Resultados de búsqueda para la etiqueta [sismo ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 03 Oct 2023 15:52:23 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Sismo zombi https://arquine.com/sismo-zombi/ Fri, 10 Feb 2023 03:51:50 +0000 https://arquine.com/?p=75211 La esquina de Ámsterdam y Laredo fue el sitio que albergó una instalación temporal alusiva a The Last of Us. Influencers y público en general publicitaron la "experiencia inmersiva". En 2017, desde esa esquina también se difundieron imágenes de los vecinos que, equipados con apenas un casco, ayudaron a recoger los escombros del edificio o que alzaban los puños pidiendo silencio.

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El capitalismo funciona como la pandemia zombi, es el pensamiento de la horda: cubrir todo, arrasar todo. No guardes un cadáver en la despensa, unos pocos sesos en la alacena, hay que comerse aquello que pase por delante. Como en las películas del género, no hay escapatoria, nunca hay final feliz, no se resuelve la pandemia. A lo sumo, algunos logran huir, pero su destino es una ciudad aún más sumida en el holocausto. ¿Qué espacios deja libres la extensión del capitalismo? Ni siquiera el arte o la revolución pueden escapar a su alcance. Un capitalismo zombi que nos entrega pequeños momentos de ocio, que permite la dilapidación del dinero y que retarda el pago todo el tiempo que puede.

Filosofía zombi, Jorge Fernández Gonzalo

 

Se acabó: ya nada se mueve. 

Ningún ruido del exterior. 

Me dirijo rápidamente a la ventana. 

Los sobrevivientes se abrazan en medio de la calle. 

Nada, nadie. Las voces del temblor, Elena Poniatowska.

 

 

A las voluntarias y voluntarios del sismo de 2017

 

 

Meses después de que ocurrió el sismo de 2017, leí en Twitter a alguien que decía que pasar frente a los edificios que no se terminaron de derrumbar era como estar frente a un zombi, los emblemáticos no-muertos que deambulan por las calles de una ciudad postapocalíptica buscando la carne de los sobrevivientes. A pesar de tener algunas partes de su piel ya podridas (y, sobre todo, a pesar de ya no responder a las normas sociales más básicas), estas criaturas siguen conservando algunos rasgos de su identidad, como pueden ser pedazos de ropa o rasgos faciales que permitan reconocer quiénes fueron antes de su transformación. Casi de la misma manera, los desechos de los edificios dejaban ver restos de la vida que habían albergado: pertenencias que no pudieron sacarse de los departamentos, uno que otro colchón para dormir o hasta retratos familiares. Quienes caminamos las calles de la ciudad después del sismo, ya sea repartiendo comida o alzando los puños en señal de pedir silencio a quienes circundaran frente a un derrumbe, seguramente también interpretamos, hasta cierto grado, aquel paisaje de polvo porque hemos visto las historias ficticias sobre el fin del mundo. La destrucción es una tradición milenaria para la expresión estética. Pero, ¿también lo es para los que experimentan situaciones de desastre?

Cada imagen del futuro apocalíptico conlleva un escenario: la lluvia permanente de Blade Runner; la vegetación que crece entre el concreto de Soy Leyenda y que ahora se cita, de alguna manera, en la serie de HBO titulada The Last of Us. En su primer capítulo se establece una premisa que podemos encontrar en otras producciones y que, sin embargo, sigue funcionando con éxito. Un agente desconocido comienza a esparcirse por una región. Todos intentan huir, incluso a costa de perder su solidaridad con el prójimo: no puedo ayudarte porque no sé si estás contagiado. El orden social también es carcomido por el mismo agente infeccioso y se instalan regímenes casi dictatoriales que impactan en los entornos urbanos. Al establecerse toques de queda, las calles se quedan casi siempre solas y hay tramos donde no hay señales de ser habitados por humanos, lo que los vuelve zonas más peligrosas para los protagonistas que tienen que sortear las adversidades con el fin de mantener los capítulos de la historia. Por esto, es posible leer las historias del fin del mundo como una fórmula para el entretenimiento cinematográfico. “Algo que puede hacer la fantasía es sacarnos de lo insoportablemente monótono”, dice Susan Sontag en su célebre ensayo “La imaginación del desastre”. “Nos distraen de los terrores, reales o anticipados, mediante un escape hacia situaciones peligrosas y exóticas que tienen finales felices de última hora”. Para la autora, el efecto de la imaginación apocalíptica sobre sus espectadores es paradójico: uno va al cine a ver “una de zombis” para ver cómo los personajes sobreviven por sus propios medios hasta que un doctor encuentra la cura y se restaura, de nuevo, un mundo que nos es familiar. El desastre extremo es una fórmula para el alivio, y son sólo unos cuantos individuos los que salen victoriosos. 

Sin embargo, después del sismo de 2017, las calles recibieron al colectivo. Bastantes infraestructuras, tanto públicas como privadas, permanecieron inutilizables por horas. Parte del caos que vemos en las películas sobre desastres se debe a que las multitudes esperan la respuesta de los militares o de los gobiernos que se encuentran más que presentes pero que pueden llegar a tomar decisiones contra los pueblos. En la Ciudad de México, algunos ciudadanos se hicieron cargo de semáforos descompuestos para controlar el tránsito y algunos pusieron a disposición de personas a las que jamás habían visto sus propios autos para ayudar a acercarlos, aunque sea en una distancia mínima, a sus casas. Nada del “sálvese quien pueda” de los que luchan contra zombis. La cooperación, incluso, fue el factor que desordenó esfuerzos que debieron estar coordinados. Aparecían centros de acopio falsos o imágenes de patios que acumulaban víveres que no llegaban a ningún lado. En su libro No sin nosotros. Los días del terremoto, 1985-2005, el cronista Carlos Monsiváis legó una imagen del cataclismo que bien podría sumarse a la de las imágenes donde los héroes de las películas ven extinguida su civilización, sin dejar de lado el matiz mexicano. Describe los estragos físicos del sismo de 1985, ocurrido en el mismo día que el del año 2017: “De la conmoción surge una ciudad distinta (o contemplada de modo distinto), con ruinas que alguna vez fueron promesa de modernidad victoriosa: el Hotel Regis, la SCOP con sus extraordinarios murales de Juan O´Gorman, el Multifamiliar Juárez, la Unidad Nonoalco-Tlatelolco, Televisa, el Centro Médico, el Hospital General, la Secretaría de Comercio…” Pero en esta urbe arrasada, “mientras alrededor crecen los problemas de agua, de luz, de comunicación telefónica, de drenaje , 50 mil personas trabajan ante un apocalipsis de cascajo y polvo. El duelo honra de modo genuino a los miles de víctimas y este sentimiento de tragedia que es lealtad nacional y humana se reafirma ante cada información estremecedora”.

Recuerdo el video de una mujer que iba caminando por una calle en la que, evidentemente, no funcionaba la iluminación pública. Ya era de noche y se escucha a la multitud que no deja de trabajar ni de acompañarse. Aplauden, dicen consignas. Se escucha el coro de “canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones”. Seguido de estos versos, alguien grita en la oscuridad un “¡viva México!” En el libro ya citado, Monsiváis propone que el sismo fue el surgimiento de una sociedad civil que volvía a hacer suya la ciudad después de las represiones de 1968, y  que era atravesada por el recrudecimiento de políticas neoliberales que implicaban que el Estado fuera abandonado cada vez más la vida cotidiana. Hasta cierto punto, su descripción del 85 puede funcionar perfectamente con la de 2017. La gente salió a las calles porque las autoridades que debían coordinar los esfuerzos no estuvieron a la altura del encargo. Y después del sismo, siguió el conflicto. Muchos perdieron sus casas y aún esperan la respuesta de las iniciativas de reconstrucción. Ni la política ni la arquitectura pudieron abarcar la magnitud de una ciudad fracturada. Ante este panorama, lo que menos se podría esperar es que el marketing se apropiara de uno de los terrenos donde antes hubo un edificio. 

 

 

La esquina de Ámsterdam y Laredo fue el sitio que albergó una instalación temporal alusiva a The Last of Us. Influencers y público en general publicitaron la “experiencia inmersiva”: sobre las paredes que cercan el predio se colocaron los hongos que provocan los contagios en el universo de la serie, y enfrente se puso un automóvil derruido y reclamado por aquella vegetación que reconquista una vez que los humanos desaparecen. En 2017, desde esa esquina también se difundieron imágenes de los vecinos que, equipados con apenas un casco, ayudaron a recoger los escombros del edificio o que alzaban los puños. Se pide silencio en el momento en el que se percibe un rastro de vida, apenas un respiro o el atisbo de una voz. La disonancia entre quienes buscaban cualquier señal de vida y la de una escenificación que privilegia a los “no-muertos” y a quienes los combaten merece algunos apuntes. Mientras que en la narrativa de The Last of Us la individualidad ha carcomido lo que queda del tejido social, en esa esquina la gente se negaba a que los muertos quedaran sepultados entre los escombros: nadie quería fantasmas ni zombis, sino ayudar a que quienes vivían en ese edificio pudieran saber qué era de sus familiares. También, cabría preguntarse qué nos quiere decir aquella campaña publicitaria. Afirmar el relato de los edificios-zombis es aceptar la falta de responsabilidad que generalmente se demuestran en estas situaciones. Nos quedamos con el escapismo interactivo, con una mera escenificación del apocalipsis, y olvidamos el polvo, el cascajo, los patrimonios perdidos. Lo que es verdad es que sólo las “activaciones” mercadotécnicas creen en los zombis y en el individualismo de quienes los esquivan. En esta ciudad, sus relatos tienen alcances muy cortos. A pesar del terror que nos pueda embargar cuando escuchamos la alerta sísmica, volveremos a encontrarnos en la oscuridad si la magnitud del desastre lo amerita. Porque volveremos a estar solos, sin políticos ni arquitectos que nos salven. Y volveremos a hacer nuestra la ciudad.

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Escuela Emiliano Zapata | TAX /Alberto Kalach / Roberto Silva https://arquine.com/obra/escuela-emiliano-zapata-tax-alberto-kalach-roberto-silva/ Tue, 03 Nov 2020 22:12:08 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/escuela-emiliano-zapata-tax-alberto-kalach-roberto-silva/ El terremoto de 2017 revivió los terribles recuerdos de la devastación que había sufrido esta ciudad exactamente 32 años atrás, el fatídico 19 de septiembre. Presentamos un video sobre la Escuela Emiliano Zapata de TAX | Alberto Kalach y Roberto Silva cortesía de Jaime Navarro.

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Video cortesía : Jaime Navarro

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Dos sismos, 32 años de diferencia https://arquine.com/dos-sismos-32-anos-de-diferencia/ Sat, 19 Sep 2020 11:00:34 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/dos-sismos-32-anos-de-diferencia/ Los sismos son uno de los fenómenos naturales más intrigantes y aterradores para los habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México. Entre otras lecciones de ambos sismos, se ha aprendido que algunos de los edificios más vulnerables a presentar daños, y los cuales pueden impactar socialmente con mayor fuerza, son los destinados a vivienda.

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Presentado por:

Los sismos son uno de los fenómenos naturales más intrigantes y aterradores para los habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México. En el mes de septiembre, muchos de ellos desempolvan sus memorias para conmemorar aquellos dos eventos que marcaron trágicamente la historia de la ciudad y otras partes del país. El primero, ocurrido la mañana del 19 de septiembre de 1985 y el segundo, el mismo día, pero 32 años después. La nostalgia invade a la mayor parte de la población y se realizan actos en memoria de quienes perdieron la vida a causa del derrumbe de edificios. 

Entre otras lecciones de ambos sismos, se ha aprendido que algunos de los edificios más vulnerables a presentar daños, y los cuales pueden impactar socialmente con mayor fuerza, son los destinados a vivienda. Esto se observa en el significativo porcentaje de vivienda dañada, tanto multifamiliar como unifamiliar, que en algunos casos siguen sin poder ser habitados. En el terremoto de 1985 Mw8.1, de los edificios colapsados total o parcialmente, alrededor del 55% correspondía a vivienda. Y para el de 2017 Mw7.1, más del 70%.

En un estudio de sitio, se obtuvieron algunos testimonios de los condóminos de los edificios dañados. Uno de los más sobresalientes mencionó: “Ni en mis peores pesadillas pensé que nos iba a pasar algo así. El sismo del día 7 de septiembre fue muy fuerte y si, se escuchaba un ruido muy raro en el edificio, llamé a Protección Civil y el día 9 vino una cuadrilla a revisarlo, el ingeniero responsable me comentó: el edificio está bien, muy fuerte y no hay de qué preocuparse, aguantó este sismo y aguantará otros más, sin que haya daños. Ese mismo ingeniero después del sismo del 19 me decía: No sé qué pasó, no sé porque el edificio sufrió tanto daño, si lo revisé perfecto y no tuvo nada el día 7″.

Se observa además que la gran mayoría de los edificios de vivienda que sufrieron algún daño, fueron construidos antes de 1985, lo que implica que podrían presentar mayor vulnerabilidad debido a que las estructuras ya han trabajado en diferentes sismos, aunque no hayan presentado daños a simple vista o éstos se clasificaron como daños menores, y ya han estado expuestos a las fuerzas sísmicas, liberado gran cantidad de energía. 

Esto significa que muchas estructuras podrían tener daño acumulado por sismos anteriores, aunado a otros factores que pueden aumentar su vulnerabilidad sísmica en relación con el comportamiento de los sectores constructivos, de la sociedad civil en general y de los propietarios de los inmuebles. Un vecino de un edificio dañado tras el sismo de 2017 comenta respecto al mantenimiento de su vivienda: “Tanto como darle mantenimiento no, es más creo que nadie, ni vecinos ni administradores sabíamos nada sobre la estructura del edificio y mucho menos de la cimentación, nunca hubo nada que nos pusiera en alerta, siempre pensamos que estaba fuerte y bien construido… hasta que sucedió el sismo”

Adicionalmente, se observa que no sólo la magnitud ha sido la diferencia entre estos dos importantes eventos: ambos presentaron características diferentes, considerando además de la magnitud, diferentes tipos de falla, ubicación, contenido de frecuencias, entre otras, por lo que todas estas diferencias pueden influir en el tipo de edificios dañados. 

Se deben revisar algunas generalidades para ambos terremotos con el fin de entender en términos sencillos, que un sismo no lo define únicamente su magnitud: hay muchos otros factores que influyen, por lo que no se puede asegurar que el comportamiento presentado por un edificio será igual para otro evento (importante recordar, además, que no hay edificios infalibles ante el riesgo sísmico). 

El primer evento sísmico que dañó gravemente a la ciudad en términos sociales y económicos aconteció la mañana del 19 de septiembre de 1985 a las 7:19:45, registrando una magnitud de Mw.8.1. Este evento de subducción se produjo en las costas de Guerrero y Michoacán, a casi 300 km de la Ciudad de México. Este mecanismo, presenta contenidos de bajas frecuencias en el suelo de la Ciudad de México —alrededor de 0.5 Hz—, donde por sus diferentes propiedades se produjeron grandes intensidades sísmicas en zonas con periodos de suelo de alrededor de 2 segundos. Como consecuencia de ello, se observó que los mayores daños se registraron en la zona de lago (zona III), así como en edificios de entre 7 y 15 niveles.

Ahondando en los daños al contexto construido en la Ciudad de México derivado de este sismo, la Fundación ICA reportó más de 130 colapsos totales y alrededor de 270 estructuras con daños severos, construidas y diseñadas con la normativa mexicana de 1957 y 1976. Además, se observó que dentro de las características constructivas para estos edificios, se encontraba el uso constante de losas macizas de concreto, usos diferentes al que en el diseño estaban destinados generando sobrecarga para la estructura, irregularidades en su configuración geométrica, localización en esquina, golpeteo con edificios de colindancia, planta baja débil (se refiere al primer piso formado con marcos y sus niveles subsecuentes con sistemas de muros de carga), e incluso se encontraron modificaciones al sistema estructural. Cobran importancia los edificios de esquina debido a que, regularmente generan dos fachadas que miran hacia la calle (muchas veces resueltas a base de marcos), y dos fachadas de colindancia (generalmente resueltas con muros). Esta diferencia de rigideces en los dos tipos de fachada genera torsión en la estructura.  

En 1985 las pérdidas humanas, la población afectada y las pérdidas financieras fueron de  alrededor de 10,000 víctimas, más de 2 millones de personas afectadas y más 4,100 millones de dólares —9,800 millones actualizados a 2019.

La mañana del 19 de septiembre de 2017, muchos habitantes de la Ciudad de México conmemoraron la tragedia de 1985, recordando algunos a familiares que perdieron la vida a causa del terremoto, sin imaginar que unas horas después ocurriría otro sismo catastrófico para la metrópoli. Una condómina de los edificios dañados mencionó respecto a un simulacro realizado en su unidad: ¡Jamás en mi vida pensé que dos horas después viniera el gran sismo que nos dejó sin casa! A las 13:14:40 la Tierra nos recordó que las 5 placas tectónicas bajo el territorio mexicano, están en constante interacción. En ese sismo, que registró una magnitud Mw7.1, el mecanismo generador fue de falla normal de profundidad intermedia, ubicado en los límites entre Morelos y Puebla y sacudió el centro del país, incluida la Ciudad de México, a una distancia aproximada de 120 km del epicentro. Este tipo de mecanismo, al contrario del sismo de 1985, tiene contenidos de altas frecuencias (alrededor de 1 Hz, Jaimes et al., 2015) en periodos más cortos. Entonces para el tipo de suelo de la Ciudad, se generaron grandes intensidades sísmicas en suelos con periodos de entre 0.7 y 1.5 s. Las zonas más dañadas fueron las de transición y lago, afectando principalmente a edificios de entre 4 y 10 niveles.  

Profundizando un poco más en los daños a los inmuebles se observó el colapso, total o parcial, de 38 edificios en la Ciudad de México, de los cuales más del 70% correspondían al sector de vivienda. La mayoría de los edificios que presentaron daños severos contaba con al menos la suma de dos irregularidades arquitectónico-estructurales (planta baja débil, irregularidades en planta y alzado, golpeteo, columna corta y localización en esquina) y además se observó que el sistema de entrepiso era a base de losa maciza de concreto en más del 60% de los edificios (20% más que lo observado respecto al sistema de entrepiso para el sismo de 1985). Adicionalmente, alrededor del 90% de los edificios colapsados fueron construidos antes de 1985, lo que implica que ya habían resistido un sismo devastador y que además no contaban con la actualización a la normativa vigente. 

En términos de pérdidas humanas, población afectada y pérdidas económicas, en el 2017 hubo 369 defunciones —228 corresponden a la Ciudad de México—, alrededor de 2,500,000 personas afectadas y pérdidas por 6,000 millones de dólares —6,200 millones actualizados a 2019. Adicionalmente se observa que, dentro de las pérdidas humanas, más del 40% fueron a causa del colapso de edificios de vivienda. Aunque es importante también mencionar que en algunas viviendas derrumbadas no hubo pérdidas humanas.

Durante los 32 años de diferencia entre ambos sismos, se hicieron actualizaciones importantes al reglamento de construcciones de la Ciudad de México y éstas funcionaron. De acuerdo con la plataforma Mexicanos contra la corrupción y la impunidad, únicamente un edificio construido con la normativa vigente entre esos años colapsó. Sin embargo, no hay que perder de vista que la filosofía del Reglamento de Construcciones de la Ciudad de México es salvaguardar la vida de los habitantes de los edificios, haciendo permisible cierto nivel de daños en las estructuras, siendo inconcebible su colapso. Es de vital importancia no olvidar que gran cantidad de edificios de vivienda que en 1985 aparentemente no habían sufrido daños importantes, para el sismo de 2017 fueron demolidos, o bien requirieron proyectos de rehabilitación importantes debido a la suma de algunos factores ya mencionados previamente y a las diferencias aplicables a cada uno de estos eventos.

Hay que tener presente que la ciencia aún no sabe cuándo ni que características tendrá el próximo sismo en México donde, de acuerdo con el SSN, durante el año 2019 se registraron 26,443 sismos. Un promedio de 72 sismos por día. Siendo así, claramente, una zona con alto riesgo sísmico por naturaleza. 

En esta fecha se conmemora a las víctimas, a la memoria de quienes perdieron la vida en las labores de búsqueda y rescate. Además se recuerda a los héroes de ambos sismos, y que la sociedad respondió a la emergencia desde diversos sectores y los diferentes contextos desfavorables que se conocieron a nivel nacional, en donde un factor constante pudo ser la falta de seguimiento estricto de la norma, y como consecuencia de actos de corrupción y malas prácticas se perdieron miles de vidas humanas. 

Además de conmemorar estas dos fechas, debemos continuar aprendiendo de ambos sismos, estudiando las diferencias, entendiendo que ningún sismo es igual y que no se deben comparar por su magnitud, y cómo es que cada uno golpeó a la ciudad y al entorno construido, para considerarlos así, como posibilidades para invertir esfuerzos constructivos y de normativas, y además acercar a la sociedad civil a esta naturaleza, para que la ciudad cada día sea más resiliente en términos sociales y estructurales, a pesar de localizarse en una zona con alto peligro sísmico. 

Bibliografía:

  1. Centre for Research on the Epidemiology of Disasters. EM-DAT The international disaster database [Internet]. Disponible en: https://public.emdat.be/data 
  2. Comisión Nacional de los Derechos Humanos. CNDH, 2018. http://informe.cndh.org.mx/Default.aspx
  3. Cruz Atienza, Víctor Manuel. Los sismos: una amenaza cotidiana. Ciudad de México: La caja de cerillos ediciones, 2013.
  4. Fundación̤, I. C. A. (1988). Experiencias derivadas de los sismos de sept. tiembre de 1985. Noriega editores. México 
  5. Galvis, F., Miranda, E., Heresi, P., Dávalos, H., & Silos, J. R. (2017). Preliminary statistics of collapsed buildings in Mexico City in the September 19, 2017 Puebla-Morelos Earthquake. John A. Blume Earthquake Engineering Center and Department of Civil and Environmental Engineering Stanford University, http://learningfromearthquakes. org.
  6. Hernández Zarco, Miguel Ángel. Revisión de estructuras dañadas en sismos ocurridos en la Ciudad de México a la luz de nuevos conocimientos. Tesis de maestría, Facultad de Ingeniería, unam, 2017.
  7. inegi. Anuario estadístico y geográfico de la Ciudad de México 2017. http://internet.contenidos.inegi.org.mx/contenidos/Productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/nueva_estruc/anuarios_2017/702825094683.pdf [consultada el 23 de febrero de 2020]. 
  8. Instituto de Ingeniería, UNAM, 2017 http://www.iingen.unam.mx/ 
  9. Jaimes Téllez, Miguel Ángel, y Eduardo Reinoso Angulo. “Comparación del comportamiento de edificios en el valle de México ante sismos de subducción y de falla normal”, Revista de Ingeniería Sísmica, 75 (2006): 1-22. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=61807501 [consultada el 23 de febrero de 2020].
  10. Meli Piralla, Roberto. Evaluación de los efectos de los sismos de 1985 en los edificios de la ciudad de México, tres volúmenes y siete anexos. Ciudad de México: Instituto de Ingeniería, unam, 1986. 
  11. Salcido, Iván. El terremoto de 2017. Diecinueve de septiembre negro. México: Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural, Casa de las Campanas Editores, 2018.
  12. Salcido, Iván. “El terremoto de 1985. Treinta años en nuestra memoria. México: Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural, Casa de las Campanas Editores, 2018.

 

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Taller de Artes y Oficios “La Perseverancia” https://arquine.com/obra/la-perseverancia/ Sat, 19 Sep 2020 11:00:30 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/la-perseverancia/ El Taller de Artes y Oficios “La Perseverancia” es resultado del trabajo multidisciplinario y colaborativo entre academia y sociedad civil organizada ante la emergencia derivada por el sismo del 19 de septiembre de 2017 que provocó importantes daños a la infraestructura en el centro del país.

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El Taller de Artes y Oficios “La Perseverancia” es resultado del trabajo multidisciplinario y colaborativo entre academia y sociedad civil organizada ante la emergencia derivada por el sismo del 19 de septiembre de 2017 que provocó importantes daños a la infraestructura en el centro del país. Este taller de140m2 de construcción está ubicado en un equipamiento deportivo de Jojutla, uno de los municipios más afectadas por el terremoto.

El taller promueve el desarrollo de nuevas habilidades y conocimientos entre la población que resultó directamente afectada por el terremoto; esta nueva instalación ofrece capacitación laboral que pretende ayudar a las personas a desarrollar un nuevo oficio que les permita percibir ingresos económicos adicionales y mejorar su condición económica familiar.

El proyecto fue elaborado por estudiantes y profesores del Taller de Arquitectura Ciudadana del Tecnológico de Monterrey [TAAC] y fue financiado gracias a la gestión de diversas donaciones de distintas organizaciones sociales encabezadas por la
Fundación Hogares I.A.P. La construcción del proyecto se realizó con el trabajo voluntario de alumnos, profesores y vecinos de Jojutla organizados en diversas cooperativas y grupos de trabajo de diversos oficios tales como: calzado y bolsas artesanales, cocina, panadería y agricultura urbana.

Con recursos materiales limitados el proyecto fue prefabricado en la ciudad de Querétaro y transportado a la ciudad de Jojutla para su instalación. Esta condición obligó al equipo de diseño a proponer un sistema constructivo asequible, seco, ligero y fácil de transportar que tuvo como resultado una estructura híbrida de columnas de acero y vigas de madera atornilladas y dispuestas para crear una planta libre que permite el uso flexible del espacio. Los muros exteriores del proyecto utilizaron materiales del sitio como el otate y el escombro resultado de la demolición de muchas estructuras de concreto, estos materiales ofrecen una envolvente permeable y ventilada apropiada al caluroso clima del lugar.

Alumnos y profesores parte del TAAC2019
David Navarro Contreras, Andrea Gutiérrez Peña, Mariela Teco Corzo, Kevin Fernández Otamendi, Rodrigo Herrera Feregrino, Luis Gerardo Martínez, Andrés Vega Barrera, Yamilet Arrieta Pérez, Daniela Ríos Guarín, Korin Rojas de la Torre, Luisa Hernández Aguilar, José Manuel López Almaraz, Miguel Ángel Rocha Juárez, José Miguel Reséndiz Gómez, Alejandra, Olmedo Bones, Sarahí Mora Trujillo, Beatriz Vázquez Cid, Catalina Morales Plazas, Ma. Fernanda Aguilar, Edmundo Palacios Machuca, Rodrigo González González, Azucena Vega Cabuto.

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1985, 2017, 2020: la intensidad y la magnitud de un sismo https://arquine.com/1985-2017-2020-la-intensidad-y-la-magnitud-de-un-sismo/ Sat, 27 Jun 2020 13:59:58 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/1985-2017-2020-la-intensidad-y-la-magnitud-de-un-sismo/ La ciencia no sabe aun cuándo ni dónde, pero sí que ocurrirá y, entonces, ¿qué pasará con las viviendas que después del último sismo sufrieron daños menores ante otro que presente intensidades mayores?

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La Madre Tierra nos recordó una vez más a los mexicanos que nuestro país se considera una zona de alto riesgo sísmico por ubicarse en una región conocida como el Cinturón de Fuego, y que en el territorio interactúan cinco placas tectónicas que generan importante actividad sísmica. Concretamente, la Ciudad de México se encuentra dentro en la zona sísmica B, que corresponde a zonas intermedias, donde se registran sismos no tan frecuentemente, se trata de zonas afectadas por altas aceleraciones pero que no sobrepasan el 70% de la aceleración del suelo. Sin embargo, particularmente, la Ciudad de México se trata como región sísmica micro zonificada por tener distintas condiciones de suelo, desde lago hasta roca, lo que ocasiona diferentes amplificaciones de las ondas sísmicas. 

La mañana del 23 de la ciudad de México volvió a ser sacudida por un sismo. Con una magnitud Mw7.5 proveniente de las Costas de Oaxaca, México, a casi 420 km de la ciudad, fue alertado con suficiente tiempo por el  Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX) e inevitablemente se recordaron aquellos dos importantes terremotos que dañaron fuertemente a la Ciudad de México, el 19 de septiembre 1985 —de magnitud 8.1 y ocurrido a casi 300 km de la ciudad— y, el mismo día 32 años más tarde, con unas horas de diferencia, el sismo de 2017 —magnitud 7.1, a casi 100 km. Éstos dos terremotos demostraron que algunas de las edificaciones más vulnerables fueron los edificios de vivienda colectiva. En la Ciudad de México habita alrededor del 7% de la población total de la República Mexicana, casi 9 millones de habitantes, de los cuales aproximadamente el 30% reside en una vivienda multifamiliar. Aunado a eso, los edificios de vivienda colectiva en la Ciudad de México aumentan su vulnerabilidad si se considera la falta de cultura de prevención ante desastres naturales, el  escaso mantenimiento de los edificios existentes, la modificación a los edificios de vivienda sin adecuada supervisión y permisos, la poca socialización de la información a los habitantes de la ciudad sobre este fenómeno, la nula actuación de protocolos sísmicos, el no cumplimiento estricto del reglamento de construcciones y su vigencia y el uso de suelo en zonas no aptas para vivienda.

Pese a lo anterior, al terminar el movimiento de suelo del pasado 23 de junio se observó que no se produjeron daños importantes en la Ciudad de México a pesar de haber tenido una mayor magnitud con respecto al sismo de 2017. Muchos podrían preguntarse por qué su vivienda resistió un sismo de mayor magnitud y si resistiría de igual manera otro de diferente magnitud. 

Tras el sismo del 19 de septiembre de 1985, el Instituto de Ingeniería de la UNAM publicó el estudio titulado: “Evaluación de los efectos de los sismos de septiembre de 1985 en los edificios de la CDMX”, realizado por el experto en ingeniería estructural y diseño sísmico de las estructuras Roberto Meli Piralla. Incluía un levantamiento de los edificios de la Ciudad de México, con las estadísticas de los daños derivados del sismo y sus causas. Después del terremoto del 19 de septiembre de 2017, bajo la tutoría del doctor en ingeniería Miguel Ángel Jaimes Téllez, durante la estancia de investigación que realicé en el IIUNAM en el periodo comprendido de agosto de 2018 a marzo de 2020, se extrajo de esa publicación una muestra de edificios de vivienda multifamiliar que reportaron después del sismo de 1985 daños menores (este nivel de daño incluye fisuras en la estructura, muros o tabiques y daños locales no significativos en columnas y vigas, es decir, la estructura está clasificada como segura para sus habitantes y alrededores), con la finalidad de conocer cómo se comportaron ante el gran sismo de 2017. La finalidad de esta comparación fue analizar las dudas que se generan y difunden entre la población después de eventos de gran magnitud, como los de 1985, 2017 y éste del 2020, el cual, de acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional, ha sido uno de los sismos más grandes a nivel internacional dentro del contexto de la actual pandemia. 

Los resultados del estudio mencionado muestran que alrededor del 11% de 300 viviendas multifamiliares analizadas presentaron daños altos y muy altos (estos estados de daño refieren a la resolución del daño vía rehabilitación y reconstrucción respectivamente, ya que la estructura presenta alto riesgo de colapso para los ocupantes y sus colindancias) después de haber estado expuestas a las intensidades sísmicas del 19 de septiembre de 2017. De estos edificios, más de la mitad se encuentran destinados a demolerse. Se revisaron esas viviendas para estudiar qué presentaban en común y se encuentraron varias condiciones. Una de ellas: las diferentes irregularidades arquitectónico-estructurales, consideradas así por pertenecer inicialmente a la concepción del proyecto arquitectónico y su relación con la ingeniería estructural. Estas pueden ser: irregularidad en planta y alzado, columna corta, planta baja débil, localización en esquina y golpeteo. 

Con estos datos, se comprobó que la premisa que muchos habitantes de la ciudad que consideran que si su edificio ya soportó un sismo de cierta magnitud podrá soportar otros, es falsa. La mayoría de los edificios de vivienda dañados durante el evento de 2017 se construyeron antes de 1985, lo que podría implicar que tales viviendas sufrieron daños acumulados por sismos pasados y pueden presentar también asentamientos diferenciales u otros problemas (como falta de mantenimiento, modificaciones no supervisadas, asentamiento regional, agrietamiento del suelo, entre otros), lo que deriva en un aumento de su vulnerabilidad sísmica.

Para entender de forma global el diferente impacto de los tres sismos (1985, 2017 y 2020) en la Ciudad de México, es importante mencionar que la intensidad sísmica es diferente a la magnitud del sismo, y no necesariamente un sismo de mayor magnitud representa una gran intensidad sísmica para la ciudad y un sismo con menor magnitud podría presentar mayor intensidad, lo cual puede derivar en daños más severos. Esto varía debido a las diferentes condiciones tanto del sismo (la ubicación, tipo de falla, magnitud, profundidad) como de la zona donde se evalúa la intensidad (los contenidos de frecuencia y aceleraciones que presenta el suelo, es decir el movimiento que presenta el terreno de acuerdo con el tipo de suelo donde se propaga la onda sísmica) así como la distancia al epicentro. Un sismo presenta múltiples intensidades en diferentes zonas, mientras la magnitud es la estimación designada por el SSN. Por ejemplo, para el evento del 23 de junio se calculó una magnitud de Mw7.5, pero las intensidades registradas en la Ciudad de México fueron menores por los factores ya mencionados, a diferencia del terremoto del 19 de septiembre de 2017, el cual presentó una magnitud de Mw.7.1 pero con aceleraciones del suelo más violentas (intensidad) y por lo tanto repercusión de daño más severo. Por eso los daños son diferentes para todos los sismos y no existe certeza de la forma en la que el próximo golpeará a la ciudad y qué edificios dañará. Desde luego habrá que evaluar qué tan vulnerable puede llegar a ser la vivienda colectiva (objeto de esta reflexión) de acuerdo con los parámetros expuestos. Finalmente, hay que mencionar que el tipo de sismo que se presentó el pasado 23 de junio, de acuerdo con las estadísticas del IIUNAM, es muy recurrente en la ciudad. Hasta ahora se tiene registro de que se ha presentado uno aproximadamente cada 3 años.

Después de estos eventos se exige analizar cuáles son los desaciertos que ha presentado la arquitectura mexicana dentro del contexto de la vivienda multifamiliar, para ofrecer soluciones estructuralmente más seguras para sus habitantes. Además, comprender que el que la Ciudad de México se localice en una zona de alto riesgo sísmico no debe significar que sea vulnerable: la sociedad civil debe estar preparada para enfrentar ese riesgo. Se debe diseñar arquitectónicamente una ciudad resiliente, esto es, que tenga la capacidad de ocupar los edificios, así como de recuperar su funcionalidad en el menor tiempo posible, especialmente cuando estos edificios representan un patrimonio para muchas personas. La responsabilidad debe ser compartida: constructores, propietarios y gobierno, conociendo el contexto en que se construyen esas viviendas, tienen que responder de manera correcta al tipo de suelo que presenta la Ciudad de México. También se requiere un mantenimiento y supervisión constantes de los edificios, aunque no hayan presentado daños mayores, ya que la estructura ha sido sometida a un trabajo ante las fuerzas sísmicas y el daño se va acumulando, imperceptible muchas veces a simple vista. Habrá que observar aquellos edificios de vivienda que se construyeron antes de 1985, ya que ya han liberado una gran cantidad de energía sismo tras sismo, lo que podría derivar en daños delicados más adelante, entendiendo que son más vulnerables porque fueron construidos con otras normativas, en las que aún no se observaban restricciones en cuanto a la configuración geométrica. 

Se debe aprender que el riesgo sísmico es totalmente diferente a la vulnerabilidad sísmica, la cual depende de muchos otros factores, donde la arquitectura puede tomar una postura responsable para salvaguardar las vidas de quienes habitan los edificios, por encima de formas y tendencias. Así como la vivienda se ha modificado a través del entendimiento de algunos procesos sociales, tales como la transformación de las familias contemporáneas o el uso en mayor medida del automóvil, debe cambiar también sus principios a partir del análisis y el conocimiento de este fenómeno natural que sin duda continuará ocurriendo en la Ciudad de México. La ciencia no sabe aun cuándo ni dónde, pero sí que ocurrirá y, entonces, ¿qué pasará con las viviendas que después del último sismo sufrieron daños menores ante otro que presente intensidades mayores? ¿Qué porcentaje de esos edificios sufrirá, con el próximo evento, daños severos o estará destinada a ser demolida?

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Casa Martha https://arquine.com/obra/casa-martha/ Sun, 26 Jan 2020 16:00:59 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/casa-martha/ Casa Martha esta localizada entre Malinalco, un sitio arqueológico y turístico y Chalma, uno de los centros de peregrinaje mas importantes de México.

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Tras el sismo de septiembre del 2017, Naso fue invitado por Reconstruir MX a participar en un proyecto para la reconstrucción de 1 de las 50 casas afectadas que fueron seleccionadas para este programa. Cada casa de las seleccionadas involucró a oficinas de arquitectura locales e internacionales al igual que colaboradores y distintas instituciones como: #LoveArmyMexico, Fundación Origen, ¡Échale! a tu casa! Fideicomiso Fuerza México y PienZa Sostenible.

Casa Martha esta localizada entre Malinalco, un sitio arqueológico y turístico y Chalma, uno de los centros de peregrinaje mas importantes de México. El núcleo familiar está conformado por dos padres y sus dos hijos. La madre es una señora mayor que tiene problemas para caminar, mientras que el padre padece de ceguera. Los dos hijos -adultos solteros de alrededor de 40 años- viven con ellos. La situación familiar y las condiciones de sus integrantes, fueron el punto de partida para el proyecto, resultando en tres ideas fundamentales: En primer lugar, generar circulaciones accesibles, eficientes y claras para permitir la independencia de los señores mayores; en segundo lugar, promover las interacción y convivencia entre padres e hijos, respetando la privacidad de cada uno; por último, incluir espacios que abran posibilidades que fomenten la economía compartida y así, facilitar la posibilidad de un ingreso adicional para la familia.  

Casa Martha se decidió desplantar sobre la misma superficie que la anterior, pensando en la estabilidad del terreno, la facilidad para la construcción y la intención de evitar cualquier desnivel en los espacios para cumplir con las necesidades de accesibilidad de los padres. A partir de esto, surgió un volumen principal de planta rectangular, dentro del cual se encuentran los espacios de uso común: cocina, comedor y baño; así como dos recámaras. Una de éstas dos recámaras se pensó para ser utilizada por alguno de los dos hijos, y del lado opuesto a ésta se ubicó la recámara principal, cuyo espacio está enfilado con la cocina y el comedor y cuya puerta está perfectamente alineada con la puerta del baño, permitiendo una circulación directa y sin ningún obstáculo. El núcleo o el espacio público de la casa, puede ser abierto por completo a través de unas puertas corredizas, de manera que el exterior se integre a la casa, que terminará por funcionar como un gran pórtico, permitiendo que sus habitantes se encuentren inmersos dentro del paisaje natural y social que los rodea.

La tercera habitación cuenta con mayor independencia, se encuentra en un segundo nivel al que se accede por una escalera independiente y también puede utilizar la azotea de la casa principal como terraza. Formalmente, la presencia de esta habitación aporta carácter al proyecto a través de una bóveda de concreto que nos remite a las montañas que la rodean, y a la vez responde al clima lluvioso de la zona. Para todos los proyectos de reconstrucción se utilizó el mismo sistema constructivo, basado en un adoblock fabricado en sitio. 

La ubicación de esta casa en particular, resulta muy interesante ya que se encuentra cerca de varios puntos de atractivo turístico. Por esta razón, el hecho de tener la tercera recámara independiente al resto de la casa, permite pensar en un modelo económico que sirva de apoyo para el sustento de la familia como puede ser alquilar esa habitación a través de plataformas o a partir de contratos sociales. Es así como la casa, en un área muy pequeña, tiene la posibilidad de alojar diferentes formas de vida, mientras ofrece un futuro estable, social e independiente a una familia que lo necesita.

 

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Centro de desarrollo comunitario Parque EL Higuerón https://arquine.com/obra/centro-de-desarrollo-comunitario-parque-el-higueron/ Thu, 09 Jan 2020 16:00:50 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/centro-de-desarrollo-comunitario-parque-el-higueron/ Jojutla (Morelos) fue uno de los tantos municipios de la república que se convirtió en un campo de ruinas tras el sismo que sacudió a México el 19 de septiembre 2017. El Centro de desarrollo comunitario Parque EL Higuerón de AGENdA Agencia de Arquitectura | Dellekamp/Schleich es una de las obras de la reconstrucción en este lugar.

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Un terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter sacudió Mexico el 19 de Septiembre de 2017, dejando a un país entero en un estado de emergencia con más de 369 víctimas y 150.000 viviendas destruidas en cinco estados (Oaxaca, Morelos, Estado de México y Guerrero).
Jojutla (Morelos) fue uno de los tantos municipios de la república que se convirtió en un campo de ruinas tras el sismo que sacudió a México el 19 de septiembre 2017. En una fracción de segundo, la mayor parte de su infraestructura fue completamente o parcialmente destruida.

Tras una iniciativa iniciada por Infonavit donde se involucró un grupo de arquitectos nacionales, se puso en marcha un plan maestro de restructuración de los principales edificios públicos del municipio. Dellekamp/Schleich, y la oficina Agenda (Colombia) fueron llamados a colaborar sobre dos proyectos: Dos representaciones simbólicas de la fe. Dos templos, uno religioso otro laico. Una iglesia (El Santuario Señor de Tula) y un centro comunitario (el Parque Higuerón).

Jojutla, municipio del estado de Morelos fue uno de los sitios mas afectados por el sismo que sacudió a México el 19 de septiembre 2017, con un registro de más de 1000 viviendas dañadas y la mayoría de su infraestructura pública colapsada.

En Parque el Higuerón gran parte de la edificación original, que albergaba varios espacios comunitarios, como una tortillería comunal y aulas para capacitar a los residentes, quedó colapsada. La gravedad de los daños que sufrió la estructura y la incapacidad de usar estos espacios reveló la importancia de este centro para los residentes de la comunidad.

El proyecto busca sanar un sitio herido y actuar como símbolo de comunidad y solidaridad para una sociedad en reconstrucción. El volumen, posicionado como escuadra en los márgenes internos del predio funciona como contenedor de programa y delimitador de la plaza central.

El sistema constructivo, formado por una retícula de marcos rígidos de concreto permite una libre composición de espacios abiertos y cerrados, configurando las áreas destinadas a talleres, la biblioteca y oficinas municipales. El vacío generado por la plaza protege a los usuarios de las condiciones climáticas y conecta de manera directa la propuesta con su contexto.


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Reconstruir el patrimonio: una tarea inmensa | Conversación con Arturo Balandrano https://arquine.com/reconstruir-el-patrimonio-una-tarea-inmensa-conversacion-con-arturo-balandrano/ Thu, 19 Sep 2019 15:00:19 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/reconstruir-el-patrimonio-una-tarea-inmensa-conversacion-con-arturo-balandrano/ Arturo Balandrano, Director General de Sitios y Monumentos del INAH, conversó con Arquine sobre las metodologías, retos y planes para la reconstrucción del patrimonio arquitectónico los sismos de septiembre del 2017.

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El balance que se hizo desde las primeras horas después de los dos sismos por parte del INAH, del INBA y la Dirección General de Monumentos, todos de la Secretaría de Cultura, fue un universo de 2,340 inmuebles dañados, de los cuales el 92% es arquitectura religiosa de los siglos XVI al XIX, y en menor medida sitios arqueológicos y arquitectura de carácter relevante de los siglos XX y XXI. El desastre rebasó las capacidades de las instituciones de este país y los institutos de la Secretaría de Cultura volcaron todo su personal al campo para realizar diversas acciones. Primero, se tuvo que hacer un registro, verificación y clasificación de los daños con el objeto de darle dimensión y escala a las afectaciones. Luego, siguió prever medidas de seguridad y de apuntalamiento.

Hay que apuntar que, además de los 2,340 inmuebles afectados, también resultaron dañados bienes muebles, pintura de caballete, escultura, pintura mural, retablos, archivos, mobiliario antiguo, etcétera. Más de 10,000 bienes resultaron afectados en total y cerca de 4,000 registraron daños, y el resto tuvieron o tienen que ser resguardados durante las obras de restauración. Si bien ya habíamos enfrentado, en épocas recientes como el 85 y el 99, terremotos por supuesto que importantes –en el segundo logramos restaurar más de 1,500 bienes inmuebles en su totalidad en un plazo de dos años– el daño, en cantidad y gravedad, fue mucho menor. En esta ocasión, además de la extensión territorial, el número de bienes afectados y la dimensión del daño fue mucho más grave: más del 20% de los inmuebles resultaron afectados con daños severos, es decir, colapsos de elementos estructurales que ponen en riesgo la estabilidad del inmueble, y un 60% con daños moderados: grietas y fracturas y desprendimientos y colapsos de elementos decorativos que no ponen en riesgo la estabilidad del inmueble. Otro 18% son daños menores.

Los inmuebles con valor patrimonial y cultural demandan una respuesta especializada de parte los organismos gubernamentales cuando se trata de evaluar los daños provocados por un sismo. Además de las estructuras y de los refuerzos que éstas necesitan, dichos edificios albergan elementos ornamentales que tienen que considerarse para su reparación.  Arturo Balandrano, Director General de Sitios y Monumentos del INAH, conversó con Arquine sobre las metodologías, retos y planes para la reconstrucción del patrimonio arquitectónico los sismos de septiembre del 2017.

Por su naturaleza, en el caso del patrimonio cultural, la recuperación y restauración puede resultar más compleja que en otros sectores, como salud o educación. Hay algunos inmuebles en la zona oriente del Estado de México donde colapsó el 40% de la estructura del inmueble. Aun así, la posibilidad de hacer una reestructuración restituyendo los valores patrimoniales a través de procesos de restauración que permitan mantener la integridad y la autenticidad de los bienes es factible. Para poder hacerlo, lo primero que necesitábamos era identificar los daños y trazar metodologías que nos permitieron sistematizar su reconocimiento, tomadas de las experiencias italianas. Entonces, nos dimos a la tarea de conseguir recursos. Primero, buscamos los del Fondo Nacional de Desastres Naturales que estableció el Gobierno Federal. Las reglas de operación del FONDEN preveen que se soliciten recursos en un plazo de 30 en los cuales integrar un expediente explicando el daño, cómo se va a recuperar y el costo. Tuvimos que elaborar en esos primeros 30 días después de ambos sismos los expedientes, para lo que fueron a campo todos nuestros especialistas. Se subieron 1,542 expedientes al FONDEN, lo que nos garantizó la posibilidad de utilizar 6,000 millones de pesos. El resto de los 2,340 lo manejamos a través del seguro que el INAH contrató después del terremoto de 1999. Logramos recuperar de la aseguradora un monto de un poco más de 5,000 millones de pesos.. Insisto en la diferencia con otros sectores en donde el trabajo es demoler y reconstruir, pues estamos trabajando con los especialistas de todo el país, tanto de instancias gubernamentales como con empresas privadas. En esto también enfrentamos un problema muy grave por el limitado mercado de empresas dedicadas a la restauración en nuestro país. Contando con un catálogo de monumentos históricos de más de 117,000 y más de 300, 000 sitios arqueológicos en el país, existen 420 empresas especializadas registradas.

Ya garantizados los recursos estamos trabajando en la elaboración de los proyectos. Hemos restaurado y entregado hasta ahora más de 820 monumentos. Nos han preguntado por qué vamos tan lentos. Respondemos que no vamos lento sino con el ritmo que el patrimonio requiere. El patrimonio requiere de una atención muy especial, requiere de investigación histórica, de investigación técnica, de análisis químicos, estructurales y de resistencia de materiales.

En el sector cultura, ¿qué es lo que falta? El INAH atendió prácticamente la totalidad de los bienes culturales, históricos y arqueológicos a federal. El seguro que tenemos contratado nos proveyó para esos inmuebles pero nos puso trabas para cumplir con los términos de la póliza. El seguro se negó a cubrir los inmuebles que no son federales, pues la póliza indica sólo el interés legal del INAH. En términos prácticos, lo que ha sucedido es que no han pagado daños a inmuebles que son monumentos históricos de propiedad estatal, municipal, comunal, ejidal o privada. Para los cuatro sectores esta nueva administración otorgó 8,000 millones de pesos más para atender lo que hace falta. La prioridad fundamentalmente es la vivienda, con más de 5,000 millones dedicados a ese rubro. A los otros 3 sectores nos dieron a cada uno 800 millones de pesos. El tema es la eficiencia con la que tenemos que trabajar para poder ejercer esos fondos que tienen la limitante de deber ejercerce en este año. Entonces estamos en una carrera frenética para poder atender a los solicitantes de los estados, poder transferir recursos, contratar los proyectos ejecutivos de restauración y hacer las obras en los cinco últimos meses del año. Tenemos una previsión aproximada de que tendremos alrededor de 200 obras que complementan los inmuebles en que está trabajando el INAH.

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El patrimonio expandido | Conversación con Inti Muñoz https://arquine.com/el-patrimonio-expandido-conversacion-con-inti-munoz/ Thu, 19 Sep 2019 13:00:27 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-patrimonio-expandido-conversacion-con-inti-munoz/ Catalogar y restaurar ya no tendría que atender únicamente a lo histórico, sino también a lo contemporáneo, además de mirar también las expresiones que no están necesariamente legitimadas por las instituciones arquitectónicas. Inti Muñoz, asistente del secretario de Cultura, habla sobre el reto que implica ampliar la catalogación patrimonial.

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Se han expandido las perspectivas que nos permiten entender el patrimonio arquitectónico como algo no sólo canonizado, sino también vernáculo. Este factor ha complejizado la normativa y la respuesta que ésta debe dar ante el rescate patrimonial. Catalogar y restaurar ya no tendría que atender únicamente a lo histórico, sino también a lo contemporáneo, además de mirar también las expresiones que no están necesariamente legitimadas por las instituciones arquitectónicas. Inti Muñoz, asistente del secretario de Cultura, habla sobre el reto que implica ampliar la catalogación patrimonial.

 

Desde un nivel personal puedo corroborar que el impacto de los sismos de 2017 es el más grande del que se tenga registro en la historia moderna de México. En parte porque el concepto de monumento histórico ha cambiado. Fue muy grande el daño al patrimonio, y esto no sólo respecto a lo material sino también por las implicaciones simbólicas, sociales, culturales e incluso económicas. La inmensa mayoría de los más de 2,300 monumentos históricos o de valor artístico son templos, y quienes trabajamos en torno al patrimonio podemos constatar de primera mano cómo los templos católicos —mas allá de lo religioso y de la concepción que uno pueda tener sobre la laicidad del Estado a más de 175 años de la Reforma Liberal— juegan un papel fundamental en la vida comunitaria. En muchos casos son el principal espacio público de las comunidades, un lugar de encuentro, de trabajo comunitario, de organización social, y juegan un papel de articulador económico.

Si bien tenemos instituciones culturales públicas fuertes con una larga trayectoria, con un vastísimo capital humano y un conocimiento acumulado y sistematizado a lo largo de muchas décadas, es claro que esa fortaleza de nuestras viejas instituciones culturales y de la ley que les da herramientas para trabajar no se ve reflejada en esta situación, producto de décadas de ahorcamiento presupuestal. Nuestras instituciones no estaban preparadas para enfrentar una tragedia de ese tipo. Existen expertos, especialistas del más alto nivel pero en instituciones que tenían capacidad material de respuesta suficiente.

A mí me tocaron los terremotos estando en la oficina de la UNESCO en México, y participamos en el primer monitoreo. Los daños fueron de distinto tipo. Algunas zonas de Xochimilco y el corredor de los primeros monasterios del siglo XVI en las laderas del Popocatépetl fueron devastadas. Se trata de construcciones impresionantes, de un valor inconmensurable, donde aflora la arquitectura renacentista, medieval incluso. Vimos que la falta acumulada de mantenimiento fue una de las causas de los daños adicionales al temblor, incluyendo malas intervenciones a veces promovidas por el personal parroquial. En cambio,  Parroquia de Atlatlahucan en Morelos, por ejemplo, resultó con muchísimos menos daños que cualquier otro edificio en la zona gracias a una tradición que involucra a la comunidad en conjunto con el INAH en la gestoría de la conservación permanentemente en una junta vecinal.

En la Ciudad de México, cuando tomamos la rienda de la nueva administración, particularmente en la Secretaria de Cultura, nos sorprendió la dimensión de los daños y la cantidad de inmuebles afectados: 196 monumentos históricos, es decir, anteriores a 1900, y 7 inmuebles declarados monumentos artísticos o catalogados por su valor artístico por el INBA. En diciembre de 2018 el proceso de reconstrucción y restauración estaba atorado por distintas razones, incluyendo que la ciudad no había aportado la parte de recursos con la que se había comprometido y por la complejidad administrativa para empezar a trabajar. Nos llevamos cinco meses de trabajo en la solución de todos los problemas administrativos. Descubrimos que había dictámenes de seguridad estructural que aun no habían sido revisados y nuestra primera tarea fue cerrar diez templos al culto, como San Fernando, la Santa Veracruz, la Santísima y varios más en la Magdalena Contreras, donde hoy todos los templos tradicionales están cerrados.

En el proceso surgieron nuevos datos, como la existencia de una cantidad importante de edificios que no estaban en ese universo que estaba siendo atendido: monumentos históricos o parte del patrimonio cultural según la Ley Federal, pero también según las leyes de la ciudad. La Ley de Desarrollo Urbano de la Ciudad establece dos categorías y puede considerar de valor patrimonial edificaciones que no están considerados a nivel federal. Ese nuevo universo resultó ser de varios cientos de edificios y hoy tenemos la constancia de, al menos, 127. Hay otros edificios que son parte del patrimonio cultural pero están incluidos en los censos de edificios dañados de vivienda. Estos 127 incluyen edificios tan importantes como la Casa de Talavera o el Palacio del Conde de Regla en el Centro Histórico y muchos edificios modernos de vivienda, de propiedad privada, que están a penas catalogados por el INBA.

El reto es muy grande y contrasta el hecho que aun teniendo una escuela de restauradores y arquitectos especializados en patrimonio y de ingenieros estructuristas especializados de gran tradición, no tenemos la suficiente capacidad de atención especializada, rebasados por la dimensión de los daños, pero también detenidos por herencias burocráticas. Hoy el gobierno de la ciudad ya ha hecho una aportación de 133 millones de pesos que se destinará íntegramente a la rehabilitación de los templos más dañados en los pueblos originarios. Se definió esa categoría para catalogar inmuebles que son parte de la vida cultural de la comunidad. Ya se contrataron las obras con empresas a recomendación del INAH y vamos a comenzar a trabajar en 18 templos. El primero va a ser San Bernardino de Siena en Xochimilco.

Todo esto también debe servirnos para buscar una transformación estructural en nuestra capacidad de respuesta ante los desastres en materia de conservación del patrimonio cultural en todo el país. Lo que pasó con los sismos también es un síntoma de la insuficiencia en el mantenimiento. La nueva propuesta debe incluir una nueva política de mantenimiento. La Secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, planteó al inicio de la administración combinar la creación de escuelas-talleres en todos los municipios donde haya monumentos históricos con una mayor implicación de las comunidades en la conservación y con la implementación de medidas de mantenimiento y prevención.

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