Resultados de búsqueda para la etiqueta [hidalgo ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 29 Jul 2022 17:14:36 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 San Nicolas Tolentino, Actopan y las 8 horas de San Benito https://arquine.com/san-nicolas-tolentino-actopan-y-las-8-horas-de-san-benito/ Tue, 26 Jul 2022 15:30:50 +0000 https://arquine.com/?p=66304 San Nicolás Tolentino se encuentra en esa peculiar región que hoy conocemos como “El Valle del Mezquital”, al norte de la Cuenca de México, en el actual estado de Hidalgo. Esa tierra rodeada de una orografía semidesértica que, por erosión y tiempo, ha acumulado contrastantemente la tierra fértil en la planicie del valle.

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En esta ocasión, la reflexión se estructura robándome el concepto con el que Eco maneja su novela El Nombre de la Rosa a partir de la liturgia de las horas, que impuso Benito de Nursia para su regla y que terminaría trascendiendo desde la orden Benedictina a las demás organizaciones del Clero Regular.

La edificación sobre la cual narro mis experiencias hoy me parece tan extraordinaria como compleja, y sólo tratando de jugar al actor, apropiándome el papel desde la psique ideológica de su responsable, creo que puedo llegar a comunicar lo que, a mí, me hacen sentir sus espacios.

Como todo, es una interpretación muy subjetiva, libre de ser cuestionada y criticada por quienes leen este escrito, pero espero que, más allá de la opinión de cada lectora o lector, les resulte al menos un ejercicio de entretenimiento. Por cierto, también tomo un término que le robo a mi buen amigo Juan Carlos Tello, del que aprendo en cada conversación, y en lugar de “obra” trataré de usar “trabajos”, que es más adecuado para lo que realmente es el proceso de materialización de un edificio.

 

MAITINES

1550, Fray Andrés de Mata se levanta pasada la medianoche, en su cabeza suenan las campanadas que llaman al rezo de agradecimiento. Agradecimiento por haber sido designado como responsable de la Orden Agustina, para llevar a cabo los trabajos de construcción de lo que será, una de las mayores edificaciones conventuales en la Nueva España. Se ubicará en esa peculiar región que hoy conocemos como El Valle del Mezquital, al norte de la Cuenca de México, en el actual estado de Hidalgo. Esa tierra rodeada de una orografía semidesértica, que por erosión y tiempo ha acumulado contrastantemente la tierra fértil en la planicie del valle. Así, amplios cultivos cuyo verdor en sus primeras etapas, dibujan un paisaje esquizofrénico al ser enmarcado por la ruda y árida experiencia de los cerros que le acotan.

Allí, en la región de Actopan cuyo nombre significa justamente “sobre la tierra gruesa húmeda y fértil”, será el gran reto.

La necesidad de una gran edificación deriva de una cuestión básica: La región es una de las más pobladas del virreinato, y la Orden, ha sido encargada junto con los Franciscanos y los Dominicos, como herramienta de evangelización. La misión de convertir a la amplia población, en este caso otomí, al catolicismo, parece imposible de realizar en un ejercicio individual. Por lo mismo se debe pensar en espacios colectivos, donde cientos de habitantes puedan escuchar y ver, el mensaje de conversión simultáneamente. Fray Andrés recurre a un programa ya probado y exitoso, que se convertirá sin que lo sepan aún sus diversos autores, en una de las peculiaridades más características de la arquitectura novohispana del siglo XVI: El gran Atrio y la Capilla Abierta.

“Gracias” da al señor Fray Andrés, pues sus estudios en el monasterio le han llevado a conocer los secretos de la geometría aplicada, la escala y la proporción, así como las técnicas adecuadas para usarla como herramienta de edificación. En su cabeza, la Capilla se convierte en un gran arco de medio punto levanta la bóveda de cañón 17.5m de altura sobre el piso, y se proyecta de oriente a poniente con una profundidad aproximada de unos 16m, para formar la concha acústica donde los sacerdotes intentarán contar la historia adecuada, para conseguir la conversión. El edificio se desplanta sobre gruesos muros cuya proporción obedece a las necesidades estructurales del edificio, y que le elevan todavía unos 4m más por sobre el suelo. Frente al arco, al poniente, la dimensión del atrio permitirá concentrar una gran cantidad de habitantes. Pero el trabajo tectónico no está completo, en una mentalidad integral, sin la expresión pictórica, y para ello el espacio se llena de gráficos. El intradós (la parte interior de la bóveda) a falta de tecnología en ese instante para lograrlo, reproduce un encasetonado renacentista, es decir, lo moderno, mientras que el resto reproduce la traducción del artesano otomí, las escenas con las que se explican el Génesis y el juicio final.  En términos prácticos, y potenciado como nunca en nuestra contemporaneidad, las imágenes pueden transmitir mucho más que las palabras, ya que no requieren traducción lingüística. Fray Andrés da gracias, y la visión se materializa.

 

LAUDES

Fray Andrés se levanta. El sol está por salir y las campanas están anunciando la hora para la primera alabanza del día. En su cabeza, el fraile visualiza la casa de las campanas como una gran torre de planta cuadrada y rematada como es la usanza en el territorio novohispano, con almenas que le confieren un aspecto de fortaleza mística. Pero en su formación destaca los años como aprendiz de un pintor renacentista en Italia, y su visión como ser humano universal le obligan a buscar la modernidad expresada en cuatro vanos, uno por cara, por donde asomarán las campanas y escapará el sonido de su repique. Todas son diferentes, todas parten de una media luna que se desarrolla hacia abajo buscando un rectángulo áureo.

No hay muchas torres en el territorio del virreinato, se ha favorecido más para cobijar campanas, la espadaña, por ello, la alabanza en la imaginación de Mata es más significativa.

 

PRIME

Concebido el campanario en torre termina el Laudes y comienza el Prime, pues el sol despunta por el horizonte, y la luz que nace con la mañana, debe reflejar la cara del gran templo, aunque esta cara dará al poniente. El rezo se convierte en una finísima portada plateresca, que será ejecutada por las manos expertas de artesanos locales, contagiados del fervor y la vehemencia del fraile.

La composición geométrica es sencilla y precisa, un primer rectángulo áureo cobija cuatro columnas corintias, dos de cada lado, entre las cuales se escarban en vertical cuatro nichos. Con ello se centra la puerta, coronada por un muy refinado doble arco encasetonado: uno, el propio para cargar tectónicamente el vano del acceso, y el otro con una ligera proyección cónica, que decorativamente ensalza y le da escala monumental a la portada. Un segundo rectángulo áureo enmara por encima del primero, la ventana del coro y fija en vertical todo el eje compositivo de la fachada del templo. 

La ejecución exacta, detallada, cuidadosa, preciosa del rezo principal del día, se vuelve palabra gracias a los canteros otomíes, para que fray Andrés y la alabanza a su dios, perdure durante los siglos venideros.

 

 

TERCE

Es media mañana y Fray Andrés se encamina a una nueva alabanza, para que la gracia divina otorgue su permiso y los trabajos culminen el Templo. Así, envuelve el espacio en una austera muralla de gruesos muros reforzados con robustos contrafuertes que aterrizarán el empuje de las bóvedas hasta el suelo y siguiendo una métrica rigurosa, cual si se tratara de un cántico gregoriano, una gran ventana se insertará en el muro, justo a la mitad del espacio entre cada contrafuerte, éstos a su vez, serán coronados por una fantasía de garitas con almenas, reinterpretando un pináculo. Allá arriba, donde la edificación mira al cielo, imaginará fray Andrés a los ángeles, como soldados vigilantes que transitan el paso de guardia en su fortaleza mística, con el fin de ahuyentar a las demoniacas tentaciones.

Al interior, Mata decide jugar con dos formas de abovedar el espacio. Elige un cañón corrido para el espacio que va del acceso y sobrevuela el coro, para posteriormente acercarse al altar principal, usando una secuela de bóvedas nervadas cuya complejidad en el dibujo geométrico, va aumentando según su progresión hacia lo divino. El retablo principal, estará coronado por la bóveda que dibuja la geometría más elaborada, donde al poner la piedra clave con la que sostiene ese último tramo del techo, se cierra el rezo.

 

SEXTA

Cuando el sol llega al punto más alto de su trayectoria, entre el oriente y el poniente, justo a la mitad del día, es hora de una nueva alabanza. Toca definir el portal donde los monjes darán cobijo y descanso a los peregrinos y que funcionará como conexión entre el exterior y el interior del convento, el cual, debe ubicarse según la costumbre, al sur del volumen del templo, haciendo coincidir en orientación, la fachada principal de éste y la del recinto donde habitarán los monjes. Para ello, la tipología marca la necesidad de un espacio a nivel de piso y fray Andrés dibuja en su cabeza, y en el papel, tres arcos cuyo intradós repite el moderno encasetonado renacentista. Por encima del portal una logia cuyos arcos (también tres) contrastan en ligereza y proporción con los del portal remata la portada del convento, para que los habitantes enclaustrados, asomen desde el segundo nivel, su curiosa vista a quienes deambulan en el atrio.

Al interior del portal de peregrinos, una transversal bóveda de cañón corrido a la que se adorna con lacerías góticas y mudéjares produce una intensa y refrescante sombra, mientras que un elaborado marco de cantera señala el zaguán que da paso al convento. Una discreta alabanza, para un rezo sencillo y menor.

NONA

El sol se inclina ya hacia el poniente, y a las tres de la tarde toca, en la última de las horas menores, hacer el rezo previo a vísperas. Un rezo para los hermanos que habitarán el convento, un rezo que piensa en las celdas con ventanas adecuadas para sentarse a leer y escribir, pequeñas, suficientes para una persona, sin más que una mesa, una cama y un perchero. Los espacios colectivos: Biblioteca, taller, refectorio para compartir el pan y el vino, cocina para ensalzar el don que Dios da con el sentido del gusto. Espacios para atender a los feligreses, como el dispensario y la portería. Y los deambulatorios que les conectan y al mismo tiempo, al vestir sus muros con una riquísima secuencia de esgrafitos, se convierten en un ritual de recorrido y meditación contemplativa.

Para el refectorio, una fantasía en el techo: Casetones cónicos de traza entre circular y octagonal, se entrelazan en una maya con hexágonos ligados en cuyo interior se dibuja una flor. Cada casetón a su vez contiene al fondo del cono una flor “pasionaria” rodeada por hojas que llegan hasta el borde de la geometría. Completa la composición de tan peculiar bóveda, con pequeños medallones entre los octágonos, que contiene monogramas de Jesucristo y María, para el buen provecho. No todo es adorno, el casetón funciona acústicamente para romper los ecos y que la lectura que nutre el alma mientras se nutre el cuerpo, llegue sin ecos a cada hermano.

 

VÍSPERAS

El sol se acerca al horizonte, y para dar gracias a lo transcurrido, se hace la alabanza de una de las horas principales. Mientras el astro luz baña con sus cálidos rayos la fachada principal de templo y convento, resaltando la torre en el paisaje que se acota con la sierra, Fray Andrés decide eclectizar la piel del claustro: El claustro bajo, se eleva verticalmente en arcos apuntados que recuerdan el gótico emblemático del medievo, pero cada vez más en desuso ante las modernas ideas renacentistas, que retoman el orden clásico de la arquitectura romana y griega. Pero para el claustro alto, recurre al arco de medio punto apoyado en esbeltas columnas toscanas. Dos arcos clásicos para un arco gótico es el juego, reflejando lo público abajo, y lo privado arriba.

Para asegurar la solidez de la estructura, unos sobrios contrafuertes alternan el ritmo con los arcos apuntados del claustro bajo, ya que en ese tiempo, el arte es ciencia y viceversa. El efecto conseguido, son cuatro fachadas idénticas acotando el patio cuyo matiz de diferencia, se encuentra en los segundos planos, ya sea por el asomo del muro almenado del templo, o por la torre que comunica con imagen y sonido, los eventos místicos del día. 

La alabanza está casi completa.

COMPLETAS

Se acerca el tiempo del descanso nocturno, y la última alabanza correspondiente a las horas menores. Para Fray Andrés, y su universo edificado, quizá implique cerrar el atrio con la barda también almenada; el huerto con que se alimentará la cocina y completará el servicio del dispensario, por supuesto la zona de letrinas para el alivio de los procesos digestivos del cuerpo, y la cisterna, ya que no abunda el agua en la región. Ésta última colectará el agua que cae sobre los techos del conjunto, canalizada por gárgolas, ranuras, canales.

El fraile ha completado los trabajos. Otros vendrán décadas o siglos después, a ajustar, modificar, quitar o sumar o reconstruir elementos, porque la arquitectura no es de quien la produce, si no de quien la habita y suele suceder, que mientras los edificios siguen en pie, las ideologías cambian, las necesidades se transforman y, por lo tanto, los espacios evolucionan, como evoluciona también nuestra concepción del tiempo, en este caso, dividido en 7 segmentos del día que se acompañan con 8 momentos de alabanza. El reloj marca las horas que nosotros le indicamos.

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Espacios: San Andrés Apóstol, Epazoyucan: salir de la ruta https://arquine.com/espacios-san-andres-apostol-epazoyucan-salir-de-la-ruta/ Wed, 30 Dec 2020 07:41:18 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/espacios-san-andres-apostol-epazoyucan-salir-de-la-ruta/ Al centro de la población de Epazoyucan, en Hidalgo, asentada en el basamento de un previo centro ceremonial, se encuentra el conjunto de San Andrés Apostol, que se terminó de edificar hacia 1540.

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Al norte de la actual ciudad de México, formando una transición entre la cuenca del mismo nombre y los inicios de la del Pánuco, al sur de Pachuca, un conjunto de valles forma un sistema de larga tradición agrícola. Desde épocas teotihuacanas, siguiendo por el postclásico, la región presentaba una intensa actividad de producción e intercambio, que no perdió durante el período virreinal, en el que, además, se sumó la importancia de la minería.

Durante el siglo XVI, se concentró en esta región una importante actividad constructora, principalmente enfocada a la conformación de la red evangelizadora por parte de la orden Agustina, por lo que, si salimos de la ruta directa, que nos marca la autopista México-Pachuca, podemos encontrar en diversos poblados, varios ejemplos de las peculiares construcciones monásticas desarrolladas por la orden ya mencionada.

Ya en otras publicaciones de este espacio hemos mencionado algunos ejemplos en otras regiones de este tipo de construcciones, cuyos aspetos tipológicos recordamos brevemente: grandes atrios destinados a la evangelización masiva, capillas abiertas, capillas pozas, templo cubierto, portal de peregrinos, convento y huerta. Mientras que estos elementos, más o menos constantes, marcan una pauta común, también es cierto que cada edificación es única y peculiar, ajustando, interpretando y configurando sus características a las condiciones de su entorno específico, a la imaginación del fraile arquitecto encargado de la obra, y a la de los artesanos locales.

Hoy comparto uno de muchos que, gracias a la semilla de exploración sembrada por mi padre desde mi más tierna infancia, he logrado visitar: San Andrés Apóstol, en Epazoyucan.

Como mencionaba anteriormente, hay que salirse de ruta, lo cual puede permitirnos descubrir más de lo que uno cree. La cabecera del municipio de Epazoyucan, en el estado de Hidalgo, es una población que pareciera haber quedado olvidada en el tiempo, lejos de la vorágine de la gran ciudad, a pesar de que se encuentra a solo 21 kilómetros de la capital hidalguense.

Su vida cotidiana refiere mucho más a ese universo rural, que habita a otra velocidad, más coherente con aquella que marca el ritmo de la naturaleza, que con la vertiginosa intensidad industrial, aunque esto precisa y tristemente, conlleva un fuerte grado de marginación económica —¡hay mucho que replantearnos! Al centro de la población, asentada en el basamento de un previo centro ceremonial, se encuentra el conjunto de San Andrés, que se terminó de edificar hacia 1540, según los estudios del INAH. La velocidad de edificación, que no tardó más de un año, se debía a la gran cantidad de habitantes en la región. Cada ideología prioriza, según sus objetivos, a dónde se van los recursos.

Una notable portada plateresca, encuadra la fachada del templo que conserva, casi como un joyero al costado norte la capilla abierta, de corte más románico que refuerza el eje vertical, en ese mismo costado de un campanario que, más que torre, pareciera una espadaña doblada en cuatro equilibrando la fuerza de la portada en forma peculiar y notable. Al sur, el cuerpo del convento presenta un portal de peregrinos en ruinas, que marca el umbral de acceso al espacio habitacional, hoy museo y que juega en la línea horizontal de la base de todo el conjunto rítmicamente, con los arcos de la capilla abierta y del acceso al templo.

El interior del templo nos muestra un espacio a una sola nave con bóvedas de crucería y un severo aspecto de austeridad monumental, pero ahí, lo que es realmente notable es el alfarje de madera que forma la estructura del coro, librando con sus potentes ménsulas un claro de 12 metros de luz. Esta estructura arquitectónica, con la descripción aquí reseñada y cuya imagen puede verse tras estas líneas, es la única en su tipo que yo he encontrado.

Las portadas del convento manifiestan la preferencia por el románico en las dimensiones de las ventanas de las celdas, y en los vanos estilizados que rematan los deambulatorios superiores, donde la escala entre unas y otros, manifiestan claramente la diferencia entre el espacio de habitación individual y la circulación colectiva.

El claustro se acota con una bellísima arcada también de referencias románicas que contrastan en su refinada transparencia, con la masividad del muro sur del templo, formando además, ese microclima peculiar característico de los esquemas de patio.

El trabajo de restauración de varias décadas, por parte del INAH, nos regala una serie de murales y pinturas recuperadas, que amplían el valor de la experiencia cultural de la visita, junto a un maravilloso paisaje que, dependiendo de la época del año en que visitemos, puede pasar de un verde intenso, a un universo de variables tonalidades ocres, cafés, verde seco, como suele suceder en el prototípico clima estacional semiárido de la parte norte del altiplano central.

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Centro Multimedia Hñähñu https://arquine.com/obra/centro-multimedia-hnahnu/ Thu, 15 Oct 2020 15:14:19 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/centro-multimedia-hnahnu/ Arriba de una vivienda rural un nuevo salón multiusos para servicios tecnológicos, los ventanales hacen un mirador aterrazado con bóvedas catalanas, muros en petatillo y celosías armadas. Esta construcción híbrida integra cultura con producción buscando hacer del lugar un nuevo modesto destino.

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El proyecto Centro Multimedia Hñähñu consiste en la creación de un salón multiusos para proveer servicios tecnológicos usando la planta alta de una vivienda. La arquitectura pretende un sitio público para reunir gente de diferentes edades en torno a sus actividades mediáticas: cibercafé, gaming y telefonía celular; el programa además incluye un apartamento de acceso independiente, la planta baja habitacional fue envuelta con una celosía a modo de zoclo del edificio.

Esta obra está ubicada en el barrio Ex Hacienda Ocotzá en la Ranchería Julián Villagrán, municipio de Ixmiquilpan, Hidalgo. Este asentamiento rural del Valle del Mezquital tiene población indígena Hñähñu (Otomí) y consta de menos de mil habitantes, la mayoría migrantes en Estados Unidos.

El concepto es un mirador aterrazado con curtain walls para aprovechar las vistas y el clima del valle, la arquitectura es abovedada con arcos semi circulares en memoria de los vestigios coloniales. Se desarrollaron sistemas constructivos experimentales para bóvedas catalanas, muros en petatillo y celosías armadas con nodos de concreto; la construcción híbrida mezcla la albañilería artesanal con la estructura metálica para integrar temas culturales a la vida productiva de los habitantes, este modesto destino procura poner en el mapa a la comunidad rezagada de cara al rescate de la vieja hacienda que no ha sido catalogada.


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Avenida Hidalgo, Centro Histórico de la Ciudad de México https://arquine.com/ave-hidalgo-en-el-centro-historico-de-la-ciudad-de-mexico/ Thu, 27 Feb 2020 12:00:20 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/ave-hidalgo-en-el-centro-historico-de-la-ciudad-de-mexico/ Por su propia naturaleza, las ciudades se transforman en el tiempo, de la mano de la evolución de sus sociedades y economías, con respecto a las cuales están vinculadas y en relación a los criterios urbanos que van prevaleciendo a lo largo de la historia.

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Por su propia naturaleza, las ciudades se transforman en el tiempo de la mano de la evolución de sus sociedades y economías, con respecto a las cuales están vinculadas y en relación a los criterios urbanos que van prevaleciendo a lo largo de la historia. Desde los años veinte del siglo pasado, la mayoría de las ciudades en su contemporaneidad, apoyaron en buena medida su desarrollo, considerando como uno de sus componentes fundamentales el flujo creciente de los automóviles. Es bien conocido, estudiado y documentado, que la presencia de estos últimos distorsionó en muchos casos la esencia misma de las ciudades, que debían contar como elemento primordial la presencia, convivencia y recorridos peatonales de los seres humanos.

En este sentido, entre las reflexiones urbanas contemporáneas mas importantes, destacan las realizadas por autores como la estadounidense Jane Jacobs (1916-2006) con su obra Vida y muerte en la grandes ciudades americanas, del año 1961 o las del danés Jan Gehl (1936) que quedaron documentadas con textos como La humanización del espacio urbano, del año 1971. En ambos casos, se plantea que las ciudades deben retomar la idea de valorar al ser humano, como la consideración fundamental para determinar el orden, configuración, calidad y variedad de los espacios urbanos. Apoyadas en las ideas anteriores, recientes experiencias de reordenación de algunas ciudades europeas y otras en los Estados Unidos, se han identificado como los modelos, que muestran una sana convivencia colectiva. Entre los criterios urbanos estudiados y propuestos, destacan la consideración de diversas actividades colectivas en los barrios, apoyadas en una rica mezcla de usos del suelo, la valoración de la vida en las calles y dentro de estas últimas el planteamiento de ampliación, mejoramiento del arbolado y mobiliarios urbanos que forman parte de las banquetas, para que la gente las pueda recorrer con seguridad, amabilidad y calidad, de tal suerte que pueda estar, convivir y desarrollar distintas actividades en ellas con sus semejantes.

En sintonía con lo anterior, en los últimos años en la ciudad de México se han emprendido obras que tienen que ver con el impulso al transporte público en sus distintas modalidades, la diversificación de las rutas de bicicletas, el mejoramiento de los espacios públicos y como parte de lo anterior, la ampliación del área de banquetas, el diseño de cruces peatonales seguros en las esquinas de las mismas e incluyendo desde luego el mejoramiento de sus condiciones de habitabilidad, restando área de circulación a los automóviles, con la idea de impulsar que la gente viva, camine la ciudad y pueda realizar ahí distintas actividades.

A finales del mes de enero de este año fue inaugurada la remodelación de la avenida Hidalgo, en el centro de la Ciudad de México, en la Alcaldía Cuauhtémoc. El tramo intervenido corresponde con el cuerpo de su arroyo vehicular y la banqueta en su extremo norte, entre el Paseo de la Reforma y el Eje Central. El flujo de movilidad vehicular corre ahora en un solo sentido, de oriente a poniente y cuenta con dos carriles centrales para la ruta 4 del Metrobús, tres carriles para el movimiento de automóviles y uno más compartido con el flujo de bicicletas. La banqueta intervenida, de dimensiones generosas, nueve metros de ancho, arbolada, invita a nuevos recorridos y estancias en el lugar, aprovechando su nuevo equipamiento urbano.

Los usos del suelo en el paramento norte, que limita y define la avenida Hidalgo, de origen son diversos y complementarios, muy en concordancia con las ideas e inquietudes urbanas planteadas por Jacobs y Gehl, posibilitando una rica convivencia colectiva. Incluyen oficinas públicas, un teatro, museos, iglesias y comercios, a lo que se suman edificios de valor histórico que están en plena transformación, siendo de esperarse que logren pronto una nueva vitalidad. El paramento urbano mencionado es continuo, de alturas medias semejantes, combinado de manera amable y en armonía edificios de valor patrimonial con otros de manufactura contemporánea, resultando criterios que incluyen unidad en la variedad, mostrando el paso del tiempo en esa zona de la ciudad. Rompiendo el paramento mencionado, focalizando la atención visual y vivencial, al centro del tramo de la calle, destaca la Plaza de la Santa Veracruz, arbolada, en una plataforma que cuenta con un nivel más bajo respecto a la banqueta y que posibilita el acceso a las iglesias de la Santa Veracruz y San Juan de Dios que ahí se ubican y a los museos Nacional de La estampa y Franz Mayer.


En otro sentido, vale la pena comentar que algunos detalles de la remodelación que ahora nos ocupa quedaron pendientes y sería deseable que fueran terminados adecuadamente en una próxima oportunidad. Me refiero a algunos postes y cableados aéreos que se aprecian evidentemente fuera de lugar. Habrá que esperar también que la nueva vegetación propuesta se logre asentar y florecer y muy importante vigilar que en el lugar no vuelvan a aparecer vendedores ambulantes, buscando para ellos otras zonas de oportunidad para ser reubicados.


Hay que tener presente el que la vida en las ciudades depende en gran medida de la calidad y diversidad de sus espacios públicos, llámense calles, plazas o jardines. Considerando además que las calidades del espacio público generan conductas que pueden ser positivas o negativas. Para lo que ahora nos ocupa, el proyecto arquitectónico y de movilidad para la avenida Hidalgo, fue una aportación de la Fundación Kaluz y, al final de cuentas, es de esperarse que sus resultados puedan convertirse de manera natural en detonadores del desarrollo para esa zona de la ciudad y sus efectos se puedan desparramar en los alrededores del lugar. Otras zonas de la ciudad podrían contar con proyectos e intervenciones semejantes, siendo necesario que a los diseños y ejecuciones de obra se les asignen la atención y los tiempos de desarrollo y ejecución necesarios para que sus resultados, al final de cuentas, enriquezcan el tejido y la vida colectiva de la ciudad.

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