Resultados de búsqueda para la etiqueta [Luz Natural ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:36:24 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Solsticio, La noche más larga, el día más largo https://arquine.com/solsticio-la-noche-mas-larga-el-dia-mas-largo/ Wed, 19 Jan 2022 15:33:32 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/solsticio-la-noche-mas-larga-el-dia-mas-largo/ La luz y la sombra, el día y la noche, pueden narrarse desde una perspectiva astrofísica cuya lógica es irrefutable. Es lo que la cultura racionalista del pensamiento occidental se ha ocupado de hacer al menos durante los últimos 500 años. Pero también pueden narrarse desde una visión místico-poética cuya traducción encantada no contradice, aunque algunos así lo crean, al conocimiento astrofísico, solo cuenta la historia de otra forma.

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Hace ya muchos años (más de 30) pude viajar por primera vez a Quito, Ecuador, con mi familia y en la travesía visitar el monumento “La mitad del mundo”, que está a unos kilómetros de la capital ecuatoriana y que representa el punto por donde pasaría la línea imaginaria que divide a nuestro planeta en los hemisferios norte y sur. Ya cursados dos años de arquitectura, y habiendo sido bautizado durante la carrera con el trazo y comprensión de la “gráfica solar”, el manejo de los eventos solares esenciales como el equinoccio de primavera, el solsticio de verano, el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, era un discurso común a la hora de proponer soluciones proyectuales. Sin embargo, esa visita fue la primera vez en que, a través del juego imaginario y pueril de cruzar con un pequeño salto de un hemisferio a otro, cambiando automáticamente de estación, comenzó a germinar esa semilla que ha alimentado mi introversión hacia la reflexión y significado de los opuestos complementarios.

Nuestro bello planeta con su forma de geoide y sus dos movimientos continuos, el de rotación sobre el eje imaginario norte sur, y el de traslación que le hace orbitar por gravedad alrededor del sol, sumado a la inclinación de 23” 27’ que tiene el eje norte sur ya mencionado, propicia situaciones de opuestos complementarios que, siendo racionalmente obvias, no dejan de inspirar una sensación metafísica que llevada a la vida cotidiana, determina consciente o inconscientemente, los devenires de las numerosas ideologías que hemos construido los grupos sociales humanos.

La luz y la sombra, el día y la noche, pueden narrarse desde una perspectiva astrofísica cuya lógica es irrefutable. Es lo que la cultura racionalista del pensamiento occidental se ha ocupado de hacer al menos durante los últimos 500 años. Pero también pueden narrarse desde una visión místico-poética cuya traducción encantada no contradice, aunque algunos así lo crean, al conocimiento astrofísico, solo cuenta la historia de otra forma.

La danza interminable de luz y sombra es percibida por todos los seres vivos que habitan esta casa que llamamos Tierra los humanos, como decía antes yo, por el juego de movimientos y relación axial comentado un par de párrafos antes. En esa dinámica, en ese baile astronómico continuo, se generan ciertas sensaciones que nuestra especie ha documentado en todos sus procesos culturales, con nombres diversos de acuerdo con cada idiosincrasia. Son sensaciones que tienen un vínculo directo con el ciclo de la vida, que será representada como luz, y el de la muerte que se asocia con la sombra.

Así, estimadas y estimados lectores, según la latitud con respecto al ecuador el la que ustedes se encuentren, el día en que se celebra la noche más larga, es decir el solsticio de invierno en una parte del mundo, en la otra se está celebrando su opuesto complementario, el día más largo en el equinoccio de verano. Mientras que para unos diciembre representa el inicio del invierno, para otros representa el inicio del verano y junio sería el mes inverso. Lo mismo sucederá con la primavera y el otoño: El hemisferio norte estará celebrando la llegada de la primavera en marzo, y ese mismo día, el hemisferio sur celebrará la transición al otoño, teniendo septiembre como el mes inverso. En el caso de la primavera y el otoño, es el punto de balance en que el día y la noche, duran exactamente la misma cantidad de horas para ambos hemisferios, la diferencia será a cuál solsticio se transita.

Si bien, y como ya hemos comentado antes, cualquier cultura en el planeta ha desarrollado calendarios donde estos fenómenos se registran como parte de la comprensión macrocósmica, es la consciencia global, la que nos ha enseñado más hacia la actualidad que hacia el pasado, la simultaneidad planetaria que hoy les comparto. No deja de ser por lo tanto, un ejercicio de severa reflexión autocrítica, que el norte global, por ejemplo, a nivel de mercadotecnia, imponga sus imágenes estacionales a todo el planeta, sin importar lo que suceda en el hemisferio vecino sur y si algunas amistades que habitan por allá se lo toman a chunga y se burlan de la brutalidad norteña, no deja de ser una falta de respeto.

Pero al final, lo que quisiera compartir en imágenes hoy, habiendo finalmente superado el terrible bloqueo creativo que me impidió escribir desde hace ya un mes, son fragmentos del ejercicio fotográfico en que, durante ciertas ocasiones, mi reflexión sobre el espacio se da a partir de la danza entre la luz y la sombra, y el cómo una y otra se alimentan entre sí, para regalarnos en un recuadro, la naturaleza de todo el universo, aprovechando que acabamos de celebrar hace ya tres semanas, ese momento simultáneo donde al mismo tiempo, y en el mismo planeta claro, se genera la noche más larga y el día más largo.

Que la búsqueda de la verdad, múltiple, compleja y compartida, nos ayude a seguir escarbando nuestro camino a la libertad, como dicta el lema jesuita de mi adorada Universidad.

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Luz natural, salud y arquitectura https://arquine.com/luz-natural-salud-y-arquitectura/ Thu, 18 Mar 2021 09:00:09 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/luz-natural-salud-y-arquitectura/ Alberto Campos Baeza escribió en una ocasión que la luz, como la gravedad, es algo inevitable y que todo arquitecto debería traer siempre consigo, como lo hace con el flexómetro, una brújula y un fotómetro. La brújula, para conocer la posición del sol; el segundo, para medir la cantidad de luz.

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Alberto Campos Baeza escribió en una ocasión que la luz, como la gravedad, es algo inevitable y que todo arquitecto debería traer siempre consigo, como lo hace con el flexómetro, una brújula y un fotómetro. La brújula, para conocer la posición del sol; el segundo, para medir la cantidad de luz.

Ambos instrumentos son comunes en un estudio de iluminación o un laboratorio de investigación de luz natural, pero resultaría aventurero afirmar que todo arquitecto tiene entre sus artilugios estos equipos, en especial el fotómetro, pues no forman parte de la lista de útiles solicitados al ingresar a la escuela de arquitectura. Aunque la luz sea un material siempre presente en la arquitectura, materia de estudio desde hace siglos y de la cual aún tenemos tanto que aprender.

La historia de la arquitectura puede ser leída a partir de la relación que ésta ha tenido con la luz. Las primeras construcciones megalíticas como Stonehenge o las pirámides precolombinas son muestras indudables de la importancia vital del “dios sol” y del conocimiento astronómico de sus constructores. La magnificencia de las catedrales góticas, estructuras soportadas con luz que se estiran del suelo para tocar el cielo, la danza poética de luz y sombra presente en la obra de Tadao Ando o Barragán, hasta las propuestas más innovadoras de Piano o Foster son ejemplos de este vínculo innegable.

Si bien la luz ha estado siempre presente en la arquitectura, las razones por la que arquitectos y constructores han hecho uso de ella han ido cambiando a lo largo de la historia. A veces, la luz se consideró en la edificación por su valor simbólico. En otras ocasiones, se utiliza como esencia de la interacción con el objeto construido. Es quizás la expresión del movimiento moderno y la escuela del Bauhaus quienes brindan un nuevo significado al manejo de la luz: la simplificación de las formas y el empleo de nuevos materiales ponen de manifiesto la importancia de este material moderno, el más universal, en la concepción del espacio arquitectónico. Para Bruno Zevi, el lenguaje moderno de la arquitectura obliga a que cada ventana sea resultado del espacio que debe iluminar y cuyo valor percibido depende de la luz, así que es necesario haber proyectado antes espacio y volumen.

El siglo XX se distinguió por la llegada de la luz electrificada: fuente luminosa controlable, diseñada y permanente, a un grado tal que, a mediados de siglo, se llegó a pensar como innecesario, quizás ordinario, el empleo de la luz natural.

En los años noventa, con la crisis energética, es que podemos encontrar una revalorización de la luz natural. Pero, como ha señalado Reinhart, “el diseño de la iluminación natural ha sido visto como una herramienta para reemplazar el uso de equipos electrificados de iluminación, sin prestar atención al confort de los ocupantes”

La luz es necesaria para la visión, nos permite percibir nuestro entorno y, de manera directa o indirecta, afecta nuestra salud psicológica y fisiológica.

La identificación a inicios del siglo de un tercer fotorreceptor (células ganglionares fotosensibles o ipRGCs) en la retina de los mamíferos y la posterior caracterización de los procesos de sincronización circadiana a partir del estímulo luminoso ha provocado que, en la actualidad, se escuche con mayor frecuencia sobre la necesidad de desarrollar soluciones de iluminación dinámica, los riesgos de la “luz azul” y de centrar el diseño en el bienestar de las personas. Luz, salud y bienestar.

Sabemos que la luz es el principal regulador de los ritmos circadianos, y que su influencia dependerá de las cualidades espectrales de la fuente luminosa, así como de su intensidad, duración y horario a la que estemos expuestos. Pero también que los seres vivos hemos evolucionado bajo la influencia de la luz, donde nuestros ritmos biológicos responden a los periodos de luz y oscuridad que nos han regido por millones de años.

La investigación sobre la luz y la salud del ser humano es amplia y, en los últimos 20 años, se han buscado nuevas evidencias para comprender la relación entre los procesos de fototransducción y la fisiología humana. Hasta ahora, lo único cierto es que se trata de un proceso complejo y que estamos aún en los albores.

Desde la arquitectura, es posible afirmar que, en la actualidad, vivimos en espacios poco iluminados durante el día y sobreiluminados en la noche. Y que es necesario encontrar nuevas definiciones al diseño de la iluminación y al concepto de una iluminación de calidad. Proyectar con luz es una labor de arquitectura. Ofrecer una exposición adecuada a la luz solar no sólo es fundamental, sino un derecho.

Es necesario hablar sobre la importancia de proyectar con la luz natural como fuente primaria de iluminación, y en donde las fuentes artificiales son el complemento y no la razón del proyecto. El diseño adecuado de ventanas y fachadas son un requisito para una arquitectura social y sustentable y son un medio para “naturalizar” el diseño de la iluminación. También, resulta fundamental hablar de las razones por las cuales proyectar con la luz natural y el significado de centrar el diseño en las personas. Algunas investigaciones han concluido que no hay duda de que las personas prefieren la luz natural sobre la artificial y que niveles elevados de luz difusa son cruciales para lograr ambientes placenteros y más estimulantes. Por otro lado, aún no ha sido demostrado que los beneficios asociados a una adecuada exposición solar puedan ser reproducidos artificialmente.

El diseño de la iluminación debiera voltear el rostro a sus orígenes, en donde pensar en luz es pensar en arquitectura, y en donde la función del arquitecto se centra en la concepción del hábitat del ser humano en donde la luz desempeña un papel fundamental para el bienestar de sus ocupantes.

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