Resultados de búsqueda para la etiqueta [Otto Wagner ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Wed, 10 Apr 2024 17:54:16 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Steinhof https://arquine.com/steinhof/ Sat, 11 Apr 2015 11:41:10 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/steinhof/ “El arquitecto, con su feliz combinación de idealismo y realismo, ha sido alabado como la joya que corona al hombre moderno" —escribió Otto Wagner.

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Ludwig Hevesi nació en Hungría y aunque estudió medicina y filología entre Budapest y Viena, terminó dedicándose al periodismo. Leslie Topp cita una columna publicada por Hevesi el 6 de octubre de 1907.

“Hace unas semanas, regresaba a Viena en tren del oeste. Un escultor parisino compartía mi gabinete. Al acercarnos a las afueras de la ciudad, señaló asombrado por la ventana y preguntó «¿qué es eso?» Ahí, en la amplia pendiente sobre el pueblo de Baumgarten, estaba una ciudad blanca, reluciendo bajo el brillante sol. Coronada por la cúpula dorada de una iglesia de mármol. «Eso es algo muy especial —dijo el francés—. Eso lo tengo que ver.»

Dos días después de que Hevesi publicara su texto, se inauguró eso: el hospital psiquiatrico de Steinhof. Carlo von Boog nació en Lombardía, pasó su infancia en Venecia y estudió ingeniería en la Universidad Técnica de Viena. Nunca se casó y vivió siempre cerca de su madre. Baumgarten era un pequeño pueblo pegado a Viena donde nació Gustav Klimt; von Boog proyectó los pabellones del hospital psiquiátrico de Steiíhof siguiendo el plano general dibujado por Otto Wagner, quien diseñó la iglesia de San Leopoldo con la cúpula dorada que impresionó al joven escultor parisino acompañante de Hevesi.

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Cuando se inauguró, Steinhof era la institución psiquiátrica más grande y moderna de Europa, con 2,200 camas en los 34 pabellones. Era un hospital para la burguesía vienesa que prefería la comodidad y el refinamiento, incluso para los enfermos mentales, en contraste con los pabellones de aislamiento del Hospital General de Viena, donde Freud hacía sus prácticas a finales del siglo XIX. Durante la Primera Guerra llegó a tener hasta 2,800 pacientes que padecieron la escasez y la enfermedades infecciosas. Durante la Segunda Guerra, más de 7,500 personas fueron asesinadas o deportadas desde ahí por los Nazis.

“Otto Wagner —escribe Pippo Ciorra— destacó como un maestro dedicado a poner a la arquitectura al día en relación a la técnica, la ética y la estética del hombre moderno. Nació en 1841, el mismo año que murió Schinkel y viajó desde el racionalismo clásico del maestro hacia la «profecía» del modernismo, permitiendo que los historiadores lo coloquen entre los pioneros del Movimiento Moderno.” En su libro Arquitectura moderna, una guía para los estudiantes de este campo del arte, publicado por primera vez en 1896, Wagner escribe:

“El arquitecto, con su feliz combinación de idealismo y realismo, ha sido alabado como la joya que corona al hombre moderno. Desafortunadamente, sólo él cree la verdad de esas palabras, mientras sus contemporáneos se hacen a un lado, poco interesados. Yo también, a riesgo de ser acusado de delirios de grandeza, debo unirme a cantar sus alabanzas.”

En su libro dedicado al fin de siglo vienés, titulado en español Hombres póstumos  y en italiano Dallo Steinhof: desde Steinhof, Massimo Cacciari escribe:

“El epígrafe de este libro pudo haber sido «Wer seiner Zeit nur voraus ist, den holt sie einmal ein» (Ludwig Wittgenstein, 1930), que quiere decir «aquellos que simplemente se adelantan a su tiempo merecen que éste los alcance.» Dos avenidas simétricas a lo largo del borde del bosque vienés llevan a la iglesia de San Leopoldo. Mirando desde la cima del Baumgartner Höhe, debe haber habido una vista brillante sobre Viena, como un paisaje de Belloto, la ciudad brillando y centellando con la luz. La iglesia de Otto Wagner, coronando el terreno del hospital para los enfermos mentales de Viena, sobresalía de los pliegues verdes con su resplandeciente cúpula cubierta con hoja de oro. Es imposible saber a qué época se adelantó esta obra y es imposible saber qué la alcanzó.”

Otto Wagner murió en Viena el 11 de abril de 1918.

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Coches, jirafas y bicicletas https://arquine.com/coches-jirafas-y-bicicletas/ Sun, 08 Sep 2013 07:28:55 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/coches-jirafas-y-bicicletas/ Muchos arquitectos del pasado siglo se fascinaron con los coches, con la velocidad, con la precisión de la producción en serie y con el virtuosismo del diseño. Sobran ejemplos. Le Corbusier diseñó el coche Voisin y fue el primero que entendió el poder mediático de las imágenes y la asociación entre la arquitectura y los automóviles.

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Muchos arquitectos del pasado siglo se fascinaron con los coches, con la velocidad, con la precisión de la producción en serie y con el virtuosismo del diseño. Sobran ejemplos. Le Corbusier ponía un coche Voisin –diseñado por él, claro- delante de sus famosas casas de los años veinte, antes de fotografiarlas. Beatriz Colomina afirmaba que “asociar el lujo de un coche deportivo con sus casas fue un gran golpe”. Fue el primero que entendió el poder mediático de las imágenes y la asociación entre la arquitectura y los automóviles. De hecho, la curva de la planta baja de villa Savoye, está diseñada en función del radio de giro de un Voisin. También Mies fotografió su primer edificio moderno en la Weissenhof de Stuttgart con un vehículo de la época, con modelo incluida. El coche como símbolo de modernidad y progreso siempre aparece en las metrópolis futuristas del pasado siglo. Wright y Agustín Hernández fueron más allá y recurrieron a los ovnis de los supersónicos. Le Corbusier pregonaba que “una ciudad construida para la velocidad es una ciudad construida para el éxito”. No llegó a imaginar las patologías viarias de un siglo más tarde, los atascos, los segundos pisos, ni el lado corriente de lo que imaginó como un lujo. Hábil publicista de sus proyectos trató de convencer a Citroën, Peugeot y Michelin para que construyeran un prototipo que finalmente realizó el industrial Voisin. Cuenta el arquitecto Antonio Amado Lorenzo que si bien Le Corbusier proyectaba desde la planta, la sección definió el punto de partida de la voiture maximum que diseñó a partir de la proporción √2, donde la cabeza del conductor se situa en el centro de la composición cuadrada. De ese prototipo salió el 2CV de Citroën y probablemente inspiró a Ferdinand Porche cuando dió forma al Volkswagen que le encomendó Adolf Hitler. Poco antes Walter Gropius en 1930 diseñó el Adler Cabriolet aportando elegancia a un coupé de gran lujo bauhasiano, pero mucho más conservador que el utilitario para el pueblo alemán. Y casi al mismo tiempo, en 1933, el estadounidense Buckminster Fuller llevó a cabo su Dymaxion, una eficaz camioneta de tres ruedas que Norman Foster ha rescatado recientemente. Aunque quizá fueron Joseph Maria Olbrich y Otto Wagner los primeros arquitectos en añadir diseño al carruaje motorizado, con su Opel de 1906, pero sin lugar a dudas, la fascinación por la velocidad y la aerodinámica hay que buscarla en Italia. Uno de los que más arriesgaron incorporando formas alabeadas fue Carlo Mollino con su Bisoluro monoplaza. Como en sus muebles y sus casas, el movimiento del usuario contorneó al objeto hasta convertirlo, en este caso, en un bólido.

Pero más allá de los arquitectos diseñadores, están los arquitectos usuarios. Esos personajes libres y glamourosos, que entre semana se escapaban en veloces convertibles a ver sus obras y en las noches eran invitados imprescindibles en todos los locales de moda y estrellas del papel couché. Ferraris, Porches y Alfa Romeos eran parte del mobiliario de cualquier despacho de arquitectura que se preciara en el mundo. Sin ir más lejos, en México, el Buick de Juan Sordo Madaleno era la envidia de sus colegas y los Alfa-Romeo-Giulietta-Spider-convertibles fueron la extensión de la corbata de Augusto H. Álvarez, de Jorge Campuzano y de Rafael Mijares, mientras construían el edificio Jaysour o los museos de Arte Moderno y de Antropología, respectivamente. Por entonces cerraban el periférico y corrian junto a los presidentes Díaz Ordaz o López Mateos, que probaban los regalos de Alfredo del Mazo y jugaban a perder sus respectivas escoltas. También Francisco Artigas decoraba las fotos de todas sus casas funcionalistas de El Pedregal con su colección de deportivos y Luís Barragán presumía de tener el mismo Cadillac en sus casas de la ciudad de México y de Guadalajara.

Pero con el fin de siglo XX y Rem Koolhaas -quien por fin enterró a Le Corbusier- se acabaron los coches. Y las fotografías de arquitectura incoporaron todo tipo de fauna. En su Villa Dall´Ava, en París, fueron unas desconcertadas jirafas y en pocos años los arquitectos de todo el mundo alquilaron elefantes y cebras de circos a la deriva, para estar con los nuevos tiempos y dar escala a sus obras. Y de ahí que las bicicletas de los arquitectos holandeses se expandieran globalmente homenajeando quizá a Josep Puig i Cadafalch, que ya a fines del siglo XIX visitaba sus obras del palau Macaya y de la casa Amatller en bicicleta.

 LC

Voiture Maximum de Le Corbusier

bici

 

Josep Puig i Cadafalch en bicicleta, en el arco de entrada del palau Macaya, Barcelona

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