Resultados de búsqueda para la etiqueta [Veracruz ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 18 Jul 2023 14:54:56 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Una caminata estridentista https://arquine.com/una-caminata-estridentista/ Tue, 18 Jul 2023 14:53:15 +0000 https://arquine.com/?p=80684 En 1925 un grupo de artistas y escritores futuristas conocidos como Estridentismo se unieron al gobierno socialista de Heriberto Jara en Veracruz. Publicaron la revista Horizonte y construyeron obras públicas como el estadio, todo esto antes de que el movimiento se fragmentara con la caída repentina del gobierno jarista en 1927.

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En colaboración con Abel Cervantes y Karla Rebolledo 

La cita era a las 4:30 en el Estadio Xalapeño. En las gradas, cerca de los arcos de concreto, tomamos el café que Abel trajo de CuboTres, su café-galería en el centro de la ciudad. Cada participante llevaba su propia taza. Le llamamos nuestro pequeño Café de Nadie y platicamos de por qué la caminata estridentista empezaba ahí, en ese estadio en donde había gente de toda edad entrenando lanza de disco, atletismo y otros deportes olímpicos. Recordamos que, por ahí de 1925, ese grupo de artistas y escritores futuristas conocidos como Estridentismo se unieron al gobierno socialista de Heriberto Jara en Veracruz. Entre otras cosas, publicaron la revista Horizonte y construyeron obras públicas como el estadio, todo esto antes de que el movimiento se  fragmentara con la caída repentina del gobierno jarista en 1927. Hablamos también de una crónica de 1926 de German List Arzubide sobre la inauguración del estadio, la cual apareció en el primer número de Horizonte. Ahí, List describe el evento inaugural –el “vals sobre las olas” al aire libre, la gimnasia sincronizada, un baile folclórico– y señala que ese día marcaba el inicio de una forma de arte volcada hacia lo colectivo y lo público. El estadio mismo era eso para el Estridentismo: una obra comunal, pensada para un uso público, construido con un material eficiente y duradero como es el concreto. Según él, la herradura de concreto que todavía hoy sobrevive materializaba una nueva era arquitectónica y cultural para Veracruz. Y aunque este espacio se use todavía y mucho, Atzin Salazar –una de las paseantes– nos recordó que antes de ser estadio el lugar fue una ciénaga que destruyeron y en la que el Estridentismo nunca reparó en sus historias del sitio. Atzin comentó que todavía a veces una parte del campo se inunda, un eco a aquella ciénaga que ya no está. Antes de seguir, y ya que estábamos en el estadio, hicimos una carrera de tazas por toda aquella herradura de concreto que con tanta fascinación describieron los estridentistas en los textos y fotografías publicadas en Horizonte. 

Detrás del estadio, nos detuvimos en un islote entre dos calles, frente a una modesta escultura conocida como Los Atletas. Abel nos contó que, en ese lugar, estuvo alguna vez otra escultura de metal, alta y esbelta, conocida como la Torre Cinética, hecha por el artista Marcelo Román Morandín Paroni. Abel dijo que la gente mayor de la ciudad todavía recordaba cómo la escultura transmitía música dodecafónica y electrónica, además de que rebotaba sonidos urbanos por Xalapa (por lo menos eso cuentan ciertas voces). En algún punto de los noventas resultó engorrosa e incomprensible para el gobierno de la ciudad, y se cambió por los modestos atletas inoxidables. La torre era tal vez un guiño experimental al estridentismo, pues la profesora Elissa Rashkin dice que por ahí, donde ahora es la rectoría de la UV, estuvo la primera estación de radio de Xalapa en la cual los estridentistas participaron de lleno en el 26 y 27, aunque no quede registro de su programación. Les fascinaba la radio porque comprimía el espacio y el tiempo, y porque escucharla era una experiencia tan impredecible y caótica como vivir en la ciudad moderna. Y también porque era una forma de difusión cultural amplia y democrática, una que no requería leer y escribir para participar. 

Hacia la rectoría íbamos. Subimos las escaleras en fila, encobijados en una manta roja que evocaba la llegada de los estridentistas a Xalapa en el 25 bajo los auspicios del gobierno socialista de Jara, que les encomendó a estos jóvenes poetas y artistas experimentales ocuparse de su comunicación política y su agenda cultural. Ya en la cima, donde alguna vez estuvo la primera estación de radio de la ciudad, grabamos audios que juntamos en un collage sonoro, una breve transmisión caótica donde chocaban reflexiones aleatorias, ruidos de carros, palabras sueltas y tazas de metal rodando por los escalones. Todos los paseantes rodeamos la pequeña bocina naranja de la cual emanaba una transmisión que rompía con la normalidad del tránsito por la rectoría. No faltaron las miradas de duda, de curiosidad o ya de plano de resignación. 

Bajamos luego por los lagos hasta la Facultad de Artes. Parejas, grupitos escolares y familias en bicicleta paseaban alrededor del agua, bajo el sol templado de la tarde. Nos sentamos en los escalones del foro y Karla nos contó de su investigación con el performance de los años ochenta, que hacía eco con aquella historia de los estridentistas y sus interés por llevar el arte al espacio público de la ciudad. Hoy, la facultad no es conocida precisamente por el performance y no se recuerda que alguna vez sí lo fue. Durante los años 80, pasaron por sus aulas jóvenes profesores relacionados a los Grupos: Adolfo Patiño, Carla Rippey, Marcos Kurtycz, Maris Bustamante, Melquiades Herrera y Carlos Zerpa. Karla describió estos años como un momento donde explotó la experimentación artística en Xalapa. Adolfo Patiño daba vueltas por el Parque Juárez con un carrito en el que transportaba sus fotografías, mientras que Rippey y los estudiantes daban clases públicas de grabado a mitad de plaza Lerdo. Así es como se abrieron nuevos espacios de experimentación. De hecho, durante la rehabilitación de esa facultad donde estábamos, que antes fue una fábrica textilera, se usó la obra negra de la galería para realizar piezas de performance. La tesis de maestría de Karla rastreaba este proceso. Al igual que el estridentismo, el momento fue fugaz y, según la investigación de Karla, pronto colapsó en medio de la grilla, la burocracia en torno a la asignación de plazas de carrera y la falta de oportunidades. Surgieron confrontaciones y conflictos que todavía hoy –nos contaba Karla– traen recuerdos agridulces. De ahí que no se recuerde ni se quiera recordar mucho al respecto. 

       Al final, subimos a la Plaza Lerdo y nos sentamos en los escalones de la Catedral, no tan lejos de donde los alumnos llegaron a montar sus talleres públicos de gráfica. Karla nos recordó que ahí también tuvo lugar uno de los grandes gestos urbanos del estridentismo: montados en un Ford 1922, esa máquina moderna por excelencia, se lanzaron por unos escalones que apestaban a tradición, con la enorme iglesia de fondo. Por ahí sobrevive una fotografía del evento. Querían escandalizar, como siempre, generar reacciones de todo tipo que, como una descarga eléctrica, llenaran de energía a la vida cultural de la ciudad. Dijimos que tal vez fue ese el primer performance documentado en Xalapa. Por qué no. Para despedirnos con un último eco, extendimos a lo largo de la escalinata la tela roja y jugamos a aventar carritos de juguete por esos mismos escalones de una ciudad que alguna vez se llamó Estridentópolis.

 


Marcha Hacia el Pasado: Paseo Estridentista fue una caminata pública organizada por Abel Cervantes, Karla Rebolledo y Alfonso Fierro en Xalapa, Veracruz el 27 de junio de 2023. 

Referencias: 

Elissa J. Rashkin. “Out There on the Horizon: Stridentism in Regional Perspective”, LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos, 13.1 (2015): 90-101.

Karla Rebolledo. El Performance y su relación con la ofrendas en la construcción de memoria: Narrativas, recuperación y reinterpretación de tres performances realizados durante 1982 en Xalapa, Veracruz. Tesis de Maestría. UNAM: 2019. 

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Cuajilote: un filo, un eje y una selva, para contar un clásico https://arquine.com/cuajilote-un-filo-un-eje-y-una-selva-para-contar-un-clasico/ Tue, 31 Jan 2023 14:54:00 +0000 https://arquine.com/?p=74772 El universo Totonaca, y la cuenca cultural del golfo, tienen una riqueza patrimonial extraordinaria. Arropada por la Sierra Madre Oriental, la vertiente de dicho sistema orográfico que da al Golfo de México, presenta condiciones excepcionalmente positivas para la vida de todas las especies.

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La palabra “cuajilote”, estimadas y estimados lectores, refiere a un árbol tropical, prototípico de la costa del Golfo de México, cuyas cualidades aprovechadas por los conocimientos ancestrales de la población, han quedado ocultas en la indiferencia del pensamiento racional moderno. Pero hoy, no les hablaré de este peculiar vegetal, la narrativa se encamina más bien, a una zona arqueológica que ha sido bautizada con el nombre de esta especie arbórea.

El universo Totonaca, y la cuenca cultural del golfo, tienen una riqueza patrimonial extraordinaria. Arropada por la Sierra Madre Oriental, la vertiente de dicho sistema orográfico que da al Golfo de México, presenta condiciones excepcionalmente positivas para la vida de todas las especies. Los potentes rayos del sol tropical que impactan en este “mare Nostrum” propio, combinado con las brisas marinas, condensan la humedad en las montañas y de ahí, en forma de lluvia, se riega el territorio continuamente a lo largo de todo el año. El agua que fluye desde las alturas superiores a los 2000 metros sobre el nivel del mar hasta la costa, ha ido esculpiendo maravillosos caminos bordeados por verticales paredes pétreas denominadas filos.

Entre el complejo universo de sistemas de flujo, el río Bobos (nombre derivado de un pequeño pez que habita en sus aguas) serpentea por el territorio. A su paso, entre los ya mencionados filos, va componiendo el paisaje con una vega rica en sedimentos orgánicos, cuyos fértiles suelos dieron pie al sedentarismo y los cultivos.

Así surgieron en lo que hoy conocemos como el Parque Estatal Filobobos, diversos asentamientos donde la civilización Totonaca floreció ricamente, a partir del comercio con el altiplano. El intercambio vino acompañado de una positiva influencia de la civilización Teotihuacana, manifestada principalmente en el conjunto de espacios que hoy intento describir.

Aunque es posible arribar a la Zona Arqueológica por vehículo motorizado, a través de una sinuosa carretera que nos introduce posteriormente por senderos rurales, la experiencia es mas bella si ustedes pueden llegar desde el río. Así es como fue reencontrada la zona por algunos aventureros que, enamorados por la aventura del descenso en balsa, un día, a finales de los 80 del siglo pasado, mientras tomaban un pequeño respiro del vértigo provocado por el rápido flujo del agua, se encontraron deambulando en medio de un gran espacio de pastizales altos, rodeado de promontorios selváticos. La precisa geometría del espacio, y su educada vista arquitectónica, elevó su adrenalina a niveles estratosféricos, ante la posibilidad de estar parados en el vestigio de una gran plaza ceremonial Totonaca (en realidad, los habitantes locales siempre tienen identificados estos sitios ceremoniales, pero no suelen revelarlos fácilmente).

Responsablemente dieron aviso a las autoridades adecuadas, y el tiempo se encargó de validar su intuición primaria. 

Dos grandes plazas, una cuneiforme y otra rectangular, interconectadas entre sí por un “filtro” de regulares basamentos piramidales estructuran un espacio ceremonial de dimensiones sobrecogedoras.

El eje de la plaza rectangular, corre del nororiente al surponiente, vinculando el espacio con los solsticios de invierno y verano. En la punta norte, un juego de pelota de bellas proporciones acota en primer plano el espacio de la plaza y genera pequeños e intrincados recorridos en su parte posterior, cuya escala nos platica de eventos rituales más privados, previos a la gran ceremonia. Sin embargo y como sucede siempre en los espacios rituales mesoamericanos, al avanzar hacia el surponiente recorriendo el largo de la plaza, si volteamos podremos darnos cuenta de que poco a poco, el edificio va perdiendo protagonismo y el verdadero contenedor del espacio es la orografía. 

En el otro sentido, siguiendo el recorrido norte-sur, el fenómeno es inverso: al inicio, la inmensa pared del filo, forrada con densa vegetación selvática, acota imponente el espacio, mientras que, por la distancia, se aprecia como actor secundario, el basamento de un templo que sería el remate arquitectónico de la composición. Conforme avanzamos, este basamento irá absorbiendo la escala del espacio, hasta hacer el juego visual por perspectiva, de desaparecer el muro del filo para erigirse él, como el gran remate escénico. Durante el trayecto, equidistantes entre sí, tres pequeños promontorios van rompiendo la linealidad compositiva de la plaza, siendo el intermedio, el poseedor de una estela fálica que comienza a platicarnos en piedra, algo del ritual de fertilidad que, entre muchos otros, se practicaba en este espacio.

El desmonte de la zona es parcial, se ha tenido el tino de dejar la mayoría de los elementos arquitectónicos cubiertos por la vegetación endémica que la biodiversidad de la zona aporta, y solo como pequeños detalles que abren la comprensión al visitante, permiten estudiar la composición arquitectónica de los edificios.

Los Totonacas conservan la idea de que, una vez cumplido el ciclo de vida de un espacio, es necesario dejar que la selva se apropie de él, y lo cuide escondiéndolo a la vista del ser humano, pero no al resto de los habitantes que por ahí circundan, de tal forma que, tanto vegetales como animales, retomen sus propios rituales de habitar ahí donde, alguna vez, lo hicieron las personas.

La historia nos cuenta que el Clásico, se fue desvaneciendo por las invasiones de grupos culturales guerreros, provenientes de las regiones al norte del trópico de cáncer, como los Toltecas, quienes impusieron nuevas reglas, y así, los Totonacas de espíritu pacífico, abandonaron estos espacios para construir otros posteriores, sabiendo que la selva cuidaría de su memoria.

Hoy, la denominación de parque estatal no ha contribuido del todo a la regeneración de la selva, los usos permitidos dentro del parque, alientan la ganadería que inevitablemente consume al bosque para convertirlo en pastizal. A lo que sí ha contribuido, es al turismo llamado de “aventura”, por el que, en ciertas épocas del año, Cuajilote llega a ser visitado por un número significativo de curiosos turistas que, como yo, buscan escapar de la sosa cotidianidad urbana, para conectarse al menos durante un par de días, con la madre tierra que nos cobija a todes.

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La huella: espacio efímero que narra un ciclo de vida https://arquine.com/la-huella-espacio-efimero-que-narra-un-ciclo-de-vida/ Mon, 05 Sep 2022 05:30:36 +0000 https://arquine.com/?p=67873 Amanece. El sol asoma pintando de colores las aguas del Golfo de México. Un gran buque aguarda puerto indiferente al universo submarino, donde la vida danza alimentándose de la vida, ese peculiar sistema rebelde cobijado por nuestro planeta, dispuesto siempre a contradecir la ley de la entropía.

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Amanece. El sol asoma pintando de colores las aguas del Golfo de México. Un gran buque aguarda puerto indiferente al universo submarino, donde la vida danza alimentándose de la vida, ese peculiar sistema rebelde cobijado por nuestro planeta, dispuesto siempre a contradecir la ley de la entropía. La luz que proyecta el astro rey acentúa a esa hora el peculiar trazo de un recorrido, una secuencia de huellas marcando una ruta. La memoria del trayecto en el espacio que entre el mar y la maleza que crece en la duna, deja una tortuga verde, ¿o sería una Lora? Memoria efímera que será borrada por la marea al subir, dispersada por el viento a lo largo del día, o pisoteada por un grupo de adolescentes e infantes, que juegan en la playa y habitan en la comunidad de Villamar Chilefrío, en el municipio de Tuxpan, Veracruz.

La huella dibuja un patrón geométrico preciso, la tortuga sale de su ámbito cotidiano y el movimiento coordinado de sus extremidades, en combinación con el vientre de su concha generan la peculiar forma que marca la ruta realizada. La huella convertida en trayecto nos lleva de seguirla, a uno, dos y hasta tres sitios donde el quelonio realizó pruebas para excavar su nido.

Así es querides lectores, el ejercicio de anidar implica un análisis serio por parte de este espécimen marino, pues no necesariamente el primer sitio elegido cumple, a su criterio, con las condiciones de estabilidad de la arena, la profundidad adecuada, la humedad requerida en el fondo para el desarrollo de la cría en el interior del huevo, o la libertad espacial que necesitarán una vez que hayan eclosionado los huevos, aquellos pequeños seres que inician un nuevo ciclo de vida. Una raíz oculta que pueda estorbar a la salida de las pequeñas tortuguitas, un olor inadecuado que propicie un riesgo potencial, incluso la orientación del nido en la duna, pueden ser motivo de abandonar ese intento de construcción para probar en otra ubicación, ya ve usted lo poco que intuimos de lo mucho que saben los quelonios sobre la construcción.

No vaya usted a creer, que yo soy experto en tortugas marinas y sus procesos de reproducción. Berenice y su padre Miguel Ángel, nos explican y nos ayudan a interpretar la lectura de aquello que he narrado. Ella, ingeniera ambiental, ha recibido como herencia de su padre, ambientalista empírico, la titánica labor de ser guardiana de tortugas en estas playas. La transdisciplinariedad arraigada en una sola familia. 

El albergue donde habitan, frente a la playa, es una concesión gubernamental, ya que se encuentra dentro de la zona federal de costa, pero es indispensable esa ubicación para que puedan realizar en plenitud su trabajo. Además del albergue, padre e hija han generado una pequeña incubadora natural, en donde acogen aquellos huevos cuyos nidos puedan estar en riesgo, dada su ubicación, de ser victimizados por la fauna nociva no endémica (perros, ratas, homo sapiens sapiens advenedizos, etc.)

Ahí, Bere y Miguel Ángel nos explican el proceso, desde que encuentran el huevo en riesgo, hasta la eclosión y la liberación de las pequeñas crías. En la charla, Bere confiesa que tenía preparada una liberación cercana a los 100 individuos, pero la naturaleza no espera los tiempos turísticos, incluso siendo éstos de turismo académico, y los huevos eclosionaron un día antes, momento en que inevitablemente, se realizó el acto de liberarles hacia el mar. Para nuestro consuelo, tres del centenar de huevos permanecieron aún protegiendo a su diminuta tortuguita y pudimos ver, si no la liberación de 100, si al menos la de esta terna.

Dos de las protagonistas, aún estaban muy aletargadas y hubo que regresarlas a la incubadora para permitirles otra oportunidad de correr hacia el mar. Quizás en otro momento, con otro contexto, simplemente habrían sido bocado de la bella Fregata que planeaba vigilante esperando una presa, o algún otro depredador endémico o introducido.

 

La expectativa se centró entonces, en la única cría que parecía tener excesiva prisa por alcanzar a sus compañeras de generación del día anterior. Esta bravísima tortuguita capturo la atención, el cariño, el entusiasmo y la admiración de los casi 40 espectadores, entre docentes y estudiantes que nos encontrábamos en la playa. Su carrera agotadora duró varios minutos, donde no solo el esfuerzo de superar la arena le implicaban un breve respiro entre sprint y sprint. Una vez alcanzada la tan anhelada ondulación del agua, el empuje de la ola le regresaba varios metros… y a volver a comenzar.

¡Que trabajo más arduo! Se escuchó una voz emocionada proveniente de la congregación de jóvenes que sobrecogidos, le veían regresar una y otra vez sin perder la esperanza de conseguir zambullirse en el agua. ¡Qué trabajo más arduo! Efectivamente, pensé. Berenice nos da el dato de la dura realidad que implica seguir vivo: Solo una de cada 100 tortugas liberadas, consigue regresar a desovar una vez alcanzada la madurez, de acuerdo a los registros que ella y su padre han conseguido elaborar tras años de esfuerzo.

La algarabía me despierta de mis reflexiones, la asistencia aplaude emocionada el logro: El pequeño ser enconchado, ha conseguido tomar el ritmo de la marea y, la ola que le negaba el acceso a la inmensidad del océano, ahora la acoge y la impulsa hacia él. Ya no la vemos, ni la veremos más, a menos que la casualidad y su capacidad de sobrevivencia, nos permita regresar en unos años, y observar la huella que, en la arena, dibuja una ruta dirigida hacia el lugar del nido, como lo hizo tiempo atrás, aquella que dejó su madre.

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Una cancha en Veracruz https://arquine.com/obra/una-cancha-en-veracruz/ Sat, 11 Jun 2022 16:00:31 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/una-cancha-en-veracruz/ Este proyecto planteó la regeneración de una cancha existente, descubierta y en desuso, a partir de un programa de actividades variadas y transformando la visión tradicional de hábitat al construir un espacio recreativo como pórtico y ágora que permite la consolidación de las relaciones comunitarias.

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Nombre del Proyecto: Cancha
Arquitectos: Rozana Montiel | Estudio de Arquitectura + Alin V. Wallach
Colaborador: Alejandro Aparicio
Cliente: INFONAVIT
Programa: Cancha Cubierta y plaza
Superficie construida: 788 m2
Fecha: 2015
Ubicación: Lagos de Puente Moreno, Veracruz, México
Fotografía: Sandra Péreznieto


 

El proyecto surgió como parte del Programa de Rescate de Espacios Públicos en una unidad habitacional del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores ubicada en el puerto de Veracruz. Se planteó la regeneración de una cancha existente, descubierta y en desuso, a partir de un programa de actividades variadas.

El proyecto debía ocupar el espacio de la cancha, por lo que se diseñó una cubierta multiusos, como macro-pórtico, que incorpora las áreas del programa en el espacio entre columnas, que se convierte en gradas, miradores, salas de juego, área de hamacas, salón de ejercicios y baños, entre otros.

Se logró obtener más terreno y se incluyeron en el proyecto un gimnasio, un foro y un área de picnic. La cancha crea un hábitat natural a partir de la arquitectura, un espacio de transición entre interior y exterior que incorpora la vegetación local del espacio abierto como una extensión del pórtico.

 

Para los cerramientos se utilizó celosía y madera de palma, que evocan la cercanía de la costa por medio de materiales locales y la introducción de vegetación para dar sombra y hacer habitable el exterior. La cancha transforma la visión tradicional de hábitat al construir un espacio recreativo como pórtico y ágora que permite la consolidación de las relaciones comunitarias.

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Quiahuiztlán: Pequeñas estructuras para el alma https://arquine.com/quiahuiztlan-pequenas-estructuras-para-el-alma/ Wed, 02 Jun 2021 06:52:31 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/quiahuiztlan-pequenas-estructuras-para-el-alma/ Quiahuztlán está más identificado como el sitio donde pactó Hernán Cortés su primera alianza con los grupos Totonacas de la región. Más complicado es encontrar sus orígenes, muchos siglos antes, cuando tras la caída de las grandes ciudades del período clásico, habitantes probablemente originarios de Tajín, fundaron una ciudad amurallada aprovechando la topografía del cerro que se levanta unos trescientos metros.

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Si usted toma la carretera que va del Puerto de Veracruz a Poza Rica, tras haber viajado aproximadamente cien kilómetros verá de frente primero, y luego tendrá que rodearle, una bella peña que destaca en la llanura, denominada Cerro del Metate o de los Metates.

El esbelto promontorio esmeralda, se desnuda de la espesa selva que lo circunda hacia la punta, donde las verticales paredes de roca basáltica hacen imposible el crecimiento de vegetación. Alrededor de la peña, el contexto de campos cultivados siempre verdes y el mar, le convierten en un hito paisajístico imperdible, lo cual hace hasta cierto punto incomprensible que durante mucho tiempo haya quedado al interior de la espesura que lo viste, un peculiar y único espacio urbano Totonaca.

Quiahuztlán está más identificado en una primera búsqueda superficial de información para internautas, como el sitio donde pactó Hernán Cortés su primera alianza con los grupos Totonacas de la región, hartos de pagar tributo a los Mexicas, para construir un ejército que pudiera quebrantar el dominio Azteca. Más complicado es encontrar sus orígenes, muchos siglos antes, cuando tras la caída de las grandes ciudades del período clásico, en lo que se conoce ahora como Epiclásico, habitantes probablemente originarios de Tajín, fundaron una ciudad amurallada aprovechando la topografía del cerro que se levanta unos trescientos metros. Estamos hablando de setecientos años antes de la llegada hispana a las costas de Veracruz. El lugar, como toda la región, sufrió primero las invasiones Toltecas y posteriormente, ya en el siglo XV, terminó como hemos dicho, subyugado por el imperio Azteca.

El asentamiento presenta, conforme uno penetra la zona arqueológica, algunos muretes que sugieren paramentos amurallados, estratificados casi como anillos alrededor del cerro. Al ascender, se alcanza una meseta donde sucede el evento inesperado, diferente a otras experiencias del urbanismo prehispánico. Si le toca al visitante uno de esos días donde la humedad del Golfo se convierte en densa neblina atrapada en el cerro, la experiencia puede llegar a ser metafísica.

Dos grupos destacan en el trabajo de desmonte arqueológico: El Cementerio, y el conjunto oriente. Sin intención de quitarle mérito por supuesto al segundo, el relato de hoy se centrará en el primero. La razón es personal y visceral.

Tras dejar al auto estacionado en el sitio pertinente para ello, un sendero serpenteante, en continua pendiente ascendente, atraviesa por los ya comentados fragmentos de muralla. Eventualmente, una vegetación bastante manicurada para amabilizar la densidad selvática al turista, nos permite acceder a la plataforma del cementerio. El mundo entonces se transforma y la expectativa común, que espera visualizar los grandes basamentos de piedra en forma piramidal con los que comúnmente asociamos a las zonas ceremoniales del urbanismo prehispánico, poco a poco se ve atrapada por un inusitado cambio de escala. Los basamentos están desde luego, y los templos, pero la dimensión es diminuta, para entenderla y pidiendo disculpas a les amables lectores por el sentimentalismo de la imagen, rapto una foto donde uno de mis hijos, José María, literato de 23 años hoy día y declarado enamorado de la literatura fantástica, pasea a sus anchas por entre las casas para el alma, ¿será uno de los orígenes de su visión del mundo des-antropocéntrica? Ojalá, pero sigamos con el relato de la experiencia espacial.

Perfectas miniaturas de estructuras monumentales se reproducen una y otra vez, en una organización espacial que requiere muchas horas de análisis para poder encontrar un patrón geométrico, si es que existe uno que puedan leer los ojos de los vivos. Aquí, habitan los muertos, que alejados del escepticismo con que la modernidad occidental ha desencantado la otra vida, disfrutan de un cobijo arquitectónico para el alma. A la buena manera de la espacialidad habitable prehispánica, los espacios abiertos y cerrados se suceden en un equilibrio orgánico, donde la razón presente en evidencia clara, no se sobrepone cruelmente a las sensaciones sentimentales. Por el contrario, convive en balance con ellas, ya que a los muertos se les visita y se les habla, o de otra manera no aportan en la producción de la vida cotidiana, según lo estima la filosofía nahua.

Algunas otras estructuras completan espacialmente el conjunto del cementerio, cuyas plataformas nos permiten cambiar de horizonte, encontrar las relaciones místico-geométricas entre el sitio, el mar, la peña que lo resguarda, el paisaje tierra adentro, y los astros, pero para ello hay que ir muchas veces, hay que estar mucho tiempo y, sobre todo, hay que renunciar a la incredulidad pragmática de nuestros tiempos, hasta poder dialogar nuevamente con los muertos, desde su propio espacio y tiempo

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Espacios | El espacio reconquistado: Hacia un habitar simbiótico https://arquine.com/espacios-el-espacio-reconquistado-hacia-un-habitar-simbiotico/ Fri, 12 Mar 2021 14:44:53 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/espacios-el-espacio-reconquistado-hacia-un-habitar-simbiotico/ ¿Qué sucedería si estudiamos el proceso de habitar, no desde la historia de la arquitectura y el urbanismo, si no desde el análisis de las ciudades y edificaciones que el gran ecosistema ha repoblado al ser deshabitados por nuestros predecesores?

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La entrega pasada, compartía con los amables lectores sobre el cómo, dependiendo de la época y la ideología de cada quien, vamos construyendo prejuicios absurdos sobre determinadas cuestiones, en este caso, el que nos inculcaban sobre la arquitectura hecha con vegetación hace unos 35 años, cuando éramos apenas unos jóvenes estudiantes.

Hay, desde luego, prejuicios mucho peores y terriblemente más dañinos que ese. El ejercicio de juzgar prematuramente parece una condición humana inevitable, pues ha sido cultivada casi por todas las culturas y civilizaciones a lo largo de nuestra historia, parte del cimiento que se fundamenta en el miedo a lo desconocido, y la sensación de fragilidad que nos condiciona nuestra propia experiencia en el habitar cotidiano, y es capaz de construir murallas de odio más inexpugnables que cualquier paramento físico.

Romper un prejuicio implica, antes que nada, una aceptación consciente de su existencia, y de su actuar como patología de nuestra psique. Requiere poner en crisis nuestro propio sistema de valores, para encontrar una metamorfosis que consolide un nuevo sistema de comprensión sobre el coexistir en el tiempo y espacio.

Uno de los prejuicios más deshumanizantes que se ha construido en la contemporaneidad globalizada a partir del racionalismo occidental, es la auto segregación de nuestra especie como parte del sistema vivo de nuestro planeta, creando la falsa ilusión de que tenemos el control sobre ésta, como si fuésemos entes superiores que en cualquier momento podemos prescindir de habitar aquí.

A pesar de que esta visión ha sido puesta en crisis desde hace varias décadas, y de que la propia naturaleza se ha encargado de mostrarnos a lo largo de los siglos, que al final sin importar qué hagamos para superarla, terminará por desbordarse reconquistando en su propia dinámica sistémica, los territorios que decidimos presuntuosamente controlar, la dinámica de producción y consumo puesta en marcha por la revolución industrial pareciera tener una inercia imposible de frenar sin que se presente algún evento catastrófico. Tarde o temprano pasa.

¿Podemos aprender desde otras perspectivas? ¿usando ejemplos inversos? ¿analizando desde dinámicas que nos reconecten con el gran ecosistema?

¿Qué sucedería si estudiamos el proceso de habitar, no desde la historia de la arquitectura y el urbanismo, si no desde el análisis de las ciudades y edificaciones que el gran ecosistema ha repoblado al ser deshabitados por nuestros predecesores?

¿Qué sucedería si en lugar de solo estudiar los patrones y procesos de construcción elaborados humanamente, estudiamos cómo otros sistemas vivos han utilizado esos elementos cual herramientas para el repoblamiento de especies vegetales y animales otrora expulsadas de ese entorno? ¿sería posible dentro de este análisis detectar qué momentos y culturas han conseguido una relación simbiótica y evolucionar sus procesos para proyectarnos a futuro? 

Ejemplos hay tantos, como territorios por los que hemos transitado, pero por ahora, seguimos lejanos a su utilización y estudio para proponer futuro, y los usamos solo como referentes culturales de un pasado perdido y momificado, ojo, no por ello fascinante.

Hace ya casi dos años, la última visita a Filobobos me dio la oportunidad de visitar con mi amigo el maestro Raúl de Villafranca, la ex hacienda de la Palmilla. Ingenio azucarero en tiempos del Virreinato y en la primera etapa del México Independiente, pasó tras la revolución de 1920 a ser una escuela. En parte abandonada, ha sido reconquistada por la exuberante vegetación del bosque tropical de lluvia veracruzano.

En aquella visita, imaginábamos Raúl y yo qué se podría hacer con esos espacios abandonados. Sin pretender llegar de momento a una respuesta. Hoy, sacando del cajón las imágenes que comparto y toda esta reflexión previa, pienso que lo mejor sería no tocarlo físicamente, más que lo básico esencial, para convertirlo siguiendo su destino formativo postrevolucionario, en un laboratorio para la comprensión de un nuevo sistema de habitar humano, ahora simbiótico… y así, me seguiría aprovechando la región, con otros espacios como Cuajilote, o Vega de la Peña, hoy preservados solo como sitios arqueológicos para estudiar y conocer los fragmentos del pasado, pero con el potencial de convertirse en centros de estudio para el habitar del futuro.

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Edificio Flavia | Rafael Pardo https://arquine.com/obra/edificio-flavia-rafael-pardo/ Tue, 23 Jun 2020 12:49:00 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/edificio-flavia-rafael-pardo/ Un estrecho edificio en condominio ubicado en el centro de Xalapa alberga unos minúsculos departamentos en los niveles superiores y un local social y comercial en las primeras plantas. Los volúmenes de concreto se recortan, alineados a la calle, para crear una esbelta secuencia de prismas a los que se les recortan las visuales escogidas sobre la ciudad.

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Un estrecho edificio en condominio ubicado en el centro de Xalapa alberga minúsculos departamentos en los niveles superiores y un local social y comercial en las primeras plantas. Los volúmenes de concreto se recortan, alineados a la calle, para crear una esbelta secuencia de prismas en los que se abren vistas escogidas sobre la ciudad. 

La piedra braza de la calle se extiende hasta el porche de acceso a los departamentos, diluyendo el límite de lo privado. Sobre la banqueta, una fachada de cristal da continuidad entre interior y exterior. El local es un punto de encuentro donde convergen presentaciones de libros, conciertos, exposiciones y cafetería. 

Superada la altura de los edificios vecinos, los prismas de concreto siguen apilándose, unidos por una escalera que da acceso a los pequeños apartamentos que se abren a distintas vistas sobre las azoteas de Xalapa. 

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Foro Boca https://arquine.com/obra/foro-boca-rojkind-arquitectos/ Wed, 15 Nov 2017 17:01:49 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/foro-boca-rojkind-arquitectos/ El próximo 1 de diciembre se inaugura el Foro Boca, un proyecto de Rojkind Arquitectos ubicado en la desembocadura de Boca del Río, Veracruz, y que funcionará como la futura sede de la Orquesta Filarmónica del municipio.

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Michel Rojkind participará en MEXTRÓPOLI 2019.

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