Resultados de búsqueda para la etiqueta [Veinte ideas ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 18 Sep 2023 23:41:11 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Zona https://arquine.com/zona/ Wed, 22 Aug 2018 14:00:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/zona/ Una zona es un área geográficamente definida en la que se promueven especialmente ciertas actividades económicas y en la que se conceden políticas de libre comercio y otros privilegios preferenciales distintos del país anfitrión.

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Una zona es un área geográficamente definida en la que se promueven especialmente ciertas actividades económicas y en la que se conceden políticas de libre comercio y otros privilegios preferenciales distintos del país anfitrión. No es un producto de la economía global de hoy, sino que ha existido desde hace más de 2,000 años. Las zonas económicas especiales (SEZ por sus siglas en inglés) son mutaciones de un proceso que comenzó hace siglos con el tráfico marítimo.

La zona comenzó vinculada al comercio. Sus primeros emplazamientos fueron los puertos. Tras la caída de Corinto, Roma declaró la isla de Delos como puerto internacional sin aranceles, de manera que se convirtió en el centro del comercio del Mediterráneo oriental. En siglos posteriores, varias ciudades europeas lograron el estatus de puertos libres. Capitaneadas por Hamburgo, eran zonas en las que el almacenaje de mercancías permanecía oculto y no se pagaba por él.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la desregulación y la privatización liberaron el mercado global. Las antiguas colonias empezaron a surgir como economías competitivas por sus ricos recursos y mano de obra barata. Estos agentes emergentes utilizaron la zona como herramienta de expansión. En las zonas de procesamiento y exportación (Export Processing Zone) la zona incluyó la manufactura como actividad principal. Aquí, la zona se sitúa pegada al país anfitrión. El Programa Maquila establecido entre Estados Unidos y México buscaba atraer la inversión extranjera. En la frontera, al principio en una franja de 20 millas, las maquiladoras actuaban como réplicas de las fábricas del norte, pero con una mano de obra seis veces más barata, esencialmente femenina. La materia prima se trasladaba al sur para procesarse y se devolvía en forma de producto para comercializar en Estados Unidos; todo ello sin pagar impuesto alguno. Así, el borde se convirtió en una zona, aunque no ganó en permeabilidad humana. Las trabajadoras se sitúan lo más cerca posible del país al que sirven, pero siempre fuera de él, convenientemente desplazadas dentro de la zona.

A partir de 1980 se inauguró la era de las zonas económicas especiales (Special Economic Zone). La zona atravesó el recinto protector del país anfitrión y se estableció en él, manteniendo su perímetro impermeable. El mismo país albergaba entonces jurisdicciones distintas. La República Popular China estableció sus primeras cuatro SEZ en el delta del río Perla en 1980. Una de ellas en Shenzhen, un pueblo pesquero cerca de Hong Kong. Esta proximidad, combinada con el bajo precio tanto de la tierra como de la mano de obra, instó a las empresas de Hong Kong a invertir en su vecino más barato. La SEZ de Shenzhen aprovecha al máximo su ubicación. Es un colchón geográfico entre el territorio comunista y el mundo, representado por Hong Kong. La mayoría de la población de la zona es flotante, va y viene según las fluctuaciones de la demanda del mercado. El hacinamiento, la corrupción, la contaminación y la ausencia de transparencia fiscal también caracterizan la zona. Con la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio, los privilegios otorgados a las SEZ se conceden ahora a otras regiones. Para sobrevivir, la zona ha evolucionado de sitios industriales a centros turísticos al servicio de la economía del conocimiento. Los parques de tecnologías de la información (IT), equipados con infraestructuras avanzadas y leyes laborales restringidas, constituyen nuevas zonas. India creó en 2007 un programa nacional de SEZ. Se anuncian como entornos donde se ofrece un equipamiento completo; al incluir espacio de trabajo, vivienda, comercio minorista y entretenimiento, los empleados de empresas extranjeras no tienen que salir del enclave.

La zona ha perdido el pudor y ya no se esconde. Se muestra como una alternativa urbana que además evita lo incontrolable de la ciudad. Hoy, la zona se proyecta en forma de ciudad completa. La reciente capital de Kazajstán, Astana New City SEZ, surge donde los kazajos nómadas cabalgaban hasta ayer. Financiada por los beneficios ilimitados del petróleo y la minería, su diseño fue encargado a Kisho Kurokawa. El autor presenta su proyecto como Ciudad Metabólica, una ciudad de crecimiento y cambio que revisa su situación cada cinco años y modifica en consecuencia el plan de manera flexible.

En lugar de disolverse en la ciudad, la zona absorbe cada vez más actividades económicas y urbanas. Ahora mismo se encuentra tan lejos de su anfitrión —con China poniendo en marcha siete SEZ en África desde 2011—, como tan cerca, en los polígonos de las afueras de nuestra ciudad. Estas infraestructuras volátiles se revelan como esenciales en el complejo y delicado equilibrio del orden económico mundial.

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Velocidad https://arquine.com/velocidad/ Wed, 15 Aug 2018 13:00:40 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/velocidad/ En sentido estricto, estos ejemplos son análogos y dan cuenta de lo mismo: que la velocidad y la aceleración dominan nuestras vidas.

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Comenzar a ver una película antigua y que, a los diez minutos, alguien se queje porque la trama transcurre con lentitud. Las sopas para microondas. El sentimiento de que nunca logramos terminar nuestros pendientes, que las horas del día no nos alcanzan. Que en seis meses el celular que usamos se vuelva obsoleto. Los divorcios exprés. Los cantantes que se vuelven famosos de la noche a la mañana y dejan de serlo a la misma velocidad. Las prisas con las que hacemos cualquier cosa. El afán por reducir el tiempo de producción de un mercancía. Creer que la política pública consiste en reparar los baches de las calles. El estrés y la ansiedad. El deseo de ganar más en menos tiempo. Los sucesos políticos que parecen históricos y son olvidados en cuestión de días. El internet de banda ancha. Que unos lentes de sol pasen de moda en una temporada. El sueño de enriquecerse en un par de meses. Ser empleado con un contrato temporal. Las cápsulas de café Nespresso. El abandono de la carta como medio de comunicación. Aquellos políticos que, sobre cualquier otro problema, se enfocan en su imagen pública. El multitasking. Inventar un avión que se desplace a mayor velocidad. Ir a comprar alguna prenda de ropa una vez por semana. Los mensajes y correos electrónicos interrumpiendo a cada momento. La construcción de un edificio de treinta pisos en 360 horas. La popularidad de la cocaína y el speed. Estar convencidos de que “el tiempo es oro”.

En sentido estricto, estos ejemplos son análogos y dan cuenta de lo mismo: que la velocidad y la aceleración dominan nuestras vidas. No resulta difícil percatarse de esto. Cada vez se vuelve más evidente. Y más sofocante.

En los últimos años, se ha discutido en forma extensa cuál es la causa de esta aceleración que nos asedia. Para mí, la respuesta ha de tener inspiración marxista: debemos entender el fenómeno del incremento de velocidad en la sociedad contemporánea como parte de las dinámicas del capitalismo. Corriendo el riesgo de ofrecer una interpretación reduccionista y ahistórica, puede afirmarse que el capitalismo, entendido como una racionalidad y no sólo como un sistema económico, está articulado alrededor de varios principios entre los cuales sobresale el de la búsqueda eterna de ganancia. El dinero es invertido con el objetivo de obtener más —y así de manera permanente—. Entre los capitalistas no existe tal cosa como la satisfacción. Para explicar de qué manera el dinero se convierte en capital, Karl Marx enunció una “fórmula general del capital”: D-M-D’ (dinero-mercancía-dinero’). El dinero se transforma en mercancías. Éstas, a su vez, son luego transformadas en una cantidad mayor de dinero o, dicho de otra forma, en el dinero invertido en un inicio más: una plusvalía. La formula resulta provechosa porque enfatiza la circularidad del proceso y, por tanto, permite dar cuenta de por qué la aceleración es vital. Entre más rápido se complete el ciclo del capital se obtendrán mayores ganancias, las cuales a su vez podrán ser invertidas de nuevo con mayor prontitud. En palabras del propio Marx: “Cuanto más ideales sean las metamorfosis circulatorias del capital, es decir, cuanto más se reduzca a cero o se aproxime a cero el tiempo de circulación del capital, tanto más funcionará éste, tanto mayor será su productividad y su autovalorización”.

El incremento de velocidad ha sido uno de los mecanismos fundamentales del capitalismo para optimizar y aumentar las ganancias. Resulta central enfatizar que este incremento se efectúa en los distintos momentos del ciclo de rotación del capital: se acelera el tiempo de producción, el de trasporte, el de consumo. Tampoco hay que perder de vista que opera mediante muy distintas formas: con innovaciones tecnológicas, con mejoras técnicas y operativas, con generación de nuevos deseos, con obsolescencia programada. Sería un grave error asumir que la aceleración se restringe a la esfera económica. La velocidad configura nuestra política, nuestra subjetividad, nuestras relaciones sociales, nuestros cuerpos. Somos sujetos acelerados, atrapados en una inmovilidad frenética cuyo único futuro parece ser la destrucción planetaria. Los temas fundamentales, tanto en términos éticos como políticos, son entonces: ¿qué nos espera si la aceleración continúa? ¿Cuál es su límite?: ¿la catástrofe ambiental absoluta? ¿el paro cardiaco?, ¿la sobredosis? ¿Cuánto más aguantarán nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestro planeta? Y, sobre todo: ¿Qué otras temporalidades podemos imaginar? ¿Qué otro tiempo podemos construir?

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Urbanización https://arquine.com/urbanizacion/ Wed, 08 Aug 2018 13:00:01 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/urbanizacion/ La urbanización ya es nuestra forma de vivir, por lo tanto está ligada al destino humano para bien y para mal. La mayor parte de la población ya está urbanizada y de hecho, la realidad hace que las cifras sean mayores que el 55% del que se habla. Cuando se analiza la urbanización desde el punto de vista no de las fronteras jurídicas de las ciudades, sino desde las manchas urbanas contiguas, la urbanización mundial alcanza alrededor del 60%.

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La urbanización ya es nuestra forma de vivir, por lo tanto está ligada al destino humano para bien y para mal. La mayor parte de la población ya está urbanizada y de hecho, la realidad hace que las cifras sean mayores que el 55% del que se habla. Cuando se analiza la urbanización desde el punto de vista no de las fronteras jurídicas de las ciudades, sino desde las manchas urbanas contiguas, la urbanización mundial alcanza alrededor del 60%. Por lo tanto la urbanización es la forma que hemos escogido los humanos para vivir en el tiempo actual. Vinculado a la urbanización está lo bueno y lo malo. Lo que a nosotros nos interesa desde el punto de vista de promotores de la buena urbanización, es lo que se puede hacer para mejorar la situación, lo que implica una actitud proactiva. No se puede tomar la postura de contemplación de lo que acontece. Si sólo contemplas, renunciando a diseñar el proceso y dirigirlo, gana la urbanización espontánea, que es de muy baja productividad y generadora de muchos problemas. Por lo tanto, contra la urbanización espontánea está la urbanización diseñada y el hecho de pasar de una a otra requiere de una reflexión política sobre quién es el diseñador, cuál es el control democrático del diseño y el diseño no tan sólo físico sino también jurídico y económico. Es así de sencillo y así de complicado.

Estamos ante una transformación urbana relevante a principios del siglo XXI, pero desconocemos la sociedad del futuro. Por lo tanto, hay muchas incógnitas abiertas. Hay tendencias políticas, algunas de ellas preocupantes. Hay tendencias incluso tecnológicas preocupantes sobre el control de la información y sobre la falsedad de la misma. Pero todos estos son riesgos que la urbanización padece como toda la sociedad en su conjunto. Insisto, lo que interesa es cuál puede ser la contribución positiva de la urbanización y aquí es donde intervienen los cinco principios de la nueva agenda urbana. La política nacional urbana hace una reflexión sobre la responsabilidad en el diseño y en la calidad urbana del Estado: ha de dotarse de un diagnóstico de cuál es su responsabilidad. Luego viene el tema de la legislación, el diseño físico, el diseño financiero y, finalmente, la implementación; porque si no hay implementación todo esto se queda en palabras vanas que no se transforman en realidades. Los cinco puntos deben acompañarse. Después de tres años de análisis de la urbanización del planeta a nivel global, constatamos que no hay soluciones mágicas o recetas que sirvan para todos. Hay que tener la capacidad de hacer una aproximación estratégica a la urbanización de una forma integrada. No puedes hacer una buena legislación y un mal planeamiento o un buen planeamiento y una mala legislación y una mala financiación. No puedes hacer planes y que luego no se implementen. Es decir, hay que comprometerse con los cinco principios o pilares de la nueva agenda urbana.

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Trabajo https://arquine.com/trabajo/ Wed, 01 Aug 2018 19:00:27 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/trabajo/ Desde el último ciclo de luchas laborales, a finales de los sesenta y principios de los setenta, apareció algo que varios teóricos y activistas italianos han llamado la mutación posfordista del capitalismo contemporáneo: el paso de la fábrica fordista a una nueva dinámica de intercambio y de producción.

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Desde el último ciclo de luchas laborales, a finales de los sesenta y principios de los setenta, apareció algo que varios teóricos y activistas italianos han llamado la mutación posfordista del capitalismo contemporáneo: el paso de la fábrica fordista a una nueva dinámica de intercambio y producción que trataría de incorporar las premisas de la lucha obrera —el derecho al ocio, la flexibilización laboral, la reducción de la jornada laboral— a las nuevas formas de producción, pero adulteradas y sin beneficio para los trabajadores, que permitiera al capitalismo encontrar un camino sin obstrucciones para sus flujos. Una economía de producción de signos, que tiene que ver con la desaparición de la fábrica industrial en un nuevo tipo de fábrica móvil, portátil e inmaterial, capaz de generar trabajo en cualquier lugar. Eso podría ser internet: la fábrica permanente, atomizada, que evita, por supuesto, la asociación gremial y entre trabajadores, y en la que el trabajo sufre una doble transformación. Por un lado, la jornada laboral se extiende indeterminadamente y se incorpora a todos los aspectos de la vida y, por otro, el trabajo material se invisibiliza y parece que no existe. Todas las máquinas en las que trabajamos las hacen obreros que son esclavos en fábricas de China, Panamá, Costa Rica o México; fábricas invisibles en las que no hay ningún tipo de movimiento obrero, porque están en países donde no hay derechos laborales o donde las reformas estructurales han acabado con éstos. Parece que ése es un trabajo que no existe o que sólo existe ese otro proceso dinámico de producción de signos, imágenes, información, memes, tuits, posts o conversaciones, que convierten el tiempo libre en tiempo ocupado, en tiempo de nueva creación de valor y de producción.

Es ahí donde aparece otra genialidad perversa del capitalismo contemporáneo: haberse apropiado de la capacidad cooperativa. Las redes sociales trabajan gracias a nuestra capacidad de crear en común una comunicación permanente, donde se intercambian puntos de vista y opiniones. Esa capacidad cooperativa que genera la red, en lugar de crear bien común, está siendo capitalizada por grandes algoritmos que dan lugar a una máquina muy bien engrasada para generar dinero. Ése es el cambio fundamental: el paso de la fábrica —industrial y de trabajo físico pesado, donde se generaban objetos materiales— a esta otra fábrica que produce evanescencias y volatilidades cada segundo, toneladas de información por minuto que, a su vez, crean grandes capitales a través del sistema financiero y que pone de relieve la relación entre el carácter inmaterial del trabajo y el carácter cada vez más abstracto e inasible de la economía global, que funcionan permanentemente gracias a la velocidad y la interconexión. Lo urgente ahora es repolitizar el trabajo, pues el movimiento final de esta mutación fue su despolitización, que la gente lo amara, que fuera cool, que fuera la esencia de lo que somos, una forma de estar en el mundo, que la gente quisiera trabajar más.

Esta despolitización tuvo que ver con la cancelación de las resistencias colectivas y la incapacidad de los individuos de agruparse para organizar sus formas de convivencia de un modo no fundado en la competencia y en la transacción permanente de beneficio, lo que generó zonas amplias y extendidas de soledad laboral: átomos interconectados que nunca se encuentran físicamente. La desfinancierización atravesaría por la reocupación del espacio físico y por desafiar la crisis de la presencia, encontrándose en lugares donde poder trabajar de forma compartida y cooperativa; espacios donde reunirse y discutir de sus problemas de explotación laboral y encontrar vehículos y medios —legales o no— frente a los abusos que padecen: la falta de contratos, de derechos y de esos otros aspectos que son parte de una vida siempre contingente e inestable, en la que nunca sabemos qué va a pasar y nos hace vivir con ansiedad. Sólo hay una forma de ofrecer presión frente a esta volatilidad y es ocupando los espacios, estando ahí. La presencia y el cuerpo son irreductibles a los flujos del capital. Es ahí donde empiezan a operar los obstáculos.


Texto elaborado a partir de una conversación de Pedro Hernández con Vivian Abenshushan.

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Sustentabilidad https://arquine.com/sustentabilidad/ Wed, 25 Jul 2018 13:30:11 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/sustentabilidad/ Cómo vivir en la ciudad es, seguramente, uno de los temas más importantes que tenemos que pensar hoy en día como arquitectos. Si hay que vivir, hay que saber cómo definimos al sujeto de la arquitectura, que ya se ha definido de muchas formas en el tiempo.

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Cómo vivir en la ciudad es, seguramente, uno de los temas más importantes que tenemos que pensar hoy en día como arquitectos. Si hay que vivir, hay que saber cómo definimos al sujeto de la arquitectura, que ya se ha definido de muchas formas en el tiempo. La que hoy nos interesa más es aquella que nos describe el sujeto como un ser en contacto con el medio, con unos procesos metabólicos internos y con unos estímulos exteriores de ciertos neuroreceptores, de ciertos mecanismos musculares y neuronales, que activan, por ejemplo con pequeñas diferencias de temperatura, partes completamente diferentes de nuestro organismo y generan una relación muy diferente con el medio. Somos mamíferos, animales que, en la medida que nuestras relaciones están bajo la influencia de los materiales que nos rodean, adoptan patrones, jerarquías, autoridad o sometimiento, que existen también en el reino animal. Esta relación con la materia se produce casi de una forma literal: la arquitectura es, en ese sentido, una extensión del medio físico que pretende hacernos capaces de tener reacciones que sean no puramente animales, sino de trasladarnos de esa biología sustancial de nuestro cuerpo a una dimensión cultural y estética. La termodinámica influye en todos los procesos orgánicos. Esto quiere decir que nosotros estamos sujetos a unos factores en los que nuestras neuronas y nuestra fisiología, reciben impactos. Si nosotros construimos entornos, esta reacción somática es clave para controlar unos principios básicos y nos permitirá entender, sin moralismo, cuál es nuestra relación con la sociedad y con el individuo.

Hoy, por ejemplo, para hablar del aire hay que hablar de una manera un poco científica y mínimamente organizada. Esto quiere decir que hay que diseñar con el aire. La ventilación natural es un principio opuesto al del aire acondicionado. Lo que nos pide la arquitectura que quiere ser pasiva es una nueva relación entre forma, materia y energía. Así, una cartografía que nos muestra la radiación de onda larga, nos permite identificar dónde podemos resetear los edificios en el ciclo diario, es decir, resetearlos por la noche, con la radiación nocturna; una cartografía que nos describa las horas en las que es posible la ventilación natural, permite un mapa en el que las técnicas de la arquitectura se puedan diferenciar drásticamente. Cuando hablamos de ventilación natural, tenemos que hablar de polución: hoy no tenemos el aire que teníamos, es importante desarrollar técnicas que nos permitan utilizar formas de ventilación que no afecten a la salud y que puedan reducir la polución. Existen imágenes manifiesto de lo que estamos pensando, como las imágenes de máquinas térmicas. Estas máquinas —los acumuladores, los intercambiadores térmicos, los refrigeradores— tienen una topología, una relación entre forma, materia y corriente de aire o agua que componen una arquitectura. La arquitectura puede ser entendida como propuestas técnicas, pero sin perder la memoria de la disciplina, esa cultura heredada que ha hecho que la ciudad sea el único lugar en el que se puede desarrollar una vida libre. Hay también propuestas monstruosas, que se olvidan de lo bonito, de los clichés, y que intentan componer estructuras con un carácter formal y performativo, innovadoras y que, precisamente por ello, puedan ser entendidas como monstruos que, como Frankestein, al principio dan miedo pero, conforme nos vamos familiarizando, se les va tomando cariño. No hay una nueva forma de belleza si no arriesgamos y entramos en una cierta dosis de fealdad.

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Refugio, refugiados, sin refugio: sobre la violencia excluyente de la arquitectura https://arquine.com/refugio-refugiados-sin-refugio-sobre-la-violencia-excluyente-de-la-arquitectura/ Wed, 18 Jul 2018 14:00:33 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/refugio-refugiados-sin-refugio-sobre-la-violencia-excluyente-de-la-arquitectura/ Una persona sin casa es un cuerpo sometido sistemáticamente a la violencia excluyente de la arquitectura, , un prisionero “del afuera”. Los arquitectos deben aceptar que tienen que ver con el poder cuando ejercen su disciplina y reflexionar en la manera como el peso de las relaciones de poder dominantes pueden ser desafiadas en los espacios que diseñan.

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Llueve fuerte. La gente corre para buscar abrigo bajo el techo de la parada de autobuses más cercana. Pronto, el espacio protegido de la lluvia está lleno de cuerpos; algunos pequeños, otros grandes, pero todos ocupan una porción de ese preciado espacio. Un cuerpo más intenta colocarse bajo el techo. Otros cuerpos se aprietan entre sí tanto como pueden, pero pronto todos entienden de que ya no hay más espacio disponible: el cuerpo adicional es excluido socialmente de la protección que otorga la arquitectura y, en consecuencia, se moja. Podemos afirmar que esta exclusión es posible gracias a la (por definición limitada) acción de la arquitectura. Por supuesto, en esta historia la exclusión no puede considerarse injusta: “el que llega primero es atendido primero” es la regla común a la que se llega por consenso cuando las condiciones para “llegar ahí” son las mismas para todos.

Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, los protocolos de exclusión del valor agregado producido por la arquitectura no operan bajo esa regla. Más bien, operan bajo el concepto legal de propiedad, en alto grado político (y por lo general atribuido de manera injusta) y, por tanto, implementa la exclusión social de todos los cuerpos que no se benefician bajo tal concepto. Podríamos vivir en un mundo donde los límites de esos territorios basados en la propiedad se marcaran sólo con líneas en el suelo, como en la película de Lars von Trier Dogville (2003). Esos límites serían tácitos y fácilmente se violarían. Para impedir eso, la arquitectura se ha dado los medios para forzar esos límites mediante la materialización de muros demasiado inertes para moverse o destruirse mediante cuerpos sin herramientas. Al contrario, lo que comúnmente se percibe como arquitectura actúa a ambos lados del muro: el espacio de inclusión y el espacio de exclusión. Es particularmente chocante que en el caso de ambientes carcelarios o de confinamiento, lo que llamamos “el interior” corresponde de hecho al espacio de exclusión mientras “el exterior” corresponde al espacio de inclusión a escala de la sociedad.

Quienes en inglés son llamados homeless reciben en francés un nombre que podría traducirse como refugeless: sans abri. Una persona sin casa es un cuerpo sometido sistemáticamente a la violencia excluyente de la arquitectura, , un prisionero “del afuera”. De manera similar, no es una casualidad que el estatuto legal del “refugiado” surja de la palabra “refugio.” Refugio, tanto en un nivel legal como arquitectónico, es precisamente lo que niega la “fortaleza Europa” o la “fortaleza Reino Unido” a las personas que huyen de situaciones de precariedad existencial o económica. Sea el muro o el bloque de vivienda o los muros que surgen en las fronteras internacionales (y dentro de territorios nacionales como Palestina), la arquitectura siempre refuerza la dominación de relaciones de poder entre cuerpos: aquellos que se benefician de la protección de esos muros y aquellos que son excluidos de la misma. Los arquitectos deben aceptar que tienen que ver con el poder cuando ejercen su disciplina y reflexionar en la manera como el peso de las relaciones de poder dominantes pueden ser desafiadas en los espacios que diseñan.

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Paisaje https://arquine.com/paisaje/ Wed, 11 Jul 2018 15:00:06 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/paisaje/ El paisaje y la arquitectura de paisaje sufrieron un poco con la imagen popular de ser algo limitado a sembrar plantas y en cierto sentido es cierto: tener conocimientos de horticultura es algo muy importante para el paisajista. Pero un segundo nivel de la idea de paisaje es que tiene que ver con jardines y parques, lo que también es algo cierto.

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El paisaje y la arquitectura de paisaje sufrieron un poco con la imagen popular de ser algo limitado a sembrar plantas y en cierto sentido es cierto: tener conocimientos de horticultura es algo muy importante para el paisajista. Pero un segundo nivel de la idea de paisaje es que tiene que ver con jardines y parques, lo que también es algo cierto. Sin embargo, en las últimas dos o tres décadas el campo se ha ampliado y se ha hecho multidisciplinario e inclusivo en cuanto a sus intereses. Primero, ha habido un crecimiento significativo en el interés por el ambiente y temas ecológicos, que más recientemente ha tomado la forma de sustentabilidad y resiliencia. Al hacerse cada vez más densas las ciudades se han empezado a pensar en cuáles son las iniciativas ambientales que pueden ayudar a que sean mejores lugares para vivir, igualmente más sustentables y resilientes. Esos temas se han vuelto centrales para la arquitectura de paisaje. En segundo lugar, también hay asuntos relacionados con la equidad social que han empezado a reconocerse en años recientes y con ello el diseño de espacios públicos y abiertos, que no sólo sirvan en el ámbito comercial o en zonas desarrolladas económicamente sino para un espectro más amplio de habitantes de la ciudad. Y en tercer lugar, tal vez como resultado del land art de los años sesenta y setenta del siglo pasado, hay mucha energía en términos de lo que se puede hacer estéticamente utilizando el paisaje como medio. Son esos tres aspectos —el ambiental, el social y el artístico— los que han permitido que la arquitectura de paisaje, aun teniendo que ver con plantas y jardines y parques, expanda su ámbito de interés. Del mismo modo, la idea de un entorno total es algo que ha cambiado: hoy se intenta ver un proyecto como un ambiente holístico. En nuestro caso cada proyecto está condicionado por su contexto. En el caso del High Line, por ejemplo, buscamos potenciar esas condiciones que no pueden replicares en otros sitios. El paisaje es, por definición, site specific. Distintas ciudades y distintas culturas tienen nociones diferentes de lo que es el espacio público y hay que escuchar y ser receptivo a lo que implica el contexto, ya que las estrategias de diseño responden a toda esa inteligencia. El paisaje no es asunto de estilo o de firma. El espacio público es algo crítico para entender la intensidad y la vitalidad de una ciudad: cómo se siente. Las ciudades tienen una energía y una identidad particular. En los años ochenta las ciudades replicaban lo que se hacía en otras. Hoy buscan volverse más competitivas, entre otras cosas, diferenciándose a partir de la manera como se transforman. En esas transformaciones de la ciudad siempre hay tensión entre el interés privado y el público. El sector público buscará proyectos que sean tan abiertos, acogedores, inclusivos y flexibles como sea posible. En el sector privado hay consideraciones acerca del control, la vigilancia, seguridad, límites y bordes, regulaciones. Pero en el fondo se complementan y esa tensión y diálogo entre el interés público y el privado siempre está en juego. Se trata de intentar crear espacios en los que el cuerpo, la imaginación y la psique humanas sean estimulados y provocados. No espacios que no requieran ninguna atención y no sean memorables ni dejen ninguna impresión en quienes los visitan o usan. Eso quiere decir que no se trata sólo de cómo se ve el paisaje en una fotografía, sino también de cómo se siente, en términos táctiles y materiales, de atmósferas y de temperatura. Es también una cuestión de escalas: de la experiencia de lo que está a la mano a la experiencia del contexto urbano.

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Objeto https://arquine.com/objeto-graham-harman/ Wed, 04 Jul 2018 15:19:10 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/objeto-graham-harman/ No hay manera de dar reglas para la producción de la belleza y ninguna manera para explicar literalmente por qué un objeto es superior estéticamente a otro. Los diseñadores son mejores cuando se mantiene una brecha entre cualquier principio conceptual y el objeto que de él resulta, así como los objetos son mejores cuando son más que cualquier cantidad infinita de descripciones.

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Por qué la Ontología Orientada al Objeto importa para las artes y el diseño.

Muchos de los más importantes pensadores recientes en la filosofía han llegado de disciplinas ajenas. Michel Foucault, el filósofo más citado en el mundo en la actualidad, se pensó más como un científico social y su cátedra en el Collège de France no era de filosofía. Jacques Lacan era un psicoanalista con sentimientos encontrados hacia la filosofía, preocupándose a veces de que fuera más una forma del “discurso del amo” en oposición al “discurso del analista”, que prefería. Es posible que Bruno Latour y Niklas Luhmann, ambos comúnmente considerados sociólogos, sean, de hecho, dos de los más importantes filósofos de la segunda mitad del siglo XX. Los jóvenes estudiantes de filosofía franceses han estado devorando la obra del antropólogo Philippe Descola, mientras que los inmunólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela han provisto memorables estímulos para la filosofía reciente. Este fenómeno tiene también su lado opuesto. Filósofos certificados como Jacques Derrida y Slavoj Zizek han ejercido su mayor influencia en ámbitos académicos distintos a la filosofía. Más recientemente, lo mismo puede decirse de la Ontología Orientada al Objeto (ooo). Aunque la ooo se originó con la intención puramente filosófica de dar una interpretación fructífera de los trabajos de Edmund Husserl y Martin Heidegger, ha tenido mayor influencia hasta ahora entre artistas y arquitectos que entre filósofos, en el estrecho sentido disciplinario del término. Tal vez no sea para sorprenderse. La ooo está interesada en la manera en que los objetos se resisten a ser reducidos a sus relaciones con otros objetos. Dicho de otra manera, estudia las brechas entre objetos y relaciones e incluso entre los objetos y sus propias cualidades y se acerca a estas brechas en términos explícitamente estéticos. Mientras tanto, la mayoría de los filósofos desde Kant se han preocupado justo de sólo un tipo de relación: la que se da entre el sujeto humano y los objetos no humanos que se le enfrentan. Quentin Meillassoux acuñó el término “correlacionismo” en su libro de 2006, Después de la finitud, para describir la obsesión moderna con el juego mutuo entre sujeto y objeto y, a pesar de reacciones recientes contra el término de quienes son correlacionistas, pienso que la crítica de Meillassoux es fundamentalmente precisa.

Pero hablemos brevemente de objetos, que la ooo concibe en un sentido muy amplio. Aunque algunas artes aún piensan los objetos refiriéndose sólo a piezas sólidas de materia física, excluyendo por tanto géneros como el performance o el arte conceptual, la ooo considera que esas formas de arte están también orientadas al objeto. Para la ooo, cualquier cosa es un objeto en tanto se resista a ser disuelto, hacia abajo, en sus componentes (undermining), hacia arriba en sus relaciones o efectos (overmining) o ambos simultáneamente (duomining). Una cosa no necesita ser física, durable, no humana o “material” de ningún modo para que pueda contarse como un objeto, sino tener simplemente una realidad que no se agota totalmente ni por sus componentes internos ni por sus efectos externos. Pero la ooo también habla de dos tipos de objetos. Los objetos reales existen por su propio derecho, separados de sus efectos en una manera que jamás puede ser aprehendida directamente sino sólo indirectamente: por alusión o insinuación, lo que siempre ha sido parte de las herramientas estéticas incluso cuando han sido rechazadas por las matemáticas y las ciencias naturales como técnicas del oscurantismo. Para la ooo, es posible decir algo sin decirlo del todo, como es claro en el caso de la metáfora. La metáfora de Homero, “el mar oscuro como el vino”, no puede parafrasearse de manera literal y, de hecho, ninguna obra de arte o edificio puede parafrasearse de ese modo. En contraste, las ciencias no sólo pueden, deben parafrasear los objetos de manera literal. Un científico no insinúa la realidad del quark o del fotón, sino que debe descubrir propiedades que literalmente le pertenecen. El quark y el fotón no son algo por encima o por debajo de sus cualidades, sino que consisten por entero en esas cualidades. Incluso si las ciencias nunca llegan a tener un conocimiento exhaustivo de todas las propiedades de cualquier entidad, ese conocimiento es su objetivo y ningún científico estará satisfecho tan sólo con alusiones estéticas a los objetos que estudia.

Ése no es el caso para los arquitectos ni mucho menos para los artistas. De ahí mi consternación ante la tendencia a ver los objetos estéticos sólo en términos algorítmicos o paramétricos: una estrategia de matemático o científico que no puede hacerle justicia al objeto estético. Como Kant dejó claro en su Crítica del juicio, no hay manera de dar reglas para la producción de la belleza y ninguna manera para explicar literalmente por qué un objeto es superior estéticamente a otro. La razón de esto, según sostiene la ooo, es que los fenómenos estéticos tienen lugar primordialmente en la tensión entre objetos reales que son retirados del acceso directo y sus cualidades sensuales accesibles. Un objeto individual es un estilo, más que una colección de cualidades, tal como la obra completa de cualquier creador particular es un estilo más que una lista de obras específicas con cualidades literales particulares. Mientras algunos algoritmos o parámetros de diseño pueden ser herramientas útiles para generar una amplia gama de formas, los objetos que así se crean no pueden reducirse a los principios que los generaron del mismo modo que no pueden reducirse a los usos específicos a los que son sometidos por arquitectos o urbanistas. Los diseñadores son mejores cuando se mantiene una brecha entre cualquier principio conceptual y el objeto que de él resulta, así como los objetos son mejores cuando son más que cualquier cantidad infinita de descripciones. La filosofía auténtica nació cuando Sócrates nos mostró que ninguna búsqueda de definiciones literales tendría éxito jamás, ya que la filosofía no es un conocimiento sino, en el mejor de los casos, el amor de un conocimiento o una sabiduría inalcanzables. Al hacerlo, Sócrates apuntó el parentesco entre la filosofía y las artes, que siempre mantendrán una relación mucho más cercana de la que supuestamente tiene con las matemáticas o las ciencias.

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No https://arquine.com/no-nundo/ Wed, 27 Jun 2018 17:52:22 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/no-nundo/ Antes de que la euforia productiva agote el territorio, antes de perdernos en excentricidades, de quemar el dibujo, de malgastar recursos humanos y materiales en resolver, alienados, el cómo, es necesario acometer la verdadera necesidad desde la pregunta previa del qué, qué es lo que realmente hay que hacer, y qué NO.

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Sólo de la pulsión negativa, sólo del laberinto del NO,
puede surgir la “arquitectura” por venir.(1)

 

Hoy la capacidad de la humanidad para alterar el territorio marca el inicio de una nueva era.(2) Las urbes se densifican y expanden como respuesta directa al aumento y desplazamiento de la población mundial. La capacidad económica, técnica y material facilita la construcción de infraestructuras y edificios. Los elementos se multiplican para cubrir necesidades, pero principalmente para generarlas con el fin de sustentar el sistema económico. El entorno se construye por adición, por superposición de capas. Se cuenta con el conocimiento y las herramientas para materializar cualquier proyecto, y se anhela la construcción de lo que sólo la imaginación limita. La exaltación de la creatividad impone aceptar que todo puede ser y provoca el intento constante de la ejecución de lo utópico. La humanidad está inmersa en el proceso creativo materializando el entorno futuro mientras habita lo que considera un insuficiente presente, rodeada por la lluvia de propuestas y tanteos que se materializan en prototipo para construir la realidad.

Sin embargo, como en cualquier proceso creativo, como en el proceso proyectual arquitectónico, para construir ciudad, para llegar a la propuesta óptima que satisfaga las necesidades reales, es necesario —tras el volcado de ideas inicial— saber discernir, jerarquizar, priorizar, elegir y por tanto, renunciar. De la montaña de croquis, de la maraña de líneas, hay que rescatar las trazas certeras que, a diferencia de etapas anteriores de la historia, no han de ser necesariamente las que mejor representan, la que más definan, sino las que son capaces de dar acogida a lo que hoy somos, incertidumbre. La humanidad, ha de pasar a la siguiente fase del proceso, antes de que la euforia productiva agote el territorio, antes de perdernos en excentricidades, de quemar el dibujo, de malgastar recursos humanos y materiales en resolver, alienados, el cómo, es necesario acometer la verdadera necesidad desde la pregunta previa del qué, qué es lo que realmente hay que hacer, y qué NO.

Analizar y definir la ciudad por lo que NO ha de contener, por sus renuncias a intervenciones perniciosas, por la ausencia de lo prescindible, por la resistencia a integrar lo que no sea beneficioso para el interés general, por la capacidad de resistirse a actuaciones insostenibles. Proteger y generar los vacíos y silencios, las pausas e indefiniciones, el espacio común ciudadano, que debe acoger la urbe. Mantener las ciudades en continuo proceso de limpieza, de minimización, con urbanismos que alerten y combatan las congestiones, los excesos, la sobre-adecuación, el derroche, que eliminen los lastres y las lacras.

NO construir, como actitud de respeto y puesta en valor del entorno y en consecuencia priorizar la reutilización, el mantenimiento y el cuidado, para lo cual se impone la minimización de impactos en la preexistencia y una estrategia de mínimas intervención con máximo impacto, llegando al desmantelamiento si es necesario.

NO emprender ni facilitar los urbanismos perniciosos, que adulteran las ciudades, preservando los suelos libres, los no definidos y su potencialidad. NO diseñar elementos prescindibles que lleguen a materializarse en nuestro entorno inmediato, ocupando sin reflexión previa. No sustentar propuestas que por principio no podrán ser nunca sostenibles, demostrando que no hacer algo puede ser la más sostenibles de las propuestas. No intervenir en parajes que tienen valor en sí mismos. Renunciar, guardar una distancia respetuosa con lo existente. La negación como resistencia y la resistencia como propuesta de protección de la preexistencia.

NO como posibilidad prioritaria que obliga a discernir sobre lo que es imprescindible, necesario o deseable y, por tanto, a cuantificar mediante indicadores de verdadera sostenibilidad (política, cultural, económica, ambiental, social), imponiendo la exigencia de cada concesión.

NO como decisión de proyecto, que busca la transformación profunda desde la puesta en cuestión del requerimiento inicial.

NO como respuesta activa y propositiva, como base primera desde donde comenzar a intervenir.

NO como premisa que abre otras vías de reflexión crítica e impone la creación de nuevas herramientas de intervención.

NO como planteamiento proyectual para intervenir la realidad aditiva.

NO como herramienta para que NO sobre nada.


*Extracto indeterminado del libro NO publicado que recoge la base teórica de n’UNDO.


(1) Vila Matas, Enrique. Citado inadecuadamente de sus Bartlebys.

(2) El término Antropoceno (de griego ἄνθρωπος anthropos, ‘hombre’, y καινός kainos, ‘nuevo’), ha sido propuesto por algunos científicos para sustituir al Holoceno, la actual época del periodo Cuaternario en la historia terrestre, debido al significativo impacto global que las actividades humanas han tenido sobre los ecosistemas terrestres.


Este texto apareció en la Revista Arquine No.80 | Veinte años

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Movilidad. Lápices y semáforos https://arquine.com/movilidad/ Wed, 20 Jun 2018 15:23:16 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/movilidad/ La nueva generación de ingenieros no es la misma de hace 50 años: si antes creían que la infraestructura debía adaptarse a la demanda, hoy plantean la gestión de la demanda para adaptarla a la infraestructura existente. Con los arquitectos pasa algo parecido: lentamente comienzan a entender que sus obras impactan de manera directa la manera en que una ciudad se mueve y un concepto clave como desarrollo orientado al transporte sustentable ya no les resulta ajeno.

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El ex alcalde Pasqual Maragall gustaba decir que la gigantesca transformación experimentada por Barcelona en los años ochenta se produjo en gran medida por la interacción de dos herramientas: lápices y semáforos. Con los semáforos, los ingenieros de tránsito regularían los movimientos de la ciudad, mientras que los lápices serían las armas que los arquitectos usarían para dar forma a las nuevas vías. Ambos irían de la mano. Suena sencillo, pero la filosofía de Maragall supuso un quiebre, al menos en la teoría, de toda una historia de ninguneo entre ambas profesiones.

Si la arquitectura definió la forma de las ciudades durante 6,000 años, a la ingeniería de tránsito le bastaron 100 para cambiar radicalmente el paisaje urbano. De hecho, el mayor invento urbano del siglo pasado, el suburbio, no fue tanto una obra de arquitectos, urbanistas o promotores inmobiliarios, sino de ingenieros que planificaron, diseñaron y construyeron la infraestructura vial que haría posible la expansión dispersa y desconectada propia del modelo suburbano. Sin embargo, a pesar del enorme impacto territorial de estas grandes vías, rara vez se han enfrentado como un problema inherente al ámbito de la arquitectura. En la práctica, cuando los arquitectos han actuado en la vialidad estructurante de las ciudades, por lo general lo han hecho con hechos consumados. Así, su labor usualmente se ha visto reducida a la de un decorador de exteriores que diseña jardines en espacios residuales o proyecta programas comerciales y deportivos para habitar las frías penumbras que quedan bajo las estructuras elevadas. Unas flores por aquí, un mural por acá, una escultura de Sebastián vendida por kilo por allá. Algunos con gran visión comercial venden la pomada de la sustentabilidad para instalar jardines verticales en las columnas de concreto, todo a cambio de generoso espacio para la colocación de publicidad en las mismas estructuras de soporte. Las cicatrices se mantienen, sólo se les pone un poco de maquillaje.

Volviendo a Barcelona, la teoría de los lápices y los semáforos se puso en práctica en las rondas de Dalt y Litoral, vías de cintura que durante décadas habían sido promovidas por los ingenieros de tránsito para descongestionar la zona céntrica de la ciudad, y que habían encontrado feroz resistencia en el gremio arquitectónico, que veía en ellas un atentado a la estructura tradicional de la ciudad. La solución impulsada por Maragall fue la construcción de 35 kilómetros de rondas, pero con un trazado y diseño orientados a su inserción amistosa en el paisaje y la retícula vial. Más allá de los problemas inherentes a este tipo de estructuras, el resultado final son vías construidas como piezas de sastrería urbana, en las que los esfuerzos estuvieron puestos en evitar o disminuir las grandes cicatrices, haciendo intervenciones precisas de sutura entre los fragmentos separados por circulaciones que además se concibieron como miradores longitudinales de la ciudad.

Otra aproximación al problema está dada por las intervenciones de pequeña escala practicadas en la trama vial de Nueva York iniciadas en la administración Bloomberg. En este caso, los semáforos y lápices han sido complementados con un variopinto set de herramientas que incluye pintura, conos naranjas, jardineras, quitasoles y sillas de playa. El proceso de redistribución del espacio vial se valió de intervenciones rápidas y baratas (urbanismo táctico le llaman) para evaluar en maquetas escala 1 a 1 las soluciones para cada calle e intersección. Así, las sillas de plaza colocadas al azar dieron el insumo técnico al proyecto de reconstrucción de Times Square de Snøhetta, donde cada día miles de personas se juntan a disfrutar una plaza que hasta hace una década era una circulación vehicular.

Finalmente, un enfoque más radical involucra la demolición de viaductos elevados para reemplazarlos por espacios públicos que rescatan un río antes entubado (Cheonggyecheon en Seúl) o construyen un frente marítimo antes obstruido (Embarcadero en San Francisco). Al igual que en Nueva York, la ganancia se produjo sin afectar en forma negativa las condiciones de tráfico motorizado, que finalmente terminó redistribuyéndose en el resto de la malla vial, o sencillamente desapareciendo debido a la migración a otros modos o a la cancelación de viajes innecesarios.

Arquitectos e ingenieros de tránsito históricamente no se han hablado, pero la política de semáforos y lápices comienza a dar frutos. La nueva generación de ingenieros no es la misma de hace 50 años: si antes creían que la infraestructura debía adaptarse a la demanda, hoy plantean la gestión de la demanda para adaptarla a la infraestructura existente. Con los arquitectos pasa algo parecido: lentamente comienzan a entender que sus obras impactan de manera directa la manera en que una ciudad se mueve y un concepto clave como desarrollo orientado al transporte sustentable ya no les resulta ajeno. No todo está perdido: ya llegará el día en que el segundo piso del Periférico se convierta en un bulevar elevado donde los habitantes de la Ciudad de México pasearán para contemplar la metrópolis desde las alturas.

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