Resultados de búsqueda para la etiqueta [Tom Wolfe ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:24:25 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.3 Tom Wolfe: conservadurismo pertinente https://arquine.com/tom-wolfe/ Tue, 15 May 2018 19:08:49 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/tom-wolfe/ Hoy falleció Tom Wolfe, autor del libro 'From Bauhaus to Our House'. De él se puede decir que la postura de Wolfe respecto a la arquitectura moderna es más bien problemática. "Wolfe fue un conservador estético, de esa rara especie de conservador que también se expresó con inteligencia y causticidad: un conservador diletante"

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El final de la década de 1960 trajo en Estados Unidos una reforma del periodismo. Después de la corresponsalía de guerra comenzaron a aparecer otros tratamientos temáticos. La contracultura hippie, la experimentación con nuevas drogas, la revolución sexual, los movimientos contra la discriminación racial y la vida de las provincias (territorios aparentemente ajenos a las grandes modificaciones urbanas) fueron los nuevos puntos para incidir, al tiempo que se experimentaba con la narración de sueños y de otras disrupciones mentales sobre el texto periodístico. En 1965 se publicaba In cold blood de Truman Capote, Joan Didion entregó en 1968 Slouching Towards Belem, y ese mismo año aparece The Kool-Aid Acid Test de Tom Wolfe, libro que terminaría por definir el “Nuevo periodismo” y que iniciaría una prolífica carrera que revolucionó el hecho de “reportar” una época tan convulsa. Aunque Tom Wolfe fue una voz singular en este panorama. Con su permanente traje blanco, más parecido al de un hacendado sureño que al de un dandi modernista, Wolfe sospechó, con dosis más altas de sentido del humor que de análisis político, de las Panteras Negras y de su movimiento. Asimismo, el autor escribió en varios ensayos sobre arte que “todo era mejor en el pasado” y la arquitectura no quedó exenta.

En 1909, el vienés Adolf Loos declaraba que el ornamento arquitectónico era un crimen. En 1981, Wolfe publicaba en Harper’s Bazaar el ensayo From Bauhaus to Our House, traducido al castellano como ¿Quién teme al Bauhaus feroz? El texto pretende ser un manifiesto estético. Wolfe, continuamente, se burla de las cajas de cristal “a la Mies [van der Rohe]” que comienzan a poblar las avenidas neoyorkinas, espacios que no dejan oportunidad para que, siquiera, sus habitantes pongan flores o cualquier otro objeto que signifique color. Para Wolfe, la arquitectura moderna contiene una asepsia soporífera, además de que encarna un signo económico: el nuevo burgués sólo la compra, pero no la entiende. Pero, justo después de este pronunciamiento, se asoma la ideología: “La relación del arquitecto con el cliente en los Estados Unidos me parece hoy asombrosamente excéntrica y rayana en la perversión. En el pasado, los que encargaban y financiaban los palacios, las catedrales, los teatros de opera, las bibliotecas, las universidades, los museos, los ministerios, las terrazas columnadas y las villas con alas no vacilaban en transformar estos edificios en imágenes de su propia gloria”. Más adelante, Wolfe nos dice: “Pero después de 1945, nuestros plutócratas, burócratas, presidentes de consejos administrativos, funcionarios de cultura, patrocinadores, contratistas y rectores de universidad sufrieron una mutación inexplicable. Se volvieron tímidos y vacilantes. De golpe, todos estaban dispuestos a recibir ese vaso de agua fría en la cara, esa reprimenda a la esterilidad del propio espíritu burgués, esa implacable bofetada en la boca que se ha llamado arquitectura moderna”. La recepción de From Bauhaus to Our House fue negativa. Los críticos de arte contemporáneos a Wolfe dijeron que, una vez más, el señor opinaba de lo que no sabía. Y Wolfe opinaba mucho.

Si somos ligeros, podemos decir que la postura de Wolfe respecto a la arquitectura moderna es más bien problemática. También es verdad que fue un conservador estético y que fue de esa rara especie de conservador que también se expresó con inteligencia y causticidad: un conservador diletante. A varios años de distancia escuchamos a youtubers como Paul Joseph Watson, inscritos en la violencia de la alt-right estadounidense —sí, la que proclama que lo “políticamente correcto” es una forma de censura a la clase privilegiada; la que ha propuesto categorías como “discriminación a la inversa”—, denunciar “la farsa de la arquitectura moderna”. Conviene preguntarse si una crítica como la de Tom Wolfe, tan conservadora como es, podría ser posible de nuevo.

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Stone https://arquine.com/stone/ Fri, 07 Aug 2015 01:42:27 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/stone/ El Estilo Internacional no le gustaba ni siquiera a quienes lo encargaban —Tom Wolfe

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El 1º de abril de 1955, Isamo Noguchi le envió una carta a Edward Durell Stone proponiéndole un grupo de esculturas para un edificio que esté diseñaba, según cuenta Hayden Herrera en su libro Listening to Stone, una biografía que no trata del arquitecto sino del escultor.

Stone nació el 9 de marzo de 1902 en Fayetteville, Arkansas. Estudió arquitectura en el Boston Architectural Club, en Harvard y en el MIT, pero no se recibió. Tras viajar durante dos años por Europa gracias a una beca, regresó en 1929 a Nueva York. Trabajó con Schultze y Weaver y luego con Reinhardt, Hoffmeister, Hood y Fouilhoux, que eran parte del grupo de arquitectos diseñando el Rockefeller Center. Stone estuvo a cargo del diseño del Radio City Music Hall. En 1933 empezó a trabajar por su cuenta. DIseñó una casa para Richard Mandel con un estilo que hacía pensar más en Mendelsohn que en Le Corbusier pero más depurado de el que acostumbraba en sus trabajos anteriores. Fue elegido junto con Philip Goodwin para diseñar el edificio del Museo de Arte Moderno de Nueva York que se inauguró el 10 de mayo de 1939. Se dice que tras una visita a Taliesin, de Wright, Stone decidió abandonar las formas más o menos puras del modernismo canónico y acercarse a un estilo más libre. Tom Wolfe, en su libro From Bauhaus to Our House, cuenta una historia más interesante para ese viraje estilístico, basándose en lo que el propio Stone dijo:

Tal como él contaba la historia, Edward Durell Stone, uno de los primeros arquitectos del Estilo Internacional en los Estados Unidos, abordó un avión de Nueva York a París una noche de 1953 y se encontró sentado junto a una mujer llamada Maria Elena Torchio. Su padre era un arquitecto italiano; su madre era de Barcelona; y María, le gustaba decir a Stone, era «explosivamente latina.» Se enamoró de ella sobre el Atlántico y le propuso matrimonio sobre el Canal de la Mancha. Ella no cayó tan rápido. Para empezar, pensaba que él se vestía como profesor y no le encantaban sus edificios, tampoco. Muy cuidadosos, es cierto, pero muy contenidos, un poco fríos, sin vida y, a decir verdad, no muy «explosivamente latinos.»

Por supuesto Wolfe aprovecha la ocasión para, de un mismo golpe, contar una buena historia y asestar otro golpe a esa arquitectura moderna que tanto le desagrada. Pero es cierto que, tras su divorcio, conocer a Maria Elena Torchio —o Torch, como escribía su nombre en inglés— coincidió con un cambio en su forma de hacer arquitectura, como se podía ver en su diseño para la Embajada de los Estados Unidos en Nueva Delhi, de 1954. Era para ese edificio que Noguchi le proponía a Stone el conjunto de esculturas, cuyo estudio costaría 5 mil dólares y la ejecución, transporte e instalación, 50 mil. El 21 de abril de 1955, Stone le escribió a Noguchi diciendo que había ciertos problemas pero que era seguro el encargo de una escultura. La correspondencia siguió por otros dos años pero al final Noguchi no hizo ninguna escultura.

El edificio de la embajada fue elogiado por Wright, pero no por todos. “En el momento en que se inauguró la embajada en Nueva Delhi —escribe Wolfe—, Stone fue abandonado como un fraude por le monde de la arquitectura a la moda, es decir, el mundo basado en las universidades de los recintos europeos. Oro ahí, lujos por allá y mármoles y curvas por todos lados. Era burgués a más no poder.” El comentario de Wolfe, de nuevo, va cargado de ironía. La arquitectura de Stone se había vuelto, sin duda, más complaciente con lo que se suponía era un gusto cultivado pero popular, quizás populista. Charles Jencks llegará a comparar la arquitectura de Ed Stone, como él le llama, con la arquitectura fascista italiana de los años treinta y, al mismo tiempo, la califica como ejemplo del camp en arquitectura, esa estética que comparte rasgos con el kitsch y el pop. Sin embargo, dice Wolfe, a Stone no le fue tan mal convirtiéndose en apóstata del modernismo, o no del todo. Siguió teniendo encargos aunque su prestigio en los altos círculos intelectuales y de la crítica arquitectónica se desvaneció. El Estilo Internacional no le gustaba ni siquiera a quienes lo encargaban, remata Wolfe. Lo cierto es que cuando hace algunos años se transformó el edificio que Stone diseñó en 2 Columbus Circle, en Nueva York, no faltaron los defensores de esa otra versión de la arquitectura moderna que abonó el terreno para ciertas versiones de lo posmoderno.

Edward Durell Stone murió en Nueva York el 6 de agosto de 1978.

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