Resultados de búsqueda para la etiqueta [Turistificación ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:31:47 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Si Venecia muere https://arquine.com/si-venecia-muere/ Wed, 03 Jun 2020 14:34:48 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/si-venecia-muere/ Si Venecia muere, dice Salvatore Settis, no será la única cosa que muera: la misma idea de ciudad —como un espacio abierto donde la diversidad y la vida social pueden desenvolverse, como la creación suprema de nuestra civilización, como el compromiso con una promesa de democracia— también muere con ella.

El cargo Si Venecia muere apareció primero en Arquine.

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Cuando en una entrevista en el semanario italiano Left le preguntaron al historiador Salvatore Settis cuáles son las lecciones que deja la pandemia, respondió:

“Nos da dos lecciones diferentes; una positiva si podemos aprender de la historia —lo que no sé si suceda. Hemos visto un cielo más limpio y más estrellas. Esta sensación también se tuvo en una pequeña, en general poco industrializada, como Pisa. Si pudiera, me lanzaría en paracaídas sobre Venecia en estos días. Amigos me cuentan sobre la maravilla de la ciudad semidesierta, el Gran Canal que parece limpio, sin tráfico. Con esta disminución temporal de la contaminación del aire, el ruido, todo, nos damos cuenta de cuánto estamos violando el medio ambiente que nos rodea. Deberíamos de aprender de eso. […] Por otro lado, sin embargo, las ciudades vacías tienen algo inhumano porque las ciudades, para decirlo con una metáfora fácil, están hechas de alma y cuerpo. El cuerpo son las calles, las paredes, los edificios, los monumentos, los museos, pero nosotros somos el alma. Si no hay personas que animen la ciudad, todo cambia. Esto también nos dice por qué hay tantas ganas de salir de casa. Con máscaras y manteniendo la distancia, muchos volvieron a sentirse parte de una comunidad.”

Salvatore Settis es arqueólogo e historiador de arte. Nació en Rosarno, Calabria, en 1941 y estudió arqueología en la Universidad de Pisa. Entre 1994 y 1998 fue director del Getty Center for the History of Art and the Humanities. Entre los muchos libros que ha publicado se encuentran El paisaje como bien común, Arquitectura y democracia y Si Venecia muere, publicado en italiano por Einaudi en el 2014, y cuya traducido al español, bajo el sello Turner, apareció a media pandemia, en abril de 2020.

En el primer párrafo de su libro, Settis afirma que las ciudades mueren de tres maneras:

“Cuando un enemigo despiadado las destruye (como Cartago, arrasada por Roma en el año 146 antes de nuestra era); cuando invasores extranjeros las colonizan violentamente, expulsando a sus habitantes indígenas y a sus dioses (es el caso de Tenochtitlán, capital de los aztecas, cuando los conquistadores españoles la destruyeron en 1521 para construir la Ciudad de México sobre sus ruinas), o, finalmente, cuando sus ciudadanos olvidan quiénes son y se vuelven extranjeros a sí mismos y, por tanto, sus peores enemigos aun sin saberlo.”

También desde el inicio Settis plantea esa metáfora de la que habla en la entrevista: las ciudades formadas por alma y cuerpo. Una es la ciudad visible, dice, hecha de calles y casas, de plazas y parques; la otra, la invisible, es más que sus habitantes: “también es un tapiz vivo de historias, de memoria y de principios, de lenguas, deseos, instituciones y planes que la han llevado a tener su forma presente y que la guían en su desarrollo futuro.”

Por eso, plantea, no tiene sentido querer mejorar la ciudad atendiendo sólo a la belleza de lo visible y descuidando las relaciones sociales y humanas que le dan sentido. Settis toma Venecia de ejemplo porque, dice, “si la ciudad es la forma ideal y la quintaesencia de la comunidad humana, Venecia no es sólo el símbolo supremo de ese entramado de significados, sino también de su decadencia, no sólo en Italia sino en el mundo entero.” Según los datos que aporta Settis, Venecia tenía en 1540 más de 129 mil habitantes. Tras la plaga de 1631, la población se redujo a unos 98 mil. En 2015 la población apenas rebasaba los 56 mil habitantes. En 1950 en Venecia se registraron 1,924 nacimientos y 1,932 muertes; en el 200 hubo 1,058 muertes y sólo 404 nacimientos. La ciudad, la invisible, desaparece.

En comparación, afirma Settis, “cada año 8 millones de turistas inundan las calles y los canales de Venecia por un total de 34 millones de noches —poco más de 4 noches en promedio por turista—, cuando la capacidad máxima de la ciudad es de 12 millones de noches.” Haciendo referencia a un monocultivo —la forma da agotar los recursos de un terreno cultivando sólo una especie vegetal—, Settis llama a esto una monocultura del turismo que “domina la ciudad y excluye a sus ciudadanos nativos, encadenando la supervivencia de quienes se quedan a su voluntad de servir. Venecia —dice Settis— ya no parece capaz de crear nada más que bed-and-breakfasts, hoteles y restaurantes, agencias inmobiliarias, tiendas de souvenirs dedicadas a productos tradicionales (de vidrio a máscaras) y a poner en escena carnavales falsos, aplicando algo de maquillaje melancólico para dar a la ciudad una atmósfera de una feria de pueblo perpetua.”

En esta época el crecimiento de una ciudad se concibe de manera absurda sólo como la construcción de edificios altos y relucientes para hacinar a quienes puedan pagar el costo de los pequeños departamentos que contienen; “una retórica barata —dice Settis— ve al progreso social y al bienestar individual reflejado en la iconicidad facilona de los rascacielos.” Hablar de rascacielos y de Venecia podría parecer absurdo, pero la lógica del mercado inmobiliario internacional se alimenta de lo absurdo. Settis comenta la propuesta utópica del arquitecto Julien De Smedt —rodear a Venecia de una muralla de rascacielos que sirvan, además, para protegerla del aumento en el nivel del agua—, presentada en la Bienal de Venecia en 2010, y la estrambótica torre que Pierre Cardin propuso construir en Marghera, la zona industrial de la laguna, en 2012.

Pero Settis también considera como una especie de rascacielos, móviles y horizontales, a los enormes cruceros que entran hasta donde el Gran Canal se los permite. Los miles de turistas desembarcando al mismo tiempo en la ciudad hacen que la idea de Venecia como un gran parque de diversiones tenga aun más sentido.

El turismo, dice Settis, “es el filtro entre la Venecia que fue y la Venecia de hoy”, y aunque —como hoy se revela de manera dramática— el turismo es prácticamente el único sustento de los habitantes de esa ciudad, “sus problemas reales se han convertido en pretexto para agravarlos aún mas usando las técnicas de una economía depredadora.”

¿Quién está matando la ciudad?, se pregunta Settis en uno de los capítulos de su libro. “Los políticos, por supuesto, así como los magnates de la construcción, los especuladores inmobiliarios y varias manifestaciones de redes de la mafia que invierten capitales enormes en ladrillos y cemento. Son ciudadanos ordinarios, listos para seguir sus propios intereses y los de sus bolsillos. Pero la lista también incluye arquitectos, ingenieros, responsables de obra, planificadores que se convierten en autores o cómplices del saqueo de las ciudades históricas y sus paisajes.” La pregunta, crítica y retórica, que hace Settis sobre Venecia puede hacerse acerca del desarrollo inmobiliario en cualquier ciudad: ¿los arquitectos operan en un reino empíreo regido sólo por la estética sin ninguna relación con la sociedad, la ciudadanía o la memoria cultural? 

Para Settis el caso de Venecia no es importante sólo por cercanía, sino porque es una ciudad con una larga historia cosmopolita —una de las cunas, si no la cuna del capitalismo y la globalización—, que pese a su tamaño constituye un campo de pruebas para el futuro de muchas ciudades. “Si Venecia muere, dice, no será la única cosa que muera: la misma idea de ciudad —como un espacio abierto donde la diversidad y la vida social pueden desenvolverse, como la creación suprema de nuestra civilización, como el compromiso con una promesa de democracia— también muere con ella.”

El cargo Si Venecia muere apareció primero en Arquine.

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Ciudad y empresa https://arquine.com/ciudad-y-empresa/ Sat, 10 Jun 2017 04:38:02 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/ciudad-y-empresa/ La empresa más grande de renta de espacios turísticos es una que, sin embargo, no tiene ningún hotel, ni hostal, ni departamento, ni habitación propias: Airbnb. La idea es sencilla y se fundamenta, en su origen, en la conocida economía colaborativa: si tienes un espacio, compártelo, alquílalo y saca un pequeño incentivo de ello, ¿quién sabe?, quizá con ese dinero puedas, como promete la propia publicidad de la empresa en varias partes del mundo, desarrollar ese proyecto creativo personal.

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La empresa más grande de renta de espacios turísticos es una que, sin embargo, no tiene ningún hotel, ni hostal, ni departamento, ni habitación propias: Airbnb. La idea es sencilla y se fundamenta, en su origen, en la conocida economía colaborativa: si tienes un espacio, compártelo, alquílalo y saca un pequeño incentivo de ello, ¿quién sabe?, quizá con ese dinero puedas, como promete la propia publicidad de la empresa en varias partes del mundo, desarrollar ese proyecto creativo personal.

Por supuesto, no hay nada de malo en la idea en sí. El asunto entra en cuestionamientos cuando, debido a las nuevas demandas provocadas por la oferta de espacios, los precios de las rentas de las viviendas cercanas suben —es más rentable ofrecer la propiedad en Airbnb que tener un inquilino con contrato— y parte de la población local no puede seguir viviendo ahí. Resultado: zonas de la ciudad se vacían para dar cabida a esos nuevos turistas que ya no quieren ser turistas sino “vivir la experiencia de vivir la ciudad”.

Airbnb-4Publicidad de AirBnb

 

Ya he hablado antes en esta misma web sobre ciertos procesos de los que algunos han advertido sobre esta y similares plataformas, como la homogeneización y estandarización del diseño que trae como resultado —a sabiendas que un determinado espacio más moderno y de diseño, con pisos de madera y sábanas blancas, es más atractivo que otro para el navegante— o la precarización que esta forma de mercado impone, en la que cada espacio de tu vida debe ser capitalizado a fin de establecer cierta ganancia y rentabilidad. Pero, por supuesto, faltaba acotar el impacto que esta nueva economía genera en las ciudades.

Los estudios son diversos y algunos, como este desarrollado por montera34, analizan con minuciosidad los datos para ver qué tan cierto es que Airbnb es responsable de la subida de precios o de la gentrificación de ciertas partes de una ciudad. Tomando como base el País Vasco, al norte de la península ibérica, la investigación de este grupo permite ver cómo las ofertas de la empresa tienden a concentrarse en determinadas zonas turísticas de una ciudad. Tal esquema es el mismo que sigue, por ejemplo, la Ciudad de México —la ciudad del país con mayor número de huéspedes en Airbnb—, que, a la vista de los datos arrojados por la web airdna, es en las delegaciones más céntricas, como Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Coyoacán y, en especial y con mucha diferencia, Cuauhtémoc, donde mayor número de plazas se ofrecen. Se puede advertir entonces que el fenómeno de la gentrificación está asociado al numero de plazas de Airbnb. Dicho de otro modo: allí donde más se ha producido un proceso de expulsión de la población local, así como de sus comercios, es donde más plazas están disponibles. Sin embargo, adjudicar el proceso de transformación urbana a los nuevos modelos de renta es en sí mismo quedarse corto. Los procesos de gentrificación que barrios como La Condesa o La Roma han sufrido en los últimos años vienen de antes y de un proceso más largo y complejo al que empresas como Airbnb y demás se suman.

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Ello no evita que, muchas veces, surjan textos, bien cargados de cierto conservadurismo, bien a la caza de la polémica o en busca de likes, donde se decida lanzar proclamas denunciando cómo estamos perdiendo las ciudades que queremos. Por ejemplo, un artículo publicado por GC España, con un título bastante llamativo —Cada vez que usas Airbnb te estás cargando una ciudad que amas, advierte que este nuevo turismo no sólo expulsa a los tradicionales residentes sino que, consecuencia de ello, se transforman los comercios, al no necesitarse comercios de día a día como pueden ser ferreterías o talleres; un proceso lento que a la larga produce la gentrificación y transformación de los barrios. Pese a todo, y a la manera de exponer el artículo, tal apunte está basado en un sustrato de verdad, que debiera, inevitablemente, hacer que se revisara el modelo de urbanismo que estamos produciendo hoy en día. Y es que, tal y como se advierte tanto en el texto como el los datos arrojados en la investigación de montera34, el gran problema de Airbnb pasa por la poca regulación que existe en el mismo medio que permite, por un lado, que no tengan que cobrar impuestos especiales sobre la renta o el hospedaje y, por otro, que haya empresas o propietarios que controlen al mismo tiempo varios apartamentos o sub-renten propiedades ajenas. Nada ilegal en sí mismo, pero demuestra la transformación del propósito inicial. Bajo la llamada economía compartida, de la cual nacieron empresas como éstas, se ha convertido —o corre el riego de hacerlo pronto— en una economía controlada por unas pocas manos que subvierte cualquier propósito inicial —un beneficio común— por uno mucho más perverso, pero que se enraíza en nuestro competitivo sistema capitalista —el personal. Se trata pues de una corrupción de las ideas de las que partía la economía colaborativa.

Airbnb

Pero, pese a todo estas visiones más o menos críticas, el fenómeno sigue imparable y algunos ya han decido ver la plataforma como un potencial. Ello no evita que, más allá de ciertas campañas —Suecia sacó recientemente en la plataforma una serie de anuncios donde el país ENTERO se ofrece como destino turístico: sus costas, sus bosques y sus montañas son una estupenda habitación abierta para pernoctar—, ciudades como Barcelona, Nueva York, París, Seúl, Atenas, Barcelona o Toronto, que han visto crecer el mercado de Airbnb exponencialmente en los últimos años, ya poseen un numeroso grupo social de vecinos y apoyo institucional que critica y se persigue la presencia de departamentos en renta a través de la plataforma —y que ha derivado en el tan discutido fenómeno de la “turistificación”—, exigiendo políticas que los defienda de algo que consideran que va en su contra. Mientras y por su parte, la Ciudad de México sigue ya el ejemplo de otras ciudades en el mundo, como Lisboa, París, Londres, Milán o Ámsterdam, y ha anunciado que será la primera ciudad de América Latina en crear un impuesto especial a Airbnb, cobrando 3% del total de la cuenta del huésped para las arcas de la ciudad.

La discusión está, pues, sobre la mesa. Así, las presiones o los apoyos frente a modelos de Airbnb y derivados —como Uber en el caso del transporte— exponen, una vez más, cómo la ciudad es ya el lugar donde se pondrá a prueba el futuro. Ya no discutimos sólo las políticas a nivel estatal, sino que importan tanto o más aquellas cuestiones que afectan a lo local, a nosotros en nuestro día a día, pues, tal y como señala recientemente Alejandro Hernández Gálvez en su texto Urbe et orbi, nos enfrentamos a “un futuro (…) de ciudades y no de estados o naciones”, donde no sólo la gente, los vecinos, tendrán algo que decir, también las empresas cuyas operaciones afectan a la vida de estos, “empresas (…) que (…) controlan grandes redes de producción, distribución y consumo de bienes”. Pero en ese futuro, claro está, pasa también por decidir el modelo social que deseamos tener, si uno que priorice el bien común de la ciudad en su conjunto o uno que prefiera el de unos pocos —propietarios y empresarios—. Nada fácil. De momento, la Ciudad de México parece haber visto más beneficio en el apoyo a una empresa, tan es así que algunos han advertido tal acuerdo como un “idílico romance” que supone, primero, un reconocimiento a la marca —que ahora tiene cierto reconocimiento legal frente a las quejas de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles que consideran a la plataforma como la causante de la desocupación entre el 30 y el 40% de sus habitaciones—, y un reto para el Gobierno de la CDMX: transparentar las ganancias, a fin de definir de forma clara en qué y en dónde se destinará el dinero obtenido de este nuevo impuesto.

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