Resultados de búsqueda para la etiqueta [muro ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:32:13 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.3 Arquitectura como arma https://arquine.com/arquitectura-como-arma/ Thu, 16 Jul 2020 01:08:09 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/arquitectura-como-arma/ De paradas de autobús a las fronteras, las consecuencias espaciales de agendas políticas son imposibles de evitar. Léopold Lambert desmenuza la violencia inherente en nuestro entorno construido e invita a la profesión a un reconocimiento y una resistencia activas en este campo.

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Deconstruyendo la lógica de la violencia arquitectónica

¿Qué quiere decir que la arquitectura es un arma política? Para responder esta pregunta, necesitamos ver cómo la arquitectura es, en principio, un arma (es decir, cómo la arquitectura tiende a la violencia) y, segundo, como esa tendencia es necesariamente instrumentalizara por una o varias agendas políticas.

Empecemos por algunas consideraciones no-antropocéntricas. El ensamblaje material que llamamos muro y el ensamblaje material que llamamos cuerpo se situándoselas ambos espacialmente en el mundo en un momento particular. Dadas sus propiedades materiales, ninguno de estos dos ensamblajes (o ningún otro, para el caso) puede ocupar las mismas coordenadas espaciales en el mismo momento. Lo que esto significa que para que un cuerpo ocupe las mismas coordenadas espaciales que un muro —un requerimiento si el cuerpo quiere cruzar el muro— deberá ocurrir un choque, en detrimento de ambos ensamblajes. Este choque es lo que llamamos violencia.

La primera dimensión política mediante la cual pensamos este encuentro entre el muro y el cuerpo se basa en el hecho que los muros son casi siempre construidos de manera tal que la pura energía del cuerpo —esto es, sin herramientas— sea incapaz de afectar su integridad estructural. Lo anterior determina las condiciones del encuentro: aunque la violencia sea recíproca, el grado de violencia no será simétrico. En otras palabras, la violencia desplegada por el muro sobre el cuerpo será mucho mayor que la que despliegue el cuerpo sobre el muro.

La consecuencia de dicha distribución asimétrica de poder es la habilidad de la arquitectura para organizar cuerpos en el espacio, tanto por la violencia entes descrita como por su potencialidad, usualmente internalizada por los cuerpos —nosotros, en tanto cuerpos, no necesitamos encontrarnos con un muro para saber que tendremos problemas para cruzarlo. Podemos ver de entrada cómo esa función esencial de organización y, por extensión, de control de la arquitectura resulta atractiva para fines políticos. Rodear un cuerpo con muros obliga a encarcelar ese cuerpo. Por supuesto, la invención del muro se siguió de la invención de un mecanismo para mitigar la violencia potencial descrita más arriba: la puerta, que permite moderar la porosidad de un muro haciendo que una parte del mismo gire a voluntad. Pero, de nuevo, la puerta no se inventó sola; vino con la cerradura y su llave, que permiten que sólo ciertos cuerpos transformen el muro impenetrable en uno poroso.

Cualquier persona que tenga la llave es un agente que se beneficia de la legislación de la propiedad privada, el guardia de una prisión, o un estado apartheid, la determinación de quien diseña/construye arquitectura y se beneficia del control de su violencia sobre los cuerpos, tiene necesariamente consecuencias políticas drásticas. Incluso el refugio o la parada de autobuses bajo la lluvia, en apariencia inocentes, ilustran las relaciones de poder que se crean mediante la arquitectura. Si ese refugio se llena de cuerpos que buscan la protección de la arquitectura de la lluvia, la nieve o cualquier otra cosa, otros cuerpos quedarán excluidos de dicha protección. Si la regla de “a quien llega primero se le atiende primero” es legítima éticamente o no, no es (aún) el problema aquí. Lo importante es observar que la arquitectura crea procesos de inclusión y exclusión de cuerpos que o bien refuerzan o crean condiciones sociales desiguales.

Dados estos efectos políticos intrínsecos, y reconociendo la necesidad de involucrarse con la arquitectura en vez de abandonarla, necesitamos examinar a qué están dirigidlos estos efectos en una sociedad dada. Casi siempre, en parte porque las drásticas consecuencias políticas de la arquitectura son ignoradas o negadas, estos efectos se dirigen de tal manera que refuerzan las relaciones de poder entre cuerpos impuestas o normadas por el estado. Los proyectos arquitectónicos motivados explícitamente con esos programas políticos son, por supuesto, los más fácil de describir en esta materia. Los aparatos territoriales y arquitectónicos del apartheid, diseñados y construidos por el gobierno y el ejército de Israel en Palestina, pueden ser los más trágicos ejemplos ilustrativos de dicha intenciones.

Parte del muro de frontera construido por la administración de Viktor Orbán entre Hungría y Serbia. 2015. © Léopold Lambert.

El infame muro que separa la parte principal de la Ribera Occidental del resto de Palestina, construido a inicios del siglo XXI bajo la administración de Ariel Sharon, es, por supuesto, el más claro uso de la arquitectura para implementar el estado de apartheid. Sin embargo, muchas otras formas arquitectónicas también contribuyen a ello: el bloqueo de 1.8 millones de palestinos que viven en Gaza, los 139 asentamientos civiles israelíes en la Ribera Occidental y al este de Jerusalén y las bases militares vecinas, la infraestructura segregada (caminos, agua, electricidad, internet, etc.), los muchos puestos militares, temporales o permanentes, que regulan y previenen el movimiento palestino entre ciudades, sin olvidar los muros construidos en las fronteras de la Palestina histórica, evitando el retorno de cinco millones de refugiados en Líbano, Siria y Jordania.

Contenedores en el campo de refugiados de Calais, llamado la jungla. @Léopold Lambert

La lógica de la violencia arquitectónica puesta en obra en Palestina no se confina a ese territorio. Encontramos sus avatares en la Europa contemporánea, entre estados de emergencia (en Francia y en Bélgica, por ejemplo) que transforman el espacio público de la ciudad y las medidas específicas que se toman para negar la hospitalidad a cientos de miles de cuerpos que huyen de sus países a causa de la violencia militar o económica. Muros en fronteras, campos de concentración, centros de detenimiento, estaciones de policía, rejas, garitas, los muchos dispositivos arquitectónicos que florecen en la Unión Europea y su periferia, aunque no se dirigen todos a los mismo cuerpos, tienen en común el mito de una identidad nacional homogénea cuyo epítome es el racismo estructural neocolonial.

Estación de policía en Villiers-le-Bel (banlieue norte de París). 2015. © Léopold Lambert.

Nos equivocaríamos, sin embargo, si pensáramos la violencia de estos programas políticos como excepcional o respondiendo sólo al drama particular de acontecimientos actuales. La manera como muchas ciudades se organizan territorialmente para imponer la segregación social entre poblaciones que están categorizadas social y racialmente. El ejemplo de parís es particularmente ilustrativo. Sus banlieues, suburbios, donde vive el 80 por ciento de la población, están proporcionalmente segregados del resto de la ciudad en correlación directa con el ingreso promedio de sus residentes. La población más precaria consiste en una clase trabajadora cuyos padres o abuelos fueron sometidos a la colonización en el Magreb, África occidental o el Caribe. De nuevo, el racismo estructural tiene en la arquitectura y en la organización territorial una materialización muy efectiva. Parte de estos dispositivos materializan la relación de los residentes con la policía nacional. Una mirada a las estaciones de policía construidas después de las revueltas suburbanas del 2005 y 2007 en los suburbios del norte resulta evocadora. El particular cuidad puesto en la materialidad y especialidad de estos edificios revela que son obra de oficinas de arquitectura, algunas relativamente bien conocidas. Los edificios, sin embargo, difícilmente esconden el antagonismo despertado en la policía hacia la población que los rodea: son pequeños bastiones que fantasean con una futura guerra civil contra la juventud racializada de Francia.

Qasr palestino desobedeciendo la legislación de ocupación del ejército israelí. Proyecto de Léopold Lambert (2010) para Weaponized Architecture: The Impossibility of Innocence (dpr-barcelona, 2012).

A una escala menor, podemos ver cómo la segregación entre cuerpos también es activa en la arquitectura, categorizándolos en géneros distintos a los que se atribuyen actividades específicas. Una mirada a la típica casa suburbana estadounidense de posguerra en relación a la representación de los cuerpos con géneros asignados de manera convencional, Joe y Josephine, concebidos por el diseñador Henry Dreyfuss, dice mucho acerca de esa separación normativa. Mientras los compartimentos para vehículos y el mobiliario de oficina se calibran de acuerdo a un estándar del cuerpo masculino (Joe), las tablas de planchado, las aspiradoras y las cocinas se rigen por su contraparte femenina (Josphine), completando así lo que el mismo Dreyfuss llama “ingeniería humana” al reforzar la normatividad de género tanto en términos de anatomía como de actividad.

Aunque las ideologías detrás de los programas políticos expuestos aquí no fueron inventadas pro la arquitectura, ésta es un medio necesario para implementar su violencia sobre los cuerpos. En este aspecto, la disciplina y quienes la practican son cómplices y corresponsables por sus efectos en la sociedad. Al reconocer que cierto grado de violencia resulta inevitable, como vimos anteriormente, una arquitectura consciente políticamente no se avergonzará de ello, sino más bien se peguntará hacia dónde debe orientarse. En otras palabras, ¿a qué programa político debe contribuir el arquitecto o la arquitecta mediante la construcción? No debemos estar buscando “resolver” nada, sino problematizar aún más las situaciones políticas y emplear los medios arquitectónicos de resistencia en su contra.


Léopold Lambert es el fundador y editor en jefe de The Funambulist, una publicación bimestral, impresa y digital, asociada con dos plataformas digitales de libre acceso: un blog y podcast. Su trabajo está dedicado a cuestionar las relaciones políticas entre el entorno diseñado y construido y los cuerpos. Sus campos de interés principales son Palestina y los suburbios parisinos y las “fortalezas de Europa”. Es autor de Weaponized Architecture: The Impossibility of Innocence (dpr-barcelona 2012), Topie Impitoyable: The Corporeal Politics of the Cloth, the Wall and the Street (punctum books, 2016) y La politique du bulldozer: la ruine palestinienne come project israelien (B2, 2016).


Archifutures combina las posibilidades de la edición crítica, la impresión innovadora y la intervención activa del usuario. La colección hace un mapeo de la práctica arquitectónica y la planeación urbana contemporáneas, presentadas a través de las palabras y las ideas de algunos de sus actores clave y factores del cambio. Desde instituciones, activistas, pensadores, curadores y arquitectos hasta blogueros urbanos, polemistas, críticos y editores, Archifutures presenta a las personas que están dando forma a la arquitectura y las ciudades futuro y, por tanto, también a las sociedades del futuro.

Archifutures es editado por &beyond y publicado por dpr-barcelona, y presentado en español en colaboración con Arquine.

 

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Si estos muros pudieran hablar https://arquine.com/si-estos-muros-pudieran-hablar/ Thu, 28 Nov 2019 09:00:50 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/si-estos-muros-pudieran-hablar/ En 2017, el colectivo interdisciplinario Resolve inició una serie de talleres con estudiantes del este de Londres, llamados If These Walls could Talk. Quienes participaron tuvieron el desafío de diseñar una respuesta a la pregunta: ¿qué pasaría si los muros nos unieran?

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Deconstruyendo las arquitecturas de la separación

En 2017, el colectivo interdisciplinario Resolve inició una serie de talleres con estudiantes del este de Londres, llamados If These Walls could Talk. Quienes participaron tuvieron el desafío de diseñar una respuesta a la pregunta: ¿qué pasaría si los muros nos unieran? Trabajando en colaboración con un equipo de ocho estudiantes, el colectivo dió con la respuesta y la exhibió en el Festival de Stockwell ese año.

Los muros, elemento central en la disciplina de la arquitectura, han sido durante mucho tiempo arquetipos de separación. Es a través de la separación que los muros tradicionalmente crean espacio doméstico; defendiendo la privacidad de nuestros hogares de la apertura de los bienes comunes, mientras preservamos la función de una habitación de los contenidos, estímulos y propósitos de otra. Sin embargo, es a través de la separación que también dividen nuestras ciudades y naciones. A través de su notable utilidad en la separación de “ellos” y “nosotros”, “adentro” y “afuera”, el concepto del muro se ha generalizado. Son tanto metafóricos como físicos; levantamos nuestros muros para retirarnos emocionalmente de los demás, “hablamos con la pared” cuando la conversación no es recíproca.

La pregunta que sustenta la visión de Resolve sobre el futuro de la arquitectura es simple: ¿qué pasaría si los muros no nos separaran, sino que nos unieran? Para ayudar a responder esta pregunta, hemos propuesto un cambio metodológico en las diversas disciplinas que constituyen e informan la arquitectura, lo que llamamos “construcción por deconstrucción”. Esto implica construir, crear y sintetizar nuevas formas e ideas, a través del examen minucioso y la deconstrucción de las antiguas. Para nosotros y, lo que es más importante, para los no arquitectos, como miembros de la comunidad, grupos de gobiernos locales, activistas, desarrolladores, esto puede ser difícil de visualizar. Entonces, para ejemplificar la manera de proceder, podríamos comenzar por deconstruir el enfoque central de nuestro proyecto y realmente tratar de comprender o volver a comprender ¿qué es un muro? ¿Qué más hacen? ¿De qué están hechos? ¿De qué pueden estar hechos?

Las paredes pueden formar

El mapa de Fra Mauro es un mapa del mundo hecho por un monje camaldulense en la Italia del siglo XV. En lo que se describe como el sudeste asiático en el mapa, el paisaje está lleno de ciudades amuralladas, entre las cuales se encuentran vastas franjas de desierto indescifrable e impermeable. Aquí, al menos en la percepción, los muros no solo dividen lo urbano de lo rural, sino que marcan la forma efectiva de la imaginación medieval tardía y de Europa occidental.

 

Las paredes pueden resistir

En el libro Keep Your Eyes on the Wall, que contiene respuestas al muro de la barrera de Cisjordania, el conmovedor retrato fotográfico de Raeda Saadeh, One Day, demuestra cómo lo que resiste podría convertirse en “resistencia”. El artista se muestra con una cuerda atada a una sección particularmente decrépita de la pared. Preparada como si arrastrara al gigante de hormigón, su presencia e interacción con la escena oscurece la relación entre el contexto y el contenido. Mientras dure la velocidad de obturación de la cámara, la resistencia no es una lucha política contra el aparato de un régimen opresivo o las propiedades mecánicas de concreto endurecido. En cambio, en las garras del yugo de Saadeh, el muro no tiene poder, su propósito cooptó para empoderar, como un sitio de resistencia.

Las paredes pueden hacer lugares

London Wall es un espectáculo familiar para cualquiera que conozca el área de Barbican en el centro de Londres. Mucho más allá de cualquier utilidad práctica, este vestigio romano antiguo existe principalmente a través de su creación de lugar. La ciudad ya no está contenida dentro de sus puertas, sino que ha crecido a partir de ellas, como puede atestiguar cualquiera que haya experimentado el ajetreo y el bullicio de Aldgate, Bishopsgate o Moorgate. Una vez que las puertas en los bordes de la ciudad, ahora están en su corazón.

Las paredes pueden estar hechas de habitaciones

La ciudad amurallada de Kowloon, demolida por los gobiernos británico y chino en 1994, permaneció sin muros desde que fueron destruidos para construir un aeropuerto durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces, la ciudad creció, en la forma típica, aunque ligeramente aumentada, de Hong Kong, hacia arriba. Sus murallas se convirtieron en todas las habitaciones, baños, salas de estar y cocinas que se encontraban en la frontera entre Kowloon y el mundo más allá.

Las paredes pueden estar hechas de nada

A diferencia de muchos otros campamentos de refugiados liderados por el gobierno o sancionados por la ONU, Dadaab en Kenia, una vez el campamento más grande del mundo, no tiene muros, cercas ni límites. En cambio, sus habitantes están amurallados por la guerra en la vecina Somalia, cientos de kilómetros de desierto y estrictas restricciones de empleo según la ley de Kenia. En su libro City of Thorns, que sigue la vida de nueve refugiados en Dadaab, Ben Rawlence escribe: “No había cercas alrededor de la ciudad improvisada… simplemente no había a dónde ir.”

Las paredes se pueden hacer desde la ausencia

Para la construcción del llamado Gran Cortafuegos de China, nadie “hincó la primera piedra en el suelo” como escribió Franz Kafka en su cuento de 1917 La Gran Muralla China. Sin embargo, como en la historia corta de Kafka, es un muro hecho de abundante material humano: datos o, más específicamente, el código para filtrar datos. Este es un muro que, al igual que los muros que lo rodean, rodea a una nación, separa “ellos” de “nosotros” y, sin embargo, no tiene similitud con el material de esos muros. Este es un muro hecho de la ausencia de información.

Las personas pueden ser muros

El muy publicitado muro fronterizo de Donald Trump entre Estados Unidos y México bien puede ser uno de los muros más famosos que aun no existen. A pesar de no estar allí, el muro de Trump ha trabajado para dividir insidiosamente las opiniones y encapsular las crecientes divisiones del país. Desde las elecciones presidenciales en Estados Unidos en noviembre de 2016, se ha informado que los crímenes de odio relacionados con la raza y los incidentes de prejuicios han aumentado dramáticamente, y sus perpetradores casi siempre están detrás del mismo muro imaginario.

El muro habitable / el muro que te habita

En la década de 1990, en su libro The Borderline Concept: On Private Madness, el psicoanalista André Green observó: “Puedes ser ciudadano o puedes ser apátrida, pero es difícil imaginar ser una frontera”. Utilizando datos tomados de un consenso de 2010 en la ciudad estadounidense de Detroit, los investigadores de la Universidad de Virginia produjeron un mapa en el que cada punto azul representa a una persona considerada como blanca, y cada punto verde representa a un individuo considerado como negro. En esta representación demográfica, el infame Eight Mile Road se parece a cualquier otro muro. Eso, o los cuerpos de las madres, padres, esposas, esposos, hijos, que ocupan las casas que lo rodean.

Tras explorar la plasticidad conceptual de las paredes, nuestros talleres analizaron cómo los estudiantes podrían materializar su nueva comprensión de este omnipresente arquetipo. Después de dos días intensos de diseño, gestión de proyectos y construcción, los participantes juntos idearon un módulo 1: 1 que formaría una configuración más amplia de un “muro habitable”. Con varios espacios destinados a acercar a las personas tanto al muro como a su alrededor, el ensamblaje modular también creó una red de espacios interiores de varios niveles: el espacio habitable de la pared se convirtió en un laberinto de encuentros casuales no jerárquicos, al estilo Escher.

Es importante destacar que el producto del taller no era solo el objeto. Al deconstruir los procesos y las percepciones que fortalecen la noción divisiva de los muros, fue esencial reflexionar también sobre nuestras propias divisiones y la división de nuestros procesos y percepciones. A la luz de esto, nuestro objetivo era llevar a cabo el taller como un esfuerzo coproductivo. Este fue un paso obvio pero integral para intentar romper la división más generalizada en la práctica urbana: el muro entre quien tiene práctica y sobre quien se ejerce dicha práctica.


RESOLVE son Akil Scafe-Smith, Gameli Ladzekpo, Seth Scafe-Smith y Vishnu Jayarajan, un colectivo interdisciplinario que combina arquitectura, ingeniería, arte y tecnología para abordar problemas sociales. Sus proyectos anteriores incluyen el pabellón temporal Rebel Space en St Matthew’s Church Gardens, Brixton para el London Design Festival 2016, que estaba abierto las 24 horas del día, los 7 días de la semana y estaba hecho con materiales provenientes del vecindario inmediato; PassageWay, de 2017, transformó un espacio abandonado en Brixton Market utilizando más de 300 cajas de cartón para crear una plataforma temporal para creativos y empresarios locales.


Archifutures combina las posibilidades de la edición crítica, la impresión innovadora y la intervención activa del usuario. La colección hace un mapeo de la práctica arquitectónica y la planeación urbana contemporáneas, presentadas a través de las palabras y las ideas de algunos de sus actores clave y factores del cambio. Desde instituciones, activistas, pensadores, curadores y arquitectos hasta blogueros urbanos, polemistas, críticos y editores, Archifutures presenta a las personas que están dando forma a la arquitectura y las ciudades futuro y, por tanto, también a las sociedades del futuro.

Archifutures es editado por &beyond y publicado por dpr-barcelona, y presentado en español en colaboración con Arquine.

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Casa sobre un muro https://arquine.com/obra/casa-sobre-un-muro/ Sun, 24 Nov 2019 16:00:42 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/casa-sobre-un-muro/ La casa se asienta en la ladera Sureste de Ullastrell, un tranquilo pueblo a unos 45 minutos de Barcelona.
Un antiguo muro de hormigón en masa, contiene el terreno inclinado a 4 metros de altura sobre la calle.

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La casa se asienta en la ladera Sureste de Ullastrell, un tranquilo pueblo a unos 45 minutos de Barcelona.
Un antiguo muro de hormigón en masa, contiene el terreno inclinado a 4 metros de altura sobre la calle.

Elegimos conservarlo y reinterpretarlo como un basamento para la nueva edificación. El muro deviene la base sobre la cual se asienta la nueva vivienda.

La casa, para una pareja, debe de ser confortable, económica y ampliable en el futuro. Planteamos el programa como una adición de habitaciones que se yuxtaponen paralelamente a la dirección de la calle, ocupando así el menor espacio posible sobre el terreno.

Construida con muros de carga, la casa se resuelve en dos direcciones. Longitudinalmente, la secuencia de salas diluye los límites generales del espacio interior, enfatizados a su vez por el ritmo estructural continuo del forjado unidireccional. En el sentido transversal, buscamos la máxima permeabilidad desde el exterior a través de los cada uno de los espacios domésticos, para favorecer la entrada del sol, la ventilación cruzada y la constante relación visual con el entorno.

El espacio exterior, parcialmente inclinado, toma forma como resultado de la posición que ocupa la casa
en el terreno y especialmente de su relación con el límite definido por el gran muro existente.

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