Resultados de búsqueda para la etiqueta [Talca ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:22:14 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Contra el olvido. Conversación con Juan Román https://arquine.com/contra-el-olvido-juan-roman/ Tue, 27 Sep 2016 16:39:26 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/contra-el-olvido-juan-roman/ Una arquitectura que lucha contra el olvido y la indiferencia desde el centro. Una pedagogía que busca potenciar las capacidades del alumno. Y una manera de entender lo que se hace como una operación que produce comunidad. A contracorriente, así habla Juan Román desde Talca, Chile.

El cargo Contra el olvido. Conversación con Juan Román apareció primero en Arquine.

]]>
 

Presentado por:


Juan Roman es arquitecto por la Universidad de Valparaíso (Chile, 1983) con Maestría en en Desarrollo Urbano por la Universidad Politécnica de Cataluña (España, 2005) y Doctor en Arquitectura y Patrimonio por la Universidad de Sevilla (España, 2015).

14456917_10157592897820457_81408574_o

En 1998 elaboró el Proyecto de Creación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca donde se desempeña hasta hoy. Su aporte a la enseñanza de arquitectura en Chile ha sido reconocida a partir de una serie de monografías editadas en Chile y el extranjero. Actualmente es Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca. Fue curador del Pabellón de Chile en la 15º Bienal de Venecia. Y en MEXTRÓPOLI 2018 será uno de los participantes.

14453946_10157592896100457_1253832012_o

¿Por qué llamar al pabellón de Chile en Venecia A contracorriente?

El concurso para elegir al curador del pabellón de Chile en la Bienal de Venecia pedía un texto de 500 palabras. Una vez escrito empecé a buscar alguna palabra y me quedé con el a contracorriente. En este Reportando desde el frente parece que hubo una acepción de la palabra frente como frente de batalla. Y de haber una batalla es una batalla contra el olvido, que es un enemigo terrible. Yo me acordaba de El desierto de los tártaros —la película, no he leído el libro— en que justamente están estos tipos en un fuerte esperando a un enemigo que nunca llega. Y esa lucha contra el olvido tiene que ver con eso. No es que haya una corriente en un sentido y nosotros vayamos en otro. Esa corriente en realidad es el olvido. Se trató entonces de alinear algunos mecanismos para formar una senda que nos llevara a alguna parte. En el llamado de la bienal se dieron dos cosas. Uno leía la convocatoria y estaba escrita con mucha distancia —cosas de Santiago. Participé en esta cosa por desafío. Ganamos más por gracia del jurado que por cosa nuestra, porque el llamado dio para hacer una interpretación y calzar dentro. Participé por desafío, pero ganar fue una gracia del jurado. El llamado dio para hacer una interpretación y quedar dentro.

¿El olvido de qué?

El olvido del centro, que se olvida de las periferias. Cuando no calzas en ningún plan de desarrollo o son ciegos y no diría totalitarios pero autoritarios, en el sentido de dictar qué se hace. El olvido no deja ver los problemas de esas comunidades campesinas, que no tienen plazas, que no tienen lugares donde reunirse, que son cada vez más débiles, donde hay que poner un mirador, una pequeña plaza y entonces la comunidad se potencia. Es más fácil decir olvido, pero también indiferencia.

14467075_10157592898165457_591452963_o

Se construye así una imagen del otro, de cómo deben vivir. Hace poco releía un texto de un arquitecto mexicano escrito en los años veinte: Como viven nuestros pobres y cómo deberían vivir y, describiendo las casas de los pobres, habla de “esos pisos que no se distinguen de la tierra.” Hace unos cuantos años, un programa del Gobierno Federal en México era Piso firme, la batalla desde el centro era cambiar el piso de tierra por uno de cemento y así, suponían, mejorar la casa de los pobres, como si eso resolviera algo.

Siendo que esos pisos los barrían y hasta los enceraban. Hay caricaturas de la pobreza: eso de no ver al otro. Hay un texto de Maturana, que yo he citado en el que habla de la biología del amor —que confunde con la ética— y que finalmente se sintetiza en esta posibilidad o necesidad de ver al otro y aceptarlo en su legítima otredad. Eso cuesta trabajo. También a los estudiantes. Su interés es titularse e irse y se tiene que hacer que puedan ver y aceptar al otro. Ahí hay fundamentos de amor. Cuando yo encargué los videos de la exposición, al revisarlos me di cuenta que no me servía ninguno. Los estaba viendo sin audio y cuando lo escuché, descubrí cómo hablaban los que lo filmaron de lo que veían: no era una mirada amorosa. Mirar y aceptar al otro es un acto de amor.

No acostumbramos hablar de arquitectura y amor.

¿De otra manera cómo? Estos proyectos no son encargos. El alumno va avanzado hasta descubrir la oportunidad del proyecto. Y si no hay esa mirada amorosa, tanto con las personas como con el paisaje, sale algo con la misma indiferencia del centro.

14466188_10157592897375457_538755932_o

Si no hay encargo, ¿cómo inventas el proyecto?

Creo que los profesores definen ciertos temas. Yo he trabajado sobre la falla en el tejido: pasar muchas horas viendo Google Earth, hasta que aparece una falla en el tejido —como cuando se te va un punto: ahí. Después lo ubicaban, lo visitaban y aparecían condiciones muy interesantes. Generalmente como huellas del pasado: iba el desarrollo de una manera y hubo un cambio y eso quedó así. Eso daba lugar a una investigación. Detrás de eso me quedé con la idea de lo raro. Parece que el tema de la rareza lo voy filtrando yo, más que el estudiante. Eso da lugar a cierto método que tiene que ver con la construcción de territorio, patrimonio, identidad. Lo que podemos hacer nosotros con nuestro dinero es un mirador para ver la ruina y conversar en torno a ella. En otros casos, tiene que ver con trabajar fuertemente con restricciones, que obligan a pensar algo más. Creo que de ahí vienen formas que pueden resultar diversas. Sin esas restricciones se termina en lo más trivial.

Pero hay restricciones formales —como el poeta que decide escribir un soneto— o de tema —de qué tratará el soneto— y las del lenguaje mismo. Unas las construyes, otras vienen de fuera.

Edward Rojas, que está en Chiloé, dijo una vez: siempre se cree al principio que el arquitecto tiene la razón, luego uno se da cuenta de que el cliente tiene la razón y luego que es una relación entre arquitecto, cliente y lugar: 50% lugar, 25% cliente, 25% arquitecto. Es una lucha por construir un sentido común. Hay también una duda enorme: ¿en qué momento quien empieza a estudiar arquitectura se cree maestro? Yo lo inventé, es mío. A lo mejor es un ingrediente que se necesita para sobrellevar la carrera: vanidad de peluquero. Cómo lograr ver el lugar es una cuestión fundamental en todo el proceso. Los dejamos avanzar y luego los acompañamos al lugar a ver todo lo que no vieron. También están en un triángulo entre el lugar, el cliente, la administración y aprender a moverse en esa estrechez. En una época el programa de un curso empezaba así: “al término de la carrera el alumno será capaz de…” A mi me gusta quitar el de: “al término del curso el alumno será capaz.” ¿Para qué sirve la educación? Para mi tiene que ver con eso: ser capaz. Mi padre me contaba que su padre, mi abuelo —a quien no conocí, vivían en el norte— para aprender a nadar les amarraba un cordel y los tiraba al agua y no les quedaba de otra. Creo que tiene que ver con cuáles obstáculos o restricciones te pones.

Hablas de lugares para ver, ¿es una pedagogía que va más allá de los alumnos y los maestros, hacia la comunidad, buscando que vean de otro modo lo que ya conocen?

No. No hay esa intención. Quizás porque en esa región, que tiene los peores índices en lo que quieras: educación, sueldos, la gente es muy feliz. No entiendes por qué. Y parece que después del terremoto del 2010 se produjo un efecto de cuerpo. Sergei Loznitsa tiene un documental que se llama Retratos. Frente a la cámara pone a campesinos que parecen del XIX y son del XXI. Yo le pedí a un alumno que hiciera algo así. Y los ves a todos frente a la cámara muertos de risa, no por otra cosa que porque es gente feliz. Hay una interpretación de un analista. Dice que en Chile el tema individual está solucionado. El problema es el tema colectivo. Individualmente la gente es feliz, pero lo colectivo no funciona pro ninguna parte: la ciudad está desprovista de casi todo, la calle no funciona por la delincuencia. Es muy interesante. Creo que el tema es juntarlos: que se vean unos a otros. En los proyectos buscamos esa posibilidad: que la gente concurra, que se vean. Entender la plaza como una operación que produce comunidad a través del fortalecimiento de su unidad. Algo así. ¿Cómo logramos que la comunidad se haga mas fuerte? Hagamos una plaza. Eso es lo que buscamos. No es un afán de educar. Es exactamente lo inverso: aprender de ellos, cómo solucionan sus cosas. Igual con un alumno: no lo formamos, sacamos de él su potencial, la comunidad que lleva dentro.

14456725_10157592895935457_1471243409_o

 


Conoce más del festival que durante cuatro días hará de la ciudad una experiencia extraordinaria |  mextropoli.mx

 

El cargo Contra el olvido. Conversación con Juan Román apareció primero en Arquine.

]]>
Pabellón de Chile en la Bienal de Venecia 2016 https://arquine.com/pabellon-de-chile-en-la-bienal-de-venecia-2016/ Thu, 17 Dec 2015 18:59:57 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/pabellon-de-chile-en-la-bienal-de-venecia-2016/ Con el título "A Contracorriente", el pabellón de Chile en la Bienal de Venecia se enfoca en el problema de la transformación del territorio rural, por medio de ciertos procesos productivos de explotación agrícola, y plantea una mirada crítica desde la construcción de una serie de proyectos elementales que se relacionan con este nuevo paisaje.

El cargo Pabellón de Chile en la Bienal de Venecia 2016 apareció primero en Arquine.

]]>
F10

El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile, a través de su Área de Arquitectura, anunció este año un “Concurso de Ideas para el Pabellón en Chile de la 15ª Bienal de Arquitectura de Venecia 2016”. Fruto de este concurso el Gobierno de Chile anunció que su pabellón será realizado por el arquitecto y curador Juan Román –Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca–, quien obtuvo, de forma unánime, el primer lugar con su proyecto “A contracorriente”, realizada junto al equipo formado por José Luis Uribe (co-curador), Andrea Griborio (producción general), Víctor Letelier (diseño), Cristina Paoli (concepto gráfico), Fernando Valenzuela (concepto audiovisual), Héctor Labarca (Concepto fotográfico) y el artista visual Sebastián Preece (arte), con una propuesta que “pone el foco en el problema de la transformación del territorio rural, por medio de ciertos procesos productivos de explotación agrícola, y plantea una mirada crítica desde la construcción de una serie de proyectos elementales que se relacionan con este nuevo paisaje”.

Por su parte, el Ministro de Cultura de Chile, Ernesto Ottone, apuntó que el equipo ganador trabaja “en condiciones de precariedad y escasez del territorio rural del centro sur de Chile, con obras que contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas, y que hoy tienen alcance y reconocimiento internacional”, referido a la experiencia docente desarrollada durante los últimos años en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca.

1 (1)

El pabellón se integrará dentro de ‘Reportando desde el frente’, el tema de la Bienal, dirigida por el también chileno Alejandro Aravena, quien, durante la presentación de la misma apuntó “que los países pudieran compartir con el resto del mundo cuáles son las batallas que cada uno está enfrentando en casa, para así estar advertidos acerca de los desafíos que podríamos ignorar, pero también compartir un poco de conocimiento, porque no debemos estar solos en el esfuerzo de mejorar los lugares donde ocurre la vida”.

El jurado estuvo integrado por Miquel Adrià, Mathias Klotz, Humberto Eliash, Juan Grimm, Sebastián Gray – como representante del Colegio de Arquitectos de Chile– y Antonia Lehmann –en representación de los concursantes.

03

El cargo Pabellón de Chile en la Bienal de Venecia 2016 apareció primero en Arquine.

]]>
De arco a arco https://arquine.com/de-arco-a-arco/ Thu, 05 Sep 2013 15:13:05 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/de-arco-a-arco/ Los arquitectos chilenos José Luis Uribe y Víctor Letelier Lara cuentan la experiencia de la Escuela de Arquitectura de Talca, donde el viaje , no sólo físico, constituye una de las formas de conocimiento para aprehender el territorio y la arquitectura.

El cargo De arco a arco apareció primero en Arquine.

]]>
 

El lujo de un territorio

“Ustedes tienen un territorio cargado de materia para poder trabajar”, decía el artista Sebastián Preece mientras palpaba unas latas de zinc oxidado que se asomaban desde una vivienda en un primer recorrido nocturno que realizamos por las calles del centro de Talca. El comentario de Preece tiene que ver con el lujo de operar en el territorio sobre el cual desarrolla su práctica arquitectónica la Escuela de Talca y de proyectar sobre un territorio de gran extensión y variedad de paisajes como lo es el Valle Central de Chile. El privilegio de habitar este territorio en su amplitud se hizo patente con el trayecto realizado por un grupo de alumnos desde la Cordillera de los Andes hacia el Océano Pacifico, en la costa maulina, en el que se llevaron a cabo una serie de intervenciones de carácter efímero en distintas localidades.[1] Éstas no buscaban constituirse en una arquitectura, sino mas bien materializar un edificio de intuiciones o tal vez de imágenes, sobre las cuales declamaba el poeta maulino Pablo de Rokha,[2] por medio de un pantone de situaciones que tienen que ver con el reconocimiento de aquel recóndito territorio sobre el cual la escuela desarrolla su quehacer. Esta experiencia de apertura podría vincularse con el arte relacional, o las prácticas artísticas que toman como punto de partida el conjunto de las relaciones humanas y su contexto social, más que sólo considerar un espacio autónomo y privativo como soporte de una labor.

Del Taller de Agosto como práctica académica

“En las versiones anteriores del Taller de Agosto se venían construyendo plazas; el Taller de Agosto opera sobre el territorio. Es así como ambas prácticas se conjugan ahora en la cancha, espacio de dimensiones mayores que bien puede ser entendido como una plaza de escala territorial, al reparar en las personas que desde distintas y lejanas comunidades se dan cita ahí cualquier tarde de domingo.

”Que la edición 2010 del Taller de Agosto se celebrara en medio de la emergencia y que la edición 2011 simplemente no tuviera lugar, por ser éste un año convulsionado, determinan que la edición 2012 parezca llamada a recuperar prácticas olvidadas. Recordemos también que hay una hipótesis común a todos los talleres de obra: que la inteligencia y el entusiasmo son los recursos que compensan la falta del otro recurso, el siempre escaso dinero. Así, con inteligencia, entusiasmo y sin dinero, los estudiantes se sitúan a manera de articular ideas, aportes y voluntades para construir”.[3]

Con estas palabras Juan Román iniciaba el Taller de Agosto 2012,[4] taller que desde 2004 fomenta la construcción de al menos una plaza en algún lugar del Valle Central de Chile durante el mes de agosto de cada año, proceso en el cual participan la totalidad de los alumnos de la escuela acompañados por estudiantes de escuelas de arquitectura de otros países. Tomando como base que el Taller de Agosto es una práctica académica que aspira a la complejidad, se abordaron con un tono y ánimo distendido los tres dominios que ordenan el Plan de Estudios de la Escuela de Arquitectura, y que son: oficiar, operar e innovar.[5] Esto durante 20 días de elaboración de ideas que se articularon con la experimentación y exploración proyectual en torno a la arquitectura como elemento cultural que responde a un contexto inmediato.

Un viaje como obra y el territorio como relato

Las palabras de Román entregaban ciertas directrices para abordar el taller. Es así como se reconocen tres definiciones[6] de la palabra cancha que informan a las primeras operaciones proyectuales. Primera: un local o espacio destinado a la práctica de determinados deportes o juegos; segunda: un terreno, espacio, local o sitio llano y despejado y, tercera: un corral o cercado espacioso para depositar ciertos objetos.

A lo anterior se suma como precedente la experiencia de la Máquina de Hacer Paisajes,[7] dirigida por el profesor Andrés Maragaño durante Talca by Light, versión 2009 del Taller de Agosto. En aquel taller, a partir de una serie de pequeñas intervenciones efímeras, fue posible indagar en una diversidad de temas ligados entre sí, tales como las propiedades materiales, la creación de situaciones de paisaje y, sobre todo, la creación de imágenes, de procesos creativos que pueden relacionarse con las palabras del crítico de arte Nicolas Bourriaud, para quien “construir una obra implica la invención de un proceso para ser mostrado. En ese proceso, toda imagen adquiere el valor de un acto”.[8]

Recordando una cita de Francesco Careri recogida por Gilles A. Tiberghien en el libro Walkscapes: El andar como practica estética, en la cual Careri expresa lo siguiente: “hemos escogido el recorrido como una forma de expresión, que subraya un lugar, trazando una línea físicamente. El hecho de recorrer, instrumento de conocimiento fenomenológico y de interpretación simbólica del territorio, es una forma de lectura psicogeográfica del territorio comparable al walkabout de los aborígenes australianos”.[9] De esta manera, a la reinvención de una practica de escuela aportada por la Máquina de hacer paisajes y a la presente lectura de Francesco Careri respecto al recorrido, se suma el hecho de incorporar en los alumnos la experiencia de reconocer la amplitud de un territorio sobre el cual la escuela ha desarrollado su quehacer los últimos 15 años en un solo trayecto, lo que además permite generar en los alumnos una nueva actitud de escuela.

A partir de estas aproximaciones y definiciones se intuyen las acciones del taller donde concurre la investigación, el diseño y la construcción. Se plantea el taller “de arco a arco” como un recorrido continúo, desde la cordillera hasta la costa, y como un relato que constituya la exploración de un territorio. Una aproximación a esta actitud de escuela se puede reconocer en David Lynch y su “Interview Project”,[10] donde se establece un vinculo con lo imprevisto a partir del trazado de una línea en un recorrido de 33 km, en el cual se documentan entrevistas espontáneas a personas comunes, cuyo tema es Estados Unidos.

En el recorrido realizado por el taller se reconocerán canchas por tanteo en los diversos asentamientos rurales: la investigación. El reconocimiento de estas canchas implica el trazado temporal de cada situación sugerida por la cancha, mediante un soporte repetitivo propuesto por los alumnos: el diseño, con lo que se genera un momento de detención en este viaje y de vínculo con el habitante, el paisaje, la materia y la cultura propia del lugar. Finalmente, el soporte concluye su recorrido al asentarse en el lugar reconocido en la última parada del viaje: la construcción. Tal como lo plantea Careri, el andar como una herramienta que permite leer un territorio[11] y, a su vez, reconocer la ausencia del objeto en el paisaje.

Concurren como imágenes de proyecto las acciones sobre el territorio realizadas por Robert Smithson, la narrativa del viaje planteada por Hunter S. Thompson en el libro Fear and Loathing in Las Vegas y el trayecto relatado en la película Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola. La propuesta no plantea la construcción de una obra en el paisaje, sino connotar valores territoriales con una serie de intervenciones efímeras o una serie de construcciones patentes, insertas en diversos paisajes culturales reconocidos en el Valle Central de Chile.

De arco a arco

El trayecto tuvo una duración de tres días e implicaba un viaje desde el oriente hasta el poniente del Valle Central de Chile. El 3 de diciembre de 2012, un grupo de 27 alumnos[12] iniciaron el trayecto desde Talca hacia el Valle los Cóndores, limítrofe con Argentina, caracterizado por la granulometría de las rocas y la extrema condición climática, con temperaturas elevadas durante el día y un fuerte viento sumado a temperaturas bajo cero durante la noche. Mediante un manto compuesto por 60 camisetas de diversos colores —recogidas en una caseta abandonada ubicada en la ciudad de San Javier— se enmarcaron una serie de canchas emplazadas en el lugar, correspondientes a diversas huellas donde los montañistas y escaladores acampaban. Por otro lado, este extenso manto se proponía interactuar con diversos elementos del paisaje presentes en el lugar, como el cielo, la montaña y la rugosidad del suelo.

Al día siguiente, la ruta se dirigió en dirección al poniente, que conecta el Valle de los Cóndores con Huelón, un poblado en medio del valle, caracterizado por la intensa presencia del bosque y los distintos tonos del suelo. En este punto, la intervención se llevó a cabo con 60 sillas de madera diseñadas a partir de cajones de tomates reciclados, las cuales, al sumarse y repetirse, podían enmarcar y connotar las canchas informales, presentes en el sector. Las sillas tenían la propiedad de ser fáciles de transportar y de poder apilarse, lo que permitía indagar sobre diversas volumetrías que interactuaban con los distintos lugares en los cuales se emplazaron.

Finalmente, el último punto del trayecto corresponde a Loanco, poblado situado 43 km al sur de Constitución, caracterizado por un paisaje rural costero y con una población dedicada a la pesca. Esta última intervención incorporó el manto de camisetas y las sillas como un solo elemento arquitectónico, constituyendo un suelo y un cielo. Se aprovechó la topografía del lugar y la situación de tribuna hacia el Océano Pacífico para ubicar las 60 sillas, las cuales no se fijan al suelo con la idea de que el habitante del lugar pueda retirarlas al pasar el tiempo, desapareciendo progresivamente y de manera espontánea. El constante flameo de los colores del manto interactuaba con la red formada por las sillas.

Esculpiendo un territorio

La obra del artista inglés Hamish Fulton hizo patente el viaje a pie por el paisaje como una forma de arte breve, declarando que lo único que podíamos recoger de un paisaje son las fotografías y que, a su vez, regalamos nuestros pasos como una marca en el territorio.[13]Si entendemos la experiencia del viaje como la obra vivencial, volvemos a Nicolas Bourriaud, quien se refiere a la obra de arte como “una duración por experimentar, como una apertura hacia un intercambio ilimitado”. Por otro lado, sostiene que “el arte es la organización de presencia compartida entre objetos, imágenes y gente”, pero también “un laboratorio de formas vivas que cualquiera se puede apropiar.[14] Estas formas son las que se reconocieron en las intervenciones realizadas durante el trayecto. Formas que interactuaron con el habitante, con el paisaje y con la materia, logrando constituir una serie de postales e imágenes que permitieron, además de esculpir en un territorio, esculpir un paisaje.[15] Finalmente, la constitución de un viaje como obra y la comprensión del territorio como relato sólo pretende dar cuenta de la aspiración inicial del taller al finalizar el trayecto: sumar una cuarta acepción de la palabra cancha en la formación del alumno e incorporar la habilidad que se adquiere con la experiencia,[16] vinculada al control del las situaciones improbables que se suceden en plena ejecución de una obra y que en la presente experiencia no fueron menores.

José Luis Uribe Ortiz + Víctor Letelier Lara*

*Texto publicado en Arquine No.65 | Espacios de aprendizaje

*José Luis Uribe es egresado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, Chile, 2007 y profesor en la misma escuela. Máster en Teoría y Práctica del Proyecto de Arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, de la Universidad Politécnica de Cataluña, España, 2010. Participará el jueves 19 de septiembre como panelista en Arquine Jams No.7 | Espacios de aprendizaje, que busca construir un espacio de discusión a través de la participación abierta de cada uno de los presentes en torno a la arquitectura de las escuelas más allá del edificio.

*Víctor Letelier Lara es arquitecto egresado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, Chile, 2009. Entre los años 2010 y 2013 participó como instructor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca. Actualmente cursa el Máster en Teoría y Práctica del Proyecto de Arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, de la Universidad Politécnica de Cataluña, España.

CARTOGRAFIA TRAYECTO

CAMILA ROJAS HUANEL © Camila Rojas Huanel

MARCELO ROJAS 01© Marcelo Rojas


[1] Parte del proyecto de “arco a arco” realizado por los profesores José Luis Uribe y Víctor Letelier Lara durante la versión 2012 del Taller de Agosto, denominado “Todo es Cancha”, experiencia académica que se relata en el presente texto.

[2] Fragmento de “Ecuación: canto de la fórmula estética”, publicado en 1929. Recopilado posteriormente en Vanguardia Latinoamericana, tomo V, Madrid, Editorial Iberoamericana, 2009.

[3] Texto extraído del brief inicial del Taller de Agosto 2012, escrito por Juan Román.

[4] De manera excepcional la presente versión del taller se realizó entre noviembre y diciembre.

[5] Según Román, el perfil de egreso de la escuela se ordena con base en tres dominios: El primero, oficiar, incluye competencias relacionadas con la tradición del oficio, atendiendo a lo que la ley exige y a lo que la sociedad espera de un arquitecto. El segundo, operar, remite a las competencias necesarias para que el egresado pueda desenvolverse exitosamente en un medio adverso y competitivo. El tercero, innovar, significa trasformar el conocimiento en riqueza en un medio caracterizado por el cambio constante.

[6] Según la Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Barcelona, Editorial Espasa Libros, 2001.

[7] www.maquinadehacerpaisajes.blogspot.com

[8] Bourriaud, Nicolas, Estética relacional, Buenos Aires, Editorial Adriana Hidalgo, 2007.

[9] Tiberghien, Gilles, en el articulo “La ciudad nómada”, en Walkscapes: el andar como practica estética, Barcelona, Gustavo Gili, 2002.

[10] www.interviewproject.davidlynch.com

[11] Cabe destacar que Francesco Careri estuvo en la ciudad de Talca entre los meses de marzo y mayo de 2012 como parte del taller “Arte Civiche”, organizado por el profesor Germán Valenzuela. La actividad fue financiada por el programa de Capital Humano Avanzado del Extranjero, de Conicyt, Chile.

[12] El taller estuvo integrado por los alumnos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, Karen Pérez Arriagada, Yoselyn Soto Quiroz, Constanza Montecinos Villar, Camila Madariaga Potthoff, Francisca Jara Benavides, María Francisca Fuentes, Misael Riquelme, Angélica Méndez Poblete, Juan Ibarra Ciuffardi, Simón Herrera Pellizzari, Nicol Soto Meza, Gabriela Garrido Ahumada, Héctor Fabián Montecinos, René Vásquez Torres, Natalia Franco Meza, Hans Kubat Sarria, Marcelo Rojas Lagos, Constanza García González, Stacy Mora González, Yanara Suazo González, Constanza González Reyes, Javier Cáceres Mena, Evelin Muñoz Torres, Carlos Cruz González, Camila Isabel Rojas y los alumnos de intercambio provenientes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, Roberto Ignacio Bárcenas Altamirano y Juan González Santiago.

[13] Fulton, Hamish, Mountain Time Human Time, Milán, Charta Arts Book 2010.

[14] Bourriaud, Nicolas, op.cit.

[15] Los autores del presente texto parafrasean el título del libro Esculpir en el tiempo: reflexiones sobre el arte, la estética y la poética en el cine, de Andrei Tarkovski.

[16] Real Academia Española, op.cit.

El cargo De arco a arco apareció primero en Arquine.

]]>
Arquitectura: cuando el paradigma es la educación https://arquine.com/cuando-el-paradigma-es-la-educacion/ Mon, 02 Sep 2013 15:32:06 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/cuando-el-paradigma-es-la-educacion/ Hablar de Chile y Arquitectura en los últimos años, obliga a posar la mirada no sólo en las figuras particulares que forman parte de una generación de jóvenes arquitectos que han destacado a través de su obra, señala también algunos procesos de naturalezas distintas que han permitido hacer la diferencia, y se han convertido en paradigma desde sus trincheras, uno de estos procesos, es el que desarrolla la Escuela de Arquitectura de Talca.

El cargo Arquitectura: cuando el paradigma es la educación apareció primero en Arquine.

]]>
 

Hablar de Chile y Arquitectura en los últimos años, obliga a posar la mirada no sólo en las figuras particulares que forman parte de una generación de jóvenes arquitectos que han destacado a través de su obra, señala también algunos procesos de naturalezas distintas que han permitido hacer la diferencia, y se han convertido en paradigma desde sus trincheras, uno de estos procesos, es el que desarrolla la Escuela de Arquitectura de Talca, un referente educativo ubicado en la Región del Maule, que desde un pequeño punto equidistante a Santiago y Concepción, las principales ciudades de Chile, ha logrado destacar en el panorama arquitectónico Chileno con un peso propio, con un modelo que demuestra por medio de la praxis, los alcances de desarrollo que pueden obtenerse a través de la buena educación.

Destaca el hecho de que en un poco más de diez años la Escuela de Arquitectura de Talca, haya logrado posicionarse como una de las mejores del mundo, colocando en la palestra pública los proyectos desarrollados por los estudiantes de esta pequeña y modesta región Chilena, una serie de obras cargadas de gran significado y entusiasmo, que logran traducir con gran destreza espacios y gestos donde temas como la materia y el paisaje poseen un alto valor.

Este modelo, para muchos paradigma de enseñanza es brevemente narrado por quien fue director de la escuela durante sus primeros diez años, el arquitecto Juan Román; quien desde Talca colaboró con este modelo de entrevista que pretende narrar por medio de una doble tanda de preguntas cuatro aspectos fundamentales de lo que significa el proyecto, su origen y naturaleza, su valor dentro del panorama chileno, su opinión con respecto a la posición que tiene la arquitectura chilena desde el mundo y el valor de su proyecto en particular dentro de ese panorama de reconocimientos y miradas que hoy la colocan como referencia.

talca2

Andrea Griborio: Describe el proyecto de la Escuela de Arquitectura de Talca, cómo y cuando se originó y cuales son los lineamientos generales y valores que lo definen.

Juan Román: Hay una decisión primera de la universidad por crear una escuela de arquitectura, etapa de la cual no tengo mayores antecedentes, pues, a principios de 1998 me contactan para concebir y desarrollar el proyecto, esto es elaborar el perfil del egresado, la malla curricular, los planes de estudio y todo eso. Hace ya tiempo que no reviso ese escrito pero sé que están ahí el territorio, el saber-hacer y el poder- hacer, cosas que, con otros nombres, se mantienen vigentes hasta hoy. Posteriormente, a finales de 1998, la rectoría me propone dirigir la escuela, ofrecimiento que hasta hoy no termino de entender pero que en ese momento acepto. El caso es que en marzo de 1999, junto a Germán Valenzuela y Juan Pablo Corvalán –entonces jóvenes promesas- recibimos a nuestro primeros 80 alumnos, todos provenientes de Talca y ciudades cercanas, una zona en la que nunca había existido una escuela de arquitectura. Y bueno, ya a mediados de ese año había caído en cuenta que las maneras, que lo métodos de enseñanza había que cambiarlos pues se trataba de un estudiante distinto de aquellos que había tenido antes en otras ciudades de Chile. Ese parece ser el momento en que surge un proceso que algo tuvo de original.

A.G.: Hablas de que se encontraron ante un “estudiante distinto”, sin embargo la concepción de un proyecto que por encima de decir como saber hacer las cosas, parte de enseñar a saber hacer haciendo, nos coloca ante un concepto educativo de principio diferente a los sistemas tradicionales de enseñanza en latinoamérica. Que hace distinto al estudiante de Talca, y sumo a esto la duda de si acaso esas diferencias sugieren que ante un estudiante de otras ciudades de Chile, no se hubiera hecho énfasis en el método de enseñar a pensar haciendo.

J.R.: Fue a mediados de 1999 cuando se repara en que nuestros estudiantes, parafraseando a Vargas Llosa en eso de “La Tía Julia y el Escribidor”, eran “construidores” pues se podían expresar con gran facilidad a través de objetos construidos con cualquier cosa y en que, como les acomodaba, insistían en ello. A esto se agrega que eso del espacio como elemento fundamental de la formación del arquitecto les resultaba particularmente difícil. Esto último no necesariamente es un rango distintivo de nuestros alumnos pues, en lo personal, vine a entender el espacio a los 45 años, es decir, harto después de haberme titulado y de haber ejercido. Entonces lo que interesaba era diseñar un proceso que les permitiera ser arquitectos basándose en lo objetual más que en lo espacial. En ese sentido, el énfasis inicial no tiene tanto que ver con el tradicional aprender-haciendo – que en realidad, en la tradición de las escuelas de arquitectura, es un aprender-representado- sino en la formación de un arquitecto por otra vía, una vía, digamos, apropiada. Felizmente a esa hora se puede echar mano a referentes como Zumthor, Murcutt y Herzog, para, más tarde, congraciarnos en la conferencia “Donde enseño arquitectura de Quetglas”.

A.G.: Consideras que la propuesta de la Escuela de Arquitectura de Talca de haberse planteado en otro contexto (país), hubiera logrado el éxito y la proyección que ahora la caracterizan. 

J.R.: Eso de “el éxito y la proyección” creo que hay que revisarlo pues no lo entiendo bien. En general se trata de términos que obedecen a un patrón de medida que en este caso no está explicitado. Pero la pregunta es interesante pues obliga a identificar aquellos componentes fundamentales del proceso vivido en Talca y, sin pensarlo mucho, surgen la coherencia, el optimismo y la honestidad como cosas que, si bien no abundan, pueden encontrarse en cualquier parte, aunque esa parte debiera ser periférica o, más bien, excéntrica que es la palabra que actualmente estoy ocupando para referirme a la relación que esta pequeña escuela situada en una pequeña ciudad de un pequeño país, guarda con los centros.

A.G.: Si bien no se especifíca un patrón de medida, se reconoce la originalidad del proceso vivido en Talca, mencionas aparte de cosas como coherencia, optimismo y honestidad, la relación excéntrica que ocupa Talca dentro del territorio chileno como un componente fundamental de ese proceso. Crees que lo que fundamenta el ejercicio de la escuela se encuentran en los vínculos entre disciplina y territorio.

J.R.: Eso de la excentricidad no lo aplico exclusivamente al contexto nacional. Es que cuando C3, la revista coreana, dedica la portada de su número 295 a la obra de titulación de Rodrigo Sheward, se confirma que la ya antigua apuesta de saltarnos Santiago había sido feliz. Por otra parte eso de disciplina y territorio puede ser cierto cuando se aplica sobre ese espacio de dimensiones kilométricas una óptica compleja que incluye componentes de, al menos, la historia, la economía y el clima, para aplicarla de manera conjugada sobre el paisaje y, cómo no, en el habitar.

A.G.: Podrías definir la Arquitectura Chilena y describir su evolución y alcance en los últimos años. Que opinión te merece que algunos la definan como un “suceso internacional” y a Chile como el “productor de la mejor arquitectura del continente

J.R.: El comentario que podría hacer respecto de la arquitectura chilena no iría mas allá de mencionar un cierto tono poético que es posible verificar en gran parte de sus componentes. Ahora, respecto de su evolución, creo que esta va fuertemente vinculada al aumento del producto interno bruto  que ha experimentado el país en los últimos veinte años, resultando posible verificar, a partir de ahí, la manera como se encuentra distribuida esa riqueza, pues gran parte de las obras que cimientan ese prestigio de la arquitectura chilena corresponden a encargos privados y, a su vez, gran parte de esos encargos privados corresponden a viviendas y segundas viviendas.

 A.G.: Ante esa respuesta tendría dos preguntas, una de ellas si consideras que se encuentra también ese “cierto tono poético” en los resultados presentados por alumnos de la escuela de Talca, y la otra pregunta es sobre si el hecho de que el prestigio de la arquitectura chilena se base en encargos privados de selectas viviendas, le resta valor en si misma como arquitectura.

J.R.: Ese tono poético parece estar muy relacionado con el paisaje que, en Chile, quizás si por diverso, resulta tan determinante para la formulación de culturas locales. Un arquitecto argentino decía que, comparados con ellos, los chilenos teníamos el país todo junto. Ahí están desiertos, valles, mares y cordilleras determinando maneras de habitar capaces de otorgarle a la obra de arquitectura ese tono poético que mencionaba, siempre que su autor, claro, se lo permita pues barrabasadas también hay, y muchas. En ese sentido el quehacer de la escuela al estar tan referido al territorio alcanza ese tono, diría, de manera natural. Por otra parte, lo de los encargos privados no le resta valor alguno a esa arquitectura chilena que mencionas. Quizás estaba pensando en la gran cantidad de proyectos públicos de gran calidad que pude ver en Medellín el año pasado, todos los cuales estaban insertos en un proyecto social o, mejor, en un proyecto de ciudad que en nuestro caso está ausente.

A.G.: Cual consideras que es la influencia del proyecto de la Escuela de Arquitectura de Talca, dentro del actual panorama de éxito de la arquitectura en Chile. 

J.R.: A principios de 2011 encontré en la red los comentarios de dos reputados e informados arquitectos que, en forma separada, se referían a la Escuela de Talca como la más vanguardista de Latinoamérica, cosa que me llamó la atención pues nunca estuvo en el proyecto la idea de constituirse en vanguardia de nada. Se me ocurre entonces que por ahí habría que buscar la influencia que mencionas. Por otra parte, respecto de ese “panorama de éxito” que mencionas, podría reiterar las aprehensiones  que ya te manifestara, pero, de lo que en realidad se trata, es creer que ese asunto del éxito dista mucho de lo que ha de tener en la cabeza un tipo que cada mañana se levanta para intentar formar a un joven de una manera tal que le permita a ese joven cuando ya sea arquitecto obtener, junto con el orgullo de sus padres, el trabajo que le permita mantener a su familia de manera digna.

A.G.: Alejados de definiciones como éxito o vanguardia, consideras el método de enseñanza y el proyecto de la escuela de Talca un paradigma a seguir en otros lugares de Latinoamérica. 

J.R.: Latinoamérica. La palabra suena a una sola cosa y resulta que son tantas.  Me recuerda a la Joan MacDonald cuando dice que los ricos son todos iguales y los pobres son todos distintos. Eso en términos generales o hemisféricos porque sabidamente al interior de Latinoamérica hay ricos y pobres. De hecho, una característica común a nuestros países es esa desigualdad socioeconómica que campea por todos lados. Es justamente en ese marco que lo de Talca podría aplicarse en otras partes pero algo raro pasa. El año pasado pude mostrar el “Talca: Cuestión de Educación” en varios países e indefectiblemente al terminar la conferencia se acercaban profesores de esas u otras escuelas de arquitectura impresionados y entusiasmados en aplicar con sus alumnos lo de Talca, pero, claro, a las finales nunca pasa nada. Creo que la explicación está en que la manera de Talca implica, primero, asumir muchos riesgos y, segundo, a que en esa manera subyace un asunto político que, claro, puede no ser del gusto de todas las personas que conforman una determinada escuela que, mal que mal, es también un espacio político.

talca1

Más que presentar un relato cerrado, el interés de éste texto es construir un juego de preguntas y respuestas en distintos tiempos, que permitan exponer una serie de micro relatos, posiciones y tendencias, relacionadas con este paradigma educativo; este laboratorio que ha conseguido formar a sus egresados en temas vinculados a la tradición del oficio, el desenvolvimiento en el mercado de la disciplina y la innovación que sugieren los actuales tiempos, tal como lo señala Jose Luis Uribe en su texto para el número 52 de la revista Arquine.

Las obras construidas en estos últimos años en la ciudad y sus alrededores por alumnos de la escuela, son la más genuina muestra de las capacidades adquiridas y desarrolladas por éstos jóvenes, cuya mayor ilusión es poder generar un aporte significativo para el lugar que habitan, investigando, proyectando y construyendo, interpretando e interviniendo el paisaje a partir de la materia y de la narrativa propia del territorio que configura el Valle central de Chile.

El cargo Arquitectura: cuando el paradigma es la educación apareció primero en Arquine.

]]>