Resultados de búsqueda para la etiqueta [urbanismo latinoamericano ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Thu, 01 Feb 2024 00:31:11 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Narcópolis https://arquine.com/narcopolis/ Wed, 31 Jan 2024 21:40:49 +0000 https://arquine.com/?p=87310 Con el auge del crimen organizado como gestor de las ciudades mexicanas, ¿por qué los planes y programas urbanísticos no alcanzan para rescatar las ciudades de la violencia? 

El cargo Narcópolis apareció primero en Arquine.

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Better design will not save us from ourselves.

Wade Graham (1)

Hace poco se viralizó en las redes un video en el que un grupo de mujeres indígenas de la comunidad wixárika (o huichol), en Jalisco, solicitaban la ayuda al líder de un cartel para controlar la violencia que mantiene asolados a los habitantes de esa región. Numerosos reportes en Chiapas, Estado de México y Tabasco señalan que locatarios de mercados públicos han tenido que cerrar por las amenazas recibidas si no llegan a cubrir las cuotas solicitadas para ejercer el comercio. Una balacera en la alcaldía Iztacalco de la Ciudad de México (CDMX), que tuvo un saldo de dos muertos y varios heridos, pone en evidencia la extorsión a la que están sujetos los vendedores callejeros de la zona. Podría seguir enumerando hechos similares en diversas ciudades o regiones, pero sería reiterativo y redundante. El más reciente informe de la World Population Review (2) ubica a 7 ciudades mexicanas entre las primeras 10 más peligrosas del mundo: “pueblos mágicos”, que han pasado a ser trágicos. 

Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, antes de la pandemia se registraban cerca de 900 mil extorsiones a pequeñas y medianas empresas en todo el país (3). Tras la pandemia de covid-19 es probable que esa cantidad se haya duplicado, pero las cifras son difíciles de rastrear, y se calcula que 92% de las extorsiones permanecen sin denuncia (4). 

Actualmente, en no menos de 25% del territorio nacional, la delincuencia controla o participa en temas relacionados con la seguridad comunitaria, abasto de gasolina, comercio con materiales de construcción; también determinan el precio de productos como el aguacate, limón, pollo, jitomate o la dotación de servicios públicos como transporte, agua, permisos de construcción, vivienda e incluso el derecho a la movilidad y el uso de vías de transporte. Según el NorthCom del Departamento de Estado de Estados Unidos, este control podría alcanzar hasta 35% del territorio. 

En 1942, en una publicación de la Universidad de Harvard, Josep Lluís Sert se preguntaba “¿Can Our Cities Survive?” (5). Hoy podríamos reformular la pregunta de otra manera: ¿quién subsistirá, usará, usufructuará y diseñará nuestras ciudades?, ¿y quién gobierna nuestras ciudades? 

“Nuestras ciudades” están viendo el surgimiento de un nuevo modelo en el que el Estado y el mercado —las dos piernas que mueven la urbe — están siendo secuestrados y suplantados por el crimen organizado, y establecen relaciones de intercambio “tributario” como las que se dan entre un proveedor de bienes y servicios y un “contribuyente” —si bien forzado por la violencia, para pagar a un nuevo recaudador por el ejercicio de sus derechos. Todo esto no es más que la usurpación de un “autoridad” por otra, cuya función sigue siendo la de dotar de esos servicios y monopolizar legítima o ilegítimamente el uso de la violencia, según el viejo precepto de Max Weber. 

En muchas ciudades el Estado ha quedado desdibujado y usurpado por grupos delictivos, que controlan importantes mercados, no sólo el informal sino el formal. En fechas recientes, en Acapulco y Taxco, en el Estado de Guerrero, se ha tenido que detener el servicio de transporte público como protesta por el cobro de extorsión a los choferes. 

Gobiernos, cámaras, organizaciones y gremios diversos apelan a la moral y al diseño para tratar de remediar el conflicto como si fuese un acto deliberado de voluntad moral o de corrección estética. Creamos programas y políticas públicas que consumen los escasos recursos del Estado para elaborar normas y proyectos, que nada cambian en realidad. En el Centro Histórico de la Ciudad de México, como en muchos otros, se han hecho infinidad de reglamentos y proyectos de “embellecimiento”, que muy poco o nada hacen para extirpar la trata de personas, el narcomenudeo, la extorsión o el cobro de piso. En cambio, la sobrerregulación mantiene a cientos de inmuebles fuera del mercado inmobiliario, abandonados, sumidos en la decadencia como hospedaje y refugio de criminales. En tanto, muchos arquitectos, urbanistas e instituciones de gobierno se dedican a diseñar y construir pabellones cuyo destino final es el like de Instagram; o a crear planes y programas estériles mientras la ciudad alrededor se desgrana y corroe. 

¿Por qué los planes y programas urbanísticos, las campañas publicitarias o la corrección arquitectónica, a pesar de las posibles buenas intenciones que puedan contener, no alcanzan para recuperar a las ciudades de la violencia y el rapto del crimen? 

La respuesta no está en el diseño ni la normatividad, menos en la policía. Seguimos viendo a la ciudad como una gran escultura moldeable mediante ordenamientos y arquitecturas, y no como lo que es: un gran mercado de suelo y trabajo con un árbitro: el Estado. 

Las propuestas urbanísticas suelen plantearse en términos normativos o espaciales. Se sigue imaginando a las ciudades como un tablero de dibujo cuya viabilidad reside en un trazo adecuado, edificios, calles y plazas bien localizados, diseñados correctamente, flujos medidos, ordenados y normas convenientes que intentan resolver los conflictos derivados del interés público y el interés privado. Es la visión utópica-estatista tradicional que adjudica al establishment técnico-político todas las decisiones urbanas, y deja al mercado como una externalidad más bien perniciosa que es necesario mantener a raya. 

Sin embargo, en la ciudad moderna es el mercado el que asigna y distribuye la posesión de recursos y mercancías, con un Estado que debería determinar la utilización de sus ganancias orientadas al bien común. Son esas dos instituciones las que de verdad modelan la urbe moderna. Quien tenga el control de esas entidades controlará la ciudad. La visión idílica del urbanismo utópico puede ser más romántica o políticamente correcta, pero es una ficción. Las ciudades se parecen más a un tablero de Monopoly que a un mandala. No es fortuito que hayan sido los pasajes comerciales lo que Walter Benjamin identificó como el germen de la ciudad moderna.  

Los mercados son los que “producen” la ciudad, con o sin el Estado, velando por los derechos ciudadanos para redistribuir fiscalmente sus excedentes. Se esperaría un equilibrio entre ambas para interactuar con la ciudadanía, fomentar la pluralidad democrática, la alternancia representativa de los distintos intereses y promover la sostenibilidad, aunque no siempre suceda así. 

Un Estado metropolitano sin un mercado en pleno desarrollo es incapaz de hacer frente a las demandas ciudadanas de servicios, equipamientos, espacio público y, por supuesto, su seguridad. No puede haber ciudades ricas sin Estados ricos. Y su opuesto es igual de certero, una ciudad pobre es igual a un Estado pobre. La economía y la ley van antes que la arquitectura y el urbanismo, y garantizan su viabilidad. 

Las grandes ciudades, que hoy admiramos por su calidad de vida y su positiva especialidad pública, fueron mucho antes crisoles de capital y comercio: desde Venecia, Ámsterdam o Hamburgo, hasta Chicago, Nueva York o Seúl, siempre ha sido necesario empatar riqueza y gobernanza. 

La ciudad de Medellín, en Colombia, se presenta con frecuencia como un caso de éxito contra el rapto criminal, suele presumirse su caso como un triunfo del urbanismo —y ciertamente lo es—, sin embargo, pocos se preguntan quién pagó esas nítidas plazas, los parques o las famosas bibliotecas. La estrategia urbanística de rescate del espacio público no hubiese sido posible sin el apoyo fiscal de las Empresas Públicas de Medellín (EPM), la agencia de gestión que operó los proyectos y las obras de rescate, beneficiaria directa de los dividendos millonarios de la industria hidroeléctrica exportadora de energía a Puerto Rico y República Dominicana, y que aportó anualmente más de 400 millones de dólares a las EPM, sin mencionar la orientación productiva de la renta inmobiliaria y la eficiente recaudación fiscal. (12).  

“Se puede decir que un gran aprendizaje para todos es que una ciudad debe fortalecer la inversión social no solamente por justicia y equidad, sino también como estrategia para fomentar desarrollo económico y competitividad…” (13)  

El plan Medellín sólo pudo ser promovido por un Estado fiscalmente sano, en superávit y con suficiente legitimidad de representación democrática. Sí, hubo proyectos buenos y una sana gestión urbana, pero estos sólo fueron posibles gracias a la derrama económica de un mercado fortalecido y encausado para generar altos ingresos fiscales. 

Acapulco, recién sacudido por el huracán Otis, podría convertirse en un laboratorio para rescatar una ciudad mediante la reinvención de un mercado exitoso para generar una sinergia productiva entre empleo, utilidades, equipamientos, infraestructuras y recaudación; o podría convertirse en la primera “narcópolis” integral capturada por la mafia y sus allegados establecidos como nuevos gestores metropolitanos. Hoy ya controlan amplios sectores de los mercados y el Estado. 

Los carteles funcionan —sugiere Claudio Lomnitz (14)— como organizaciones gremiales dentro de un sistema “feudal”, que se asocian jerárquicamente a cambio de protección y “empleo”, crean pactos de lealtad y sumisión para operar y delimitar su territorio, buscan ejercer autoridad y el usufructo de la renta geográfica de usos y servicios, en complicidad o a pesar de un Estado debilitado o inexistente. Así, la violencia se erige como el código de apropiación y jurisdicción territorial. 

El Laboratorio de Análisis y Comercio, Economía y Negocios (LACEN) calcula hasta en 2 puntos porcentuales la inflación causada por el “cobro de piso” (6); y la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas del Inegi (7) estima que el costo de la delincuencia en unidades económicas se ubica al año en $120 millones, es decir 0.67% del producto interno bruto (PIB) (8). Y eso sólo por hablar del “impuesto” criminal a empresas formales, sin contar al comercio informal que podría ser equivalente. Comparémoslo con los $16,934 millones recaudados por el Gobierno de la Ciudad de México por concepto de Impuesto Predial en 2022 y podremos vislumbrar el tamaño y escala del precio del crimen, así como la dimensión del mercado en la economía metropolitana (9). Estudios del BID consignan que los costos totales del delito en América Latina pueden llegar a costar en promedio, alrededor de 3% del PIB (10). 

La dificultad de la gran mayoría de la población para integrarse a los mercados formales de trabajo alienta la informalidad, que al mismo tiempo suple la oferta precaria de servicios como transporte, abasto, bienes de consumo y seguridad. La informalidad es el primer punto de infiltración del crimen organizado a campos más amplios de influencia, ahí comienza su expansión metropolitana, con la creación de alianzas con muchos colectivos de comerciantes callejeros muy difíciles de fracturar al tiempo que su fragilidad, aunada a la ausencia del Estado, es el caldo de cultivo de la delincuencia institucionalizada. 

En México al menos la mitad del empleo es informal, y prácticamente todo el comercio informal se encuentra tocado por la delincuencia sea en forma de extorsión, cobro de derecho de piso, o blanqueo de dinero (11). 

Estos grupos pueden comenzar a crear formas distintas de desarrollo urbano —inciertas aún—, pero basadas en la fuerza motriz primigenia de la ciudad moderna: la utilidad del suelo. En ello, son más modernos estos nuevos gestores que los tradicionales, son más conscientes de que la localización tiene un precio proporcional al uso, el potencial y la intensidad. Ya incluso poseen tarifas por metro cuadrado según su ubicación y lo exigen por encima de la autoridad establecida: derecho de piso, que podría llamarse “derecho de suelo”, una forma de catastro fiscal para tasar un impuesto alterno. 

“En el retrato implacablemente sombrío de Buñuel en la vida en la Ciudad de México en 1950”, nos recuerda McGuirk (15), “el crimen se presenta como una consecuencia inevitable de la pobreza”, pobreza producto de mercados alternos, formas de gobernanza paralelas, nuevos pactos y una nueva asociación metropolitana. 

“Quienes se dedican a estos impuestos se han convertido en toda una administración paralela donde la recaudación fluye que ya quisieran las Haciendas públicas.” (16) 

No es con más policía, ni sembrando cuarteles militares como lograremos expulsar al narcotráfico o, al menos, mantenerlo al margen de la economía productiva de nuestras ciudades. Tampoco se logrará con cosméticos placebos arquitectónicos, acupunturas triviales o planes abstractos de usos, ocupación y densidades, sino creando un mercado más potente y vigoroso que el que controlan las mafias locales. Necesitamos reemplazar un mercado por otro e implantar el mecanismo jurídico que le permita funcionar, que regule sus excesos, reparta sus excedentes y lo proteja de sí mismo, de eso que llamamos Estado, reacción urgente ante criminales que pretenden hacer lo mismo para sus intereses. Cualquier otra fórmula será insuficiente o, de plano, un derroche innecesario de energía y dinero. Las ciudades son un crisol de riqueza, sus reactivos son el suelo y el fisco. Sobra decir que los beneficios deben ser compartidos entré lo público y lo privado. 

La arquitectura y el urbanismo son los instrumentos de ese proceso redituable y redistributivo: son su efecto, no su causa. Un Estado consolidado y apoyado en un mercado potente puede hacer surgir lo que Louis Kahn esperaba de las ciudades, un lugar donde los niños y las niñas puedan elegir su futuro, y no en el que se vean obligados a optar entre empuñar un arma o migrar hacia mercados que sí den cabida a sus ideales, garantizados por un Estado legítimo. 

¿O será posible que estemos en el punto en el que tal vez ya no haya retorno y las ciudades sencillamente estén cambiando de dueño? Creo que serán los mercados los que hablen pronto en un sentido o en el otro: 

“Nuestra violencia es un síntoma de Estado, que aún no sabe o no quiere nombrarse a sí mismo.”
Claudio Lomnitz (17) 

 

Notas 

  1. Graham, Wade; Dream Cities, HarperCollins Publishers Inc., New York, 2016.
  2. World Population Review: https://worldpopulationreview.com
  3. Martínez, Trujillo María Teresa; “Extorsión y cobro de piso: la protección que inquieta”, Nexos, 13 de diciembre de 2021.
  4. Morán, Breña Carmen, “La omertá mexicana: millones de comerciantes pagan ‘el piso’ a los criminales para vender en las calles”; El País, 2 de enero 2024.
  5. Sert. José Lluís; Can Our Cities Survive?, Harvard University Press, Cambridge, 1942.
  6. Hernández, Enrique; Forbes, 4 de mayo de 2022.
  7. Encuesta Nacional de Victimización de Empresas del Inegi del 2022.
  8. Pérez, Maritza; El Economista, 30 de septiembre de 2022.
  9. Secretaría de Finanzas de la Ciudad de México: www.finanzas.cdmx.gob.mx 
  1. BID: https://publications.iadb.org/es/publicacion/17466/los-costos-del-crimen-y-de-la-violencia-nueva-evidencia-y-hallazgos-en-america
  2. Morán, ibid.
  3. McGuirk, Justin; Ciudades Radicales. Un viaje a la nueva arquitectura latinoamericana, Turner Noema, Madrid, 2015.
  4. Jaramillo Pérez, Jorge; Medellín. Urbanismo y sociedad, Turner, Madrid, 2019.
  5. Lomnitz, Claudio; “Interpretación del ‘tejido social rasgado’”, El Colegio Nacional, México, 2021.
  6. McGuirk, ibid.
  7. Morán, ibid.
  8. Lomnitz, ibid.

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23: describir una calle https://arquine.com/23-describir-una-calle/ Wed, 06 Sep 2023 15:16:43 +0000 https://arquine.com/?p=82707 En la memoria colectiva de quienes nos gusta el deporte, el número 23 representa al GOAT (Greatest Of All Time), el más grande de todos los tiempos, uno de los mejores deportistas de la historia: Michael Jordan, exbasquetbolista de la NBA que se volvió una referencia por sus logros profesionales y que se volvió una […]

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En la memoria colectiva de quienes nos gusta el deporte, el número 23 representa al GOAT (Greatest Of All Time), el más grande de todos los tiempos, uno de los mejores deportistas de la historia: Michael Jordan, exbasquetbolista de la NBA que se volvió una referencia por sus logros profesionales y que se volvió una influencia para efectos de esta investigación sobre la ciudad, el cuerpo y el deporte urbano. El punto de partida fue uno de sus momentos más icónicos: el que sucedió en el slam dunk (concurso de clavadas) en el Chicago Stadium de 1988: la imagen del cuerpo de Jordan suspendido en el espacio por casi un segundo (0.92, para se más exactos); un salto de 4.57 metros de longitud desde la línea de tiro libre; un recorrido por una distancia de 24.12 metros desde el lado contrario de la cancha. Ese número 23 junto con el isotipo es un cuerpo referente de la cultura urbana de esta y de muchas ciudades.

Ya en otros textos sobre La Ciudad hacia una serie de cuestionamientos. ¿Qué sería de esta ciudad sin su gran eje peatonal de comercio ambulante e intercambio económico desde el zócalo pasando por la calle de República de Argentina y su continuidad en la calle Jesús Carranza? ¿Qué sería de esta ciudad sin la transversalidad que comunica la calle de Matamoros con la glorieta del monumento a Cuitláhuac y sus remanentes verdes hasta el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco? ¿Qué sería de esta ciudad sin sus micheladas, gomichelas, chuperías, antojerías o facultades de entretenimiento los fines de semana? Por último, ¿qué sería de esta ciudad sin las colonias Tepito, Lagunilla, Peralvillo y Morelos?.

Desde el punto de vista urbano, por un lado está el eje que divide a la ciudad en oriente y poniente. Si partimos del punto de origen establecido durante la Colonia para el trazo de la ciudad —ubicado en la esquina que conforman la calle de Guatemala, la calle de Argentina, el Templo Mayor y la Catedral Metropolitana—, tenemos una conexión al sur que va desde el par vial de las calles 20 de Noviembre y Pino Suárez y la Plaza Tlaxcoaque, que se convierte posteriormente en San Antonio Abad y después en la Calzada de Tlalpan hasta Viaducto y la salida a la carretera de Cuernavaca al sur, hacia el estado de Morelos. Ese es el eje de movilidad vial con la calzada y la línea 2 del metro (la azul, al menos desde la estación Zócalo hasta Taxqueña, con la Terminal de Autobuses del Sur como final). Calzada de Tlalpan en realidad no es el eje que divide a la ciudad por nomenclatura, este es el Eje Central Lázaro Cárdenas que sí cruza en un mayor porcentaje toda la ciudad.

Del lado norte del Zócalo de la Ciudad de México se encuentra el eje de movilidad peatonal (otra de las razones por las cuales esta continuidad espacial no es el eje central de la ciudad, la prioridad siempre ha sido la vehicular), con la calle de República de Argentina que se convierte, pasando el eje 1 Norte (entre Ignacio López Rayón y Héroes de Granaditas), en la calle de Jesús Carranza que termina con el cruce de avenida Canal del Norte en el Jardín Gorostiza para unirse al par vial de Calzada de Guadalupe y Calzada de los Misterios (la continuidad de la diagonal de Paseo de la Reforma). Ese gran eje longitudinal a lo largo de la ciudad cruza por una calle en particular, la de Matamoros, que es una transversalidad que refuerza la movilidad peatonal, comercial y de entretenimiento de la zona del barrio de  Tepito y da a la colonia Morelos con un equipamiento en particular: el Mercado 23 de tenis de Tepito, con dirección en Fray Bartolomé de las Casas 32 B, código postal 06200, alcaldía Cuauhtémoc, cuya particularidad es la venta de artículos —en su mayoría calzado deportivo—. Este local es un referente de la zona y de la cultura urbana para buscar y encontrar sneakers y tenis de ediciones especiales de todas las marcas. Su nombre deriva del 23 que lucía en la camiseta que portó Michael Jordan, tanto como basquetbolista de la Universidad del Norte de Carolina, como en el equipo profesional de los Chicago Bulls. El número 23 y la famosa silueta de Michael Jordan — que proviene de una reproducción fotográfica de  Jacobus Rentmeester, conocida como the jordan logo o the jumpman—, así como la línea de tenis Air Jordan de 1985, diseñada por Peter Moore, Tinker Hatfield y Bruce Kilgore. Todo ello se ha convertido en un icono urbano del binomio de las marcas Jordan y Nike.

La calle Matamoros va de oriente a poniente desde la calle Toltecas (que comunica con el Centro Social y Deportivo Fray Bartolomé de las Casas), hasta la avenida Paseo de la Reforma y la glorieta del monumento a Cuitláhuac que en su continuidad vial se convierte en la avenida Ricardo Flores Magón, una de las colindancias viales del Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco. En  el cruce de la calle de Matamoros y la glorieta de Paseo de la Reforma un par de remanentes y áreas verdes —que se han convertido en el espacio público predilecto para tirarse a descansar, convivir y tomar el sol los fines de semana—, ahí inicia el barrio bravo de Tepito, con los volumétricos de letras gigantes que instauró la actual administración de la Alcaldía Cuauhtémoc como un indicador turístico para la zona.

La Facultad Tepito México, foto por Erik Carranza.

A lo largo de la calle Matamoros hay lonas amarillas, azules, blancas y pocas naranjas; gorras, ropa y tenis originales, copia, clon o pirata; micheladas, gomichelas, 
​“panteras rosas”, halls black y pitufos en locales que han reconvertido a esa calle de un mercado ambulante en estructuras más amplias a cubierto, bares sobre ruedas que dan cabida a clientes que buscan no sólo el entretenimiento y el consumo de alcohol, sino también la exposición de su marca; cuerpos vestidos en su totalidad de prendas Nike, Adidas, Puma, New Balance, Vans, Champion, Supreme, RipNDip, entre otras; cuerpos marca que se aglutinan en ese corredor divirtiéndose, tomando y bailando (los nuevos street jump men y cuerpos contorsionados en el piso por el perreo, el reguetón y los corridos tumbados); diseñadores de coctelería, maestros de ceremonia y DJ´s hacen de esta una calle festiva dedicada a la cultura urbana, convertida en un paseo los fines de semana (y horario extendido desde los miércoles  de 11 a 18 horas), donde se levantan espacios como La facultad Tepito México, una división académica con estudios especializados sobre la calle, implícito el diseño textil, de joyería y accesorios, diseño estético de uñas, cabello y tatuajes, diseño urbano e intervenciones efímeras, diseño musical (designer music o diseño rolas) y diseño gastronómico con tragos con promociones de 1 x 90 o 3 x 200 pesos (también se acepta moneda extranjera).

Este paseo por las calles Peralvillo, Jesús Carranza y Tenochtitlán sólo se ve interrumpido en la calle Jesús Carranza (el eje de movilidad peatonal de la zona), un filtro policiaco para control del público asistente (los alumnos de la facultad), motos de diferentes marcas como medio de transporte, carritos de supermercado como medio de movilidad para otras mercancías, códigos ocultos para tener acceso a otro tipo de experiencias, claves por descifrar para una calle que pasó de corredor comercial a paseo, a una gran pasarela urbana, videos, tik toks y reels incluidos; sombra y pequeños destellos de luz natural para traer puestos siempre los lentes obscuros, calle con una vida urbana intensa.

A lo lejos, el Centro Social y Deportivo Fray Bartolomé de las Casas, también conocido como el Deportivo Maracaná —donde dice la anécdota que la selección de Brasil jugó con los pobladores de Tepito durante el Mundial de Futbol de 1970, y donde actualmente juega el equipo LGBTTTIQ+ Las Gardenias—, un estadio que planteó una lucha urbana contra el proyecto totalizador de Mario Pani, y luego frente al proyecto parcial de TEN Arquitectos. Pero esa es otra historia, la de este texto es la descripción breve de una calle que está dedicada a Michael Jeffrey Jordan, a propósito de su aniversario (el exjugador cumplió 60 años el 17 de febrero de este año) y por la estética urbana como legado para esta y otras ciudades.

Air Jordan × Chilango, foto recuperada de la página de Lust México.

Este texto forma parte del proyecto de investigación Ciudad cuerpo y deporte urbano del Sistema Nacional de Creadores de Arte en Arquitectura (diseño arquitectónico). 

Referencias:

  1.  En 2020, Nike y Jordan lanzaron una edición especial dedicada a la Ciudad de México: Air Jordan × Chilango. 

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