Resultados de búsqueda para la etiqueta [cascarones ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Dec 2023 00:01:06 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 La cúpula de Dante https://arquine.com/la-cupula-de-dante/ Mon, 27 Mar 2023 15:34:10 +0000 https://arquine.com/?p=76983 El arquitecto e inventor Dante Bini, con más de 600 patentes para sus métodos de construcción y más de 1600 domos construidos con su sistema de cimbra inflable, quizá sea más conocido por una obra: La Cúpula. La casa en en 1969 diseñó para la actriz Monica Vitti y el director de cine Michelangelo Antonioni.

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Mario Salvadori nació en Roma el 19 de Marzo de 1907. Su padre era ingeniero, y trabajó en una compañía eléctrica española, por lo que Salvadori creció en Madrid, hasta que a los 23 años regresó a Italia. Se graduó en la Universidad de Roma con un doble título: en ingeniería y matemáticas. Prosiguió sus estudios en Londres y después viajó a los Estados Unidos, donde durante tres años trabajó como consultor para el Proyecto Manhattan sin saber, diría después, que sus investigaciones serían usadas en el desarrollo de la bomba atómica. Después de la guerra, entró como profesor a la Escuela de Arquitectura, Planeación y Preservación de la Universidad de Columbia. En 1975, se ofreció como voluntario para dar clases en una preparatoria de Harlem. En sus clases usaba ejemplos como puentes y edificios conocidos para explicar fácilmente conceptos de ingeniería y matemáticas. En 1980 publicó el libro Why Buildings Stand Up. The Strength of Architecture. El capítulo 11 del libro se titula Estructuras de formas resistentes. En dicho capítulo incluye, entre otros, el trabajo de Guastavino, Candela y Nervi. Y, casi al final, escribió:

Este capítulo debe terminar con la melancólica evidencia de que durante los últimos años, los delgados cascarones curvos, tan atractivos como puedan ser, no han resultado muy populares en países con tecnologías avanzadas por puras razones económicas. El principal obstáculo para su popularidad es el costo de la cimbra curva. Se han inventado y probado innumerables procedimientos para intentar reducir el costo de la cimbra o evitarlo totalmente. Desde la década de 1940, Wallace Neff rociaba concreto sobre estructuras neumáticas. Dante Bini dispone los puntos de refuerzo y cuela el concreto sobre globos plásticos aún sin inflar, elevándolos entonces con aire a presión. El Procedimiento Bini, en particular, ha encontrado éxito en casi todo el mundo, erigiendo cúpulas de hasta 100 metros de diámetro para escuelas, gimnasios y salones. Por supuesto, los globos son naturalmente eficientes al ser redondos. Estos procedimientos no pueden adaptarse fácilmente a otras formas de cascarones delgados.

Dante Bini cumplirá 90 años el próximo 22 de abril. Nació en Castelfranco Emilia en 1932 y estudió arquitectura en la Universidad de Florencia, donde recibió su doctorado en 1962. Lo que anotó Salvadori en su libro —el alto costo de las cimbras para las cubiertas curvas con cascarones ligeros de concreto—, lo llevó a investigar el uso de inflables, lo que culminó en más de 600 patentes y de 1,500 estructuras a lo largo de todo el mundo. Antes de Neff, mencionado también por Salvadori, Normand W. Mohr había explorado el uso de estructuras inflables —en 1927 propuso construir en San Francisco un túnel cimbrado con estructuras neumáticas en vez del puente Golden Gate. Fue el mismo Salvadori quien invitó a Bini a hacer una demostración de su método en la Universidad de Columbia en 1967. Después, en los años 70, Bini viajó a Australia, contratado para construir varias de sus Binishells que servirían como instalaciones principalmente para escuelas. Pero en 1975, una de las estructuras construidas por Bini en Australia, de 36 metros de diámetro, colapsó. Bini regresó a los Estados Unidos y siguió desarrollando sistemas de arquitectura con cimbras inflables, procesos de construcción robótica y, como consultor de Shimizu Corporation, propuestas para estaciones espaciales y lunares para la NASA.

 

 

 

Sin embargo, quizá la obra más conocida de Dante Bini, al menos fuera del medio especializado en ese tipo de estructuras, se La Cúpula, la casa que diseñó en 1969 para la actriz Monica Vitti y su entonces pareja, el director de cine Michelangelo Antonioni, quien se dice colaboró con el arquitecto en el diseño interior y le elección de acabados. En una entrevista, Bini contó que Antonioni le había dicho:

‘Quiero que mi casa esté rodeada por el medio ambiente; desde mi casa quiero escuchar el sonido del mar, y también quiero escuchar el viento dentro de la casa. No quiero vivir en un ambiente bidimensional; quiero vivir en un entorno escultórico, como tus cúpulas. Quiero oler el olor de las rocas’. En ese momento, no lo entendí. ¿Las rocas realmente huelen? Me dijo que fuera con él a la mañana siguiente para que pudiera entender de lo que estaba hablando. Pero primero dijo: ‘Quédate aquí, siente la puesta de sol y trata de entender. No estamos aquí solo por un día’. Así que pasamos varios días allí. Hablamos de todo menos de arquitectura. Hablamos de filosofía, de la vida. Al final de nuestro tiempo allí, me di cuenta de que claramente estaba escuchando a alguien que tenía una capacidad increíble para comprender este lugar especial. Me encantó. El día siguiente de que volvimos a casa, les pidió a algunas personas que cortaran un pedazo de granito, que era totalmente rosa, hermoso. Luego puso mi nariz encima de ese pedazo de roca rota; olí y entendí. Fue increíble. Le dije que no había estado prestando atención a la naturaleza antes y que me estaba enseñando lo que significaba la naturaleza.

La Cúpula, que se terminó de construir en 1971, terminó abandonada tras la ruptura de la famosa pareja, poco tiempo después. Hoy, sigue abandonada y es una de las ruinas famosas de la arquitectura de finales del siglo pasado y de las “casas burbuja” que estuvieron relativamente de moda entre los años sesenta y setenta.

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Félix Candela, el mago de los cascarones de concreto https://arquine.com/felix-candela-el-mago-de-los-cascarones-de-concreto/ Wed, 07 Dec 2022 05:28:25 +0000 https://arquine.com/?p=73013 Los paraboloides hiperbólicos, que marcaron una época en la arquitectura mexicana, sólo pudieron ser construidos gracias a la capacidad constructiva y la visión espacial de Félix Candela y pocos arquitectos más, sumando la permisividad del reglamento de construcciones de entonces y el bajo costo de la mano de obra.

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[Fragmento del texto publicado originalmente en el número 2 de la revista Arquine, invierno 1997]

 

Las revolucionarias y espectaculares cubiertas de concreto armado que Félix Candela construyó en México en los años cincuenta y sesenta, lo convirtieron en una de las figuras destacadas del panorama arquitectónico internacional. Aunque profesionistas de distintos países incursionaron en el campo de la construcción de estructuras laminares desde la década de los veinte, a decir de Frei Otto, “sólo un hombre, Félix Candela, logró convertirlas en una obra maestra.”

El autor de formas tan atrevidas y audaces es en realidad un hombre modesto y sencillo, aunque tan franco y honesto como sus estructuras; su modestia le ha llevado a atribuir sus triunfos , más que al propio talento, a la coincidencia fortuita de una serie de factores que le permitieron llevar a cabo inquietudes gestadas en su juventud. Su personalidad abierta, desprejuiciada, curiosa y optimista —reflejada en la copiosa correspondencia mantenida a lo largo de varias décadas— le ha hecho tomarse la vida como una aventura, de laboratorio de pruebas.

Félix Candela Outeriño nació en Madrid el 27 de enero de 1910 y estudió en la Escuela de Arquitectura de esa ciudad entre 1927 y 1935; trabajó, mientras estudiaba la carrera, como ayudante en la materia de Resistencia de Materiales. Sus años de formación fueron de gran efervescencia en su país, tanto en el ámbito político como en el arquitectónico. La convulsión política que vivía España desde la crisis de 1898 culminó con la proclamación, en 1931, de la Segunda República Española, que ponía fin a la Monarquía de Alfonso XIII. La apertura cultural del nuevo gobierno hizo que cristalizaran diferentes tendencias filosóficas y artísticas de vanguardia que se venían fraguando desde años anteriores. Con los primeros acercamientos de la arquitectura española a los postulados del Movimiento Moderno. En los años treinta, con el beneplácito de las autoridades republicanas, arquitectos pertenecientes al GATEPAC —como Fernando García Marcadal en Madrid, Josep Lluis Sert y Josep Torres Clavé en Barcelona, y José Manuel Aizpurúa en el País Vasco—construyeron buenos ejemplos de una arquitectura racionalista que tuvo corta vida en España, pues sus principios quedaron proscritos tras la caída de la república en 1939.

Las estructuras laminares que se construían en Europa desde los años veinte (Dischinger en Alemania, Freyssinet en Francia, Torroja en España, etc.) habían llamado poderosamente la atención del joven Candela, quien en 1936 recibió una beca para estudiar en Alemania sus características y procesos constructivos. Sin embargo, sus planes se vieron frustrados por el estallido de la Guerra Civil Española (1936–1939) y por su decisión de permanecer en su país para enrolarse como voluntario en el ejército republicano y defender la democracia frente a la agresión fascista del ejército de Francisco Franco.

Candela participó en la contienda como capitán de ingenieros en varios frentes de batalla. En febrero de 1939, cuando la victoria franquista estaba prácticamente sentenciada, salió de España y psó unos meses en uno de los campos de concentración que el gobierno francés había preparado para instalar a los miles de republicanos que cruzaban los Pirineos. Allí, el arquitecto recibió la noticia de que partiría a México, país que había realizado una serie de gestiones por medio del gobierno del general Lázaro Cárdenas para dar asilo a los desterrados.

Entre los miles de exiliados españoles que llegaron a nuestro país entre 1939 y 1942, se contaban veinticinco arquitectos; Félix Candela era uno del os más jóvenes. Por las mismas echas, arribaron también otros arquitectos extranjeros de renombre, como Hannes Meyer y Max Cetto, que escapaban de los regímenes totalitarios europeos. La llegada de estos profesionistas a México, coincidió con una época de notable despegue económico, que se reflejó en la industria de la construcción facilitando su integración al medio. Para entonces, el gobierno mexicano había aceptado los principios de la arquitectura funcionalista como vehículo para cubrir las demandas populares en el campo de la construcción.

Candela llegó a México en 1939 y obtuvo la nacionalidad mexicana en 1941. Diez años después de si arrobo, y tras unos inicios profesionales inciertos —trabajó en Chihuahua, Acapulco y la Ciudad de México y se aventuró hasta como productor cinematográfico—, construyó su primer cascarón experimental: una bóveda funicular o catenárica que aplicaría al año siguiente en el proyecto de una escuela rural en Tamaulipas.

Animado por el éxito de esta bóveda y convencido del abanico de posibilidades que se abrían en ese campo innovador, Candela fundó con sus hermanos Antonio, Julia y con los arquitectos mexicanos Fernando y Raúl Fernández, una compañía constructora para introducir los cascarones de concreto en el campo de la arquitectura industrial. Así nació Cubiertas Ala, la empresa desde la que Félix Candela —actuando como arquitecto, ingeniero, consultor, calculista, contratista y constructor— levantó las cubiertas que lo harían mundialmente famoso.

“Por fin, al cumplir los cuarenta años, descubrí asombrado que mi desordenada y casual formación parecía haber sido misteriosamente dirigida en un determinado sentido que me permitía encontrarme preparado para la labor que tenía que ejecutar.”

“Era como si todos los acontecimientos previos de mi vida empezaran a tener sentido y significado. Comencé a sentirme mentalmente en forma, como un atleta se siente físicamente. Me di cuenta de que había llegado el momento de hacer algo.”

[…]

 

Los paraboloides hiperbólicos, que marcaron una época en la arquitectura mexicana, sólo pudieron ser construidos en el lugar y gracias a la capacidad constructiva y la visión espacial de Félix Candela y pocos arquitectos más —Fernando López Carmona, Juan Antonio Tonda y Oscar Coll, entre ellos— que alcanzaron a dominar el complejo sistema constructivo. Hubiera sido difícil construirlos en otros países, pues las delgadas láminas de hormigón que conforman los cascarones no cumplían las normas mínimas de seguridad del reglamento de construcciones de naciones más desarrolladas (“la reglamentación rigurosa de lo que se permite hacer, significa la casi imposibilidad de intentar algo nuevo, de evolucionar y progresar”, decía el mismo Candela). Además, estaba el aspecto económico: estas cubiertas basaban su rentabilidad en la mano de obra —barata y de primera calidad— que aportaban los albañiles mexicanos.

La clave del proceso constructivo de los cascarones estaba en la complicada elaboración de la cimbra, hecha a base de tablones rectos de madera, que conformaba la superficie alabeada que daba forma a la cubierta; sobre la cimbra se colocaba el armado de finas varillas que creaban una retícula sobre la que se vaciaba el cemento; una vez que fraguaba el concreto, era desprendida la cimbra y el cascarón tomaba, así, su forma definitiva. Para esto era necesaria la participación de muchos peones —reclutados de los flujos migratorios que llegaban del campo a la ciudad—, que aportaban buena mano de obra a cambio de una baja remuneración. Cuando en 1964, el presidente en turno, Gustavo Díaz Ordaz, promulgó una ley en la que se establecía un nuevo salario mínimo para los trabajadores, los cascarones dejaron de ser económicamente rentables y Cubiertas Ala inició su declive. 

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Alas cubiertas de Candela https://arquine.com/alas-cubiertas-de-candela/ Wed, 30 Nov 2011 00:25:30 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/alas-cubiertas-de-candela/ Conversación con Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes sobre el trabajo y las ideas de Félix Candela.

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Conversación con Ruiz-Funes, investigador titular B del Centro de Investigaciones y Estudios de Posgrado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

Juan José Kochen (JJK): Como arquitecto e investigador, ¿por qué Félix Candela?

Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes (JIC): Durante mi carrera trabajé con arquitectos españoles exiliados en México como Imanol Ordorika y José Luis Benlluire, y también había oído hablar de Félix Candela (Madrid, 1910 – Durham, 1997). Terminando mis estudios hice un doctorado en Barcelona, justamente con una tesis sobre los arquitectos españoles exiliados. En los noventa pude entrevistar a Arturo Sáenz de la Calzada, quien me ubicó en el panorama de estos arquitectos. Dos años después, Candela viajó a España y visité en Madrid, donde le hice una larga entrevista…tenía un humor sensacional. Él trabajaba como asesor y estaba en el despacho de Fernando Higueras. En ese mismo despacho coincidió con Santiago Calatrava, quien realizó sus primeros proyectos y consideró a Candela como su maestro. Luego de este encuentro con Candela seguí trabajando en ese tema como investigador bajo la línea de arquitectura del siglo XX, pero enfocado en los arquitectos exiliados.

JJK: ¿Cómo surgió la exposición itinerante sobre Félix Candela ahora montada en el Museo de Arte Moderno?

JIC: La iniciativa de la exposición surge por el centenario de Candela, ya que el 27 de enero de 2010 hubiera cumplido 100 años de edad. Un año antes, Angustias Freijo, curadora de arte con una galería en España, me buscó para exponer el trabajo de Candela en España a través de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Me tocó ser comisario (curador) para buscar el legado documental de Candela que está repartido en tres archivos. Fue una gran labor de investigación para sacar diapositivas, rollos de negativos, fotografías, cartas y planos.

JJK: ¿Cuáles son los tres archivos que guardan su obra?

JIC: El más importante está en la Universidad de Columbia de Nueva York –que cuenta con más de 250 archivos de arquitectos– en donde se conservan miles de planos de la empresa Cubiertas Ala, fundada por Candela, así como cartas y textos personales; el segundo está en el Archivo de Arquitectos Mexicanos de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y cuenta con cuatros rollos con más de 1600 planos de los primeros proyectos del arquitecto español en México, además de cartas y fotos que tenían guardadas sus hijas; y el tercero se juntó por una donación de su segunda esposa a la Universidad de Princeton.

JJK: ¿Cómo fue el proceso de selección de obras?

JIC: Elegimos 21 obras emblemáticas de Candela, desde el Pabellón de Rayos Cósmicos hasta el Palacio de los Deportes. La decisión partió de tener por lo menos un plano original que nos prestó la Universidad de Columbia, fotografías de los tres archivos, imágenes actuales de los proyectos, modelos virtuales y animaciones para explicar el proceso constructivo de los paraboloides hiperbólicos, así como documentales de películas mexicanas en escenarios creados por Candela, y 21 maquetas en estereolitografía creadas en colaboración de becarios de la facultad.

JJK: ¿Estaba planeado que la muestra fuera también con Max Cetto?

JIC: Es interesante que relacionen a Cetto con Candela, los dos fueron arquitectos exiliados, llegan el mismo año a México e incluso fueron muy amigos. Pero la decisión del director del museo fue un poco forzada. Se dividió la sala del Museo de Arte Moderno en dos; la diferencia es que Cetto hizo siete u ocho obras muy buenas, y Candela hizo 500. En total, la sala tiene 600 metros, así que nos que acomodarnos en 300 metros, por lo que tuvimos que quitar la tercera parte del material que traíamos de España. A pesar de esto, se presentó lo esencial.

JJK: ¿La exposición seguirá itinerando?

JIC: Inauguramos la exposición en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, en octubre de 2010. En febrero se inauguró en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo de Badajoz y luego vino a México para inaugurarse el 22 de septiembre (estará hasta el 15 de enero). De aquí se va a Columbia, en Nueva York, y estará del 9 de febrero al 31 de marzo del próximo año. Sin duda será la más depurada de las muestras, ya que será la cuarta, completando las tres sedes o países en los que vivió Candela.

JJK: También se realizará un coloquio sobre la vida, obra y legado de Candela.

JIC: El coloquio está organizado en el marco de la exposición y cuenta con un programa intensivo de seis días: tres de sesiones de ponencias (vida, obra y legado) con arquitectos e ingenieros de España, Estados Unidos, Inglaterra, Venezuela y México; mesas redondas con exalumnos de Candela; y visitas a las obras construidas en la ciudad, desde Los Manantiales hasta la Planta Embotelladora de Bacardí. También tenemos contemplado visitar las obras en Cuernavaca, en especial la Fábrica Remington de Cartuchos Deportivos que hizo con Juan Sordo Madaleno a principios de los sesenta.

JJK: ¿Cuál es el legado del arquitecto español exiliado en México?

JIC: Candela es un referente en el concepto de la estructura resistente por forma, la idea de sacar el máximo provecho al material, cubirir la mayor superficie con la menor cantidad de material, fue un principio de lo que ahora se considera arquitectura sustentable. A pesar de los años sus cascarones ahí están, han pasado sin problema los sismos que ha habido. Lo más destacable de su arquitectura es esta forma de construir de la manera más eficiente y económica, y también, medio de rebote, de una notable cualidad estética. Él me decía, de broma, que construyó tantos cascarones no porque fueran cubiertas bonitas sino porque eran baratas.

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