Resultados de búsqueda para la etiqueta [Will Alsop ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:33:20 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.3 Espacios: contextualismo participativo https://arquine.com/espacios-contextualismo-participativo/ Wed, 09 Dec 2020 15:15:16 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/espacios-contextualismo-participativo/ En el Ontario College of Art & Design, Will Alsop, fundador del estudio All Design, lejos de pretender ser un autor individualista y protagonista, trabajó con la idea de participar dentro de un colectivo que combinaba edades, experiencia e intereses.

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Hacia 2004, leía un artículo sobre la nueva ala del Ontario College of Art & Design. Inevitablemente las imágenes de una caja blanca, que se elevaba varios niveles sobre la calle, en unos pilotís diagonales de colores primarios, parecía, a simple vista, un prototípico ejercicio de veleidad arquitectónica, destinado a la proyección mediática. Luego, la lectura del texto del artículo, dejaba ver que no era tal. 

Alsop, fundador del estudio All Design, lejos de pretender ser un autor individualista y protagonista, trabajó con la idea de participar dentro de un colectivo que combinaba edades, experiencia e intereses, pero no sólo eso. Su ejercicio implicó erradicar, desde esta perspectiva, la barrera histórica de los “creativos” semidioses que infieren la idea única de un planteamiento proyectual, para abrazar la dinámica de los trabajadores de un oficio que impacta inevitablemente en la vida cotidiana, no sólo de aquellos que utilizarán los espacios construidos como un pequeño hábitat temporal o permanente, del cual son parte ecosistémica, también de los habitantes del barrio y a las actividades preexistentes del mismo. 

Sin renunciar a intereses propios, como la expresión sublime de los elementos edificados (llamémosle expresión artística), el colectivo pretende integrar al proceso de producción creativa otros actores, como residentes del barrio, administrativos de la institución que requiere el edificio, y los futuros habitadores del mismo.

No son Alsop ni su grupo los inventores del diseño participativo, pero al menos en esta propuesta la aplicación de dicho concepto termina generando un resultado que, si bien es peculiar y diferenciado de lo habitual, se encuentra profundamente integrado a su entorno contextual.

Atrás quedan conceptos sumamente académicos que aún pululan en las aulas de la formación arquitectónica más tradicional, como lo son el programa arquitectónico predeterminado —prejuiciado, diría yo. El programa no existe, se descubre, se encuentra a partir del intercambio de conocimientos entre quienes realizarán actividades dentro de un espacio por existir, quienes deben ejecutarlo, y quienes desarrollan sus actividades por fuera de la futura construcción, mismas que se verán alteradas para bien o para mal, según el resultado, por ella. Otro que es obligado a evolucionar, es el famoso “partido” arquitectónico —esa supuesta idea generadora que sintetiza analíticamente la propuesta arquitectónica en su sitio—, ya que, en este caso, no es una idea la que surge ya sea por conclusión analítica o por inspiración de la musa correspondiente, es más bien un universo de pensamientos que, como células, se van agrupando hasta formar un organismo ¿Quién es el autor entonces de esa síntesis? Y si no lo hay, si es un colectivo ¿debemos seguir llamando “partido” al resultado sintético o hay que buscar nuevos léxicos? Que se abra la discusión.

El caso es que, eventualmente, las imágenes publicadas en suma con el texto explicativo, hace ya 16 años, abrieron la puerta de la curiosidad de quien aquí escribe. Y un día, el destino me llevó a Toronto, ciudad que acuna el edificio comentado.

El viaje de trabajo dejaba algunos momentos libres y, sin dudarlo, fueron utilizados no para comer, actividad necesaria pero trivial cuando uno no sabe si podrá algún día regresar a un sitio al que llegó sin haberlo planeado con mucha antelación, y si para conocer la ciudad en su espacialidad.

Llegué al OCAD buscando la caja flotante que, para picar más mi inquietud, podía ver desde el cuarto de mi hotel, peculiar casualidad. La impresión de coherencia espacial fue inmediata, posiblemente por el conocimiento literario que tenía previamente del emblemático edificio, posiblemente porque cumple en realidad con lo descrito.

El prismático volumen, acabado en su piel exterior con una lámina blanca, salpicada equilibradamente por ventanas traslúcidas y cuadrados de color negro, me remite inevitablemente a una escuela de arte y diseño, es decir, la piel es coherente con el significado. Esa piel no deja de transportarme a los cuadros minimalistas de Sol Lewitt, así como sus pilotís en colores primarios a Le Corbusier y a van Doesburg, pero hay mucho más.

Su elevada posición le convierte en un gran palio urbano, bajo el cual se cobijan antiguos edificios ya de valor patrimonial, que de otra forma habrían tenido que ser demolidos si la construcción reclamara los metros cuadrados de desplante a nivel de calle, que el consensado programa de actividades requería. Por otra parte, la misma elevación se convierte en el umbral de un parque local, regenerado como parte de las sugerencias que la creatividad de los vecinos aportó al proceso y, sumado a esto, permite la vista de parte de esos vecinos —los que, habitando los departamentos del frente de calle opuesto, no hayan perdido la vista hacia el espacio público verde, bloqueada inevitablemente de haberse resuelto de otra forma.

Así, el edificio se convierte en un emblema de la ciudad, porque los ciudadanos son los que le dan valor al mismo, y por qué no, también en un imán de ese peculiar sector del turismo cultural, que es capaz de trasladarse para conocer y valorar la arquitectura contemporánea.

Al final, siendo parte de ese turismo, para conocer este elemento que se presenta con una geometría tan básica como contundente, a mí, me faltó tiempo, tiempo para seguir aprendiendo que no hay una fórmula para añadir una palabra (arquitectónica) a un texto (urbano). Lo que hay es trabajo, duro, profesional, incluyente, y sensible a la colectividad que habita en un sitio.

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Will Alsop (1947-2018) https://arquine.com/will-alsop/ Sun, 13 May 2018 22:37:53 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/will-alsop/ Will Alsop —quien nació el 12 de diciembre de 1947 en Northampton, Inglaterra y murió el 12 de mayo de 2018— dijo que no recordaba haber querido ser otra cosa que arquitecto, incluso antes de saber qué hacían. Además de arquitecto, Alsop fue reconocido como pintor y escultor. Decía que usaba el dibujo, la pintura y la escultura como medios para quitarse la carga de lo que sabía.

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Will Alsop —quien nació el 12 de diciembre de 1947 en Northampton, Inglaterra y murió el 12 de mayo de 2018— dijo que no recordaba haber querido ser otra cosa que arquitecto, incluso antes de saber qué hacían. Tal vez todo empezó con un helado. En una entrevista con Lyn Barber para el periódico The Guardian en el 2007, contó que una señora que vivía en una casa diseñada por Peter Behrens en 1926 en Northampton —el interior lo había diseñado Mackintosh—, les ofreció a él y a su hermana gemela helado cuando su madre los llevó a conocer ese edificio pese a que le parecía muy feo. Cuando tenía 15 años murió su padre y decidió dejar la escuela. Después diría que le parecía incomprensible que los jóvenes tuvieran que ir de tiempo completo a la escuela, que eso no les hacía falta. Después entró a la Escuela de Arte de Northampton y luego, en 1968, a la Architectural Association. En otra entrevista con George Kapelos en el 2002, Alsop dijo: “Ese era el momento de mayor influencia de Archigram y los seis miembros del grupo me dieron clase. Archigram estaba interesado en la ciencia ficción y en la obra de Karl Popper. La arquitectura era tanto una exploración de lo fantástico como una actividad para resolver problemas.” En 1971 entró al concurso para el Centro Pompidou, en París, que ganarían Piano y Rogers, quedando en segundo lugar. En 1973 ganó el Premio de Roma y, según le contó a Kapelos, pasó un año escribiendo una novela de ciencia ficción (“que afortunadamente nunca se publicó”). Trabajó, entre otros, con Maxwell Fry y Jane Drew y luego con Cedric Price por ocho años antes de establecer una de sus oficinas —abrió seis en cuatro décadas—, “el 20 de agosto de 1979 a las 9:30 am.” En 1994 le ganó a Norman Foster el concurso para el edificio de gobierno del Departamento des Bouches-du-Rhône, en Marsella. Después realizaría proyectos como la Biblioteca Peckham, en Londres, el Centro para el Diseño Sharp, en Toronto y varios proyectos en China. 

Además de arquitecto, Alsop fue reconocido como pintor y escultor. Decía que usaba el dibujo, la pintura y la escultura como medios para quitarse la carga de lo que sabía. Pensaba que la arquitectura con A mayúscula era el peor enemigo de los arquitectos: “para mi el arquitecto ‘flojo’ puede caer en lo que es reconocible, que normalmente es un estilo.” A Chris Mugan le dijo en una entrevista del 2006 que “los arquitectos, especialmente cuando hay dinero público involucrado, se ven arrastrados en un proceso innecesariamente largo, lento y costoso” y pensaba que en parte se debía a que “nadie quiere tomar responsabilidad de que algo resulte difícil, y las cosas salen mal y no todo sale como se planeó.” En otra entrevista, esta ya del 2017, Alsop definió el diseño como “el acto de descubrir” y del contexto dijo que “si todo se hiciera de acuerdo al contexto, nada cambiaría.”

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