Resultados de búsqueda para la etiqueta [Premio Pritzker ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 27 May 2025 14:07:24 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Liu Jiakun, Premio Pritzker 2025 https://arquine.com/liu-jiakun-premio-pritzker-2025/ Tue, 04 Mar 2025 14:22:48 +0000 https://arquine.com/?p=97149 “La arquitectura debe revelar algo: debe abstraer, destilar y hacer visibles las cualidades inherentes de la gente local. Tiene el poder de moldear el comportamiento humano y crear atmósferas, ofreciendo una sensación de serenidad y poesía, evocando compasión y misericordia y cultivando un sentido de comunidad compartida”. Liu Jiakun, Premio Pritzker 2025

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Liu Jiakun, arquitecto nacido en la ciudad china de Chengdu, capital de la provincia de Sichuan, ha sido anunciado como ganador de la edición 2025 del Premio Pritzker.

Premio Pritzker 2025

 

“La arquitectura debe revelar algo: debe abstraer, destilar y hacer visibles las cualidades inherentes de la gente local. Tiene el poder de moldear el comportamiento humano y crear atmósferas, ofreciendo una sensación de serenidad y poesía, evocando compasión y misericordia y cultivando un sentido de comunidad compartida”. Con esa cita de Liu Jiakun abre la noticia del premio en el sitio del Premio Pritzker.

West Village Courtyard premio Pritzker 2025

West Village Courtyard premio Pritzker 2025

El jurado, conformado por Alejandro Aravena, como presidente, y Barry Bergdoll, Devorah Berke, Stephen Breyer, André Aranha Correa do Lago, Anne Lacaton, Hashim Sarkis, Kazuyo Sejima y Manuela Lucanos-Dazlo, explicó en que “en un contexto global donde la arquitectura lucha por encontrar respuestas adecuadas a desafíos sociales y ambientales en rápida evolución, Liu Jiakun ha proporcionado respuestas convincentes que también celebran la vida cotidiana de las personas, así como sus identidades comunitarias y espirituales.”

West Village Courtyard premio Pritzker 2025

West Village Courtyard premio Pritzker 2025

Jiakun pasó gran parte de su infancia en los pasillos del Segundo Hospital Popular de Chengdu, fundado como Hospital del Evangelio en 1892, donde su madre era internista. Atribuye al ambiente del instituto médico cristiano el haber cultivado su inherente tolerancia religiosa durante toda su vida. Aunque casi todos los miembros de su familia inmediata eran médicos, mostró interés por las artes creativas, explorando el mundo a través del dibujo y la literatura, lo que finalmente incitó a un profesor a introducir la arquitectura como profesión. Se graduó como ingeniero en arquitectura en 1982 y formó parte de la primera generación de exalumnos encargados de reconstruir China durante una época de transformación para la nación.

Shuijingfang Museum premio Pritzker 2025

Shuijingfang Museum premio Pritzker 2025

Al principio de su carrera, trabajó para el Instituto de Diseño e Investigación Arquitectónico de Chengdu, propiedad del estado, y se ofreció como voluntario para trasladarse temporalmente a Nagqu, Tíbet (1984-1986), la región más alta del planeta, porque “mi mayor fortaleza en ese momento parecía ser mi miedo a la nada y, además, mis habilidades para pintar y escribir”. Durante esos años y los siguientes, fue arquitecto de día, pero escritor de noche, profundamente absorto en la creación literaria. A lo largo de cuatro décadas, Liu Jiakun, junto con su equipo, ha construido más de treinta proyectos, que abarcan desde instituciones académicas y culturales hasta espacios cívicos, edificios comerciales y planificación urbana en toda China, y fue seleccionado para diseñar el Pabellón Serpentine inaugural de Beijing (2018).

“Escribir novelas y practicar la arquitectura son formas de arte distintas, y no busqué deliberadamente combinar las dos. Sin embargo, tal vez debido a mi doble formación, existe una conexión inherente entre ellas en mi trabajo, como la calidad narrativa y la búsqueda de la poesía en mis diseños”.

Hui Huishan Memorial premio Pritzker 2025

Hui Huishan Memorial premio Pritzker 2025

 

 

En su ensayo “The emergence of a profession: development of the profession of architecture in China” (2008), Thomas Kvan, Liu Bingkun y Jia Yunyan plantean:

La arquitectura, entendida como el diseño y la construcción de estructuras y entornos elegantes y habitables, se ha practicado en China desde hace miles de años. [Pero] el concepto de arquitectura como una actividad intelectual individual y colectiva con responsabilidades profesionales se introdujo en China a través del trabajo de arquitectos extranjeros encargados de satisfacer las demandas de alojamiento para empresas y residencias privadas, pero tuvo dificultades para arraigarse de manera más amplia. Desde el establecimiento en 1894 de la primera firma de arquitectura extranjera en Shanghái, George Strochman Tailong Yanghang, hasta la década de 1930, arquitectos de Europa y Estados Unidos establecieron prácticas en China o atendieron a los clientes desde oficinas en sus países de origen. La formación de arquitectos chinos, en el sentido moderno de este término, surgió de estas prácticas. Los dibujantes y superintendentes de obras aspiraban a asumir los roles que observaban que desempeñaban estos extranjeros y se embarcaron en una formación formal en Estados Unidos y Europa.

Con la fundación de la República Popular China en 1949 y el establecimiento de una economía de planificación centralizada, el papel del arquitecto se orientó hacia los objetivos ideológicos del Estado. Las prácticas arquitectónicas se nacionalizaron a principios de la década de 1950 y se estableció el control estatal sobre la incipiente profesión. A través de una sucesión de Planes Quinquenales, la herramienta de planificación del Estado comunista, los arquitectos comenzaron a atender las necesidades de la gente mediante su incorporación a los sistemas de producción. De este modo, la práctica de la arquitectura pasó a realizarse a través del Ministerio de Construcción o a través de unidades de arquitectura de otros Ministerios y sus subunidades. Los arquitectos e ingenieros fueron asignados a trabajar en unidades de diseño, conocidas normalmente como institutos de diseño, donde eran responsables de la documentación de diseño de las estructuras que necesitaban sus entidades anfitrionas en la burocracia, y las unidades de construcción, de traducir los diseños en edificios.

En este modelo de trabajo, el papel y las responsabilidades del arquitecto se limitaban a la concepción y documentación de diseños para satisfacer criterios políticos, legales y técnicos guiados por la ideología comunista. El arquitecto era un trabajador asalariado de una unidad de producción, lo mismo que un minero o un trabajador de la confección (con la distinción de que los “intelectuales” estaban clasificados por debajo de los trabajadores manuales), que se centraba anónimamente en alcanzar objetivos de producción. En un contexto así, el profesionalismo no tenía cabida, ya que los roles, las responsabilidades y las obligaciones del arquitecto estaban regidos por marcos legales y políticos; la concepción de una profesión autorregulada no podía existir.

premio Pritzker 2025

premio Pritzker 2025

El 23 de septiembre de 1995 se promulgó un decreto que marcó la nueva política china respecto a los arquitectos registrados y la profesionalización de la disciplina. En el texto antes citado, la oficina fundada por Liu Jiakun, hoy ganador del pritzker, es uno de los casos de estudio:

Esta pequeña firma privada de diseño fue fundada en 1999. Los dos arquitectos líderes adquirieron experiencia inicial como arquitectos en grandes institutos de diseño, habiéndose graduado en un momento en el que no había otras opciones. Uno de ellos, Liu Jiakun, es considerado un arquitecto estrella en China, como lo demuestra su inclusión en proyectos como la Exposición de Arquitectura de China en 2004 en la que también participaron Steven Holl, Arata Isozaki y otros arquitectos estrella extranjeros . Liu y su socio Yang dejaron el instituto de diseño para crear un entorno más eficiente y flexible para ellos mismos en el que explorar ideas de diseño, donde disfrutan de autonomía en la toma de decisiones sobre sus propios objetivos de diseño.

Los clientes se sienten atraídos por esta oficina por la reputación del nombre del arquitecto. Los arquitectos de esta oficina hablan con los clientes y evalúan si aceptan o no un encargo. Una vez que reciben el encargo, negocian con el cliente los honorarios del diseño y comunican las ideas de diseño antes de firmar un contrato. Una vez que reciben el encargo, establecen una reunión de trabajo  para trabajar en el proyecto. La idea original surge de la discusión con todo el equipo de Liu Jiakun.

En China los arquitectos no tienen la responsabilidad de garantizar la calidad de la construcción, ni derecho a visitar la obra para controlar esa calidad. Sin embargo, esta pequeña firma de diseño se compromete a lograrlo de dos maneras. En primer lugar, utilizan los materiales y adquieren una mejor comprensión de los métodos de construcción que el constructor y su equipo. Para ello, tratan de anticipar los posibles problemas de construcción en sus diseños, minimizan la posible reinterpretación del diseño por parte del contratista y tratan de emplear soluciones estructurales simples como en el Museo de Esculturas de Piedra de Luyeyuan. En segundo lugar, tratan de comunicarse con el personal de construcción antes de que comience la construcción, a menudo invitando a los trabajadores a que lo acepten. Esta ayuda es apreciada ya que la mayoría de los trabajadores de la construcción en China son novatos en su oficio, la mayoría de las veces habiendo sido trabajadores agrícolas anteriormente.

Una de las misiones identificadas por la práctica es entregar un diseño de alta calidad mientras se utilizan materiales de bajo precio y prestando mucha atención a la forma en que se utilizan.

 

 

 

 

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Yamamoto: pensar una ciudad y una vivienda enteras https://arquine.com/yamamoto-pensar-una-ciudad-y-una-vivienda-enteras/ Tue, 05 Mar 2024 17:58:10 +0000 https://arquine.com/?p=88194 Riken Yamamoto es autor de edificios de preciso diseño que no causan gran entusiasmo —ni pretenden hacerlo—. Y, al mismo tiempo, un arquitecto que desde el diseño de pequeñas unidades de vivienda y trabajo y de sus múltiples relaciones con el espacio compartido, común y público, repiensa el modelo político y económico de la modernidad. O al revés.

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“Un arquitecto que construye comunidad gana el premio Pritzker”. Así dio la noticia el New York Times sobre el premio, auspiciado por la Fundación Hyatt, que este año se otorgó al arquitecto japonés —nacido en Beijing en 1945— Riken Yamamoto. Pero al ver imágenes, por ejemplo, de The Circle, el centro de servicios del Aeropuerto Internacional de Zurich, resultado de un concurso que ganó en el 2015 e inaugurado en el 2020 —y donde, por cierto, hay, entre otras cosas, un hotel Hyatt—, se entiende que debemos de pensar dos veces la idea de comunidad de la que Yamamoto —o el New York Times— nos están hablando.

El crítico de arquitectura del periódico The Guardian, Oliver Wainwright, escribió hoy mismo sobre el arquitecto premiado: 

Es una elección sorprendente. Yamamoto nunca ha sido parte de la vanguardia de moda, del tipo starchitect que el Pritzker a menudo ha honrado en el pasado. Tampoco proviene de una región pasada por alto o infravalorada, como el premio ha querido resaltar en los últimos años. En cambio, durante una carrera que abarca las últimas cinco décadas, ha producido un cuerpo de trabajo consistente en un estilo neutral y modernista, creando formas cúbicas y cuadriculadas en acero, concreto y vidrio, que pueden no producir demasiado entusiasmo a primera vista.

Pero una mirada más cercana revela mayor complejidad y sofisticación en la forma en que sus edificios están estratificados y estructurados teniendo en cuenta la interacción social, siempre diseñados para fomentar un sentido de comunidad, vida colectiva y ayuda mutua. Como lo expresó el jurado del premio Pritzker, la arquitectura de Yamamoto sirve “tanto de fondo como de primer plano de la vida cotidiana, desdibujando los límites entre sus dimensiones pública y privada y multiplicando las oportunidades para que las personas se encuentren espontáneamente”.

Por ejemplo, volviendo a The Circle, el programa del concurso establecía tres requerimientos: que tuviera o expresara una calidad de “lo suizo”, que estuviera lleno de sorpresas, y que, al mismo tiempo que alberga a viajeros de todo el mundo, los mantiene conectados con el mismo. Yamamoto decidió que la “suicez” —¿o suizidad?— se manifiesta como precisión. Y, al presentar la propuesta, Yamamoto definió al “círculo” como una ciudad del siglo XXI. Quizá con demasiada confianza y no cierta ingenuidad, afirmó que “no era ni una comunidad ficticia como Disneylandia ni una ciudad organizada sólo para el consumo, sino una ciudad creativa que ejercería una poderosa influencia en el resto del mundo.” Sí: demasiada confianza, pero es cierto que resultado de una reflexión larga sobre la ciudad, la vivienda y la comunidad. En el periódico suizo Le Temps, en un texto publicado en febrero del 2015, podemos leer:

Riken Yamamoto está convencido de esto: el modelo tradicional de “una familia, un hogar”, cerrado en sí mismo, autónomo y que supuestamente fomenta la reproducción, ya no está en sintonía con las realidades contemporáneas. Esta ideología de la “casa de masas”, iniciada en Alemania por la Bauhaus después de la Primera Guerra Mundial e importada a Japón después de 1945 a través de los Estados Unidos, “reflejaba las necesidades de la época en términos de reconstrucción y crecimiento, estableciendo al mismo tiempo una disciplina de normalización de las familias. Hoy en día, sobre todo con la tasa de natalidad particularmente baja en el archipiélago y el envejecimiento de su población, el sistema resulta obsoleto. Debemos desarrollar modelos que puedan romper las barreras entre barrios, combatir el aislamiento y la soledad de los más débiles (los mayores) y fomentar actividades en casa para estimular la economía local y la cooperación.”

Y, a renglón seguido, se explica cómo, al menos en el concepto del arquitecto, todo eso se desarrolla con el centro de servicios del aeropuerto de Zurich:

Flexible, adaptable y conservando su antigua estructura, integrando viviendas y negocios, la ciudad medieval cumple con estos requisitos. Para imaginar The Circle, en Zurich, Riken Yamamoto se inspiró en las ciudades suizas y sus calles estrechas. En el lado del aeropuerto, el complejo presenta la singularidad y la gran escala de una fachada con forma de disco. Del lado de la ciudad, tiendas, restaurantes, hoteles, servicios, oficinas y centros de convenciones se organizan en pequeños elementos ensamblados entre sí. Entre ellos hay caminos de unos pocos metros de ancho. Un patrón de finas columnas caracteriza las fachadas y se vuelve más estrecho a medida que se ascienden los pisos, para reflejar las diferentes gradaciones entre espacios abiertos y cerrados. “Es la relación muy estrecha entre la infraestructura urbana y la arquitectura lo que hace que las ciudades medievales sean sostenibles. Para The Circle, queríamos recrear la estructura medieval con nuevas tecnologías y métodos. Su diseño será único y al mismo tiempo podrá resultar familiar a los visitantes”.

 

Una de las frases ya célebres del recién premiado, que hoy reproducen prácticamente todos los medios, tratándose de un arquitecto que gana “el Nobel de arquitectura” es: “no soy muy bueno diseñando”. La frase, quizá mitad broma y mitad provocación, se despliega en una manera distinta de concebir y producir arquitectura. Dice Yamamoto:

No me centro sólo en el objeto arquitectónico en sí. Hoy en día es fácil crear un objeto tridimensional con una computadora y cambiar la escala. Pero diseñar arquitectura también implica considerar el paisaje y el entorno urbano y la gente de la ciudad, y cómo establecer una conexión entre la ciudad y la arquitectura.

 

Yamamoto ha investigado las posibles maneras de establecer conexiones entre la ciudad y la arquitectura en un proyecto teórico que, a su vez, ha informado el diseño de otros de sus proyectos construidos —en tanto edificios pues, evidentemente, un “proyecto teórico” también se construye— el Area Comunitaria Local (Local Comunity Area). Resumida al máximo, la propuesta retoma la idea de que la ecuación “una casa = una familia” resulta, hoy, inoperante, y que para lograr la diversidad de organizaciones espaciales que distintos tipos de organizaciones sociales, cambiantes, requieren, la vivienda en propiedad es un estorbo, por lo que se favorece la renta. Además, “se dedicará el mayor espacio posible a las zonas comunes y se reducirán las zonas sobre las que los individuos tienen derechos exclusivos.” Ahondando en la propuesta, Brigit Jürgenhake escribió:

¿Es posible organizar un barrio en el que vivir y trabajar se entrelacen de forma natural? ¿En el que haya lugar para el colectivismo, para la creación de una comunidad fuerte, respetando al mismo tiempo la privacidad del residente? En 2012, el estudio japonés Riken Yamamoto & Field Shop llevó a cabo un estudio de diseño sobre una nueva forma de vida, introduciendo un concepto que incluía aproximadamente 500 personas viviendo juntas como un colectivo, Área Comunitaria Local (LCA). El plan incluyó feroces críticas a las políticas de vivienda japonesas, que promueven viviendas ocupadas por sus propietarios para estimular la economía, mientras que las personas con bajos ingresos apenas tienen oportunidades en el mercado inmobiliario. Es una política que se centra de manera unilateral en viviendas unifamiliares y viviendas de una sola habitación; apartamentos que, como unidades individuales, tienen poca conexión con el barrio.

La tradición japonesa de vivir y trabajar puede enriquecer el debate sobre este tema. El estudio de diseño de Yamamoto es muy interesante porque lo examina en diferentes niveles de escala, desde el del barrio hasta el de la calle y la vivienda. Riken Yamamoto & Field Shop opinan que el modelo político actualmente dominante en materia de vivienda individual resulta obsoleto. Los arquitectos creen que es hora de pensar en grande y abrir los límites de la vivienda. Además, también de cuestionar radicalmente la separación entre vida y trabajo. Preguntándose si era administrativamente posible algún otro sistema de vivienda capaz de conectar una comunidad, idearon las condiciones espaciales para una “vivienda” que alberga a 500 residentes, en la que la ayuda mutua es un hecho y que incluye unidades individuales, aunque sean más bien pequeñas.

La investigación de Yamamoto también incide en una tradición que, de manera muy simplista, divide al espacio en dos grandes ámbitos, el público y el privado, dibujando del primero un linaje supuestamente directo del ágora a la plaza y el parque de las ciudades europeas y agrupando como “espacios privados”, desde la gran fábrica hasta el pequeño taller y desde la mansión del potentado, hasta la vivienda mínima y subvencionada. Y aunque las ideas de Yamamoto ni niegan ni ignoran esa historia —afirma que su libro The Space of Power and the Power of Space está fuertemente influenciado por La condición humana, de Hannah Arendt—, abrevan obviamente de otras tradiciones, en particular la japonesa y la china, y no sólo de antiguas villas medievales sino de las complejas formas urbanas que la modernidad “global” ha producido en Japón o China. Como escribió Davide Landi:

El LCA se convierte en un escenario para el desarrollo de un paradigma económico alternativo, que se hace eco de los tradicionales a través de lentes contemporáneos. En el área de Kansai, por ejemplo, la economía y las actividades económicas todavía giran en torno a las pequeñas empresas familiares y, por tanto las familias todavía conservan un fuerte papel sociopolítico y económico. Esto proporciona un papel a las personas mayores, que pueden contribuir activamente a la comunidad con sus conocimientos y habilidades o, en ocasiones, cuidar a los niños de la comunidad. La LCA cuestiona las formas convencionales de habitar y desencadena algunos cambios en el estilo de vida que fomentan cambios más amplios.

Así que, como quizá deje ver este apresurado resumen, este año el Pritzker dio, de algún modo, dos por uno. Están las fachadas de vidrio y acero y los grandes centros de servicios aeroportuarios, construidos con precisión, pero que no causan “demasiado entusiasmo”, como escribe Wainwright, ni buscan hacerlo, y, al mismo tiempo, el arquitecto que desde el diseño de pequeñas unidades de vivienda y trabajo y de sus múltiples relaciones con el espacio compartido, común y público, repiensa el modelo político y económico de la modernidad. O al revés.

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Riken Yamamoto gana el Premio Pritzker 2024 https://arquine.com/riken-yamamoto-gana-el-premio-pritzker-2024/ Tue, 05 Mar 2024 14:05:32 +0000 https://arquine.com/?p=88178 El premio Pritzker 2024 es para Riken Yamamoto, profesional de la arquitectura conocido por obras como la Biblioteca de Tianjin. En el acta que el jurado del premio compartió esta mañana, se señala que la presea se otorga en esta ocasión por las contribuciones de Yamamoto a su campo que dan fe de su dominio de la escala.

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El premio Pritzker 2024 es para Riken Yamamoto, profesional de la arquitectura conocido por obras como la Biblioteca de Tianjin. En el acta que el jurado del premio compartió esta mañana, se señala que la presea se otorga en esta ocasión por las contribuciones de Yamamoto a su campo y proyectos como: la Universidad Prefectural de Saitama (Koshigaya, Japón 1999), que dan fe de su dominio de la escala.

El arquitecto japonés Riken Yamamoto, nacido en 1945 en Beijing (República Popular China), se trasladó a Yokohama (Japón) poco después del final de la segunda Guerra Mundial. Yamamoto sabía poco de su padre, que falleció cuando tenía sólo cinco años. En cierto modo, intentó emular la carrera de su padre como ingeniero, pero en lugar de eso forjó su propio camino hacia la arquitectura. A los 17 años visitó el templo Kôfuku-ji, en Nara (Japón), construido en un principio en 730 y reconstruido finalmente en 1426, y quedó cautivado por la Pagoda de los Cinco Pisos, que simboliza los elementos budistas: tierra, agua, fuego, aire y espacio.

“Estaba muy oscuro, pero pude ver la torre de madera iluminada por la luz de la luna y lo que encontré en ese momento fue mi primera experiencia con la arquitectura”.

Se licenció en Arquitectura en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Nihon en 1968 y obtuvo un máster en esa misma disciplina en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de las Artes de Tokio en 1971. Fundó su estudio, Riken Yamamoto & Field Shop, en 1973.

La transparencia en la forma, el material y la filosofía siguió siendo un elemento esencial en sus obras. Estableció un planteamiento urbanístico que demostraba la evolución como propiedad vital en el desarrollo de Ryokuen-toshi, Ciudad Intersección (Yokohama, Japón 1994). Con independencia de la identidad o la función de un edificio, una norma constituye que todos deben permitir el paso a través de su emplazamiento, cohesionando las parcelas adyacentes y unificando a los propietarios vecinos.

Su obra se hizo más prolífica, abarcando desde residencias privadas a viviendas públicas, escuelas primarias a edificios universitarios, hasta instituciones a espacios cívicos, cuando la catástrofe natural devastó Japón en 2011. Tras el terremoto y el tsunami de Tōhoku, creó Local Area Republic Labo, un instituto dedicado a las actividades comunitarias a través del diseño arquitectónico; e instituyó el Premio Local Republic en 2018 para honrar a los jóvenes arquitectos que actúan con valentía e ideales de cara al futuro.

Quienes han merecido el premio se llevarán, además del reconocimiento, una suma de 100 mil dólares y un medallón de bronce. El medallón que se entrega está basado en los diseños de Louis Sullivan, famoso arquitecto de Chicago generalmente reconocido como el padre del rascacielos. En una cara figura el nombre del premio. En el reverso, se inscriben tres palabras, “firmeza, comodidad y deleite”, que recuerdan los principios fundamentales de la arquitectura del arquitecto romano Vitruvio: firmitas, utilitas, venustas. 

La concesión oficial del premio tendrá lugar, como cada año, en el mes de mayo. El lugar elegido para la ceremonia es el S. R. Crown Hall del Illinois Institute of Technology (Chicago, Estados Unidos), en cooperación con el Chicago Architecture Center, en un evento por invitación, pero que podrá seguirse en línea.

 Los ganadores anteriores del Premio Pritzker incluyen algunos de los nombres más importantes de la arquitectura, entre ellos Rem Koolhaas, Zaha Hadid, Oscar Niemeyer, Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa (SANAA), Norman Foster, Peter Zumthor, Alejandro Aravena, Balkrishna Doshi, Yvonne Farrell y Shelley McNamara , Lacaton & Vassal, Francis Kéré y Sir David Chipperfield en 2023. 

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Decarbonizados, decolonizados y deconstruidos, pero no tanto https://arquine.com/decarbonizados-decolonizados-y-deconstruidos-pero-no-tanto/ Thu, 08 Jun 2023 16:23:44 +0000 https://arquine.com/?p=79460 Entre quienes, molestos, señalan la poca arquitectura que se muestra en la actual Bienal de Venecia y quienes encuentran que ahí se están haciendo preguntas y señalamientos importantes sobre lo que la arquitectura puede y debe ser y hacer en nuestros tiempos, quizá hay algo más que un desacuerdo.

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“La Bienal de Venecia de “arquitectura” ha sido erróneamente etiquetada y debería dejar de reclamar el título de arquitectura. Ese título sólo genera confusión y decepción en relación a un evento que no muestra nada de arquitectura,” escribió, categórico, Patrik Schumacher, cabeza del despacho que fundó Zaha Hadid.

La declaración en nada sorprende. No porque realmente no haya arquitectura en esta edición de la Muestra Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia, sino porque Schumacher lleva repitiendo la misma acusación desde hace tiempo cambiando el destinatario. Cuando Alejandro Aravena dirigió la bienal veneciana, Schumacher dijo que “confundía al público sobre cuál es la tarea de la arquitectura contemporánea” y pidió que se cerrara. Antes, cuando el mismo Aravena recibió el Premio Pritzker, Schumacher declaró que el premio se había vuelto uno a la obra humanitaria, sustituyendo los criterios que definen el éxito y la excelencia en la disciplina por la mera demostración de buenas intenciones. Al fin de cuentas, se trata de la misma persona que propuso como la mejor manera de atender los problemas del espacio público y la vivienda social, privatizarlos. Schumacher puede parecer extremo en sus posiciones que derivan no sólo de la aceptación total sino de la promoción sin freno de los principios de una supuesta “modernización” que no se distinguen de los del neoliberalismo y el capitalismo avanzado de nuestros días. Pero si bien es singular en la manera explícita de expresar su ideología, no puede considerarse, de ninguna manera, un caso aislado en el panorama de la arquitectura “de autor”, la que sus diseñadores y partidarios muchas veces presentan no sólo como de excelencia sino como la única que auténticamente puede calificarse como tal. Tal vez no se trata ya sólo de un asunto de desacuerdos sobre bienales, exhibiciones y premios, sino de algo que corta y divide de una manera más profunda las maneras de pensar, enseñar y hacer hoy en día eso que llaman arquitectura.

 

1

Mayo del 2023. En un radio de menos de 1300 kilómetros —la distancia entre la Ciudad de México y Los Mochis, pero, para este caso, entre Venecia y Atenas— se cuentan en paralelo distintas historias de lo que la arquitectura es, puede ser y, sobre todo, quiere ser —y, también, para quiénes.

En París, antes de cerrar sus puertas durante cinco años para ser remozado, el icónico Centro Pompidou, inauguró una enorme exposición restrospectiva del trabajo de Norman Foster. Nunca antes la galería más importante de Beauburg se había dedicado al trabajo de un arquitecto —cuya oficina, se dice, corrió con los gastos extra para tan magna muestra. La historia parece perfecta para cierta idea no sólo de la arquitectura sino del arquitecto como autor —aunque cabe anotar que en este caso el autor decidió incluir en la exhibición los nombres de los diez mil colaboradores que han desfilado por sus oficinas o trabajado en sus proyectos. Una historia, también, heroica: un joven de recursos modestos, apasionado por la aviación, que pasa por Yale, que se acerca al pensamiento de Buckminster Fuller —más que al de un Le Corbusier, digamos—, que con sus diseños elegantes y refinados —High-Tech, según las clasificaciones estilísticas de manual— gusta por igual, como dice Deyan Sudjic, a críticos exigentes que a quienes encargan proyectos millonarios. Una historia de triunfo, si las hay: del arquitecto, de su obra, de la tecnología y de una modernidad realmente moderna, sin contradicciones, inmaculada. Y aún así, hay quien plantea ciertas dudas.

En una entrevista reciente para el New York Times, al ser cuestionado sobre la obsolescencia de la profesión arquitectónica y la huella de carbono generada por la industria de la construcción, sin faltar a la verdad, pero con verdades que debieran ser desgranadas minuciosamente, Foster afirma, acaso sin el sarcasmo al que la comedia británica nos ha acostumbrado, que “el alto consumo de energía es bueno para usted, para la sociedad, para la investigación médica” y que debemos buscar energías limpias como la nuclear o convertir el agua de mar en combustible para aviones. Cuando la entrevistadora le dice que muchos activistas que luchan contra la crisis climática no estarán de acuerdo con él, responde: “pero hay que separar los hechos de la histeria y la emoción.” Sí, prosigue Foster, “todos deploramos las emisiones de carbón generadas por viajar en aeroplano. Pero también deploramos la cantidad masiva de emisiones de carbón cada vez que comemos una hamburguesa, lo que hace aparecer al transporte aéreo, en comparación, casi insignificante.” ¡Que no coman hamburguesas!, resuena como un eco del ¡que coman pasteles! Leamos la clarísima crítica que Isabelle Regnier publicó en Le Monde:

Animado por esa fe ciega en el crecimiento que galvanizó al mundo occidental de los “treinta años gloriosos” [el desarrollo económico entre 1945 y 1975], Norman Foster apuesta por mini-pilas atómicas (un prototipo se presenta en la exposición) y etiquetas otorgadas por el mismo sector de la construcción para salvar al planeta.

Presentar su trabajo bajo el ángulo de la ecología no es sólo contra-intuitivo, sino tendencioso. Torciéndole el cuello a la realidad para acercarse al aire de los tiempos, el Centro Pompidou se hace cómplice de una forma de greenwashing y contribuye a socavar aún más la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.

La obra de Foster merecía algo mejor. Podría haberse presentado por lo que fue: un momento mayor de la arquitectura de los pasados cincuenta años cuyo modelo no responde ya a las exigencias planteadas por la urgencia climática.

Nada de lo anterior disminuye la calidad del trabajo de Foster de la manera como se celebra en el Pompidou, pero sí nos obliga a reflexionar profundamente en la manera cómo esas arquitecturas, paradigma de una época, como apunta Isabelle Regnier, sirven y se sirven de estructuras políticas, económicas y, sobre todo, ideológicas que están en el origen de los graves problemas que luego pretenden paliar. No se cuestiona, pues, el indudable ingenio del arquitecto, sino algo que podríamos calificar como ingenuidad respecto al papel que puede jugar cierta arquitectura dentro del sistema global y los efectos que produce, no siempre positivos para todos.

 

 

 

2

Tras inaugurar en París, y luego en Venecia, Foster viajó a Atenas para unirse a la élite de arquitectos y arquitectas que han recibido con anterioridad al 2023 un Premio Pritzker, y junto a otras personalidades de la alta cultura arquitectónica global, acompañar a su compatriota David Chipperfield a recibir el mismo galardón.

Podríamos detenernos a tratar de entender cómo, en 44 años, el Pritzker logró que se le considere como “el Nobel de la arquitectura”. Pero las maneras en las que distintos gremios construyen los mecanismos de reconocimiento y gloria, pueden ser diferentes. También son distintos esos premios en sus orígenes: entre las toneladas de piedra removidas de la superficie de la tierra y, peor, las muertes causados por la invención de Nobel, a las probables afectaciones que en muchas ciudades del mundo hayan generado los más de 1350 hoteles de la familia Pritzker. En cualquier caso, no hay nada mejor para devolverle o conseguirle lustre a un apellido que, si se tienen los recursos para hacerlo, ponérselo a un museo, una biblioteca o un premio.

La primera persona que recibió el Pritzker, en 1979, fue Philip Johnson, quien con las  exposiciones que dirigió en el MoMA —como International Style en 1932 y en 1988, Deconstructivist architecture, además del remate posmoderno al edificio que diseñó para la AT&T en 1980— supo saltar de un estilo a otro tan cómoda y rápidamente como seguramente lo hacía entre conversaciones en los cocteles donde la alta sociedad neoyorquina —además de lograr que su abierto nazismo, su racismo y su misoginia no le quitaran prestigio durante casi toda su vida e incluso ni después de muerto. Los valores pueden cambiar, podría haber dicho Johnson. Y de hecho lo dijo, precisamente en el discurso de aceptación del primer Pritzker.

El segundo Pritzker fue un orgullo para México: Luis Barragán, entonces no tan conocido internacionalmente como ahora, pese a la exposición curada por Emilio Ambasz en el MoMA en 1976. De Barragán, en el mismo 1980, Wolf Van Eckardt, crítico de arquitectura del Washington Post, escribió:

La gente que se interesa en la arquitectura y su promesa por un mundo civilizado estará sorprendida, si no es que aburrida, por el anuncio, la semana pasada, de que el ganador del Premio Pritzker este año es el artista-arquitecto mexicano Luis Barragán. 

Y más adelante agregó:

Un premio de este calibre debería marcar nuestros parámetros cambiantes de lo que es la excelencia. Debería mostrar a los jóvenes arquitectos a qué aspirar.

Más allá a de la distancia, sobre todo conceptual, que separa a la casa Prieto de Barragán de las medias casas de Aravena, lo dicho por Van Eckardt hace pensar en la posterior crítica de Schumacher, cuando afirmó que con el premio al chileno se sustituían los criterios que definen el éxito y la excelencia en la disciplina por la mera demostración de buenas intenciones.

Después vendrían casos como otorgar en el mismo año el premio a Gordon Bunshaft, uno de los socios más reconocidos de SOM, y al brasileño Oscar Niemeyer, y, curiosamente, unos años después entregárselo a Robert Venturi pero ignorar a su socia y esposa Denise Scott Brown con el pretexto de que se trataba de un premio individual. 

Entre los criterios de quienes se integran al jurado que otorga dicho premio y los puntos de vista distintos según la época —los valores sí cambian—, en la última década el Pritzker ha “dado pasos” hacia una mayor diversidad: más mujeres, despachos con hasta tres asociados en vez del autor único, un arquitecto chino —sin su esposa y socia— que hace edificios con los restos de otros, unos arquitectos franceses que han hecho proyectos en los que proponen no hacer nada y, el año pasado, hasta un arquitecto nacido en el continente africano: Diébédo Francis Kéré. Y aunque estos premios se leyeron en su momento como virajes y ajustes de los criterios de premiación para adecuarse a tiempos más complejos —cosa que además de molestar a Schumacher ha llevado al borde de un colapso nervioso a uno que otro arquitecto europeo que señala y dice desenmascarar una conspiración que nos dejará al final sin arquitectos y, obviamente, sin buena arquitectura—, en el fondo sabemos que la arquitectura en tanto disciplina lleva unos cinco siglos ejercitándose, de manera muy disciplinada, en maneras de cambiar para que no mucho cambie, sobre todo en cuanto al estatuto “social” y “cultural” de sus creadores y aquellos para quienes trabajan.

Así, el premio de este año se leyó como un regreso, sin aspavientos, al centro, al lugar seguro y tranquilo donde todos, especialmente los arquitectos, saben qué sí es arquitectura y de la importancia del arquitecto para realizarla. Eso tampoco va en detrimento de la calidad, casi unánimemente reconocida, del trabajo de David Chipperfield, aunque sin duda queda muy bien con un arquitecto que inteligente y pacientemente ha revisado y rehecho edificios como el Neues Museum y la Neue Nationalgalerie, ambos en Berlín, y que proyecta la remodelación y ampliación del Museo Arqueológico de Atenas, ciudad donde le entregaron el Pritzker, en algo que se quiere leer como la confirmación de la larga historia de nuestra disciplina. Aunque eso que llamamos “nuestra disciplina”, como tal, no se originó ideológicamente —o no del todo— en la Atenas clásica, ni tampoco con la versión que de aquello que puede ser arquitectura planteó un arquitecto romano del siglo primero de nuestra era. “Nuestra” disciplina empezó a cuajar catorce siglos después, cerca, pero no en Atenas, sino entre Florencia y Roma, donde los arquitectos estaban, al mismo tiempo, imaginando y construyendo edificios, estudiando las ruinas romanas y construyendo mitos sobre su origen y, sobre todo, construyendo su propia posición social y cultural como autores. Como escribieron Pier Vittorio Aureli y Marson Korbi en su texto “Base and Superstructure: A Vulgar Survey of Western Architecture”:

Descendiendo del pináculo ideológico del arquitecto a la arquitectura que se diseña y construye, es importante notar cómo la recuperación de la cultura arquitectónica renacentista de las antiguas estructuras romanas como ejemplos de un “lenguaje universal,” coincidió con el comienzo de la expansión y la violencia colonial europea, desde Asia hasta las Américas, así como el despojo tanto de campesinos como de artesanos de sus medios de producción. La lógica universalizadora de lo que el historiador John Summerson denominó el “lenguaje clásico de la arquitectura”, que caracterizó la arquitectura europea desde el siglo XV al XVIII, puede entenderse tanto como un proyecto de hegemonía cultural de la clase terrateniente como la sublimación del poder imperialista y la economía colonial del temprano estado-nación moderno.

Pensar en todas estas complejidades y complicaciones al organizar la fiesta de premiación a los pies del Partenón es demasiado pedir, incluso para un premio que es “como el Nobel”. Pero es algo que debemos hacer, aunque incomode a quienes confortablemente aprendieron y se desarrollan “dentro” del espacio disciplinar que la arquitectura ha construido como uno de sus mitos de origen: la idea de Atenas. Parte de esa idea es otra ficción construida en algunos países del norte de Europa cuando, hace dos siglos y poco más, tomaba consistencia otro mito: el de una Europa de cuño griego —algo que, en el ámbito filosófico, plantea Peter K.J. Park en su libro Africa, Asia, and the History of Philosophy. Racism in the Formation of the Philosophical Canon. 1780-1830.

Con todo, la mayoría estamos razonablemente contentos con el premio a Chipperfield, incluso si el arquitecto y crítico Aaron Betsky evidentemente discrepa:

El trabajo de Chipperfield en general es anodino, carente de imaginación y demasiado grandioso. También carece de algunos o de todos los componentes básicos tradicionales de la arquitectura: buenos espacios enmarcados por estructuras bellamente proporcionadas.

Esto, escrito a mi parecer para que el lector se quede con una impresión fuerte y clara de lo que el crítico pensó, tiene matices más adelante:

Al elegir a Chipperfield como ganador del Pritzker, el jurado parece estar indicando que no han olvidado el núcleo tradicional de la arquitectura, es decir, la producción de monumentos por parte de hombres blancos en Europa y Estados Unidos. Han equilibrado las elecciones recientes de arquitectos con otras identidades (Diébédo Francis Kéré) o una agenda social que dificulta la producción de grandeza y atemporalidad (Lacaton & Vassal) con el deseo de elegir un trabajo que es reacio al riesgo y, en muchos sentidos, tradicional.

Lo que han pasado por alto entre los arquitectos que trabajan en la corriente principal geográfica o racial de la arquitectura es igual de interesante. Durante bastante tiempo, el jurado del Pritzker (cuya composición cambia continuamente) ha evitado a los arquitectos cuyo trabajo es expresivo o experimental en su forma.

Así, aunque en un aspecto Betsky está en el extremo opuesto de las críticas de Schumacher, parece que también reclama que no se premie lo expresivo y experimenta, lo que puede considerarse de excelencia.

 

3

Regresamos a Venecia. Primero a un evento paralelo a la bienal. Un evento paralelo es uno que tiene lugar fuera del territorio oficial de la bienal, pero más o menos al mismo tiempo que ésta, a veces es financiado a duras penas por quienes lo organizan, y otras, por grandes corporaciones o por los mismos arquitectos que se encargan de hacerles edificios.

Vimos la foto. Reímos. Lloramos, Volvimos a reír. Un par de docenas de arquitectos —sólo una mujer—, blancos, de “mediana edad”, se dijo, cuya única particularidad era estar uniformados en un color azul oscuro —cuando prácticamente la mayoría pertenece a las generaciones en las que los arquitectos y las arquitectas vestían de negro. Son las mentes, se dice, detrás del desarrollo urbano y arquitectónico de Neom. ¿Qué es Neom? Cito de su sitio web:

Nos llamamos a nosotros mismos “soñadores y hacedores” por una razón: podemos hacer que pase no sólo lo posible sino lo que parece imposible.

Lo que más que imposible resulta insostenible y hasta indignante, es el proyecto de una “ciudad” en forma de edificio de 170 kilómetros de largo y 500 metros de alto, avalado por arquitectos —y una arquitecta— que hace 20, 30 o 40 años creímos dignos merecedores de encargos, honores y hasta de un Pritzker. ¿Es el caso de arquitectos prefiriendo el encargo del déspota —supuestamente ilustrado— que garantiza la construcción de sus ideas, como no sin cinismo planteó Reinier de Graaf, socio de Rem Koolhaas?

No es que de Vasari y sus vidas a Le Corbusier borrando París o proponiendo proyectos coloniales en Argelia haya una línea continua y directa hasta los azules de Neom. Como tampoco la hay, directa y continua, de Atenas al Neues Museum. Pero hay estructuras sociales y políticas, y sobre todo económicas, y hay formas de ver y estar en el mundo y de imaginar lo que nosotros podemos y debemos hacer en el mundo; hay también ideologías —entretejidas con otras más amplias: aquí más Ayn Rand que Vasari— que buscan construir y luego defender la noción del arquitecto como héroe y genio creador, y a sus edificios como la materialización última de esas ideas, pero desconectados de contextos más amplios, y problemáticos. Y también hay otras historias.

 

4

Me gustaría poderlas contar mejor, habiendo visitado la 18ª Muestra Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia, dirigida por Lesley Lokko, quien le dio por título y tema “El laboratorio del futuro” y por ejes la descarbonización y la descolonización, además de darle como centro geográfico y conceptual al continente africano. Pero como no iré esta vez, me esforzaré en anotar dos o tres cosas, en parte de oídas y en parte leídas.

Cuando se dice “descarbonización”, mientras algunos arquitectos piensan en aeropuertos de sofisticadísimo diseño y en la promesa de que el agua de mar pueda alimentar los motores de aviones, para que nada obstaculice el placer del viajero en tiempos de crisis climática, Lesley Lokko declaró: “la primera fuente de energía de Europa fue el cuerpo negro.” Esto hace pensar en lo que plantean Raj Patel y Jason W. Moore en su libro History of the World in Seven Cheap Things. A Guide to Capitalism, Nature, and the future of the Planet: el mundo moderno se hizo gracias a siete cosas baratas —baratas porque fueron consideradas por quienes las tomaban como de escaso o nulo valor en comparación a ellos mismos—: la naturaleza, el dinero, el trabajo, el cuidado, la comida, la energía, y las vidas (de otros, claro).  ¿Qué tiene que ver eso con arquitectura? Todo. O, para que no se me tache de exagerado: mucho. Pero antes un caveat: si usted piensa que arquitectura son sólo los edificios y monumentos que dibujan y construyen arquitectos como quienes reciben premios Pritzker, no tendrá sentido lo que sigue. Incluso, si sigue un poco a Rudofsky para hablar de “arquitectura sin arquitectos” pero quedándose sólo con los edificios, quizá tampoco.

La estructura física de la Compañía de las Indias Occidentales, es arquitectura: sus edificios, sí, pero también sus plantaciones y las rutas y los lugares donde se almacena, organiza y reparte los bienes con los que comercia. Es arquitectura también, horrible y odiosa pero arquitectura, el diagrama que describe cómo acomodar la mayor cantidad de personas esclavizadas en un barco que cruza el Atlántico. Y es parte de la arquitectura la placa que se encuentra en el Tempietto diseñado por Bramante —piedra angular de la idea de la disciplina misma—, fechada en 1502 y con los nombres inscritos de Fernando e Isabel, los católicos reyes cuyo reinado no hubiera corrido con igual suerte si diez años antes de la fecha inscrita en la placa Colón, al encontrar lo que no estaba buscando, no hubiera iniciado el genocidio y la colonización de lo que llamamos América. ¿Quiere eso decir que sin colonización no hubiera habido Tempietto ni Renacimiento? No, o no de manera directa y causal, pero sin colonización, eso, y muchas otras cosas, habrían sido distintas. Tanto para los colonizados como para los colonizadores. Recordemos que Doreen Massey inicia su libro For Space imaginando cómo Moctezuma y su pueblo lo que perdió ante Cortés, entre otras cosas, fue una manera de entender el espacio como algo que también contiene historias, para que entonces triunfara la historia que concibe al espacio como mera extensión, que alguien puede apropiarse, comercializar, vender, poseer. Arrebatar. Colonizar.

En su bello libro On Bramante, Pier Paolo Tamburelli dedica un breve capítulo a la relación entre clasicismo y colonialismo. Bramante, dice, “vivió en la era de los grandes descubrimientos geográficos, y por tanto en el despertar del colonialismo.” Su plan “era también un plan de conquista, y la conexión ya era clara en su tiempo.” Y agrega: “Una de las primeras cosas que nuestros ancestros hicieron para asegurar los territorios que habían tomado alrededor del mundo fue llenarlos con columnas dóricas, jónicas y corintias.”

Las distintas instalaciones que en la actual bienal en Venecia hacen visibles las tramas y redes que conectan el colonialismo, el extractivismo, el crecimiento basado y derivado del uso de combustibles fósiles, el brillo del rascacielos neoyorquino con la explotación de minas en Sudáfrica y la explotación de las personas que en ellas trabajan, por supuesto que son arquitectura, pero muestran otras facetas de la disciplina y la profesión y de la industria de la construcción que quizá resulten incómodas para quienes solo quieren hablar de algunos aspectos de los edificios.

 

5

Para la exposición que montó en el MoMA en 1988 dedicada, supuestamente, a la arquitectura deconstructivista, Johnson invitó como cocurador a Mark Wigley, quien firma el ensayo introductorio en el catálogo de la muestra. Wigley, quien como demostró años después en su libro The Architecture of Deconstruction. Derrida’s Haunt, sí había leído a Derrida, empieza diciendo que los proyectos mostrados ahí —de Gehry, Koolhaas, Eisenman, Tschumi y Hadid, entre otros— “no son una aplicación de la teoría deconstructiva,” para después plantear que “un arquitecto deconstructivista es, por tanto, no quien desmantela edificios, sino aquél que localiza los dilemas inherentes dentro de los edificios.” En el libro citado, Wigley escribe:

Incluso, si no especialmente, el discurso actual de la inacabable celebración de la nuevo y única respuesta arquitectónica a diferentes condiciones espaciales, regionales e históricas, la romantización de la creatividad, la promoción del arquitecto individual, la producción de historias canónicas, la entrega de premios y encargos, de encargos como premios, y demás, es, antes que nada, una labor de conservación. La solidez de la arquitectura reside en esa defensa institucional, más que en la estructura de los edificios. La resistencia de la arquitectura no reside en sus materiales ostensibles, sino en la fuerza de la resistencia institucional a ser interrogada.

Dicho con un aforismo del mismo Derrida, publicado en 1987: 

Deconstruir el artefacto llamado «arquitectura» puede ser comenzar a pensarlo como artefacto, a pensar la artefactura a partir de él, y la técnica, por tanto, en ese punto donde aún es inhabitable.

 

6

Así, no sólo mera coincidencia, mientras en París, en Atenas y también en Venecia algunos arquitectos volvían a contar la misma historia, para que no se nos olvide qué sí es la arquitectura, Leslely Lokko y las personas que invitó a participar en la bienal contaban otras historias. No porque la otra historia esté mal, como ha dicho la misma Lokko, sino porque es parcial, fragmentaria, e ignora muchas otras. Y si aquellos no quisieron o no pudieron reconocer la arquitectura en esas otras historias, quizá se deba a que desconocen cómo usar esas otras herramientas pues, como advirtió Audre Lorde, “las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo”.

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Armada de palabras. Provocaciones Arquitectónicas. https://arquine.com/product/armada-de-palabras/ Tue, 28 Mar 2023 22:32:36 +0000 https://arquine.com/?post_type=product&p=74802 Título: Armada de palabras. Provocaciones arquitectónicas.
Denise Scott Brown

Traducción: Alejandro Hernández Gálvez

ISB: 978-607-7784-44-9

14 x 21cm
5.5 x 8.25 in

192 páginas

Cubierta blanda Soft cover 

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Denise Scott Brown (Nkana, Zambia, 1931), educada en África, Europa y Estados Unidos, es una arquitecta, urbanista y académica conocida por sus contribuciones a la investigación teórica sobre arquitectura y ciudad. Ha colaborado junto a Robert Venturi, bajo el nombre de Venturi Scott Brown & Associates, en arquitectura y urbanismo desde los años 60. Sus proyectos, escritos y su crítica de la arquitectura moderna los llevaron al desarrollo alternativo de estrategias para el diseño urbano de los años 60 y 70. Con su libro, Aprendiendo de las Vegas (Gustavo Gili, 2011), polemizaron sobre el simbolismo de la arquitectura, su percepción y legibilidad, como un manifiesto de la nueva ciudad del automóvil emergente entonces en el suroeste de los Estados Unidos. En Armada de palabras (Having Words, Architectural Association, 2009), la autora compila y retoma estos temas para ofrecernos un vasto abanico de ideas llamadas a influenciar la arquitectura y el urbanismo actuales.

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Algunos datos sueltos sobre el Pritzker https://arquine.com/algunos-datos-sueltos-sobre-el-pritzker/ Tue, 07 Mar 2023 15:40:35 +0000 https://arquine.com/?p=76284 El primer Premio Pritzker se entregó en 1979. Desde entonces se le ha otorgado a 52 personas, 46 de ellas hombres. La persona más joven en recibirlo fue Ryue Nishizawa, a los 44 años, y el de mayor edad, Balkrishna Doshi, a los 91. Todas las personas que han recibido el premio provienen de 19 países del mundo.

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Este año el Premio Pritzker fue para David Chipperfield. El cuarto arquitecto, todos hombres, nacido en Inglaterra en recibir el premio desde que se estableció en 1979, año en que lo ganó Philip Johnson. Si sumamos a Zaha Hadid, nacida en Irak pero cuya oficina está en Inglaterra, serían cinco de los 43 premios entregados. Kevin Roche, quien recibió el premio en 1982, e Yvonne Farrell y Shelley McNamara, premiadas en el 2020, nacieron en Irlanda. Seis premiados han sido originarios de los Estados Unidos, también todos hombres. De Japón han sido 8 de las personas galardonadas. Sólo una fue mujer, Kazuyo Sejima, que recibió el premio en el 2010 junto con Ryue Nishizawa, el más joven en haberlo obtenido, a los 44 años. La primera mujer en obtener el premio fue Zaha Hadid, en el 2004, a los 54 años de edad. Después de ella lo han recibido otras 5 mujeres. Lo han recibido 46 hombres. Sólo una persona ha sido del continente africano, Diebdo Francis Kéré. Del continente europeo, lo han recibido 24 personas. En 1998 el premio se entregó a dos personas que trabajaban por separado: Gordon Bunshaft y Oscar Niemeyer. En el 2001 se le entregó por primera vez a dos personas que trabajan juntas: Herzog y De Meuron. En el 2017 fue para un trío: Aranda, Pigem y Vilalta, mejor conocidos como RCR. Desde 1991, año en que Robert Venturi fue merecedor del galardón, el Pritzker sigue sin reconocer a su socia y coautora de muchos proyectos, Denise Scott Brown. 186 países del mundo no tienen ninguna persona que haya merecido el  Premio Pritzker.

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David Chipperfield gana el Premio Pritzker 2023 https://arquine.com/david-chipperfield-gana-el-premio-pritzker-2023/ Tue, 07 Mar 2023 15:06:21 +0000 https://arquine.com/?p=76269 Este año, David Chipperfield fue elegido ganador del Premio Pritzker de Arquitectura 2023. El jurado destacó su compromiso con una arquitectura de presencia cívica discreta pero transformadora y con la definición -incluso a través de encargos privados- del ámbito público, siempre con austeridad.

El cargo David Chipperfield gana el Premio Pritzker 2023 apareció primero en Arquine.

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Este año, David Chipperfield fue elegido ganador del Premio Pritzker de Arquitectura 2023.

Sir David Alan Chipperfield CH, nació en Londres en 1953 y creció en una granja de Devon, al suroeste de Inglaterra. Una colección de graneros y dependencias, llenos de asombro y recuerdos infantiles, conforman su primera gran impresión física de la arquitectura.

“Creo que la buena arquitectura proporciona un entorno, está ahí y no está ahí. Como todas las cosas que tienen un gran significado, son a la vez primer plano y segundo plano, y a mí no me fascina tanto el primer plano. La arquitectura es algo que puede intensificar, apoyar y ayudar a nuestros rituales y nuestras vidas. Las experiencias de la vida que más me atraen y disfruto son aquellas en las que las cosas normales se han convertido en especiales, en lugar de aquellas en las que todo gira en torno a lo especial”.

Arquine publicó el libro de su única obra en México, “Museo Jumex” | Encuéntralo en nuestra tienda online.

Se licenció en la Kingston School of Art en 1976 y en la Architectural Association School of Architecture de Londres en 1980, donde aprendió a ser crítico, replanteándose el potencial de cada elemento para llevar cada proyecto más allá de la propia tarea. La colaboración siempre ha sido fundamental en su práctica, sosteniendo con certeza que “la realidad es que los buenos edificios surgen de un buen proceso, y un buen proceso significa que te comprometes y colaboras con diferentes fuerzas”. A lo largo de cuatro décadas, ha producido más de un centenar de obras, amplias en tipología y geografía, que abarcan desde edificios cívicos, culturales y académicos hasta residencias y planes urbanísticos en toda Asia, Europa y Norteamérica.

A medida que su práctica se hacía más prolífica, también lo hacía su defensa del bienestar social y medioambiental, censurando la mercantilización de la arquitectura que sirve al poder global en lugar de a la sociedad local, y la interrelacionada falta de permanencia que contribuye a la crisis climática. “Los arquitectos no podemos actuar al margen de la sociedad. Necesitamos que la sociedad venga con nosotros. Y sí, quizá podamos provocar y quejarnos, y podemos encontrar modelos. Pero necesitamos un marco de planificación, necesitamos ambiciones, necesitamos prioridades. Esencialmente, lo que tenemos que esperar ahora es que la crisis medioambiental nos haga reconsiderar las prioridades de la sociedad, que el beneficio no sea lo único que deba motivar nuestras decisiones.”

Sus obras construidas, que abarcan más de cuatro décadas, son amplias en tipología y geografía, e incluyen más de cien obras que van desde edificios cívicos, culturales y académicos hasta residencias y planes urbanísticos en toda Asia, Europa y Norteamérica.

La Mención del Jurado del Premio 2023 dice, en parte: “Este compromiso con una arquitectura de presencia cívica discreta pero transformadora y con la definición -incluso a través de encargos privados- del ámbito público, se hace siempre con austeridad, evitando movimientos innecesarios y manteniéndose al margen de tendencias y modas, todo lo cual es un mensaje de lo más relevante para nuestra sociedad contemporánea. Esa capacidad de destilar y realizar meditadas operaciones de diseño es una dimensión de la sostenibilidad que no ha sido evidente en los últimos años: la sostenibilidad como pertinencia, no sólo elimina lo superfluo, sino que es el primer paso para crear estructuras capaces de durar, física y culturalmente”.

Chipperfield calcula los impactos ambientales e históricos de la permanencia, abrazando lo preexistente, diseñando e interviniendo en diálogo con el tiempo y el lugar para adoptar y refrescar el lenguaje arquitectónico de cada lugar. James-Simon-Galerie (Berlín, Alemania, 2018) situada en una estrecha isla a lo largo del canal Kupfergraben y accesible por el puente Schlossbrücke, sirve de puerta de entrada a la Isla de los Museos. Unas imponentes, aunque discretas, columnatas de gran escala encierran una terraza, una amplia escalera expansiva y una multitud de espacios abiertos permiten la entrada de abundante luz en la gran entrada del edificio. El diseño permite amplias vistas desde el interior y el exterior, incluso hacia los edificios adyacentes y el paisaje urbano circundante.

Tom Pritzker, Presidente de la Fundación Hyatt, que patrocina el premio, comenta: “Es un arquitecto seguro sin arrogancia, que evita constantemente las tendencias para afrontar y mantener las conexiones entre tradición e innovación, al servicio de la historia y de la humanidad”. “Aunque sus obras son elegantemente magistrales, mide los logros de sus diseños por el bienestar social y medioambiental para mejorar la calidad de vida de toda la civilización”.

 

El jurado del Premio Pritzker de Arquitectura en 2023 estuvo conformado por:

Alejandro Aravena (Presidente del Jurado), galardonado con el Premio Pritzker 2016
Barry Bergdoll,
curador, autor y profesor Meyer Schapiro de Historia del Arte y Arqueología en la Universidad de Columbia.
Deborah Berke, arquitecta y decana de la Escuela de Arquitectura de Yale
Stephen Breyer, juez de la Corte Suprema de EE. UU.
André Aranha Corrêa do Lago, crítico de arquitectura, curador y embajador de Brasil en India, Delhi.
Kazuyo Sejima, arquitecta, educadora y ganadora del Premio Pritzker 2010.
Benedetta Tagliabue, arquitecta y directora de Miralles Tagliabue EMBT.
Wang Shu, arquitecto, educador y ganador del Premio Pritzker 2012.
Manuela Lucá-Dazio, Directora Ejecutiva

Entre los ganadores anteriores del Premio Pritzker se incluyen algunos de los nombres más importantes de la arquitectura, como Francis Kéré en 2022, Zaha Hadid, Oscar Niemeyer, Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa (SANAA), Alejandro Aravena, Balkrishna Doshi, Yvonne Farrell y Shelley McNamara.

Establecido por la familia Pritzker de Chicago a través de su Fundación Hyatt, este premio internacional “honra a un arquitecto, arquitecta o grupo de arquitectos/as cuyo trabajo construido demuestre una combinación de esas cualidades de talento, visión y compromiso, que ha producido contribuciones consistentes y significativas a la humanidad y el entorno construido a través del arte de la arquitectura”. El premiado recibe $ 100,000 y un medallón de bronce, basado en diseños de Louis Sullivan con el nombre del premio sobre un lado y, por el otro, con las tres famosas palabras “firmeza, comodidad y deleite”, recordando los principios fundamentales de la arquitectura de firmitas, utilitas, venustas del arquitecto romano Vitruvius.


Arquine publicó el libro de su única obra en México, “Museo Jumex” | Encuéntralo en nuestra tienda online.

Esta publicación relata el diseño y la construcción de esta nueva sede del arte en México, inaugurada en noviembre de 2013, para conocer todos los espacios y procesos del proyecto. Ilustrado con fotografías de Iwan Baan y plano de excelente calidad, cuenta con textos de Miquel Adrià, Patrick Charpenel, Luis Fernández-Galiano y Beatriz Galilee, así como una conversación entre Hans Ulrich Obrist y Chipperfield sobre la concepción intelectual y física del proyecto, desde su perspectiva arquitectónica hasta las variaciones y retos culturales que implicó.

Arquine ha conversado múltiples veces con David Chipperfield, les dejamos el contenido:

Sobre el Museo JUMEX

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Diebédo Francis Keré: arquitectura como servicio y compromiso social https://arquine.com/diebedo-francis-kere-arquitectura-como-servicio-y-compromiso-social/ Wed, 23 Mar 2022 15:18:20 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/diebedo-francis-kere-arquitectura-como-servicio-y-compromiso-social/ La postura comprometida social y política, practicando arquitectura participativa, asumida en una buena parte de la obra de Diebédo Francis Keré, Premio Pritzker 2022, es hoy en día un ejemplo y un camino profesional posible.

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La realización de proyectos arquitectónicos o urbanos implica necesariamente un servicio, teniendo en cuenta las soluciones a las necesidades de espacios habitables de los clientes o usuarios de las obras, y al mismo tiempo significan un compromiso social, asumiendo la idea fundamental de que hacer arquitectura es hacer ciudad y que con ello se define y califica el espacio colectivo que puede determinar condiciones de habitabilidad y conductas sociales, materializando cualidades culturales que identifican a los conjuntos sociales. Las obras realizadas implican necesariamente posturas políticas, en lo que tiene que ver con quienes las realizan, para quiénes y cómo se construyen, sumando  valoraciones urbanas  y la calidad de los proyectos resultantes. Lo anterior de entender el ejercicio de la arquitectura como servicio y compromiso social, adquiere mayor relevancia si los destinatarios de las obras son los grupos mayoritarios menos favorecidos económicamente dentro de las sociedades. Estas reflexiones previas cobran sentido ahora con la designación del premio Pritzker 2022 a favor el arquitecto africano Diebédo Francis Keré.

Francis Keré nació en el año de 1965 en Gando, pequeña aldea de 3000 habitantes, situada en la región central de Burkina Faso. Este país no dispone de un frente al mar, ya que está ubicado en el macizo noroccidental del continente africano, contando con 274,220 km 2 de extensión territorial, mayoritariamente árido, y una población de 20,903,278 habitantes. Dentro de esta población el 65 % son menores de 25 años y el conjunto poblacional cuenta con un 3 % de incremento anual. El clima  es tropical, con temperaturas que oscilan entre 14 y 40 grados centígrados. La actividad económica predominante es la agricultura, ocupando al 92% de la población económicamente activa. Fue colonia francesa, independizándose en el año 1960, y esta condición lleva a que el idioma oficial sea el francés, que lo habla el 15 % de la población, en tanto que el 50% habla mossi y el resto otros idiomas de la zona. Según la historia documentada de Francis Keré, hijo del jefe de la aldea de Gando, fue el primero que aprendió a leer en el lugar y luego, sorteando dificultades y apoyado por su propia comunidad, en 1985  obtuvo una beca para estudiar carpintería vocacional en las ciudad de Berlín, Alemania, para posteriormente estudiar y graduarse en 2004 como arquitecto en la Technische Universitat de Berlín. En  2005 fundó su estudio de arquitectura, Keré Architecture, con sede en Berlín, sitio desde el cual desarrolla el conjunto de sus trabajos profesionales.

Francis keré no ha olvidado sus raíces y pertenencia cultural, y en el año 1998 impulsó la Fundación Keré, con la finalidad de aplicar sus conocimientos universitarios poniéndolos en práctica y al servicio de su propia comunidad en Burkina Faso, reinterpretando la visión moderna tecnológica, pero desde la perspectiva de vida y visión de la realidad cultural, económica, social y recursos constructivos, disponibles en su lugar de origen. Con esta postura social y política ejerce la arquitectura, entendiéndola como servicio y compromiso, sobre todo en relación con su propia comunidad, de la cual recibió apoyos decisivos para su formación profesional, pero al mismo tiempo asumiendo una postura semejante de servicio, si se trata de proyectos con respecto a todos aquellos que soliciten su trabajo como arquitecto.

Con el reconocimiento del Pritzker a Francis Keré se valoran también las enormes y trascendentes aportaciones asociadas a todo el territorio y culturas africanas,  que tienen que ver con maravillosas y diversas formas de vida, visiones del mundo y del cosmos, enraizadas en las condiciones geográficas y disponibilidad de recursos locales, a todo lo largo y ancho  de dicho continente. Hablamos de valiosas aportaciones urbanas y arquitectónicas, relacionadas con toda la variedad de culturas tradicionales, pero también de aportaciones en lo que tiene que ver con la pintura, la gráfica, la escultura, la música, el teatro, la danza, el arte y la vestimenta popular, entre otros rubros. No hay duda que muchos de los creadores del arte contemporáneo en el mundo, tienen una deuda significativa, tomando en cuenta  las reinterpretaciones modernas del arte africano. Una buena cantidad de autores viajaron por largas temporadas a distintos territorios africanos y se alimentaron cultural e intelectualmente, de lo que vieron y vivieron en aquellos lugares.

La arquitectura construida de Francis Keré, que suma casi una treintena entre sus proyectos mas reconocidos, ha sido edificada  en distintas localidades del mundo, incluyendo países como Kenia, Mozambique, Mali y desde luego Burkina Faso, su país natal.  Alemania, Estados Unidos, Reino Unido e Italia, son algunos otros países que cuentan con obras suyas. Entre estas obras podemos documentar: 2001, Escuela Primaria en Gando, Burkina Faso, su primera obra importante, con la que comienza a retribuir su deuda en relación con la comunidad que lo apoyó en su formación educativa. 2004, Viviendas para profesores en Gando, Burkina Faso.  2007, Dano Secondary School, en Dano, Burkina faso. 2008, Ampliación de la Escuela Primaria en Gando, Burkina faso. 2010, Opera Village, en Laongo, Burkina faso. 2010, Parque Nacional de Mali, en Bamako, Mali. 2010, Centro de Arquitectura de la Tierra, en Mopti, Mali. 2011, Naaba Belem Goumma Secondary School, en Gando Burkina Faso. 2012, Biblioteca Escolar en Gando, Burkina Faso. 2014, Benga Riverside Residential Community, en Tete, Mozambique. 2014, Centro for Health and Social Welfare, en Laongo, Burkina Faso. 2014, Leo Surgical Clinic and Health Centre, en Leo, Burkina faso. 2015, Vitra + Camper Store, en el Vitra Campus, Well Am Rhein, Alemania. 2016, Escuela Secundaria Lycee Schorge, en Koudougdo, Burkina faso. 2017, Serpentine Pavillion, en Londres, Reino Unido. 2018, Benga Riverside School, en Teté,Mozambique. 2018, Leo Doctor´s Housing, en Leo, Burkina faso. 2019, Pabellón Sarbage KE. Ind. California, E.U. 2020, SKF-RTL Children Leraning Centre, en Nyang Oma, Kenia. 2020, Burkina Institute of Technology, en Koudougdo, Burkina faso y en el 2021, Startup Lions Campus, en Lago Turkana, Kenia.

Casi la mitad de sus obras han sido construidas en Burkina Faso y en el conjunto de todas es clara la postura de ejercer una arquitectura participativa, tomando en cuenta las opiniones de las comunidades en las que se realizan, además de coordinar la producción y utilización de materiales locales, con los que mayoritariamente se construyen estas obras, participando las propias comunidades en su construcción, lo que significa una experiencia que seguramente las podrían replicar en un futuro inmediato. Los materiales y procedimientos constructivos locales, se respetan en buena medida, pero también se reinterpretan con una visión contemporánea, que tiene que ver con la formación profesional y tecnológica del propio Francis keré recibida en Alemania. Al observar las obras, se aprecia una buena calidad constructiva en sus resultados finales.

Como condicionante fundamental para la realización de los proyectos antes mencionados, se toman en cuenta las maneras locales culturales de ocupación y vivencia de los espacios, así como la importante valoración de las condiciones geográficas climáticas de los lugares donde se ubican.  Así las cosas, en las realizaciones africanas se buscan espacios protegidos de las incidencias del sol y sus ganancias de calor, buscando ventilaciones naturales cruzadas, con un  predominio de  superficies de muros ciegos, con pequeñas y reguladas perforaciones de ventanas. Las obras se construyen con muros macizos y anchos, a lo que se suman dobles cubiertas de azoteas, de tal suerte que la ventilación natural entre ambas, regulen junto con la masividad de los muros, ganancias de calor no deseadas. En relación a las cubiertas de azotea, es interesante cómo algunas se desprenden de los volúmenes bajos que cubren,  generando pórticos y volados,  protegiendo de las incidencias del sol y generando sombras para procurar espacios mas confortables. En una buena parte de los conjuntos resultantes, resueltos mediante composiciones de formas un tanto orgánicas, se crean espacios colectivos abiertos, que pueden protegerse con algunas sombras producidas por las mismas volumetrías de los edificios, generando lugares abiertos de convivencia, que cuentan además con algunos elementos vegetales, que los hacen mas amables y habitables.

La actividad profesional de Francis Keré en los proyectos de mayor compromiso social, incluye desde la difícil gestión de los recursos económicos necesarios para la realización de las obras, pasando por la coordinación de las actividades que implican los planteamientos conceptuales participativos, en conjunto con las comunidades involucradas, sumando a lo anterior la producción de los materiales locales a emplearse en las construcciones, mas las actividades propias de diseño de los proyectos y llegando hasta la supervisión de la realización constructiva de estos últimos, que incluye nuevamente la participación de las comunidades.

Al valorar los proyectos resultantes, nos encontramos con una postura arquitectónica compositiva y formal, cercana a las interpretaciones racionalistas-minimalistas, expresadas mediante volúmenes de formas geométricas simples, regulares, calificadas adicionalmente por las geometrías expresivas de las cubiertas, a veces curvas y otras mas rectas, que terminan por mostrar contrastes volumétricos interesantes, con juegos dinámicos de texturas y claroscuros, que cambian dinámicamente con el transcurso del sol durante el día y las diferentes estaciones del año. Aplicando el criterio de unidad en la variedad, en la mayoría de los proyectos se resuelven los muros necesarios, mediante bloques de tierra o barro, con tonalidades rojizas, combinados con algunos componentes de concreto, que terminan de completar los requerimientos estructurales. Se suman a lo anterior componentes de madera, finos bastones tubulares vegetales, utilizados como cubiertas o como aparejos de muros para producir zonas sombreadas y algunos pocos elementos metálicos, mostrando una gran calidad en la resolución de los detalles constructivos necesarios, sobre todo en lo que tiene que ver con sus conexiones estructurales y transiciones de materiales y texturas, en las que se aprecian criterios de las arquitecturas tradicionales, combinando lo anterior con reinterpretaciones o detalles abiertamente contemporáneos, pero en una convivencia resultante, armoniosa, serena y respetuosa, entre las presencias formales asociadas a distintos tiempos históricos. En ocasiones, algunos toques de colores vivos complementan y enriquecen la presencia formal y plástica del conjunto de los proyectos. Estamos ante una arquitectura necesariamente económica en la mayoría de los casos, razonablemente  conceptualizada, bien ejecutada, incluyendo buenas aplicaciones de criterios ambientales. Hablamos de una arquitectura racional, eficiente, sincera, alegre, agradable, sugerente, confortable en buena medida en sus calidades habitables, dadas las rudas condiciones climáticas imperantes en algunos de los lugares donde se ubican las obras.

La postura comprometida social y política, practicando arquitectura participativa, asumida en una buena parte de los diseños  de Diebédo Francis Keré, apoyada además en la calidad de sus buenos resultados, es hoy en día un ejemplo y un camino profesional posible, que se  practica regularmente en diferentes regiones del mundo  y que despierta cada vez mas el interés de las jóvenes generaciones de arquitectos, incluyendo lo que sucede en México. Es adicionalmente un ejemplo, en el sentido de que para realizar obra significativa y trascendente, no necesariamente esta debe ser de gran escala y costosa. Pero además, el reconocimiento del Pritzker, insisto, es una oportunidad de valorar las contribuciones culturales del conjunto de todos los africanos. Es significativo que la mayoría de las obras que revisamos ahora, tengan que ver precisamente con el tema de la educación. Ojalá que con respeto, reconocimiento cultural, educación continua y mejorada en todos los ordenes, se pueda cambiar la suerte, el futuro social, político y económico del continente africano,  dejando de ser simplemente lugar de terribles y violentas confrontaciones sociales y tierra de bárbaras e irracionales explotaciones de sus recursos naturales, por parte de las ambiciosas naciones industrializadas, que poco o nada dejan a las poblaciones africanas. Es de esperarse que con el cambio esperado, finalmente  puedan reconocerse como un continente valioso, trascendente, con igualdad de circunstancias y oportunidades para todos, apoyados en la calidad de su gente, sus capacidades culturales y productivas.

 

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Pritzker 2021, premio al reciclaje https://arquine.com/pritzker-2021-premio-al-reciclaje/ Tue, 16 Mar 2021 17:11:26 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/pritzker-2021-premio-al-reciclaje/ Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal han recibido el premio Pritzker de 2021. Este reconocimiento culmina una trayectoria impecable de la que empezamos a saber con el Palais de Tokio parisino.

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Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal han recibido el Premio Pritzker de 2021. Este reconocimiento culmina una trayectoria impecable de la que empezamos a saber con el Palais de Tokio parisino. Lacaton y Vassal —a diferencia de todos sus contrincantes al concurso— optaron por no demoler, por conservar, por no incorporar un proyecto propio al ecléctico edificio frente al Trocadero sino por desnudarlo de plafones y capas que el tiempo le añadió. Fue el más barato y el más radical. Con el tiempo han aportado propuestas contundentes basadas en el reciclaje y el sentido común.

La estrategia de Lacaton y Vassal destaca especialmente cuando reciclan edificios de vivienda colectiva para que sigan siendo lo mismo pero con mejores cualidades y más esenciales. Anne Lacaton no entiende lo esencial como lo mínimo. Lo esencial puede ser algo que no es una necesidad. Así dice: “Lo esencial y el lujo no son lo mismo, sino que uno es la consecuencia del otro.” Con Frédéric Druot y Christophe Hutin, Lacaton y Vassal ganaron el Premio Mies van der Rohe 2019, con el Gran Park de Burdeos. Se trataba de tres grandes bloques con 530 viviendas construidos en los años sesenta que rehabilitaron sin tener que desalojar a ninguna familia, con el objetivo de hacerse más sostenibles y energéticamente eficientes, así como más luminosos, amplios y accesibles y, a la vez, con el compromiso por parte de la promotora de no subir las rentas. “La intervención, que modifica estos bloques lineales dedicados a vivienda social, renuncia a actuar sobre la estructura original de los inmuebles. La filosofía de conservar todos los elementos aprovechables se vincula con cierto sentido de la sostenibilidad, pero también permite adaptar un proyecto de alcance ambicioso a un presupuesto reducido. Así, mediante dos operaciones simultáneas de ampliación y adición, la superficie útil de cada apartamento se incrementó con una pantalla de balcones ajardinados habitables que hicieron posible que cada vivienda se completara con una zona exterior de carácter privado y orientada al sur. Estas galerías exteriores que configuran la nueva imagen de las fachadas son lo bastante amplias como para generar espacios útiles y confortables en las viviendas reformadas.” Una propuesta que alinea el buen diseño con un proyecto socialmente responsable, desarrollado con un presupuesto justo y que ha antepuesto la transformación y la reutilización a la demolición. Con este proyecto y otros tantos, Lacaton y Vassal demuestran que la buena arquitectura no tiene por qué ser solo obra nueva, con un diseño icónico y un gran presupuesto, sino que ahora, más que nunca, el reciclaje tiene más sentido.

El Premio Pritzker es uno de los reconocimientos más destacados de la arquitectura. Creado por la familia Pritzker a través de su Fundación Hyatt en 1979, se otorga anualmente a un “arquitecto, arquitecta o arquitectos cuya obra construida demuestre una combinación de talento, visión y compromiso, que haya producido consistentes y significativas contribuciones a la humanidad a través del arte de la arquitectura”, según explica la fundación, dueños de la multinacional hotelera homónima que, por cierto, no tiene hoteles dignos de mención arquitectónica.

Durante la primera década de su historia, los premios tuvieron una marcada componente estadounidense, con premios para Philip Johnson, Kevin Roche, I.M. Pei, Richard Meier, Gordon Bunshaft y Frank Gehry, a los que se sumaría Robert Venturi en 1991 y Thom Mayne en 2005. A la lista global hay que sumar a Luis Barragán, Oscar Niemeyer, Rem Koolhaas, Herzog & de Meuron, Norman Foster, Richard Rogers, Rafale Moneo, Peter Zumthor por sus obras todavía de pequeña escala, austeras y precisas, Paulo Mendes da Rocha, Zaha Hadid antes de que realmente empezara a construir su prolífica obra, Kazuyo Sejima con Ryue Nishizawa en 2010 y tres años después Toyo Ito –quien fuera su maestro– por su obra evanescente, Wang Shu y RCR por su trabajo poético e intimista, Shigeru Ban y Alejandro Aravena, en su condición de activistas, Balkrishna Doshi en un homenaje quizá a la arquitectura tardomoderna heredera de Le Corbusier, el posmoderno Arata Isozaki con veinticinco años de retraso y recientemente, Yvonne Farrell y Shelley McNamara, quienes se convirtieron en la primera dupla femenina en recibir el galardón. A Lacaton y Vassal le antecedieron los franceses Christian de Portzamparc y el iconoclasta Jean Nouvel.

Tras una reciente renovación el jurado de este año, presidido por Alejandro Aravena, está compuesto por Wang Shu, el curador del MoMA Barry Bergdoll, las arquitectas Deborah Berke (decana de la Escuela de Arquitectura de Yale), Kazuyo Sejima y Benedetta Tagliabue, el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos (y amigo de la familia Pritzker) Stephen Breyer, André Aranha Corrêa do Lago, crítico arquitectónico, curador y embajador de Brasil en India. Y Martha Thorne en su último año como directora ejectutiva, quien será reemplazada por Manuela Lucá-Dazio. Con este merecido premio a Anne Lacaton y a Jean-Philippe Vassal no sólo se compensa la abalancha de estadounidenses, británicos y japoneses, sino que se privilegia el reciclaje y la responsabilidad social.


Fotografías cortesia del Premio Pritzker 

©Philippe Ruault

©Laurent Chalet

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Alejandro Aravena es el nuevo presidente del jurado del Premio Pritzker https://arquine.com/alejandro-aravena-es-el-nuevo-presidente-del-jurado-del-premio-pritzker/ Thu, 29 Oct 2020 15:11:26 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/alejandro-aravena-es-el-nuevo-presidente-del-jurado-del-premio-pritzker/ El Premio Pritzker anunció hoy el nombramiento de Alejandro Aravena como Presidente del Jurado del Premio Pritzker de Arquitectura y de Manuela Lucá-Dazio como asesora del Premio y próxima Directora Ejecutiva, a partir de marzo de 2021.

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El Premio Pritzker anunció hoy el nombramiento de Alejandro Aravena como Presidente del Jurado del Premio Pritzker de Arquitectura y de Manuela Lucá-Dazio como asesora del Premio y próxima Directora Ejecutiva, a partir de marzo de 2021. El Premio Pritzker es conocido internacionalmente como el más alto reconocimiento a un arquitecto, y el próximo año se entregará el galardón número 43.

“A lo largo de la historia del Premio, hemos confiado constantemente en la diversidad, la experiencia y la posición de los miembros del jurado para interpretar el papel evolutivo de la arquitectura a medida que responde a las necesidades cambiantes de la comunidad, el medio ambiente y la tecnología. Nos complace darle la bienvenida nuevamente a Alejandro Aravena, y en una etapa renovada, ya que trae consigo un nuevo modelo de liderazgo para dirigir a nuestro jurado independiente e internacional ”, comenta Tom Pritzker, presidente de The Hyatt Foundation, que patrocina el premio.

“Asimismo, estamos encantados de trabajar con Manuela Lucá-Dazio en esta nueva temporada mientras continuamos nuestro rol de honrar a los arquitectos que han impresionado a la industria a través del arte de la arquitectura y su servicio a la humanidad”.

Aravena, Premio Pritzker 2016, es Fundador y Director Ejecutivo de ELEMENTAL, un “Do Tank” que se enfoca en proyectos de interés público e impacto social que incluyen vivienda, espacio público, infraestructura y transporte. Su dominio de la arquitectura ayuda a su compromiso con la sociedad, dando como resultado obras y activismo que responden a necesidades sociales, humanitarias y económicas.

“Históricamente, la arquitectura ha consistido en crear alternativas innovadoras e imaginar posibilidades, pero también está íntimamente conectada con la sociedad. Como miembros del jurado, nuestra tarea es, en primer lugar, ser sensibles a las preguntas que a la sociedad le gustaría que abordara la profesión arquitectónica e identificar a los arquitectos que están tratando de utilizar el cuerpo de conocimientos de la disciplina para traducir esas preguntas en proyectos ”, comenta Aravena.

“Me siento honrado de unirme a este esfuerzo grupal destinado a mejorar la calidad del entorno construido”.

Aravena se une a un grupo distinguido de presidentes de jurados anteriores: el juez Stephen Breyer (2019-2020), quien permanece como miembro del jurado; Glenn Murcutt (2017-2018); Lord Peter Palumbo (2005-2016) y el fallecido J. Carter Brown (1978-2004). Los miembros del jurado actuales también incluyen a Barry Bergdoll , profesor Meyer Schapiro de Historia del Arte y Arqueología en la Universidad de Columbia, curador y autor, Nueva York, Estados Unidos; Deborah Berke , arquitecta y decana de la Escuela de Arquitectura de Yale, Nueva York, Estados Unidos; André Corrêa do Lago , crítico de arquitectura, curador y embajador de Brasil en India, Delhi; Kazuyo Sejima , arquitecto, educador y premio Pritzker 2010, Tokio, Japón; Benedetta Tagliabue, arquitecto, Barcelona, ​​España; y Wang Shu , arquitecto, educador y premio Pritzker 2012, Hangzhou, China.

Manuela Lucá-Dazio se desempeñó recientemente como directora ejecutiva del Departamento de Artes Visuales y Arquitectura de La Biennale di Venezia. Ha dirigido exposiciones con distinguidos comisarios, arquitectos, artistas y críticos para realizar la Exposición Internacional de Arte y la Exposición Internacional de Arquitectura desde 2009. Previamente, fue responsable de la organización técnica y producción de ambas Exposiciones, a partir de 1999. Tiene Doctor en Historia de la Arquitectura de la Universidad de Roma-Chieti, Italia y vive en París, Francia.

“Para mí es un enorme honor convertirme en la próxima Directora Ejecutiva del Premio Pritzker de Arquitectura, un referente imprescindible en el mundo de la arquitectura, y más aún en un momento histórico clave para el discurso y la práctica arquitectónica. Estoy profundamente agradecido con Margot y Tom Pritzker por darme esta oportunidad. Espero unirme a la organización del Premio Pritzker de Arquitectura, para apoyar a su jurado de gran prestigio y cumplir su misión de celebrar la calidad en la profesión para la mejora del entorno construido y las vidas de quienes lo habitan “.

Martha Thorne, directora ejecutiva desde 2005, dejará el cargo en marzo próximo, tras el anuncio del ganador de 2021. A partir de entonces, seguirá siendo asesora del Premio hasta la ceremonia de 2021 para supervisar la transición. Continuará con su rol expansivo como Decana de IE School of Architecture and Design, España, y espera trabajar con clientes internacionales facilitando concursos y procesos de selección de arquitectos.

Sobre su partida, Thorne reflexiona: “La experiencia y los conocimientos adquiridos durante los últimos quince años con el Premio han sido un enorme privilegio. De cara al futuro, estoy ansiosa por ampliar mi participación en otras iniciativas en las que pueda afectar directamente el campo de la arquitectura, tanto trabajando con personas como con instituciones para contratar los servicios de arquitectos y dedicar más tiempo a la escritura “.

El Premio Pritzker 2020 se otorgó recientemente a Yvonne Farrell y Shelley McNamara, de Dublín, Irlanda, y se presentó durante la primera ceremonia en video. El Laureado 2021 se anunciará a principios de la próxima primavera.


Fotografías : Cortesía del Premio Pritzker

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