Resultados de búsqueda para la etiqueta [Zaida Muxí ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Thu, 06 Jun 2024 17:37:13 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Entender la crisis de la vivienda desde el derecho y la arquitectura. Una conversación con Carla Scoffié https://arquine.com/entender-la-crisis-de-la-vivienda-desde-el-derecho-y-la-arquitectura-una-conversacion-con-carla-scoffie/ Wed, 05 Jun 2024 18:53:44 +0000 https://arquine.com/?p=90755 Carla Scoffié es abogada y maestra en derechos humanos y democratizació, y se ha enfocado en las problemáticas de vivienda y de ciudad. El año pasado publicó País sin techo. Ciudades, historias y luchas sobre la vivienda (Grijalbo, 2023), un libro dirigido al público en general en el que discute esta crisis desde una perspectiva interdisciplinaria.

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Carla Scoffié es abogada y maestra en derechos humanos y democratización, con experiencia en temáticas sobre derechos de los pueblos indígenas, población LGBT+, medioambiente, no discriminación y género. De manera particular, se ha enfocado en las problemáticas de vivienda y de ciudad. Por medio de una intensa actividad académica y en tribunas en diversos medios, se ha convertido en una de las líderes de opinión sobre el problema de la vivienda en México. El año pasado publicó País sin techo. Ciudades, historias y luchas sobre la vivienda (Grijalbo, 2023), un libro dirigido al público en general en el que discute esta crisis desde una perspectiva interdisciplinaria. En su esfuerzo por hacer de carácter público el derecho a la vivienda y sus particulares dinámicas jurídicas, este libro propone entender las necesidades locales para plantear soluciones a un problema a escala global.

Tu libro tiene una fuerte fundamentación jurídica. ¿Cómo ha sido recibido por arquitectos y urbanistas?

—Me ha llamado la atención y me halagado mucho que gran parte de los lectores que está teniendo el libro son arquitectos y urbanistas. Las presentaciones del libro que he realizado, en universidades (excluyendo ferias del libro), podría decir que han sido, por decir un porcentaje, en un 98-99 por ciento de las veces en facultades de urbanismo, arquitectura y similares, y no en facultades de derecho. Creo que esto es justamente porque, tanto los arquitectos como los urbanistas, trabajan con el derecho y dependen de él para poder hacer lo que planean. Muchas veces el derecho es incluso un obstáculo, uno que no se comprende, porque el derecho está construido para que la gente que no es abogada no lo entienda. Y eso me parece un tema que hay que tratar, y hay que tratar de hacer esos puentes entre disciplinas, justamente porque también el derecho comparte con la medicina este carácter de ser muy oscura y, al mismo tiempo, de algo que nos afecta de manera directa. Cuando tienes una enfermedad, sabes que algo está mal, sabes que algo te está pasando, pero no entiendes por qué, no entiendes qué es lo que ocurre, pero el médico sí, y muchas veces no te lo externa. Pasa lo mismo con el derecho, con arquitectos y urbanistas: hay veces que las cosas no salen, no se pueden o son de una forma que no permite trabajar y queda la duda de cómo funciona: no se entiende por qué tal autoridad hace esto, no entiendo por qué la norma está planteada de esta forma. De alguna manera, en el libro yo buscaba generar, al menos, un pequeño espacio que puede iniciar ese diálogo entre disciplinas.

 

Esto que dices, acerca de cómo el lenguaje del derecho está diseñado para que la gente de a pie no lo entienda, también se podría decir de la arquitectura. ¿Consideras que en esta disciplina sucede algo similar?

—De hecho, algo que me ha llamado la atención, y es una reflexión que he tenido en los últimos años, es que la arquitectura, el urbanismo y el derecho no están tan alejados como parece. Al final del día, la arquitectura, el urbanismo y el derecho definen qué es lo que se puede hacer en una sociedad, qué es lo que no se puede, cómo deben ser los espacios, cómo no pueden ser los espacios. Y en esa interacción, que tiene que ver con lo permitido y lo prohibido, llámese una forma de construcción, un trazado urbano, una ley de programa de desarrollo urbano (PDU), siempre se genera este efecto de oscuridad, de preguntarse por qué las cosas están cómo están. Y creo que también, en ese sentido, tanto arquitectos y urbanistas, como abogados, le debemos a la sociedad ese trabajo para, de verdad, transparentar por qué las cosas son como son. Incluso, de esa comunicación puede depender que la sociedad nos indique en dónde deberíamos cuestionarnos nuestra propia labor, y dónde replantearnos la forma en la que hacemos las cosas.

 

¿Hay alguna manera de que este conocimiento del derecho se pueda divulgar? ¿Qué consideras necesario para que los ciudadanos puedan acceder a este tipo de discusiones?

—Hay muchos problemas históricos: el derecho se hace para que no sea entendido por parte de la gente, y esto no es únicamente una crítica al aire, sino que, incluso en muchos momentos históricos, hubo una decisión de hacer que el derecho operara de cierta forma para que, justamente, sólo una élite pudiera conocerlo. Por ejemplo, el tema del uso del latín como lengua de la profesión, que lo fue durante mucho tiempo. Creo que los abogados y abogadas debemos replantearnos nuestro papel y entender que el hecho de que conozcamos cómo funciona el sistema jurídico no nos da el derecho a tener el monopolio de decidir cómo van a ser las cosas, sino que nos mueve la responsabilidad de cómo transparentarlas y comunicarlas. A mí me parece que en muchas reflexiones sobre arquitectura y urbanismo hay toda una serie de reflexiones, discusiones y análisis que se hacen en esas disciplinas, que luego, al momento de ya hacer una ley, de ya hacer un reglamento, de hacer un tipo de norma relacionado con arquitectura y urbanismo, se ve transformado por parte de los abogados, quienes los modifican y acotan. Y, muchas veces, ni siquiera se transparenta el porqué, o cuáles serían las razones para hacer esas modificaciones. O bien, se hace sin buscar la forma de conciliar las necesidades de ambas disciplinas: conciliar cómo tendría que ser una norma y cómo interactúa con el resto del sistema jurídico; y, al mismo tiempo, cómo esa norma va a impactar en la forma de construir los espacios en los que se vive la ciudad. 

 

—¿Cuáles dirías que son las nociones básicas que un habitante de la ciudad debería aprender para mejorar su comprensión de las dinámicas de la vivienda desde un aspecto jurídico?

—Un punto que a mí me parece indispensable y que, de hecho, se aborda en el libro, sobre todo en la primera parte, es qué es el derecho a la vivienda. Y también qué es el derecho a la ciudad, que también se aborda posteriormente. Puede parecer algo obvio y demasiado básico. De hecho, hasta pareciera una discusión ociosa o meramente teórica. Pero la verdad es que no: sostengo que la forma en la cual entendemos la vivienda va a determinar cómo discutimos esa problemática y, por lo tanto, cuáles son las soluciones que planteamos, o cuáles son los caminos que alcanzamos a ver como soluciones. Creo que mucha de la discusión en México ha sido obstaculizada porque muchas veces hay confusión sobre lo que entendemos por vivienda: si es sólo la vivienda en propiedad; o si es la vivienda de arrendamiento; si la vivienda es la estructura arquitectónica o es algo más allá de ella; si abarca sólo la vivienda temporal o permanente, entre otras discusiones. Y lo mismo pasa con el tema del derecho a la ciudad, que ahora se menciona mucho, pero, al mismo tiempo, no nos detenemos a preguntar qué estamos entendiendo de verdad por derecho a la ciudad. Y no sólo en puntos que ya habremos escuchado, como la igualdad desde la perspectiva de género y medioambiente, sino qué implica en cuestión de exigencias al Estado, qué es lo que se esperaría que haga el Estado o el sector privado frente al derecho a la ciudad. Hacernos esas preguntas y replantearnos qué entendemos por vivienda, qué entendemos por ciudad, es, para mí, el punto de partida antes que cualquier otro tipo de discusión que podamos tener.

 

En ese sentido, tu libro hace un gran trabajo para dar a conocer estos derechos. Como dices, cuando no se nombra un derecho, permanece invisible.

Uno de los objetivos que tenía con el libro era aportar un texto que pudiera funcionar como detonador de la discusión. No porque antes no hubiera un debate sobre la vivienda: estas discusiones llevan más de un siglo, al menos desde una lógica contemporánea. Por eso propongo una perspectiva interdisciplinaria, que no sea sólo gremial, es decir, sólo de arquitectos encerrados en la facultad hablando de ello, como sucede cuando los abogados en una facultad hablan de normas. Es una discusión interdisciplinaria, transdisciplinaria y, sobre todo, con una vocación pública.

 

¿Qué tanta responsabilidad tienen los arquitectos en la actual crisis de vivienda?

—Al ser un tema de este tamaño, nos involucra a todos y todas, pero es un hecho que también los arquitectos tienen un papel fundamental, porque, por un lado, tienes que conciliar factores que muchas veces están fuera de tus manos: como puede ser el precio de los materiales o el espacio, con los elementos que una vivienda debería seguir en términos de habitabilidad, en términos de espacio, etcétera. Eso también debería llevar a que las discusiones sobre arquitectura no sólo partan desde un terreno ya dado sobre el cual hay que construir, sino también a discutir las condiciones con las cuales los arquitectos pueden trabajar mejor. Hablar de arquitectura también es hablar, por ejemplo, de bancos de suelo, de cómo hacer para que haya realmente disponibilidad de espacio y que en las ciudades haya una priorización del suelo para que esas viviendas puedan diseñarse con las condiciones que requieren y haciendo, al mismo tiempo, un balance entre costos y necesidades humanas. Hay una responsabilidad, primero, de no entender la arquitectura sólo como el diseño de una casa, sino como el diseño de un espacio que está en interacción con todos los demás. Y, por lo tanto, hay que entender también que las discusiones de arquitectura son discusiones públicas sobre las condiciones que el Estado y la ciudad les dejan a los arquitectos para poder hacer su trabajo.

 

A pesar de la lentitud de una disciplina como la arquitectura, también hay una exigencia de actualidad e innovación. Ahora se habla mucho de megaproyectos, inteligencia artificial, de Airbnb o las startups. ¿Estas innovaciones tecnológicas pueden ayudar a visibilizar o plantear soluciones al problema de la vivienda?

—Como se ha dicho en otras ocasiones, las tecnologías no son buenas ni malas, sino que dependen de para qué y cómo se utilicen. Yo considero que, en la actualidad, la planeación urbana puede apoyarse mucho de estas tecnologías, sobre todo con el tema de generación de datos, que es la información de cómo se comporta una ciudad. Eso tiene un impacto en cómo entendemos el diseño de las viviendas, los espacios que habitamos, tanto en espacios públicos como privados y, en ese sentido, hay que generar una discusión en la cual esas tecnologías puedan apoyar a, por ejemplo, realizar diagnósticos, conocer mejor la realidad y lo que está a nuestro alrededor. No obstante, tampoco hay que creer que van a ser la panacea y van reemplazar los trabajos que ya se hacen. Por ejemplo, la inteligencia artificial, que puede ser muy benéfica para procesar datos y ayudarnos a revisar información, no es una tecnología que sea capaz de innovar; se olvida con frecuencia que una inteligencia artificial va a producir con base en información ya existente, no va a innovar y, conforme más se usa, la inteligencia artificial también está el riesgo de que se termine autovalidando a sí misma, de tal manera que genera soluciones muy homogéneas que no encajan en una realidad compleja, dinámica, como son las ciudades.

 

Tu libro entiende el problema de la vivienda desde contextos locales. Los capítulos, precisamente, se dedican a ciudades en particular: Mérida, Campeche, Ciudad de México, San Luis Potosí, Nuevo León. ¿Consideras que, más que una solución unitaria, se deberían buscar respuestas locales para el problema de la vivienda?

—Totalmente. Yo parto de una visión muy descentralizada, muy desde lo local. Uno de los problemas de los estados en México es que están, de alguna manera, diseñados de arriba para abajo. De alguna manera, a pesar de que la Constitución plantea que los municipios son la base del desarrollo territorial, ocurre una construcción y una ejecución de las políticas públicas que va de arriba para abajo, cuando tendría que partir de discusiones locales. En ese sentido creo que, salvo algunas excepciones, es complicado plantear soluciones a nivel nacional, sobre todo en un país tan diverso como el nuestro. Ya no hablemos de geografía, de cultura o problemáticas sociales, sino de dinámicas urbanas y necesidades de vivienda. No es lo mismo la discusión que está teniendo un arquitecto en Tijuana a la de uno que está viviendo en Mérida o Oaxaca. Las condiciones en las cuales se trabaja, se piensa la ciudad, se atienden las necesidades y se plantean las discusiones urbanas en distintos lugares son diferentes. Yo creo que estas discusiones tienen que ser de abajo para arriba, tienen que partir de lo local, sin que eso vaya en detrimento de que podamos escuchar las experiencias de otros lugares que, de hecho, yo creo que eso es necesario: aprender cómo han sido las discusiones de otros países, para que, sobre eso, volvamos a ver lo local, volvamos a ver lo que nos rodea y sacar conclusiones, propuestas e iniciativas. Algo que a mí me ha apasionado mucho en los últimos años y que fue algo muy accidental, que se fue dando poco a poco, fue la posibilidad de conocer distintos contextos y procesos que se dan en varias ciudades del país, justamente porque me ha tocado acompañar casos judiciales que tienen que ver con vivienda y ciudad en varios estados. Pero, al final del día, toda esa información es para volver a tu ciudad, a tu barrio, y preguntarte qué de esto me sirve para entender y hacerme las preguntas correctas en mi entorno.

 

—Antes de que se publicara este libro, ya formabas parte de un movimiento para visibilizar y repolitizar el problema de la vivienda a lo largo del país. ¿Cómo ha sido tu experiencia política en manifestaciones, conversatorios?

Tengo la fortuna de haber podido trabajar este tema, tanto desde la política como desde el activismo, la incidencia, la academia y la consultoría. Lo que sí creo, y lo que he aprendido de todo esto, es que esos tres mundos parecieran estar separados, pero realmente son necesarios para entenderse de manera mutua. Así como hay que participar en una marcha, también hay que participar en ciertos espacios liderados por autoridades o el sector privado, para entender cuáles son las discusiones, cómo se está entendiendo del otro lado, en cuáles podría haber otros aspectos por considerar y, por supuesto, también en la academia. La academia y la práctica —sea política, de trabajo o consultoría— se retroalimentan, no es que la teoría sea algo en el éter que no tiene efectos prácticos.

 

—¿Cuál consideras que es el principal obstáculo que ha evitado la consolidación de un movimiento contra la injusticia inmobiliaria y de vivienda en nuestro país?

Yo creo que sí hay un movimiento, hay una insistencia. De hecho, algo que me ha llamado la atención es que incluso es más común, cada vez, que medios de comunicación o políticos hablen de vivienda y ciudad. No es que antes no se hablara de esto, pero sí me parece que en los últimos años ha habido un aumento en las referencias y las discusiones cada vez se hacen más públicas. Temas como la gentrificación en distintas ciudades o el tema de los nómadas digitales o Airbnb son coyunturas que han hecho que la gente hable más del tema, se familiarice más con hablar de vivienda y ciudad. Me parece que sí está sucediendo esa conversación, de alguna manera. Pero, lo que pasa también es que, por lo general, cuando pensamos en movimientos políticos en México, pensamos en movimientos articulados a nivel nacional. ¿Por qué? Porque así lo hemos visto con otras movilizaciones como el movimiento feminista, LGBT y por ciertos derechos laborales. En este caso, lo que ocurre es que, como la vivienda y lo inmobiliario son dinámicas muy urbanas, esto hace que dichas discusiones no tomen el mismo camino, el mismo rumbo, el mismo lenguaje. Y no creo que sea posible, y ni siquiera diría que necesario o deseable, pensar que tenga que ser algo homogéneo y coordinado a nivel nacional. Cuando vemos, por ejemplo, las discusiones que se están dando en Ciudad de México, estas giran mucho en torno a los nómadas digitales y Airbnb; pero si vemos las discusiones que se están dando en Guadalajara, allá están hablando más sobre los precios de las rentas en el centro de su ciudad; cuando hablamos de Tijuana, vemos que lo más preocupante es la dolarización, tanto de la construcción como de la renta; y, cuando hablamos de la vivienda y la ciudad en Monterrey, las discusiones pasan a estar muy relacionadas con el medioambiente y los servicios, el derecho a la vivienda y el acceso al agua. Sí, existe una discusión a nivel nacional, pero por ser dinámicas muy cercanas, muy locales, las discusiones y procesos políticos van a ser locales en ese aspecto. Creo que también hacen falta más espacios en los que se pueda discutir eso e, insisto, creo que la clave está en cómo hacemos que estas discusiones no sean sólo gremiales, sino que realmente sean públicas.

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De la vivienda a la historia | Conversación con Zaida Muxí https://arquine.com/de-la-vivienda-a-la-historia-conversacion-con-zaida-muxi/ Tue, 04 Dec 2018 17:01:01 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/de-la-vivienda-a-la-historia-conversacion-con-zaida-muxi/ Muxí visitó recientemente México para presentar su último libro ‘Mujeres, casas y ciudades’, editado por DPR-Barcelona, la buscamos para entrevistarla y que nos contara sobre su experiencia en los temas de feminismo, arquitectura y ciudad y su última publicación.

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Todos los días algo de lo que vemos y experimentamos no es real. La forma en cómo hemos vivido y aprendido sobre el mundo, la Historia, con mayúscula, ha sido escrita por los vencedores, mayoritariamente por ellos —énfasis en el masculino que aquí no tiene nada de genérico. Zaida Muxí, quien desde hace décadas ha estado investigando sobre la participación femenina en la arquitectura y el urbanismo, nos ofrece una visión distinta sobre estos conocimientos en occidente desde una mirada distinta, arquitectas, urbanistas, escritoras que ofrecieron sus conocimientos para transformar, desde su experiencia, el habitar de los demás y que, sin embargo, fueron difuminadas o borradas de la historia.

Muxí visitó recientemente México para presentar su último libro ‘Mujeres, casas y ciudades’, editado por DPR-Barcelona, la buscamos para entrevistarla y que nos contara sobre su experiencia en los temas de feminismo, arquitectura y ciudad y su última publicación.

 

Rosalba González Gracias por estar aquí y muchas gracias también por el libro que acaba de publicar. En el contexto profesional quizá de vez en vez nos cuestionamos nuestro rol en la profesión que ejercemos, pero pocas somos reactivas frente a lo que sucede, ¿qué le llevó a tomar la iniciativa y comenzar a hablar de la participación de las mujeres en la arquitectura y del urbanismo?

Zaida Muxí Cuando terminé mi tesis doctoral, que se llama Arquitectura de la ciudad global, era bastante crítica y negativa con el estado actual de las ciudades… La presencia de los grandes poderes fácticos en las decisiones urbanas, las ciudades que se ocupan solo del espectáculo.  A partir de algunas lecturas veía como la sostenibilidad, la participación y la perspectiva de género aplicada al urbanismo podría ayudarnos a cambiar algo. Eso me llevó a trabajar con un grupo de mujeres, pero también a estudiar por mi parte.

 

Mientras trabajaba con grupos de mujeres, relata, se dio cuenta de la sabiduría que se puede extraer de la experiencia de las mujeres en la ciudad y cómo ésta puede servir para mejorar las ciudades, pero además se percató de la ignorancia que persiste respecto a la participación de las mujeres en la historia de la producción de ciudad y de arquitectura.

 

ZM Yo pensaba “tenemos que hacer esto que es nuevo” y no es nuevo, ha habido muchas aportaciones de mujeres a lo largo de la historia, que siempre han estado enfocadas en lo mismo, al final desgraciadamente la historia es como un mal sueño, una pesadilla en la que siempre vuelve a pasar lo mismo con otro envoltorio, pero es igual. Encuentras mujeres como Christine de Pizan que escribe el libro ‘La ciudad de las damas’, que no es una forma urbana, pero lo que está pidiendo es una ciudad pacífica, de respeto, que se mantenga y que sea agradable vivir en ella. Lo que está poniendo sobre la mesa es la vida frente a todo lo que ha regido la construcción de las ciudades: las guerras, el dinero…

Para las jóvenes tener referentes es importante, si no repetimos esquemas patriarcales machistas. Si tu único referente es un hombre, lo que harás es dejar tu mochila de mujer en la puerta y cuando entras a trabajar convertirte en un arquitecto y no en una arquitecta. Creo que eso es indisociable, somos una experiencia de mujer. Ninguna profesión se puede disociar de la experiencia como personas.

 

La participación de las mujeres en el espacio de la casa fue fundamental, sin embargo, la limitación de las mujeres a participar en la práctica arquitectónica estuvo durante siglos limitada en el hogar. El rol de ama de casa, de madre, de esposa que debía mantenerse en casa y es en ese mismo espacio en donde varias mujeres hicieron aportaciones que son trascendentales para la vida al interior de la vivienda.

RG En el capítulo III se habla de la práctica arquitectónica que está vinculada a la experiencia en la que, por el rol de las mujeres y su limitación de acción al espacio de la casa provoca que aporten hacia el diseño de los espacios de la casa. Me atrevería a afirmar que incluso en el diseño de los muebles al interior, ¿por qué se le atribuye a Le Corbusier la idea de la máquina de habitar si fueron mujeres quienes comenzaron a hablar de la tecnificación de los espacios de la vivienda?

ZM Porque él hizo un libro. Él fue un maestro en entender que la publicación de las cosas era parte del reconocimiento. Fue un experto en entender la lógica de la necesidad de héroes y mitos. Es un precursor en entender muchas dinámicas que perduran hasta hoy, por un lado, una sociedad que necesita estos mitos, estos héroes; pero creo que esto es muy negativo tanto para la profesión como para hombres y mujeres, ninguna cosa que haga el ser humano es aislada. Sin embargo, la sociedad está llena de relatos de héroes individuales, a parte heroes [énfasis en el masculino] con nombre, mitos… y eso nos hace mucho daño porque si tú no eres un héroe —que la mayoría no lo somos—, quedas fuera de cualquier reconocimiento y hasta de tu propio reconocimiento. Avocarte a la frustración incluso antes de empezar.

Volviendo a la máquina de habitar, Le Corbusier lo hace como pura estética, porque tampoco le importa tanto cómo funcionan sus casas, en todo caso las decisiones funcionales las resuelven otras personas. En cambio, cuando las mujeres, a partir de mediados del siglo XIX y especialmente en el cambio del siglo XIX al siglo XX, con todas las teorías fordistas de la industrialización, entienden que siguiendo esas teorías y aplicadas a la vivienda se pueden mejorar las condiciones de vida, especialmente las de las mujeres en la casa.

 

RG La cocina como espacio de control femenino, especialmente con relación a la educación y a la salud que son promovidas para desvincularlas de la vivienda, la cocina no y no parece verse cercano. ¿Qué cree que pase en el futuro al respecto? ¿Hay un camino por eliminar ese espacio tan femenino-demandante de la casa?

ZM Las propuestas de vivienda de los y las arquitectas del movimiento moderno ya planteaban una gran diversidad de tipologías de vivienda, con cocina, sin cocina, para mujeres solas, para familias sin hijos… había ese pensamiento de atender la diversidad de la población. Lo que pasa es que se ha simplificado todo, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial donde hay un debate entre una visión cualitativa de la vivienda y una cuantitativa, ganó la cuantitativa. Y hoy en día sigue ganando la cuantitativa, lo que pasa que disfrazada de cualitativa, con arquitecturas de formas sin ninguna reflexión a profundidad.

 

RG Cuando hablas sobre la participación de la crítica en arquitectura y urbanismo las mujeres son quizá más grises, especialmente aquellas más incisivas en la crítica a la forma de pensar la arquitectura y el urbanismo desde una mirada masculina. Jane Jacobs me parece trascendió porque su voz hizo eco de otras voces, no sólo femeninas. ¿Por qué incluso en la crítica domina la voz masculina el espacio?

ZM La voz masculina es una voz autorizada y nosotras seguimos siendo criadas sin esa voz autorizada para hablar. Es importante trabajar participación con mujeres separadas de hombre para que ellas adquieran confianza y luego poder hablar en un grupo mixto. Las mujeres hablamos menos en un grupo mixto que los hombres. Tenemos asumido que debemos estar seguras de lo que decimos, con mucha capacidad para demostrarlo, sino cómo nos vamos a atrever a cuestionar una voz masculina. Y por otro lado, cuando véis en una discusión posiblemente por nuestra falta de habilidad también nos ponemos más nerviosas y de eso también se nos acusa. Porque nos notamos no respetadas. Y cuando una mujer se hace ver, se hace notar, Zaha Hadid por ejemplo, siempre se le tacha de cualquier cosa y a los hombres no en la misma posición.

 

RG ¿Y existe una forma no frontal de participar en los discursos sin imitar las formas de lo masculino?

ZM Sí existe. En España lo podemos ver en el caso de alcaldesas feministas, Ada Colau, Núria Parlón… y se nota la diferencia. Tienen autoridad y, cuando es necesario, la utilizan, pero su posición es mucho más dialogante, escuchar y por eso también se las critica. No siempre escuchar a los grupos que tienen poder, sino abrir la puerta para que hablen otros grupos que nunca han hablado. Entonces molestan por doble aspecto: porque son mujeres y se están colando en un espacio de poder y porque no quieren hablar con el poder de siempre, quieren hablar con todas las personas.

 

RG Hemos visto en los últimos años un movimiento fuerte en temas de feminismo y género que han marcado agenda en diversos temas, ¿qué cambios ha percibido, si los hay, en la arquitectura y el urbanismo respecto a esto?

ZM Yo diría que al menos en la parte visible de la arquitectura se han visto ciertos cambios, congresos, hay más mujeres, intentan visibilizar más las aportaciones de equipos mixtos, no se cuestiona la manera de hacer. Pero algo ha cambiado, habrá que ver si esto dura o es para cumplir el expediente.

 

RG Me sorprendió las pocas referencias de América Latina, Marina Waisman (Argentina), Carmen Portinho (Brasil) aparecen, pero no muchas más. ¿Por qué la falta de referentes latinoamericanos en tu publicación?

ZM – Mi autocrítica es que me faltan, hay algunas presencias latinoamericanas, pero faltan. Mi trabajo fue mucho más de una investigación de segundo grado a partir de publicaciones ya existentes, pero casi todas las publicaciones son anglosajonas. He nombrado las primeras que se graduaron en los países latinoamericanos, pero sí soy consciente que falta esa aportación. Tampoco se trata de poner a todas las arquitectas que ha habido, sino lo que yo he intentado es buscar que hubiera una manera de aproximarse diferente a la profesión, es lo que he intentado rescatar. Con las deficiencias que pueda tener.

Falta, pero no deja de ser otro reflejo de cómo es de eurocéntrica, norcéntrica la información que tenemos. Que aún escribiendo desde España, siendo argentina, me falta mucha información.

 

RG Para cerrar una pregunta que quizá no tenga respuesta, ¿qué sigue? ¿qué hacemos?

ZM Seguir visibilizando porque como hemos visto no están todas. Hay que seguir trabajando en ellas. Hay que hacer la tarea de reescribir la historia en general y hacer un tejido entre un libro que tenga tanto a hombres como mujeres con su real peso. Hay que seguir, porque si hay algo que nos enseña la historia, especialmente en la época moderna, es que hubo muchas mujeres que fueron importantes, que dijeron cosas, que hicieron cosas y la historia las ha borrado. Entonces hay que seguir insistiendo.

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Herramientas para habitar el presenteHerramientas para habitar el presente https://arquine.com/herramientas-para-habitar-el-presente/ Thu, 08 Nov 2012 16:51:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/herramientas-para-habitar-el-presente/ El concepto ciudad se refiere fundamentalmente a la capacidad del proyecto de vivienda colectiva para incidir favorablemente en la estructura urbana en la que se inserta.

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Herramientas para habitar el presente. La vivienda del siglo XXI* es un compendio de sistemas de análisis y aplicaciones proyectuales para la vivienda actual. El libro, editado por Josep Maria Montaner, Zaida Muxí y David D. Falagán, aborda la vivienda como encrucijada de la complejidad contemporánea, en la que convergen a través de la arquitectura cuestiones urbanas, sociales, tecnológicas y medioambientales. La publicación parte de un sistema de valoración integral de la vivienda realizado en función de cuatro conceptos esenciales: sociedad, ciudad, tecnología y recursos, y cuatro parámetros de análisis: gestión, rehabilitación, tipología y percepción. Esta aproximación a la vivienda resulta fundamental para generar una crítica y análisis proyectual hacia nuevas formas de hacer ciudad y sus espacios de habitación.

*El Concurso Arquine No.15 busca la generación de nuevas tipologías para la vivienda del siglo XXI a partir de la revisión de los modelos habitacionales de la modernidad, con base en criterios de redensificación, sostenibilidad, flexibilidad y cohesión con la ciudad.

Se necesita educar para que la vivienda sea entendida como parte de la ciudad y como lugar para habitar el presente, albergar nuestro pasado y proyectar el futuro.

La vivienda, hacedora de ciudad, espacio de convivencia y crecimiento personal, no es una escenografía sino un espacio de complejidad creciente, con múltiples capas de análisis y lecturas.

El concepto ciudad se refiere fundamentalmente a la capacidad del proyecto de vivienda colectiva para incidir favorablemente en la estructura urbana en la que se inserta.

La vivienda es el primer espacio de sociabilización y la representación espacial de las diversas agrupaciones familiares. Por ello ha de ser capaz de albergar las diversas maneras de vivir que se evidencian en las sociedades del siglo XXI. La pregunta de partida es: ¿qué cambios se han producido en la sociedad, las costumbres, los trabajos y las estructuras familiares?

El rasgo básico de la sociedad actual es su heterogeneidad. Para una valoración integral de las viviendas colectivas contemporáneas se ha de considerar la capacidad de adecuación a las diversas agrupaciones familiares existentes, cada vez más diversas.

La solución para afrontar la diversidad necesaria de tipos de viviendas radica en desarrollar mecanismos de flexibilidad.

La primera regla de la flexibilidad es la existencia de ámbitos con la mínima jerarquía posible, es decir, de tamaños semejantes, de manera que cada grupo de convivencia pueda apropiárselos de manera singular.

La vivienda ha de permitir la realización de una innumerable cantidad de tareas, ha de conjugar lo individual y lo colectivo.

Pensar en la vivienda de principios del seglo XXI significa replantear los presupuestos que le dieron forma.

La voluntad del racionalismo de crear una vivienda social, funcional y mínima obedecía al interés por encuadrar a la clase obrera dentro del modelo familiar burgués. Ha desaparecido la posibilidad de pensar la vivienda para una familia o persona ideal y desde una óptica única y privilegiada.

La vivienda nos ha de albergar en nuestras diferencias. Hoy hemos de aprender a vivir en las nuevas subjetividades y sociedades en transformación de principios del siglo XXI: aprender a valorar, proyectar, participar, compartir y habitar el presente.

La valoración de la calidad arquitectónica de la vivienda contemporánea se hace desde la óptica de su relación con el funcionamiento de la ciudad y el uso de la colectividad.

La vivienda colectiva dentro de la ciudad densa evita el consumo masivo de territorio.

Los espacios colectivos e intermedios, en la confluencia entre el espacio privado de la vivienda y el espacio público de la calle, favorecen el conocimiento y la relación entre los vecinos.

La proximidad a los equipamientos básicos y la diversidad funcional son valores esenciales de los que deben disfrutar las viviendas y que ellas mismas han de enriquecer; recuperar usos mixtos, las edificaciones híbridas, la mezcla de usos no de un área sino de una misma parcela.

Se ha de tener en cuenta cómo se relaciona el edificio con la ciudad, es decir, qué actividades recogen las plantas bajas, cómo son sus fachadas, qué flujo de miradas interior-exterior se proponen, se ha de valorar especialmente la relación del edificio de viviendas con el espacio público.

Es importante entender que las viviendas no son ni pueden ser piezas autónomas sobre un tablero de juego. Reivindicar aquellas experiencias donde el proyecto residencial forma parte de un proyecto urbano equilibrado.

El comercio de barrio de menor escala es un elemento imprescindible para la cohesión y relación vecinal y para un uso del tiempo más eficiente.

Hacer ciudad con viviendas,  proyectar el crecimiento urbano con límites e intervenir en el paisaje con arquitectura.

La oportunidad de pensar y proyectar un nuevo barrio es un desafío que genera muchas preguntas, comenzando por cómo se construye ciudad.

La relación del ser humano con su hábitat ha estado siempre marcada por la natural necesidad de personalizar su ambiente. Es necesario asumir la flexibilidad como una condición esencial del espacio habitable.

La vivienda debería estar diseñada bajo esta condición de perfectibilidad y adaptabilidad, lo que implica concebirla no ya como un producto terminado, sino como un soporte capaz de ser mejorado.

Los principios fundamentales para pensar una vivienda en consonancia con los recursos limitados del planeta son: la orientación y el aprovechamiento pasivo, la ventilación cruzada, la luz natural y el asoleamiento. La arquitectura posee recursos tipológicos propios que permiten una mejor relación con el medio ambiente.

Si la ciudad está definida por el espacio público, las actividades y la gente diversa que lo utiliza, el proyecto ha de procurar garantizarlos por medio de decisiones de escala y complejidad diferentes.

Los valores de las viviendas son inseparables del tejido urbano en el que se insertan. Por ellos el proyecto urbano es imprescindible y los valores de una obra sólo tienen sentido en relación a su contexto.

*Herramientas para habitar el presente. La vivienda del siglo XXI (2011), Montaner, Josep Maria | Muxí, Zaida | D. Falagán, David, Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona.

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