Resultados de búsqueda para la etiqueta [Convento ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Sun, 22 Oct 2023 18:32:41 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Un convento vertical https://arquine.com/obra/un-convento-vertical/ Sun, 22 Oct 2023 18:32:41 +0000 https://arquine.com/?post_type=obra&p=84222 Convento vertical, unas residencias para una comunidad de hermanas religiosas y mujeres vulnerables sobre un pedestal de dos niveles de instalaciones públicas. Durante la colonia española, los conventos femeninos eran considerados un signo de la opulencia de la ciudad y prueba de la calidad de sus vecinos. 

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Convento vertical, unas residencias para una comunidad de hermanas religiosas y mujeres vulnerables sobre un pedestal de dos niveles de instalaciones públicas. Durante la colonia española, los conventos femeninos eran considerados un signo de la opulencia de la ciudad y prueba de la calidad de sus vecinos.

En 1558 se fundó en Lima el convento de Nuestra Señora de la Encarnación, el primero de los hasta trece conventos de clausura que acabó teniendo la ciudad, ocupando alrededor de una quinta parte de su superficie. A principios del siglo XVIII, una de cada cinco limeñas de origen europeo vivía en conventos. A esto todavía hay que sumarle el número de sirvientes y esclavas que vivían en el interior del claustro y que en muchos casos superaban el número total de monjas.

Los conventos eran ciudades dentro de las ciudades que permitían a las monjas vivir una vida mixta entre la contemplación y el apostolado activo (caridad y enseñanza). Disponían de alguna iglesia o capilla, refectorios o comedores, sala capitular, celdas o pequeñas habitaciones privadas para sus habitantes, espacios apartados al aire libre como claustros, además de cocinas, almacenes y huertas. Aunque actualmente hay menos de una docena de conventos femeninos en Lima y la población de monjas ha disminuido considerablemente, todavía desempeñan un papel contemplativo y apostólico.

La Congregación de Religiosas de María Inmaculada -fundada en Madrid por Santa Vicenta María López Vicuña en 1876- nos encargó diseñar su nuevo local donde, además de ser residencia de la comunidad religiosa, también debía servir para su intenso trabajo, acogiendo y formando a jóvenes en situación de vulnerabilidad. Dada la condición contemporánea de terreno reducido, el nuevo convento se eleva verticalmente: un basamento público de dos niveles que contiene la capilla, los talleres de formación y el auditorio. Un nivel intermedio privado con refectorios y salas de reuniones. Tres niveles con residencias para señoritas y la comunidad de religiosas. Una azotea con lavadería, huerto y zonas de recreo.

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Convento en Salvador de Bahia https://arquine.com/obra/convento-en-salvador-de-bahia/ Mon, 17 Jul 2023 19:59:09 +0000 https://arquine.com/?post_type=obra&p=80657 Un nuevo complejo conventual en Salvador de Bahía, Brasil es diseñado por el estudio italiano Mixtura. Este complejo forma parte de un importante proyecto social que la Fondazione Betania Onlus lleva a cabo en Brasil desde 2010.

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Un nuevo complejo conventual en Salvador de Bahía, Brasil es diseñado por el estudio italiano Mixtura. Este complejo forma parte de un importante proyecto social que la Fondazione Betania Onlus lleva a cabo en Brasil desde 2010. El proyecto ya ha visto la construcción de una guardería para 120 niños de las favelas vecinas, y también implica la construcción de un complejo escolar para más de 500 niños que viven en condiciones de grave dificultad.

El diseño se basa en un método participativo en el que intervienen arquitectos y la comunidad con el objetivo común de crear una relación positiva entre el hombre, el entorno construido y la naturaleza. El complejo conventual se compone de edificios de baja tecnología, en los que las texturas de madera diseñan la estructura y el revestimiento, dotando al edificio de una fuerte identidad arquitectónica que se ve reforzada por el uso de mano de obra artesanal local y técnicas de refrigeración tradicionales.

Planimétricamente, se reinterpreta la tipología clásica del convento, desarrollada en torno a un único claustro cerrado, multiplicando el número de claustros y adelgazando los edificios para permitir que el viento, que sopla constantemente del este, circule entre los 6 edificios del complejo: un refectorio, una iglesia, un edificio administrativo, una biblioteca, una sacristía y celdas. Los grandes tejados de madera y los brise-soleil protegen los edificios de la radiación solar directa, mientras que los muros permeables y los paneles orientables giratorios mantienen las habitaciones ventiladas de forma natural, lo que se traduce en un confort respetuoso con el medio ambiente sin necesidad de utilizar sistemas mecánicos.

El complejo se diseñó para combinar la máxima eficiencia energética con el mínimo impacto ambiental, a lo que contribuyó en gran medida el uso de paneles fotovoltaicos y sistemas de recuperación de aguas pluviales. Se trata de un proyecto ambicioso e innovador para proporcionar a los jóvenes de las favelas de Bahía un futuro mejor basado en la mejora del cuidado del cuerpo, la mente y el espíritu, así como en el valor pedagógico y educativo de la calidad arquitectónica de los espacios.

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San Nicolas Tolentino, Actopan y las 8 horas de San Benito https://arquine.com/san-nicolas-tolentino-actopan-y-las-8-horas-de-san-benito/ Tue, 26 Jul 2022 15:30:50 +0000 https://arquine.com/?p=66304 San Nicolás Tolentino se encuentra en esa peculiar región que hoy conocemos como “El Valle del Mezquital”, al norte de la Cuenca de México, en el actual estado de Hidalgo. Esa tierra rodeada de una orografía semidesértica que, por erosión y tiempo, ha acumulado contrastantemente la tierra fértil en la planicie del valle.

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En esta ocasión, la reflexión se estructura robándome el concepto con el que Eco maneja su novela El Nombre de la Rosa a partir de la liturgia de las horas, que impuso Benito de Nursia para su regla y que terminaría trascendiendo desde la orden Benedictina a las demás organizaciones del Clero Regular.

La edificación sobre la cual narro mis experiencias hoy me parece tan extraordinaria como compleja, y sólo tratando de jugar al actor, apropiándome el papel desde la psique ideológica de su responsable, creo que puedo llegar a comunicar lo que, a mí, me hacen sentir sus espacios.

Como todo, es una interpretación muy subjetiva, libre de ser cuestionada y criticada por quienes leen este escrito, pero espero que, más allá de la opinión de cada lectora o lector, les resulte al menos un ejercicio de entretenimiento. Por cierto, también tomo un término que le robo a mi buen amigo Juan Carlos Tello, del que aprendo en cada conversación, y en lugar de “obra” trataré de usar “trabajos”, que es más adecuado para lo que realmente es el proceso de materialización de un edificio.

 

MAITINES

1550, Fray Andrés de Mata se levanta pasada la medianoche, en su cabeza suenan las campanadas que llaman al rezo de agradecimiento. Agradecimiento por haber sido designado como responsable de la Orden Agustina, para llevar a cabo los trabajos de construcción de lo que será, una de las mayores edificaciones conventuales en la Nueva España. Se ubicará en esa peculiar región que hoy conocemos como El Valle del Mezquital, al norte de la Cuenca de México, en el actual estado de Hidalgo. Esa tierra rodeada de una orografía semidesértica, que por erosión y tiempo ha acumulado contrastantemente la tierra fértil en la planicie del valle. Así, amplios cultivos cuyo verdor en sus primeras etapas, dibujan un paisaje esquizofrénico al ser enmarcado por la ruda y árida experiencia de los cerros que le acotan.

Allí, en la región de Actopan cuyo nombre significa justamente “sobre la tierra gruesa húmeda y fértil”, será el gran reto.

La necesidad de una gran edificación deriva de una cuestión básica: La región es una de las más pobladas del virreinato, y la Orden, ha sido encargada junto con los Franciscanos y los Dominicos, como herramienta de evangelización. La misión de convertir a la amplia población, en este caso otomí, al catolicismo, parece imposible de realizar en un ejercicio individual. Por lo mismo se debe pensar en espacios colectivos, donde cientos de habitantes puedan escuchar y ver, el mensaje de conversión simultáneamente. Fray Andrés recurre a un programa ya probado y exitoso, que se convertirá sin que lo sepan aún sus diversos autores, en una de las peculiaridades más características de la arquitectura novohispana del siglo XVI: El gran Atrio y la Capilla Abierta.

“Gracias” da al señor Fray Andrés, pues sus estudios en el monasterio le han llevado a conocer los secretos de la geometría aplicada, la escala y la proporción, así como las técnicas adecuadas para usarla como herramienta de edificación. En su cabeza, la Capilla se convierte en un gran arco de medio punto levanta la bóveda de cañón 17.5m de altura sobre el piso, y se proyecta de oriente a poniente con una profundidad aproximada de unos 16m, para formar la concha acústica donde los sacerdotes intentarán contar la historia adecuada, para conseguir la conversión. El edificio se desplanta sobre gruesos muros cuya proporción obedece a las necesidades estructurales del edificio, y que le elevan todavía unos 4m más por sobre el suelo. Frente al arco, al poniente, la dimensión del atrio permitirá concentrar una gran cantidad de habitantes. Pero el trabajo tectónico no está completo, en una mentalidad integral, sin la expresión pictórica, y para ello el espacio se llena de gráficos. El intradós (la parte interior de la bóveda) a falta de tecnología en ese instante para lograrlo, reproduce un encasetonado renacentista, es decir, lo moderno, mientras que el resto reproduce la traducción del artesano otomí, las escenas con las que se explican el Génesis y el juicio final.  En términos prácticos, y potenciado como nunca en nuestra contemporaneidad, las imágenes pueden transmitir mucho más que las palabras, ya que no requieren traducción lingüística. Fray Andrés da gracias, y la visión se materializa.

 

LAUDES

Fray Andrés se levanta. El sol está por salir y las campanas están anunciando la hora para la primera alabanza del día. En su cabeza, el fraile visualiza la casa de las campanas como una gran torre de planta cuadrada y rematada como es la usanza en el territorio novohispano, con almenas que le confieren un aspecto de fortaleza mística. Pero en su formación destaca los años como aprendiz de un pintor renacentista en Italia, y su visión como ser humano universal le obligan a buscar la modernidad expresada en cuatro vanos, uno por cara, por donde asomarán las campanas y escapará el sonido de su repique. Todas son diferentes, todas parten de una media luna que se desarrolla hacia abajo buscando un rectángulo áureo.

No hay muchas torres en el territorio del virreinato, se ha favorecido más para cobijar campanas, la espadaña, por ello, la alabanza en la imaginación de Mata es más significativa.

 

PRIME

Concebido el campanario en torre termina el Laudes y comienza el Prime, pues el sol despunta por el horizonte, y la luz que nace con la mañana, debe reflejar la cara del gran templo, aunque esta cara dará al poniente. El rezo se convierte en una finísima portada plateresca, que será ejecutada por las manos expertas de artesanos locales, contagiados del fervor y la vehemencia del fraile.

La composición geométrica es sencilla y precisa, un primer rectángulo áureo cobija cuatro columnas corintias, dos de cada lado, entre las cuales se escarban en vertical cuatro nichos. Con ello se centra la puerta, coronada por un muy refinado doble arco encasetonado: uno, el propio para cargar tectónicamente el vano del acceso, y el otro con una ligera proyección cónica, que decorativamente ensalza y le da escala monumental a la portada. Un segundo rectángulo áureo enmara por encima del primero, la ventana del coro y fija en vertical todo el eje compositivo de la fachada del templo. 

La ejecución exacta, detallada, cuidadosa, preciosa del rezo principal del día, se vuelve palabra gracias a los canteros otomíes, para que fray Andrés y la alabanza a su dios, perdure durante los siglos venideros.

 

 

TERCE

Es media mañana y Fray Andrés se encamina a una nueva alabanza, para que la gracia divina otorgue su permiso y los trabajos culminen el Templo. Así, envuelve el espacio en una austera muralla de gruesos muros reforzados con robustos contrafuertes que aterrizarán el empuje de las bóvedas hasta el suelo y siguiendo una métrica rigurosa, cual si se tratara de un cántico gregoriano, una gran ventana se insertará en el muro, justo a la mitad del espacio entre cada contrafuerte, éstos a su vez, serán coronados por una fantasía de garitas con almenas, reinterpretando un pináculo. Allá arriba, donde la edificación mira al cielo, imaginará fray Andrés a los ángeles, como soldados vigilantes que transitan el paso de guardia en su fortaleza mística, con el fin de ahuyentar a las demoniacas tentaciones.

Al interior, Mata decide jugar con dos formas de abovedar el espacio. Elige un cañón corrido para el espacio que va del acceso y sobrevuela el coro, para posteriormente acercarse al altar principal, usando una secuela de bóvedas nervadas cuya complejidad en el dibujo geométrico, va aumentando según su progresión hacia lo divino. El retablo principal, estará coronado por la bóveda que dibuja la geometría más elaborada, donde al poner la piedra clave con la que sostiene ese último tramo del techo, se cierra el rezo.

 

SEXTA

Cuando el sol llega al punto más alto de su trayectoria, entre el oriente y el poniente, justo a la mitad del día, es hora de una nueva alabanza. Toca definir el portal donde los monjes darán cobijo y descanso a los peregrinos y que funcionará como conexión entre el exterior y el interior del convento, el cual, debe ubicarse según la costumbre, al sur del volumen del templo, haciendo coincidir en orientación, la fachada principal de éste y la del recinto donde habitarán los monjes. Para ello, la tipología marca la necesidad de un espacio a nivel de piso y fray Andrés dibuja en su cabeza, y en el papel, tres arcos cuyo intradós repite el moderno encasetonado renacentista. Por encima del portal una logia cuyos arcos (también tres) contrastan en ligereza y proporción con los del portal remata la portada del convento, para que los habitantes enclaustrados, asomen desde el segundo nivel, su curiosa vista a quienes deambulan en el atrio.

Al interior del portal de peregrinos, una transversal bóveda de cañón corrido a la que se adorna con lacerías góticas y mudéjares produce una intensa y refrescante sombra, mientras que un elaborado marco de cantera señala el zaguán que da paso al convento. Una discreta alabanza, para un rezo sencillo y menor.

NONA

El sol se inclina ya hacia el poniente, y a las tres de la tarde toca, en la última de las horas menores, hacer el rezo previo a vísperas. Un rezo para los hermanos que habitarán el convento, un rezo que piensa en las celdas con ventanas adecuadas para sentarse a leer y escribir, pequeñas, suficientes para una persona, sin más que una mesa, una cama y un perchero. Los espacios colectivos: Biblioteca, taller, refectorio para compartir el pan y el vino, cocina para ensalzar el don que Dios da con el sentido del gusto. Espacios para atender a los feligreses, como el dispensario y la portería. Y los deambulatorios que les conectan y al mismo tiempo, al vestir sus muros con una riquísima secuencia de esgrafitos, se convierten en un ritual de recorrido y meditación contemplativa.

Para el refectorio, una fantasía en el techo: Casetones cónicos de traza entre circular y octagonal, se entrelazan en una maya con hexágonos ligados en cuyo interior se dibuja una flor. Cada casetón a su vez contiene al fondo del cono una flor “pasionaria” rodeada por hojas que llegan hasta el borde de la geometría. Completa la composición de tan peculiar bóveda, con pequeños medallones entre los octágonos, que contiene monogramas de Jesucristo y María, para el buen provecho. No todo es adorno, el casetón funciona acústicamente para romper los ecos y que la lectura que nutre el alma mientras se nutre el cuerpo, llegue sin ecos a cada hermano.

 

VÍSPERAS

El sol se acerca al horizonte, y para dar gracias a lo transcurrido, se hace la alabanza de una de las horas principales. Mientras el astro luz baña con sus cálidos rayos la fachada principal de templo y convento, resaltando la torre en el paisaje que se acota con la sierra, Fray Andrés decide eclectizar la piel del claustro: El claustro bajo, se eleva verticalmente en arcos apuntados que recuerdan el gótico emblemático del medievo, pero cada vez más en desuso ante las modernas ideas renacentistas, que retoman el orden clásico de la arquitectura romana y griega. Pero para el claustro alto, recurre al arco de medio punto apoyado en esbeltas columnas toscanas. Dos arcos clásicos para un arco gótico es el juego, reflejando lo público abajo, y lo privado arriba.

Para asegurar la solidez de la estructura, unos sobrios contrafuertes alternan el ritmo con los arcos apuntados del claustro bajo, ya que en ese tiempo, el arte es ciencia y viceversa. El efecto conseguido, son cuatro fachadas idénticas acotando el patio cuyo matiz de diferencia, se encuentra en los segundos planos, ya sea por el asomo del muro almenado del templo, o por la torre que comunica con imagen y sonido, los eventos místicos del día. 

La alabanza está casi completa.

COMPLETAS

Se acerca el tiempo del descanso nocturno, y la última alabanza correspondiente a las horas menores. Para Fray Andrés, y su universo edificado, quizá implique cerrar el atrio con la barda también almenada; el huerto con que se alimentará la cocina y completará el servicio del dispensario, por supuesto la zona de letrinas para el alivio de los procesos digestivos del cuerpo, y la cisterna, ya que no abunda el agua en la región. Ésta última colectará el agua que cae sobre los techos del conjunto, canalizada por gárgolas, ranuras, canales.

El fraile ha completado los trabajos. Otros vendrán décadas o siglos después, a ajustar, modificar, quitar o sumar o reconstruir elementos, porque la arquitectura no es de quien la produce, si no de quien la habita y suele suceder, que mientras los edificios siguen en pie, las ideologías cambian, las necesidades se transforman y, por lo tanto, los espacios evolucionan, como evoluciona también nuestra concepción del tiempo, en este caso, dividido en 7 segmentos del día que se acompañan con 8 momentos de alabanza. El reloj marca las horas que nosotros le indicamos.

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Maní: Los Xiu labran su continuidad en el paisaje https://arquine.com/mani-los-xiu-labran-su-continuidad-en-el-paisaje/ Fri, 26 Nov 2021 03:23:19 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/mani-los-xiu-labran-su-continuidad-en-el-paisaje/ En Maní, ubicada a unos 90km de Mérida, capital del Estado de Yucatán, se encuentra el más antiguo conjunto conventual del Estado que se conserve. A diferencia de otros conjuntos conventuales en nuestro país, aquí el espacio conventual se ubica al norte del templo, y no al sur, como es común. En la fachada principal sobresale con mayor jerarquía la capilla abierta.

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27 años ha, la carretera nos mostraba a Maricarmen y a mí un paisaje llano, donde las nubes corrían a velocidad crucero y podíamos ver, dada la planicie, los puntos en el paisaje donde éstas habían decidido precipitarse hacia el suelo para realizar el ritual de Chak alimentando de humedad a la tierra.

En las poblaciones y pequeñas ciudades de la península de Yucatán —llevábamos recorridos ya varios en el actual estado de Campeche y no menos en el que recibe su nombre de la península— la tipología conservaba la esencia definida durante el Virreinato y el período decimonónico del México Independiente: al centro, la plaza pública rodeada de edificaciones cuyo lenguaje arquitectónico refiere a una expresión ibérica, y hacia el exterior, en todas las orientaciones de la rigurosa retícula renacentista, los lotes que aún conservaban, en su mayoría, la maravillosa arquitectura de planta elíptica y construcción de bajareque, que desde el preclásico define la tipología habitacional maya. Dentro de la composición de la plaza, la presencia de los peculiares palacios municipales producidos en su mayoría en el siglo XIX, y la presencia del templo Franciscano originalmente erigido en el XVI o principios del XVII. Éste último podría estar acompañado o no de una casa conventual.

Tocaba el turno a la ciudad de Maní, ubicada a unos 90km de Mérida, capital del estado.

La información, tomada del catálogo de monumentos religiosos del Estado de Yucatán, era bastante escueta, pero nos daba a entender que encontraríamos un conjunto conventual Franciscano, el más antiguo de los existentes en el Estado —para la península, más antiguo sería el de Campeche, y en el Caso de Mérida, cuyo conjunto sería de mayor envergadura y antigüedad que el aquí narrado, se descarta en la actualidad por haber desaparecido, Izamal es posterior— lo cual tras lo ya visto, levantaba expectativas importantes.

Nos internamos hacia el centro de la población desde el poniente, ya que veníamos de haber visitado Ticul y Dzán. El camino nos forzaba a girar ya llegando al centro, hacia el norte, de manera que llegamos tangentes a la plataforma que delimita el Atrio, y se nos develó la imponente masa edificada, mientras la bochornosa tarde jugaba a la luz y la sombra siguiendo el ritmo del paso de las nubes.

A diferencia de otros conjuntos conventuales visitados en nuestro país, aquí el espacio conventual se ubica al norte del templo, y no al sur, como es común. La fachada del templo no deja de expresar, a pesar de su gran austeridad, su origen posterior, a inicios del XVIII, con las dos espadañas coronando el extremo de su silueta, y la composición axial de la portada que remata en la imagen de San Miguel Arcángel, al cual está consagrado, resultante de una necesaria expansión para albergar una mayor cantidad de fieles, a raíz del crecimiento demográfico que tiene la población para ese entonces. De mayor complejidad es sin embargo, la lectura del resto del conjunto. 

Leyendo la fachada de sur a norte desde el templo, lo que sigue es el portal de peregrinos, que se percibe incompleto con dos arcos, de los cinco originales que incluirían parte de la fachada del templo antes de ser expandido. Por encima de estos arcos, una logia que habría jugado al tresbolillo con los arcos de abajo, se ve restringida a solo dos vanos en arco y luego una ventana que parece posterior dadas sus dimensiones y su forma. Siguiendo al norte, vendrá probablemente el evento compositivo de mayor jerarquía: la capilla abierta.

Este gran arco matiza y cambia la escala de todo el conjunto, rompe la jerarquía de la portada del templo cubierto con su gran oquedad y se manifiesta a partir de ella, como el negativo. Habrá que hacer un juego imaginativo para plantear cómo sería esta lectura, de haberse mantenido intacta la cinta del conjunto, derivada de la imaginación creativa de su autor, Fray Juan de Mérida.

Al interior, el claustro se expresa con una masividad rotunda, en una arcada perimetral densa y pesada hacia el patio, mientras que deambulatorios, celdas y espacios comunes, anunciaban el desgaste que el clima y el tiempo producen cuando paulatinamente, el mantenimiento del inmueble va decayendo ante las transformaciones sociales, políticas y económicas. Y digo anunciaban, ya que, durante la primera década de este siglo, se realizó una restauración profunda de toda la edificación, sólo que yo, tristemente, no he podido retornar a este peculiar punto de la península para actualizar mis fotografías.

Durante años me pregunté ¿qué llevó a los Franciscanos a realizar una obra de tal dimensión en este lugar específico? Izamal tenía, como ya he relatado en otro escrito, un destino de peregrinación que lo hacía focal, pero ¿y Maní?

Pues bien, en un interesante relato de Indalecio Cardeña Vázquez que encontré hace poco navegando en busca de información al respecto, resulta que los Xiu, la familia hegemónica de Uxmal a finales del clásico decidió migrar hacia este punto cuando en el siglo X comenzó el declive de su ciudad. La decisión al tiempo resultó acertada, tomando en cuenta que, para el siglo XIV de nuestra era, Uxmal ya estaba totalmente deshabitada. Así, en su nueva región, esta familia había conseguido si bien no construir una urbe de las dimensiones e importancia de la anterior, si al menos un punto significativo de intercambio comercial.

Aguantaron el período de dominación Mexica y, cuando vieron la caída del imperio que dominaba desde la Cuenca de México, pactaron alianza con el ejército español con el fin de apoyar en la conquista de la Península Yucateca y mantener su influencia sobre la región.  Así es como la familia y Maní, recibirían un trato privilegiado, y al edificarse el convento franciscano aquí narrado, aportarían también en mano de obra y recursos.

Los Xiu, con su cosmovisión construida por ciclos, participaron en la construcción del edificio, sobreponiéndose al nefasto Auto de Fe realizado en un momento dado por Fray Diego de Landa (en el que destruyó una gran cantidad de documentos y obras de arte prehispánicas) que terminó convirtiéndose en un centro de desarrollo cultural en el cual se recuperaron y preservaron importantes memorias de la cultura maya, escritas en el idioma original, pero utilizando ya los caracteres del alfabeto latino, de entre esas memorias destacan algunos de los textos pertenecientes al Chilam Balam. Cardeña Vázquez narra que para el siglo XIX, el convento de San Miguel Arcángel era un colegio que generaba conocimientos en maya, latín y español.

¿Y luego? La auto colonización impuesta por las ideologías provenientes desde el Gobierno Federal del México ya independiente, terminó fraccionando poco a poco la península, y Maní, como otras muchas poblaciones, cayó en un símil narrativo a Macondo en Cien años de Soledad. 

De momento, denominado ya como pueblo mágico, la población y el monumento que es ya parte de la memoria paisajística del sitio, esperan con paciencia que los ciclos de la vida permitan a nuestra inmadura percepción de un universo sistémico, abrir la puerta de la valoración multicultural, proyectándoles nuevamente como centro de construcción del conocimiento. 

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Espacios: Conkal: una expresión minimalista mestiza https://arquine.com/conkal-minimalista-mestiza/ Wed, 26 Aug 2020 13:24:15 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/conkal-minimalista-mestiza/ La arquitectura religiosa Yucateca tiende a una expresión de austeridad casi minimalista. En ese universo peculiar, la originalidad de Conkal tiene una narrativa propia.

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La población de Conkal, se encuentra al noreste de la Ciudad de Mérida, en la Península de Yucatán. Su traza, prototípica de las poblaciones yucatecas, es rigurosamente ordenada, reticulada, con la plaza al centro, manteniendo aún el concepto de la lotificación tradicional de los mayas peninsulares: una parcela rectangular donde la construcción tiende a darse hacia el frente de la calle, mientras que el resto del terreno se desarrolla como huerto autosuficiente, pero las casas tradicionales mayas, han desaparecido para dar paso a construcciones realizadas con block de concreto, castillos armados y losas macizas.

Esta traza ve con angustia, como ya a sólo 7 kilómetros de distancia, la mancha urbana de Mérida, que sigue un crecimiento en dispersión horizontal, cada vez más acelerado, va engullendo el mundo rural a su paso.

Ahí, en ese entorno que aún sobrevive a la conurbación, se encuentra el Ex convento de San Francisco de Asís, hoy en parte museo de arte sacro del Estado de Yucatán. Cuando yo tuve la oportunidad de visitar la península aún no era museo y buena parte del edificio se encontraba en ruinas, así que habrá que regresar para un nuevo registro fotográfico actualizado, pero independientemente de ello, la construcción tiene cualidades dignas de ser analizadas.

Los conventos franciscanos de la península no siguen, en su mayoría, el patrón tipológico de otras edificaciones monásticas del siglo XVI. Aunque se mantiene en la maza la expresión de fortaleza mística, muchos de los templos utilizan como ábside la otrora capilla abierta, que desaparece como espacio exterior, lo que implica también que los templos cubiertos, suelen ser posteriores a la edificación original. Por otro lado, las habitaciones conventuales suelen estar por detrás del templo, y no a los lados como sucede en otras regiones de nuestro país. Aunque no es una regla absoluta, si tiene una recurrencia que la convierten en una tipología propia.

Conkal se presenta con el eje longitudinal del templo orientado norte sur, algo muy poco usual, y hasta cierto punto desconcertante tomando en cuenta que no existen accidentes topográficos aparentes que forzaran dicha orientación, ubicando también de forma atípica dos claustros y el huerto, en relación sucesiva hacia el norte. Si la orientación es poco común, al menos mantiene la regla, mencionada anteriormente, de resolver las habitaciones en la parte posterior de la Iglesia.

El templo es de una austeridad excepcional y su fachada escalofriantemente minimalista.  Solo el acceso se enmarca por una portada labrada de corte renacentista. El resto del muro se levanta en una seca mampostería de piedra sin ningún tipo de ornamentación, continuándose con tres espadañas rematadas en arco; las dos laterales de menor altura que la central, en eje con la portada. Esta particular expresión única en su tipo al menos en lo que toca a nuestro patrimonio nacional, avisa casi funcionalmente, la distribución interior del espacio religioso. Originalmente planteado para tres naves, termina no sabemos si por cuestiones estructurales o presupuesto, albergando una nave central, con una especie de capillas criptocolaterales, comunicadas entre sí por aperturas en arco rematadas con una ventana ocular.

El resultado final es de una serenidad plástica particular, que no traiciona su bello retablo barroco del siglo XVII. El primer claustro habitacional, de pequeñas dimensiones, pero dos niveles de altura, mantiene la sobriedad lingüística del templo, con un par de arcos que abren el claustro bajo al patio, y ventanas al eje en el claustro alto.

El otro, de mayores dimensiones, correspondiente a un hospital de indígenas, hoy restaurado para el museo, estaba en ruinas y sólo se expresaba como una arquería vacía, que imprimía en ese momento, un contrastante sentimiento de inquietud por el abandono, al sereno y apacible del templo.

La noria, del huerto, repite la tipología de otras que hay en la región, como las de los conventos de Mamá o Valladolid: una planta cilíndrica con un pozo al centro, rematadas por una bóveda circular. También en ruinas cuando yo estuve, hoy se encuentra restaurada y dentro del terreno del museo.

La arquitectura religiosa Yucateca (y no me refiero al estado, si no a la región considerando a la península como un gran ente cultural, que por cuestiones políticas, fue subdividido ya en el México independiente) en especial de los siglos XVI y XVII, tiende a una expresión de austeridad casi minimalista, derivada por una parte, de la misma geografía, clima y características del suelo peninsular, más seco, menos exuberantes que las regiones boscosas y selváticas de Chiapas o Guatemala, que mezclado con la idiosincrasia de los grupos mayas locales y la postura de austeridad de los franciscanos, da como resultado una expresión muy distinta a la del altiplano o al de las construcciones previas prehispánicas de la zona. En ese universo peculiar, la originalidad de Conkal tiene una narrativa propia.

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Espacio de exposición en un convento https://arquine.com/obra/espacio-exposicion-convento/ Thu, 08 Nov 2018 18:00:01 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/espacio-exposicion-convento/ La intervención interpreta el antiguo convento del siglo XVI donde se inserta como un contexto continuamente alterado a lo largo de los siglos, un espacio cambiante producto de las transformaciones sucedidas en el tiempo que lo han ido marcando con diversas huellas y cicatrices.

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La intervención interpreta el antiguo convento del siglo XVI donde se inserta como un contexto continuamente alterado a lo largo de los siglos, un espacio cambiante producto de las transformaciones sucedidas en el tiempo que lo han ido marcando con diversas huellas y cicatrices.

Más allá del interés historiográfico, toda esta sucesión de alteraciones sugiere una metamorfosis continua que trasciende estilos y diluye certezas patrimoniales, el acercamiento al edificio surge entonces de la búsqueda de una materialidad más cruda y veraz que sospechamos que, como en el pentimento, está oculta por los revestimientos de la antigua escuela universitaria que fue hasta finales del siglo XX.

Así, en un entorno tan alterado y ante la extrema limitación presupuestaria, la acción de desvelar activa el proyecto convirtiendo la destrucción en algo tan natural como la propia construcción, acaso como nos sugirió la conversación fortuita mantenida con El Tono, artista urbano que en aquellas primeras semanas de trabajo rasgaba los revestimientos existentes descubriendo tras ellos un edificio oculto y latente.

Tras desenmascarar suelos, paredes y techos, los arquitectos ejecutaron un jambeado (no logro entender lo que es eso) para los huecos de paso desdibujados por el tiempo y una nueva carpintería en el claustro que recupera su relación transparente con el patio como el deambulatorio que fue.

Queda así una intervención áspera que no pretende ser conclusiva y que ofrece, como si de un relato inacabado se tratase, un momento intermedio que debió suceder a partir del cual todas las opciones son de nuevo posibles, un espacio en puntos suspensivos a la espera de que cada exposición artística venga a completarlo.

 

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