Resultados de búsqueda para la etiqueta [Querétaro ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 23 Jul 2024 15:39:55 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.3 Cultura serrana, la otra escala del horizonte clásico (II): Ranas https://arquine.com/cultura-serrana-la-otra-escala-del-horizonte-clasico-ii-ranas/ Tue, 23 Jul 2024 15:39:55 +0000 https://arquine.com/?p=91925 Tras la imborrable experiencia de la visita a la Zona Arqueológica de Toluquilla (en la Sierra Gorda de Querétaro), publicada anteriormente, el grupo de estudiantes de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana, mi colega, la Maestra Pilar Álvarez López y yo, volvemos al autobús para dirigirnos ahora a Ranas. La sinuosa autopista nos hace percibir el […]

El cargo Cultura serrana, la otra escala del horizonte clásico (II): Ranas apareció primero en Arquine.

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Tras la imborrable experiencia de la visita a la Zona Arqueológica de Toluquilla (en la Sierra Gorda de Querétaro), publicada anteriormente, el grupo de estudiantes de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana, mi colega, la Maestra Pilar Álvarez López y yo, volvemos al autobús para dirigirnos ahora a Ranas. La sinuosa autopista nos hace percibir el trayecto más largo de lo que es, pero finalmente comenzamos a atravesar la población de San Joaquín, pequeña ciudad que colinda con la Zona Arqueológica que visitaremos.

En el artículo publicado en el número 77 de Arqueología Mexicana, ya citado en la entrega anterior, la arqueóloga Elizabeth Mejía Pérez Campos y su colega Alberto Herrera Muñoz, nos platican que, justamente la cercanía de San Joaquín ha provocado que el estudio de este sitio no sea tan preciso como su par de Toluquilla, ya que durante la primera mitad del siglo XX Ranas estuvo sujeta por los pobladores de San Joaquín a un ejercicio de extracción de piedra para ser reutilizada como material de construcción, lo cual alteró de forma irreversible las ruinas, y un alto deterioro y derrumbes de ciertas construcciones.

Con todo, el trabajo arqueológico realizado desde la década de los 80 del siglo pasado ha podido revelar que la Zona Arqueológica de Ranas es de dimensiones significativamente mayores que la de Toluquilla, por lo que se deduce que este asentamiento habría sido, en su tiempo, la ciudad hegemónica de la Cultura Serrana, tanto en lo político, como en lo económico.

Al igual que Toluquilla, la escarpada orografía de la sierra obliga a una estrategia que requiere el terraceo de las cúspides de los cerros para generar plataformas donde construir las edificaciones principales. A diferencia de Toluquilla, sin embargo, aquí son dos mesetas las ocupadas, generando trayectos lineales de norte a sur en una de ellas, mientras que en la otra la dirección tiende a una orientación noroeste a sureste. La parte visitable que nos ofrece hoy día a visitantes el INAH, es la segunda, mientras que la primera sólo tiene actividad de investigación arqueológica.

El acceso a los espacios visitables se hace por un terreno ejidal, en el que uno puede prescindir del transporte, en nuestro caso, el autobús. Este terreno conecta con un camino que transita al lado de la montaña, a mano izquierda según avanzamos: por entre la colina aparece un primer basamento piramidal, mientras que, a la derecha, la cañada desciende con profundidad hacia la incertidumbre, ya que el follaje nos impide ver el fondo.

Pronto nos damos cuenta de que ese primer volumen, que está algunos metros por encima del nivel del camino, corresponde al remate de una de las puntas de un juego de pelota, al cual accedemos casi sin darnos cuenta. En este espacio, podemos percibir el deterioro producto de la utilización de piedra que ejercieron los pobladores locales durante la primera mitad del siglo pasado, como ya se ha comentado algunos párrafos antes. El juego tiene, en su dimensión longitudinal, una orientación oriente-poniente. El parapeto norte está completo y contiene el espacio con claridad, pero el parapeto sur que daría la configuración lineal al recinto ceremonial prácticamente ha desaparecido. Solo un leve montículo y algunos árboles nos dan la idea de cómo habría sido el volumen.

Desde el centro del juego de pelota, el remate poniente corresponde al basamento piramidal antes narrado. Es un remate visual, ya que este se encuentra varios metros fuera y es posible que no fuera la vista original, ya que se pueden apreciar otros basamentos más bajos en altura, que configuran una secuela de terrazas ascendientes y que, seguramente vistos completos en su momento, obstruirían parcial o totalmente al actual remate.

Hacia el lado oriente, el juego remata en lo que pareciera ser hoy día un montículo natural, dado que la arquitectura está cubierta en su totalidad por vegetación y no ha sido desmontada. Es muy probable que, según lo que podemos observar, fuera de mayor altura, y que, por el mismo saqueo de piedra sufrido en el sitio, sólo quede un fragmento. Aun así, su presencia nos permite subir a percibir desde otra altura la calidad de este espacio. Desde la cúspide del montículo descrito podemos observar con más claridad la trayectoria este-oeste del espacio, así como la primera terraza con la que la ciudad irá acondicionando la topografía del sitio, notablemente más escarpada al poniente, para acondicionar los elementos urbano-ceremoniales. También podemos observar cómo la arquitectura del juego de pelota utiliza el volumen hacia el interior como paramento de acotación y uso del ritual ceremonial y, hacia el exterior, como muro de contención para adecuarse a la pronunciada pendiente que desciende hacia el norte.

Esto también, estimadas y estimados lectores, nos permite percibir lo angosta que resulta la meseta de la montaña, y la complejidad que tuvieron los serranos para ajustar la ciudad a dichas condiciones.

Ahora viene la toma de decisión: ¿tomar la dirección poniente primero para visualizar esa sección de ciudad que “trepa” por la topografía, hasta la culminación urbana de dicho eje, o tomar la dirección oriente, en donde la pendiente es más regular, hacia donde indica la señalética un segundo conjunto de juego de pelota?

Por logística de movimiento, decidimos ir primero hacia el este, en busca del segundo juego de pelota. La ruta nos presenta,entre árboles, un muro escalonado que se interrumpe a la mitad para dejar paso a unas escalinatas. En segundo plano, otro volumen piramidal remata la perspectiva.

Al ascender por la escalinata, el segundo volumen piramidal se vuelve un parapeto inexpugnable. Hacia el norte, nos marca una perspectiva que se funde con el bosque. Hacia el sur, nos lleva a una plaza que se encuentra metro más abajo. Al descender a ella, volteo para registrar la imagen de las escalinatas que nos comunicaron entre plataformas, misma que nos permite ver el diestro manejo de los serranos para manejar la diferencia de niveles entre un punto y otro.

Ahora el registro fotográfico es desde la esquina sur de esta plaza, cuya vista nos enmarca el volumen piramidal que ha sido hasta ahora el protagonista de esta sección de recorrido. Este pareciera ligarse en dirección oriente a un paramento longitudinal. Aunque, si se fijan bien, existe (entre el juego de luz y sombras que nos brinda la naturaleza del lugar) una pequeña abertura que indica un paso entre las dos estructuras descritas. Esa pequeña grieta asciende otra vez por cerca de un metro y nos da acceso al segundo juego de pelota. Desde el punto donde se nos abre esta perspectiva, podemos ver en diagonal el espacio ceremonial, mientras que, al voltear, observamos la plaza anterior, delimitada por unas intrigantes bases pétreas que cimentarían en su tiempo dos edificaciones, una semicircular (¿influencia huasteca acaso?) y otra rectangular. Estas edificaciones al sur del juego de pelota se suman a otras que encontraremos más adelante al norte y que, en términos del arquitecto Louis Kahn, definirían claramente la relación entre el espacio servido (el juego) y los espacios servidores (los volúmenes externos que le rodean). Los grandes maestros como Kahn no inventan estos conceptos, son capaces de verlos por mediodel ejercicio analítico de todas las arquitecturas pertenecientes a todas las culturas que han dejado registro de nuestra estancia en este planeta.

Accedemos al centro del espacio ceremonial del juego, nos centramos al eje que nos muestra al día de hoy, una asimetría entre el paramento norte, más alto, y el sur más bajo. No sabemos si esto es producto del desarrollo entre el espacio servido y los servidores, donde los que se encuentran al norte están en una cota topográfica más alta que los del sur, o a la degradación del sitio ante la acción pragmática de quienes usaron piedras de las ruinas para construir otras cosas durante el siglo pasado. Yo me inclinaría a una combinación entre ambas circunstancias.

El eje, a su vez, nos muestra un remate que parece ser solamente la cortina de vegetación del bosque que rodea al sitio, pero, al acercarnos a ese punto, descubrimos los cimientos de un temascal, que nos narra la importancia ritual de quien participa en este peculiar juego mesoamericano.

Al norte del Temascal, se configura otra plaza cuya geometría queda determinada por un muro bajo de contención, que marca la diferencia de nivel entre la plaza y una terraza superior, a la que se accede por unas curiosas escaleras semicirculares en la esquina, y donde, en segundo plano, aparece un basamento piramidal que forma de manera parcial el paramento norte del juego de pelota y,  por otra, da inicio al juego de espacios servidores de esta sección de la zona arqueológica.

A partir de aquí, las imágenes les mostrarán una secuela de espacios y plataformas que les conectan, así como de vistas al paisaje desde este lado. Entendiendo que no son plazas, sino configuraciones interiores conectadas por una senda, y que hoy en día la ausencia de volumen (puesto que sólo quedan los cimientos y terrazas) nos permite percibir la espacialidad de forma muy distinta a la original, dejo a la imaginación de ustedes, lectores, cómo sería el tránsito entre espacios.

De regreso al primer juego de pelota, ahora nos preparamos para la parte final de la visita, donde, según narramos al inicio de esta segunda entrega, la zona va a comenzar un ascenso hacia el poniente por una secuela de plataformas terraceadas que tomen los desniveles.

La imagen nos ubica en el punto más occidental del primer juego de pelota que nos enfrenta a un primer basamento cuyas escalinatas desembocan a una plataforma. Al fondo se manifiesta aquel volumen piramidal que vimos al inicio de la visita, ahora como un claro protagonista. Su presencia es contundente, demuestra una clara jerarquía en la composición urbana. Sin embargo, esta no es la culminación del recorrido, es tan solo su primer elemento. Desde su plaza elevada volvemos a ver en el nivel anterior, el juego y la secuela volumétrica que le configura al norte. Al rodear el predominante volumen que protagoniza esta plataforma, se nos presenta una senda ascendente y, al fondo, otros paramentos imponentes que anuncian nuevas edificaciones.

Estas edificaciones arman una interesante combinación de terrazas acotadas por templos, que son, al mismo tiempo, un volumen configurador de plazas y muro de contención para la siguiente terraza en el ascenso hacia la cima del cerro.

En estas plazas encontraremos otra vez esas escalinatas, ya sea en cuartos de círculo, o boleadas en las esquinas como las que narramos en Toluquilla. Las plazas van creciendo en dimensión conforme ascendemos, demostrando que, hacia la cota más alta, se va uno acercando al espacio más importante de esta sección de ciudad. Ningún volumen es demasiado alto, y la escala permanece en esa dimensión acogedora que también apreciábamos en Toluquilla. La monumentalidad está en la suma de elementos, no en cada uno en sí.

Esta sección, menos deteriorada que las anteriormente visitadas de Ranas, nos da más una idea más clara de la complejidad y refinamiento de la ciudad, y validan la interpretación arqueológica de que sería, probablemente, el espacio urbano de mayor importancia político-económica de la región. Cada sección está configurada con cuidado y marca una pausa en el escarpado ascenso, lo que nos permite encontrar y desencontrar la cúspide.

Al llegar a ella, un último volumen piramidal se eleva para convertirse en centro y focalización de la meseta. Frente a él, un extraño basamento girado parece interponerse en la secuencia natural de la escalinata que permite subir a la cima del edificio principal, en donde se encontraría el templo ¿Qué circunstancia ceremonial, qué sobreposición constructiva en el metabolismo de crecimiento de este espacio, a lo largo de los siglos, llevó a la existencia aparentemente contradictoria de estos dos elementos? Es la duda que rodea la belleza narrativa de toda ruina. Rodear el elemento descrito en este párrafo nos da una clara experiencia de culminación. Tras él ya no hay vestigios, ya no hay más sendas, ya no queda más que el bosque y el paisaje en la meseta del cerro, nivelada por los constructores de la cultura serrana. Nos permite descansar y respirar antes de despedirnos de la Zona Arqueológica de Ranas.

Si el ascenso nos permite percibir las plazas y sus volúmenes como un juego de encuentros y desencuentros, el descenso nos permite observar con otra perspectiva y cómo se van sucediendo los espacios en la compleja topografía y los elementos tectónicos que los configuran. Así, hasta llegar otra vez al punto de inicio, al juego de pelota 1, conector hoy de la ruta sugerida por el INAH, pero cuya función original en el rito de la ciudad, no debió ser esa.

Al final, todo vestigio de nuestra forma de habitar el planeta nos permite reflexionar sobre la inutilidad de las certezas absolutas, sobre la transformación continua y la evolución constante de la vida y del universo que la acoge y, desde luego, sobre la belleza de experimentarla en pasado, presente y futuro, de forma simultánea. 

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Cultura serrana, la otra escala del horizonte clásico (I): Toluquilla https://arquine.com/cultura-serrana-la-otra-escala-del-horizonte-clasico-i-toluquilla/ Tue, 16 Jul 2024 17:46:41 +0000 https://arquine.com/?p=91734 El título “Cultura serrana” puede tener un muy amplio rango de focalizaciones, dependiendo de la región del planeta en que se aplique. Pero si acotamos la cultura serrana, dentro del horizonte Clásico Tardío de Mesoamérica, y la ubicamos en la región que los mexicanos denominamos como Sierra Gorda de Querétaro, estamos hablando de uno de […]

El cargo Cultura serrana, la otra escala del horizonte clásico (I): Toluquilla apareció primero en Arquine.

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El título “Cultura serrana” puede tener un muy amplio rango de focalizaciones, dependiendo de la región del planeta en que se aplique. Pero si acotamos la cultura serrana, dentro del horizonte Clásico Tardío de Mesoamérica, y la ubicamos en la región que los mexicanos denominamos como Sierra Gorda de Querétaro, estamos hablando de uno de los fenómenos culturales, más interesantes y menos promocionados de nuestro pasado.

Empecemos, para aquellas y aquellos lectores que no están familiarizados con esa geografía, explicando algo sobre este territorio. La Sierra Gorda de Querétaro es una región que se distingue por su intrincada orografía. Es parte de la cordillera que denominamos como Sierra Madre Oriental, sistema que recorre el oriente del país de norte a sur, dividiendo las costas del Golfo de México del Altiplano Central. Aunque la mayor parte de la Sierra Gorda se ubica en el estado de Querétaro, al ser solo una sección de la Sierra Madre Oriental, se liga al norte con la HuastecaPotosina; al este, con el estado de Guanajuato; y, al suroriente, con el estado de Hidalgo, porque los sistemas geográficos son indiferentes a las divisiones políticas que hacemos los humanos.

La configuración orográfica de la Sierra Gorda nos regala, según la vertiente, espacios con climas desérticos, bosques de coníferas, entornos de selva baja caducifolia y selva siempre verde, que se entrelazan los unos con los otros. Este paisaje nos regala picos de hasta 3 milímetros sobre el nivel del mar, con cañadas profundas que tocan los 700 metros, por lo que ustedes podrán imaginar lo que hay ahí: pendientes escarpadas, cientos de sistemas de arroyos y ríos, y parajes naturales surrealistamente bellos.

Una buena parte de la sierra, está considerada en la actualidad como reserva de la biósfera, localidades específicas y sus templos están en la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, y forman parte del Programa de Pueblos Mágicos. Pero hoy no hablaremos de esto, más que como un referente introductorio para que ustedes se interesen un poco más sobre la región, si es que no la conocen aún.

La exploración arqueológica de la Sierra Gorda inició a mediados del siglo XIX, a partir de la expansión minera industrial, y a finales del mismo siglo, aparecieron ya los primeros levantamientos de las dos acrópolis que comentaremos en esta reflexión: Ranas y Toluquilla. Se reconoce al ingeniero Primer Pawell como el responsable de los primeros planos de estas zonas arqueológicas (si gustan profundizar en este tema, recomiendo lean el número 77 de la revista Arqueología Mexicana, dedicado al análisis de la Sierra Gorda).

Aunque la Sierra Gorda presenta evidencias actividad de ocupación desde hace 4 mil años, es entre el siglo VI y el X de nuestra era, que las poblaciones sedentarias llegan a su mayor desarrollo socioeconómico y sociocultural, a partir del aprovechamiento de los valles para la agricultura, y de los yacimientos mineros, en especial, el del cinabrio, en las montañas, para el comercio de este mineral. Es en este período cuando surgen las ciudades ya mencionadas, y hoy denominadas como Ranas y Toluquilla, ubicadas hacia el sur de la Sierra Gorda, en zona húmeda, pero muy cerca de donde el sistema montañoso separa la vertiente que derrama al golfo, de la más seca que da al altiplano central.

Lo primero que impone en este viaje, es el trayecto que va introduciéndonos desde los valles queretanos, y comienza a trepar por la imponente sierra. La carretera inicia su serpenteo y el acenso nos regala vistas espectaculares al borde de acantilados cada vez más profundos. Una bifurcación en el camino nos permite elegir entre continuar hacia la ciudad de Jalpan, incrustada en el corazón de la reserva de la biósfera y uno de los sitios declarados como patrimonio de la humanidad, o derivar hacia la población de San Joaquín, al borde de la cual se encuentra Ranas, o unos pocos kilómetros más al sur este de esta localidad, Toluquilla. Es importante que, para comprender más allá de las imágenes lo intrincado de este territorio, nuestros querides lectores visualicen que, en línea recta, no son más de 5 kilómetros lo que separa a una zona arqueológica de la otra, pero esa distancia se triplica en el contorno con que la carretera tiene que ir rodeando las empinadas pendientes de la montaña.

Así, nuestra expedición —integrada por estudiantes de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana, mi colega Pilar Álvarez y yo— llega por decisión logística a Toluquilla, ya que es la zona arqueológica más alejada de un centro urbano actual y, por lo mismo, la que ha sufrido una menor cantidad de saqueo gracias a su aislamiento. El nombre deriva del náhuatl tolloa refiere a la acción de jorobarse, con lo que, sumado al sufijo castellano illa, implicaría entender este vocablo como “Cerro Jorobado” o “Jorobadillo”, según nos cuenta la página oficial del sitio.

Ahora bien, la tradición interpretativa de la arquitectura prehispánica, y en especial aquella referente al Horizonte Clásico, se ha focalizado en las grandes urbes cuya dimensión es monumental, y que nos refiere a grandes ejes urbanos que integran el paisaje, el cosmos y la arquitectura ceremonial. Y en Toluquilla, queridas y queridos amigos, encontraremos los templos, el eje urbano, el paisaje y el cosmos, pero no la escala monumental. Es esta la primera gran sorpresa del sitio.

Para llegar al sitio, el autobús que nos trasladaba tuvo que dejarnos al borde de la carretera, donde un camino rural se interna en el bosque para comenzar el ascenso a la zona a pie. El camino ha sido adaptado, con bastante sensibilidad, por trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes acondicionaron la Zona Arqueológica para ser visitada. Mientras el bosque comienza a envolvernos, a través de la ruta se van filtrando algunas vistas hacia el paisaje serrano, mientras a ritmo constante, el zigzagueo ascendente por el cerro nos permite llegar a la pequeña sección donde baños y taquilla, dan acceso al visitante al sitio propiamente dicho.

Pasado el trámite de registrar al grupo, se ingresa a la sección visitable de la ciudad en la cota más baja con relación a su traza y la topografía, ubicada en la parte norte del cerro. La estructura urbana se compone en forma lineal, siguiendo la meseta del cerro, terraceada en tres plataformas consecutivas de acuerdo a las posibilidades que da la topografía, aunque solo dos están habilitadas para el turismo. La composición urbana, como dije, es lineal, pero la calle no es recta: ondula con ligereza sobre su eje y, en dicha ondulación, va configurando los estratos de cada sección.

La brecha que parte de la puerta de acceso a la zona nos permite visualizar unos volúmenes construidos en piedra laja de la región, seguramente obtenidos del mismo terraceo que implicó habilitar el espacio de las tres secciones de la acrópolis. Rodeando estos volúmenes, hay una grieta entre dos de ellos que nos introduce a una pequeña plaza triangular. Son cinco las construcciones que configuran este espacio, que se convierte en un vestíbulo urbano. No son muy altas, ni muy grandes, pero se organizan radialmente con respecto a una sexta generando dos diagonales: la primera conduce al suroeste y nos lleva de nuevo al bosque; la segunda conduce al sureste, y nos prepara una sorpresa. Y es que al trascender esa diagonal se abre una nueva plazoleta que ahora, nos presenta la perspectiva lineal y regular de un juego de pelota.

El juego de pelota es la primera manifestación clara del eje urbano norte-sur. La perspectiva del especio ceremonial es rematada por un basamento piramidal que sostendría un templo en su cúspide. El basamento presenta todas las cualidades tipológicas del lenguaje característico del horizonte clásico: la escalinata centrada y acotada por alfardas a sus costados, las plataformas que arman la pirámide en tres secciones donde, las dos superiores, presentan la composición en talud para la base, y en forma de tablero para la culminación superior. Ahora me permito señalar dos situaciones peculiares de este volumen. La primera, es que no está ordenado de manera simétrica con el eje del juego de pelota, se desfasa ligeramente al poniente o a la derecha en relación a la vista que comparto. Esto permite alcanzar a ver en segundo plano, la senda que continúa tangente hacia el resto de la ciudad, ascendente y zigzagueante. La segunda es que la base del volumen piramidal, se convierte en una gran terraza que lo liga al volumen superior poniente del juego de pelota. Sensible sutileza en la configuración del espacio.

Conforme recorremos el espacio, se va haciendo más evidente aquello que les comenté en el párrafo anterior. También podemos observar la aparición en segundo plano de otro volumen fragmentado, en segundo plano al poniente del juego de pelota, lo cual nos habla de ciertas actividades a desarrollar en esa zona, de seguro de carácter ceremonial y vinculadas con la mística del juego.

Hacia la otra esquina del volumen piramidal, al este, hay tres peraltes que nos marcan la ruta a seguir (acentuado ahora por la señalética del INAH). Parece la opción más amable para continuar sin duda. Tomamos así la dirección que nos marca esa pequeña escalinata, que continúa en una senda cuya pendiente es ascendente hacia el sur. Antes, volteamos para ver la perspectiva del juego de pelota, contraria a la que hasta ahora habíamos percibido, lo que permite apreciar la diferencia jerárquica entre una punta y otra en el alargado espacio. Es evidente el acento focal hacia el sur, con el basamento piramidal como protagonista, mientras que, hacia el norte, el espacio se diluye en los requiebros de los volúmenes que nos dieron acceso a la ciudad en un inicio.

La senda ascendente termina fundiéndose con la plataforma del basamento que hemos dejado atrás, conformado ahora una terraza donde la espalda del basamento, y la de un nuevo volumen que emerge en el recorrido, marcará en una plazoleta el inicio de la zona habitacional. Al continuar el camino, pasamos a un lado de dicho volumen para entrar a otro espacio aplazolado, de mayores dimensiones que el anterior, al que se vierten diversas configuraciones de vivienda, cuyas variables no son tan evidentes en lo general, pero sí en los detalles compositivos particulares. Quizá no sea fácil verlo, si no se tiene un ojo educado para ello. El espacio público se vuelve un ejercicio de alternativas al recorrido lineal: un volumen bajo circular bifurca la plaza hacia dos pequeñas escalinatas, ambas culminan en una nueva plaza. Todo es de pequeñas dimensiones. Otra vez volteamos al lado opuesto, y vemos una puerta con su dintel de piedra, señalada por otra escalinata. 

Las viviendas corresponden a los pobladores de alta jerarquía, construidas con sólidos muros de piedra laja como los templos. Las techumbres, originalmente de guano y entramado de madera, han desaparecido por la acción del tiempo. Las plazas se transforman en callejuelas, tanto aquella que sigue la línea del eje original, como las que, entre volúmenes, conducen a otros espacios secundarios antes de morir en el bosque. Cada casa tiene una plataforma cuya altura varía entre una y otra, armando un pequeño laberinto de escalinatas y poyos. Solo la continuidad del eje nos permite mantener la dirección.

Al final, la narrativa que comparto engaña, como engaña la experiencia del recorrido, pues pareciera que hablo de una trama urbana de dimensiones significativas, cuando en realidad son unas decenas de metros lo que toma atravesar este conglomerado habitacional. Pero, al igual que sucede en los jardines bonsáis japoneses, lo que construye la memoria del espacio tiempo no es la longitud del recorrido, sino la cantidad de experiencias que provee.

Salimos de esta sección a un descampado. Narran los arqueólogos que aquí fue plantada hace poco una magueyera, y para ello fueron desalojados los restos de piedra laja que constituían ruinas de otras construcciones. Sería la parte más alterada por la contemporaneidad de la Zona Arqueológica. Este breve respiro no hace desagradable la percepción del sitio, nos reencuentra con la naturaleza que ha vuelto a apropiarse de lo que alguna vez fue ciudad. Pero si mantenemos la vista de norte a sur, reencontraremos la ruta acotada nuevamente por fragmentos de construcciones olvidadas y, al fondo, entre ruinas y árboles, una masa pétrea que contiene la visual.

Antes de continuar a lo largo del eje, hacia donde dicha masa pétrea nos atrae como un imán, volvemos a hacer el ejercicio de voltear para ver lo ya recorrido y percibir los patrones habitacionales desde una óptica contraria.

Avanzamos hacia el sur, pasamos entre los segmentos de muro que en algún momento configuraron una secuencia de volúmenes y plazas por entre las cuales pasa la senda, hasta el punto donde ésta, desciende a un espacio de mayor amplitud, no muy grande, porque nada es monumental aquí, pero significativamente desahogado comparado con la percepción que nos dejó la zona habitacional. Es el segundo juego de pelota de la ciudad.

En este juego de pelota, encontramos un patrón parecido al primero, pero interpretado de forma distinta. Ahora es el acceso el que no coincide con la simetría del eje, cargándose hacia la parte poniente del espacio, a su derecha en la perspectiva de la imagen compartida. En cambio, el volumen del basamento piramidal que otrora soportara al templo, sí se compone con los parapetos del juego de pelota, en una relación simétrica. Por otra parte, vuelve a generarse la polarización de jerarquías, donde el remate sur del espacio adquiere mucha más relevancia, que la perspectiva norte, hacia la cual observamos la senda por la que llegamos y la fragmentación de volúmenes de menor dimensión que la contienen.

El recorrido por la ciudad continúa al rodear el basamento piramidal del segundo juego de pelota, pero esa sección, que según el esquema de reconstrucción encontrado en la página del INAH que refieren a este sitio, presentaría otra zona habitacional y dos juegos de pelota más. Esta zona es inaccesible a los visitantes, por lo que toca regresar. Durante el retorno sí podemos, sin embargo,  tomar hacia la parte poniente del segundo juego de pelota, para encontrar los cimientos de otras edificaciones que arman un peculiar conjunto que corre en paralelo al juego de pelota. De aquí, lo más destacable es el patrón de algunas escalinatas, boleadas en las esquinas. Este patrón lo reencontraremos en mayor número cuando visitemos la Zona Arqueológica de Ranas, misma que será narrada en una segunda entrega de este relato de viaje por la cultura serrana.

Siguiendo la senda de vuelta, ondulante en el eje principal, hacia el punto donde accedimos a esta visita en un principio, la secuencia de perspectivas (ahora de sur a norte) nos regala nuevas sensaciones espaciales de este diminuto, pero intensamente expresivo centro urbano ceremonial. Ya no narro las sensaciones del regreso, sólo les comparto las imágenes para que ustedes construyan su propia percepción.

 

Pero no me despido, que seguirá en breve la narrativa de Ranas. También tiene lo suyo.

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Hadas https://arquine.com/obra/hadas/ Sat, 14 May 2022 06:00:24 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/hadas/ Las Hadas ubicado en Querétaro, realizado por el estudio REIMS 502, ha logrado materializar el primer conjunto multifamiliar en un barrio de uso unifamiliar adyacente al Centro Histórico de la ciudad.

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Habitar en comunidad y recuperar el espacio público para las nuevas generaciones en busca de redensificar la ciudad, han sido los principales motivos para compartir desde su trinchera el gran problema del crecimiento urbano. Estos conceptos les sirvieron de base para hacer realidad esta edificiación de vivienda compartida en el corazón de la ciudad de Querétaro.

Las Hadas ha logrado materializar el primer conjunto multifamiliar en un barrio de uso unifamiliar adyacente al Centro Histórico de la ciudad. Este proyecto logró impulsar la iniciativa, ahora pública, de cambio de uso de suelo en la colonia, abriendo paso a la re-densificación y reactivación de este antiguo y céntrico barrio de la ciudad.

 

Al contar con una superficie estrecha —donde antes se encontraba una casa—, se aprovechó la longitud del sitio para diseñar el edificio en cuatro niveles, integrando unidades de 100, 200 y 300 m2 sucecivamente hasta llegar a la corona del edificio, donde la última unidad cuenta con doble altura y goza de hermosas vistas al parque y al entorno urbano.

Buscó el estudio desde el inicio hacer un edificio que fuera acorde a su contexto urbano y socioeconómico, por ello eligieron una distribución espacial que sobresaliera con un sistema arquitectónico rítmico, lógico y sencillo que permitiera hacer una edificación eficiente en costos y rica en posibilidades atmosféricas de espacio.

Nuestra premisa radicó en generar espacios abiertos y amplios sin afectar la privacidad de cada uno de los habitantes, por lo que partieron del uso de celosías en los niveles inferiores, y la integración de terrazas y jardineras en la fachada que funcionan como filtro entre la calle y los departamentos.

La paleta de materiales se definió con 3 elementos únicos, siendo el protagonista el uso de concreto aparente como revestimiento final, escogido por su durabilidad y atemporal apariencia cuya pátina permite envejecer a la obra adecuadamente. Este lienzo gris es intervenido con sutiles acentos de madera y acero, además de los múltiples escenarios verdes generados por los patios y jardines interiores.

La distribución y programa arquitectónico se desarrollan a partir de un cubo de luz central, que sirve como lucernario, respiradero y nodo central de circulación para articular el acceso de las 3 unidades de vivienda. Este patio central alberga un olivo que se sembró en celebración de una nueva vida para el predio y para la colonia con el triunfo del cambio de densidad y uso de suelo.

Finalmente cada uno de los departamentos tiene identidad propia, y es en esta labor de ensamble donde se logra dotar a cada uno de los departamentos con peculiares remates visuales, patios interiores con vasta vegetación y vistas abiertas hacia la ciudad, mediante terrazas y balcones que buscan resaltar en cada oportunidad los beneficios de vivir en comunidad en medio de la ciudad.

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Habiteé Urban Dorms https://arquine.com/obra/habitee-urban-dorms/ Fri, 16 Jul 2021 06:00:33 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/habitee-urban-dorms/ El proyecto termina impulsando la cohesión e inclusión social dentro y fuera de un área, resolviendo una necesidad a un servicio y proponiendo la estimulación de una zona ya transitada que pueda ser más amable con el transeúnte y construya nuevas dinámicas urbanas entre los estudiantes y la gente que habita la zona.

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Ante la oportunidad de construir un proyecto de residencias estudiantiles dentro de las inmediaciones de una universidad y bajo un concepto distinto, nace Habitee Urban Dorms.

Al encontrarse en un predio complicado por sus características físicas, con dimensiones variables de ancho y largo, la prioridad del proyecto fue la búsqueda de una buena orientación y proveer herramientas que facilitaran tanto la iluminación como la ventilación natural, así como el aprovechamiento de las alturas máximas permitidas.

De esta manera, al proyecto se le incrustan 3 patios de diferentes tamaños. El primero se utiliza para diferenciar un claro acceso; el segundo, para generar una circulación central dentro de dos alas de habitaciones; y el tercero, para dejar respirar al edificio de sus colindancias. El proyecto termina mirando hacia el norte, beneficiando a que todas las habitaciones no sean delimitadas por un muro opaco si no que sean permeadas por ventilación, luz natural y vistas.

El proyecto se compone de una planta baja donde el programa público abraza los patios creados generando diferentes sensaciones de serenidad y permite que la interacción entre los residentes sea obligada. Posteriormente el programa privado se ubica en los siguientes 4 niveles, rematando con un rooftop con vistas privilegiadas a la ciudad.

Las habitaciones se dividen en dos alas con las mismas proporciones en cada nivel, dando paso a dormitorios de similar tamaño y calidad de espacio, vinculados por un núcleo de circulación vertical perforado por una celosía de concreto que ventila e ilumina naturalmente el espacio público dentro de estos niveles, permitiendo una programación adecuada para los residentes.

La intención es promover la vida vertical en espacios internos y externos dentro del edificio, buscando la verticalidad desde la perspectiva que pueda generarse en el nivel, 0 elevando muros solidos de concreto expuestos y perforados solamente por el espacio que ocupan los pasillos que comunican las habitaciones, para rematar con un sombrero de acero que forma parte de la jardinera que delimita el rooftop y funciona como un barandal natural.

Así, el proyecto termina impulsando la cohesión e inclusión social dentro y fuera de un área, resolviendo una necesidad a un servicio y proponiendo la estimulación de una zona ya transitada que pueda ser más amable con el transeúnte y construya nuevas dinámicas urbanas entre los estudiantes y la gente que habita la zona.

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BANAL | cocina franca https://arquine.com/obra/banal-cocina-franca/ Fri, 15 Jan 2021 09:00:26 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/banal-cocina-franca/ Este trabajo fue el encargo de uno de nuestros clientes (para quienes construíamos una nueva casa en ese momento) para diseñar un espacio que aprovechará al máximo la edificación preexistente. El objetivo era establecer la identidad de su nuevo proyecto culinario, con el reto de construirla en sólo tres meses con un presupuesto reducido

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El crecimiento urbano acelerado que experimentó Querétaro durante los años ochenta provocó el traslado y reubicación de sus centros industriales hacia la periferia de la ciudad, configurando un corredor industrial que abrazó a la ciudad. Con el paso del tiempo, este reordenamiento dejó diversas naves industriales vacantes. A pocos metros del simbólico Acueducto, el restaurante Banal ocupa una de estas estructuras recicladas, cuyo anterior uso fue de vinatería y florería.

Este trabajo fue el encargo de uno de nuestros clientes (para quienes construíamos una nueva casa en ese momento) para diseñar un espacio que aprovechará al máximo la edificación preexistente. El objetivo era establecer la identidad de su nuevo proyecto culinario, con el reto de construirla en sólo tres meses con un presupuesto reducido.

Debido a las características de la bodega, decidimos partir de una simple idea: ampliar el espacio existente duplicando su aforo para comensales sin alterar la modulación ni la estructura original. Considerando lo anterior, se propuso una secuencia de vanos entre la preexistencia y una intervención para ligarlos, junto a otra secuencia simétrica para integrar ambos espacios con un colchón verde exterior que funciona como barrera visual entre la avenida y el restaurante.

El proyecto destaca por su materialidad aparente y sencilla definida por el uso de concretos y materiales pétreos, lo que permite resaltar el aprovechamiento de los espacios existentes y hacer una referencia sutil al antiguo uso industrial de la bodega. Un detalle particular de la obra fue la integración en su fachada de una celosía de block hueco suspendida, elemento indispensable para mitigar el asoleamiento, moderar la vista desde el interior hacia el contexto urbano y permitir una mejor ventilación al espacio de la terraza.

Al interior se continuó con la esencia sobria, traducida en tonalidades neutras combinadas con acentos verdes de vegetación y detalles cálidos en el mobiliario e iluminación. Este ligero contraste crea un ambiente contemporáneo y honesto acorde con el carácter culinario del restaurante. Conjuntamente, el uso de materiales sobrios con bajo mantenimiento, el aprovechamiento de la iluminación y ventilación, y la practicidad de la planta libre, también fueron estrategias complementarias para la posible realización de esta obra.

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Espacios: El Puente de Dios: Mínima inserción, máxima experiencia espacial https://arquine.com/espacios-el-puente-de-dios-minima-insercion-maxima-experiencia-espacial/ Wed, 23 Dec 2020 08:00:58 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/espacios-el-puente-de-dios-minima-insercion-maxima-experiencia-espacial/ El Río Escanela fluye por entre las comisuras de la denominada Sierra Gorda de Querétaro, dentro de lo que es el municipio de Jalpan. Ahí, un recorrido se encarga de llevarnos por senderos “diseñados” no por una mano que piensa, como diría Pallasma, sino por unos pies que, a fuerza de recorrer una y otra vez la ruta, construyen un camino.

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El Río Escanela fluye por entre las comisuras de la denominada Sierra Gorda de Querétaro, dentro de lo que es el municipio de Jalpan. El río desde luego trasciende el municipio, pero es en esta demarcación político-administrativa que se encuentra el espacio visitable.

Dicho espacio pertenece a una comunidad local que, bien organizada, ha conseguido estructurar un evento ecoturístico. No he podido conseguir realmente datos de quiénes asesoraron a los habitantes locales, pero la lógica administrativa del sitio responde más a una clara identidad cultural con la naturaleza, que a una metódica imposición financiero-administrativa. Es decir, sin poder asegurarlo, pareciera que la lógica pragmática de los lugareños ha sabido aprovechar ciertas dinámicas del mercado turístico actual, ése que se enfoca más a la búsqueda de experiencias en la naturaleza, mezclándolo con un inequívoco sentido de propiedad que hace del lugar un patrimonio irrenunciable. Es evidente, también, que han podido y sabido gestionar el apoyo, por mínimo que sea, de la administración municipal y estatal para conseguir el recurso básico y cierta promoción mediática.

Si bien, el punto de partida no ofrece muchas expectativas de primer impacto, el recorrido en general supera con creces cualquiera.

A las casetas de cobro y baños, cuya construcción pragmática acierta en la simpleza de lo esencial, pero fracasa rotundamente en el mantenimiento cotidiano, el recorrido se encarga de llevarnos por senderos “diseñados” no por una mano que piensa, como diría Pallasma, sino por unos pies que, a fuerza de recorrer una y otra vez la ruta, construyen un camino. Cuando el trayecto se vuelve más agreste de lo que el paso poco experimentado del visitante puede soportar, aparecen inserciones de elementos que, de haberlos conocido, estoy seguro Joseph Albers abría condecorado como definitorios del minimalismo: una losa de concreto que cuelga de las rocas, reforzada con unos “pilotís” que no son otra cosa que un simple palo sacado de la rama de alguno de los miles de árboles existentes. Algunas estructuras que, en vertical podemos llamarles escaleras, y en horizontal puentes: simples tarimas resueltas con base en largueros que toman el guion de trabes estructurales, y tablones que trabajan en la doble función de enlace rigidizante entre los largueros, y losa de soporte en el caso de los puentes o peraltes-huella en caso de las escaleras. La claridad del elemento es aportada por la creatividad y eficiencia del recurso provisto por la mano, ahora sí, que piensa, del campesino local. En otros estratos más necesitados de nombres rimbombantes, a estos puentes y escaleras entarimados, les llamaríamos “pallets”, siempre dispuestos los arquitectos contemporáneos a querer curar nuestro complejo de superioridad o inferioridad, dependiendo del caso, con nombres sofisticados.

El resto, es descubrir el río y sus diversas expresiones del líquido que lo conforma: transparencia cristalina, azulados reflejos, blancos borbotones de espuma producto de la oxigenación; es descubrir también la cañada con los estratos geológicos dibujados en los muros de piedra tallados con millones de variantes geométricas por el paso constante del agua; la interminable vegetación, de una diversidad que sobrepasa la burda sapiencia del gen urbanita. Y llegar al espacio focal del evento: El puente de Dios.

El nombre de puente hace alusión a un gran arco tallado por la fuerza del torrente que transcurre por el camino que ha tallado con su consistencia, el agua a lo largo de siglos. La montaña entonces pasa por encima del río conformando una bóveda plagada de peculiares oquedades cuyas formas ondulantes retarían a la más radical de las fantasías gaudianas. De estas oquedades brota a manera de regadera, más agua, la que se ha ido filtrando desde lo alto de la montaña por entre los distintos estratos del subsuelo, siguiendo una ruta alterna a la del flujo de la cañada, más lenta pero también constante. Dependiendo de la oquedad, el vital líquido puede precipitarse en distintos grados de intensidad o presión, con lo que la ducha al gusto del consumidor está asegurada. Eso sí, sin calefacción, pero tras el ejercicio físico y el clima caluroso, se agradece una temperatura que permite enfriar la maquinaria.

El recelo con que está cuidado el recorrido, casi libre de basura y, en especial, de basura plástica, cuya presencia en los sitios más recónditos del planeta no deja de ser una advertencia a nuestra terrible gestión del habitar contemporáneo, sus consumos y sus desechos, es una lección del buen hacer y, de que, para hacer bien, la voluntad es lo que cuenta. 

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Edificio AIRA https://arquine.com/obra/aira/ Wed, 20 May 2020 14:00:12 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/aira/ Ubicada en una de las zonas con mas desarrollo de la ciudad de Querétaro, Aira consiste en una torre de vivienda de 35 departamentos, la cual se desplanta dentro de un área angosta y profunda.

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Ubicada en una de las zonas con más desarrollo de la ciudad de Querétaro, Aira consiste en una torre de vivienda de 35 departamentos, la cual se desplanta dentro de un área angosta y profunda. Su volumetría compacta responde al objetivo de incorporar espacios abiertos y áreas verdes, y como respuesta vertical contundente a una zona dominada por la horizontalidad.

La propuesta consistió en el desarrollo de siete prototipos de departamentos distribuidos en 4 viviendas por nivel a lo largo de la torre, en el cual la disposición de los departamentos permite el dinamismo en la fachada del edificio mediante sus vanos, y brinda vistas interesantes del paisaje queretano para los usuarios.

El proyecto se define por su integración de espacios públicos y de convivencia, como son la plaza, terrazas y jardines y amenidades. A partir de lo anterior, se optó por emplazar la construcción al centro del predio para generar espacios libres, teniendo al norte una plaza arbolada para uso comunitario, y un jardín al sur de carácter más privado.

La forma del edificio surge de tratar el objeto como a una escultura en piedra, desde el exterior se perfora y recorta el monolito, y desde el interior se enmarcan las visuales y se vuelve confortable el espacio al permitir el flujo de ventilación e iluminación natural en el recorrido de los espacios.

Se buscó dar una sensación de naturalidad en el edificio, la cual se refleja en los matices verdes de las jardineras distribuidas en la fachada, contrastando con los muros de concreto pigmentado que asemejan al color de la tierra de la región. De esta manera, se genera cierta sutileza en su volumetría y permite que el edificio envejezca de manera digna.

 

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Casa Campario https://arquine.com/obra/casa-campario/ Sat, 15 Jun 2019 15:00:27 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/casa-campario/ Al encontrarse en un terreno rectangular, las restricciones impuestas por lo desarrolladores tuvieron un papel determinante en la colocación y dirección del proyecto, pues demandó abrir el espacio en la parte posterior y frontal.

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Casa Campanario es una residencia familiar ubicada en una zona habitacional en la ciudad de Querétaro. Al encontrarse en un terreno rectangular, las restricciones impuestas por lo desarrolladores tuvieron un papel determinante en la colocación y dirección del proyecto, pues demandó abrir el espacio en la parte posterior y frontal.

Estas restricciones se consideraron como tener un espacio verde único donde la casa sería colocada de lado a lado. El proyecto estructural y los planos tomaron en cuenta esto, y se optó por generar afluencia en espacios abiertos en la planta base, mientras en la primera planta donde se encuentran las habitaciones se crearon aperturas con vista.

Como se buscó privacidad y control en las entradas de luz, una segunda capa de madera cubre por completo la fachada, la cual establece un contraste con la estructura de concreto sin recubrimientos.

 

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Éxodo | Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro https://arquine.com/obra/exodo-museo-queretaro/ Wed, 29 May 2019 16:01:59 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/exodo-museo-queretaro/ En el MACQ se montó Éxodo, una instalación variante que se compone de veintisiete esferas hechas de resina translúcida.

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En noviembre del año pasado se inauguró el MACQ, un espacio dela Secretaría de Cultura de Querétaro, que dirige Papús von Saenger, destinado a exponer arte contemporáneo. Este centro cultural cuenta con 2,400 metros cuadrados de salas de exposición, cuartos de proyectos, un centro de archivo y biblioteca y una mediateca.

En el MACQ se montó Éxodo, una instalación variante que se compone de veintisiete esferas hechas de resina translúcida. En cinco esferas se muestra un vacío, mientras que en las otras cinco esferas se observa un Timo encapsulado que representa una actitud frente a las diferentes fases de la vida, desde su nacimiento hasta su muerte.

La actitud es la disposición voluntaria de una persona frente a las circunstancias o las exigencias de una situación. Generalmente, la actitud se adquiere o transmite en un entorno social y se manifiesta por medio de gestos o posturas. Se trata de una expresión no verbal que transmite emociones, inquietudes, opiniones o pensamientos.

Al observar la instalación y reflexionar sobre la vida humana nos preguntamos: ¿Qué patrones reconocemos en la actitud de un individuo cuando éste desea alcanzar un objetivo? ¿Cómo se comporta el individuo que prefiere salirse de la norma?

Esta microexposición se encuentra al final del pasillo que queda entrando al museo. Las cinco esferas vacías se montaron sobre unas estructuras metálicas para simular su levitación a setenta centímetros del suelo. Las otras piezas se acomodaron sobre una superficie irregular blanca (gasa y espuma) retro iluminadas con una tira de led de 4000ºK. Al fondo del espacio, cuatro espejos ligeramente inclinados invitan al espectador a que su reflejo forme parte de la instalación.

El diseño de esta instalación, a partir de una pieza de Rodrigo de la Sierra, en el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro, es un ejercicio académico dentro del marco del Posgrado Espacio Efímero que imparte Arquine junto a la Universidad Politécnica de Cataluña.

 

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Dúo 6Dúo 6 https://arquine.com/duo-6/ Thu, 06 Sep 2012 17:05:17 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/duo-6/ Sara Whiting + Stan Allen | Congreso Duetos

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Si la crítica es una tarea creativa y comprometida a la cual no debe renunciar la arquitectura escrita y edificada del presente, los espacios de diálogo en la profesión deben imbricar multiplicidad, divergencia y compromiso con la arquitectura actual entre teoría, arquitectura, ciudad y procesos creativos. Este dúo aborda puntos convergentes y divergentes sobre las bases y lineamientos de la educación sobre arquitectura y métodos de enseñanza, a partir de la experiencia en el campo del estudio de la ciudad y el paisaje. Sara Whiting es decana y profesora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Rice. Trabajó en el despacho de Rem Koolhaas (OMA) en Holanda, puntualmente con el libro S,M,L,XL. y en el diseño del plan maestro de Euralille. Como crítica y teórica –y como punto de intersección con la obra de Stan Allen– ha escrito sobre arquitectura y colectividad; historia de la arquitectura, teoría y diseño de la arquitectura y la ciudad, lo cual se resume en Superblock City: Chicago’s Elastic Grid.

Stan Allen es maestro en las Escuelas de Arquitectura de la Universidad de Princeton, Harvard y Columbia. Luego de haber trabajado con Richard Meier y Rafael Moneo, su trabajo se ha enfocado a estudios sobre arquitectura y paisaje; la transformación artificial de la naturaleza seguida por la negociación de su condición. Stan Allen entiende el paisaje como una envolvente como parte de la ciudad contemporánea. En Landform Building: Architecture’s New Terrain, Allen aborda el paisaje un nuevo terreno de experiencias urbanas. Parte de su obra se presenta en el SFMOMA con Field Conditions, una muestra curada por Joseph Becker que reúne proyectos de Stan Allen, Tauba Auerbach, Sol Lewitt, Daniel Libeskind, Rafael Lozano-Hemmer y Casey Reas, entre otros.

© Tauba Auerbach, 50/50 Floor, 2008

© C.E.B. Reas, Process 7, 2010

© C.E.B. Reas, Process 7, 2010

© C.E.B. Reas, Process 7, 2010

© Marsha Cottrell, Hypothetical Place 2, 2002

© Marsha Cottrell, A Black Powder Rains Down Gently On My Sleepless Night, 2012

© Thom Faulders, Cluster Diagram, 2001

© Daniel Libeskind, Micromegas Studies, 1978

© Lebbeus Woods, Conflict Space 3, 2006

© Lebbeus Woods, Conflict Space 2, 2006

© Rafael Lozano-Hemmer, Homographies, 2006

© SFMOMA

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