Resultados de búsqueda para la etiqueta [Vaumm ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:23:55 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Cruzar el bosque https://arquine.com/obra/cruzar-el-bosque/ Tue, 13 Feb 2018 17:14:13 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/cruzar-el-bosque/ El barrio de Alaberga, en Errenteria, Gipuzkoa, se construyó en los años 60 en una zona de accidentada topografía. El proyecto de Vaumm arkitekturak busca conectar este ámbito urbano mediante dos ascensores urbanos que, gracias a su acabado en espejo, pretenden una relación directa con ese entorno natural cambiante inserto en la ciudad.

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Hay proyectos que transitan por escalas diversas y que en principio parecen inconjugables, escalas que afectan a la ciudad pero que anclan su arquitectura en la materia.

La ciudad es forma, tejido edificado, público y privado, pero también es el sumatorio de las personas que la habitan. El envejecimiento de la población es en la actualidad una realidad innegable. En nuestra sociedad 9 millones de personas tienen ahora más de 65 años. En el año 2050 esa cifra alcanzará los 15 millones, es decir, 1 de cada 3 ciudadanos tendrá más de 65 años. El impacto sobre la sanidad, la economía, o la sociología es más que evidente, pero ¿cuál será el impacto sobre la ciudad?

El barrio de Alaberga, en Errenteria, Gipuzkoa, se construyó en los años 60, en pleno desarrollo industrial, para albergar un gran número de población de la forma más rápida posible. La accidentada topografía dividió la ordenación en dos ámbitos diferenciados, uno en la cota baja organizado en torno a la iglesia y con unos bloques lineales que se acercan a la formalización de manzanas y calles; y otro con edificaciones dispersas que trepan por las laderas dejando vacías las zonas más escarpadas. Hoy Errenteria se ha expandido por la cota más alta dejando ese territorio verde como un vacío verde urbano que divide el municipio con un desnivel de más de 40 metros.

Una ciudad partida, que puede ser reconectada para el peatón mediante dos ascensores urbanos, que van suturando todas las cotas importantes, caminos intermedios, accesos a la iglesia o a las viviendas cercanas. Así como la de un nuevo vial que permite que un bloque con 6 portales y 42 viviendas acceda ahora a cota al portal, sin tener que subir un desnivel de 10 metros de angostas escaleras para poder acceder a la planta baja. Esta intervención únicamente puede explicarse desde lo urbano, como una solución directa a la obsolescencia de un esquema de ciudad que fue pensado para otro perfil de habitante y que hoy resulta inaceptable para una gran mayoría de la ciudadanía.

Por otro lado la propuesta debe concretarse y responder al lugar en el que se sitúa. El proyecto concentra gran cantidad de esfuerzos en domesticar la percepción de estas dos infraestructuras que cruzan la ladera. Aquel espacio residual, cedido a la naturaleza, dadas sus malas condiciones para la edificación, es una barrera física para la ciudad pero también un pulmón verde de gran valor que debe ser preservado. Un bosque denso de arboles caducos cuya apariencia cambia radicalmente del verano al invierno, construyendo diferentes percepciones respecto de un nuevo lugar.

Las caras facetadas de ambas estructuras y su revestimiento de aluminio pulido espejo pretenden una relación directa con ese entorno cambiante. Juguetear con los mecanismos que rigen la percepción del espectador supone para el arquitecto la posibilidad de organizar un mundo de sorpresas o desequilibrios que retan a la seguridad que el conocimiento previo del mundo nos rodea. Al fin y al cabo la percepción no es otra cosa que la manera en la que nuestro cerebro interpreta los diferentes estímulos que recibe a través de los sentidos para formarse una impresión consciente de la realidad del contexto por el que nos movemos. Los reflejos y superposiciones de cubiertas, nubes, ramas u hojas se convierten en el verdadero y cambiante material de las torres y pasarelas. De algún modo el paisaje parece en ocasiones fluir apoderándose del volumen construido, desdibujando sus límites, alterando su masa. No se sabe si el paisaje ha reabsorbido la arquitectura, o si por el contrario es la obra construida la que se ha apropiado del marco natural.


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Los sentidos de la arquitectura https://arquine.com/los-sentidos-de-la-arquitectura/ Thu, 04 Feb 2016 00:16:37 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/los-sentidos-de-la-arquitectura/ El excesivo desarrollo de lo visual que atiende hoy cada espacio que vivimos –manifestado en la hiperacumulación y difusión de imágenes en blogs y redes sociales– tiene también su manifestación en el exceso efectismo visual que deriva en un exceso de consumo, likes y falta de profundidad generalizada. En el mundo del multitasking la atención escasea y la mirada pronto se aburre necesitada de algo nuevo. ¿Cómo recuperar la experiencia de la arquitectura más allá de la vista?

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“[La piel] es el más antiguo y sensible de nuestros órganos, nuestro primer medio de comunicación y nuestro protector más eficaz […]. Incluso la transparente córnea del ojo está recubierta por una capa de piel modificada […]. El tacto es el padre de nuestros ojos, orejas, narices y bocas. Es el sentido que pasó a diferenciarse en los demás, un hecho que parece reconocerse en la antiquísima valoración del tacto como ‘la madre de todos los sentidos.”

– Ashley Montagu, citado por Juhani Pallasmaa en Los ojos de la piel

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El excesivo desarrollo de lo visual que atiende hoy cada espacio que vivimos –manifestado en la hiperacumulación y difusión de imágenes en blogs y redes sociales– tiene también su manifestación en la arquitectura que parece perder cada día más sus cualidades táctiles y materiales a favor del efectismo visual que, como consecuencia añadida, deriva en un exceso de consumo, likes y falta de profundidad generalizada. En el mundo del multitasking la atención escasea y la mirada pronto se aburre necesitada de algo nuevo.

Días atrás manifesté en otro texto –aparecido aquí– que está lógica visual, de consumo rápido y desmedido puede tener –si no las está teniendo ya– consecuencias en el ejercicio de la arquitectura. Fenómenos como Instagram pueden hacer que los edificios ya no luchen por construir una imagen integral –como ocurría, por ejemplo, en muchos ejemplos del Movimiento Moderno– ni siquiera transiten hacia una experiencia que pase más allá de unos pocos minutos, por el contrario, hoy nos encontraríamos ante una arquitectura de efectos y colores, ampliada a partir de los filtros y colores con los que tamiza la realidad esta red social. Esta arquitectura –con sus efectos plásticos o su capacidad de concentración social– acaba convertida en un producto rápido que deja poco más que una ejercicio pasajero. Una cualidad que no es un defecto sino justo eso, una cualidad aplicable a cierta arquitectura contemporánea.

Recuperar aquí otras formas de experimentar la arquitectura, que den rienda suelta a las afinidades más hápticas –del griego háptō, tocar, relativo al tacto– supone también una defensa de la detención como forma de aprendizaje. Frente a la mirada consumista, que todo lo devora, la mano necesita más tiempo que el ojo, porque necesita palpar la textura y la forma de las cosas, así como su temperatura, su color o su finura. El deseo excesivo por el ahora –lo inmediato y el consumo rápido– queda manifestado en la mirada desatenta, dispersa que relega la potencia y atrofia las cualidades de la arquitectura.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando el arquitecto pierde la facultad de ver? Al hilo de la pregunta, Iñigo García –uno de los arquitectos fundadores de Vaummnos descubría a muchos el nombre de Chris Downey, un arquitecto radicado en San Francisco que en 2008 perdió por completo la vista. En tales circunstancias y manifestando de nuevo la importancia que parece tener la vista para el arquitecto hoy, ¿se puede seguir ejerciendo la profesión?

La respuesta de Downey es simple: sí. Cierto que su modelo de producción tuvo que cambiar; uso técnicas de impresión 3D, con planos en relieve, que le permitían tocar y experimentar las formas –las arquitecturas– a través de sus dedos.

Las consecuencias de tal suceso sólo podría narrarlas el propio Downey, pero podemos insinuar una arquitectura diferente. Frente a la superficialidad que sufre la arquitectura, trasladada en imagen, la forma de trabajo de este arquitecto ciego recupera su tridimensionalidad y funciona como recordatorio material: la arquitectura no es sólo una foto, hemos de recordar que pesa y se siente. Eliminado el imperio de lo visual, la arquitectura puede recuperar su capacidad de experiencia, haciendo manifiestos los sentidos que hasta ahora parecían perdidos y silenciados.

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