Resultados de búsqueda para la etiqueta [Terremoto 2017 ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 16 Aug 2024 18:21:10 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Intuición del presagio: el futuro del Centro SCOP https://arquine.com/intuicion-del-presagio-el-futuro-del-centro-scop/ Thu, 25 Jul 2024 17:02:00 +0000 https://arquine.com/?p=91984 Les confieso que casi lo pasé por alto. En junio de 1955, el joven ingeniero Lino González Mercado escribió en su tesis de licenciatura dos frases que, a primeras, me parecieron extrañas y, a segundas, telúricamente reveladoras. Más culpa mía que suya, claro, por anacrónico y ocioso. En fin. Dice Lino González: “La resistencia [como […]

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Les confieso que casi lo pasé por alto. En junio de 1955, el joven ingeniero Lino González Mercado escribió en su tesis de licenciatura dos frases que, a primeras, me parecieron extrañas y, a segundas, telúricamente reveladoras. Más culpa mía que suya, claro, por anacrónico y ocioso. En fin.

Dice Lino González: “La resistencia [como propiedad mecánica del suelo] se aprecia poniéndolo [el material seco] entre los dedos y frotándolo. Se dice del material que es muy suave, suave, medio, alto y muy alto”. Imagino a una cofradía de ingenieros sobre el balastro recién tendido de las ferrovías. Crujen sus pisadas, huele a poderosísimo engranaje recién lubricado. En los pozos a cielo abierto, donde tal vez construirán una terminal, excavaron a pico y pala para el muestreo.

—¿Cómo lo ve, inge?

—Pues yo digo que muy suave, ¿no muchachos?

¡Y ájale! Uno de ellos registra en su diario de campo la resistencia del subsuelo.

Líneas atrás, González Mercado admite: “Antes de los últimos 10 años, la exploración de los suelos era considerada inadecuada”. Si le preguntáramos a Lino por qué, desde su punto de vista, se consideraba inadecuada, respondería lo siguiente: “Porque los métodos empleados no habían tenido gran desarrollo.”

La tesis se llamó Estudio comparativo de la cimentación para un edificio de diez pisos, ubicado en el centro S. C. O. P [Secretaria de Comunicaciones y Obras Públicas]. destinado a hospital de dicha unidad. El proyecto de ampliación jamás se concretó. Y quizá muchos sabemos lo que sucedió 30 años después en el Centro SCOP. Pero ese, ahorita, no es el punto.

Tal vez las afirmaciones de Lino coinciden con algunas conjeturas científicas de aquellos años. La más bella: que los suelos fangosos amortiguaban las ondas sísmicas. Dicha creencia casi presupone un acto de fe. Y en donde hay fe, también magia, el destino, la lucha de la humanidad contra las fuerzas naturales que lo superan. Magia, entonces, en Mesoamérica, tierra no sólo de grandes constructores, sino también de adivinadores.

 

Datos duros

En 1950, un edificio en obra negra que pertenecía al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fue permutado a la SCOP. Dos años habían pasado desde que Augusto Pérez Palacios integrara el diseño estructural para el proyecto arquitectónico del hospital que ahí construirían.

Leo lo siguiente en el artículo “Desde sus entrañas: Radiografía del Centro SCOP”, de la arquitecta Elisa Drago: 

El cálculo estructural del hospital se desarrolló durante poco más de dos años, entre 1946 y 1948. Los casi 300 planos estructurales y el enorme expediente de cálculos, contenido en el AAM [Acervo de Arquitectura Mexicana] muestran lo difícil que resultaba calcular y dimensionar la cimentación con los sistemas hasta entonces conocidos y utilizados por los arquitectos calculistas.

Y enseguida, escribe: 

Hay que considerar que los cálculos efectuados, además de los coeficientes por sismo, eran los vigentes en el reglamento de construcciones de 1942. Las edificaciones de concreto armado aún no habían tenido que medirse con los movimientos telúricos de gran magnitud, sino hasta 1957. Lo que llama poderosamente la atención es que los ingenieros y arquitectos de la época no hayan considerado que el tipo de terreno fangoso era un factor de riesgo para las edificaciones de gran altura en la ciudad.

La construcción del Centro SCOP finalizó en septiembre de 1954, bajo las órdenes del arquitecto Carlos Lazo. Poco después Juan O’Gorman y José Chávez Morado, junto a sus asistentes, instalaron en el conjunto 6 mil ilustres metros cuadrados de mosaicos que lo hicieron todavía más pesado sobre el suelo lacustre. Para la ejecución del nuevo proyecto de oficinas, el equipo de arquitectos e ingenieros no contempló hacer cálculos adicionales, ni pruebas anexas.

Si la resistencia del suelo se medía con los dedos y los demás estudios eran inadecuados, ¿bajo qué certezas, entonces, se cimentaban los edificios de esa época?

Más adelante, habrá una posible respuesta en doce sílabas.

 

[02 En primer plano “La tierra”] Juan O’Gorman, Canto a la patria. En primer plano Guillermo Monroy, La tierra. © 2023 Estate of Juan O’Gorman / Artists Rights Society (ARS), New York

De borregos y premoniciones (I)

Por supuesto que la busqué en los murales del Centro SCOP, tal vez escondida bajo el águila que asciende como un escudo de piedra, o en las vertiginosas serpientes que se encaran y se encaraman, o hundida en el turquesa profundo. En busca de magia recorrí palmo a palmo la historia prehispánica, el pasado colonial, las luchas históricas, el futuro ascendente y rectilíneo del México sostenido por una grúa…

Claro que sobreinterpreté, por culpa del maíz, y porque los mayas adivinaban con semillas. Quise ver el futuro en el pasado, como José Chávez Morado cuando plasmó la visión del suyo en el mural Cuatro siglos de comunicaciones. En Canto a la patria, de Juan O’Gorman, busqué redes de conceptos relacionados mediante metáforas. Conjuré antiguas divinidades, y creí ser el Uno y lo Múltiple; pedí contemplar el origen, la esencia oculta de todas y cada una de las cosas.

Y llegué al carnero de Guillermo Monroy en La tierra.

Todo aquí se trata del carnero y de la tierra.

Fue, supongo, el presagio.

Dice mi abuela: “Cielo aborregado, temblor asegurado”.

El mural forma parte del conjunto de composiciones que alude a los cuatro soles de la mitología mexica. Pareciera representar un mundo en armonía. Al centro, el orbe terrestre y cuatro mujeres; en los extremos, el sol y la luna. Un médico y un obrero dialogan. La paloma cruza por el Magreb en dirección a Japón. ¿Qué dirá su mensaje? A saber, si los aviones van o vienen, o si el corredor olímpico llegará alguna vez a su destino. ¿El cielo? Aborregado, casi tanto como el perfil del carnero.

El principio básico de cualquier premonición supone que todo en el cosmos está relacionado: lo aborregado, en primerísimo lugar, con los temblores; la tierra (en su múltiple significado: como elemento de la naturaleza, como el primer sol de la mitología mexica), con la vida; los temblores y terremotos, con la fatalidad y el mito del Quinto Sol. Una cosa lleva a la otra: el borrego, la tierra, el terremoto, la catástrofe.

No estoy seguro, pero creo que mi abuela practicaría la rapsodomancia, método de adivinación que obtiene información de materiales o textos específicos. Echa suertes en los petates del heptasílabo y los alejandrinos jorobados. En esencia, indaga en un signo la expresión de otro oculto, como los antiguos. En el cielo, los temblores.

—Abuela, ¿será que durante el 19 de septiembre de 1985 el cielo se estaba aborregando?

 

La unidad mínima, pero absoluta, de la fe

Creo que en estos tiempos modernos persiste, en lo más recóndito de la mente, un espacio reservado para un saber distinto, cuyas raíces se hunden en los abismos del pensamiento mágico. Y vuelvo a mi figuración del ingeniero: de fondo, la cuadrilla, una máquina de balancín, la cuchara de extracción.

—No se preocupen, muchachos —dice el inge, y remata después—: suelo enlodado, temblor amortiguado.

Pareciera que los ingenieros y arquitectos calculistas construyeron la ciudad sobre una sólida base de fe, en la pura convicción de lo que aún no estaba probado, en el todavía fresco mito de la ciencia y el progreso. Y donde hay fe, también fatalidad. Recuerdo haber investigado cuántos temblores registró don José Manuel de Castro Santa-Anna en su Diario de sucesos notables (1752-1754). La cifra, por supuesto, escapa a mi memoria, y no caeré de nueva cuenta en ese ocio profundo.

En cambio, consigno lo siguiente que sucedió en julio de 1753: “La mañana del 4, asistió la nobilísima ciudad a la iglesia de nuestra Señora de la Merced a la procesión de rogativa y misa, que a sus expensas se cantó al glorioso patriarca Señor San José, su patrón, jurado de temblores, para que nos liberte de ellos”. Días después, el domingo 8, salió “por la puerta que llaman del Seminario” una multitudinaria procesión tras la imagen del Santo Patriarca. Los devotos clamaban a San José para que los liberara de los temblores.

Las plegarias, a la fecha, no han sido atendidas.

Si la tradición de salvaguardar lo infraordinario hubiese continuado, el compilador habría escrito, en el Diario de sucesos notables de 1957, que durante la madrugada del 28 de julio cayó el Ángel de la Independencia, derribado por un terremoto. En voz de un periodista de la época, comparto el testimonio del compilador omnisciente: “Los bloques de bronce brillaban sobre el pasto y aún en el pavimento de forma esplendorosa, a la vista de los fanales de los autos que se habían detenido en los contornos (Héctor de Mauleón, El derrumbe de los ídolos, p. 237)”.

En septiembre de 1985, el anónimo diarista habría descrito los campamentos de fieles alrededor de la Basílica de Guadalupe, la peregrinación en marcha sobre la Calzada de los Misterios, las eclesiásticas declaraciones que recuperó Carlos Monsiváis en No sin nosotros: los días del terremoto 1985–2005 (2016): “Dios nos está diciendo: esta no es tu patria, no creas que tu país es eterno, la única patria que no terminará jamás es la del más allá. Él (Dios) nos quita la vida cuando quiere… el terremoto es para bien, no para mal”.

En el terremoto de 2017, ocurrido también un 19 de septiembre, el eterno compilador escribió, bajo el nombre de Rogelio Velázquez en “Testimonios de personas que vivieron el sismo en la CDMX” (2017): “No hay momento en que las sirenas de las ambulancias dejen de sonar. Bomberos van y vienen […] En algunos puntos los rescatistas exigen silencio total para escuchar los gritos de las personas atrapadas. Empieza a oscurecer, no hay luz”.

Por último (pero quizás no el último), el diarista hubiese consignado en septiembre de 2022: “Volvió a temblar. Muchas personas se preguntan en las calles sobre la probabilidad de que ocurran terremotos en México el 19 de septiembre”.

—¿Usted qué opina, inge?

—Pues yo digo que muy baja, ¿no?

Y alguien lo registra en su diario.

La pregunta, desde mi punto de vista, tendría que ser otra: “¿No quieres que pongamos en el té unas gotas de cognac?” (Manuel Gutiérrez Nájera, en su crónica tras el sismo de 1894.)

 

Datos suaves

Suceso notabilísimo que no fue anotado en ningún diario de sucesos notables: el 22 de octubre de 1749, en el momento en que pobladores de Ciudad Guzmán (Jalisco) establecieron la figura de San José en una iglesia, aconteció un fuerte sismo. Por ello lo juraron como patrono de los temblores.

 

De nueva cuenta, el futuro

Qué importante resultaría ir por la vida con un manual de vaticinio, y comprender en el vuelo de un gorrión las advertencias; en el aletazo de un colibrí, las amenazas; en la caída del águila, el fin de un imperio.

Tal vez podríamos anticiparnos, de una buena vez y para siempre, a la fatalidad última de los terremotos, y salvarnos. Pero bueno, ello supondría un retorno al pensamiento mágico. Y eso estaría mal visto.

En fin. Hace unos meses, el pasado 7 de enero de 2024, el muralista Guillermo Monroy cumplió sus primeros 100 años. Es (y no cabe duda de que será) el último alumno vivo de Frida Kahlo. Monroy asistió a Diego Rivera y a Juan O’Gorman en diversos proyectos. De joven, junto a sus compañeros de la escuela de artes La Esmeralda, pintaba en las pulquerías y, en general, en donde les prestaran una barda en la que practicar el fresco. Monroy dijo en una entrevista para El Sol de México: “El Centro SCOP es un trabajo tan hermoso que lo considero igual al que hicieron los antiguos mexicanos en Chichen Itzá, Mitla, Teotihuacán o Tajín. Es una planta maravillosísima que se hizo con mucho gusto y muchísimo amor, un trabajo digno de ser alabado por mexicanos y no mexicanos”.

Y quizá muchos sabemos lo que, en años recientes, ha sucedido en el centro SCOP. Al parecer el suelo no le ayudó en 1985 ni en 2017; la fe, menos, nunca. Hace unas semanas, la empresa CAV Diseño e Ingeniería concluyó, casi en su totalidad, las labores de rescate de los murales y la demolición de los edificios. Hoy, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) habla de su futuro como el Parque del Muralismo Mexicano.

Conforme al proyecto de rescate, la SICT construirá el Museo de Sitio Canto a la patria, nuevas oficinas de administración y el Archivo Cuatro Siglos de Comunicaciones. Sobre los nuevos edificios, la SICT propone colocar los casi 6 mil metros cuadrados de obra mural. El proyecto contempla también áreas verdes, estacionamiento, pista para corredores, senderos y jardines.

Múltiples son las exigencias, todas válidas: en esencia, que se respeten los principios de su composición mural, la macroperspectiva de conjunto, su “integración plástica” ligada a un momento y sitio de la historia nacional. 

Sea como fuere, ¿qué sucederá mañana para el ya demolido centro SCOP? 

¿Alguien que sepa echar suertes con semillas?

El mismísimo José Chávez Morado dejó por escrito una que otra pista, según lo recuperó la historiadora de arte Ida Rodríguez Prampolini en La crítica de arte en el siglo XX (2017): “Se puede decir que en la obra de Comunicaciones no hay criterio único [para la decoración del edificio]. Sería una falsedad, un exceso, afirmar que ésta es una obra de integración plástica. Es una colaboración, aunque muy inefectiva, en la que se logran aciertos y se comenten errores de cada parte.”

¿O tal vez surgirá a partir de esta situación algún alejandrino de oscuro origen dialectal que luego descifraremos?

 

De borregos y premoniciones (II)

Federico García Lorca se pasea entre luciérnagas una noche de 1936. Quiero creer que las nota cenicientas. Camina bajo el cosmos rutilante, en silencio. Aves nocturnas lo sobrevuelan. La niebla se extiende en jirones sobre la soledad del ancho paraje. Qué raro anochece en el mundo: el viento asustado, el adjetivo inexacto.

El poeta se detiene junto a una verja. Frente a él, la campiña como un blanquizal, los rastrojos apilados en mansos mogotes, el balido de un corderito que rumia hierbajos. De pronto, como desprendida de la sombra, una piara de cerdos embiste en contra suya. Intenta huir, pero no hay nada que el cordero pueda hacer para salvar su vida.

Supongo que García Lorca huye, algo confundido, de ahí. Creo que se estremece entre el repentino cobijo de la neblina, y es como si un ángel de geografía lo abrazara. El poeta aún no lo sabe, pero esa noche atestigua su propio futuro. Su asesinato dejará temblando a toda una generación.

 

Floromancia

La interpretación del futuro por medio de los pétalos de flores.

 

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La Ciudad [IV]: de sacudidas, pérdidas y caídas https://arquine.com/la-ciudad-iv-de-sacudidas-perdidas-y-caidas/ Tue, 19 Sep 2023 21:24:56 +0000 https://arquine.com/?p=83167 La Ciudad de México ha sufrido grandes catástrofes, pero hay tres caídas importantes producidas por tres grandes sacudidas, las de un sismo, la del 28 de julio de 1957, la del 19 septiembre 1985 y la del 19 de septiembre de  2017 donde un ángel, un multifamiliar y un monumento a la madre han sido los elementos representativos de esas sacudidas.

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“no lo deje caer”  

Raquel Berrios y Luis Del Valle.

Sacudidas y pérdidas a tres caídas que representan por un lado destrucción y por el otro la posibilidad de reconstrucción o, por lo menos, de una sustitución de ese elemento que se desprendió de su altura, que no estaba bien anclado, estructurado o cimentado, y que por el impacto se descompuso en partes, en pedazos, convirtiéndose a veces en piedra y luego escombros. 

La Ciudad de México ha sufrido grandes catástrofes entre inundaciones (la de 1629, conocida como el diluvio o inundación de San Mateo), temblores (sismos y réplicas), explosiones (San Juan Ixhuatepec, 19 y 20 de noviembre de 1984), socavones (el del Paseo de la Reforma, el 31 de agosto de 2017) y otros fenómenos, pero hay tres caídas importantes producidas por tres grandes sacudidas, todas de un sismo: el 28 de julio de 1957, la del 19 septiembre 1985 y la del 19 de septiembre de  2017 donde un ángel, un multifamiliar y un monumento a la madre han sido los elementos representativos de esas sacudidas.

28 de julio de 1957 / 02:40 hrs. / 7.8º de magnitud /  A 90 km. al sureste de Acapulco, Guerrero.

La caída del Ángel de la Independencia, escultura hecha por Enrique Alciati sobre una columna rediseñada por Antonio Rivas Mercado a partir del diseño original de los arquitectos Cluss y Shultz de Washington D. C., e ingeniería a cargo de Guillermo Beltrán y Puga, Gonzalo Garita, Luis Zavaterelli y Manuel Gorozpe.

Con una altura de siete metros y un peso de siete toneladas, el Ángel cayó de su pedestal al pie de la columna, en dirección al lado sur hacia la calle de Florencia. Decapitada, la cabeza de la victoria alada quedó hacia el sur oriente, y sus pies hacia el sur poniente, a un lado de la escultura de la guerra. El resto de la estatua quedó viendo hacia las inscripciones de los caudillos de Mariano Jiménez, Leonardo Bravo y Pedro Moreno (al otro lado, el nombre de los guerrilleros Encarnación Ortiz, Víctor Rosales y José Antonio Torres), y señalando hacia el Condominio Reforma 369 de los arquitectos Mario Pani Darquí y Salvador Ortega (recién inaugurado), casi como una premonición de lo que vendría en 1985.

Cayó mirando hacia abajo. La victoria alada no pudo controlar su vuelo con las alas abiertas; amputada de su brazo derecho –que quedó a un lado de sus pies–, pedazos de su cuerpo, la corona de laurel y la cadena de tres eslabones en la escalinata, oro en huellas y peraltes en todo el basamento, la cabeza bajo la estatua de La Paz del lado contrario de Los Precursores, del lado de Los Consumadores de la Independencia (Pedro Ascencio, José Joaquín Herrera y Miguel Barragán), las estatuas de la  ley y la justicia del lado opuesto a su caída.

La cabeza mutilada, por completo aplastada y suturada en sus heridas, carece de la parte superior, del asiento de la razón, como la llamaba José Chávez Morado (ver “La Ciudad [I]”). En la actualidad, la cabeza sin cuerpo y sin razón se encuentra en el Archivo Histórico de la Ciudad de México “Carlos Sigüenza y Góngora” (casa de los Condes de Heras y Soto), en el número 8 de la calle de República de Chile en el Centro Histórico. Pasaron 47 años desde su inauguración en 1910, por parte de Porfirio Díaz, hasta la caída de este moderno Prometeo, misma que causó tristeza, desconsuelo y preocupación en la población de la Ciudad de México.

Cayó el ángel, la victoria alada, Niké, esta caída representa la perdida parcial de la libertad para la ciudad.

Conjunto Urbano Nonoalcom Tlatelolco, sismo de 1985, foto del Archivo de El Universal, imagen recuperada de https://www.eluniversal.com.mx/articulo/cultura/letras/2015/08/27/palabras-e-imagenes-para-recordar-el-terremoto-del-85/.

19 de septiembre de 1985 / 07:17:47 hrs. / 8.1º de magnitud / En el puerto de Lázaro Cardenas, Michoacán, Océano Pacífico.

La caída de una ciudad entera y la de una ciudad dentro de otra, de uno de los símbolos del movimiento moderno: el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco —en particular el Edificio Nuevo León—, símbolo del multifamiliar como una forma de vida colectiva con encuentros y fricciones. El edificio Nuevo León contaba con 15 niveles, seccionado en 3 por su longitud —casi diciendo a gritos “juntas constructivas” de 90 metros aproximadamente. Era el edificio de remate que se desplantaba en una diagonal casi paralela al Paseo de Reforma Norte, el preámbulo para encontrarnos con el par vial de las calzadas de Guadalupe y la de Los Misterios, camino a la Basílica de Guadalupe.

Una caída fragmentada, los dos primeros tercios del edificio sobre su costado poniente develaron un fragmento de tres niveles aún entero (la manguetería, con su cancelería, quedó casi intacta), losas desparramadas hacia ese poniente como efecto dominó y columnas quebradas, partidas en dos, arraigándose a la cimentación. El último tercio tuvo que demolerse tiempo después. Este caída devela un corte por fachada de una tragedia, a lo lejos las torres de los edificios Veracruz, Coahuila y Zacatecas; y como testigo en primer plano, el edificio Chiapas, para algunos una suerte de no morir en el Edificio Nuevo León. “De las ruinas saltaban piedras”, decía José Emilio Pacheco en su poema “Las voces de Tlatelolco”.

Como consecuencia de la caída de este edificio, 8 más tuvieron que ser demolidos y otros 4 reducidos en altura, una pérdida calculada casi 180 pisos y 648 metros de altura que la ciudad no ha podido recuperar o negociar como una transferencia de potencial para detonar los nuevos corredores urbanos, como por ejemplo, el que esta inmediatamente al poniente de Tlatelolco: Atlampa “donde tuerce el agua”, o el Eje Central Lázaro Cardenas con Insurgentes Norte. Transferencia entendida como un intercambio de altura, niveles y metros cuadrados para recomponer el espacio urbano del mismo conjunto o rehabilitar ciertos equipamientos en su interior. Los edificios también pueden intercambiar energías. Hoy en el lugar del edificio Nuevo León hay una plaza-parque con un busto de dedicado a Plácido Domingo, además un reloj de sol que marca la hora de este sismo; de manera curiosa, en el punto que inicia esta escultura el suelo está por completo fragmentado. La grieta y la fisura como una capa adicional de la zona arqueológica, de la Iglesia de Santiago Tlatelolco y de la Plaza de la Tres Culturas; una capa más a esa modernidad amputada, fechada entre 1986-2015 por Ernesto Betancourt en Paisajes clandestinos. Ensayos sobre gestión y anti-urbanismo.

El Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco fue diseñado por los arquitectos Mario Pani Darqui, Luis Ramos Cunningham y Ricardo de Robina, fue la “utopía del México sin vecindades” contra la “erradicación del cinturón de miseria o la herradura de tugurios”, dos puntos de vista completamente diferentes de la ciudad. Una, la del escritor Carlos Monsiváis contra la urbano-arquitectónico de Mario Pani; otra en “23: describir una calle” hacia estos cuestionamientos que vuelvo a reiterar: ¿qué sería de esta ciudad sin su gran eje peatonal de comercio ambulante e intercambio económico desde el Zócalo, pasando por la calle de República de Argentina y su continuidad en la calle de Jesús Carranza?, ¿qué sería de esta ciudad sin la transversalidad que comunica la calle Matamoros con la glorieta del monumento a Cuitláhuac y sus remanentes verdes hasta el conjunto urbano de Tlatelolco?, ¿que sería de esta ciudad sin sus micheladas, gomichelas, chuperías, antojerías o facultades de entretenimiento los fines de semana?, ¿qué sería de esta ciudad sin colonias como Tepito, La Lagunilla, Peralvillo y Morelos?…

Cayó el multifamiliar, la utopía moderna, la gran maqueta fotografiada y construida en la realidad, pero también cayó la visión de una ciudad de uno de los arquitectos hegemónicos del poder, este caída representa la perdida quizá de la idea de la planificación en la ciudad.

Monumento a la madre en el Parque Urbano Monumento a la Madre, sismo de 2017. Fotografía de @arturinovamex, recuperada de https://www.eluniversal.com.mx/metropoli/cdmx/colapsa-monumento-la-madre-en-cdmx-tras-sismo/

 

19 de septiembre de 2017 / 13:40:40 hrs. / 7.1º de magnitud / A 12 km del sureste de Axochiapan, Morelos.

La caída del monumento que da nombre al recién inaugurado Paseo Urbano Monumento a la Madre (PUMM), ajuste en la traza urbana de la ciudad que divide a las colonia Cuauhtémoc (antes la colonia de La Teja Norte) de la colonia San Rafael (esta, la primera colonia de traza moderna en la ciudad, construida entre 1890-1910 y conocida con anterioridad como la unión de tres colonias: la de los Arquitectos, la de La Blanca y la misma de San Rafael). El PUMM fue un proyecto liderado por la extinta Autoridad del Espacio Público (AEP), de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México (SEDUVI), y diseñado por R-Zero + PAAR, pero que tiene más similitud en su solución a los proyectos desarrollados bajo la mano de Ernesto Betancourt en la AEP. El diseño original de ese espacio público es de José Villagrán García y la escultura es de Luis Ortiz Monasterio, el espacio y la escultura se inauguraron el 10 de mayo de 1949. 

Rafael Alducín Bedoya, periodista y fundador del diario Excélsior, el periódico de la vida nacional, fue el promotor del Día de las Madres que se introdujo en México el 10 de mayo de 1922 con apoyo de José Vasconcelos, Secretario de Educación Pública. Excélsior es el mismo periódico que en 1949 convocó, bajo la dirección de Rodrigo de Llano, al concurso de La Ciudad de México interpretada por sus pintores, en conjunto con la Galería de Arte Mexicano, el Departamento del Distrito Federal (DDF) y el Banco de México, certamen que terminaría ganando Juan O´Gorman con Paisaje de ciudad (representación de una ciudad idealizada y masculinizada) y en la que José Chávez Morado presentó su cuadro La Ciudad, esa urbe madre, “que nos amó antes de conocernos”.

El Monumento a la Madre está compuesto por una trilogía de esculturas: el hombre a la izquierda de la escultura central tiene una pose de escritor (con lápiz y libro incluidos), voltea la cabeza hacia ella, una mujer con una mazorca de maíz (símbolo de la fertilidad) en la mano derecha y en la izquierda el acto de la cosecha. En el eje central de este paseo-jardín está una mujer de vestido largo, la madre con un niño que sostiene con ambos brazos en postura de asiento bajo un rebozo. El hijo levanta la mano derecha en forma de saludo a uno de los espacio urbanos más importantes de la capital (no sólo por estar junto a una de las primeras colonias de la ciudad, sino también por estar en el cruce de Insurgentes y Reforma).

Esta última escultura la de la madre, con un peso de 25 toneladas de cantera, fue la que cayó durante esta sacudida, dejando registros en las losetas gris basaltex del paseo recién inaugurado; pedazos descompuestos y trozos desnudos de un hijo con su madre que cayó en su mismo eje; sus extremidades inferiores casi en la misma posición del trazo central, dejando sólo sus pies en el pedestal del cual se desplantaba, y casi irreconocibles su extremidad superior y su cabeza.

El 13 de febrero de 2019 se efectuó la pieza “Ascención y caída, un sacrifico”, de Alberto Odériz y Alejandro Palafox quienes vaciaron en yeso las piedras que sobraron del monumento caído durante la reconstrucción de la escultura original, mismas que al día de hoy siguen abandonadas a un costado del monumento y aún dan refugio y morada a personas en situación de calle de la zona.

Cayó el regazo, la protección, la seguridad, cayó la madre a los mismos pies de su ciudad, esta caída representa la perdida del paisaje, de la conexión con nuestro entorno natural y urbano en la ciudad.

Por desgracia toda ciudad tiene sus tres sacudidas con sus respectivas caídas, afortunadamente con un límite de tiempo que permite recuperarnos tras las pérdidas (cada uno interpreta y resignifica esas pérdidas en relación con su experiencia del acontecimiento), documentar sus registros y comenzar de nuevo (una reconstrucción), a veces con menor fortuna de lo que teníamos antes. 

A la Ciudad de México, nuestra ciudad madre, “porque su maternidad  también- fue voluntaria”.

sacúdeme, la vida amor”

Francisco Joaquín Huidobro Preciado.

 

Este texto forma parte del proyecto de investigación Ciudad cuerpo y deporte urbano del Sistema Nacional de Creadores de Arte en Arquitectura (diseño arquitectónico). 

 

Notas

1. Un moderno Prometeo como alusión al mito griego de como uno de los titanes creo a la humanidad a partir de arcilla y agua; en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México podría enlistar una serie de modernos Prometeos y otras monstruosidades que nos ven, protegen, guían y cuidan desde lo alto. Además del Ángel de la Independencia, en Paseo de la Reforma, está la Cabeza de Juárez en la avenida Guelatao,  en Iztapalapa; el Guerrero Chimalli, en la avenida Bordo de Xochiaca, en Chimalhuacán; o la Santa Muerte en el templo de San Mateo Cuautepec.

2. La otra pérdida parcial de esa libertad se dio con el cerco perimetral impuesto por el Gobierno de la CDMX tras la manifestación #NoNosCuidanNosViolan, el 16 de agosto de 2019, para denunciar abusos sexuales por parte del cuerpo de policía de esta ciudad que, tras las pintas en monumentos históricos, derivó en temas de conservación y preservación y en movimientos como el de “Restauradoras con Glitter” y acciones como  “Arqueología de una Manifestación”, de Alberto Odériz.

3. De la placa (ubicada bajo la primera) autoría de un grupo feminista que sustituyó al grafiti de “la maternidad será voluntaria o no será”.

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De sismos y vulnerabilidad de la clase media https://arquine.com/sismos-vulnerabilidad-clase-media/ Wed, 19 Sep 2018 14:00:39 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/sismos-vulnerabilidad-clase-media/ Se cumple un año del sismo del 19 de septiembre y 33 del sismo que cambió de forma rotunda la geografía de la Ciudad de México. Dentro de los márgenes de la fragilidad con que se habita la ciudad se encuentran aquellos que son menos nombrados y que esa falta de presencia los invisibiliza ante el riesgo: los arrendatarios. 

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La informalidad en el imaginario colectivo está en asentamientos irregulares existentes en las periferias de las ciudades latinoamericanas, en el comercio ese que se mira endeble, en viviendas precarias y pobreza. Es claro que varias de esas formas son comprendidas, dentro del sistema institucional como mecanismos informales de producción de vivienda y de comercio. Pero no es la única, es probable que tampoco sea la mayoritaria.

No es esa informalidad de que quiero hablar, en realidad cuando hablamos de mecanismos informales, por ejemplo para la creación de vivienda, las clases altas también trabajan en esos límites al hacer, por ejemplo, invasiones de terrenos en zonas declaradas como áreas verdes o construir pisos o viviendas fuera de la norma vigente. Sucede que en el imaginario colectivo y parece que también para el imaginario institucional esta formas de informalidad no son tan relevantes para tomarlas en cuenta o para trabajar sobre ellas. 

Pero tampoco es la informalidad de las clases altas sobre la que voy a tratar, sino las de las clases medias. Hay diversos estudios en América Latina que dan cuenta de que las clases medias, por ser eso, son las más desprotegidas de políticas públicas y de formas de autogestión para salir frente a catástrofes, por ejemplo sismos. Porque mientras la clase alta resuelve por autofinanciamiento o por presión política sus crisis, la clase baja espera la respuesta del Estado que tiende a dirigir ahí sus recursos y si esto no funciona, trabajan a través de la autogestión. En este contexto la clase media queda invisbilizada en la crisis y, si a eso se suma que es una clase media habitando en la informalidad, la vulnerabilidad aumenta.

Se cumple un año del sismo del 19 de septiembre y 33 del sismo que cambió de forma rotunda la geografía de la Ciudad de México. Dentro de los márgenes de la fragilidad con que se habita la ciudad se encuentran aquellos que son menos nombrados y que esa falta de presencia los invisibiliza ante el riesgo: los arrendatarios. 

¿Hay acaso un levantamiento de los arrendatarios desplazados del sismo? ¿Hay información sobre los inmuebles dañados que fueron puestos en renta semanas después del sismo? Siguiendo la línea de lo que ha trabajado en México en las últimas décadas -y la verdad es que en varios países de América Latina- los recursos fueron dirigidos a los propietarios (incluso sin saber si estos habitaban o no el inmueble afectado), esto aplicó también en los asentamientos en Xochimilco, quienes eran suceptibles de recibir apoyo de la reconstrucción es sólo quienes podían comprobar su calidad de propietarios, los arrendatarios quedaron a la deriva y, paradójicamente, tuvieron que autofinanciar su expulsión.

Los mecanismos de arredamiento existentes en la Ciudad de México no ofrecen seguridad jurídica clara en casos de catástrofe, los contratos de renta -cuando existen- tratan de eximir de tantas obligaciones como sea posible al arrendador, lo que deja al arrendatario frágil en casos como el del sismo de hace un año.

Dado que no hay un registro consolidado de los inmuebles dañados y de su calidad luego de los sismos de septiembre de 2017, así como la gran movilidad que hay en la vivienda en la zona central de la ciudad (la misma que sufrió grandes daños) no hay certeza para los arrendatarios sobre la calidad del inmueble que quieren habitar. Así podemos encontrar desde arrendadores que decidieron bajar o congelar el precio de la renta para justificar no hacer adecuaciones al inmueble, hasta los que guardan silencio sobre la calidad estructural del edificio que ofertan. Simplemente pongamos de ejemplo, por simbólico, el edificio que rentaba la propia Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México (SEDUVI) que resultó con daños tales que la institución tuvo que desalojar y que, sin embargo, a penas unas semanas después el espacio estaba ofertado para su renta. 

La clase media no consolidada, que algunos estudios llaman vulnerable, es aquella que escaló en la pirámide socioeconómica a través de mecanismos también endebles con ingresos inestables y un sistema crediticio laxo. Por lo que se trata de un sector social que ante eventos no previstos, especialmente para sus carteras y ante esquemas que no les permiten acceder a beneficios de apoyo estatal ante crisis, se ve más afectado que otro y puede (de hecho ha sucedido) obligarlos a bajar de escalón socioeconómicamente.

Ante lo anterior se requiere visibilizar en las políticas públicas y programas de reconstrucción a este sector, ofrecer certeza jurídica en las formas de habitación y crear mecanismos que eviten que esta clase media, resbaladiza en la pirámide socioeconómica, baje nuevamente.

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Memorias del terremoto https://arquine.com/memorias-del-terremoto/ Wed, 04 Apr 2018 21:56:03 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/memorias-del-terremoto/ Poco más de seis meses después de los terremotos de septiembre del año pasado, el Gobierno de la Ciudad de México anunció la convocatoria a un concurso de ideas para un "memorial" alusivo a ese hecho. Frente a un proceso de reconstrucción que, con fallas, aun no se cierra, la manera de plantear este monumento resulta, cuando menos, controversial.

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Después del sismo del 19 de septiembre de 1985, el 11 de octubre el Gobierno Federal publicó en el Diario Oficial un decreto anunciando la expropiación de 5,427 predios que serían utilizados en el Programa de Renovación Habitacional Popular (PRHP). Unos días después, el 27 de octubre, se publicó otro decreto corrigiendo el número de predios expropiados a 3,107. Según el recuento que hace Maria Teresa Esquivel Hernández, el PRHP establecía la construcción y reparación de más de 40 mil viviendas en beneficio de 250 mil personas. Entre marzo de 1986 y julio de 1987 se construyeron en total como parte de ese programa 46,358 viviendas y accesorias.

 

Fotografía de Tercero Díaz/cuartosocuro.com, tomada de Animal Políltico

.A consecuencia del terremoto del 19 de septiembre de 1985 se derrumbaron cerca de 300 edificios. En el del 19 de septiembre del 2017, cayeron 36 y resultaron afectadas, según reportó Animal Político, 5,765 viviendas —2,273 con daño total. El 22 de octubre del 2017 —32 años y 11 días después de que el Gobierno Federal hiciera el primer anuncio de expropiaciones de predios tras el terremoto del 85—, Miguel Angel Mancera declaraba que no habría expropiaciones generalizadas, pues ese era, según él, “el camino sencillo.”

Pero uno de los predios que sí expropió el gobierno de la ciudad fue el que se encuentra en la avenida Álvaro Obregón 286, donde hubo la mayor cantidad de víctimas del terremoto: 49 personas. Mancera firmó la expropiación el 13 de marzo de este año y calculó el pago que se hará por ese terreno en 46 millones de pesos. Ahí es donde el Gobierno de la Ciudad de México propone que se construya “un memorial que honre la memoria de las personas fallecidas, a sus deudos y a la solidaridad de la ciudadanía y que sea construido y ofrendado por los ciudadanos para que las generaciones futuras no olviden este suceso y a los actores que transformaron la vida de la ciudad en 2017, como antes en 1985.”

Entre los edificios que colapsaron con el terremoto del 85 estaba el Hotel Regis, uno de los más famosos y lujosos de la ciudad en los años cincuenta, aunque su construcción se inició a principios del siglo XX. El predio de ese hotel, adyacente a La Alameda, lo ocupa hoy la Plaza de la Solidaridad, dedicada a la memoria de los muertos y heridos y de los rescatistas del 85. En el número 4 de la revista Arquitectura, publicado en el invierno de 1992, aparece el proyecto de Luis Vicente Flores para la Plaza de la Solidaridad con el siguiente texto:

«El proyecto ganador del concurso “Plaza de la Solidaridad” (1986) es un conjunto urbano integrado por varios elementos. Un espacio ceremonial en la manzana que ocupara el Hotel Regis; un “edificio marco” que serviría de respaldo a la plaza y albergaría servicios; un área de descanso alrededor del ex-convento de San Diego y una galería comercial y cultural uniendo avenida Juárez con avenida Hidalgo. En el espacio ceremonial —básicamente una plataforma de piedra fracturada diagonalmente— se ubicará una escultura rodeada de columnas. De cada una de ellas se proyectaría verticalmente un rayo láser, formando en su totalidad un haz luminoso visible desde diversos puntos de la ciudad y desde el aire. El “edificio marco”, diseñado de manera esquemática, permitiría la vista del ex-convento de San Diego gracias a una “ventana” calculada de acuerdo a las visuales desde avenida Juárez y otros puntos del conjunto. El área que rodea al ex-convento, sería tratada como un espacio arbolado (blando) y equipada con mobiliario urbano para el esparcimiento. La galería es un conjunto de edificios de dos y tres niveles conectados mediante puentes. A nivel de la calle es transparente por estar construido sobre columnas y permite la vista hacia y desde la Alameda Central. La obra no fue realizada y no tiene relación alguna con lo que actualmente se denomina Jardín de la Solidaridad.»

Para el nuevo monumento la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México ha convocado a un concurso cuyo objetivo es “encontrar una propuesta arquitectónica, urbana, constructiva y programática a nivel conceptual para un Memorial que integre las funciones sociales, operativas y simbólicas de un nuevo espacio público en beneficio de sus usuarios, vecinos, personas afectadas, voluntarios, visitantes y ciudadanía en general.” El concurso es local —pueden participar personas que no tengan nacionalidad mexicana pues la condición de “local” parece estar definida por el domicilio fiscal—, abierto a arquitectos, urbanistas, ingenieros y paisajistas con un mínimo de cinco años de experiencia profesional demostrable. El espacio se propone como un “parque intra-urbano” —el terreno tiene tres colindancias— que “permita el homenaje y al mismo tiempo el recogimiento”, y “promueva la gratitud” y en el que “se den actividades culturales, conciertos, pabellones, exposiciones y otras actividades culturales” (sic). También se dice en la convocatoria que “los elementos construidos podrán ser edificados con material de reciclaje del sismo.” El presupuesto para construirlo es de 14 millones de pesos.

El programa arquitectónico incluye un espacio conmemorativo, “abierto o semi-cubierto,” espacio para la “recepción, vestíbulo, registro y paquetería,” una galería, una cafetería —“que pueda ser concesionada”—, un “auditorio” para 120 personas —más bien, por la descripción que se da, un salón de usos múltiples—, área de capacitación, las oficinas de la “dirección del centro” y  salas de reunión e información además de los servicios necesarios.

Como se ve, el gobierno de la Ciudad parece no tener muy claro, aun, si se trata de una plaza conmemorativa, un parque “intra-urbano” o un centro de información sobre el terremoto del 2017. Un monumento, una plaza o un edificio. O una extraña mezcla de todo eso en un terreno de sólo 780 metros cuadrados de superficie —24 de frente por 32.5 de fondo— y, como ya se dijo, con tres colindancias. En su cuenta de Twitter, Sergio Beltrán-García no sólo ha analizado el programa y las áreas requeridas sino también la manera como se plantea la convocatoria y varias de sus implicaciones. La peor de todas tal vez sea que el Gobierno de la ciudad parece actuar como si, tras su lenta respuesta tras el terremoto, los poco efectivos planes de reconstrucción y las dudas y los escándalos que han rodeado el uso de fondos tanto públicos como de donativos privados para la reconstrucción, el “memorial” viniera a dar por terminado un proceso que es evidente aun no se ha cerrado.

El 19 de marzo pasado, al cumplirse seis meses del sismo, Guadalupe Padilla, damnificada del Multifamiliar Tlalpan, declaraba a Animal Político:

“Nuestra realidad es que ya hemos perdido la esperanza, desde hace dos meses dejamos de recibir ayuda por parte de la sociedad, en gran parte se debe que creen que las autoridades nos han dado soluciones y reubicado en nuestros departamentos, pero eso es mentira seguimos en viviendo en los campamentos.”

Diez días después de que algunos damnificados por el terremoto acusaran el olvido, Miguel Angel Mancera anunció la convocatoria al concurso para el “memorial.” Ese mismo día, también, Miguel Angel Mancera renunció a su cargo como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México tras ser propuesto como candidato plurinominal al Senado de la República por el Partido Acción Nacional. Para él, el anuncio del “memorial” y su renuncia al cargo coincidían como cierre simbólico de su gestión. A otros, en cambio, nos pareció la última demostración de la escasa visión de lo urbano, lo público y lo político que caracterizó a su gestión.

 

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