Resultados de búsqueda para la etiqueta [Orson Welles ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 20 Jan 2023 15:07:01 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Julia Morgan https://arquine.com/julia-morgan/ Thu, 21 Jan 2016 04:41:58 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/julia-morgan/ Nunca rechaces un trabajo porque pienses que es demasiado pequeño, no sabes hasta dónde puede llegar —Julia Morgan

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Un letrero: no trespassing. Una reja. Entre la bruma se ve a la distancia una colina que poco a poco se revela como una fortaleza con torres y cúpulas. Un par de monos y luego un par de góndolas venecianas y el reflejo de la fortaleza en el agua. Un puente. Una banca. Señales. Una única ventana iluminada lo lejos a la que nos acercamos. La luz se apaga. Ahora desde adentro vemos la misma ventana. Amanece. Está nevando, pero la nieve cae dentro de una esfera de vidrio que sostiene una mano. Unos labios y un bigote canoso. Rosebud. La mano suelta la esfera de vidrio que cae al suelo y rueda dos escalones hasta romperse. Entra una enfermera para darse cuenta de que Charles Foster Kane acaba de morir.

Así empieza Citizen Kane, la película de Orson Welles que para muchos críticos es la mejor de la historia. El personaje de Charles Foster Kane está basado en buena parte en William Randolph Hearst, el magnate dueño de periódicos. Si Kane vivía en Xanadu, su inmenso y excéntrico castillo en Florida, Hearst vivió en La Cuesta Encantada, una propiedad en San Simeon, California, a medio camino entre Los Angeles y San Francisco. Hearst heredó los más de mil kilómetros cuadrados de terreno de su madre, Phoebe Hearst. También heredó de su madre al arquitecto o, más bien, arquitecta: Julia Morgan.

Julia Morgan nació el 20 de enero de 1872 en San Francisco, California. Su padre, Charles Morgan, había viajado al oeste en 1867, como muchos, a buscar fortuna en las minas de oro. No tuvo suerte —a diferencia del padre de Hearst, que llegó a California en 1850 y logró hacer una fortuna considerable. En lo que sí tuvo suerte Charles Morgan fue al casarse con Eliza Parmelee, hija de un millonario de la costa este. Los Morgan tuvieron cinco hijos y, contrario a las costumbre de la época, decidieron procurar una buena educación para todos, mujeres incluidas. En la escuela, Julia destacó en matemáticas y en física. Durante algunas vacaciones, Julia visitaba a una prima suya que vivía en Nueva York y estaba casada con Pierre LeBrun, arquitecto, hijo del también arquitecto Napoleon LeBrun. Por Pierre, Julia empezó a interesarse en la arquitectura.

En 1890, Julia Morgan fue una de las pocas mujeres en entrar a estudiar en la Universidad de California en Berkeley, donde no se enseñaba arquitectura. En 1894, Julia fue la primera mujer que se recibió como ingeniera en esa universidad. Su profesor de dibujo y geometría fue Bernard Maybeck, diez años mayor que ella, quien había estudiado en la Escuela de Bellas Artes de París y fue uno de los arquitectos más reconocidos de California en los primeros años del siglo XX. Maybeck convenció a Julia de ir a estudiar a París. El problema era que la Ecole des Beaux Arts sólo admitía a treinta de los casi 400 que lo intentaban cada vez y limitaba el número de alumnos extranjeros. Algo más: no admitía mujeres. En 1897, Julia Morgan quedó en el lugar número 42 y no fue admitida. A los seis meses volvió a intentarlo, sin éxito. Otros seis meses y otro intento. Quedó en el lugar 13 y se convirtió así en la primera mujer en entrar a estudiar a Beaux Arts. En dos años terminó todos los cursos y recibió su diploma. De vuelta a California entró a trabajar con John Galen Howard, un arquitecto que había estudiado primero en el MIT y luego en Beaux Arts, antes de regresar a los Estados Unidos a trabajar para H.H.Richardson y, finalmente, abrir su oficina en California, donde trabajó en varios proyectos para Phoebe Hearst. Fue así que Phoebe conoció a Julia y le pidió a Howard que ésta se hiciera cargo de sus proyectos.

En 1904 Julia obtuvo la licencia para ejercer como arquitecta en el estado de California —también fue la primera mujer en lograrlo. En 1906, el incendio que siguió al terremoto de San Francisco destruyó toda su oficina, incluyendo su archivo. Pero algunos edificios que ella había construido usando concreto armado se mantuvieron en pie. La gente empezó a hablar más de la arquitecta Morgan. Le encargaron renovar el interior del Hotel Fairmont, que reabrió el 18 de abril de 1907, al año exacto del terremoto. En 1919 murió Phoebe Hearst y su hijo contrató a Julia Morgan para construir un bungalow en la colina que le había heredado. El proyecto fue creciendo y entre 1919y 1938 la arquitecta viajó cada fin de semana de San Francisco a San Simeon para supervisar el diseño y la construcción de lo que sería el Castillo Hearst, con sus 56 habitaciones y 61 baños. Al final serían más de ocho mil metros cuadrados de construcción.

Hearst_and_Morgan

William Randolph Hearst murió el 14 de agosto de 1951, a los 88 años. Julia Morgan tenía 79. Cerró su oficina y, según Anna M. Lewis, se dedicó a viajar sola por el mundo. Murió a los 85 años el 2 de febrero de 1957. Lewis dice que Morgan “nunca iba a reuniones sociales ni buscaba llamar la atención sobre sí misma, no participaba en concursos, no escribía artículos ni dictaba conferencias y no escribió ningún tipo de memoria,” pero durante toda su carrera diseñó más de 700 edificios. También cuenta que decía “nunca rechaces un trabajo porque pienses que es demasiado pequeño, no sabes hasta dónde puede llegar.” Un bungalow puede terminar siendo un palacio de cincuenta y seis habitaciones.

Rosebud.

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Howard Hughes https://arquine.com/howard-hughes/ Sun, 05 Apr 2015 08:11:33 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/howard-hughes/ Según explica Paul Virilio, para Howard Hughes, ser no era habitar.

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Elemér Albert Hoffmann nació en Budapest el 14 de abril de 1906 y se suicidó, 70 años después, en Ibiza, siendo ya una celebridad y con el nombre de Elmyr de Hory. En 1968 estuvo un par de meses en prisión cuando una corte lo sentenció por homosexualidad y convivencia con criminales, al no poder probar que en suelo español hubiera cometido el delito por el que realmente era buscado: falsificación. Al salir de prisión le contó su vida al periodista norteamericano Clifford Irving, quien escribió su biografía Fake! The Story of Elmer de Hory, the Greatest Art Forger of Our Times. Ambos, de Hory e Irving, son protagonistas del falso documental que fue el último film dirigido por Orson Welles, F for Fake, probablemente una de sus mejores películas.

El documental fue realmente iniciado por el francés François Reichenbach centrándose en de Hory, pero cuando Reichnbach le pidió a Welles hacerse cargo de la película, éste filmó nuevo material y editó el que ya tenía para centrarse en el biógrafo, Clifford Irving, quien para el momento en que Welles trabajaba en el documental había sido acusado, también, de fraude: la supuesta Autobiografía de Howard Hughes de la que era coautor había sido desautorizada en una curiosa rueda de prensa por el mismo Hughes o, más bien, por su voz: para ese entonces Hughes ya se había recluido en el penthouse del Desert Inn de Las Vegas, hotel al que llegó en noviembre de 1966 y que compró a principios de 1967 cuando se negó a abandonarlo.

En La estética de la desaparición, Paul Virilio escribe de Hughes: “la vida de este millonario parece estar formada por componentes distintos: al principio, una existencia pública y, a partir de los cuarenta y siete años —y durante veinticuatro— una vida oculta.” La auto-reclusión de Hugues había empezado antes de Las Vegas, cuando a finales de los años 40 se encerró por varios meses en la sala de proyecciones de un estudio cinematográfico, temiendo cada vez más cualquier tipo de contacto físico. Al salir de la sala de proyecciones, inicia un periplo por distintos espacios que siempre son de algún modo el mismo: “las habitaciones donde desea estar —escribe Virilio— son exiguas y todas parecidas, aun si se hallan en las antípodas. Así, no sólo suprimía la impresión de ir de un lugar al otro, sino que cada sitio era tal como se lo esperaba: las ventanas estaban ocultas, en el interior de esas cámaras oscuras no debían penetrar ni la luz solar ni la imagen imprevista de un paisaje diferente. Al eliminar casi toda incertidumbre, Hughes podía creerse en todas partes y en ninguna, ayer y mañana, porque todas las referencias a un espacio o un tiempo astronómico habían sido eliminadas.”

Hughes llegó así a convertirse en el mejor ejemplo del sujeto cartesiano, pura res cogitans —aunque de dudosa lucidez— que no se somete a las contingencias ni del espacio ni del tiempo. Al mismo tiempo, es uno de los primeros ejemplares de la posmoderna disolución del sujeto, cuando la realidad, tanto externa como propia, se reduce a una representación mediatizada por la tecnología. En el caso de Hughes, el exterior reducido, según explica Virilio, a una pantalla al pie de la cama —en la cabecera estaba el proyector, al costado, “los mandos mediante los que proyectaba sus películas, siempre las mismas”— mientras que el se comunica con el mundo sólo  a través del teléfono, reduciendo su presencia a su voz. Al contrario de Heidegger, para Hughes, concluye Virilio, ser no es habitar 

Según Wikipedia, Howard Hughes murió el 5 de abril de 1976, a la 1:27pm, a bordo de un avión que lo transportaba desde su penthouse en el hotel Princess de Acapulco a un hospital en Houston.

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