Resultados de búsqueda para la etiqueta [José Antonio Coderch ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:36:08 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Oriol Bohigas (Barcelona, 1925–2021) https://arquine.com/oriol-bohigas-barcelona-1925-2021/ Wed, 01 Dec 2021 02:14:39 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/oriol-bohigas-barcelona-1925-2021/ Ha muerto Oriol Bohigas. Un arquitecto polifacético e inquieto que reactivó la arquitectura de la posguerra española, la academia, las políticas públicas y la cultura. Bohigas fue el cerebro de lo que se denominó “modelo Barcelona” que inspiró a tantas ciudades (especialmente en Latinoamérica).

El cargo Oriol Bohigas (Barcelona, 1925–2021) apareció primero en Arquine.

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Ha muerto Oriol Bohigas. Un arquitecto polifacético e inquieto que reactivó la arquitectura de la posguerra española, la academia, las políticas públicas y la cultura. Bohigas fue el cerebro de lo que se denominó “modelo Barcelona” que inspiró a tantas ciudades (especialmente en Latinoamérica). Su legado se refleja con la apertura de la ciudad al mar y la transformación de Barcelona para los Juegos Olímpicos de 1992. Sin duda, ha sido el agitador cultural de la arquitectura catalana más importante de la segunda mitad del siglo XX.

Desde que en 1951, cuando fundara el Grup R, la arquitectura catalana tomó partido con las corrientes más propositivas del panorama europeo, que pasaban por Milán y Londres, estableciendo las bases de lo que sería la Escuela de Barcelona. Los años y el cambio democrático llevarían a Oriol Bohigas a dirigir los planes urbanísticos de la ciudad y la Escuela de Arquitectura, incorporando nuevos maestros comprometidos con la cultura arquitectónica. Y aparecieron plazas, parques y equipamientos que detonaron en tejidos urbanos dañados, modificando su morfología y posteriormente, con la excusa olímpica, se articuló la ciudad con nuevas infraestructuras.

La brillantez y calidad sostenida a lo largo de más de setenta años tiene sus raíces en el Grup R. Si en los años treinta, Josep Lluis Sert y el grupo GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea, antecesor del grupo casi homónimo español) estuvieron presentes en todos los foros internacionales junto a Le Corbusier, en los años cincuenta, en plena posguerra española, se recuperó la arquitectura moderna y emergió la genealogía que llega hasta el presente. En 1951 se fundó el grupo, con alusión velada al grupo alemán G (gestalt, forma), sugiriendo con la R tanto ‘realismo’ como ‘reacción’. En ese mismo año Alvar Aalto y Ludwig Mies van der Rohe visitaron Barcelona y Coderch proyectó pabellón en la Triennale de Milán, rompiendo el hermetismo cultural de la era franquista.

El Grup R, fundado por Oriol Bohigas, Josep Martorell, Antoni de Moragas, Josep María Sostres y José Antonio Coderch, propugnaba una arquitectura realista que respondiera a las exigencias sociales y condiciones de producción del momento, desde una actitud ejemplar y aleccionadora. En esos años Bohigas publicó con su militante voluntad didáctica Elogi de la barraca (Elogio de la barraca), Elogi del totxo (Elogio del tabique) Cap una arquitectura realista (Hacia una arquitectura realista) donde reivindicaba las tipologías y materiales populares a la vez que propugnaba sinceridad absoluta en el aspecto téctónico y el proceso de construcción, recuperando el espíritu del Movimiento Moderno. En 1960 Bohigas y Martorell (Barcelona 1925-2017) construyeron un edificio de departamentos en la calle Pallars, donde utilizaron elementos y sistemas constructivos tradicionales, aplicaron una cierta economía de elementos figurativos y fragmentaron el conjunto en pequeños bloques, mostrando los  atributos del Realismo que defendían.

La influencia del brutalismo inglés y del neo-libety italiano, donde se unen concreto aparente, tabique y azulejo de la tradición, con el discurso moderno, conformó la poética del realismo  para convertirse en estilo y establecer las bases de la denominada “Escuela de Barcelona”. Como fenómeno cultural y colectivo, la arquitectura se convertiría en un arma poderosa que iría más allá de la obra de ‘autor’. Así la “Escuela de Barcelona” fue abriendo un panorama cada vez más amplio de profesionales responsables, autocríticos y eclécticos que siguieron los pasos del gurú Bohigas.

La prosperidad económica, los movimientos socio-políticos y la tolerancia de los últimos años del franquismo, convertiría a todo este grupo en la crema del glamour, en la gauche divine (izquierda divina) de la farándula barcelonesa. Con la democracia regresaron las responsabilidades y de 1977 a 1980 Oriol Bohigas dirigió la Escuela de Arquitectura de Barcelona, incorporando en la docencia a toda la nueva generación de arquitectos comprometidos con la cultura. Tiempos de cambio y renovación que lo llevarían a dirigir el urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona los cuatro años siguientes. Por donde pasó Bohigas se convirtió en parteaguas, en el antes y el después. Y a cada paso dejó la herencia y la estructura capaz de segundar sus doctrinas: la escuela cambió para siempre y el Ayuntamiento se convirtió en una máquina capaz de restructurar la ciudad desde los principios que planteó en su libro “Reconstrucción de Barcelona”. En este libro-manifiesto proponía el esponjamiento de los centros históricos y la monumentalización de la periferia, entendida como aquello que da significado a la unidad urbana, donde la arquitectura adquiere carácter representativo. Monumentalizar la ciudad significaba para Bohigas, organizarla de modo que se subrayaran los signos de identidad colectiva, involucrando los mecanismos urbanísticos de la municipalidad. Plazas, mercados, calles peatonales, mobiliario urbano, redefinieron el aspecto de la ciudad, implicándose un extenso grupo de arquitectos y diseñadores, donde, una vez más, Bohigas era el orquestador.

Su cercanía y sintonía —generacional, ideológica, etc.— con el poder socialista municipal haría que una idea lúcida se convirtiera en el detonador de la regeneración urbana: el proyecto olímpico. En esos años ochenta quedaba claro que ya no era posible una planificación global, metropolitana, sino que había que buscar intervenciones estratégicas, domesticando y articulando el tejido existente.

Lo que empezó siendo una respuesta local se convirtió con el tiempo en una solución global, seguida desde muchas ciudades del planeta. Los Juegos Olímpicos de 1992 permitieron tejer estratégicamente Barcelona con infraestructuras, más allá de las intervenciones puntuales y superficiales de aquellos años. Cuatro puntos casi cardinales en los extremos del tejido urbano acogieron los usos temporales del evento deportivo para resolver los temas pendientes de vivienda, equipamientos y vialidades.

Con los grandes desarrollos post-olímpicos y neoliberales de cambio de siglo —dirigidos, por cierto, por sus acólitos—, Bohigas tomaría una posición crítica, una distancia prudente que le permitiera desarrollar el futuro Museo del Diseño junto al falo de Jean Nouvel, sin respaldar el modelo de metrópolis neoliberal recién importado.

Oriol Bohigas fue un arquitecto completo, en el sentido renacentista, que supo compaginar la práctica, la docencia y la crítica. Desde MBM, junto a Josep Martorell y David Mackay (Eastborne, Reino Unido 1933, Barcelona 2014) desarrollaron una enorme producción arquitectónica, tratando que cada una de sus piezas, de sus edificios, fueran nuevas páginas del manifiesto proyectual y formal de cada época. La permanente agitación intelectual y profesional de Bohigas lo llevó también a dirigir varios proyectos editoriales que marcaron rumbos —Editorial 62, Arquitectura Bis, etc. Este orquestador, provocador nato, amante de la bouttade, crítico inquieto y arquitecto, muere a sus noventa y seis años en su ciudad, que tanto le debe.

Valga añadir mi modesto homenaje a quien me enseñó mucho y en cierta forma me empujó a México. Primero me hizo descubrir el cine de Buñuel (en un viaje a Copenhague con mi padre, con Oriol Bohigas y con otros adultos que no eran en absoluto lo que cualquier adolescente prejuicioso como yo pudiera imaginar) y de ahí, otras películas de Luís Buñuel me acercaron a la tierra de Los Olvidados. Pero sería después de pasar por la Escuela de Arquitectura —siendo Bohigas el director que transformó la enseñanza invitando a los mejores arquitectos a dar clases (Tusquets, Garcés, Bonell, Mateo y tantos otros)— y de trabajar varios años en su despacho, que en una cena le comenté mi deseo de empezar de nuevo y volvió a señalar hacia México.

Hoy Barcelona y la arquitectura pierden a Oriol Bohigas. Recordemos la labor del arquitecto, crítico, político, urbanista, provocador y gran hacedor, que transformó desde todos los frentes la ciudad que lo vio nacer.

 

 

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Federico Correa (1924-2020) https://arquine.com/federico-correa-1924-2020/ Tue, 20 Oct 2020 18:53:13 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/federico-correa-1924-2020/ Murió Federico Correa, a los 96 años, el dandy de la arquitectura catalana, moderno, ecléctico y mediterráneo, quien privilegió el hedonismo y la mesura. Con su socio y amigo entrañable Alfonso Milà conformó uno de los equipos de arquitectos mas destacados de la la Escuela de Barcelona en los años sesenta y setenta.

El cargo Federico Correa (1924-2020) apareció primero en Arquine.

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Murió Federico Correa, a los 96 años, el dandy de la arquitectura catalana, moderno, ecléctico y mediterráneo, quien privilegió el hedonismo y la mesura. Con su socio y amigo entrañable Alfonso Milà (fallecido en 2009) conformó uno de los equipos de arquitectos mas destacados de la la Escuela de Barcelona en los años sesenta y setenta. Educado en Filipinas, en Inglaterra y con los Jesuitas de Barcelona, estudió arquitectura y trabajó con José Antonio Coderch, mascarón de la modernidad en la España franquista y miembro del Team Ten. De él aprendió el rigor de una profesión que completó con su gusto refinado. Profesor de la Escuela de Arquitectura desde 1959 y catedrático desde 1977, fue responsable de Composición en segundo año y era capaz de atrapar la creativad de los alumnos trabajando en el diseño de un closet durante un semestre. Llegar a fondo, al detalle, hurgando lo propio, servía para que los estudiantes tomaran conciencia de las pequeñas cosas sin dar nada por hecho. Correa y Milà fueron autores de algunas obras de referencia en Barcelona, como la Torre Etade (1962) y la torre Atalaya (1971) de clara influencia del estilo liberty milanés, cuya proximidad a obras como la casa alle Zattere de Ignazio Gardella en Venecia (1953-58) es casi literal. Una influencia que iba más allá de la arquitectura y se reflejaba en las prendas que vestía. Ver a Federico Correa recorrer los pasillos de la escuela de arquitectura, con un abrigo de cachemir y un paraguas colgando del brazo, era como una aparición de Cary Grant o Grace Kelly, según se viera. Sus modales aristocráticos y barraganianos, asi como su porte ensimismado no quitaba que pudiera ser corrosivo en las revisiones de los proyectos y de los tribunales de fin de carrera, llegando a comparar un pabellón en un jardín, con los senos de madame Pompadour, dejando estupefacta a una audiencia sin derecho de réplica. 

Con Alfonso Milà proyectó algunas casas en Cadaqués que mostraron su capacidad para integrar la arquitectura autóctona y popular a la modernidad. También diseñaron  los restaurantes más glamourosos de la Ciudad Condal —el Reno, el Flash Flash e Il Giardinetto—, donde concurría asiduamente la gauche divine. Durante años comí en uno de ellos cada martes con mi padre, rodeado de modelos impresas en negro sobre paredes blancas y comensales cosmopolitas que se avanzaban unos años a la realidad. 

Correa formó parte del equipo que realizó el plan urbanístico del anillo olímpico de Barcelona y reformó el estadio olímpico de 1929. Su acercamiento contextual de la arquitectura los llevó a proyectar la sede de la Diputació de Barcelona (oficinas del gobierno local), sobre la Diagonal que —como apuntaba Llàtzer Moix— es “un delicado ejercicio volumétrico y contextual, donde integraron parte de la casa Serra de Josep Puig y Cadafalch: un afortunado ejercicio de modernidad que no ignora la historia.” El recurso de la fachada de vidrio con una galería semicircular —propia de muchos edificios de finales del siglo XIX y principios del XX en el Ensache barcelonés— con el que resuelve la esquina de este edificio, lo repitieron poco después sobre la Diagonal y Tusset, en otro ejercicio ecléctico más atento a la continuidad urbana que a la arquitectura misma. 

En una entrevista reciente con Anatxu Zabalbeascoa confesaba que había vivido toda su vida con su mamá en un departamento de quinientos metros cuadrados en la Gran Vía, para independizarse a los 83 años mudándose a un pequeño departamento rodeado de libros, fotos y recuerdos, frente de la Pedrera de Gaudí. Para Federico Correa las formas eran muy importantes. Decía que “la forma tiene tanta importancia como el fondo, pero llega antes” y aseveraba que “cambiar no necesariamente significa mejorar.” Correa creía en la belleza útil y en la educación: la buena educación. Creía en la modernidad amable, sin radicalizar, y en la herencia de la sencillez mediterránea. Que descanse en paz. 

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Grup R https://arquine.com/grup-r/ Sun, 23 Feb 2014 15:48:47 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/grup-r/ La muestra 'Motor de modernidad. Grup R. Arquitectura, arte y diseño' analiza la repercusión y la sacudida que significó la presencia del Grup R en Barcelona, como catalizador de la recuperación de una modernidad perdida después de la Guerra Civil en la arquitectura y la cultura estética catalanas.

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En 1951 se fundó el Grup R en Barcelona. Una asociación que en plena posguerra civil y bajo la dictadura de Franco, se organizó para divulgar sus inquietudes sobre el arte contemporáneo y la arquitectura moderna.

Grup R fue un manifiesto desde su nombre, ya que apela a grupo, colectivo, asociación -en catalán- y a Renovación y Recuperación cultural y arquitectónica. El grupo reunía a miembros de dos generaciones de arquitectos: los que iniciaron sus estudios inmediatamente antes de la Guerra Civil y los que lo hicieron al terminar la contienda. Dos generaciones entrelazadas por el GATCPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea, antecesor del casi homónimo español) como primer referente, y los conceptos heredados de la revista AC que se editó durante la República entre 1931 y 1937. Les unía también el interés común por promover una arquitectura internacional a partir del movimiento moderno y de su crítica posterior, frente al yermo panorama arquitectónico del primer periodo del franquismo.

Una exposición en el MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) rememora las ideas y las obras de este conjunto de arquitectos, cuya acción contribuyó a consolidar una versión propia de la estética moderna bajo el régimen franquista. Sus construcciones –hoy buenos ejemplos del patrimonio arquitectónico moderno– y sobre todo las exposiciones y los debates que organizaron, alimentaron e internacionalizaron la cultura catalana de aquel momento, políticamente muy oscura, pero creativamente muy dinámica.

Constituyeron el Grup R, Oriol Bohigas, José Antonio Coderch, Joaquim Gili, Josep M. Martorell, Antoni de Moragas, Josep Pratmarsó, Josep M. Sostres y Manuel Valls, y posteriormente se fue ampliando con otros destacados arquitectos, siempre ilustrados con el ojo agudo del fotógrafo Francesc Català-Roca, quien fue el auténtico creador de un estilo de grupo.

La muestra Motor de modernidad. Grup R. Arquitectura, arte y diseño analiza la repercusión y la sacudida que significó la presencia del Grup R en Barcelona, como catalizador de la recuperación de una modernidad perdida después de la Guerra Civil en la arquitectura y la cultura estética catalanas. Como recuerda la ficha de sala, “dicho grupo supo imponerse a la oficialidad con otros recursos, para acercarse a las tendencias arquitectónicas europeas, tejiendo su radio de influencia con astucia. Pero cuando las alcanzó, la unidad de acción que había significado el CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) estaba perdiendo el liderazgo de Le Corbusier a favor de los jóvenes arquitectos del Team X, al que se acercó el Grup R“.

Precisamente, en el congreso de 1959 en Otterlo (Holanda), Ernesto Nathan Rogers, en representación del estudio de arquitectos BBPR (y tio de Richard Rogers, por cierto), presentó el proyecto de la Torre Velasca en el corazón de Milán. La obra desencadenó la discusión y la oposición del Team X, liderado por los arquitectos Peter Smithson y Jacob B. Bakema contra el formalismo y el revivalismo histórico que encarnaba. Esta polémica se reflejó también en el Grup R con dos edificios contrapuestos: el de la Avenida Meridiana de Oriol Bohigas, de influencia italiana, y el Edificio N de vivienda social, de Subias, Giráldez y López Iñigo, heredero de Bakema. La polémica manifestada anunció también la disolución del colectivo en 1961. Habían conseguido atrapar la modernidad, pero la profesión se había vuelto individualista.

A lo largo de una década el Grup R realizó cuatro exposiciones: la primera, dedicada a la obra de los miembros del grupo, les abrió las puertas oficialmente a la intelectualidad catalana; la segunda, dedicada a la relación entre la industria y la arquitectura, les puso en contacto con el mundo industrial; y en la tercera y la cuarta presentaron trabajos de estudiantes y de miembros del colectivo.

 Paralelamente a la actividad expositiva organizaron seminarios sobre economía y urbanismo, posicionándose en los órganos de opinión de la arquitectura catalana, el diseño y la cultura, desde la revista Cuadernos de Arquitectura, la dirección del Colegio de Arquitectos y el FAD. A través de la revista se inició un acercamiento al mundo artístico, publicando por primera vez artículos sobre la obra de Eduardo Chillida, Antoni Tàpies, Josep Maria Subirachs y Antonio Saura, entre otros.

 Además el Grup R creó el premio de arquitectura del FAD, referente de lo mejor que se ha llevado a cabo hasta nuestros días. Y también, desde 1962, el Colegio de Arquitectos dirigido por antiguos miembros del grupo, se convirtió en el lugar que cobijó al mismo tiempo a la arquitectura, el arte y la industria.

Con esta exposición se pone de manifiesto como los inquietos miembros del Grup R, unidos por una visión común de la modernidad, ocuparon los centros de opinión, utilizaron los medios de comunicación, y crearon las revistas y los premios, tejiendo la red que definió el estilo moderno y la arquitectura de la segunda mitad del pasado siglo.

gr_2Editorial Gustavo Gili, arqs. Francesc Bassó; Joaquim Gili.1954-1961. Foto Català-Roca.

gr_3casa Ugalde, arq. Jose Antonio Coderch, foto Català Roca 1951

grApartamentos en Torredembarra. arq. Josep Ma. Sostres. 1954, 1957. Foto Català-Roca

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