Resultados de búsqueda para la etiqueta [Espacio doméstico ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 19 Apr 2024 17:58:10 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Selva Aparicio y la memoria doméstica https://arquine.com/selva-aparicio-y-la-memoria-domestica/ Thu, 18 Apr 2024 16:48:04 +0000 https://arquine.com/?p=89225 Nunca antes había visto tanta expresión en una cosa inanimada, ¡y todos sabemos cuánta expresión tienen! De niña, solía quedarme despierta y obtener más entretenimiento y terror de las paredes vacías y los muebles sencillos que lo que la mayoría de los niños podrían encontrar en una tienda de juguetes.Charlotte Perkins Gilman, El tapiz amarillo. […]

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Nunca antes había visto tanta expresión en una cosa inanimada, ¡y todos sabemos cuánta expresión tienen! De niña, solía quedarme despierta y obtener más entretenimiento y terror de las paredes vacías y los muebles sencillos que lo que la mayoría de los niños podrían encontrar en una tienda de juguetes.
Charlotte Perkins Gilman, El tapiz amarillo.

Tradicionalmente el espacio doméstico ha sido invisibilizado. Lo cotidiano, así como el polvo que se acumula bajo la alfombra, sirve con frecuencia para encubrir agresiones, confinamientos y manipulaciones. Es este espacio el que la artista española Selva Aparicio desarrolla como tema principal de su primera exposición individual In Memory Of, inaugurada el 14 de marzo en el DePaul Art Museum (Chicago, Illinois), un escenario cargado de violencia histórica contra las mujeres. ¿Qué tanto tiene que ver una casa con nosotras? ¿Cómo se puede transformar un espacio seguro en una pesadilla para quienes lo habitan? 

El trabajo de Selva Aparicio se ha desenvuelto alrededor de la memoria, el cuerpo y espacio. Con el arte interdisciplinario de fondo, Aparicio explora la intersección entre la naturaleza y la humanidad, a menudo infundiendo sus obras con elementos orgánicos que narran historias profundas y personales. Esta primera exposición individual se presenta como una introspección crítica, que revela las capas de violencia y represión que con frecuencia se ocultan dentro de los entornos domésticos —tan complejos y resonantes para muchas—, y que explora y expone las dinámicas de poder que perpetúan el silencio y la invisibilidad. La muestra puede leerse como una casa distópica en la que la artista nos cuenta la historia que muchas mujeres no pueden contar, recapitulando sus propias memorias que va entrelazando de manera magistral con elementos como lechugas, cabellos o textiles; dando paso a lecturas simultáneas alrededor de los duelos, la familia, lo cotidiano y la muerte. 

Aparicio nos da la bienvenida a la exposición con “Remains” (2023-24), un rosetón de lechuga deshidratada recolectada desde 2013, que evoca el de la fachada de la Catedral de Santa María del Pi, en Barcelona. Este elemento establece un umbral que trasciende lo público para adentrarnos en una esfera más íntima. 

La pieza que le da nombre a la exposición, “In Memory Of” (2024), consta de un banco con una placa de bronce desde donde nos convertimos en espectadores de las escenas dispuestas a lo largo de la exposición. Esta pieza explora la dicotomía del afuera y el adentro y el flujo continuo entre estos espacios. 

Desde este banco, podemos observar “Saudade” (2023), una reinterpretación a escala real de la ventana en la casa española donde Aparicio vivió su infancia, realizada por completo en vidrio. Este material no sólo sugiere la fragilidad de las barreras domésticas, sino que también invita a reflexionar sobre la posibilidad de romper estas divisiones en caso de violencia, ofreciendo una salida simbólica a las víctimas. Es formidable que nos plantee tantas posibilidades y escenas en un solo lugar, ¿qué podría ver y hacer el espectador desde esa ventana de cristal? 

En primer plano de la exposición se encuentra “Solace” (2023-24), una manta con más de 10 mil pinchos cosidos, que subvierte la noción de confort al introducir un elemento de defensa contra las intrusiones dolorosas. Esta obra está colocada sobre una mecedora, y emplea la figura de interlocutoras fantasmas que podrían estar defendiéndose de las miradas invasivas.  

“Childhood Memories” (2023-24) es una alfombra de madera tallada en suelo de roble (de aproximadamente 3 m ×5 m) que hace visible los traumas y violencias ocultos, una manifestación literal del dicho sobre “esconder debajo de la alfombra” los problemas domésticos. Esta pieza enfatiza las cicatrices indelebles que deja la violencia en las infancias, transformando estos recuerdos en un duelo constante. 

“Velo de luto” (2020) es una pieza que reinterpreta la indumentaria de las viudas, combinando cabello de tres generaciones de mujeres (el de la artista, su madre y su sobrina) con alas de cigarras, que evocan la idea de reencarnación y destacan la decadencia simbólica de las estructuras patriarcales. 

“Momo” (2000-18) y “Echoes of Resilience” (2023-24) son dos de las piezas más entrañables y quizás, más oscuras de la exposición. La primera pieza es el gato disecado que Aparicio tuvo en su infancia, un testigo escultórico de su entorno doméstico; mientras que la segunda rinde homenaje al doloroso proceso de extirpación de sus orejas, recreándolas con materiales naturales como pelos felinos. 

La exposición concluye con “My Bed” (2023-24), una cama individual para una niña que es testigo de la violencia familiar. Sobre la cama se encuentra un dibujo realizado durante la infancia de la artista, a una escala mayor, bordado directamente sobre el lecho que transmite la intensidad y la locura de corporalizar la violencia doméstica.  

Por medio de las obras de In Memory Of, Selva Aparicio no sólo narra historias de mujeres, niñas y niños que no pueden contarlas por sí mismas, sino que también plantea una reflexión profunda sobre la memoria, el trauma y la resiliencia. Esta exposición desafía al espectador a reconsiderar el espacio doméstico no como un refugio de paz, sino como un campo de batalla cargado de historias ocultas y memorias dolorosas.  

In Memory Of, de Selva Aparicio, se exhibe en el DePaul Art Musem de Chicago, y será posible visitarla desde el 14 de marzo hasta el 4 de agosto de 2024. 

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La gran vida en los espacios interiores https://arquine.com/la-gran-vida-en-los-espacios-interiores/ Mon, 12 Apr 2021 14:19:21 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-gran-vida-en-los-espacios-interiores/ Cumplimos un año de vivir en el interior de nuestros espacios. Como antítesis al famoso mito de la caverna de Platón, esto nos ha llevado a descubrir mucho de lo hay adentro como parte de nuestra misma salud e higiene. Ya habrá momento para salir, pero por ahora hay mucho qué descubrir de nuestros espacios interiores.

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Hace un año fue el inicio de un encierro casi total para todos los habitantes de las grandes ciudades. Cuando llego el invierno, la vida en los interiores fue brutal y claustrofóbica en algunos casos. Famosos arquitectos —entre muchos otros profesionistas— argumentaban que esto generaría graves problemas en la salud de las personas. Casi todos pensamos que seria algo de unos meses, pero al paso de los días, la gran mayoría de los seres humanos tuvimos que redescubrir y aprender a habitar los interiores de nuestros edificios y casas. Según la bióloga estadounidense, Emily Anthes, los seres humanos modernos pasan casi el 90% de su tiempo en espacios interiores, incluso desde antes de la pandemia.

En su libro “The Great Indoors: The Surprising Science of How Buildings Shape Our Behavior, Health, and Happiness”,[1]Emily Anthes nos revela algunos rasgos claves para este redescubrimiento de la vida en los espacios interiores: “estos espacios son un verdadero laboratorio de ecosistemas microbióticos que nos afectan y definen como vivimos”. Y continua: “un ecologista generalmente quiere ir a exteriores exóticos como el Amazonas para descubrir algo y pocas veces pensamos que en nuestros espacios interiores también existen complejos ecosistemas de bacterias y microbios que conviven con nostros”.

El valorizar la ventilación natural ha generado un sinfín de nuevas propuestas para reinventar aquella domesticidad, como lo explicó Beatriz Colomina hace más de dos décadas. En esta ocasión, toca un nervio pocas veces explorado de forma consciente, por los arquitectos: las consecuencias en la higiene que tienen nuestros espacios interiores. Según Anthes, en promedio un espacio interior alberga poco mas de 2000 especies de bacterias y microbios. La gran mayoria viene de los seres humanos que habitan estos espacios. La misma Anthes explica que la mayoria de todas estas bacterias no son de gran cuidado y la exposicion a estos microbios nos ayuda y hace mas resistente nuestro sistema inmune.

La pandemia ha acelerado el reconocimiento de lo critico que es la ventilacion natural en espacios cerrados y por ende, ha empujado a innovaciones en las tipologias de departamentos principalmente como lo demuestran los diseños de Cierto Estudio, que rompen la configuración básica de un departamento para proponer una nueva distribución interior. El planteamiento —muy europeo—  se fundamenta en el uso de los espacios domesticos primarios —como la cocina y la directa relación de esta con los sistemas de ventilación y luz natural— para proponer un nuevo esquema general para la vivienda en edificios.

Parámetros como la ventilación e iluminación natural han sido claves en el diseño arquitectónico por más de un siglo. Desde aquella insistencia con que Florence Nghtindale propuso una transformación del hospital victoriano abriendo los espacios para el paso de luz natural y el aire fresco. Estamos viviendo el ultimo redescubrimiento de lo mismo que ella propuso en los hospitales.

Cumplimos un año de vivir en el interior de nuestros espacios. Como antítesis al famoso mito de la caverna de Platón, esto nos ha llevado a descubrir mucho de lo hay adentro como parte de nuestra misma salud e higiene. Ya habrá momento para salir, pero por ahora hay mucho qué descubrir de nuestros espacios interiores.


Notas:

1. The Great Indoors: The Surprising Science of How Buildings Shape Our Behavior, Health, and Happiness; Anthes, E.; Scientific American Press; 2020. 

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La oficina irrumpe en casa https://arquine.com/la-oficina-irrumpe-en-casa/ Fri, 01 May 2020 06:00:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-oficina-irrumpe-en-casa/ Habrá que entender cuáles son los límites del aislamiento y de la tecnología, y sólo aquellas empresas que sean capaces de hacerlo podrán generar entornos laborales sanos y productivos, donde las personas —como individuos y como equipos— serán el centro del trabajo, y no la mera generación de beneficios.

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Hasta hace poco tiempo una de las tendencias en el diseño de oficinas era trasladar la sensación de “hogar” a estos espacios, pues al sentirnos cómodos y en confianza incrementamos nuestro bienestar sicológico y por lo tanto nuestra capacidad para producir. Normalmente esto se persigue disponiendo sofás, butacas y alfombras en las áreas de descanso, generando espacios desenfadados donde tomar café o celebrar reuniones, por ejemplo. Algunas empresas llevan esta tendencia más allá e incorporan servicios que antes eran ajenos al mundo laboral, como guarderías o gimnasios, diluyendo las fronteras entre la vida personal y la profesional. Estas acciones que muchos ven como alicientes para captar talento, no son más que otra manera de dilatar el trabajo y colocarlo en el centro de nuestras vidas, dando una falsa idea de conciliación.

La tecnología ha cambiado la manera de trabajar en las últimas décadas, ha servido de soporte para poder extender las funciones laborales más allá del espacio físico y temporal. Se puede trabajar desde cualquier punto geográfico y a cualquier hora, lo único que se necesita es un aparato conectado al mundo. El auge de la utilización de Internet y la necesidad de un espacio físico han dado pie a nuevas formas de trabajar, como los coworkings. Estos han ido cambiando para convertirse en algo más que meros espacios habilitados para el trabajo eventual de profesionales que carecen de oficina fija, y se han transformado en redes de profesionales afines que explotan sus conexiones para generar un mejor producto gracias a la interacción entre sus miembros.

Debido a estos avances tecnológicos también ha aumentado la geo-deslocalización del trabajo. Ya no es necesario tener una oficina “física” para tener presencia empresarial. Como resultado, es posible contratar mano de obra calificada en otros países con condiciones laborales distintas, el trabajo se exporta a zonas con condiciones más atractivas para la empresa, y no necesariamente para el trabajador. La maquila que antes pegaba botones o cosía pantalones en países en vías de desarrollo tiene su reflejo en empresas que desarrollan productos en países asiáticos para industrias en Latinoamérica o Europa, por poner un ejemplo.

Con la irrupción del COVID-19, muchas de estas tendencias se han acelerado y otras se han terminado de instaurar. El confinamiento ha revertido el añorado “sentirse como en casa en la oficina” y lo ha llevado al extremo, la oficina se ha trasladado directamente al hogar, sin aviso, sin tiempo para prepararnos y dando por sentado ciertas cosas fundamentales, como el tener un espacio y las herramientas necesarias para poder llevar a cabo dicho trabajo. La separación entre la vida personal y profesional ha quedado completamente disuelta.

 

¿Estamos ante una nueva precarización del trabajo?

En cuestión de semanas las empresas se han dado cuenta, de manera forzada, de que también es posible trabajar desde casa. Esta nueva situación refleja de manera directa la capacidad económica de los trabajadores y agudiza las diferencias sociales. Hay muchas preguntas por responder, ¿todos los trabajadores tienen el espacio necesario para poder trabajar desde casa?, ¿quién se hace cargo de la adaptación de estos espacios?, ¿quién se asegura de que nuestra oficina en casa cumple con la normativa vigente, que tenemos una silla operativa funcional y 500 luxes sobre la mesa, por mencionar un par de cosas fundamentales? Y si hay enfermedades derivadas del trabajo en casa, ¿quién las asume, el trabajador o el empleador?

También se ha de tomar en cuenta la repercusión que tendrán en la ciudad los cambios en el mercado laboral. Si ahora puedo trabajar desde casa ¿por qué he de vivir en grandes ciudades donde el precio de la vivienda y los servicios son más caros? Si la tendencia es esta, las empresas no necesitarán tanto espacio, se reducirán los costes de alquiler, dietas, traslados y otros beneficios como cheques restaurantes para sus empleados o vehículos de empresa. En una visión reducida y cortoplacista estos cambios en la forma de trabajar probablemente aportarán beneficios económicos a la compañia, pero a largo plazo podrían suponer una paulatina destrucción del capital humano, personas desmotivadas que rendirán menos, se sentirán menos agusto y serán menos productivas.

Es evidente que el teletrabajo también puede traer consigo aspectos positivos, al haber menos desplazamientos se reducirán las emisiones de dióxido de carbono, habrá menos atascos y, en principio, ciudades más saludables y ciudadanos menos estresados. Al eliminar desplazamientos también ganaremos tiempo —el de commute diario—, que permitirá actividades que probablemente antes no se podían realizar. La conciliación familiar se verá beneficiada por estos cambios, más tiempo con la familia y amigos generará mayor bienestar.

 

Pero ¿cómo serán los espacios de trabajo después del COVID-19?

El trabajo quedará todavía más disuelto entre dos ámbitos hasta ahora opuestos, el laboral y el personal. Tendrá que cambiar el mobiliario en casa, así como poco a poco iba cambiando el de la oficina, pero sobre todo, habrá que generar nuevos valores en el espacio de trabajo fuera del hogar, ¿qué aportará la oficina si el trabajo lo puedo realizar desde la comodidad de mi hogar? Las empresas afrontarán el reto de mantener motivados a sus empleados, la oficina deberá ofrecer no sólo confort y dinamismo, sino también un espacio con actividades complementarias que fomenten la interacción y la productividad.

¿Podríamos imaginar la oficina del mañana como un espacio lejos de la ciudad? En un espacio que se visitará dos veces por semana, por ejemplo, la empresa no tendrá que invertir en alquileres caros y la mayor ventaja será poder estar en un entorno natural que mejore la experiencia laboral. También podríamos repensar la oficina y convertirla en un evento, algo efímero, y ser una convención de algunos días realizadas en destinos turísticos donde se reúnen los empleados para conocerse y generar cultura de empresa. 

Quizás veremos cómo las compañías entrarán en los hogares y darán ayudas para incentivar la compra de comida sana en casa, y pagarán gimnasios para tener empleados saludables. La empresa como entidad sólida y con presencia física se separará en sus componentes a modo de satélites y se replicará el modelo del taxista por ejemplo, cada uno cargará con su puesto de trabajo. Es evidente que la casuística de cada empresa determinará la manera de proceder, pero ahora las tornas han cambiado y se tendrán que repensar los sistemas laborales. No se puede dar la misma respuesta a una pregunta que ha cambiado.

Si bien los espacios de trabajo cambiarán, y el teletrabajo ganará fuerza, es responsabilidad de todos el ser conscientes de cómo estos cambios pueden repercutir en todas las esferas de nuestras vidas. Es indispensable entender la necesidad de los espacios físicos para la interacción de las personas. Así como las ciudades no son una mera aglomeración de edificios, la oficina no es un mero conjunto de personas produciendo. Es en el roce generado entre sus componentes donde la creatividad y la motivación crecen. Habrá que entender cuáles son los límites del aislamiento y de la tecnología, y sólo aquellas empresas que sean capaces de hacerlo podrán generar entornos laborales sanos y productivos, donde las personas —como individuos y como equipos— serán el centro del trabajo, y no la mera generación de beneficios.

 

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El cuarto de servicio https://arquine.com/el-cuarto-de-servicio/ Tue, 26 Feb 2019 15:00:51 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-cuarto-de-servicio/ Si eligiéramos cualquier proyecto residencial de la clase media en México, (especialmente entre las casas y departamentos construidos a lo largo del siglo pasado) nos encontraremos con frecuencia una habitación extremadamente pequeña y extraña: escondida detrás de la cocina, debajo de una escalera, improvisada en algún sótano o como un chipote en la azotea, pero siempre ubicada ambiguamente en los resquicios de la casa. 

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Les dije suavemente que bebieran vino y que tuvieran una habitación propia. Virginia Woolf, A Room of One’s Own, 1929

Si eligiéramos cualquier proyecto residencial de la clase media en México, (especialmente entre las casas y departamentos construidos a lo largo del siglo pasado) nos encontraremos con frecuencia una habitación extremadamente pequeña y extraña: escondida detrás de la cocina, debajo de una escalera, improvisada en algún sótano o como un chipote en la azotea, pero siempre ubicada ambiguamente en los resquicios de la casa. 

Como regla general estas recámaras son apenas accesibles: su lógica constructiva y espacial no obedece a la de los espacios servidos de Kahn, y tampoco siguen a su definición de espacios servidores. Sus límites corresponden al residuo, esparcidos sobre el imperio de lo no esencial. Esta pieza se ubica en los remanentes del espacio doméstico, conformado por esquinas indeseables, áticos invisibles o huecos aparentemente inútiles; pero el desarrollo de la ciudad provocó la transmutación de ese espacio inútil en el dibujo a uno necesario en la realidad, elevandolo a símbolo de estatus por la alquimia del mercado y haciendo que los arquitectos (que también transmutaron en desarrolladores) transcribieran ese especulativo valor al papel de los planos, alargando artificialmente la lista de amenidades de los programas arquitectónicos, y ensanchando los folletos de venta que justificaban su comodificación. 

Si había que agacharse para salir, colgarse de alguna escalera para entrar o caminar de lado para acceder a ellos, era irrelevante; las reglas mínimas de diseño no aplicaban en este universo paralelo del espacio doméstico, esa alteridad que por la fuerza de la costumbre, convención social, el uso y la necesidad, se volvió en algún punto del siglo XX tangencial, y también accesorio al espacio doméstico de las casas burguesas mexicanas. Estos “cuartos” estaban siempre fuera de la vista de sus habitantes, desconectados deliberadamente del espacio habitual de sus recorridos para evitar observar el doloroso vínculo entre la alteración social que significaban, y la transformación individual que representan para el usuario que las habita.

Sus diseñadores los etiquetaban genéricamente en los planos como “cuartos de servicio”, cuya adaptabilidad servía bien al arquitecto para ajustar algún potencial conflicto espacial en otra zona más relevante del proyecto de una casa: hacer la alacena más grande, meter un jacuzzi, el cuarto para la televisión. Su función mercadológica, por otra parte, era la de ampliar el programa arquitectónico con un dispendio en letras y economía de números, ayudando a evitar dejar cualquier espacio esencial de la casa sin ningún uso o atributo, que era también una condición necesaria para el estilo de vida burgués que lo adoptó con entusiasmo como parte importante de su identidad y una necesidad de la habitabilidad moderna, como lo fueron el garage, el clóset o el baño de visitas.

Como sus máquinas y aparatos, las casas y departamentos del siglo de la eficiencia, tenían que reducir su tamaño y sus componentes para poder adaptarse a las cada vez más restringidas y costosas dimensiones de las expansivas ciudades mexicanas, ahora emplazadas sobre las vastas tierras de las haciendas de nobles y curas que hacía poco menos de un siglo, se repartían el territorio del país de cerro a cerro y que ahora, responden a un estricto control aritmético basado en la mesura geométrica, en función de la multiplicación eficiente de los metros cuadrados.

Así que en un afán por “humanizar” esta condición de exclusión en México, (y como sucedió con todo lo demás) fue llamado piadosamente “el cuarto de la muchacha”, con todas las implicaciones etarias, de género y hasta morales de su existencia; su ubicuidad planeada desde el dibujo, su incorporación dentro de las casas para agregarle valor, pero sobre todo su adaptación a la vida diaria por consenso cultural, representan hasta la fecha un tipo de arquitectura que a través del tiempo normalizo la segregación; no sólo en los barrios ricos y populares de México, sino también en algunos de los barrios de clase media de las periferias de las ciudad, en donde las familias de la clase trabajadora dependían de la mano de obra barata de inmigrantes de la provincia mexicana (predominantemente mujeres) para el mantenimiento y operación de sus hogares.

El caso sirve como ejemplo de la implementación de un espacio que adapta deliberadamente los valores culturales al desarrollo inmobiliario urbano, volviendolos una parte indispensable de los valores del mercado. Los bloques de departamentos privados y condominios exclusivos de la ciudad, eran lugares en donde una verdadera combinación de ornamento superficial, gusto local, máxima explotación de la tierra y una ley difusa promovieron espacios deficientes y a menudo opresivos, incluso para quienes los compraban. 

A su vez, esta separación conceptual entre “usuario” y “trabajo” que establecía su existencia, se extiende a otras tipologías de servicio en estas colonias y barrios aspiracionales que van desde el “cuarto de la muchacha” hasta la “caseta de vigilancia”, donde no existe una conciencia respecto a las necesidades mínimas de habitabilidad de estos lugares, y en donde el programa arquitectónico llega apenas hasta la provisión de un techo, un lugar para entrar y la asunción de que eso era suficiente. 

Por otra parte, el trabajador doméstico es por lo general un inmigrante que al acceder a la casa, se vuelve un cuerpo ajeno que debe ser contenido y tratado de forma diferenciada, adquiriendo automáticamente la cualidad de “extraño” aislado en su propio microuniverso, cerca de la metafórica cúpula en donde habitan los señores pero al mismo tiempo, ajeno a ella. Las paredes de este cuarto muestran también las fisuras de la sociedad mexicana que se exhiben en el hogar y la familia, cuyos gestos se traducen en órdenes, castigos y recompensas. La separación física con los patrones de la casa, tiene su correlato en los sucesos que vive la servidumbre que habita estos espacios complementarios entre paredes adentro y afuera, dividida entre su lugar (físico-social) y los gestos de afecto y desdén que le prodigan.

Al ingresarla en este sitio frágil, y una vez que se identifican y establecen las normas culturales y domésticas discrepantes de ambos tipos de uso, a este cuerpo extraño luego se le remite a su contenedor designado y diseñado a partir de la identidad, clase, género y tipo de sus ocupantes. La ubicación de este contenedor dentro de la casa, involucran otras características de operación: aperturas controladas y contención de objetos personales que no deben hacerse públicos, la intrincada circulación para llegar a estas habitaciones pasando por escaleras y patios, utilizando corredores estrechos y puertas corredizas para separarlas de los rituales de circulación de los usuarios de la casa. 

La habitación de la “criada” por otra parte, es una variante in extremis de estos espacios: El cuarto contenía una cama y un baño para su uso personal cuyos objetos por ningún motivo, debían mezclarse con el uso y los enseres de la casa. La “criada”, refiere directamente a la crianza, una forma piadosa de esclavitud y una forma torcida de la caridad, cuyo cuerpo estigmatizado se ve obligado a convertirse en un ermitaño en el corazón de la familia; su invisibilidad forzada, es quizás el componente más siniestro de la tipología; lo que está oculto no interrumpe las visitas diarias de los residentes, y se normaliza rápidamente en el entorno doméstico.

Aún podemos encontrar rastros de estos cuartos en algunas casas y departamentos de la ciudad, para recordarnos a perpetuidad las convenciones culturales mexicanas, ya sea informales o institucionales, pero aún vigentes respecto a la exclusión; sobreviven como vestigios de esta particular forma de clasismo y explotación laboral, en una disciplina que sostiene que el trabajador doméstico y sus espacios de uso, pertenecen a la categoría de elementos accesorios, subordinados a un diseño que debe ocultarlos inteligentemente detrás de varias capas de arquitectura para garantizar que se comporten de la manera más discreta posible. 

El resultado de su incorporación sistemática al espacio doméstico mexicano, fue la materialización de una tipología muy bien definida que consistía en un cuarto de alrededor de 5 metros cuadrados de superficie en promedio, casi  siempre sin ventanas y que sólo era accesible a través de otro cuarto. Con el tiempo incorporó otros elementos en torno suyo como alacenas, covachas y lavaderos en un sistema de espacios que nunca estuvo diseñado para albergar personas durante largos períodos de tiempo, aunque ellas todavía se queden. 

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Habla ciudad: Tokio, la externalización de lo doméstico https://arquine.com/habla-ciudad-tokio-la-externalizacion-de-lo-domestico/ Wed, 16 Jan 2019 15:00:38 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/habla-ciudad-tokio-la-externalizacion-de-lo-domestico/ Tokio ya no es ciudad para la mujer nómada y su cápsula perfectamente diseñada para acoplarse a cualquier punto de la aquella, tal y como anticipaba Toyo Ito en los años 80. Con un 43% de población single inmersa en la aceleración constante de sus ritmos de vida, es imposible cargar con ni siquiera la minúscula responsabilidad que representa esta pequeña pertenencia.

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Por Esaú Acosta y Alba Balmaseda

Presentado por:

Tokio ya no es ciudad para la mujer nómada y su cápsula perfectamente diseñada para acoplarse a cualquier punto de la aquella, tal y como anticipaba Toyo Ito en los años 80. Con un 43% de población single inmersa en la aceleración constante de sus ritmos de vida, es imposible cargar con ni siquiera la minúscula responsabilidad que representa esta pequeña pertenencia. La gran movilidad social que impera en las ciudades hipercapitalistas implica que se otorgue cada vez más valor al inmediato acceso a servicios, comodidades y experiencias.

Nuevos cuerpos para retos contemporáneos. La externalización de lo doméstico habla de espacios donde los ciudadanos acceden a estilos de vida mediante el pago de vivencias. La vivienda se descompone, ya ni siquiera es algo que se alquila o se compra, sino que se ha transformado en un conjunto de escenarios domésticos. Un cuerpo fragmentado y disperso por la ciudad, donde la cultura del acceso funciona como aglutinante. Una mercantilización total de los espacios vitales. Entonces, ¿dónde está lo doméstico? Es difícil encontrarlo como ente aislado y propio. Aparece diseminado en esta red de objetos y experiencias que lo emulan. Lo doméstico está desplegado en un amplio catálogo de atmósferas de lo cotidiano que han desaparecido de la vivienda. Espacios de intimidad en forma de Love Hotel donde uno accede a una noche de placer y experiencias preconfiguradas: simulaciones de habitaciones de corte tradicional japonés o psicodélicas según el gusto del cliente. O espacios de afectos, como los Soineya, tiendas donde se paga para dormir abrazados y recibir el calor y el afecto que tanto demanda una sociedad con una tasa tan alta de hogares unipersonales. Otro ejemplo son los Neko Café, espacios tranquilos donde se paga por disfrutar de la ficción de tener una mascota. Todas estas experiencias se ofrecen revestidas de un valor añadido que consiste en el disfrute de una vivencia particular y exclusiva. Sólo nuestro fluir y la relación que nosotros establecemos con estas formas de domesticidad nos pertenecen. 

Esta transformación se está produciendo en Tokio. El uso por tiempos compartidos y el acceso inmediato como estilo de vida son los elementos fundamentales con los que se está configurando la ciudad. Todo ello es sólo el principio de la transformación de las formas de residencia. En un nivel más profundo, el significado de la casa, que siempre se basó en la identificación geográfica y los espacios de las personas, da paso ahora a un nuevo sentido: el habitar como un acontecimiento a corto plazo y de consumo instantáneo. El sujeto tradicional y su apego a un lugar físico se desvanece generando un habitante global y multi-articulado. Nos invade la sensación cotidiana, política e íntima, de que la realidad está en proceso de desintegración. Las cosas no acumulan, ni sedimentan, casi no hay tiempo para nada. Los bienes tradicionales se tornan servicios y mientras se diluyen las imágenes de los inventarios de objetos en propiedad a lo Peter Menzel.

¿Te imaginas que una mañana despiertas y toda tu vivencia doméstica se convierte en una experiencia de pago?.


Este texto se publicó en Arquine No. 67 | Habla Ciudad, con motivo de la primera edición del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI. Aparta la fecha y acompáñanos a vivir la ciudad extraordinaria en su próxima edición que tendrá lugar del 09 al 12 de marzo de 2019. 

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El orden de todas las cosas https://arquine.com/el-orden-de-todas-las-cosas/ Mon, 14 Jan 2019 14:30:27 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-orden-de-todas-las-cosas/ La casa, parece, es el nuevo escenario de conquista. Su enemigo, el desorden. Nuestra capitana, Marie Kondo, quien, con su nuevo programa en la plataforma de entretenimiento Netflix, acapara ahora comentarios diversos.

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La casa, parece, es el nuevo escenario de conquista. Su enemigo, el desorden. Nuestra capitana, Marie Kondo, quien, con su nuevo programa en la plataforma de entretenimiento Netflix, acapara ahora comentarios diversos: desde escritores que no pueden pensar su vida con sólo 30 libros, tal y como propone la japonesa, a articulistas que les cuesta pensar su realidad con sólo seis pares de calcetines. 

Marie Kondo es una especie de gurú contemporánea y su libro, La magia del orden, un best-seller mundial que le sirvió para ser reconocida por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes en 2015. Su visión del orden es casi religiosa —una vida ordenada es manifestación de un espíritu saludable y el camino hacia la felicidad— y su relación con los objetos, nos dice, está expresa en la gratitud por la utilidad que nos dieron durante su vida con nosotros. Una gratitud que no evita la necesidad de deshacernos de ellos cuando llegado sea el caso. La metodología que emplea, por ello, es catárquica: a aquellos que participan en su programa se les hace pasar una especie de introspección con los objetos que pueblan el hogar y, llegada la hora, surgirá una necesaria despedida de todo aquello que realmente no se necesite. Una especie de despedida necesaria para, por fin, liberar al espíritu de elementos inútiles.

Es cierto que, en un mundo donde el consumo de productos aparece desorbitado, con producciones ingentes de objetos que llenan estanterías, armarios y cajones, apostar por una reivindicación de tener —y entendemos que consumir— menos se antoja necesario. Pero más allá de que tras todo esto exista una ética anticonsumista, lo que la japonesa expresa es, al tiempo, una especie de miedo al lleno, al desborde de objetos acumulados en nuestro hogar. 

Confieso que eso es, quizá, lo que más me aterra al ver en qué se está convirtiendo la serie: que una plataforma de entretenimiento como Netflix se haya alzado en un referente de la autoayuda no sólo pone de manifiesto el contexto de desapego hacia los demás en el que nos encontramos, sino que también el diseño ha dejado de ser cosa exclusiva de los diseñadores —y arquitectos— para manifestarse a través de la autoproducción del yo.

Y es que, en realidad, el auténtico proyecto de series como éstas no es tanto el espacio: es el propio sujeto. Un proyecto que es, como pone de manifiesto Boris Groys en La función del diseño en sí, un ejercicio moderno, donde la esencia se traslada de la interioridad vital a la superficie, a la apariencia. Si Le Corbusier imaginó un nuevo hombre para la nueva arquitectura, Adolf Loos nos hablaba de la necesidad del buen vestir y de evitar el uso de tatuajes o la arquitectura comunista nos invitaba a imaginar una expresión colectiva del arte como vida, hoy esa apariencia es un ejercicio fuertemente individualista, que queda generalmente comprobado y justificado ante los demás a través de la exposición pública, redes sociales mediante, de nosotros y de nuestros espacios.

Así, en la serie de Kondo hay algo pornográfico: los participantes muestran cómo su vida es mejor una vez han sido ayudados por ella. Muestran sus neurosis, el desorden, y la convierten a los ojos del mundo, en salud y felicidad plenas. Y como buen producto de autoayuda, no siempre necesario, Tidying up with Marie Kondo es una forma a través de la cual los televidentes pueden llegar a pensar que tienen demasiadas cosas que hay que limpiar para alcanzar cierta plenitud ante un mundo que, parece, está más cerca del colapso: el camino a la felicidad está, primero, a golpe de clic y, después, a través de la expresión ante los demás, al menos es lo que parece si atendemos a lo que publicaba hace poco Los Angeles Times: “desde el lanzamiento del show, Estados Unidos ha vaciado colectivamente sus armarios” con “más de 94,000 publicaciones con la etiqueta #mariekondo en Instagram” 

Si, como dice Groys, “la forma última de diseño es el diseño del sujeto” que se “vuelve una cosa diseñada, una suerte de objeto en el mundo”, el sujeto, como otros objetos, y siguiendo aquí a Kondo, puede ser prescindible si no da la felicidad. Una visión alegremente esquizoide de la vida, donde debemos aparentar que estamos alegres por encima de cualquier otro tipo de emoción.

Por supuesto, el programa de Kondo expone también otros aspectos: ahora que en muchos lugares del mundo las casas empiezan a ser cada vez más pequeñas, o el costo por metro cuadrado cada vez más caro, mantener pocas cosas es un bien —o mal— necesario. Pero esta disminución del espacio doméstico —más que ostensible en lugares como Japón—, reconoce también la mayor precariedad y dificultad actual al habitar un espacio. No sólo por el costo de vida, que se eleva, sino porque habitar en sentido pleno es, como decía Walter Benjamin, dejar rastros, huellas, residuos, algo extremadamente difícil si la realidad que nos proponemos debe estar mediada por elecciones tan arbitrarias como tener, máximo, un número determinado de libros o de calcetines.  Tal reducción supone, más que nada, un vano intento de cuantificar la felicidad.

La alternativa a Kondo está, creo yo, en reflexiones como las de Pier Vittorio Aureli, quien en su libro Menos es suficiente, expone la mirada ascética sobre la realidad construida. El ascetismo se expresa también casi en formas religiosas, con la vida monacal como referente, y donde el hogar queda reducido a un habitáculo mínimo, ejemplificado en sus páginas en la habitación Co-op de Hannes Meyer, esa vivienda que, aun renunciado al lujo, no negaba el goce —manifestado en un gramófono que nos muestra cómo la vida interior no sólo está condicionada por la necesidad sino también por el tiempo de disfrute improductivo—; mientras la habitación se reduce a un pequeño espacio privado, en el que establecer “una posibilidad de soledad y concentración”, el resto de la vida pasa a ser disfrutada en la ciudad, con otros, en un reclamo de lo comunal que puede construir, ahora sí, una forma de relacionarse con los objetos y los espacios distinta pues, al ser compartidos, no responderían tampoco a las lógicas de consumo y acumulación.

 

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Casa Núcleo https://arquine.com/obra/casa-nucleo-aga/ Sat, 15 Sep 2018 00:40:09 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/casa-nucleo-aga/ El programa “Viviendas Barriales Productivas” explora condiciones de la vivienda de barrio al tiempo que resuelve la precariedad de la relación entre necesidad, determinación, e improvisación; presentada en contextos donde predomina la vivienda.

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La casa, de Aura, Wilder, Moisés y Ángela (la familia Marchán), responde a dos realidades: lo doméstico y lo productivo; resultado de un desarrollo emergente o asentamiento en la periferia urbana. El inventario de comprobaciones del programa “Viviendas Barriales Productivas”, que exploran condiciones de la vivienda de barrio al tiempo que resuelven la precariedad producto de la relación necesidad – determinación, e improvisación, se presenta en estos contextos en función a la vivienda.

El proyecto atiende a la actividad productiva a escala familiar, entendida como recurso local para la producción de alimentos, conocimiento, manufactura y productos sociales en general, asociada a la vivienda como núcleo productivo, lo cual no plantea una novedad, sino una realidad que está cada vez más presente en las ciudades. Viviendas que soportan, mezclan y cruzan diversas actividades. Emprendimientos integrados al ensamblaje de lo doméstico, arropando muchas y muy diversas realidades, incluso performatividades de lo cotidiano.


En función de lo anterior, lo doméstico es capaz de repartirse en un conjunto de fragmentos espaciales y tejidos sociales, que se transforman en el tiempo y que son los que, por asociación, configuran “el entorno de la domesticidad”. Es decir, que no se desarrolla únicamente dentro de los límites de una vivienda estable, como una realidad autónoma y desvinculada del contexto en el que se encuentra.

En el caso específico de Aura Marchán, ese entorno doméstico se nutre desde y con su cocina, en una economía barrial no monetarizada, junto a un grupo de vecinos, de los 5 sectores de barrio que conforman la comunidad, que cotidianamente se alimentan en su vivienda y que, a través de un modelo asociativo de cooperación e intercambio de insumos cultivados y/o adquiridos, se apoyan para mantener sus condiciones de vida. Este tipo de vida doméstica y micropolítica económica posibilita, estimula y desarrolla vínculos productivos como también afectivos.


Por otra parte, la propuesta de vivienda es un andamiaje de acciones, saberes, procedimientos y tecnologías locales. Un dispositivo autoconstruido colaborativamente entre 14 vecinos y tres visitantes, en una cooperativa de trabajo temporal que gestiona socialmente el conocimiento, con el alcance y la capacidad de adaptarse a la realidad de condiciones ya predeterminadas, tanto desde el punto de vista técnico (fabricación húmeda-seca, protocolos administrativos, disponibilidades materiales y económicas, condiciones operativas), como comunitario (los casos priorizados, sus demandas y necesidades, aspiraciones y expectativas individuales y de la organización vecinal), características de la vivienda de periferia (el patio, suelo de cultivo), pero también a las propias características del contexto (parcelas irregulares, topografía accidentada) donde se ubica.


La nueva vivienda, como sustitución de la anterior, entiende las prexistencias y redita nociones de implantación y construcción. Retoma la lógica de terraza aplicada ahora en distintos niveles, generando un nuevo suelo útil en el mismo espacio disponible, replanteando los protocolos de ocupación del suelo para futuros desarrollos en el sector, en acuerdo con los vecinos.

Se desarrolla el prototipo en altura, liberando éste nuevo suelo para su incorporación al interior, el cual es nutrido por irrigación pasiva y retoma  las experiencias locales de huerto-jardín cultivable y comestible, al tiempo que incorpora un patio al interior de la casa. Los ambientes para el descanso y la pernocta se ubican en niveles superiores al de la cocina-comedor, éste último más próximo a la calle. La configuración de los espacios se desarrolla en módulos que permiten la progresividad en futuras ampliaciones (que sucederán) como resultado de un proyecto abierto; a partir de esta idea se puede dar origen a más de 10 variaciones de la casa.

La casa, y su conjunto de condiciones, nos permitió proponer una resolución singular e inédita, una respuesta ajustada, al desarrollo de nuevos esquemas de entornos domésticos y viviendas en contextos emergentes, con la intención de explorar modelos que se pongan así mismos en crisis, al tiempo que avala una referencia de fácil reinterpretación y/o reproducción para la comunidad y el resto de sus habitantes.

La casa, y su conjunto de condiciones, responde a dos realidades expuestas, y plantea preguntas abiertas ante la realidad de cualquier ciudad: ¿Qué tipos de domesticidad(es) se dan hoy en la ciudad?, ¿Qué formas de sociabilidad se están desarrollando?, ¿Qué potencialidades hay detrás de estas realidades?, ¿Qué andamiajes, no solo tipológicos, sino sociales y económicos podrían potencialmente llegar a sugerir nuevos/otros modelos sociales, de barrio, de urbanismo?

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