Resultados de búsqueda para la etiqueta [Polanco ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 26 Jul 2024 17:38:00 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 [otras] maneras de ser simultáneo https://arquine.com/otras-maneras-de-ser-simultaneo/ Fri, 22 Mar 2024 17:26:50 +0000 https://arquine.com/?p=88678 El proyecto '[otras] maneras de ocupar el espacio público', del despacho queretano dérive lab, es una alternativa perceptual para descentrar los sentidos y la habitabilidad de las ciudades. Aquí un paseo por su más reciente versión, exhibida en la Torre del Reloj de Polanco.

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Esto sucedió un domingo de camino a la Torre del Reloj, que está en el costado poniente del Parque Lincoln (Polanco, Ciudad de México): primero, la salida del metro Auditorio convertida en estacionamiento de bicicletas | avenida Reforma cerrada para que más ciclistas y gente sobre ruedas pueda circular por esa vialidad | la voz de una candidata presidencial ocupando el Auditorio Nacional por medio de las bocinas de sus simpatizantes y organizadores de campaña | un pepenador que carga con una enorme bolsa negra frente a una casa porfiriana | un estanque convertido en pista de carreras para barcos en miniatura | un guitarrista sentado en una jardinera que canta canciones de José José y de cuyo instrumento, en el mástil, cuelgan unos títeres de cuerda | durante todo el camino, gente que trae paraguas para afrontar el sol de febrero, como si fuera esto una primavera adelantada | 

Esta colección de fragmentos, ninguno cronológico (aunque la palabra escrita dé esa sensación), algunos de ellos atravesados por la memoria de un buen día de fin de semana (que quizá coloca sobre ellos un filtro demasiado luminoso), se inspiró en [otras] maneras de ocupar el espacio público, proyecto que Ximena Ocampo ha desarrollado, tanto de manera individual como con el apoyo del equipo de dérive lab (Francisco Paillie, Jesús Ocampo, Jesús Méndez, Sofía Ávila, Woroud Ahdali, Angelica García y Sophie Zurhaar; así como Wendy Sánchez y Karla Velarde), despacho arquitectónico queretano con una práctica, sobre todo, investigativa y teórica sobre el urbanismo. 

[otras] maneras ha cosechado varias exhibiciones en recintos como el Museo de San Ildefonso (Ciudad de México), la XII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (Ciudad de México) y Pabellón, en la Universidad de los Andes (Bogotá). En su paso por la galería de la Torre del Reloj, entre febrero y marzo de 2024, esta muestra itinerante y adaptable era, a primera vista, un conjunto pequeño de fotos, renders, fichas y escritos teóricos. Quepa mencionar que la propia torre, haciendo causa con el espíritu de este ejercicio, fue en su momento un palomar y ahora es un centro cultural en ciernes que busca la participación de los visitantes y, quizá, quienes habitan esta zona de Polanco. 

No es, sin embargo, una exposición de artes plásticas, sino el resultado de un estudio de alcance nacional que recogió datos e imágenes de cientos de personas en el proceso de adaptar y adaptarse al espacio público: ya fuera habitándolo de maneras peculiares, utilizando equipamientos de maneras innovadoras o transgrediendo las ideas y fronteras entre el espacio público y el privado (la tensión fundamental de la ciudad contemporánea). Entre las ciudades que sirven de escenario y entorno para estas prácticas se encuentran Mérida (Yucatán); Monterrey (Nuevo León); Ciudad de México; Tulum y Playa del Carmen(Quintana Roo); Villahermosa (Tabasco); Ciudad Valles (San Luis Potosí); Cosamaloapan, Minatitlán y Orizaba (Veracruz); o Ciudad Juárez (Chihuahua). Una segunda parte, todavía por embarnecer, era la que correspondía al viaje de Ocampo por Hong Kong, viaje que reveló, mediante el método del proyecto, menos una clase de exotismo que la adaptabilidad y resiliencia humanas incluso en una urbe tecnocapitalista. Recorridas en 2020, la muestra fotográfica es también un testimonio dela pandemia: multitudes con cubrebocas y nuevos vínculos con un espacio abierto convertido, como nunca, en zona de hostilidades. 

Ocampo generó unas categorías maestras —tipo de ocupación, atributos físicos (de los habitantes), espacio, temporalidad, objetos, actividad, ubicación geográfica, permanencia, agente— para dar cuenta de la diversidad de prácticas en la vida pública, el entorno construido y el uso de objetos cotidianos. Además de casi mil fotos, hay adaptaciones de algunas de esas postales en dibujos (hechos en AutoCAD) que muestran personas que —como dice el título de la muestra— ocupan el espacio de distintas maneras: un hombre que carga una torre de madera en la que están los pájaros que vende | otra torre, de algodón de azúcar, de un vendedor ambulante | gente que baila zumba bajo un edificio declarado indeseable (el museo elevado de Villahermosa) | cimbras en las que han tomado lugar los bártulos de pintores | bancas de parque convertidas en tableros para juegos de mesa | un señor que lee entre las columnas de un enorme monumento en Tulum | 

Como se decía más arriba, [otras] maneras de ocupar el espacio público no es de manera estricta una muestra fotográfica (centrada en cualidades estéticas o en busca de crear o subvertir un lenguaje), sino un ejercicio perceptivo que busca descentrar la mirada. La pieza central, tanto literal como proyectualmente, es un fichero que organiza cada uno de estos encuentros y que, para fortuna de quienes quedamos prendidos de este procedimiento documental, puede encontrarse en su versión íntegra en el sitio web de la exposición como un archivo digital. El repositorio es colaborativo, por lo que es posible contribuir a su crecimiento por medio de la misma página, que además tiene su propio feed de instagram. 

En conservación con la expositora, y su compañero de despacho, Francisco Paillié, pude enterarme de que la reacción del público ha sido variada. Entre académicos y profesionales del urbanismo y la arquitectura, ha habido quienes consideran que este tipo de ocupaciones inesperadas (que incluyen desde gente que duerme hasta que vende cosas aprovechando las características de equipamientos que van de aceras, escaleras, bardas, gradas) puede llegar a ser irrespetuosa.

En ese sentido, la premisa perceptual es de gran importancia: el acercamiento a los edificios nunca es celebratorio, estos aparecen siempre en escorzos o por partes; lo que está en el centro son quienes los habitan (que incluyen seres humanos y no humanos, como un perro que sólo está observando a la gente por la calle), algunos recurrentes, otros incidentales, muchos de ellos incluso subversivos en su manera de interpretar el espacio.

Los dibujos que aíslan cada una de esas acciones revelan, por una lado, la condición extravagante de toda actividad pública: no hay humanitos derechitos, uniformes o de un solo fenotipo como los quisieran los renders, sino una gran diversidad humana que incluye posiciones extrañas, vestimentas que no se esperaban para tal lugar, herramientas y, por supuesto, añadidos que terminan por convertir el espacio público en un lugar aleatorio, pero con un orden inescrutable para la domesticación del ser urbano, y sus permanentes negociaciones formales e informales entre lo público y lo privado. 

Enumeradas así, como lo hacía al principio, pensar en la infinitud de acciones y personas parece acercarse a la simultaneidad, y a la posibilidad de quitarse el impulso de domesticar la experiencia urbana. Domesticar entendido aquí como volver a meter en la casa, al encierro, lo que todo el tiempo está mutando. Sin embargo, la ilusión de que es posible captar todo en todas partes al mismo tiempo pronto se desvanece: la mirada tiende a acostumbrarse de nuevo a la rigidez y a la predictibilidad, esa otra gran ilusión. Pero, mediante un simple ejercicio queda el sentir de que uno vio, en lo cotidiano, lo extraordinario. 

La más reciente iteración de [otras] maneras de ocupar el espacio público se exhibió en las plantas baja y alta de la Galería Torre del Reloj (entre el 8 de febrero y 3 de marzo), en cooperación con la alcaldía de Miguel Hidalgo.

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El nombre, ¿es lo de menos? https://arquine.com/el-nombre-es-lo-de-menos/ Fri, 03 Feb 2023 05:31:48 +0000 https://arquine.com/?p=74930 “No hay inocencia en el gesto de nombrar”. Llamarle a un fraccionamiento propuesto en la Hacienda de la Condesa, Nueva Tacubaya, o Chapultepec Heights a lo que hoy es las Lomas o intentar rebautizar Tepito como Reforma Norte, no son actos inocentes: el nombre acaso no es lo de menos.

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Antes de que Daniel Giménez Cacho encarnara a Silverio Gama, protagonista de la película Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades (Alejandro González Iñárritu, 2022) y quien busca la raíz de la mexicanidad en el Zócalo o en el Castillo de Chapultepec, el actor organizaba recorridos por Tepito, un barrio menos monumental y menos fotogénico, a los que llamaba “safaris”. Nadie cuestionó que la actividad colonial de avistar animales, con el fin de apreciarlos en todo su esplendor salvaje, se utilizara para describir una serie de visitas a una zona de la ciudad donde vive gente, al igual que en la Narvarte o en la Condesa, donde pareciera que las mesas de restaurantes en la banqueta imprimen mayor alcurnia. Será que para la imaginación geográfica de quienes planearon recorrer Tepito, la vida en la colonia Morelos era digna de tomarse como una suerte de gabinete donde los espectadores podían ver cómo vivían los tepiteños con el fin de tener una experiencia estética. Sin embargo, no se necesita desmadejar mucho para encontrar el problema: una de las zonas más céntricas de la capital de México es también una de las zonas más imaginadas y menos comprendidas. A la manera de los monstruos, podríamos decir que Tepito pertenece a la tradición oral de la ciudad. Se habla mucho sobre lo peligroso del barrio, y sólo se visita si un actor es quien protege a los turistas, recomendaciones mediante de “no portar objetos ostentosos” antes de ingresar a este paraje exótico.

A Tepito también se le conoce como el “barrio bravo”, lo que a veces se utiliza como una especie de demarcación no oficial para todos los capitalinos, la cual delimita a Tepito del resto de la ciudad. La urbe que rodea al barrio no es tan peligrosa. Sobre esto, podemos afirmar, junto a Luz América Viveros Anaya, que nombrar los sitios es una práctica social que “delata pactos que los habitantes establecen con su pasado, con la memoria y con una manera de situarse en el mundo”. En el texto “A veinte calles de la Plaza de Armas y a diez mil de la civilización”, la autora comenta que “esa designación de los lugares está mediada, a veces tensamente, por los alcaldes o regentes civiles que intentan ya normar, ya cubrir deudas políticas, ya establecer homenajes de panteones políticos, profesionales, artísticos o culturales”. Viveros Anaya concluye: “No hay inocencia en el gesto de nombrar”. Tepito ya existía cuando, en 1883, José Tomás de Cuéllar escribió un artículo titulado “La nomenclatura de las calles”. Como cronista urbano, este autor defendió la simetría, las superficies lisas y la tecnificación de las ciudades. Por lo tanto, no le parecía que entre cuadra y cuadra se cambiaran los nombres de un centro urbano en continuo crecimiento, y que mucho menos las denominaciones estuvieran dadas por las tradiciones religiosas o los oficios que ahí se ejercían. En su texto, Tomás de Cuéllar narraba que al tramo de las calles de Corpus Christi, Calvario y Acordada se les había nombrado avenida Juárez y que, a pesar de esta síntesis, los ciudadanos seguían acostumbrados a una nomenclatura mucho más primitiva. “Y ya que de avenida Juárez se trata, pregunto yo: ¿qué inconveniente hay en que la avenida Juárez la constituya de hoy en adelante y para siempre toda esa vía desde la primera calle de Plateros hasta salir a despoblado? Así quedarán suprimidos los nombres de primera y segunda de Plateros, Profesa, primera y segunda, y Puente de San Francisco y, para suprimir esos nombres sustituyéndolos con el de nuestro benemérito don Benito Juárez, hay todas estas razones”. 

La idea de facilitar la vida a los transeúntes no es, en principio, problemática, pero la forma en la que nombramos las estructuras de la ciudad está fundamentada en la ideología de un momento determinado. Para Tomás de Cuéllar, si los antepasados habían emprendido la “larga y laboriosa tarea” de “conservar en lo posible el alineamiento en las nuevas construcciones, hasta lograr una ciudad más regular y más perfecta que todas sus contemporáneas del continente, nos toca a nosotros hacernos dignos de esa previsión sensata y meritoria, y al encontrarnos calles que atraviesan la ciudad en línea recta en toda su extensión, sin más defecto que cambiar de nombre a cada cien pasos, nos toca, repito, bautizar esa vía con una sola letra, con un número o un solo nombre, siguiendo en esto el espíritu práctico de las ciudades modernas”. ¿Quién se hace cargo de la noble tarea de nombrar los sitios de la ciudad? Viveros Anaya habla de los alcaldes, pero también los bienes raíces tienen una injerencia importante en los mapas urbanos. Por supuesto, las clases medias quieren habitar barrios donde puedan criar con decencia a sus hijos, o donde sus inversiones inmobiliarias puedan demostrar con mayor contundencia su estrato económico. En uno de los anuncios publicitarios del desarrollo habitacional Chapultepec Heights se leía “El patrimonio de los suyos”, y una familia conformada por una mamá, un papá y una hija miraban su título de propiedad y su casa. La Nueva Tacubaya fue un territorio destinado a compradores similares, al igual que el Nuevo Polanco, un ejemplo más contemporáneo donde las clases medias producen espacios dignos para la crianza de los hijos y para las inversiones que se pueden heredar. Este panorama resulta ajeno a Tepito, aquel sitio donde se hacen safaris y donde se puede arriesgar el pellejo si se ingresa con teléfonos o prendas que puedan activar los instintos criminales de sus habitantes. En Tepito no viven familias y  el tipo de negocios que ahí se encuentran no elevan la plusvalía de la vivienda. Al menos hasta que una inmobiliaria decida lo contrario. 

El 28 de enero, el diario El Financiero reportaba que la compañía constructora UBK rebautizaba a Tepito como “Reforma Norte” para ofrecerles a sus potenciales clientes departamentos con costos que llegan a los dos millones de pesos. Si las familias de mamá, papá e hijita se encontraban lejos del “barrio bravo”, el mismo “barrio bravo” tiene ahora para ellos una promesa de patrimonio. Sin embargo, como mencionábamos, todos los capitalinos sabemos de la reputación de Tepito, y es de dudarse que una maniobra mercadotécnica pueda captar inversores y especuladores, y mucho menos gente que quiera trabajar en su nuevo proyecto en la paz de alguna cafetería. Pero también podemos decir que el estrato porfiriano está completamente sedimentado en nuestra consciencia urbanita. En tiempos de Tomás de Cuéllar también se aspiraba a eliminar las vecindades (lo que también contribuiría a la rectitud de las calles tan deseada por el cronista), por tratarse de una forma de vivienda que encarnaba el “mal moral de la pobreza”, una denominación hecha por quienes planeaban las políticas urbanas mediante la cual se borraba cualquier desigualdad estructural. Bajo esta perspectiva, los “pobres” no podían acceder a una casa mejor construida por su calidad humana. Tal vez quienes van de “safari” a Tepito tampoco se preguntan si esa inseguridad (que sí es real) se debe a que, casi siempre, la infraestructura ha sido utilizada para elevar la plusvalía de las colonias donde sólo habita la clase media, como puede ser la seguridad misma de las calles. También cabría preguntarse si sabemos cómo es que los tepiteños se nombran a sí mismos. Si Tomás de Cuéllar decía que por mera practicidad se debían borrar los nombres religiosos de las calles (que dan cohesión) o los nombres de los oficios (que, en su momento, les entregaron un territorio a los comerciantes), decirle “Reforma Norte” o “barrio bravo” es, de alguna manera, anular la identidad de un barrio que, como pocos, puede empezar a contar su historia desde tiempos prehispánicos. Igualmente, podemos leer el nombre de “Reforma Norte” como un eufemismo con el que se quiere disimular que en Tepito también hay casas y negocios y, sobre todo, gente. 

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Corporativo Puerta Polanco https://arquine.com/obra/corporativo-puerta-polanco/ Mon, 29 Nov 2021 16:45:34 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/corporativo-puerta-polanco/ Ubicado al poniente de la Ciudad de México sobre Boulevard Manuel Ávila Camacho y esquina con Ejército Nacional, el proyecto consiste en una planta baja de zona comercial, 12 niveles de oficinas y un roof garden.

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Presentado por

 

Ubicado al poniente de la Ciudad de México sobre Boulevard Manuel Ávila Camacho y esquina con Ejército Nacional, el proyecto consiste en una planta baja de zona comercial, 12 niveles de oficinas y un roof garden. Bajo el nivel de la banqueta, cuenta con nueve sótanos para estacionamiento, las cisternas y la planta de tratamiento.

Para reducir el impacto visual del edificio, éste se diseñó con base en una serie de volúmenes fragmentados en varios cubos de cristal y granito. Dicha fragmentación permitió que se insertaran varias terrazas, lo que crea una transparencia real y virtual que hace la fachada menos opaca y más amable para el peatón.

 

 

La eficiencia del cristal y su coeficiente de transmisión de luz permiten que ingrese iluminación natural al interior de las oficinas con una mínima transferencia de calor al interior.

Con la intención de mitigar el deterioro visual y la barrera que supone el nivel elevado del Periférico, y reanimar el tránsito peatonal sobre las aceras circundantes al proyecto, se implementaron jardineras con una frondosa vegetación y árboles que contrastan con la aspereza y hostilidad del contexto, sin que esto perjudique la permeabilidad y transparencia visual hacia el edificio, logrando una solución integral.

Para reducir el impacto vial generado por el programa, se propuso en el primer nivel del sótano el motor lobby, para facilitar la recepción y entrega de vehículos operados por el valet parking, evitando la acumulación de vehículos sobre las avenidas.

En la planta baja se encuentra el vestíbulo de las oficinas, la zona de comercio y una terraza que permitirá al visitante disfrutar de un oasis aislado del bullicio de los coches, ya que está flanqueada por un muro con jardineras escultóricas.

En el roof garden se encuentra un área destinada a salas de reuniones para uso de los inquilinos del edificio y una terraza.

La disposición de la planta permite recibir luz natural de la fachada y aprovechar las vistas. Gracias a las dimensiones del predio y al riguroso estudio del programa se lograron plantas de oficinas de gran eficiencia.

 

 

 

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Edificio de apartamentos en Polanco https://arquine.com/obra/edificio-de-apartamentos-en-polanco/ Sat, 23 Nov 2019 16:00:21 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/edificio-de-apartamentos-en-polanco/ Este edificio de apartamentos de cinco pisos está ubicado en una calle tranquila de la colonia Polanco en el corazón de la Ciudad de México. Escondido cerca de la Parroquia de San Agustín, el apartamento utiliza una moderada paleta de materiales locales de construcción para producir una sensación de calidez  y suavidad.

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Este edificio de apartamentos de cinco pisos está ubicado en una calle tranquila de la colonia Polanco en el corazón de la Ciudad de México. Escondido cerca de la Parroquia de San Agustín, el apartamento utiliza una moderada paleta de materiales locales de construcción para producir una sensación de calidez  y suavidad. Rodeada de edificios en tres lados, la residencia es un proyecto que se abre a la ciudad solo a través de su fachada oeste. Tres pozos de luz, cada uno con vegetación usando una variedad de macetas, cajas y enredaderas colgantes,  aseguran que la luz del día alcance los niveles más bajos del bloque.

A nivel de la calle, una puerta de acero ennegrecido, detallada con inserciones de latón, conduce al ritmo espacial del patio, que se ilumina desde los pozos de luz de arriba. Una estrecha escalera conduce al segundo piso, su sólida estructura de chapa de acero animada por un sinuoso pasamanos de latón cepillado.

Cada uno de los dos apartamentos abarca dos pisos. Se puede acceder al apartamento inferior en el segundo piso a través de un porche exterior de doble altura que conecta el acceso interno del edificio con la calle.

Desde la terraza principal de la sala de estar, el ático superior ofrece impresionantes vistas de la cercana Parroquia de San Agustín y el denso horizonte de Polanco. El concreto con forma de tablero, vaciado in–situ, sirve como estructura resistente a los terremotos y su acabado visto aporta textura a las paredes cuando reciben luz natural. La estructura del techo artesonado es en su mayoría de hormigón liso. Los pisos están cubiertos con tableros de madera y algunas habitaciones tienen techos suspendidos de madera. Las losas de travertino locales se utilizan para los tocadores y las paredes del baño. Las ventanas abatibles de perfil delgado y acero personalizado, inspiradas en una cuadrícula tradicional de marco cuadrado, crean generosas aberturas al aire libre y a la ciudad. Los tragaluces atraen la luz del sol a través de un patio central y hacia los niveles inferiores del edificio, suavizando el concreto expuesto.

 

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¿Parquímetros? https://arquine.com/parquimetros/ Fri, 18 Jan 2013 05:48:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/parquimetros/ Con la instalación de parquímetros se desincentivará el uso del automóvil, se terminará con los franeleros y habrá beneficios directos en las colonias con los recursos que se generen por el cobro.

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Desde el 9 de enero de este año entró en operación el sistema de parquímetros de la ciudad de México ecoParq. Según el comunicado de prensa publicado por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), en Polanco se instalaron 600 aparatos con una tarifa de 8 pesos por hora y con cobro por fracciones de 2 pesos más por cada 15 minutos. El sistema es simple, buscar el parquímetro más cercano, registrar el número de placas y pagar el tiempo a utilizar, recoger el boleto que emite el aparato y colocarlo en el tablero del lado del conductor en el interior del vehículo para evitar ser infraccionado. Se implementa un sistema de rotación, es decir, pasadas las tres horas el auto debe ser movido de lugar y no podrá hacerlo en la misma calle o perímetro que abarque el parquímetro; uno por cada acera.

Los habitantes de cada zona (hasta ahora de las colonias Polanco y Anzures) pueden solicitar un permiso temporal especial para residentes que los exenta de pagar la tarifa de estacionamiento. Actualmente se otorga un tarjetón por vivienda y la administración actual de Seduvi está proponiendo otorgar dos, además de trámites simplificados para obtener el tarjetón. Del total de los ingresos generados se invertirá en el entorno, infraestructura y espacio público de las colonias para llevar a cabo obras encaminadas a mejorar banquetas, luminarias, jardineras, camellones y seguridad pública. El Permiso de Administración Temporal Revocable mediante el que operan los parquímetros establece que un 30 por ciento de la recaudación de los aparatos debe ser destinado exclusivamente para rehabilitar espacios públicos de la zona. En un mes, los parquímetros de Polanco ya dejan un ingreso promedio de 2 millones de pesos. Esto significa que al año, la Autoridad del Espacio Público (AEP) invertirá al menos 24 millones de pesos en trabajos de infraestructura. El porcentaje de ocupación vehicular en Polanco pasó de 86-100 por ciento a 51-85 y 0-50 por ciento en distintas zonas o polígonos de la colonia. El Gobierno del Distrito Federal proyectó 13 zonas de la ciudad para colocar parquímetros, entre ellas, Roma-Condesa, Del Valle, Nápoles, Coyoacán-Viveros y Tlalpan Centro.

Con la instalación de los parquímetros, en buena medida se desincentivará el uso del automóvil, se terminará con los franeleros cautivos de las calles de la ciudad -una de las razones de comodidad y reticencia para algunos automovilistas- y habrá beneficios directos en las colonias con los recursos que se generen por el cobro. El cambio de dinámicas para movilidad, transporte y cultura ciudadana es de enorme trascendencia. Este domingo, los vecinos de las colonias Roma Norte y Sur, Condesa e Hipódromo Condesa, votarán -aunque con una polémica e innecesaria ‘consulta ciudadana’ a diferencia de lo sucedido en Polanco- sobre  la pertinencia o no de instalar parquímetros en las calles de sus colonias. En la Roma y Condesa hay más de 70 mil habitantes y sólo existen 16 mil cajones de estacionamiento.

Parquímetros la película

[A propósito, si a mí me lo preguntan, yo tampoco quiero parquímetros. Tampoco quiero pagar impuestos –me molesta llenar un recibo y recibir una cantidad menor de lo que esperaba. No me gusta pagar predial ni pagar el agua o la luz. Y tampoco quiero que me saquen nunca sangre ni ir al dentista. Hay veces que no quiero levantarme, aunque tenga trabajo. Yo quiero tener un lugar disponible siempre para mi coche en cualquier lugar de la ciudad a donde vaya. Por eso, no me pregunten si quiero parquímetros, pagar impuestos o pagar el predial: ¡pónganlos y cóbrenme! Si el lenguaje puede decirnos algo al respecto, supongo que por eso se llaman impuestos: se imponen, no importa si queremos o no, porque prácticamente ninguno querrá pagarlos –¡vean si no la maniobra del actor ruso Gerard Depardieu!

Lo que sí me gusta, para ser justos, es que cuando llego a una zona donde hay parquímetros, generalmente encuentro lugar para estacionarme rápido, nadie ocupa con cajas o botes ese lugar y pretende cobrarme 10 o 20 pesos por usar la calle y el impuesto que debo pagar por ocupar el espacio público con un bien privado –mi coche– es de 8 pesos la hora, mucho menor que cualquier franelero, estacionamiento o valet parking. Además, una tercera parte de lo que pago por estacionarme en la calle se destinará a arreglar esa misma calle, y algún día cuando me estacione caminaré por una mejor banqueta, con mejor alumbrado y más árboles].

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