Resultados de búsqueda para la etiqueta [Michel de Certeau ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 12 Sep 2023 18:15:23 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Prácticas intersticiales en la arquitectura: un ejercicio de reflexión https://arquine.com/practicas-intersticiales-en-la-arquitectura-un-ejercicio-de-reflexion/ Wed, 30 Aug 2023 14:48:47 +0000 https://arquine.com/?p=82396 Las relaciones sociales que surgen en este mundo muchas veces se ven marcadas por el ejercicio de poder cuyo objetivo es mantener la jerarquización de las posiciones de los distintos sujetos que participan en la arquitectura. La búsqueda de otras formas de producción y de apreciación, la revisión de los procesos que apelen al ejercicio de lo político, pueden proporcionar las herramientas necesarias para proponer formas alternativas de hacer arquitectura. 

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Los procesos involucrados en la realización de una investigación requieren de una apertura y atención constante en todos los aspectos, incluso en los que aparentemente no tienen relación con el tema que se estudia. La investigación crítica conlleva una serie de reflexiones que se realizan a la par del ejercicio mismo para encaminar, definir y dar sentido al trabajo que se está realizando. Esto con el objetivo de aproximarse a lo que se da por sentado, para poder analizarlo minuciosamente.

En el caso de este trabajo de investigación, me pude aproximar a las prácticas de las arquitectas que ejercen la profesión en los ámbitos que han encontrado más adecuados para su ejercicio profesional. El relato de vida [1] fue la herramienta utilizada para recabar información. Este método de recolección de datos tiene el potencial de mostrar las complejas relaciones existentes entre los sujetos que participan en distintos mundos sociales, en este caso la arquitectura y el interiorismo. De esta manera se obtuvo un panorama más amplio y claro de la forma en la que se articulan los ejercicios de las arquitectas con las prácticas dominantes en el campo laboral de la disciplina. 

La realización de las entrevistas narrativas —la forma en la que se tiene acceso al relato de vida— me permitió observar la importancia del habla para entender y mostrar otras subjetividades que no son representadas, enteramente, por el ejercicio dominante de la producción del espacio. Este ejercicio tiene el potencial de, por medio de una sola pregunta, desencadenar un relato rico en matices, que proporciona la información necesaria para empezar a trazar un mapa de ciertos aspectos que se repiten en las diferentes experiencias de vida de las arquitectas entrevistadas, y así empezar a vislumbrar las dinámicas recurrentes en el ejercicio de la disciplina. 

El ejercicio de organización y análisis de la información muestra la complejidad del mundo social de la arquitectura en las primeras décadas del siglo XXI. Los relatos muestran un campo disciplinar marcado por la instrumentalización de la arquitectura al servicio de la reproducción del sistema económico, esta condición  provoca la precarización de las condiciones laborales en la disciplina. Estas, a su vez, reproducen las tácticas de las pedagogías de la crueldad [2] —la vida se torna mercancía— materializadas “en los preceptos del capital —competitividad, productividad, cálculo de costo/beneficio, acumulación, concentración— que confiscan la fluencia que llamamos tiempo” [3], estos rasgos definen la disciplina y son los que la instrumentalizan. La violencia ejercida en situaciones de acoso, la falta de reconocimiento, el encasillamiento en roles atribuidos a un género, el entendimiento del sujeto como recurso productivo prescindible cuando ya no es útil al sistema o cuando se genera una ruptura desde su práctica, son ejemplos de las pedagogías de la crueldad ejercidas en el mundo social de la arquitectura.

Las relaciones sociales que surgen en este mundo muchas veces se ven marcadas por el ejercicio de poder cuyo objetivo es mantener la jerarquización de las posiciones de los distintos sujetos que participan en la arquitectura. El ejercicio de poder se materializa en la violencia perpetrada hacia los sujetos en condición de subalternidad, y se ejerce simbólicamente [4] en el espacio cotidiano de manera casi imperceptible, o puede ser mucho más frontal en caso de acoso laboral o sexual. Asimismo, la violencia simbólica tiene el poder de reproducirse de manera interna, es decir, aun cuando no hay un sujeto que ejerza el poder, el sujeto en condición de subalternidad reproducirá de manera interna los mecanismos que lo constriñen. 

Las arquitectas identificaron que la falta de confianza se empieza a gestar en la formación universitaria y esta se recrudece en la medida en que la violencia simbólica se perpetra. Esta condición se presenta en el quehacer de las arquitectas y se materializa en la falta de confianza en sí mismas. Esto se relaciona con los valores que se premian en el campo laboral, en la producción del espacio vivido [5], son los relacionados con lo propio de lo masculino [6]. Estos dan un mayor peso a una serie de conductas que tienen que ver con la competencia, fuerza e la individualidad. 

El entendimiento de estas dinámicas y su posterior rechazo debido a la incomodidad, o al no estar de acuerdo con ellas, hacen necesario un proceso de desaprendizaje en el que se desecha, por ejemplo, la idea de convertirse en el próximo arquitecto estrella, o la búsqueda del éxito en un mundo social que aún se resiste a reconocer el trabajo realizado desde otras subjetividades. 

Lo anterior se vincula directamente con la institucionalización y la objetivación de la arquitectura, ya que estos son los principales medios reproductores de una serie de tipificaciones y cánones que estructuran las dinámicas sociales de la disciplina y que, a su vez, constriñen y limitan las prácticas de las arquitectas [7], y así se impide el ejercicio de proponer alternativas al ejercicio hegemónico de la profesión. La institucionalización de la arquitectura se ha encargado de mostrar que la disciplina no es un espacio que pudiera ser representado por subjetividades distintas a la del sujeto universal, determinando –por medio de los roles de género– cuáles eran los lugares en los que las mujeres podían intervenir, de manera más estricta, en el momento en el que ellas se integraron a la disciplina. 

La objetivación [8] de las sujetas como arquitectas se presenta, desde el inicio, con una serie de contradicciones que dificultan el desarrollo del ejercicio propio. Es por medio de su subjetividad que desaprenden los cánones impuestos y es en este proceso que encuentran los intersticios en los que pueden ejercer su práctica de manera autónoma. 

La identificación y el establecimiento de cuáles son las prácticas que se vuelven un ejercicio político en el quehacer cotidiano de las arquitectas, fue posible gracias a la referencia del trabajo de Michel de Certeau [9], él se encargaba de identificar las prácticas microbianas que ponían en cuestión el orden y la jerarquización. Así, empecé la búsqueda de estos indicios que apelaran al ejercicio intersticial. En los relatos de vida de las arquitectas encontré ejemplos muy claros de su ejercicio político [10]. Las participantes identifican, desde su subjetividad cuáles son los mecanismos que las sujetan y tratan de subvertirlos, la mayoría de las veces, muy conscientes de ello. Asimismo, plantean la posibilidad de un ejercicio que se sustente en las contrapedagogías [11] de la crueldad.

La realización de estos artículos fue un ejercicio que permitió enriquecer la reflexión en torno al trabajo de investigación, a aterrizar y desarrollar ideas que se plantearon en las conclusiones del trabajo, pero en las que no pude profundizar debido a la premura de tiempos. Ejemplo de lo anterior es la idea que se presentó la tercera parte de este ejercicio: PRÁCTICAS INTERSTICIALES EN LA ARQUITECTURA: las prácticas contemporáneas de las arquitectas. 

Otro punto importante, que por cuestiones de delimitación no se pudo desarrollar en profundidad en el documento de investigación –pero que sí se abordó en las entrevistas– y que sirvió como punto de partida para estos artículos, fue el tema de la representación en la arquitectura. Aún hoy, existen barreras que impiden el reconocimiento del trabajo proveniente de subjetividades que no pertenecen a la del sujeto universal. Estas barreras se derivan de los constructos sociales que, al darlos por naturales, se tornan sumamente difíciles de cuestionar. Es por ello que la prioridad es poner en cuestión los ejes que delimitan y determinan cómo apreciamos y entendemos la arquitectura. La búsqueda de otras formas de producción y apreciación, la revisión de los procesos que apelen al ejercicio de lo político, pueden proporcionar las herramientas necesarias para proponer una forma alternativa de hacer arquitectura. 

 

Referencias: 

Bertaux, Daniel. Los relatos de vida. Perspectiva etnosociológica, Barcelona, Ediciones Bellaterra, 2005.

Bourdieu, Pierre, La dominación masculina, Barcelona, Editorial Anagrama, 2000.

Certeau, Michel de. La invención de lo cotidiano I. Artes de hacer, México, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C., 2000.

Herrera, David y Fabián González, Federico Saracho e Irwing Rico. Espacios negativos. Praxis y antipraxis, México, Ediciones Akal, 2020.

Lefebvre, Henri. La producción del espacio, Madrid, Capitán Swing, 2013.

Moreno, Hortensia y Eva Alcántara. Conceptos clave en los estudios de género, México, Universidad Nacional Autónoma de México Centro de Investigaciones y Estudios de Género, 2019.

Rancière, Jacques. Disenso. Ensayos sobre estética y política, Ciudad de México, Fondo de Cultura económica, 2019.

Segato, Rita. Contra-pedagogías de la crueldad, Buenos Aires, Prometeo libros, 2018.

 

Notas

1. Desde la perspectiva etnosociológica de D. Bertaux, este método permitió la indagación profunda en las experiencias de las arquitectas entrevistadas. Daniel Bertaux, Los relatos de vida. Perspectiva etnosociológica, Barcelona, Ediciones Bellaterra, 2005.

2. Definidas por Rita Segato como “la captura de algo que fluía errante e imprevisible, como es la vida, para instalar allí la inercia y la esterilidad de la cosa, mensurable, vendible, comprable y obsolescente, como conviene al consumo”. Rita Segato, Contra-pedagogías de la crueldad, Buenos Aires, Prometeo libros, 2018, p.13.

3. Ibíd., p.14.

4. La violencia simbólica se define como un tipo de violencia ejercida en baja intensidad, a través de “los caminos simbólicos del conocimiento y la comunicación”. Pierre Bourdieu, La dominación masculina, Barcelona, Editorial Anagrama, 2000, p. 12.

5. El espacio social. Henri Lefebvre, La producción del espacio, Madrid, Capitán Swing, 2013.

6. Se refiere a las características premiadas desde la visión dominante, que asigna los valores que son asociados al sujeto universal. Hortensia Moreno y Eva Alcántara, Conceptos clave en los estudios de género, México, Universidad Nacional Autónoma de México Centro de Investigaciones y Estudios de Género, 2019.

7. Otras subjetividades no pertenecientes al grupo dominante también pueden sufrir opresión o ser marcados por otro tipo de violencias.

8. Según el trabajo de Michel Foucault una de las formas de objetivación de los sujetos, es decir, de la construcción de la subjetividad propia, se da “a partir del acercamiento a la ciencia y las prácticas científicas que objetivan al sujeto en cuanto a campos de pertenencia y características de cada uno”. David Herrera, Fabián González, Federico Saracho, Irwing Rico, Espacios negativos. Praxis y antipraxis, México, Ediciones Akal, 2020, p. 73.

9. Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano I. Artes de hacer, México, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C., 2000.

10. Rancière define lo político como la denuncia por el daño a la igualdad dentro de una comunidad; el reclamo genera una subjetividad alterna a la exigida por subjetividad dominante, es decir, la institucionalidad impositiva una distribución jerárquica de posiciones y funciones y el denunciar esto, el sujeto subyugado pone en cuestión el orden de las cosas. Jacques Rancière, Disenso. Ensayos sobre estética y política, Ciudad de México, Fondo de Cultura económica, 2019.

11. Estas se sustentan en el vínculo, la cooperación, los afectos, no en los valores dominantes. Rita Segato, Contra-pedagogías de la crueldad, Buenos Aires, Prometeo libros, 2018.

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La tragedia de la ciudad https://arquine.com/la-tragedia-de-la-ciudad/ Mon, 18 May 2020 14:51:56 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-tragedia-de-la-ciudad/ “El problema central de la arquitectura y el urbanismo contemporáneos es que hacen proyectos sin cuestionar los prejuicios y presupuestos que legitiman la acción misma de proyectar.“

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No se debe rendir tributo especial al simple nombre de la ciudad

Robert Musil

 

El hombre sin atributos, una de las grandes novelas del siglo XX, abre con una descripción precisa, científica, de un hermoso día de agosto del año 1913. Después, Robert Musil describe una ciudad a la distancia. Automóviles y peatones que se mueven como filas de hormigas, y ruidos que se confunden en un prolongado ruido metálico. “A las ciudades se las conoce, como a las personas, en el andar. Mirando de lejos y sin fijarse en pormenores.” Años después de que Musil escribiera esas líneas y describiera una metrópoli moderna —Viena, pero podría ser cualquier ciudad—, Michel de Certeau inicia el capítulo dedicado a la ciudad en su libro La invención de lo cotidiano, contrastando la mirada a distancia con la experiencia física de caminar por la ciudad:

“Desde el piso 110 del World Trade Center, ver Manhattan. Bajo la bruma agitada por los vientos, la isla urbana, mar en medio del mar, levanta los rascacielos de Wall Street, se sumerge en Greenwich Village, eleva de nuevo sus crestas en el Midtown, se espesa en Central Park y se aborrega finalmente más allá de Harlem. Marejada de verticales. La agitación gigantesca se inmoviliza bajo la mirada.”

 Más adelante de Certeau dirá que subir al desaparecido World Trade Center era “separarse del dominio de la ciudad. El cuerpo ya no está atado por las calles que lo llevan de un lado a otro según una ley anónima.” También explicará que “la voluntad de ver la ciudad ha precedido a los medios para satisfacerla”. Durante siglos, se imaginó a la ciudad vista a lo lejos antes de que fuera físicamente posible, desde un globo o un aeroplano, retratarla así. Esa toma de distancia —primero mental, luego física— hace de la ciudad-panorama, según de Certeau, “un simulacro «teórico» (es decir, visual), en suma un cuadro, que tiene como condición de posibilidad un olvido y un desconocimiento de las prácticas.”

Tanto Musil como de Certeau son personajes del reciente libro escrito por William Brinkman-Clark y publicado por la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Ciudad: tragedia. “La arquitectura de la ciudad comienza con una mirada particular —escribe Brinkman-Clark en el prefacio—: el arquitecto imagina una posición desde la cual puede ver el mundo de fuerzas caóticas que pretende encauzar; cree poder sustraerse de la relación de fuerzas que busca reformar; piensa que debe extraerse del mundo que quiere dominar, salir de entre las fuerzas para así juzgarlas.” Desde esa posición privilegiada, el arquitecto —quien también es un personaje que se construye, se autoconstruye, pues— construye una ficción: la Ciudad, “un relato que muestra cómo deberian ser las cosas y con ello guía las acciones y la construcción del emplazamiento en que éstas se llevarán a cabo.” Y fallarán. Ahí la tragedia de la que habla Brinkman-Clark. No sólo ni particularmente en la inevitable falla sino en el encuentro o, más bien, choque entre la ficción y la realidad que pretende retratar —o, mejor, re-tratar— al tiempo que la niega y rechaza. Brinkman-Clark acude a las ideas de Christoph Menke, para quien la tragedia es el lugar de la tensa relación entre la experiencia trágica —lo ético— y su representación —lo estético. También podríamos pensar en lo planteado por el filósofo francés Clement Rosset, cuya primera obra, publicada en 1960 —cuando tenía sólo 21 años—, fue La filosofía trágica.  Rosset explicó entonces que no había situaciones trágicas, “que la idea de lo trágico descansa por entero en una relación entre dos situaciones y es la representación ulterior del paso de un estado al otro y, en consecuencia, se puede hablar de mecanismo trágico, antes que de situaciones trágicas.” En su Lógica de lo peor, escrita diez años más tarde, Rosset cuestiona el mecanismo de la metafísica en occidente que duplica la realidad para, después, restarle valor a la realidad original por no ajustarse a la ficción que sobre ella construye y retoma una definición dada por Vladimir Jankelevitch: lo trágico es la alianza entre lo necesario y lo imposible.

Para Brinkman-Clark, la Ciudad —repitamos: la ficción que niega presentarse como representación— ofrece “la posibilidad de crear órdenes que aparezcan como sistemas cerrados, pero a la vez mutables.” Esos órdenes se basan en una visión al mismo tiempo perspectiva y prospectiva que opera aplanando la realidad —planificando— con la pretensión de dominarla. “Entender la ciudad como una herramienta de dominio es comprender que lo que es constante en todas las ficciones dominantes de ciudad es que se elaboran a partir de una racionalidad específica —la instrumental— cuyo interés es un dominio de la naturaleza de la ciudad, de la vida urbana.” Ese mecanismo trágico es, por tanto, paradójico y de algún modo hace pensar en otra paradoja, la de la arquitectura misma. En un ensayo publicado en 1975 y titulado, precisamente, “The Architectural Paradox, The Pyramid and the Laberynth”, Bernard Tschumi elabora también sobre la relación entre conocimiento y experiencia, entre la visión y el concepto, la teoría —desde lo alto de la pirámide— y la vivencia y la práctica —el laberinto que, en el texto de Tschumi, rodea a la pirámide, contrastando la presencia de aquél, un obstáculo, con el conocimiento que del mismo se pueda tener desde la cúspide de la pirámide. Sólo Dédalo e Ícaro —también personajes del texto de Brinkman-Clark— pueden intentar recorrer el laberinto y mantener al mismo tiempo la distancia. Pero ya sabemos el riesgo que corren y la tragedia que supuso para el segundo.

En la segunda parte de Ciudad: tragedia, Brinkman-Clark aborda la relación que se establece entre las fuerzas que son origen y dan forma a las ciudades y la Ciudad que pretende ordenarlas y regularlas —relegándolas— desde una lectura política o, más bien, una lectura que incide en la diferencia entre la política como institucion o constitución de un orden y la presunta necesidad de mantener o, incluso, imponer un orden —la diferencia, como han apuntado Jacques Ranciere o Andrea Cavalletti, entre politica y policía.

En la conclusión, Brinckman-Clark afirma que “el problema central de la arquitectura y el urbanismo contemporáneos es que hacen proyectos sin cuestionar los prejuicios y presupuestos que legitiman la acción misma de proyectar.” Ideas como las expuestas por Brinckman-Clark en este libro denso y rico en referencias y argumentos, nos ayudan hoy, cuando esta distancia entre la realidad vivida y la ficción imaginada de la Ciudad revela con más fuerza que nunca esa condición trágica —y no sólo por la crisis sanitaria que vivimos—, a replantearnos qué hacer y, como afirma el autor, sobre todo qué no hacer.

 

William Brinkman-Clark, Ciudad: tragedia, Facultad de Arquitectura, UNAM, 2019

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