Resultados de búsqueda para la etiqueta [Ada Colau ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 25 Nov 2024 16:52:06 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Política que se puede tocar: Ada Colau y el municipalismo internacional https://arquine.com/politica-que-se-puede-tocar-ada-colau-y-el-municipalismo-internacional/ Fri, 22 Nov 2024 20:38:19 +0000 https://arquine.com/?p=95010 Ada Colau (Barcelona, 1974) visitó México en septiembre de 2024 para participar en la serie de conferencias de Mextrópoli. Era su primera visita al festival y al país después de ocho años en los que, como alcaldesa de Barcelona, se convirtió en una referente internacional en lo que respecta al gobierno de las ciudades. De […]

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Ada Colau (Barcelona, 1974) visitó México en septiembre de 2024 para participar en la serie de conferencias de Mextrópoli. Era su primera visita al festival y al país después de ocho años en los que, como alcaldesa de Barcelona, se convirtió en una referente internacional en lo que respecta al gobierno de las ciudades. De esa manera, Colau por fin pudo compartir sus ideas y experiencias vividas en la capital catalana con arquitectos y estudiantes mexicanos, en calidad de ciudadana y no de funcionaria pública. Poco antes, concedió esta entrevista, en la que repasa su vida política tan sólo unas semanas después de su salida del Ayuntamiento de Barcelona, y en un momento de su vida en el que esta activista permanente vislumbra ya un futuro en el que el municipalismo, por tradición la unidad mínima de los Estados-nación, pueda convertirse en el centro y futuro de una transformación internacional capaz de ser percibida de manera concreta en su escenario más emblemático: la ciudad próxima, hecha por y para sus habitantes.

Olmo Balam: Quizá esto ya te lo han preguntado en todos lados, justamente porque le pusiste un punto y aparte a una etapa de tu vida política con tu salida del Ayuntamiento de Barcelona (hay quienes incluso, de manera apresurada, hablan de comenzar a escribir tu biografía política). ¿Qué sigue para ti?

Ada Colau: He sido activista social durante mucho más tiempo de lo que fui alcaldesa, que lo fui durante 8 años, de 2015 a 2023. Durante esa gestión impulsamos un modelo de ciudad ambicioso, para consolidar un nuevo modelo. Este año me quedé todavía en el Ayuntamiento, pero en la oposición. Sin embargo, el partido que ocupa actualmente la alcaldía no ha querido hacer un pacto de gobierno. Entonces ha llegado a su conclusión esta aventura institucional. Han sido 10 años muy intensos, ha sido un periodo histórico muy complejo, con la pandemia y otros hechos complejos de gestionar, y creo que es bueno tomar distancia, refrescar las ideas, escuchar. Y también creo que el momento actual es bueno repensarlo en general. Sobre todo, en un mundo que avanza a la extrema derecha con los discursos de odio; donde hay cada vez más un clima de guerra que se está normalizando, en especial con el genocidio en Palestina; el cambio climático sigue acelerándose. En este contexto creo que es importante revisar estrategias y pensar cosas nuevas, no seguir por inercia, yo creo que eso es lo más importante. No me arrepiento ni un solo día de esta aventura institucional, pero creo al mismo tiempo que no hay que seguir en los lugares por inercia. Aunque me han ofrecido otros cargos políticos, ahora es bueno tomar un poco de distancia del ámbito institucional y volver al ámbito más social, más independiente y tomar nuevas ideas.

OB: Como decía al principio, provienes de movimientos que incluso fueron tachados de okupas o muy radicales, y ahora tuviste la oportunidad de pasar por un puesto de gobierno, al que muchas izquierdas de España, y del mundo incluso, muchas veces no llegan. De todo lo que te planteaste hace 10 años en temas de vivienda y sociedad, ¿cuáles dirías que fueron tus mayores logros y aprendizajes?

AC: Siempre lo digo: no me he arrepentido ni un solo día de esta aventura institucional, porque hemos demostrado que muchas cosas que eran imposibles han sido posibles. Al mismo tiempo, lo hicimos en minoría y en un periodo histórico convulso, por lo que era difícil llegar a acuerdos y pactos. Cada día te pone en contradicción, te enfrenta a tus límites, a que tú querrías hacer más y no puedes hacer todo. Las dos cosas son ciertas. Siempre recuerdo que como activista le decía al ayuntamiento de Barcelona, en aquel entonces gobernado por el partido socialista, que había que hacer cooperativas de vivienda y me respondían que “eso es absolutamente imposible porque es inviable económicamente”. Hoy hay más de mil departamentos cooperativos y un convenio de ciudad que ya no se puede deshacer, que ha llegado para quedarse. Hemos creado una unidad antidesahucios que, aunque el Ayuntamiento no tenga competencia para paralizar los desalojos, ha conseguido aprender de la experiencia de los movimientos y hacer un servicio de mediación que ha frenado miles de desalojos. Hemos creado una cosa que no existía en la institución: la unidad de disciplina inmobiliaria, que le ha puesto multas millonarias a los grandes fondos buitre que hacían malas prácticas para obligarlos a rectificar. Al mismo tiempo, estos mismos temas, como la regulación del mercado de la vivienda, la fiscalidad de los sectores económicos más importantes de la ciudad, todo esto no depende de competencias municipales, depende del Estado. Y eso es muy frustrante, porque tú puedes tener la máxima voluntad política, utilizar al máximo tus competencias, pero hay otras cosas en las que, si el Estado no te acompaña, hay un límite y tienes que enfrentarte a la contradicción cada día. Pero yo diría que las dos cosas son igualmente ciertas: los límites y las contradicciones. Y, sí, ha valido la pena.

OB: Hablabas de voluntad política, ¿tú qué pensarías que hace falta para que una voluntad política semejante a la que pusiste en la práctica en Barcelona pueda expandirse a otras ciudades?

AC: Yo creo que siempre es importante que haya movimientos ciudadanos activos y exigentes. En nuestro caso, eso fue una herramienta que estaba a nuestro favor, porque teníamos mucha presión de los lobbys económicos inmovilistas, que querían seguir con la especulación, como hasta ahora. Pero, por suerte, había un movimiento ciudadano fuerte, que planteaba otro modelo, y había un sector cooperativista. Lo que hicimos fue darle espacio y voz a ese movimiento ciudadano, y trabajamos juntos para hacerlo realidad. Yo creo que, cuando se llega a un gobierno que quiere hacer cosas diferentes, es importante que no se olvide que no hay que llegar sólo al gobierno, hay que seguir alimentando y dando espacio a esos movimientos ciudadanos críticos, que van a ser esenciales para hacer de contrapoder y contrarrelato a los grandes sectores económicos que tienen altavoces muy poderosos, porque tienen ejércitos de abogados, una gran capacidad de influencia, controlan los medios de comunicación y las redes sociales. Si tú quieres cambiar las cosas, necesitas un poder ciudadano. Una de las lecciones que hemos sacado de estos años es que, más allá de si hablas de política de vivienda, emergencia climática o políticas sociales, una de las cosas que tienes que hacer como gobierno es darles poder, reconocimiento y visibilidad a esos movimientos ciudadanos que, de forma desinteresada y por defender el bien común, se organizan para hacer propuestas nuevas. Eso es una cosa. Otra es salirte de la inercia: no tener miedo a apostar por la creatividad y la innovación.

No olvidaré nunca cuando apostamos por otra de las cosas que nos decían que eran imposibles: un problema es que la construcción tradicional es muy lenta, entonces había que innovar. Fuimos a estudiar otros modelos, y en el norte de Europa vimos grandes edificios hechos de contenedores marítimos reciclados de una altísima calidad, más ecológicos y cuyo proceso se puede realizar en meses. Por lo tanto, son más sostenibles, más rápidos y de una calidad excelente. Cuando nosotros presentamos esa nueva forma de hacer construcciones, la prensa se nos rio en la cara, otros partidos políticos nos dijeron que éramos unos cutres, que no teníamos nivel técnico. Hoy se están inaugurando esos edificios y todo el mundo los alaba, y quienes los criticaban ahora parece que se los apropian y siempre los defendieron. 

Por eso digo que no hay que tener miedo a innovar porque, efectivamente, si el estado actual de las cosas no está sirviendo para generar vivienda asequible, para que la mayoría de la gente pueda acceder a una vivienda digna, si las viviendas no son de calidad suficiente, es evidente que hay que cambiar las maneras de hacer las cosas. Hay que tener valentía, aunque en un primer momento te van a ridiculizar y estigmatizar, pero eso no te debe frenar. Entonces, creo que se trata de eso: apostar por la innovación, por la creatividad; apostar por el reconocimiento de la propia ciudadanía crítica y organizada como aliada esencial de esas políticas clave.

OB: La sostenibilidad se ha vuelto el leitmotiv de los arquitectos y urbanistas. ¿Esto también se ha reflejado en tu propuesta de hacer ciudad?

AC: Nosotros veníamos de una ciudad neoliberal, donde se había dejado toda la iniciativa al sector privado. En una sociedad de mercado, es legítimo que este sector busque el máximo beneficio en el plazo de tiempo más corto posible. Pero es claro que ese no puede ser el objetivo de la política pública. La política pública tiene que garantizar derechos. En el caso de una cosa tan fundamental como la vivienda, especialmente en países como España, ha sido un error dejarla por completo en manos de la iniciativa privada. Nosotros hemos intentado corregir esa orientación de diferentes maneras. Por ejemplo, con la recuperación del suelo público, que es la principal herramienta urbanística para hacer la política de vivienda. También modificamos las formas de tenencia: antes se hacía vivienda de propiedad privada en suelo público, que casi siempre acaba privatizada y, tarde o temprano, en el mercado especulativo. Fue un error, porque se hizo promoción con dinero público de viviendas con las que ahora se especula.

Ahora sólo promovemos viviendas en régimen de alquiler, renta social o de cooperativas de cesión de uso. Nosotros incluso defendemos la colaboración público-privada, pero la iniciativa y las reglas del juego las tiene que marcar el ámbito público. Y eso es lo que ha cambiado en los últimos ocho años en Barcelona: hemos generado un operador metropolitano público-privado, en el que nosotros ponemos el suelo, pero como vivienda de renta, no de propiedad, en la que los privados que ganan el concurso tienen que seguir las reglas de precios controlados.

Como bien dice Mariana Mazzucato, necesitamos un Estado emprendedor. En general, necesitamos que las administraciones públicas se tomen en serio su liderazgo y marquen las reglas del juego. Si la vivienda es un derecho, las reglas deben limitar la especulación y premiar las buenas prácticas de vivienda. ¿Qué pasaba en la ciudad neoliberal? Que la vivienda era o de mala calidad —para sacar el máximo rendimiento de las clases populares con viviendas en las zonas periféricas— o se trataba de edificios carísimos hechos por las grandes firmas y ubicados en zonas céntricas, que al final daban como resultado una ciudad-marca, antes que una ciudad para vivir. Hemos cambiado el modelo: queremos el talento de los arquitectos, queremos el buen hacer técnico, pero al servicio de lo que necesita la ciudad y su ciudadanía, especialmente las clases más populares, que son las más vulnerables y se merecen la máxima calidad y dignidad en sus viviendas.

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Undécima llamada en el Metropólitan: las conferencias de Mextrópoli 2024 https://arquine.com/undecima-llamada-en-el-metropolitan-las-conferencias-de-mextropoli-2024/ Fri, 04 Oct 2024 16:31:11 +0000 https://arquine.com/?p=93146 Hasta hace poco, no más de una década, todavía era aceptable pensar, desde la experiencia inmediata, que el “contexto natural” era eso atemporal, que sólo se mueve a escala geológica o en eones. Y la arquitectura sería esa mediación que, con cierta lentitud con respecto a otros asuntos humanos, podría crear cosas perdurables: casas, monumentos, […]

El cargo Undécima llamada en el Metropólitan: las conferencias de Mextrópoli 2024 apareció primero en Arquine.

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Hasta hace poco, no más de una década, todavía era aceptable pensar, desde la experiencia inmediata, que el “contexto natural” era eso atemporal, que sólo se mueve a escala geológica o en eones. Y la arquitectura sería esa mediación que, con cierta lentitud con respecto a otros asuntos humanos, podría crear cosas perdurables: casas, monumentos, ciudades enteras. Ahora, como en pocos años antes, la naturaleza se ha revelado como un todo que cambia a una velocidad inalcanzable para una disciplina que, en gran medida, sigue habitando bajo la sombra de su espléndido pero ya casi infructuoso siglo XX: la figura centralizante del arquitecto, los proyectos construidos como único legado de los despachos y sus numerosos colaboradores, y una lucha no tanto por insertarse en el ya mencionado contexto, tanto natural como humano, sino diferenciarse de él cuanto antes.

En frente: huracanes cada vez más frecuentes y mortíferos; domos de calor alimentados por el concreto y el asfalto que cubren las ciudades; extinción masiva de especies, lenguas y culturas; estratos geológicos marcados por la extracción de materiales necesarios para la construcción incesante de edificios que, en la mayor parte de los casos, sólo servirán a la especulación financiera y no a los habitantes. Es un momento en el que la nave espacial Tierra se ha rehusado ya no a su simulacro de despegue, sino a admitir las reparaciones, esta edición de Mextrópoli trató de desmarcarse de la habitual etiqueta de los discursos y ponencias dirigidos por arquitectos, y en casi todos los casos tuvo que dar entrada, por voluntad propia o por fuerza, a este contexto en el que hay mucho que reparar en poco tiempo.

Para no ir más lejos, en casi todas las presentaciones todavía era notoria la huella de la pandemia de covid-19 (2020-2023), por mucho que cuatro años después de su inicio no haya habido cubrebocas mandatorios, o que las causas de una u otra ausencia no fueran los cierres sanitarios en los aeropuertos: así, casi todos los conferencistas traían noticias de proyectos demorados o cancelados, o que combatieron esa crisis de la que todavía no hemos salido, por mucho que se militara la vuelta a la normalidad (Leonor Silvestri dixit).

Como esa emergencia sanitaria, otras crisis han alcanzado a reflejarse en un festival en el que se animaba a reparar la ciudad global, pese a los muchos estragos en curso: guerras y operaciones genocidas en casi todos los continentes en las que perecen inocentes y patrimonio tangible e intangible; una crisis de vivienda y salarios que, sin embargo, no ha sonado aún la alarma de nadie, a pesar de los rumores de una próxima recesión (gran eufemismo para depresión económica) en 2025; y un giro a la derecha en el mundo, en plena tensión con gobiernos de izquierda, progresistas y liberales surgidos durante los dosmildieces y que ya han empezado a ser contrarrestados por el fascismo, brazo armado del libre mercado, en su nuevo traje libertario.

Como respuestas a la omnicrisis, los conferenciantes —además de sus mejores proyectos—, presentaron, no sin cierto escepticismo, algunas de las posibles rutas para reparar la megalópolis mundial: el revival de la madera; la recuperación de áreas urbanas para la vivienda y la habitación comunitaria; la construcción sobre estructuras y programas ya existentes; el credo de hacer más con cada vez mucho menos que, sin embargo (y como lo decía uno de los ausentes de este ciclo de conferencias, Pier Vittorio Aureli, en su opúsculo Less is enough [2023]) no se ha orientado hacia la optimización de recursos tanto como al lucro para unos cuantos. También había rasgos comunes entre conferencias, como una cifra que ya casi es un lugar común: la de que las industrias de la edificación y construcción producen más o menos el 40 % de las emisiones de dióxido de carbono, lo que ha llevado a una de las tendencias que podrían marcar lo que le queda de década a estos dosmilveintes: ponerle freno al imperio de cemento y concreto. 

Para cuando el lunes 23 de septiembre sonó la tercera llamada en el Teatro Metropólitan, la undécima edición de Mextrópoli estaba por probar qué tanto el eje del festival, reparar la ciudad, podía en verdad romper los ciclos de consumo y adoptar nuevas visiones de la ciudad, la sociedad y la arquitectura.

Foto: Axel Palacios

Ada Colau | Barcelona

“Donna Haraway hablaba del conocimiento situado, no todos ni todas hablamos desde el mismo lugar. Sé qué es que te corten el teléfono o pagar el alquiler, lo que ha condicionado mi visión del mundo.” En pleno día internacional de la bisexualidad, así se situaba Colau frente al auditorio del Teatro Metropólitan. Quien fuera alcaldesa de Barcelona durante dos mandatos (2015-2019 y 2019-2023), y en tanto representante de la plataforma política Barcelona en Comú, llegó a México tan sólo unas semanas después de despedirse del Ayuntamiento de esa ciudad y concluir una intensa etapa en la que puso la vivienda popular en el centro de su política pública en un contexto de especulación inmobiliaria y deshaucios. Con una presentación sencilla, limitada a algunas fotos de proyectos como APROP o del model superilla (supermanzana), la política catalana dio un balance de sus casi 10 años de política en funciones. 

“Necesitábamos vivienda asequible y aunque vivamos en un sistema de mercado, no es lo mismo especular con yates o relojes de lujo que con la vivienda que es un derecho esencial, que debe tener una protección y reglas distintas a las del libre mercado. Estamos hablando de corresponsabilidad: si la iniciativa privada quiere especular con vivienda, debe reconocer que no es cualquier tipo de servicio o mercancía, por lo que debe respetar otras reglas que las del mercado. Es una ciudad que prioriza la vida. La mejor imagen de seguridad no es una ciudad con presencia de policías, sino una imagen de niños que juegan en libertad y sin miedo a ser atropellados.”

Con una amplia experiencia, que la llevó desde el activismo callejero hasta el máximo puesto de responsabilidad en Barcelona, lugar desde el que tuvo que llevar a la realidad estas ideas sobre la vida situada (cosa que no sucedió sin resistencia), Colau señaló la importancia de que “la ciudad tenga buenas calles, equipamientos y escuelas, pero nada de eso existe como ciudad si no hay vida, y la vida la dan los habitantes”. No sin resistencias, y pese a la derrota electoral del año pasado, la gestión de esta política sentó precedentes como el cierre de filas contra Airbnb, los incentivos para cooperativas de vivienda y la actualización de la traza de Barcelona, ciudad que en sí misma sigue siendo uno de los laboratorios preferidos para el urbanismo internacional. Colau, quien ahora está en una pausa política y no descarta volver a presentarse como candidata, piensa que el siguiente paso no es, como se concebiría desde la política clásica del siglo XX, llegar al nivel país para seguir con esta política, sino por medio de un “municipalismo” o “internacional municipalista”. En pleno intercambio con otras alcaldesas del mundo, este concepto está por ponerse a prueba ya en el cénit de una década en la que otro espectro secular, el de la caída de la bolsa de 1929, empieza a flotar, comandada por la crisis inmobiliaria y de vivienda.

Foto: Axel Palacios

Eduardo Castillo-Vinuesa | Madrid

Como bajo el filtro azul de una cámara cinematográfica, este arquitecto interdisciplinario —como él mismo se nombra— y cuya obra discurre “en la intersección de la academia y el sector cultural”, dio una visita guiada por Foodscapes, proyecto que investiga los procesos de alimentación en entornos urbanos, y que fue parte del Pabellón de España en la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2023 (con la curaduría conjunta de Manuel Ocaña). Dividido en 5 capítulos (digestión, consumo, distribución, producción y fundación), la porción de este proyecto internacional se centró en “los procesos metabólicos de la logística alimentaria mueve todo tipo de cuerpos y arquitecturas productivas, que siempre vuelven a la tierra. Hay que pensar en fotosíntesis y otros procesos químicos y orgánicos que hacen posible la alimentación en las ciudades.”

En pantalla: montajes de grandes horizontes de piedra caliza y campos de siembra, transportes marítimos y terrestres, jaulas con animales, fábricas y líneas de ensamblaje, trabajadores que mueven cajas y contenedores con innumerables cajas; de fondo, “Both of you, Dance Like You Want to Win!”, una de las piezas musicales más icónicas de Neon Genesis Evangelion (compuesta por Shiro Sagisu), que se acompasaba con frases como “al comer, digerimos territorios, y esto es de manera casi literal. Desde los paisajes instrumentalizados hasta los laboratorios domésticos de nuestras cocinas. Foodscapes no va de comida, sino que es un proyecto sobre el sistema alimentario, intenta entenderlo como una gran arquitectura, una arquitectura metabólica de cocinas, campos, mataderos y restaurantes que conforma la vida en la tierra.”

Foto: Axel Palacios

Ana Elvira Vélez | Medellín

Con la conferencia “Entre espacios”, Vélez hizo un recorrido por una larga experiencia en torno a la vivienda colectiva en Medellín y Antioquia, especialmente junto a la Caja de Compensación Familiar de Antioquia (Comfama), empresa que ha dirigido múltiples proyectos de vivienda colectiva junto al gobierno colombiano. Por casi tres décadas de experimentación continúa en las escalas de vivienda individual, habitacional y urbana, Vélez explicó que la línea de pensamiento de sus proyectos se ha articulado por “la huella (la creación de un lugar), la observación (las formas de habitar que definen una identidad) […] Diseño, naturaleza y comunidad son parte de una misma cosa, por lo que hay un trabajo de correlación en estos proyectos de vivienda.” Añadió además que toda esta línea de pensamiento se podrá explorar de manera más profunda en un libro que está en proceso de conexión junto a Arquine.

Foto: Axel Palacios

Iñaqui Carnicero | Madrid

El segundo conferencista con experiencia en un gobierno español fue Iñaqui Carnicero, Secretario General del Ministerio de Agenda Urbana, Vivienda y Arquitectura, situado en Madrid. Su participación se dirigió a un público joven en un momento en que las tecnologías digitales han acrecentado la pericia técnica de la profesión del arquitecto, pero en el que muchos programas de estudio siguen obedeciendo a parámetros estéticos y no tanto sociales o comunitarios.

“En estos años hemos aprendido a utilizar las herramientas proyectuales y de vivienda experimental y asequible. Por el otro lado el reúso de distintas tipologías, como patrimonio industrial y el cambio de usos. Renuncié a mi labor como proyectista y arquitecto para participar en un puesto político que me ha permitido a mí y mi equipo llevar a cabo proyectos de arquitectura de alta calidad y sustentable. Hemos impulsado la ley de calidad y arquitectura, pensando en la sociedad y la multidisciplina. Se trata de una ley que aspira a acercar los valores de la arquitectura a la ciudad.” Carnicero también profundizó en su labor como divulgador del patrimonio arquitectónico con iniciativas el Museo de la Arquitectura, cuya intención es abordar los grandes retos de la disciplina, o el programa Propuestas sobre el Entorno Construido y la Arquitectura (PECA!), que tienen la intención de proteger el legado arquitectónico y dieron pie a un borrador de ley que busca que la arquitectura es sea un bien de interés general por su impacto en la eficiencia energética, la flexibilidad y la inclusión.

Foto: Axel Palacios

Benedetta Tagliabue | Barcelona

A contracorriente de las reglas no dictadas de la etiqueta arquitectónica, Benedetta Tagliabue subió al escenario con una vestimenta de colores, collares y anillos para dar una conferencia que se sintió como un greatest hits de proyectos como el Edificio del Parlamento Escocés en Edimburgo, el Ayuntamiento de Utrecht, el Mercado de Santa Caterina en Barcelona y el Pabellón Español para la Expo Shanghái, la Iglesia de San Giacomo Apostolo de Ferrara y el Centro Kálida Sant Pau. La cofundadora de EMBT Architects englobó estas obras dentro de la idea eje del festival con afirmaciones como que “reparar la ciudad comienza por la casa, el mundo de la arquitectura doméstica. Por ejemplo, capas y capas de otras vidas. Fue la lección de entender que otras generaciones habían habitado este espacio. Y la conversación era que aceptamos algunos de estos dibujos y pinturas.” En pantalla, fotos de los proyectos, los conocidos collages y maquetas hechas con bloques de madera, la peculiar fuente tipográfica utilizada por EMBT, todo lo cual en sí mismos conforma una obra plástica sólida en la que se conjunta lo público con lo artístico: “Estos collages se convierten en arquitectura y, a partir de ellos, se han hecho todo tipo de proyectos. Me gusta ver la relación entre el proyecto y la realidad. Casi todo lo que hacemos ahora tratamos de hacerlo como una casa, por el sentimiento de pertenencia y para que el espacio te haga sentir único.”

Foto: Axel Palacios

Vicente Guallart | Barcelona

El tercer conferencista con experiencia como funcionario en un gobierno español fue Vicente Guallart, quien comenzó por recordar su presencia en uno de los primeros Congresos Arquine, eventos precursores de los actuales Mextrópoli. “Cada 30 y 25 años ha habido un cambio en los estilos arquitectónicos y en la ordenación urbana. La segregación urbana, las estructuras de concreto y los autos privados son los principales causantes del cambio climático. Hay un grave problema si uno no sabe lo que quiere hacer dentro 30 y definir los nuevos retos de la arquitectura. Ahora tendríamos que pensar en ciudades capaces de absorber el dióxido de carbono. Tenemos muchos retos delante de nosotros.” 

Veinte años después de esa primera conferencia, este pionero en la divulgación de la arquitectura (en su momento dirigió uno de los primeros sitios webs dedicados a la disciplina, así como colecciones con programas educativos en CD-ROM), contó  sus experiencias con dos prácticas contemporáneas: la arquitectura en países de África y la innovación tecnológica y sustentable con un proyecto como Terrazas para la Vida (Barcelona), que ha sido uno de los edificios de madera más altos de España:  “Hay que pensar en edificios que produzcan su propia energía, construidos en madera, y que promuevan la eficiencia energética, como si tuviera su metabolismo propio. La idea es que el precio de construir con todas estas tecnologías sea más barato, lo importante es producir edificios que sean sumideros de madera y poder hacer que los bosques vayan creciendo y se renueven. La mejor manera de presentar el futuro es aumentarlo y generar patrimonio para las nuevas generaciones. Los países que tienen mucha historia tienen mucho futuro. Y la arquitectura tiene mucho futuro: siempre va a hacer falta quien haga un proyecto, pero el mejor olor del mundo es el de una buena soldadura en la obra por la mañana.”

Barbara Buser | Zúrich

En la primera conferencia dictada en inglés de la jornada, Barbara Buser presentó su conferencia sobre cómo construir en tiempos de crisis climática. La suiza, con amplia experiencia también en el continente africano, y a la vanguardia en el reúso de materiales de construcción (con iniciativas de las cuales fue una auténtica inventora, como la primera Bauteilbörse [bolsa de materiales de construcción], que hizo junto a Klara Kläusler), ahora trabaja con el despacho baubüro in situ en torno de ideas como reducir, reparar, reusar, rediseñar y reciclar, justamente los cuatro temas que articularon su conferencia. Formada como ingeniera y no como arquitecta, construyendo pozos para pueblos en Tanzania, cuando regresó a Basilea no se entendía con nuestra civilización: “todo mundo dice que reúsar elementos y materiales de construcción es una buena idea, pero de todos modos la gente compra cosas nuevas. La experiencia de los últimos 25 años nos enseña que reúsar edificios ya existentes puede reducir las emisiones de carbono. Por eso hemos desarrollado un proceso para construir sin tantas emisiones. Lo más importante es reúsar y hacer el menor número de intervenciones posibles.” 

De esa manera, Buser presentó a detalle el proceso de construcción de Kopfbau 118 (K.118), proyecto que, como dice su nombre en alemán, agregó como tercer piso de un edificio ya existente una cabeza construida con materiales hallados en el sitio de construcción. Muy acorde a las ideas de reparar la ciudad de Mextrópoli, este proyecto mostró las posibilidades de construir con lo existente y llegó a algunas preguntas a modo de conclusión: “¿Cómo podemos construir con una huella neutral de carbono? Nunca demoler, prohibir la construcción de nuevos edificios y volver más cerrados los ciclos de producción.”

Foto: Axel Palacios

Caroline Bos | Ámsterdam

La neerlandesa Caroline Bos presentó también una retrospectiva de su trabajo con Unstudio, que se ha desempeñado sobre todo en Países Bajos, una de las naciones con mayor densidad urbana de Europa: “Todo lo que un arquitecto hace va a ser contrafactual. Por ejemplo, el Erasmus Bridge en Róterdam, más que una maravilla arquitectónica, era un lugar para propiciar relaciones. Nosotros no solo estamos en casa o trabajamos, sino que constantemente estamos a mitad de camino entre esos dos espacios. De ahí la importancia de desarrollar espacios que permitan una buena movilidad. ¿Cómo puede el diseño urbano propiciar el sentimiento de pertenencia? ¿Cómo podemos iniciar un cambio tangible en nuestras circunstancias? Está en nuestras manos acabar con la contaminación en las calles y reducir las emisiones de carbono. No solo se trata de reparar sino de crear herramientas propias, atender a las tradiciones, de hacer cada vez mejor las cosas.”

Foto: Axel Palacios

Arine Aprahamian | Beirut – Róterdam

Arine Aprahamian llegó a México justo en el mismo día en que sonaban las noticias de una ofensiva del ejército israelí contra el Líbano, bajo el supuesto de bombardear blancos militares escondidos en inmuebles civiles. El resultado de este ataque ha sido analizado en días recientes como la apertura casi oficial de un nuevo frente en Oriente Medio, en el marco del genocidio ejercido contra la población de la Franja de Gaza, en Palestina, iniciada hace casi un año. Arine estaba conmovida por los sucesos y estuvo a punto de no subir al escenario, justo en el día en que también se habían anunciado las ausencias de Pier Vittorio Aureli y Elizabeth Añaños.

Pese a todo, Aprahamian pronunció su ponencia “Home is where the Earth is” [“El hogar está en donde la Tierra”], caracterizada por ideas y proyectos a futuro de una arquitecta todavía joven, quien ha sido parte del programa de mentorías de Rolex —y apadrinada por Anne Lacaton—.  Aprahamian ha trabajado con propuestas arquitectónicas para viviendas para trabajadores y climas extremos, así como visiones del ciberespacio para los inmuebles virtuales. Su despacho ha adoptado, en sus propias palabras, un enfoque transescalar, antidisciplinar y preparado para el futuro de los materiales, la experiencia y el espacio: “En Müller-Aprahamian hemos tenido la oportunidad de trabajar con arquitectura especulativa”. 

Un ejemplo claro de esto fue un proyecto como Bourj Hammoud, intervención que consistió en rehabilitar varios edificios, y que requirió de procedimientos muy cercanos a la arqueología. “De cierta manera, los problemas que hay en nuestro mundo se mueven con mayor rapidez que las soluciones que podemos dar. Los proyectos de este estudio se mueven por metodologías como usar la inventiva, adaptabilidad, intencionalidad y trabajar con lo existente.” Después de mostrar diapositivas de renders futuristas, visualizaciones entre lo arqueológico y lo teórico, Aprahamian cerró con una reflexión sobre el karshif, material conglomerado de sal, arcilla y otros minerales usado en el oasis de Siwa (Egipto) desde hace más de diez siglos en fortalezas y edificaciones cuya visión tenía que ver “con trabajar con lo que hay.” Una propuesta a futuro desde un país con una larga experiencia en la reconstrucción y reparación de un legado patrimonial contemporáneo puesto en peligro.

Foto: Axel Palacios

Paulo Tavares | Brasilia

“Disculpen por no hablar en español y tener que optar por el inglés en México, en América Latina.” Con ese recordatorio sobre las amplias distancias que todavía existen entre el mundo hispanoamericano y el subcontinente brasileño, Paulo Tavares inició una conferencia que, en gran medida, fue una recitación de su ensayo-manifiesto-silabario “Arquitectura de reparación” (disponible de manera integral y en versión prosificada en A109), acompañada por un estudio de caso: la resistencia y restitución de la aldea de Sõrepré, que fue destruida durante las obras de la carretera BR-08 entre 2021 y 2022. Este sitio sagrado del pueblo xavante, originario de la región amazónica de Mato Grosso, fue la culminación del proyecto nacional-brasileño, que Tavares calificó de “autoimperialista” y que ha sido encarnado durante generaciones tanto por un urbanista como Lúcio Costa, como por el expresidente ecofascista y etnocida Jair Bolsonaro.

Entonces, ¿qué es la arquitectura de reparación? Tavares hilaba, a partir de las frases breves pero concentradas de su manifiesto, algunas ideas: “Educamos a los estudiantes de arquitectura, pero no en los problemas sociales que rodean a los proyectos arquitectónicos. Consideramos que la arquitectura, su política y ética, es buena, pero muchas veces la arquitectura se trata de separar, segregar. La arquitectura de reparación tiene que ver con tratar de reparar esas desigualdades sociales derivadas de la arquitectura. Es una posición política, que puede asumir muchas formas desde la acción, el manifiesto, el diseño gráfico o la historia.”

Como parte del Pavilhão Terra, que Tavares curó junto a Gabriela de Matos en la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2023, esta lectura fue un intento de reflexionar sobre la descolonización y la historia oculta de la ciudad modernista brasileña, dedicada a la extracción cultural y del hábitat, así como resultado de un modo de producción esclavista sobre territorios de las que fueron expulsadas, sobre todo, poblaciones originarias y negras; o de donde fueron borradas ordenaciones espaciales como los quilombos y otros tipos de legado arquitectónico vernacular y afrodescendiente. “La arquitectura de reparación, pues, también es una forma de defensoría (advocacy), tanto legal como cultural. Otra forma de defensoría ha sido la denuncia y, lo que necesita que se consideren como monumentos arquitectónicos a los árboles y la vegetación. Mantenimiento, reconstrucción, rehabilitación, la arquitectura de reparación es una nueva ecología.”

Foto: Axel Palacios

Manuel Cervantes | Ciudad de México

El único mexicano del programa también hizo una retrospectiva por el trabajo de las obras dirigidas por el despacho que lleva su nombre: “La arquitectura no es un proceso lineal, más bien es circular, son conversaciones que van y vienen y conforman un proceso imaginario que lleva a la construcción, que no siempre son en lo físico, sino en lo teórico, la educación, las ideas. ¿Qué conversaciones deben priorizarse? Uno inicia con una, dos o cuatro conversaciones simultáneamente y va entendiendo qué conversación debe priorizarse. Para entender algo de estas conversaciones, hablaré de proyectos diversos en escala, tipología y recursos, pero que muestran el interés de nuestra oficina para no sentirnos cómodos con una sola cosa.”

De ese modo, su labor ha emprendido proyectos que van desde viviendas unitarias hasta obras de carácter infraestructural, como el Centro y Estación de Transferencia Modal (CETRAM) de Cuatro Caminos, por la que diariamente circula un flujo de 250 mil personas: “Este proyecto es un ejemplo para reflexionar la responsabilidad pública del arquitecto, de ese arquitecto que todos tenemos dentro, que se centra en ideas y cuestiones. Nos gusta diseñar para construir, porque cada trazo nos lleva a pensar en las consecuencias que puede tener una obra.”

Otro de los puntos importantes de su intervención fue el proyecto Kon-Tigo, que se llevó a cabo a raíz del paso del Huracán Otis en Acapulco en 2023, y que siguió una lógica terapéutica que el despacho ha usado en otros proyectos: atender al desastre (accidente) emergencia (operación) y largo plazo (terapia), así como ecotecnias obvias con mano de obra local.

Foto: Axel Palacios

Anne Lacaton | París

La ponencia “Transform to repair” fue, como en otras ediciones de Mextrópoli, el punto climático de esta serie. En representación del despacho que comparte con Jean-Philippe Vassal, Anne comenzó por hablar de una práctica caracterizada por la transformación de lo existente, y no sólo de monumentos y patrimonio, en un proceso para reparar la ciudad. “Transformar significa hacer con lo que ya existe, para inventar y hacer más con menos. Construir con lo existente, como la naturaleza.”

La correceptora del premio Pritzker 2021 siguió una línea convencional en cuanto a su presentación, y mediante diapositivas de sus proyectos más conocidos, habló de que “construir con lo existente tiene que ver con transformar, reúsar mejorar, extender la vida de uso, reinventar y hacer más con menos. Demoler no es la solución, es un gran desperdicio en todos los sentidos. En los casos de estudio que hemos llevado a cabo hemos visto que la demolición y reconstrucción puede costar más del triple que transformar viviendas ya existentes.” El credo de esta oficina de nunca demoler, nunca sustraer, remover ni reemplazar; y siempre reúsar, transformar, dar nueva vida con y para los habitantes, se vio sobre todo en proyectos de transformación de viviendas ya existentes. Con la ventaja de poder cerrar la noche, Lacaton pudo extenderse mucho más allá de los 40 minutos habituales y dio un recorrido pormenorizado por tres de sus proyectos más icónicos: las transformaciones el FRAC de Dunkerque (2013-2015) y La Chesnaie (2016), así como el proyecto Kampagnel, complejo cultural con 900 eventos al año y la torre parisina de Bois-le-Prêtre.

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Gobierno situado: habitar https://arquine.com/gobierno-situado-habitar/ Thu, 26 Sep 2024 18:21:04 +0000 https://arquine.com/?p=93076 Un gobierno situado, un gobierno en el que quienes gobiernan se sitúan, que abierta y explícitamente declaran su posición y la parcialidad de su saber —tanto por incompleto como por partisano— quizá se acerque al paradigma del habitar.

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Soy la primera mujer que llegó a ser alcaldesa de Barcelona. Soy la primera mujer bisexual que llegó a ser alcaldesa de Barcelona. Soy la primera mujer bisexual proveniente de una familia de clase trabajadora, sin ninguna relación con las élites económicas y políticas que llegó a ser alcaldesa de Barcelona. Soy la primera mujer bisexual proveniente de una familia de clase trabajadora, sin ninguna relación con las élites económicas y políticas y que proviene del activismo, de la lucha con movimientos urbanos populares en la calle que llegó a ser alcaldesa de Barcelona. Desde ahí fue que trabajé y eso es de lo que les voy a hablar.

Palabras más, palabras menos, así inició Ada Colau su conferencia el lunes 23 de septiembre dentro del festival Mextrópoli. Poco antes se había declarado admiradora de la científica y escritora estadounidense Donna Haraway, mencionando su libro Manifiesto Cyborg y su ensayo Conocimiento situado. El ensayo fue publicado por Haraway en la revista Feminist Studies en el otoño de 1988 y toma posición frente al señalamiento de que la objetividad científica es una construcción ideológica hecha por hombres —para mayor precisión: hombres cisgénero, heterosexuales, blancos y con una posición económica relajada— que deja fuera todas las otras voces —mujeres, personas no cisgénero, no heterosexuales, no blancas y sin  una posición económica relajada. Haraway se colocaba no a la mitad sino en otro lado de los extremos y planteaba su problema:

Mi problema y nuestro problema es tener en cuenta, simultáneamente, la contingencia radical histórica de cualquier conocimiento o saber y de los sujetos que conocen, una práctica crítica para reconocer nuestras “tecnologías semióticas” para construir significado, y un compromiso que evite el sinsentido y busque dar cuenta del mundo “real”, de manera que pueda ser parcialmente compartida y que sea amigable a proyectos para una libertad finita, una abundancia material adecuada, un sufrimiento moderado y una felicidad limitada.

 

Haraway aborda el problema de la objetividad desde el tema de la visión —la visión objetiva, distante, controlada, clínica, frente a la visión real, condicionada por el ojo que ve y, con el ojo, el cuerpo, de carne y sangre, con un género, un tono de piel, una historia social y política: un cuerpo en situaciones específicas. Haraway escribe:

Propongo una política y una espistemología de la locación, la posición y la situación, donde la parcialidad y no la universalidad es la condición para ser escuchado y hacer proposiciones racionales de conocimiento. Esas proposiciones tienen que ver con la vida de las personas. Propongo la visión desde un cuerpo siempre complejo y contradictorio, contra la visión desde arriba, desde ninguna parte, desde la simplicidad.

 

Veinte años después de la publicación del texto de Haraway, el arquitecto Jeremy Till publicó su libro Architecture depends. El argumento central, según el mismo Till, parece demasiado obvio: la arquitectura, para realizarse, depende de muchos factores ajenos tanto a la arquitectura como disciplina o saber como al arquitecto. Pero el problema es que esa pretendida obviedad es negada o borrada por la misma disciplina y sus practicantes en la búsqueda de una supuesta autonomía, por un lado, y al suponer un tipo de saber universal y abstracto cuyo dominio permite, por ejemplo, a un arquitecto que siempre ha vivido confortablemente en un barrio de clase alta, “resolver” la vivienda mínima de emergencia y la mansión del potentado de la misma manera: como simples ejercicios de composición geométrica.

Uno de los capítulos del libro de Till se titula, precisamente, Conocimiento sitiuado y afirma que, a partir de la noción planteada por Haraway pueden tomarse algunas indicaciones para lidiar con la contingencia. Primero, dice, el conocimiento situado implica que asumimos la responsabilidad que implica nuestra práctica y la posicionamos en las arenas política y ética. En segundo lugar, “el conocimiento situado busca oportunidades en lo particular y no busca resolver problemas en esquemas universales.” Y, en tercer lugar, el conocimiento situado se reconoce parcial, en dos sentidos: incompleto y partisano, y asume, honesta y modestamente, que eso no es un déficit, sino un bono.

Unos días antes de dictar su conferencia en el Teatro Metropólitan, Ada Colau había participado en un diálogo junto con Clara Brugada, en el Colegio de San Ildefonso. De manera distinta a Colau, Brugada también se había situado al hablar tanto de sus acciones como alcaldesa de Iztapalapa como de sus propuestas como próxima jefa de gobierno de la Ciudad de México. En ambos casos se trató de una toma de distancia respecto a las formas de gobierno impuestas por el credo neoliberal, donde lo político se limita al gobierno y el gobierno sólo se entiende como gestión.

Esto me lleva a pensar en lo que plantea Amador Fernández Savater en su libro Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política. Fernández Savater plantea que “no basta con cambiar de políticos. Necesitamos un cambio radical de lógica. Otra cultura política.” Para Fernández Savater hay dos paradigmas: el paradigma del gobierno, en el cual se trata de conducir la realidad desde una Idea o Modelo; y el paradigma del habitar, en el que se trata de cuidar y expandir las potencias que ya hay, que ya somos.” Un gobierno situado, un gobierno en el que quienes gobiernan se sitúan, que abierta y explícitamente declaran su posición y la parcialidad de su saber —de nuevo, tanto por incompleto como por partisano— quizá se acerque al paradigma del habitar.

P.S.

Por supuesto, cabe imaginar la posibilidad —o imposibilidad— de un candidato a un cargo público —o un arquitecto— diciendo al presentarse: soy hombre, un hombre blanco y heterosexual, un hombre blanco, heterosexual y burgués, y desde aquí voy a gobernar —o a hacer arquitectura. Hacer visible esa situación particular que siempre se ha presentado como neutra y objetiva, podría tener otras consecuencias.

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