandes asentamientos humanos para reconstituirse como ecosistemas humanos viables a escala planetaria. Este es un fragmento de la conversación que se publica en el número 105 de Arquine: Mediaciones.

Miquel Adrià: El ensanche de Barcelona que proyectó Cerdá pasó de ser un plan local a un referente global, partiendo de un proyecto esquemático, una retícula isomorfa, abstracta y abierta que se podría extender al infinito que, si bien tiene secciones, surge de un trazo bidimensional. ¿Cómo pasamos del proyecto original a tu propuesta, que de algún modo puede interpretarse como una actualización o una continuación del proyecto original?

Salvador Rueda: En 1995 escribí un libro titulado Ecología Urbana. Lo presentó mi maestro Ramón Margalef. Apuntaba en esa publicación que Cerdà propuso la aproximación más sistémica que conozco. Él trabajaba con fractales, aunque quizá no lo sabía. Comentas que el plan era una morfología que podía extenderse hasta el infinito. Eso era precisamente porque la resolución de los desafíos y los conflictos que enfrentó Cerdà se daba en la manzana, en el fractal, en su interior. Luego repetía la solución hasta el “infinito”. Era una propuesta higiénica que pretendía que cada ciudadano tuviera 40 m2 de ciudad. La ciudad anterior, la Barcelona dentro de las murallas, tenía 13.5 m2 y los higienistas consideraban que la densidad excesiva era, en parte, la causa de las epidemias que sucedían cada 7 u 8 años. Además, las calles tenían que ser más anchas que la altura de los edificios para favorecer la dispersión del aire. Se incorporaron estos elementos en una ecuación para definir el tamaño de la entrevía (manzana) y conseguir los 40 m2 por habitante, se edificaba una mitad de la manzana y la otra era espacio libre. Pero el problema es que ese espacio libre iba a producir materia orgánica y humedad, que al pudrirse generaría los miasmas que, de algún modo, provocan las epidemias. Cerdà, que venía del campo, sabía que los árboles neutralizan la materia orgánica y además actúan como una esponja. Sabía también que si los juntaba demasiado la humedad no se iría, por lo que decidió separarlos 8 metros para neutralizar la materia orgánica y el agua. ¿Qué ocurrió entonces? Una vez definida la solución de la manzana, repitió la misma célula, incorporando otras variantes como la igualdad, que permiten construir un ensanche que algunos consideraban aburrido y repetitivo. Consiguió generar una morfología maravillosa que tiene una compacidad suficiente, que permite tener cantidad y variedad de actividades, y que coincide con lo que buscamos ahora. Además, en el Plan de 1863 se incorporó la locomotora a la ciudad y la domesticó.

En ningún caso llegó a incorporar el coche. El que trataría de domesticar el coche fue Le Corbusier con el Plan Macià de 1933, que no se llevó a cabo y, en cambio, el coche acabó invadiendo las calles y su velocidad no se adaptó a la ciudad, a los cruces cada 100 metros, por lo que se convirtió en un transporte lento que llenó de artefactos la ciudad. El coche no se ha llegado a domesticar. Y necesitamos hacerlo porque mata a mucha gente, la habitabilidad es horrible y genera disfunciones tremendas. Necesitamos reformular las condiciones del espacio público y domesticarlo. Así surge la propuesta de las supermanzanas. La evolución del concepto me ha llevado a plantear no sólo la transformación de la movilidad y el espacio público —que permite liberar el 70% del espacio dejando tan sólo el 15% de vehículos—, sino que además se convierte en el ecosistema urbano mínimo, un fractal, donde todos los principios y retos actuales del urbanismo ecosistémico se integran en unas 20 hectáreas. Por tanto, la idea de Cerdà se traslada a este mundo de la ecología y el urbanismo ecosistémico y lo trasciende, puesto que no sirve meramente para morfologías de ensanche, sino que puede ser aplicado a cualquier otra. 

 

El cargo Ecosistemas urbanos. Conversación con Salvador Rueda apareció primero en Arquine.

]]>
urbs in horto: la ciudad (de Chicago) en un jardín https://arquine.com/urbs-in-horto-la-ciudad-de-chicago-en-un-jardin/ Thu, 03 Aug 2023 16:22:55 +0000 https://arquine.com/?p=81322 “my blood, my hood, my city” Chicago Sky “Chicago, levantate y camina” Uprise es una tienda de patinetas que está ubicada en el 1820 N de la Avenida Milwaukee en Chicago Illinois, en el barrio de Logan Square, al norte del barrio ucraniano en Wicker Park, muy cerca de la línea azul del CTA (Chicago […]

El cargo urbs in horto: la ciudad (de Chicago) en un jardín apareció primero en Arquine.

]]>
“my blood, my hood, my city”

Chicago Sky

“Chicago, levantate y camina”

Uprise es una tienda de patinetas que está ubicada en el 1820 N de la Avenida Milwaukee en Chicago Illinois, en el barrio de Logan Square, al norte del barrio ucraniano en Wicker Park, muy cerca de la línea azul del CTA (Chicago Transit Authority) y del parque lineal “the 606”, si uno toma el pasaje peatonal de este parque lineal se puede bajar en la esquina que conforman la Avenida Milwaukee y la calle Leavitt en el spire garden que forma parte de los espacio públicos de “the 606” construido en el año del 2014 y que al día de hoy tiene una vitalidad importante en la comunidad, a 160 metros caminando se encontrará uno con la tienda de patinetas de la zona, Uprise, que fue fundada en 1997 por Ken Uriah, es una tienda-museo que entre todo lo que vende y sus colaboraciones con diferentes marcas (vans o venture trucks)  hay dos cosas que llaman la atención al visitarla, una es la serie de fotografías que tienen de ciertos spots de Chicago y la otra es su propia marca de ropa con una identidad gráfica que rinde tributo tanto a la ciudad de Chicago como a su arquitectura y a los spots en los que uno puede patinar.

El nombre Uprise de la tienda evoca al levantamiento de una ciudad que fue consumida por las llamas del 8 al 10 de octubre de 1871 donde 300 personas perdieron la vida, 100 000 mas quedaron sin hogar y se consumieron 9 kilometros cuadrados; una larga sequía, clima cálido y fuertes vientos (el cambio climático de esa fecha) ademas del sistema constructivo de madera de las edificaciones así como los recubrimientos  con tejas también de madera y una capa de alquitrán en sus cubiertas propiciaron su rápida extensión. El inicio de este incendio se dió en un granero ubicado en el 137 de la calle DeKoven perteneciente a una familia inmigrante irlandesa, los O´Leary, la culpa se discute entre la vaca enfadada por que la ordeñaban dos veces al día de la señora Catherine O´Leary que derribo una linterna encendida contra un grupo de hombres que estaban jugando póker dentro del granero (yo le creo mas a la vaca y a la señora y le voy mas a la versión de los hombres amigos de Patrick O´Leary jugando, pero al final el mito de como inició el incendio dictaminó que la vaca fue la responsable), y si a esto se le añade que los caminos y aceras de la ciudad también estaban hechos con madera el viento del suroeste facilitó la extensión del fuego; aún existe un vestigio de esos caminos, “el callejón de madera” es el único que queda como recuerdo de esto,  está ubicado en el 1535 wooden alley entre N State Parkway la calle N Astor en el Near Northside de la ciudad.

El 10 de septiembre de 1997 el Ayuntamiento de la Ciudad de Chicago votó la resolución presentada por Alderman Edward M. Burke para absolver de toda culpa a Catherine O´Leary y quizás también a su vaca.

Por cierto, frente al Chicago Cultural Center en el 88 East de la calle de Washington se encuentra la escultura de bronce de una vaca que conmemora el proyecto de arte público del cows on parade de 1999 (regalo de la familia de Peter Hanzig organizadores de este evento y donantes anónimos en noviembre de 2001); para mí es la vaca de la señora Catherine O´Leary como un perdón de la ciudad hacia ella por tantos años de culpa sobre ese incidente y la propagación de un mito; como dato curioso y de conexión en su ojo derecho tiene grabada la vista de una de las torres de agua para combatir los incendios y en el izquierdo la vista de la escultura de El Picasso de Chicago. Una vaca que dió paso a la construcción de la ciudad de los rascacielos.

La ciudad en un jardín.

Urbs in horto.

Fue incorporado como lema de la ciudad de Chicago el 4 de marzo de 1837 por los parques, jardines, bosques, reservas y otros remanentes de la naturaleza que tenían cabida en la ciudad; los padres y madres fundadores de la ciudad entendieron que el contexto natural en el que se enclavaría la ciudad tenía el potencial futuro para 552 parques, 7300 acres, 33 playas, 16 lagunas y 10 santuarios de aves y vida silvestre como un sistema de espacio público natural. La identidad gráfica que refuerza ese lema está representada al centro por una gavilla de trigo que significa la fertilidad de las praderas, a la derecha un barco a toda vela sobre el Lago de Michigan y la riqueza del agua, el Indio (potawatomi) con arco y flecha a los pobladores originales de la región de shikaakwa (derivación francesa de la palabra nativa americana que significa “cebolla  olorosa” o “ajo silvestre”) y en la parte superior central un bebe gateando rodeado de 12 cuentas o perlas que dan a entender a una ciudad de paz y pureza.

La identidad gráfica actual recompone esa primera imagen manejando una trilogía cromática entre el cielo (azul), el agua (del mismo color azul) y la tierra o el jardín (verde), el centro se conserva pero se invierte al barco del lado izquierdo y al indio (ya sin arco y flecha) del lado derecho viendo la llegada del barco, (ya no es la tierra a la vista es el lago y barco a la vista), es la relación económica y ecológica para la ciudad, atrás de él un roble blanco que representa la abundancia vegetal de la región y en la parte superior central ahora el niño está dormido en lo que parece una ostra (para sintetizar las 12 cuentas o perlas) reposando sobre una nube posiblemente soñando en “paz, pureza y prosperidad” para la ciudad de Chicago, para:

checagou, la ciudad poderosa, fuerte o grande de Robert La Salle, 1679.

the windy city, la ciudad de los vientos

the second city, la segunda ciudad 

the gangster city, la ciudad de la ley seca y de la matanza de San Valentin por Al Capone contra su rival Bugs Moran, 

porkopolis, la ciudad donde los cerdos vagaban que dio paso como a otras ciudades de Estados Unidos a la industria de la carne y sus mataderos.

the monumental city, la ciudad monumental de Daniel H. Burnham, 1909, en el Plan de Chicago.

the city of architecture, la ciudad de la arquitectura en las guías turísticas.

sky town, la ciudad deportiva con su equipo de basquetbol femenil de la WNBA sky Chicago o los Chicago Bulls, que cambiaron a la vaca de la señora O´Leary por un toro para el equipo varonil o al equipo de Hockey de la NHL de los Chicago Black Hawks o halcones negros con la cara morena (antes roja, después amarilla pálida) del líder militar de la tribu india Sauk con sus cuatro plumas de colores rojo, verde, amarillo y naranja, que bien podría definir como esas cuatro P´s de “paz, pureza, prosperidad y piel”, este último como tema racial de una ciudad para todos.

chi-town, la ciudad del lenguaje popular de 1900.

urbs in horto, city of chicago, incorporated 4th march 1837, variaciones de la identidad gráfica.

Hortus in urbe.

Es el lema del Distrito de Parques de la Ciudad de Chicago, su sistema de parques y jardines con una oferta en áreas naturales, jardines, espacios para el juego, centros y programas naturales como campamentos, jardinería y pesca entre otros que complementan el espectro de la ciudad en el jardín.

Organizado en 1934 en su identidad gráfica representa en primer plano un árbol siendo su copa la sombra y cubierta para la ciudad y en la parte inferior tres capas olorosas, la de los arbustos, los cubre suelos y la del agua del Lago Michigan, el tronco del árbol se erige como un edificio mas dentro del entorno urbano y ya no como un elemento natural de la ciudad, es el proceso de consolidación que la ciudad ha llevado a “el jardín en una ciudad”. El árbol por el tipo de hoja y la referencia al lema y sello de urbs in horto supongo puede ser un roble blanco; su tronco hace un eje de simetría, es una columna, un eje espejo que refleja del lado derecho lo que hay del lado izquierdo de la ciudad.

hortus in urbe, chicago park district, organized 1934, variaciones de la identidad gráfica.

Y ¿que tiene que ver un incendio, una vaca y un par de lemas y sellos para la ciudad?

Uprise, la tienda de patinetas en su identidad gráfica retoma estos simbolismos y lemas para hablar de la ciudad, su arquitectura y su espacio urbano como una forma de apropiación para la generación de spots para patinar, en su imagen, representan:

Tres edificios.

A la izquierda, el 875 North Michigan Avenue de 1969, con 100 pisos, era conocido antes como el John Hancock Center, s reconocible por sus antenas y por sus contraventeos de acero, diseñado por S.O.M. a cargo del arquitecto Bruce Graham y del ingeniero Fazlur Rahman Khan que tomo la idea de un “sistema de tubos en celosía” para su diseño estructural.

Al centro, la Willis Tower también de S.O.M. de 1974, está ubicada en el 233 S. Wacker Drive, anteriormente conocida como la Torre Sears y que cambió su nombre en el 2009, con 110 pisos y un mirador es conocida como “la evolución de un hito” en el paisaje de la ciudad de los rascacielos y tiene un sistema estructural que utiliza tubos cuadrados gigantes formados por columnas individuales que provee una estabilidad contra las cargas por viento.

A la derecha, el 150 North Michigan Building, de 1984, con 39 pisos, es también conocido como el Crain Communications Bulilding o el “smurfit stone building” o el “stone container building” está ubicado en la esquina de la Avenida Michigan y la calle E. Randolph y es reconocible desde Millenium Park por su fachada inclinada con corte en diagonal diseñada por Sheldon Schlegman de A. Epstein and Sons donde se mostraban anuncios publicitarios como “Go Bears” en apoyo al equipo de futbol americano de los osos de Chicago o “Go Sox” para el equipo de beisbol de las medias blancas, en esa diagonal se encuentran los cuartos de máquinas del edificio y es lo que le da la identidad gráfica hasta en su número oficial.

Detrás de estas tres referencias en altura las llamas del fuego que recuerdan el gran incendio de 1837.

Dos esculturas

El Flamingo de Alexander Calder  que está ubicada en la Plaza Federal del edificio de Mies van der Rohe de fondo, el John C. Kluczynski Federal Building en el 230 de la calle Deaborn con 45 pisos y 171 metros de altura de 1974 y que sustituyó al edificio del Chicago Federal Building del arquitecto Henry Ives Cobb. 

El Flamingo es una escultura de 16 metros de alto y 50 toneladas de peso, terminada en pintura de esmalte color bermellón, hoy conocido como Rojo Calder que contrasta con el fondo negro gráfito y bronce de la arquitectura de Mies, es una escultura abstracta estacionaria que le público la transforma al recorrerla en un móvil (de esos que trabajo Calder). Por la fecha grabada en ella indica que se terminó en el año de 1973 y fue inaugurada un 25 de octubre de 1974, ese día fue proclamado como el “día de Alexander Calder” que se celebró con un desfile de circo (la Ciudad Circo vuelve a aparecer como referencia)

El Flaminigo de Calder es fondo para los patinadores así como el edificio de Mies es fondo para esta escultura, un doble fondo negro-rojo-bronce-granito que arma unas panorámicas impresionantes para las fotografías. En la Plaza Federal aún se puede ver gente patinando sobre todo del lado de la calle de W Adams, donde existen un conjunto de arboles dispuestos en forma de “L” que con la delimitación de sus arriates, sus bancas y su piso de granito facilita para poder patinarlos; en uno de esos conjuntos verdes, el paralelo a la calle de W Adams se puede leer un placa fechada el 29 de agosto del 2011 dedicada a los cuerpos de paz y sus 20,000 voluntarios que sirvieron en 39 países promoviendo la paz mundial y la amistad desde 1961.

La tetté de femme o cabeza de mujer de Picasso -que en realidad no tiene título pero se le conoce en el medio de esa forma- es una escultura monumental pública en el Chicago Loop, es la primera escultura de dominio público al ser un regalo de Picasso a esta ciudad, es un poema convertido en escultura que Richard Benett (de Loebl, Schlossman & Bennet) arquitecto del Richard J. Daley Center (junto con Jacques Brownson de C.F. Murphy y Asociados y S.O.M.) escribió para solicitarle a Picasso el encargo en 1965,  es la representación de una mujer y su doble coleta de caballo, la de Sylvette David o Lydia Corbett, es una escultura lúdica que funciona como trapadero y resbaladilla y es una escultura patinable que con su talud de acero corten pulido genera la superficie ideal para patinar. Pero no solo es una cabeza de mujer echada hacia atrás, es el asiento de la razón sobre un cuerpo estilizado (el de la ciudad) que se desplanta con sus rodillas sobre un basamento de granito, sus piernas son el remate perfecto para darle continuidad al talud patinable que hizo emblemática a esta escultura en la escena del skateboarding en Chicago. La cabeza de mujer de Chicago es hueso y carne.

El Picasso de Chicago ubicado en la Daley Plaza fue inaugurado un 25 de mayo de 1967 y está ubicado frente al Richard J. Daley Center en el no. 50 W de la calle Washington a 640 metros o cinco cuadras de El Flaminigo y que en ese recorrido en línea recta uno puede ver los edificios de Marquette de Holabir & Roche, el Inland Steel Building de S.O.M. y el Miro de Chicago de Joan Miro frente a este.

En el 2001 Uprise sacó un video sobre el skateboarding en las calles de Chicago, SUPRISE (Skateboarding Uprise), solo para dejar clara una sorpresa: “Chicago se levanta y patina”.

El cargo urbs in horto: la ciudad (de Chicago) en un jardín apareció primero en Arquine.

]]>
La Invisible flor bajo el entierro (Parte 2) https://arquine.com/la-invisible-flor-bajo-el-entierro-parte-2/ Thu, 20 Jul 2023 16:00:47 +0000 https://arquine.com/?p=80821 La rosa primitiva «La historia de las religiones nos permite ver cómo en muchas ciudades de la antigüedad la división en cuatro cuadrantes está presente», leo en Eduardo Matos Moctezuma. Citando a Mircea Eliade, agrega: «La fundación de una nueva ciudad repite la creación del mundo (…) las ciudades, a semejanza del cosmos, están dividas […]

El cargo La Invisible flor bajo el entierro (Parte 2) apareció primero en Arquine.

]]>
La rosa primitiva

«La historia de las religiones nos permite ver cómo en muchas ciudades de la antigüedad la división en cuatro cuadrantes está presente», leo en Eduardo Matos Moctezuma. Citando a Mircea Eliade, agrega: «La fundación de una nueva ciudad repite la creación del mundo (…) las ciudades, a semejanza del cosmos, están dividas en cuatro; dicha de otra manera, son una copia del universo.»

En un inicio, cuatro fueron los barrios en que los tenochcas dividieron la urbe, al dictado divino. El fraile Diego Durán refiere que así los instruyó Huitzilopochtli:

Di a la congregación mexicana que se dividan los señores cada uno con sus parientes, amigos y allegados en cuatro barrios principales, tomando en medio la casa que para mi descanso habéis edificado; y que cada parcialidad edifique en su barrio a su voluntad.

Los campa iniciales fueron Cuepopan (Santa María la Redonda), Teopan (San Pablo), Atzacualco (San Sebastián) y Moyotlan (San Juan).

Cuatro, los hijos de la principal divinidad Ometéotl: Tlatlauhqui, Yayauqui, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli; cuatro, las edades —soles— del mundo. Cuatro tandas, las elementales creaciones de estos dioses: el fuego y el sol; los hombres y el maíz; los días, meses y años; el lugar de los muertos, el de las aguas y el mundo. Cuatro calzadas salieron desde el espacio sagrado hacia las cuatro regiones del universo, los cuatro puntos cardinales. Reinaban la tierra, el aire, el agua y el fuego.

Al centro de todo, en el ombligo sagrado, en la quinta parte o región (como bajo la quinta costilla), ahí el corazón, Ometéotl, dios padre y dios madre, el principio dual que puso en movimiento a los astros, a sus hijos los dioses que se mantenían en constante pugna por alzarse como el sol que rigiera la vida de los hombres y el destino del mundo. El espacio cósmico fue el campo de batalla. Cinco regiones, entonces, en el espacio horizontal. Cinco soles, la era de sus tiempos.

«Esta idea fundamental de los cuatro puntos cardinales y de la región central (…) se encuentra en todas las manifestaciones religiosas del pueblo azteca, y es uno de los conceptos que, sin duda, este pueblo recibió de las viejas culturas de Mesoamérica», sugiere Antonio Caso.

Vasijas, platos, cinerarios. A dicha imagen mexica del universo dividido en cinco puede vérsele en infinidad de objetos que datan desde el periodo preclásico hasta el postclásico. Aún permanecen en el museo del Templo (y, por supuesto, en el de Antropología e Historia). La cruz de diagonales fue su símbolo. 

Dos consideraciones: 

1. Si a la cruz de diagonales se le circunscribía en un cuadrilátero (tal cual fue ilustrada en la página 1 del Códice Mendocino), la intersección de los segmentos marcaba el centro desde el cual todo partía.

2. Si se le conjugaba —o conjuraba— con la cruz de ortogonales (utilizada por los sabios para señalar la orientación de las cuatro regiones del universo), entonces surgía el ordenamiento cardinal, es decir, el curso del tiempo en relación al movimiento del Sol.

Dos cruces en la base del enjambre. Tiempo y espacio sobrepuestos. Ingeniosos como Quetzalcóatl, los mexicas movilizaron a la geometría. La representación gráfica de lo anterior se despliega con singularidad belleza y complejidad en la página 1 del Códice Féjervary–Mayer, al que Miguel León–Portilla sugirió llamar Tonalámatl de los Pochtecas.

 

 

(Fuente: De Lacambalam – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=35578049)

Flor salvaje de cuatro pétalos, rosa cardinal y primitiva: llegaste, quizá, como el agua al mar o la milpa al mundo. Veo en tu ecuménica estructura los signos distintivos de un largo saber maya, tolteca, teotihuacano, tenocha, tezcocano, tepaneca, acumulado a lo largo de las centurias y territorios. Cinco elementos gráficos: 1. Cuadrilátero (azul), 2. Cruz de diagonales (verde), 3. Cruz de ortogonales (amarillo), 4. Conjunción de cruces (verde y amarillo), 5. Cuadrados concéntricos (rojo).

 

La invisible flor bajo el entierro

Quiero pensar que esa flor antigua descansa bajo nosotros en el Centro Histórico. Hay una en Teotihuacán, quizá otra en Tula y Azcapotzalco; en la ontología china, en las tradiciones polinésicas también.

El procedimiento para visualizarla debería atender, cuando menos, cinco (¡cinco!) pre–condiciones. Norte: obviar, ante todo, el trazo irregularmente cuadricular impuesto por la tradición urbanística militar hispana, tomando en cuenta que ésta superpuso sus edificaciones sobre los importantes espacios sagrados, políticos y públicos de la antigua capital mexica, y los conquistadores, supeditados en un primer momento al asentamiento ya existente, recrearon la «república de españoles» sustituyendo lo «viejo» por lo «nuevo».

Sur: interpretar lo que permanece oculto en la piedra conforme a la lectura geométrica del Códice Féjervary–Mayer propuesta por el arquitecto Carlos Mercado:

La estructura formal contenida en el códice Fejérváry Mayer, por su precisión y profusión podría ser asumida como un tratado mesoamericano de trazo geométrico, ya que en ella es posible identificar y reconocer esquemas de conformación que no sólo fueron aplicadas en la prefiguración de la citada ilustración, sino en muchos otros objetos y artefactos.

Poniente, partir de que las relaciones sociales y económicas, la natural geografía, determinaron en última instancia la primera traza de la urbe tenochca y sus calzadas, y la ubicación exacta de sus principales templos o edificaciones. 

Oriente, que el «esquema de conformación» o patrón de asentamiento no presupone de ninguna manera que éste fuese el método formal y material utilizado en campo. 

Y región central: la fundamental estructura, al ser anterior al trazo del alarife extremeño Alonso García Bravo para la república de hispanos, debería ser visible ya en los primeros mapas y planos de la Ciudad.

Sólo así, avanzo con la superposición de la rosa primitiva sobre el mapa «Planta y sitio de la Ciudad de México», elaborado alrededor de 1628 por el arquitecto Juan Gómez de Trasmonte:

1. Tomando como vértices los templos que equidistan del Mayor: Santo Domingo, al noroeste; San Sebastián, al nororiente; de la Merced, al suroriente, y San Agustín, al norponiente, delimito el área mediante el cuadrilátero azul.

2. Trazo la cruz de diagonales en verde uniendo los vértices del cuadrilátero, de tal manera que la superficie queda dividida en cuatro regiones.

3. Dibujo la cruz de ortogonales en amarillo, que reorienta la división terrestre. Los segmentos de recta se corresponden aproximadamente con las cuatro calzadas que salen desde el recinto ceremonial hacia los puntos cardinales: Tacuba, al poniente; Guatemala, al oriente; Pino Suárez, hacia el sur, y República de Argentina, al norte.

4. La intersección de ambas cruces indica la «quinta región», el ombligo, el corazón que marca el punto de partida, y coincide con la antigua Casa Arzobispal, fundada en 1530, a tan sólo unos pasos del Templo Mayor.

5. Trazo un cuadrilátero más en rojo, tomando como vértices las intersecciones de la cruz de diagonales. Este cuadrado muestra que en los centros de cada intersección se localizaban dos colegios que actualmente ya no existen: Colegio Mayor de Santa María de Todos Santos (fundado en 1573), al suroeste, y Casa de Estudios de San Andrés, de los padres de la Compañía de Jesús (1624), al noroeste. Además, coincide con la sede de la Santa Inquisición (1571) al norponiente y con las Casas del Cabildo (1527) al suroriente.

Pareciera que la urbe de aquel entonces mantiene en su traza la fundamental estructura del cosmos nahua, su geometría sacra. La horizontalidad y centralidad del poder se ve en la horizontalidad del saber: la «buena palabra» (el in qualli tlahtolli que se enseñaba en el Calmécac) les llegaba a los mexicas del cielo y fluía sobre las acequias allende el islote. Quizá por eso, las normas de construcción urbana fueron dictadas por sacerdotes que preservaban la tradición nahua. ¿Qué otro tipo de ciudad, si no centralista, servía al tipo de pueblo que los aztecas deseaban ser?

Pero habría que partir de una sexta precondición que, además de descuadrar las formas y números sagrados, dejaría las cosas de cabeza: la recreación mágica de una ciudad sagrada será siempre eso: magia, fantasía, una declaración de amor. Cada paso del procedimiento presupone un acierto o, quizá, un error, en la lectura cosmogónica de un imperio extinto. Ello, tal vez, tenga un origen: los caminos de una línea recta son infinitos. Hay que salirse para volver a entrar.

Por ello regreso a la región central. Es domingo. Otra vez llueve aquí en el Centro. Al andar siento en mí la pugna de los antiguos dioses: de un lado, la sensación de sucumbir al cataclismo, y enseguida, en sentido opuesto, con misma intensidad, la de resistir. Heredé de mis antepasados mexicas la conciencia trágica, y del mestizaje la holgazanería. «¿Aquí he venido sólo a obrar en vano?» No lo sé. Otra línea recta me destantea: Paseo de la Reforma, sus alturas rutilantes, su gran vacío que absorbe múltiples capitales. Y me surgen más preguntas. Pero hoy ya no. Mañana, tal vez. Esta búsqueda se repetirá a diario, al amanecer, en el campo de batalla que es el corazón del hombre, sede del latido, lugar del movimiento, región de vida y muerte.

El cargo La Invisible flor bajo el entierro (Parte 2) apareció primero en Arquine.

]]>